Clodoaldo: la sombra de los dieces - Panenka
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Clodoaldo: la sombra de los dieces

La Brasil de los cinco 'dieces' tuvo a un jugador que fue un diez en los seis partidos del torneo y que permitió brillar con luz propia a los magos de arriba

El fútbol, un deporte colectivo, ha pasado tener ciertos tintes clasistas en su foro interno por culpa de esos infaustos premios individuales que tanto han aflorado en la modernidad. El mayor ejemplo de ello es el Balón de Oro. La creación ofensiva y sobre todo el gol han sido los aspectos más valorados a la hora de elegir vencedor. Así se comienzan a crear clases en un deporte donde un defensor es tan importante como un delantero, o un portero como un centrocampista. Todas las piezas dispuestas sobre el campo son vitales para llegar al éxito. Gerd Müller levantó el trofeo que otorga la publicación France Football en el año 1970. En ese año los ‘dieces’ reinaron en el Mundial de México. Brasil se quedó en propiedad el trofeo Jules Rimet al haber levantado dicha copa por tercera vez al cielo. Ese combinado carioca dirigido por Mario Zagallo, campeón del mundo en Suecia 1958, es reconocido por su fútbol alegre, ofensivo y espectacular. Un fútbol que, a la hora de valorarlo, se fundamentaba en esos comentados ‘dieces’: Gerson, Jairzinho, Pelé, Tostao y Rivelino. La Brasil de los cinco ‘dieces’. Sin embargo, a la sombra de estos cinco geniales jugadores, queda un jugador que, a pesar de llevar el 5 como dorsal, fue un 10 en desempeño futbolístico en ese torneo. Clodoaldo fue la sombra de los ‘dieces’ en México’70.

La carrera de Clodoaldo se desarrolló, casi en su totalidad, en un Santos que tenía a Pelé como santo y seña de la entidad. Permaneció en el ‘Peixe‘ desde el año 1966 hasta 1979. En 1980 decidió probar suerte en Estados Unidos, ya al final de su carrera, y regresó a Brasil para retirarse en su país. Con Santos engrosó su palmarés con dos Recopas de Conmebol y levantó hasta en cinco ocasiones el Campeonato Paulista en los años 1967, 1968, 1969, 1973 y 1978.  Sin duda, su título más reconocido e importante es la Copa del Mundo ganada con Brasil en el Mundial de México 1970. Brasil llegaba a aquel campeonato del mundo convertida en toda una institución a nivel de selecciones con los dos Mundiales que consiguió en 1958 y en 1962. Tanto en Suecia como en Chile, uno de los líderes y pilares fundamentales del equipo fue Didí. Desde la posición de mediocentro en ese 4-2-4 que popularizó Brasil y que Inglaterra adaptaría al 4-4-2 en su Mundial de 1966, Waldir Pereira, ‘Didí’, se erigió como jugador imprescindible para el conjunto brasileño y clave en los dos éxitos mundiales consecutivos. Ya sin el aporte en el centro del campo de Didí, con un Pelé tocado a nivel físico y con jugadores en edad avanzada y otros demasiado jóvenes, Brasil no pudo pasar de la fase de grupos en la Copa del Mundo de Inglaterra de 1966, donde hay que mencionar que fue encuadrada en un grupo temible junto a Bulgaria, Portugal y Hungría.

Clodoaldo fue una paleta de recursos futbolísticos para Brasil en el primer mundial en color. La selección carioca quedó huérfana en ese centro del campo tras la salida del equipo de Didí y para México’70 esas dos posiciones del centro del campo fueron ocupadas por dos hombres clave: Gerson y Clodoaldo. El primero de ellos es considerado como uno de los cinco ‘dieces’ que brillaron en la cita mundialista. Sin embargo, Clodoaldo Tavares de Santana no se llevó tantos elogios, ya que todos los acapararon los cinco de arriba. La Brasil de Mario Zagallo en México’70 era una selección poco equilibrada en cuanto a nivel defensivo y atacante. Si sus mejores armas estaban cerca de la portería rival, el mayor peligro para ese equipo estaba dentro del mismo. Felix demostró ser un portero con grandes limitaciones, siendo el punto débil de una Brasil que en el centro de la defensa tenía a un Brito inseguro tanto en acciones a ras de césped como aéreas y un Piazza que elevaba algo más el nivel. Esto es clave para entender la figura y el rol de Clodoaldo en ese equipo. El mediocentro del Santos servía de enlace entre la defensa y el ataque y sobre él caía un gran porcentaje de responsabilidades en cuanto a salida de pelota desde atrás. La sucesión de pases casi siempre era muy similar: balón a Carlos Alberto para comenzar a salir y este o buscaba un balón en largo o cedía el balón para uno de los mediocentros y que ellos decidieran la orientación del ataque. El más cercano de la pareja Clodoaldo-Gerson casi siempre era el primero, por lo que tuvo que asumir esa función a la hora de dar salida de balón.

 

Se adaptó a varias posiciones, a diferentes roles y a distintas parejas en esa posición del centro del campo sin desentonar en ningún momento y cuajando un campeonato que se puede decir que fue de menos a más

 

Dentro de una selección brasileña que durante la competición presentó algunas ausencias importantes como la de Gerson o Rivelino, Clodoaldo siempre se mantuvo al pie del cañón. Jugó todos los minutos del torneo salvo los 15 últimos minutos del último encuentro de fase de grupos ante Rumanía. Además, tuvo su aportación goleadora en el torneo con un gol de vital importancia en un momento ciertamente delicado para la Brasil de Zagallo. Brasil comenzó por detrás en el marcador en el partido de semifinales ante Uruguay. Cuando el partido ya clamaba el descanso, el número 5 de Brasil puso el empate en el marcador. Lo hizo con una de esas jugadas que tanto repitió en el campeonato mundial y con su club. Sus capacidades físicas le permitían estar casi siempre en movimiento y, en ocasiones, se sumaba al ataque de forma sorpresiva sin ser detectado y frenado por los defensores rivales. Lo había intentado mucho durante el torneo y esa jugada tan suya dio resultados en el momento indicado, colocando un empate que luego se convirtió en el preámbulo del acceso a la final mundialista. En lo ofensivo, además de lo comentado en la acción del gol, le sobraban recursos. Aquella Brasil contaba con una grandísima amalgama de buenos golpeadores desde media y larga distancia: Rivelino, Pelé, Gerson… Clodoaldo no se quedaba atrás en ese aspecto y poseía un golpeo primoroso con ambas piernas.

Se puede llegar a pensar que Clodoaldo vivió al amparo en el centro del campo de una figura mayor como puede ser Gerson. Y no. Las actuaciones más destacadas de un Clodoaldo pudieron llegar en partidos donde Gerson no pudo jugar por problemas físicos. En el tremendo encuentro de fase de grupos ante Inglaterra, Rivelino fue la pareja de Clodoaldo en ese centro del campo del 4-2-4. Y ante Rumanía Clodoaldo dio un paso más. Zagallo lo colocó en la posición de Gerson, escoltado en una posición más retrasada por Piazza, que ese día formó en el medio. Sustituyendo en rol y funciones a un jugador de la talla de Gerson, Clodoaldo no desentonó lo más mínimo. Se sumó al ataque, combinó constantemente con los Pelé, Paulo César, Tostao, Jairzinho y compañía y aguantó el centro del campo brasileño ante los contragolpes rumanos. Clodoaldo se adaptó a varias posiciones, a diferentes roles y a distintas parejas en esa posición del centro del campo sin desentonar en ningún momento y cuajando un campeonato que se puede decir que fue de menos a más. La Brasil de los cinco ‘dieces’ tuvo a un jugador que fue un diez en los seis partidos del torneo y que permitió brillar con luz propia a los magos de arriba. Un engranaje en la sombra engrasado con el brillo dorado de ese tercer entorchado mundial que se consiguió.

 


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Fotografía de Imago.