Bernard Arnault dirige un imperio, el mayor conglomerado de bienes y servicios de lujo del mundo, LVMH Moët Hennessy Louis Vuitton. Está al frente de unas 70 marcas, entre ellas Dom Pérignon, Bvlgari, Hublot y Sephora. Algo habrá hecho bien este francés del 49 para vender productos que en principio nadie necesita y colocarse en el tercer puesto de la lista de los más ricos entre los ricos de Forbes, con una fortuna de 175.500 millones de dólares. Así que, cuando Arnault habla, sube el pan. O un perfume de Dior.
Y es interesante todo lo que dice sobre gestionar empresas del sector de la alta gama. Para Bernard Arnault, este trabajo tiene que ver con el largo plazo, con ser atemporal y moderno, con crecer rápido y ser altamente rentable. Una de las claves de su éxito la ha revelado él mismo: “Soy muy competitivo. Siempre quiero ganar”. Lo cual le ha creado no pocos enemigos (que se lo digan al clan familiar que controla Hermès: Arnault adquirió en 2011 un porcentaje de la compañía, el 23%, en contra de su voluntad).
Su sed compradora es insaciable. El gigante galo quiere acaparar todo cuanto huela a lujo. Su modus operandi es adquirir marcas en un estado financiero precario, sanearlas y relanzarlas. “La felicidad para mí es realmente liderar al equipo y, si es posible, llevarlos a lo más alto”, ha dicho.
Arnault admira a la gente creativa y en su empresa no les pone límites, dice. También es un trabajador incansable que visita todos los sábados hasta 25 tiendas, incluidas las suyas y las de sus competidores, según Forbes. Mucho se puede aprender de su estilo de gestión a través de las palabras que ha pronunciado a lo largo de los últimos años. Toma nota.
Los 10 consejos de Bernard Arnault para saber qué es el éxito en primera persona
- “Creo que en los negocios hay que aprender a ser paciente. Quizás yo mismo no soy muy paciente. Pero creo que lo que más he aprendido es poder esperar algo y obtenerlo cuando es el momento adecuado”.
- “Trabajando en el contexto de marcas ultra famosas como Dior y Vuitton, los espíritus creativos siempre se sentirán controlados. Es importante que sean libres para desarrollar ideas. Y en lugar de restar valor al trabajo principal, lo refuerza. Pienso en ese dinero como capital de riesgo. No es una gran inversión”.
- “El dinero es solo una consecuencia. Siempre le digo a mi equipo que no se preocupe demasiado por la rentabilidad. Si haces bien tu trabajo, la rentabilidad vendrá”.
- “No nos gustan los fracasos. Tratamos de evitarlos. Por eso, con muchos de nuestros nuevos productos hacemos un número limitado. No ponemos a toda la empresa en riesgo mediante la introducción de todos los nuevos productos todo el tiempo. En un año, de hecho, sólo el 15% de nuestro negocio proviene de lo nuevo; el resto, de productos tradicionales y probados, los clásicos”.
- “Muchas empresas hablan de calidad, pero si quieres que tu marca sea atemporal, tienes que ser un fanático al respecto. Antes de lanzar una maleta Louis Vuitton, por ejemplo, la colocamos en una máquina de tortura, donde se abre y se cierra cinco veces por minuto durante tres semanas. Y eso no es todo: es arrojada, sacudida y aplastada. Te reirías si vieras lo que hacemos, pero así es como construyes algo que se convierte en una reliquia”.
- “A menudo le digo a mi equipo que deberíamos comportarnos como si todavía fuéramos una empresa emergente. No vayas demasiado a las oficinas. Permanece en el terreno con el cliente o con los diseñadores mientras trabajan. Yo visito tiendas todas las semanas. Siempre busco a los encargados de la tienda. Quiero verlos sobre el terreno, no en sus oficinas haciendo trámites”.
- “De vez en cuando, la Filarmónica de Viena podría tocar sin director porque son muy buenos”.
- “Lo que hacemos en nuestro grupo es lo opuesto a los efectos negativos de la globalización. Producimos en Italia y en Francia y vendemos a China, cuando normalmente es al revés”.
- “Tienes que desconfiar de la racionalidad directa en los negocios, pero también de un enfoque exclusivamente intuitivo”.
- “El crecimiento no es sólo una función del precio alto. También creces cuando te mueves a nuevos mercados, como los de los países en desarrollo. Pero, principalmente, el crecimiento es una función de alto deseo. Los clientes deben querer el producto. Eso suena simple, estoy seguro, pero hacer publicidad correcta es muy, muy difícil. Es difícil conseguir que la publicidad represente la verdadera marca. La mayoría de las empresas piensan que es suficiente usar publicidad para presentar una imagen del producto. Eso no es suficiente. Debe proyectar la imagen de la marca en sí. Lo último que se debe hacer es asignar publicidad al departamento de marketing. Si lo haces, perderás la proximidad entre los diseñadores y el mensaje al mercado. En LVMH, mantenemos la publicidad dentro del equipo de diseño”.
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