Críticas de Burden of Dreams (Un montón de sueños) (1982) - FilmAffinity
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Burden of Dreams (Un montón de sueños)

Burden of Dreams (Un montón de sueños)
1982 Estados Unidos
Documental, Intervenciones de: Werner Herzog, Klaus Kinski, Claudia Cardinale ...
7,3
459
Documental Documental que narra las peripecias y acrobacias de Herzog, quien tercamente insiste durante cuatro años en realizar la película "Fitzcarraldo". En su particular locura, el director alemán llega a arriesgar la vida de su equipo para terminar su sueño. Muy parecido al sueño del protagonista de la propia película. Un sueño casi imposible de realizar. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
14 de octubre de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
163/13(26/09/13) Al documentalista Les Blank, Herzog le encomendó la tarea de realizar un ‘making off’ sobre su homérico film ‘Fitzcarraldo’, el resultado es un gran documental, Herzog a través de la odisea de la filmación se convierte en un alter ego del protagonista, el director es un entusiasta de radiografiar a personajes apasionados, obcecados, maniacos que parecen en realizdad vehículos para emprender viajes que rozan en el existencialismo. Herzog es un ‘loco’ aventurero que convierte los rodajes de sus films en epopeyas donde mezcla el poder omnímodo de la naturaleza con el idealismo de seres únicos. La historia del rodaje es un torrente de problemas a los que Herzog desde su serenidad debe combatir como pueda, son tropecientos avatares. ‘Fitzcarraldo’ es la historia de un tipo obsesionado con un sueño imposible y esto es Herzog un soñador idealista que cuanto más difícil es un propósito más le atrae y obsesiona, Herzog lucha contra los elementos y con las personas para alcanzar su sueño, es la Obsesión de un Artista por tocar el realismo.

La historia de ‘Fitzcarraldo’ gira en torno a un soñador de origen irlandés que anhelaba construir en Iquitos, un pueblo en el corazón del Amazonas un teatro de la ópera para que cantara el mítico tenor Caruso, para conseguir plata ideó hacerse empresario de la floreciente industria del caucho, pero todas las zonas transitables estaban pilladas, por lo que planeó una arriesgada misión para alcanzar una región inhóspita poblada de indios salvajes, para salvar unos rápidos imposibles de subir ascendió un río con su barco por un afluente paralelo y en el punto más cercano uno de otro trasladaría el navío de 320 toneladas por una ladera selvática y así acceder a la zona con el caucho y estar por lo alto de los rápidos, una misión demente.

El verdadero Fitzcarraldo traslado por la selva un barco de 30 toneladas y no 320, además lo hizo desmontándolo y volviéndolo a montar, Herzog va mucho más allá en su megalomanía aumentando las dificultades. Huye de artificios impostados y decide ser lo más realista posible, tuvo que interrumpir en 1979 el rodaje por que una organización nativa local propagó la idea entre la población indígena de que traficaban con armas, que destruirían sus tierras, que violarían a sus mujeres y hasta que era un exterminador de Indios, diciendo que el Holocausto Judío fue culpa suya, de esto alentado probablemente por petroleras y empresas madereras, a esto se le añadió que su campamento ardió y que se produjo una guerra fronteriza entre Perú y Ecuador, tambaleándose el proyecto, aunque Herzog se reafirma en su idealismo ante los productores alemanes cuando le cuestionan si continuará, les espeta < Si abandono este proyecto sería un hombre sin sueños y no me gustaría vivir así. Mi vida sigue o termina con este proyecto>, volviendo 2 años después y para la filmación cuando llevaba el 40% (5 semanas) del rodaje el protagonista Jason Robards coge disentería y abandona el proyecto, Herzog echa mano de su enemigo íntimo Klaus Kinski (había hecho tres films con él y temía su temperamental carácter), además uno de los coprotagonistas, Mick Jagger por el retraso deja tirado a Herzog, impagables las escenas inéditas de Robards y Jagger, surrealista la del campanario. Tras el rodaje en Iquitos llega la parte dura, Herzog con todo el equipo se sumerge en las profundidades de la selva del Amazonas a más de mil kilómetros de la civilización más cercana, allí se ve obligado a hacer dos campamentos, uno parta los occidentales y otro para los numerosos indígenas, pero las dificultades no paran. Hay enfermedades, accidentes aéreos, una sequia como no recuerda en el lugar que impide navegar al barco, la excavadora gigante de segunda mano da muchas averías y las piezas de repuestos deben llegar de Miami, el ingeniero brasileño, Laplace Martins, deja el rodaje pues cree que la tragedia tiene muchas probabilidades, y es que a él se encomendó crear un sistema de poleas y cables para una inclinación del 20% a Herzog le pareció poco y lo dobló al 40%, hasta hay una guerra tribal, los indígenas del campamento salen en barcas a combatir a otra tribu que ha atacado a dos de ellos con flechas hiriéndolos. Para combatir la ociosidad en los parones de filmación Herzog aconsejado por un sacerdote llega a tener que contratar prostitutas para los indígenas, un aquelarre surrealista. Todo esto no son más que retos para Herzog, ni tan siquiera que el ingeniero brasileño que supervisa el complicado sistemas de poleas para subir el barco ladra arriba los abandone por falta de seguridad lo achica, su obcecación no tiene fin.

El documental es la travesía de Herzog hacia los límites de la demencia, en sus testimonios somos testigos de un tipo frío, meticuloso, flemático y a la vez consciente de que la línea entre la razón y la locura es muy liviano en su estado mental, llegando a admitir que seguramente deberá internarse en un manicomio. Herzog dice que su relato fílmico es sobre el Desafío de lo Imposible emparentado con ‘El Mito De Sisifo’ de Albert Camus, metáfora del esfuerzo inútil sobre la filosofía de lo absurdo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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3 de abril de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Documental en torno al trabajoso rodaje de la magistral Fitzcarraldo, de Werner Herzog.

Lo mejor:

- Una mirada directa en primera persona sobre uno de los hitos del cine mundial.

Lo peor:

- Mi enemigo íntimo, centrada en la relación Herzog/Kinski, la canibaliza y mejora.
parapo
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16 de mayo de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como dice Paropo, Mi Enemigo Intimo es más reveladora. Este documental se centra sobre todo en los problemas logísticos y en las relaciones con los indios durante la grabación de Fitzcarraldo. Y cuando todo el mundo sabe que buena parte de la salsa la puso Klaus Kinski y sus recurrentes locuras, pues este documental se queda muy a medias. Pero para solucionar eso, gracias a dios, tenemos Mi Enemigo Intimo (que nunca me cansare de recomendar).

La cinta está bastante influida por la promesa que Herzog hace a los indios de hablar de su lucha por la propiedad de las tierras en las que llevan habitando todas sus vidas. Así que en alguna ocasión la cosa se transforma en el típico folleto bienintencionado de denuncia de la opresión a la que se ven sometidos los indígenas, aunque sin cargar demasiado las tintas. Ya sabemos que el reino de Herzog nunca ha sido de este mundo.

En fin, si Fitzcarraldo es una de vuestras películas de cabecera, estáis de suerte. Sumando la visión de este documental a la de Mi Enemigo Intimo podemos obtener una visión panorámica del rodaje de Fitzcarraldo que se mea por los "making of" tradicionales. Ya sabéis, esas promos en las que los actores de turno nos aseguran con cara de aburridos lo excitante que resulta la cinta de turno.
primo gose
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7 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mirando la valoración posterior de ‘Fitzcarraldo’, uno no se creería este documental.
Imposible que semejante canto (operístico) a la resistencia del espíritu humano surgiera de la total destrucción del mismo.
Pero así es la “magia” del cine: en la pantalla todo debe quedar genial, a este lado de la cámara ya se verá.

Werner Herzog narra la crónica de un fracaso (uno que, como todos los fracasos, empezó con las mejores intenciones) y por el camino parece autodestruirse un poco, a cada observación y a cada pequeño inconveniente.
El cielo parece el límite cuando cuentas con Jason Robards y Mick Jagger llevando la ópera a Perú, pero pronto toca anclarse a la difícil realidad del país, esa cosa que tan de hostias se lleva con la fantasía dentro de la cámara.
Cortadas sus particulares alas, Herzog se refugia en la jungla, grabando a esos nativos que tanto le fascinan, y tratando de descubrir un paraíso que él mismo vendió a sus inversores cuando iba a rodar su película.

Lo más sobrecogedor del conjunto no es esa media vida en la selva, cercados por la mugre y la indolencia, ni tampoco las flechas que volaban desde la otra orilla, ni siquiera la confesión de que necesitaban prostitutas si no querían que los hombres se convirtieran en bestias.
Sino el hecho de que Werner Herzog sufrió y conquistó… por nada.
Remontó un río por Caruso, levantó un barco colina arriba por Fitzcarraldo, y a la hora de la verdad los dos subieron a la pantalla y le abandonaron.

Él no se quedó con la gloria ni con el gusto, sólo con una jungla fornicadora (que no erótica, como él mismo señala) que le pedía más sangre para un sacrificio que no invocaría a nadie.
“Nada borrará la sensación de que todo esto fue un error”.
Y no son las palabras, ni la situación: es la mirada de Herzog la que deja caer peso muerto, y nos recuerda que cualquier fantasía puede dejar una herida profunda en su soñador.

Me da pena pensar que, retratando el Olimpo, siempre vaya a ser mortal.
Pero al menos alguien rodó con él este documental, para que, si al menos no fue Fitzcarraldo, por lo menos se le recordará.
Charles
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28 de septiembre de 2022
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Hubo un momento del audiocomentario de 'Fitzcarraldo' que no me cuadró. En él, Werner Herzog explicaba que el rodaje no había sido difícil. Eso no encajaba con su reputación de ser una de las producciones más problemáticas de la historia. ¿Estaba mintiendo deliberadamente o estaba engañándose a si mismo? Se sumaba otro motivo a los ya existentes para ver 'Burden of Dreams', y creo que al final, Herzog llevaba parte de la razón.

La producción de un film suele ser estresante, y todavía más si se trata de una obra tan ambiciosa en escala como 'Fitzcarraldo'. No veo en este documental in situ situaciones de locura, caos y mala suerte que son el núcleo de películas como 'Perdidos en La Mancha'. A veces las cosas no salen como estaban planeadas, hay tensión entre el equipo y los extras (Les Blank hace un mejor trabajo que el film de Herzog a la hora de humanizar a los nativos), los ánimos están por los suelos en ciertos momentos, pero nunca parece que la producción esté al borde del precipicio. Hay situaciones en las que hay que pausar la producción y no hay ningún tipo de alarmismo, pues algunas veces era a petición del propio director.

Estamos tan acostumbrados a los sanitizados rodajes contemporáneos, sobre todo de los estudios de Hollywood, que se nos olvida el aspecto casi guerrillero de las producciones de antaño. Es inconcebible un rodaje de Marvel en el que la ausencia de balones de fútbol resulte un problema, y mucho menos uno serio. Y que no se malinterprete, 'Burden of Dreams' es un buen documental que retrata básicamente lo mismo que la película de Herzog: la obsesión de un hombre por realizar su visión, por mucho que esta desafíe las convenciones. Las entrevistas con Herzog son interesantes y honestas, la atmósfera de la producción está bien captada, y como decía antes, el papel de los nativos se convierte en pieza fundamental. Pero lo realmente extraordinario que salió de esa selva amazónica fueron las imágenes de 'Fitzcarraldo', no su diario de rodaje/making of.

Puntos extra a Herzog por su físico y mostacho. El tipo parece salido de la selección de fútbol de la RFA de la época. De hecho, le vemos jugar a ese deporte con los nativos por unos instantes.
Paco Silva
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