Cuando Cindy Bruna (Saint-Raphaël, Francia, 1994) aparece en una alfombra roja, en un estreno o en un evento, las mujeres la aplauden, quieren saludarla a toda costa y hacerse 'selfies' con ella. Porque, desde hace 15 años, cuando fue descubierta por el que todavía hoy es su agente, es una de las modelos más cotizadas del mundo. Pero en junio del año pasado, la 'top' dio un paso más allá y publicó su libro 'Le jour où j’ai arrêté d’avoir peur' (El día en que dejé de tener miedo), editado por Harper Collins, convirtiéndose además en todo un icono del feminismo y el activismo a favor de las víctimas de la violencia conyugal.
Pero su lucha no es algo reciente. De madre congoleña y padre italiano, Cindy vivió una infancia y adolescencia marcadas por el maltrato físico al que fue sometida su madre a manos de su padrastro durante once años, y del que ella fue testigo, aunque no pudo hablar de ello hasta pasado mucho tiempo. «Fue en 2017, cuando me uní a la organización Solidarité Femmes (solidaritefemmes.org), una red de asociaciones que acogen, acompañan y dan cobijo a las mujeres víctimas de violencia doméstica. Allí tuve la oportunidad de conocer a muchos afectados, mujeres y niños, de esta realidad. Hablando con ellos y con los profesionales que trabajaban allí me sentí aún más sensibilizada con el problema. Algo en mí hizo clic, y comencé a sentir la necesidad de liberar mis palabras tanto tiempo escondidas», explica Cindy.
Era la primera vez que lo iba a verbalizar. «Nunca había hablado del asunto, ni siquiera con mis amigas o mi familia ni, por supuesto, con mi hermana ni con mi madre; había un silencio tácito», recuerda. Un mutismo cuya razón tiene a día de hoy muy clara: «Hace falta tiempo para darse cuenta de lo que está pasando, porque el agresor vive de tu sentimiento de culpa, lo que juega un rol enorme en el tabú que poco a poco se va creando. Entonces, se normaliza, y ya no se habla de ello», cuenta la modelo.
Cuando llegó el confinamiento, Cindy decidió dar forma a su idea. «Lo primero, pedí permiso a mi madre, porque, aunque yo era la autora del libro, era su historia en primera persona». Y empezó a escribir con esperanza: «El futuro está en nosotras, en la sororidad. En nuestra sociedad, el patriarcado nos empuja a crear una falsa competencia entre nosotras, pero no es así. Nos tenemos que ayudar y celebrar nuestros éxitos, porque juntas somos más fuertes», determina, apuntando que, en esta lucha, hay que incluir también a los hombres, porque «hace falta que ellos sean feministas».
En el discurso de la modelo, hay un mantra que se repite: la formación, la educación y la prevención, en especial entre los más jóvenes: «Es importante educar en la igualdad de sexos y concienciar de que la violencia no es sólo física; puede ser también económica, sexual y psicológica. Estas hacen tanto mal como la otra, pero no son tan fáciles de reconocer o probar. Es crucial que las chicas jóvenes, y también las mujeres maduras, sepan detectar red flags [banderas rojas] como los celos, las faltas de respeto o la humillación. Hay mucho que revisar», advierte.
Es tajante cuando lanza un mensaje a aquellas que están sufriendo una situación de violencia doméstica: «Tienen que pedir ayuda, saber que no están solas, que son víctimas, que lo que les pasa no es lo normal y que no es su culpa. No importa las veces que haya que repetirlo, el agresor siempre va a hacer sentir culpable a la víctima, y ella a su vez le quiere sanar, o salvar, aunque esté enfermo. Es importante no aceptar esto, lo siento». Y el mejor consejo que puede dar a todas las mujeres del mundo es que la principal fuerza y valor que tenemos es nuestra autoestima: «Nadie puede venir a decirnos que no somos suficientes, incluso si nos hemos equivocado con algo o hemos sido víctimas. Sentir nuestro propio valor es lo que nos permite adivinar cuándo algo o alguien nos va a quitar la energía».
En el futuro, Cindy se visualiza formando una familia y, sobre todo, «con mucha paz». Y tiene muy claro lo que su madre representa a día de hoy y en ese futuro con el que sueña: «Ella es la mujer de mi vida».
