Cuando el público ve un combate de lucha libre, suele quedar maravillado por la entrega y la parafernalia que acompaña a cada luchador. Sin embargo, estas estrellas deben pagar un precio muy alto para poder entretener a los fans. Uno de estos luchadores, Cassandro, el exótico, lo sabe bien. A sus 47 años, y tras haber estado 25 dedicándose a la lucha, el cuerpo comienza a sacar lo mejor de él. Además, para llegar a donde se encontraba, ha tenido que superar todo tipo de fronteras: desde geográficas hasta ideológicas, ya que Cassandro es uno de los pocos luchadores abiertamente gay.