Cautivos del mal #25: Marta Fernández y Alberto Pertejo, grandes estafadores, mentirosos y ladrones de arte - Periodista Digital

Cautivos del mal #25: Marta Fernández y Alberto Pertejo, grandes estafadores, mentirosos y ladrones de arte

En la vigésimo quinta entrega de Cautivos del mal, David Felipe Arranz entrevista a la periodista y escritora Marta Fernández por su ensayo La mentira. Historias de impostores y engañados (Harper Collins) y al escritor y editor Alberto Pertejo por su última novela, Mil leguas (GoodBooks).

En el editorial, Arranz recomienda Mediterráneo (Poesía 2001-2021) (Fundación José Manuel Lara), de José Carlos Llop; La columna (Tusquets), de Adrien Bosc, y los dos magníficos álbumes dibujados por Francisco Ibáñez con ocasión de los Mundiales de Qatar: Mortadelo y Filemón. Mundial 2022 y Mortadelo y Filemón. Especial Mundial 2022 (Bruguera).

Como le asegura Marta Fernández a David Felipe Arranz en la entrevista, «si un engaño puede materializarse es porque siempre hay alguien dispuesto a creer». Es la primera ley de la mentira, y los impostores que se pasean por estas páginas lo saben a la perfección. Porque solo alguien entregado de antemano puede aceptar que un desconocido le venda la torre Eiffel. O que la Luna está plagada de seres estrambóticos. O que un pobre infeliz de la Alemania del Este le pasa a un coleccionista del otro lado del muro los diarios perdidos de Hitler. O que tras la apetitosa apariencia de una hamburguesa se oculta Satán.

Marta Fernández ofrece un muestrario de historias en las que el engaño se eleva a obra de arte, y ante las que solo podemos reaccionar como cuando nos sentamos en una sala de cine, convencidos de la verdad de lo que vemos. Nos maravillamos, nos divertimos, nos emocionamos, nos preguntamos una y otra vez cómo es posible dejarse embaucar por tan increíbles patrañas. Y, quién sabe, quizá empezaremos a mirar de otra forma un mundo en el que las mentiras son más hermosas que la realidad de la vida. Las historias que más nos fascinan lo hacen porque son mentira.

Marta Fernández y David Felipe Arranz

Marta Fernández y David Felipe Arranz

Las mentiras del terror apoderándose de las calles de Manhattan no fueron un invento de Orson Welles. «Soy neoyorquino, el miedo es mi vida», dice uno de los personajes del musical Rent. Nueva York es una presa fácil para el engaño: hace falta una enorme dosis de credulidad para vivir en esa ciudad. ¿Quién podría aceptar que Mary Shelley guardaba en una cajita con la que viajaba el corazón de su difunto esposo? ¿Quién que Pedro I el Grande mandó colocar en su dormitorio, en un tarro de cristal, la cabeza decapitada del desafortunado amante de su esposa?

También de pícaros en la Guerra de la Independencia trata la novela de Alberto Pertejo Mil leguas: el robo de unos cuadros de Murillo en el Hospital de la Caridad de Sevilla es el detonante para que el comandante Pascal Thyessies decida desertar del ejército de Napoleón. Ya en Cádiz, durante el asedio de la ciudad, el militar francés deberá buscar cómo hacerlo. No será nada fácil. En la ciudad, mientras tanto, la vida continúa; ingleses y españoles, en una forzada alianza, pelean contra los franceses, a la vez que los ciudadanos de Cádiz siguen disfrutando de una existencia relativamente cómoda, al dominar el mar y no permitir que el cerco francés sea efectivo ni completo.

Alberto Pertejo y David Felipe Arranz

Alberto Pertejo y David Felipe Arranz

Pertejo le explica a Arranz cómo, de una u otra forma, los cuadros van teniendo una incidencia -directa o colateral- cada vez más significativa en las vidas de un valeroso capitán de fragata español, una bellísima bailaora flamenca, un acaudalado banquero gaditano, un diputado de las Cortes de Cádiz por Madrid y un comisario de policía. Junto a ellos, un mutilado y tullido herido de guerra, algunos oficiales y espías británicos, junto con afrancesados, gacetilleros y escopeteros de las salinas, también se verán relacionados de una u otra forma por dichas pinturas. Y así, los cuadros de Murillo se irán convirtiendo en el deseado pasaporte para que, unos y otros, puedan vislumbrar una segunda oportunidad, lejos, a más de mil leguas de Cádiz.

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