La extraña desaparición de Camilo Cienfuegos

La extraña desaparición de Camilo Cienfuegos

Cuba

Hace 60 años se confirmaba la desaparición de Camilo Cienfuegos, un líder carismático de la Revolución Cubana. Nunca se ha encontrado el cuerpo. ¿Fue un accidente o quería Fidel Castro deshacerse de un posible rival?

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Homenaje a Camilo Cienfuegos en la sede del Ministerio de Informática y Comunicación de Cuba.

Carlos Reusser Monsalvez

Los que le conocieron recuerdan su valentía, temeridad más bien, a la par que su sentido del humor desbordante, lleno de alegre ironía. Cuando el Che se convirtió en el médico de los guerrilleros que iban derrocar a Fulgencio Batista, el dictador de Cuba, él no dudó en llamar “matasanos” al argentino.

Camilo Cienfuegos (1932-59) era así, siempre bromista. Vivió con intensidad su corta vida, tanto por su compromiso político como por su carácter mujeriego y juerguista. Guapo, simpático, valiente... El pueblo le adoraba. Camilo Franqui, escritor, revolucionario y más tarde disidente del castrismo, diría de él que parecía un “Cristo rumbero” por su larga barba y su eterna sonrisa. Tal vez en su carisma estuvo su perdición.

Era el hijo de una familia de emigrantes españoles que habían llegado al Caribe en los años treinta. En 1949 empezó a estudiar escultura, pero abandonó sus estudios porque su familia no podía costearlos. Tuvo que vivir de trabajos diversos en unos años en los que crecía el descontento contra el dictador Batista, un títere de Estados Unidos, famoso por su corrupción. Camilo se unió a la protesta estudiantil. Sería detenido y fichado, pero salió en libertad a los pocos días.

Camaradas revolucionarios

Cienfuegos estuvo entre los expedicionarios que viajaban en el yate Granma, la quijotesca expedición a las órdenes de Fidel Castro que se lanzó a derrocar a Batista. El desembarco en tierras cubanas, el 2 de diciembre de 1956, acabó en desastre. Las fuerzas de la dictadura eliminaron a casi todos los guerrilleros, por lo que los escasos supervivientes, exhaustos y hambrientos, debieron reagruparse en condiciones muy penosas.

Camilo era un ídolo, un héroe. Y los héroes, al menos desde el Aquiles de la Ilíada, han de morir jóvenes.

Fidel dirá más tarde que solo quedaron doce hombres, para hacer un paralelismo implícito con los apóstoles bíblicos, pero en realidad fueron diecisiete. Comenzaba una lucha épica en Sierra Maestra. Cienfuegos se incorporó entonces a la columna del Che Guevara, y ser combatiente le transformó: el joven valiente pero indisciplinado, que no dejaba de ser un desarrapado entre tantos, empezó a subir en el escalafón guerrillero hasta ser nombrado comandante y, tras la entrada de los “barbudos” en La Habana, jefe de Estado Mayor.

La influencia que había alcanzado se refleja en una anécdota mil veces repetida. La escena tuvo lugar cuando Fidel dio un discurso teatral que causó sensación por dos motivos. El primer golpe de efecto se produjo cuando una p aloma, aparentemente por casualidad, fue a posarse sobre su hombro. En otro momento de su intervención, el comandante en jefe aparentó humildad: “¿Voy bien, Camilo?”, preguntó. El aludido le otorgó entonces su aval: “Vas bien, Fidel”.

Camilo era un ídolo, un héroe. Y los héroes, al menos desde el Aquiles de la Ilíada, han de morir jóvenes. El 28 de octubre de 1959, Cienfuegos desapareció mientras volaba en una avioneta Cessna, en el trayecto entre Camagüey y La Habana. Tenía tan solo veintisiete años. Faltaba aún mucho para que comenzara a hablarse de la famosa “maldición de los veintisiete”, que se llevaría por delante a leyendas de la música como Janis Joplin, Jimi Hendrix, Kurt Cobain o Amy Winehouse.

¿Juego de tronos?

El 12 de noviembre, Fidel compareció para dar la versión oficial del gobierno: quince días de búsqueda no habían permitido hallar a Cienfuegos, se había producido un trágico accidente. “En el pueblo hay muchos Camilos”, afirmó en ese momento el líder cubano. Quería decir que sus compatriotas estaban tan identificados con la revolución que, si uno de sus héroes caía, sobraría gente para sustituirlo.

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Cienfuegos junto a Fidel Castro en La Habana.

Dominio público

¿Fue todo cuestión de mala suerte? Inevitablemente, desde entonces se ha especulado con la posibilidad de un sabotaje. A Fidel tal vez le convenía deshacerse de un líder popular que no era comunista, justo en el momento en que a él le interesaba aproximarse a la Unión Soviética para contrarrestar el peligro de una intervención estadounidense.

Por ello, el nuevo gobierno se mostró duro con los disidentes. A otro jefe de la revolución, Huber Matos, se le sentenció a 20 años de cárcel por oponerse a la creciente influencia comunista. Los cumplió íntegros. Precisamente fue Camilo Cienfuegos el militar que, cumpliendo órdenes, procedió a su arresto. ¿Existía un plan maquiavélico para enfrentar a las dos grandes figuras? Castro aparece junto a ellos en una famosa fotografía, tomada en La Habana a comienzos de 1959.

Poco después, sus colegas estaban fuera de combate. Las preguntas incómodas se multiplican. Resulta sospechoso que, una semana antes de su muerte, Camilo se viera desprovisto de mando militar. Además, Matos, tras cumplir su condena, afirmaría que él le advirtió del riesgo que corría su vida. Solo hay una cosa completamente segura, la desaparición del comandante.

Desde entonces, el régimen cubano le honra como a uno de sus grandes héroes. Su hermano mayor, Osmany Cienfuegos, llegaría a la vicepresidencia del país. El anticastrismo, en cambio, defendió la tesis del asesinato y señaló como culpable a Fidel. De una forma o de otra, la versión de los hechos se veía siempre contaminada por los apriorismos ideológicos.

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