Chico Anysio, gran humorista de la televisión brasileña | Cultura | EL PAÍS
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OBITUARIO

Chico Anysio, gran humorista de la televisión brasileña

En 65 años, el cómico, fallecido el pasado 23 de marzo, creó decenas de personajes e imitó a medio Brasil

El humorista brasileño Chico Anysio.
El humorista brasileño Chico Anysio.

Chico Anysio, ídolo de los brasileños, el mayor humorista de la televisión brasileña, falleció el viernes a los 80 años en el Hospital Samaritano de Río de Janeiro, por complicaciones pulmonares derivadas de su vida de fumador empedernido.

Tras haber creado decenas de personajes, en sus 65 años de ejercicio como humorista Anysio (1931, Maranguape) imitó a medio Brasil. Hizo reír a millones de personas y él mismo no conseguía hablar sin bromas. “En 1940, a mi madre le dieron seis meses de vida. Todos los médicos que la diagnosticaron murieron antes que ella, que falleció con 89. Mi padre con 92, mi abuela con 97. Yo voy a morir con 104”, comentó en una de sus últimas entrevistas.

Quería morir con 104 para superar al gran arquitecto Óscar Niemeyer, que tiene 103. No lo consiguió, pero es como si hubiera vivido 200 años, porque en su vida, como afirma el diario O’ Globo, fue “prolífero en todo”. En su carrera incansable de humorista, en su pasión por el tabaco que lo llevó a morir antes de lo que hubiese deseado, y sobre todo en su vida sentimental. Se casó seis veces y tuvo hijos con todas. En total, ocho, uno de ellos adoptivo. Entre sus exmujeres figura Zélia Cardoso, la tristemente famosa ministra de Economía del expresidente Fernando Collor de Mello, que fue obligado a dejar el cargo por acusaciones de corrupción.

Decía con humor que alguien “casado 50 años con la misma mujer no sabe lo que es la unión”. La última era 39 años más joven que él, algo que comentaba con humor: “Mi hermano me dijo que me estaba casando con una viuda”. Vivió con ella 13 años, más que con ninguna.

A pesar de una vida amorosa ajetreada y de sus múltiples mujeres, escribió un libro titulado Cómo salvar su matrimonio. Prolífico en todo, en las virtudes y en los defectos, era además típicamente brasileño en lo religioso, es decir, un poco de todo: “Soy franciscano y ahora creo mucho en san Jorge, que me ayudó a curarme. No soy católico, ni ateo. Hay horas en las que creo, y otras en las que no creo en Dios. Cuando viajo a Etiopía, no creo en él”, afirmó en su última entrevista al diario O’Globo en mayo de 2011. Y añadía: “En lo que creo es en la fuerza enorme de los que rezan por mí. El pueblo de Brasil rezó por mí”. Acababa de salir del hospital después de tres meses entre la vida y la muerte.

Cuando cumplió 80 años, como siempre, bromeó: “Lo malo no es cumplir 80. Lo malo es no llegar a cumplirlos”.

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