Caminos espirituales que ‘resetean’ la vida

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Viajar

Caminos espirituales que ‘resetean’ la vida

Cambiar las creencias erróneas de los mayores de 50 años, que se consideran viejos para hacer viajes místicos y llenos de aventura, llevó a Jorge Hoyos a crear su empresa de acondicionamiento físico y mental.

Cambiar las creencias erróneas de los mayores de 50 años, que se consideran viejos para hacer viajes místicos y llenos de aventura, llevó a Jorge Hoyos a crear su empresa de acondicionamiento físico y mental.

Foto:Jorge Hoyos

Los viajes espirituales son una tendencia creciente entre quienes prefieren explorar famosas rutas y territorios sacros.

La gran tristeza en la que se sumió Lina Loaiza tras la muerte de sus padres, entre el 2011 y el 2014, la llevó a tocar fondo al no saber cómo procesar esas pérdidas. “Transcurrieron tres años en los que yo estaba muerta en vida”, asegura esta ingeniera de diseño de producto y ciclista apasionada, que se sintió aún más sola cuando su hermana gemela decidió establecerse en Chile.
Un amigo, al ver su aflicción, le recomendó hacer el Camino de Santiago de Compostela montada en su bici. “Sentía que era lo último que podía hacer por mí y que, de pronto, podría obtener sanación”. Y así fue. Esta ruta mística medieval la transformó: “Me devolvió la fe, la esperanza, el amor y las ganas de vivir”, sostiene la antioqueña.
Lina Loaiza ha hecho 22 veces el Camino de Santiago y creó ‘Vive la bici’, su emprendimiento que alienta este tipo de travesías en otros.

Lina Loaiza ha hecho 22 veces el Camino de Santiago y creó ‘Vive la bici’, su emprendimiento que alienta este tipo de travesías en otros.

Foto:Lina Loaiza

Al comenzar su travesía en Pamplona (España), aumentó su dolor porque estaba saliéndose de su zona de confort. “Tenía 800 kilómetros por delante, pero estaba convencida de que me iba a aliviar –dice Lina–. Etapa tras etapa me estaba curando el corazón y eso se reflejó en los sentimientos, en los pensamientos y en el estado de ánimo que me cambió luego de esa experiencia de dos semanas”.
Recorrer las grutas vaticanas y asistir a misas privadas en este lugar sagrado es una experiencia inolvidable para Olenka Piotrowska.

Recorrer las grutas vaticanas y asistir a misas privadas en este lugar sagrado es una experiencia inolvidable para Olenka Piotrowska.

Foto:Olenka Piotrowska

Una sensación gratificante y de profunda liberación interior también tiene la filósofa colombo-polaca Olenka Piotrowska cada vez que visita lugares sagrados como la basílica de San Clemente de Letrán, “registro arqueológico de la historia religiosa, política y arquitectónica de Roma en los principios de la era cristiana hasta la Edad Media o cuando hice el recorrido de Quo Vadis, que en latín significa ¿A dónde vas?, un trayecto vinculado a la huida que San Pedro emprendía cuando el emperador Nerón ejercía la persecución a los cristianos”, rememora.
La espiritualidad la ha cautivado desde niña. “A mis 8 o 9 años, en los descansos a veces me escapaba de mis amigas para ir un momento a la iglesia del colegio. Lo único que hacía era admirar el altar, tratando de entender cada imagen que veía; por supuesto veía dolor, pero no me explicaba por qué al mismo tiempo sentía tanto amor”.
Por alguna razón, Olenka reclama tiempo en soledad y hacer este tipo de viajes le permiten aislarse para conectar consigo misma, por eso considera que “toda persona necesita la soledad para sanarse y limpiarse en cuerpo, alma y espíritu”, subraya la autora, de 34 años, que acaba de lanzar su tercer libro, Humanismo austral, filosofía latinoamericana y el pensamiento del papa Francisco.

Al fondo de sí mismo

Cuando uno cae en un pozo de tristeza e incertidumbre, lo único que queda es mirar hacia arriba para salir de ahí. Yo lo logré con el Camino de Santiago que me renovó la fe y esperanza en la vida

Los recorridos por lugares sagrados, como el que hizo en Roma el pasado enero, ayudan “a que uno pueda reconocer su luz, como también su oscuridad –confiesa la artista–. Lo más especial es que rectifiqué mi fe: el amor a Dios y la fe hacen que toda realidad sea más suave y mejore”, remarca esta mamá de dos adolescentes.
En su caso, además de continuar con su práctica vocal en canto antiguo romano en el Vaticano, visitó lugares sublimes “como la capilla Madonna della Bocciata, la más antigua que rodea la tumba de San Pedro”.
Alcanzar la cima desde donde se divisan las obras arquitectónicas de los incas fue el momento cumbre del Camino del Inca para Nicolás Ortiz y Daniela, su esposa.

Alcanzar la cima desde donde se divisan las obras arquitectónicas de los incas fue el momento cumbre del Camino del Inca para Nicolás Ortiz y Daniela, su esposa.

Foto:Particular

Esa profunda exploración interior que se aviva en territorios sagrados también es vital para Jorge Hoyos, preparador físico radicado en Barcelona (España), quien recuerda como uno de sus viajes más inolvidables la caminata por la Vía Francígena, que atraviesa varios países de Europa. Así se conoce a la ruta milenaria que comienza en Canterbury (Inglaterra), y finaliza en la plaza de San Pedro en Ciudad del Vaticano, en Roma.
“Con mi hermana (la actriz Diana Hoyos) avanzamos 150 kilómetros durante dos semanas en pleno verano, hasta llegar al Vaticano”. Arrancaban a las 5 de la mañana y a las 12 del día llegaban al destino señalado. Estos trasegares místicos son tradición en la familia.
“El Camino de Santiago fue el primero, una experiencia brutal porque tuvimos una gran conexión espiritual, personal y familiar con Diana; cada uno evaluaba cómo iba su vida y lo que le falta por lograr –recuerda–. Nos gustó tanto que decidimos hacer más caminos espirituales no solo como peregrinos sino para gozar de la experiencia física de atravesar montañas, caminos empedrados o llenos de barro”.
La profunda exploración interior que se aviva en territorios sagrados es vital para Jorge Hoyos.

La profunda exploración interior que se aviva en territorios sagrados es vital para Jorge Hoyos.

Foto:Jorge Hoyos

Esa satisfacción personal alcanzada en cada tramo avanzado no tiene precio para el administrador de empresas Nicolás Ortiz, que a sus 34 años conoce más de una treintena de países y se declara fascinado por el misticismo que se respira en el Camino del Inca, en Perú, en los templos de la India o en Myanmar.
“Hacer el famoso camino suramericano y acampar en la montaña me recordó lo afortunado que soy, me ayudó a valorar cosas que uno da por sentado como bañarse a diario o disponer de un sanitario”, dice el bogotano. Y recomienda hacerlo en pareja “porque uno se descubre en aspectos como las reacciones en momentos difíciles, lo que estaríamos dispuestos a hacer por el otro, y también aprende a reírse del olor corporal particular tras recorrer 10 o más kilómetros a diario o del afán de buscar un baño en medio de la nada”.

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