Boyhood. Momentos de una vida - Película - 2014 - Crítica | Reparto | Estreno | Duración | Sinopsis | Premios - decine21.com
Decine21
Boyhood. Momentos de una vida
7 /10 decine21
Boyhood. Momentos de una vida

Boyhood

Premios

Oscar
2015
Ganadora de 1 premio
Nominada a 5 premios
Festival de Berlín
2014
Ganadora de 1 premio

Dónde ver (plataformas)

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Reparto

Sinopsis oficial

Boyhood

La historia empieza cuando Mason, un soñador de seis años, se enfrenta a la primera gran convulsión de su vida: su entregada y luchadora madre Olivia (Patricia Arquette) ha decidido que se muda con Mason y su hermana Samantha (Lorelei Linklater) a Houston, justo cuando el padre de sus hijos, Mason Sr (Ethan Hawke) acaba de regresar a Alaska. Así empieza una vida de cambios. Entre una marea de padres y padrastros, novias, profesores, jefes, peligros, deseos y pasión creativa, Mason consigue encontrar su propio camino.

7 /10 decine21

Crítica Boyhood. Momentos de una vida (2014)

La aventura del crecer

La aventura del crecer

Una película verdaderamente singular, aunque Richard Linklater no deja de seguir en Boyhood la estela de su celebrada trilogía iniciada con Antes del amanecer. Pues en ambos casos se reflexiona sobre las relaciones humanas, el amor y el discurrir de la vida, con el paso del tiempo, y la madurez y sabiduría que se van adquiriendo al aprender de los errores, como elementos configuradores de lo que se cuenta. Se diría inspirada en parte por la traslación de Harry Potter al cine –los libros del niño mago son citados explícitamente–, pues aunque de otro modo, también en esa saga el espectador ha visto crecer a los protagonistas, aunque en ese caso a lo largo de los años, y no de golpe, como el espectador experimenta de un modo muy vívido en este film.

Lo novedoso en Boyhood, es que se trata de un proyecto que su director ha ido rodando a lo largo de 12 años para estrenar al fin ahora, manteniendo el mismo reparto, lo que resulta especialmente importante en el caso del protagonista Mason –al que seguimos hasta que cumple 21 años y se va a estudiar a la universidad, gran papel de Ellar Coltrane iniciado cuando era un chaval–, aunque también en el de su hermana Samantha –a la que da vida la hija del director, Lorelei Linklater–, y en el de sus padres divorciados –interpretados por Patricia Arquette y el habitual de Linklater Ethan Hawke–.

El director, guionista y productor sale airoso de su experimento de largo metraje, casi 3 horas, pues logra imprimir a lo que cuenta el sello de la autenticidad, el proceso que vive el protagonista desde su infancia hasta que está en edad universitaria, en el ambiente de una familia desestructurada con un ambiente típicamente estadounidense: la madre llega a pasar por tres matrimonios, y cada esposo tiene sus rasgos problemáticos.

Todo el film discurre con gran naturalidad, se evitan los tópicos al abordar los típicos ritos de iniciación a la vida, no hay excesos ni aspavientos cuando se produce el desconcierto vital, aunque haya momentos de dolor, y surja la inevitable pregunta existencial "¿Cuál es el sentido de todo esto?", para la que no hay aquí una respuesta trascendente. Linklater pinta con convincentes rasgos vigorosos a los personajes con sus respectivos lazos; y nadie es perfecto, pero de ningún "árbol caído" se hace "leña", más bien hay un esfuerzo de comprensión de cómo son los demás, y de sus posibilidades de mejorar. El modo en que se pinta al padre simpatizante de Obama en las elecciones presidenciales, y el matrimonio que tanto aprecian el rifle y la Biblia, son ilustrativos de un enfoque amable, que evita los juicios hoscos tan habituales hacia aquellos que tienen distintos puntos de vista. Hay sin duda momentos hermosos –las conversaciones hijo-progenitor, la satisfacción de que un consejo en un momento dado no cayó en saco roto...–, que como en la vida, ocurren también en el cine, y que transmiten emociones genuinas.

Análisis del guión

Si has visto la película y quieres leer un análisis a fondo del guión de la película, pincha aquí.

Últimos comentarios de los lectores

Mario López Urbán - Hace 9 años

#concursofindecine
Una historia Interesante, dulce y con la que resulta fácil empatizar.

Este film que viene de la mano Richard Linklater, creador de la saga de Antes del amanecer, resulta ser una gran apuesta por el hecho de haberse rodado a lo largo de 12 años y porque nos narra la adolescencia de un niño de 6 años y su hermana cuyos padres están divorciados.
A lo largo de toda la cinta vemos como el protagonista vive los distintos momentos de su vida hasta que encuentra la madurez a las puertas de la universidad. Prácticamente narra la historia de una familia típica americana, con problemas entre sus miembros y continuas mudanzas mientras el protagonista convive con la búsqueda de su propia identidad personal.

A pesar de ser una cinta de 2 h 46 min de duración con constantes saltos temporales a lo largo de 12 años, es fácil seguir el hilo de la misma sin perder el interés gracias al acierto del director al usar a los mismos actores, que van evolucionando desde primer amigo de la infancia, pasando por su primera cerveza y el desengaño amoroso hasta el compañero de habitación en la universidad. Todo ello consigue de forma magistral que tarde o temprano uno acabe encariñándose con los personajes, empatice con ellos y disfrute viendo cómo van madurando.

Me quedo con la gran frase de Ethan Hawke “No sé el sentido de todo esto, ni puta idea y tampoco nadie lo sabe. Todos improvisamos sobre la marcha y lo bueno es que sientes cosas” ¡Pues eso! Siente esta buenísima película con un amigo o en pareja porque desde luego merece mucho la pena.

Josué Vicente Moreno - Hace 9 años

#concursofindecine
Se podría decir que no soy seguidor del señor Richard Linklater seguido por muchas personas gracias a la saga 'Antes del...' pero desgraciadamente antes de ver esta obra que tanto tiempo llevaba esperando solo había visto la cinta más comercial posiblemente del director que es 'School of Rock', una infravalorada cinta que fue arruinada en España por su mediocre doblaje. El hecho de que haya sido rodada en doce años fue lo que hace meses despertó claramente mi atención y tras recibir críticas grandiosas y esforzarse tanto por crear un proyecto casi improvisado porque la cinta se adapta muy bien a la época y creo que el guión se iría escribiendo sobre la marcha fue lo que mis expectativas volaron hasta llegar a un límite de no poder aguantar para verla. Sentado en la sala por fin pude pensar y creer que algo bueno me esperaba pero tenía el temor de aburrirme y que la historia no me envolviese durando 160 minutos.
Efectivamente, al igual que me pasa con muy poquitas cintas de universos ya hechos como los de Marvel o el de Tolkien, fue entrar en el juego de la película desde el primer minuto. No despegarme ni moverme del asiento pendiente de todo lo que pase, sin mirar el reloj en toda la cinta, asombrado por la maravillosa selección musical, impactado por las escenas dramáticas, identificado con varios momentos de la niñez de Mason interpretado majestuosamente por la promesa Ellar Coltrane, quien le vemos desde niño hasta casi adulto. La cinta no tiene un inicio, un nudo y un desenlace, simplemente te muestra como bien subtitula el título 'Momentos de una vida', por lo cual te narra y te muestra la evolución y la madurez de absolutamente toda esa familia, donde florecen los estudios, las presiones, las mudanzas, los divorcios, los primeros amores, los desamores, etc. No solo vemos la evolución y madurez a la vez que talento de Mason sino el sufrimiento y responsabilidad que lleva a cabo su madre quien para mí resulta una revolución de personaje interpretado perfectamente por Patricia Arquette quien transmite la mayor carga emocional de la cinta y sin duda espero que se lleve nominación al oscar al igual que el fabuloso y complejo montaje de escenas perfectamente distribuido en diferentes etapas de la vida.
La dirección es otro de los aspectos donde más me ha tocado la fibra sensible ya que Linklater no se dedica a adoptar una dirección de cámara convencional o típica sino que su estilo clásico y su forma de grabar hace que nos sintamos al mismo lado de los personajes dejando varios planos sin cortes como la escena de Mason con una compañera en bicicleta que empieza la calle bajando y no se corta la escena hasta el final de la calle. Su banda sonora no es original ni está amoldada a la historia sino que es una amplia selección musical que te emociona y está perfectamente escogida para cada época. Ethan Hawke también resulta un sabio consejero donde se muestra la mayor madurez de rectificar y construir una nueva vida, mejorar el pasado y eso lo interpreta muy bien aunque de forma más secundaria que por ejemplo Arquette.
En definitiva, 'Boyhood' no solo es la mejor película del año hasta la fecha para mí sino que es una experiencia inolvidable y dudo que sea irrepetible ya que es difícil aunque no imposible que esta técnica tan trabajada de rodar durante tanto tiempo se quede en la mente de varios directores que busquen esa moda que tanto ha emocionado a la crítica y al público.

Alejandro Millán - Hace 9 años

*la existencia. (Tendría guasa verme descalificado por una palabra eh)

Alejandro Millán - Hace 9 años

#concursofindecine

El tiempo pasa, y si el arte imitó a la vida en un punto concreto la fórmula en cuestión caducó hace unos cuantos lustros. Cada vez más del producto y menos de aquellos sacos de carne empapados en lágrimas a la espera de entonar un propósito más elevado que el de transcurrir por cumplir en la desencantada villa que va desde el nacimiento a la muerte, con todo lo que implique asistir a la cita. Linklater está obsesionado, enfermo con succionar cada detalle del banquete, más exactamente, desde el primer plato hasta el tercero (y todavía no he llegado al postre porque se cuando decir BASTA) con el mínimo esfuerzo empleado, el mismo que se precisa para agarrar un tenedor y llevarse el filete a la boca. Alejándome ya de recursos culinarios, su trilogía "Antes del..." le flipó a más de medio pueblo, y es que el mundo está plagado de románticos (mea culpa). Pero el amor es mucho en comparación a un paseo charlando sobre los miles de millones de aspectos sociales, políticos, ideológicos y pornográficos que nublan nuestra incierta riña con el aire que respiramos solos, y solamente en compañía de un alma gemela que se corresponda con nuestra forma de recoger los platos rotos de la vajilla.

Rompe con "Boyhood" su deuda con el movimiento, amparada por titulares que empatan con el mismo valor que le atribuímos a nuestro día a día, por expectante o por rendición, sin reservas ni índices de riesgo, a buen seguro que cuando finalice terminaremos besando la almohada. "Historia del cine", "un reto sin parangón", "un triunfo insuperable", "un cara a cara con la juventud como etapa". Respeto el ombliguismo y tal, pero confieso que me perdí más de la mitad de los recreos. No hay motivo por el que yo, como crítico y como persona que trata de vivir lo mejor que le sea posible con su objetividad (baremo indiscutible exento de toda posibilidad de duda de acuerdo a los patrones y parámetros por los cuales se diversifican y contrastan las cualidades y méritos de una obra determinada), vea aquí una película que se salga de lo extraordinario tanto en la técnica, la temática, el fondo, el contenido, la intención y (y aquí viene lo bueno) el efecto... esa víbora que los ha cegado bajo el yugo obligado de un rodaje que comenzó hace 12 innecesarios años, así como el atríbuto del "son pedacitos que forman parte de cada uno, todos hemos experimentado algo parecido".

Del mismo modo un kinki propenso al robo encontrará su templo con el vaquilla, pero aquí asistimos al tópico elevado a la indecencia pretendida. Admito que esperaba algo así como un retrato de la juventud a nivel universal, pero no fue su carácter americano lo que me ofendió (lejos de mi aborrecer el "QUE" según la bandera), si no su despreocupación, su trampa mortal que evidencia su falta de interés en crear (en lugar de repetir) tras las medidas impuestas por un marketing de trascendencia severa e impropia. Una espiral de nadería que deposita su aliño en la carcasa, fruto de la pasividad con la que se pretende emular el imperceptible ritmo al que avanzamos de un cumpleaños a otro, con la esperanza de que el espectador alcance una recompensa emocional lo bastante grande como para olvidar que se ha tragado casi tres horas de cositas que ya habíamos visto con anterioridad en una sala de cine. Los discursos morales, el alcoholismo, el maltrato paterno, los divorcios, los divorciados enrollados pero irresponsables, las madres que se ponen de los nervios, las consolas que se nos modernizan, los políticos que se vuelven negros, los veteranos quejicas amantes de la confederación, los peinados largos, los dilatas, las modernas, los gitanillos abusones y las reflexiones que nos importan un pimiento acerca de la deshumanización provocada por la tecnología y su uso, las mismas que os estampan en los tablones de Facebook los simples del grupo, las mismas.

Sabemos que forma parte de la vida, y si el arte la imitó en un punto concreto se nos ha vuelto aburrida. No obstante posee sus virtudes, Ethan Hawke la mayor de ellas, el verdadero fuego de la película. Y la cierta sensación de captar parte de las señales, un final con alusión al momento (y lo que nos quita) que se encarga de subrayar lo que no termina nunca, el arrepentimiento de ciertas decisiones, la ganas de respirar otro tipo de metas, incluso el desengaño inherente a las relaciones humanas, con cada pellizco de cariño y rencor implícito y bien plasmado. Nada que pueda levantar un fallo tan soberbiamente calculado. "Boyhood" no es solamente la promoción más falsa de su categoría, es un cero a la izquierda, una inversión recíproca de las que se encargarán de reanimar un criterio mayoritario que no recuerda que lo que engrandece a LA VIDA es su sencillez. Al contrario de lo que se viene diciendo se han complicado un poquito l

MANUEL ZULOAGA JIMÉNEZ - Hace 9 años

#concursofindecine
Boyhood: una vida en imágenes
"Momentos de una vida" carece de precedentes en la historia del séptimo arte. Rodada a lo largo de doce años, el director norteamericano Richard Linklater nos muestra el paso de la infancia a la madurez a través de los ojos de Mason, un niño de doce años interpretado por el desconocido Ellar Coltrane. El realismo con el que está contada la historia es asombroso y en ningún caso resulta forzada. ¿Quién no se sentirá identificado con el protagonista en algún momento del metraje? No deja de recordar a la naturalidad de "La vida de Adèle", triunfadora de Cannes en 2013; aquella franqueza con que por ejemplo se mostraba a la protagonista comiendo unos espaguetis. En la vida de Mason no hay pasta con tomate, pero sí una carta de platos agridulces: la separación de sus padres, los continuos cambios de pareja de su madre (interpretada por una genial Patricia Arquette), la entrañable relación con su padre (Ethan Hawke, actor fetiche de Linklater), el primer amor, la incertidumbre ante el futuro…
Los163 minutos de metraje pasan en un abrir y cerrar de ojos; y cuando apenas nos queremos dar cuenta, Mason ya ha dejado de ser un niño y ha entrado en la edad adulta, una edad de responsabilidades. Tenemos la sensación de conocerle bien, precisamente porque es un ser realista y bien construido. En absoluto se trata de uno de los muchos personajes planos a los que nos tiene acostumbrados un amplio sector del cine actual.
Richard Linklater ya había expresado su preocupación por el paso del tiempo en anteriores films como su aclamada trilogía "Antes del amanecer" (1995), "Antes del atardecer" (2004) y "Antes del anochecer" (2013), donde reflexionaba sobre el desarrollo de una relación amorosa a lo largo del tiempo. Sin embargo, aquí lleva esa inquietud hasta sus máximas consecuencias. Linklater quiere mostrar la vida tal y como es, sin idealismos de ningún tipo. Para ello se vale de un muchacho corriente de barrio. Un personaje sin elevadas aspiraciones que ante todo desea vivir y que, como viene a decir "Hero" -una de las canciones de la película, del grupo Family of the year- no quiere ser un héroe. Habituados a películas donde el protagonista nos viene dado desde el comienzo, aquí Mason deja de ser personaje y se convierte en persona. Se nos va haciendo a medida que avanza la historia, una historia salpicada de momentos y cuyo fin desconocemos.

yeruid - Hace 9 años

#concursofindecine
Analizar una película como Boyhood de Richard Linklater resulta complejo pues parece imposible disociar el resultado final del método de trabajo elegido, algo por otro lado injusto, pues es una tarea que no se suele hacer con el resto de películas que vemos.
Reseñar, por si el lector no lo sabe, que Linklater rodó esta película durante doce años con los mismos actores, con el objetivo de narrar el crecimiento de un niño y el mundo que le rodea desde los cinco hasta los diecisiete años. Esto implica que, al contrario que en cintas de temática similar, los actores envejecen realmente delante de nuestros ojos y no por obra y gracia del maquillaje. De este modo el director nos permite asomarnos a la vida de Mason y los que le rodean en pequeños intervalos de tiempo a lo largo de estos doce años. Dos horas y cuarenta minutos para narrar el comienzo de una vida.
Es un proyecto muy ambicioso sin duda y, a pesar de lo intimista que resulta el conjunto, muy complejo de llevar a cabo con éxito, esquivando los diferentes infortunios que podrían haber ocurrido en un intervalo tan grande de tiempo. Sin embargo, no es una idea original al menos en su totalidad, ni mucho menos el proyecto más ambicioso de estas características.
Desde el año 1964 la productora televisiva Granada Television lleva a cabo un proyecto llamado The Up Series. A partir de la teoría de que la clase social marca la evolución de las personas de modo que los nacidos como clase obrera morirán en el mismo estrato social, extendiéndose este comportamiento al resto de capas sociales. Con el objetivo de demostrar la teoría se eligió a un grupo de catorce chicos y chicas de siete años y, cada siete años realizan un seguimiento del devenir de sus vidas. De momento la serie consta de ocho capítulos, siendo el último 56up estrenado hace un par de años. Si bien este proyecto se enmarcaría dentro de género documental, mientras que el de Linklater en el de ficción, no se pueden obviar los paralelismos.
Así mismo, si nos fuéramos a un género de ficción pura, habríamos de fijarnos, sin duda, en la serie Harry Potter, en la que la auténtica fuerza motora detrás del proyecto, el productor David Heyman, consiguió en un periodo de tiempo récord de diez años la realización de ocho superproducciones que seguían el devenir de unos aprendices de mago desde los once hasta los dieciocho años. Si bien, las dimensiones del proyecto son monstruosas comparadas con el pequeño film de Linklater, el concepto guarda ciertas similitudes.
Entonces ¿qué tal Boyhood? Es indiscutible que el gran atractivo de la película es ver el envejecimiento real de los actores frente a nuestros ojos (con la excepción de Ethan Hawke, quien probablemente sea familia de Jordi Hurtado). En ese sentido y dadas las limitadas proporciones del proyecto, a pesar de lo ambicioso es una película muy pequeña, consigue la intención de mostrarnos en pequeñas píldoras doce años de una vida como la cualquiera, una vida normal y corriente, con sus puntos bajos y álgidos, pero siempre buscando un realismo que nos permita sentirnos hasta cierto punto identificados. Lo narrado siempre transita una zona gris, ya que Linklater nunca intenta dramatizar en exceso las zonas más oscuras del relato. Busca que nos sintamos espectadores de la realidad, un greatest hits de Mason un niño estándar criado en Tejas. Teniendo en cuenta, la obligatoria fragmentación de lo narrado, el director consigue algo muy díficil, una narración fluida manteniendo siempre el interés del espectador, a pesar de la larga duración del film. Sencillez y naturalidad serían los perfectos calificativos de su trabajo, el conjunto nunca denota artificiosidad ni el director pretende deslumbrarnos con su saber hacer. Podríamos decir que Boyhood es la antítesis de El árbol de la vida de Terrence Malick.
A nivel de interpretación, deduje viendo la película que se había empleado la improvisación con metas como base de las escenas. Sobre todo cuando los niños son pequeños en las escenas con su padre biológico Ethan Hawke, se nota como el actor va llevando el peso de la improvisación forzando, en cierto modo, las respuestas de los niños, pero resultando muy naturales las reacciones. Este método de trabajo obliga al director a realizar múltiples tomas de la misma escena para luego quedarse con las mejores. Este hecho también demuestra la humildad de Linklater que ha preferido que sus actores estén perfectos a que la toma sea perfecta, por lo que, en ciertas escenas, hay un actor o varios fuera de foco.
Dicho todo esto, ¿cómo valoraría la película si se hubiera recurrido a actores maquillados o niños parecidos para ilustrar el crecimiento del protagonista? Probablemente una película ciertamente interesante, entretenida, bien llevada, realista, olvidable. Linklater nos muestra escenas inconexas para que nosotros las unamos y juntas formen el mosaico de una vida, pero ésta es una vida normal, no especialmente destacable que, se permite de paso, un especie de oda al modo de vida americano, al sueño americano, que chirría un tanto (escenas como la del gerente de restaurante desentonan ciertamente). Por tanto el interés por lo narrado, va directamente relacionado al del propio espectador por ver una película casera de dos horas y media sobre la infancia y adolescencia de un niño norteamericano y su capacidad de identificación/correlación con su vida propia. En ese sentido, mi interés es ciertamente limitado. Pero estoy seguro que muchos espectadores se encontrarán en mi polo opuesto. Pero, en mi opinión, la visión de la adolescencia, probablemente por lo episódico de la narración, se queda muy en la superficie.
Finalmente, destacar para mal, el descarado product placemente de Apple a lo largo de toda la película, tal y como vemos crecer a Mason vemos evolucionar el catálogo de productos de la conocida empresa informática, en lo que se convierte en el mejor anuncio de la historia de la marca.

Luis - Hace 9 años

#concursofindecine
Premiado como mejor director en el Festival de Berlín, Richard Linklater (autor de la trilogía Antes del amanecer, atardecer y anochecer) nos trae una apuesta arriesgadísima, original e interesante. Sin embargo, su propuesta metacinematográfica de rodar una película durante doce años naufraga a la hora de contar una historia, y acaba por quedar en eso, en un logrado trabajo actoral, artístico y experimental al servicio de un guion endeble, irregular y bastante pretencioso.
Es cierto que Boyhood (Momentos de una vida) tiene elementos que justifican la alabanza recibida por crítica y público. El mero hecho de acometer con éxito el proyecto dice bastante de la calidad de Linklater, que en Boyhood nos ofrece una ventana nueva tras la que poder observar el cine. Un nuevo cauce que sirve de autorreflexión sobre el propio arte, sobre la capacidad de filmar el paso del tiempo y poder tasarlo con nuestros ojos. Boyhood es un portento artístico en su cáscara, pero cojea terriblemente en su interior. Linklater se olvida de cultivar aquello que va a contar, y la película acaba por convertirse en casi tres horas de discurso desfigurado y presumido (a excepción de un magistral primer tramo), que no hace más que apuntar con el dedo los problemas y ahuyentar cualquier atisbo de cambio por parte de los personajes.
Los actores realizan un trabajo formidable. Tanto Ellar Coltrane como Lorelei Linklater sostienen a la perfección la evolución de sus personajes, e Ethan Hawke yPatricia Arquette (especialmente esta última) consiguen representar con estupendo aplomo la imagen de familia americana desestructurada, inmadura e incapaz de planificar a largo plazo. Una realidad que, unida a la criba política y a la pérdida de ideales verdaderamente ilusionantes por parte de los jóvenes, hacen de Boyhood un alegato que conduce sin remedio a un agujero negro existencial, convirtiendo a la película en un relato triste y bastante tedioso. Y es que quizás se trate de eso, de que la vida es un instante y que en el momento menos pensado te das cuenta que se te escapa de entre las manos. Y que doce años se te hacen solo tres horas; y que vivir se vive solo una vez.

José María - Hace 9 años

#concursofindecine Conocí a Richard Linklater gracias a su película "Antes del amanecer". Cuando la vi, me pareció una entrañable obra cargada de nostalgia que describía con cierta inocencia el nacimiento de un amor entre dos personas; de ella me enamoraron su juvenil ingenuidad, la melancólica atmósfera que parece rodearla, y que añora quizás la ilusión del primer romance, y la fuerza de sus diálogos, que se alejan conscientemente de la ñoña sensiblería que hoy se hospeda en nuestros cines. Por desgracia, no volví a encontrar esa pasión ni esa añoranza jovial en su filmografía posterior, ni siquiera en las secuelas de aquella, por lo que acogí "Boyhood" con algo de recelo. No bien supe la originalidad que presentaba la película, consistente en haber sido filmada durante varios años para poder percibir el paso del tiempo sobre los actores, la prevención se convirtió en curiosidad, por lo que apenas dudé en verla, y no me arrepentí.
Afortunadamente para el cinéfilo, este nuevo largometraje de Linklater recupera lo mejor de su genio artístico, volviendo a narrar una historia donde el diálogo y la situación cobran prioridad sobre el mero efecto sensiblero; además, el amor vuelve a ser aquí el auténtico protagonista, ya que aparece como un mágico anhelo de gente rota por su ausencia. Y es en este asunto donde "Boyhood" suscita precisamente su interés, pues describe la vida de un adolescente que es víctima de un mundo que ha supeditado al individualismo la dicha a la que todos estamos llamados, y que se obtiene tras una entrega generosa a los demás, virtud que él desconoce por la falta del ejemplo casero. Así, la película nos ofrece una triste visión de la existencia humana, que se presenta como una trágica sucesión de acontecimientos que suspiran brevemente en el recuerdo antes de fenecer con quien los alberga en él; de ahí que la desafortunada frase final, que asevera que no es uno quien aprovecha el instante, sino que este se aprovecha de uno, resuma la tesis del film.
Sin embargo, y conociendo ese deseo de amor sincero y felicidad que late aquí y en la película que citábamos al inicio, sospecho que esta luctuosa lectura no es la propia de Linklater, sino su acendrada queja de una sociedad quebrada y agónica que muere por haber relegado su motor principal: el amor, la familia, la entrega.

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