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Big Eyes
6 /10 decine21
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Sinopsis oficial

Big Eyes

La historia real de Walter Keane (Christoph Waltz), uno de los pintores más exitosos de los años 50 y principios de los 60. El artista alcanzó una notoriedad asombrosa al revolucionar la comercialización y accesibilidad del arte popular con sus enigmáticas pinturas de niños abandonados con grandes ojos. Sin embargo, la verdad terminaría saliendo a la luz: la obra de Keane no fue creada por él, sino por su esposa, Margaret (Amy Adams). Al parecer, los Keane vivieron una mentira que fue creciendo hasta alcanzar proporciones gigantescas. “Big Eyes” se centra en el despertar de Margaret como artista, en el fenomenal éxito de sus pinturas y la tumultuosa relación que mantuvo con su marido, catapultado a la fama mundial mientras se llevaba todo el crédito por el trabajo de Margaret.

6 /10 decine21

Crítica Big Eyes (2014)

Gran caradura

Gran caradura

Recreación del peculiar periplo de Margaret Keane, pintora emparejada con un individuo, Walter Keane, que vendía como si fueran suyos sus extravagantes retratos de niños con ojos enormes, denostados por los entendidos, pero muy apreciados por las masas. Big Eyes aborda a la artista en el momento en el que tras separarse de su marido atraviesa dificultades para mantener a su pequeña. Mientras pinta retratos por poco dinero en el parque, le aborda el seductor y en apariencia encantador Walter...

Tim Burton parece haberse dado por enterado de su estancamiento en películas cómodas, muy fieles a su estilo, con sus colaboradores habituales, que no aportaban nada a su filmografía, y últimamente hacían aguas, sobre todo la totalmente fallida Sombras tenebrosas. Por eso ha escogido una historia real, que aunque mantiene elementos que remiten al universo del realizador –sobre todo porque aborda personajes marginales y vuelve a contar con los guionistas Scott Alexander y Larry Karaszewski, autores de la excepcional Ed Wood– se aparta por completo de sus historias siempre estrechamente relacionadas con la fantasía y el terror. Acierta al prescindir de sus inseparables Johnny Depp y Helena Bonham Carter, símbolos de su decadencia y escaso interés por abrir caminos nuevos, y aunque ha vuelto a recurrir como compositor a Danny Elfman, éste ha realizado un apreciable esfuerzo para parecer diferente, entregando una partitura melodramática brillante, sin sus coros de siempre.

Big Eyes trata de bucear en las causas de lo ocurrido, sobre todo en el conservadurismo de la época, donde las mujeres lo tenían más difícil para salir adelante en el mundo de la pintura, pero viene a concluir que en realidad el responsable último es el embustero de Walter Keane, y cierta ingenuidad por parte de la bondadosa Margaret. Aparte, realiza una apología de la cultura popular, defendiendo el derecho del público a tener lo que le gusta, por encima de esnobismos y tendencias marcadas por los gurús de turno (el crítico encarnado por el veterano Terence Stamp es de lo mejor de la cinta). Resulta difícil no entresacar de Big Eyes una metáfora de las dificultades que atraviesa la creación artística, y si se sustituye a la pintora protagonista por un cineasta, y al embaucador Keane por un productor, es fácil darse cuenta de que Burton ha dejado mucho de sí mismo en el relato.

Quien conozca a Tim Burton no encontrará extraño que sobre todo se encuentre a gusto con el villano, al que no pretende justificar, pero sí retratar con cierto equilibrio, concediéndole al menos su mérito a la hora de vender con sus dotes para el engaño. A pesar del excelente trabajo de Christoph Waltz, lo cierto es que sus rasgos estrafalarios no acaban de encajar del todo con el resto de la película, como los interpretados habitualmente por Depp (por ejemplo, el número que monta en el juzgado desentona bastante). Y finalmente ni éste, ni el personaje de la siempre brillante Amy Adams logran a pesar de sus rarezas conmover como otros ‘freaks’ anteriores del cineasta, rebosantes de humanidad. Una pena, porque en ese caso quizás Big Eyes habría figurado entre las grandes obras del responsable de Eduardo Manostijeras y Big Fish.

La hija de Walter Keane desmiente la versión de Tim Burton

Según lo que cuenta el film, Walter Keane era un embaucador que se apropió del trabajo de su esposa Margaret.

Pero siempre existen dos versiones de cada historia, sobre todo cuando existe dinero de por medio, y las obras pictóricas a las que se refiere la cinta vendían. En cualquier caso, Susan Keane, hija de Walter Keane y de su primera esposa, Barbara, nos ha hecho llegar (así como a otros medios como Variety) un comunicado en el que desmiente por completo el punto de vista ofrecido por Tim Burton (aunque éste es bastante fiel a las conclusiones del juicio por los derechos de autor).

Básicamente, Susan Keane reivindica que fue su progenitor el que se inventó las huérfanas de grandes ojos "mucho antes de conocer a Margaret".

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Últimos comentarios de los lectores

Jacinto - Hace 3 años

Interesante historia real sobre una peculiar pintora de cuadros de niñas con enormes ojos que firmaba su marido

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