Críticas de Beslan: Three Days in September (2006) - FilmAffinity
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Beslan: Three Days in September

Documental En septiembre de 2004, los rebeldes chechenos ocuparon una escuela en la pequeña ciudad rusa de Beslan, tomando a 1200 personas como rehenes, siendo la mayoría niños. Después de tres días, unos 330 habían muerto. (FILMAFFINITY)
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28 de febrero de 2017
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eso dijo el padre de Hamlet. Pero estaba exagerando muchísimo. Que un noble envenene a otro para quedarse con su trono y su mujer... tampoco me parece tan grave. Creo que si Shakespeare hubiese podido ser testigo de lo de Beslan, por una vez, se habría quedado literalmente sin nada que decir. No creo que ni él ni ningún otro genio de la palabra sea capaz de describir aquel horror.

Libertadores, mártires, justicieros, héroes de la resistencia, soldados por la libertad, valientes campeones,...

Atajo de frikis anti-sociales medio psicópatas, analfabetos, lelos y catetos, perdedores natos, cobardes infames, e incapaces de nada útil.

Yo, obviamente, me quedo con la segunda definición, pero el diccionario y el uso común, y los periodistas parásitos han consensuado utilizar una palabra que lo sintetiza rápidamente.

Terroristas.

En esta misiva, voy a posicionarme definitivamente. Si alguien la lee, después ya no deberá tener dudas del bando en el que yo milito. Y si no le apetece seguir leyendo, resumiré que yo voy con los buenos, y con las víctimas. Jamás se me pasará por la cabeza esa demagogia repugnante del tipo "son asesinos, pero luchan por una causa" o "han cometido crímenes, pero lo hacían persiguiendo un objetivo loable". Determinados líderes políticos, actuales y eméritos, han practicado esta verborrea infecta y malvada. Y en el pasado, por cierto, algunos fueron víctimas de ella, pues el karma quiso que los mismos idiotas que disculparon la barbarie terrorista, acabasen pereciendo por ella. Una lástima (o no).

Aunque últimamente se alzan ya cada vez más voces en contra, está claro que un relativismo enfermizo que da náuseas se ha incrustado como un tumor en las entrañas de la sociedad, y de eso que llaman la opinión pública. La confusión imperante (y provocada deliberadamente a lo largo de los años por altos poderes muy concretos con intenciones aún más concretas) hace que el vulgo (sí, la plebe, el populacho, el gentío iletrado) pueda llegar a pensar que un notas armado con una pistola exigiendo a otros algo, es alguien valeroso o digno de atención, o de elogio. El Estado no le ayuda al pobre (al plebeyo, digo) ya que libera del presidio a personas con decenas de asesinatos a sus espaldas, dando a entender que "tan malos no pueden ser". Los mencionados periodistas tampoco están dispuestos, pues desde hace años se han negado a hablar si quiera de los cientos de crímenes que ha perpetrado la brutalidad terrorista en estas cuatro últimas décadas. Ya no hacen reportajes sobre su crueldad, su ensañamiento, sus delirios megalómanos y psicópatas... Tabú. Los periodistas son, en verdad, el último compás de la sinfonía del terror. Con la boca chica afirman estar en contra de ella, pero forman parte esencial, dándoles la publicidad que esta gentuza precisamente va buscando con sus "acciones" (llaman ellos; "maldades", digo yo).

Y ahora centrémonos en la tragedia de Osetia. Ya el típico cretino tendrá valor de relacionar directamente la guerra en Chechenia con lo ocurrido en la tristemente famosa escuela número 1. Porque los hijos de Satán que cometieron aquel espanto iban vestidos con ropa de camuflaje militar, y porque portaban fusiles, y bombas, y porque decían ser chechenos, y porque proclamaban estar allí por su nación.

Pero el típico cretino al que he hecho mención se equivoca. Aquellos tipejos no eran soldados. No eran luchadores, no eran combatientes. Un combatiente agarra la metralleta y se va al frente para intentar vencer al enemigo. Un puñado de cazurros cuya única lectura en la vida ha sido el Corán, y que la única gilipollez que son capaces de gritar una y otra vez parece que es '¡allahu akbar!', que entran a tiro limpio en un colegio atestado de niños chicos, y que aterrorizan y torturan vilmente a más de mil personas durante tres días, para después causar un atroz baño de sangre... no son luchadores. Tampoco son animales, como una de las supervivientes afirma en el documental. En efecto, no tienen alma, pero sí son personas. Son seres humanos, ya que no hay animal sobre la tierra que pueda concebir tanta maldad. Son criaturas del Demonio. Caiga sobre todos ellos mi eterna maldición.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JACHi
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