OCURRIÓ CERCA DE SU CASA

"Aunque era muy pequeño cuando pasó todo, he oído contar la historia del juez Michel en miles de sobremesas", recuerda Cédric Jimenez, director del film, con un acento propio de la ciudad en la que ha crecido. "La historia me fascinaba, continúa, porque era como un western. El juez Michel no tenía miedo a la mafia, y la mafia basa su poder en el miedo. Cuando se encuentra con alguien que no le tiene miedo, es ella la que empieza a temblar. Y también estaba, claro, la proximidad, que todo hubiera sucedido tan cerca de casa. A los Zampa, por ejemplo, los conozco desde pequeño, y la película, al final, también es una manera de rendir homenaje a mi ciudad natal, a esa luz y esa manera de vivir tan propia del Mediterráneo. Las localizaciones no son siempre exactas, porque hay calles de la ciudad que, en 40 años, han cambiado mucho, y quedaba más verídico ambientarlas en otra parte. Eso sí, al haber crecido en esas calles, enseguida veía si algo no funcionaba."

UN ASUNTO DE FAMILIA

"Para documentarme", explica Jimenez, también guionista, "me entrevisté con un montón de gente relacionada con la historia: abogados, policías, gente del hampa... También quería contar con la aprobación de las familias, a las que informé de la película en todas las etapas del proceso. Les mostré el guión, y les pasé la película mucho antes de que se estrenara. Con los Zampa no hubo problema, pero la familia de Michel se despertó cuando el estreno, cinco meses después de que les pusiera la película. Imagino que las reacciones de la prensa les alteraron un poco. Y lo puedo entender: a mí no me gustaría que hicieran una película sobre mi padre. Pero quería hacer esta película, llevar a la pantalla esta historia tantas veces oída en mi infancia."

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EN LOS LÍMITES DE LA REALIDAD

"Es una historia que me sé de memoria, y me documenté a fondo, pero tuve que inventar digamos que un 20 por ciento para poder ser objetivo", confiesa Jimenez, "pues los testimonios siempre se contradicen, dependen del punto de vista. Y no sólo quería reproducir los hechos. También quería mezclar lo público con lo privado, meterme en sus casas, y para eso tenía que imaginármelo a mí manera."

CARA A CARA

"Es verdad que Jean Dujardin y Gilles Lellouche" (a los que ya hemos visto juntos en el film colectivo 'Los infieles' y 'Pequeñas mentiras sin importancia', de Guillaume Canet) "se parecen mucho, aunque yo no me había percatado de ello", nos sorprende el marsellés. "Me di cuenta durante el rodaje y me pareció interesante explorar ese parecido, como en un juego de espejos." Un juego de espejos en el que el espectador puede verse reflejado, ya que "más allá de que se trate de una historia real, Michel y Zampa representan tipos universales. Michel es el héroe, el tipo que quiere cambiar el mundo, mientras que Zampa es el conformista, el que dice: Si no lo hago yo, lo hará otro en mi lugar. Y ahí está la dimensión política del film, porque nosotros nos parecemos más a Zampa. Somos culpables porque no hacemos nada."

CRÓNICA NEGRA

La película conecta con la tradición del cine negro francés (Henri Verneuil, Claude Sautet...), y también con el de Martin Scorsese, por las escenas de discoteca y los temazos musicales, y por supuesto es inevitable pensar en 'The French Connection' (W. Friedkin, 1971) y en la secuela de Frankenheimer. Pero Jimenez se muestra humilde: "Si hubiera hecho un film como el de Friedkin ya podría retirarme. No creo que sirva de gran cosa hacer comparaciones. 2001: Una odisea del espacio también es mejor."