En diciembre de 1977 vio la luz el maravilloso cuarto álbum dentro del ámbito pop del polifacético y prolífico artista inglés
Brian Eno
Before and After Science
Polydor/Island. 1977. Inglaterra
El año 1977 fue sumamente prolífico para Brian Peter George St John le Baptiste de la Salle Eno, uno de los más inquietos músicos surgidos en la variopinta década de los 70. Aquel año, Before and After Science fue el último de los trabajos en los que estuvo involucrado. Antes de ello había editado Cluster + Eno, la primera colaboración con el dúo alemán de música electrónica que influyó en su visión de la música ambiental; los dos primeros de la trilogía berlinesa con David Bowie, Low y Heroes; el disco Listen Now de 801 (grupo dirigido por Phil Manzanera); además, había producido el debut de la banda de glam punk Ultravox.
Este quinto disco como solista marcaba el final de sus incursiones en el mundo pop-rock (aunque de manera oblicua, ya que no es precisamente un trabajo netamente rock), comenzando a partir de 1978 un largo período de investigación en el campo de la música electrónica ambiental y también con diversas colaboraciones (Jon Hassell, David Byrne, Daniel Lanois, Harold Budd, entre otros).
Su cercanía con el mundo pop fue a través de las producciones de discos de Devo, Talking Heads, U2, James y otros. En perspectiva, permanece como su último disco solista en el campo “pop”, aunque haya realizado algunas colaboraciones posteriores (no muchas) en ese ámbito, como los álbumes con John Cale, U2 (como Passengers) o Byrne en este siglo.
Los discos anteriores, Here Comes The Warm Jets (1974), Taking Tiger Mountain (1974) y Another Green World (1975), habían probado la capacidad de Eno como un alquimista sonoro, moviéndose con tino entre formas de rock no convencionales y otras más cercanas a la música pop minimalista y ensoñadora. Su paso por Roxy Music y los experimentos con Robert Fripp en No pussyfooting (1973) e Evening Star (1975) no fueron en vano. En el corto período de cinco años, Eno se había convertido en uno de los referentes de la vanguardia pop británica, con una ecléctica manera de moverse entre mundos paralelos.
No por casualidad, logró ensamblar para cada disco un cartel con los mejores músicos del momento de tres países: Estados Unidos, Inglaterra y Alemania.
Before and After Science es uno de esos discos que 40 años después sigue sonando vanguardista. Desde el tema que lo abre, “No One Receiving”, con su ritmo quebrado, la guitarra funky y el majestuoso bajo sin trastes, comienza el desfile de grandes músicos, conformados en este caso por el baterista Phil Collins (Genesis, Brand X), los bajistas Percy Jones (Brand X) y Paul Rudolph (Hawkwind), quien también toca guitarra. Eno por su parte se encarga de los sintetizadores, piano, guitarra y de cantar.
“Backwater”, el tema siguiente, es uno de los más pegadizos del disco, con Eno cantando y tocando metales, sintes y guitarra, con la participación magistral del baterista alemán Jaki Liebezeit (Can) y Rudolph en el bajo.
Uno de los temas con influencia del jazz fusión y de lo que luego serían los devaneos étnicos en la obra de Eno es “Kurt´s Rejoinder”, que cuenta con la especial participación de Robert Wyatt (quien es acreditado como Shirley Williams) en los timbales, el fabuloso bajo de Percy Jones y la batería del versátil Dave Mattacks (Fairport Convention). En ella Eno canta y toca los sintetizadores.
El primero de los temas instrumentales, que presagiaba sus excursiones en la música electrónica pastoral y los paisajes sonoros de Music For Films (1978), es el corto “Energy Fools the Magician”, con el bajo de Jones dominando la escena y la guitarra modificada de Fred Frith (Henry Cow), a quien Eno invitó luego de quedar impresionado con su disco debut Guitar Solos (1974).
El lado A es cerrado por la enérgica “King’s Lead Hat” (un título acrónimo de Talking Heads, banda a la que comenzaría a producir el siguiente año) y que fue lanzada como single comenzando 1978. La participación de Phil Manzanera y Robert Fripp en las guitarras imprime la dosis de neurosis necesaria, sobre la base rítmica rocanrolera de Rudolph y el baterista Andy Fraser (Free). La vocalización de Eno, no por casualidad, posee cierta cercanía a David Byrne.
El lado B es diferente, más sosegado, en la línea de los lados B de los álbumes con Bowie y el trabajo con Cluster. Comienza con la exquisita “Here He Comes”, con Eno introduciendo el famoso Yamaha CS80, además del moog y el piano. La sencilla pero emotiva instrumentación de Mattacks, Rudolph y Manzanera, hacen de este tema uno de los clásicos de Brian Eno.
“Julie With…” es una joya de atmósfera etérea, flotante. Participan solo Rudolph y Eno en diversos sintetizadores, guitarra y voz. Sin embargo, el gran tema ambiental y de mayor belleza es “By This River”, en colaboración con Cluster (Hans-Joachim Roedelius y Dieter Moebius), una especie de puente entre la primera colaboración que meses antes habían editado y el siguiente disco After the Heat (1978), que incluye voz a diferencia del anterior.
Otra maravilla ambiental es “Through Hollow Lands”, dedicada al compositor y pianista californiano Harold Budd, con quien Eno colaboraría en los años por venir en su serie Ambient Music. Participa Frith en las “guitarras cascada” y el bajista Bill McCormick (Matching Mole, Quiet Sun, 801).
El cierre magistral es con “Spider and I”, con el bajista Brian Turrington y Eno encargado de construir una capa maravillosa de teclados y sintetizadores sobre la que navega su romántica voz.
En la contraportada se destaca el título del disco y debajo “Fourteen Pictures”, referido a las diez canciones y las cuatro postales dibujadas por el artista alemán Peter Schmidt, que aparecen del lado izquierdo y que en las primera ediciones del LP fueron incluidos impresas en el interior.
Eno y Schmidt colaboraban desde 1975 en las famosas “Estrategias Oblicuas”, una serie de cartas entendidas para ayudar a los artistas a romper con el bloqueo mental en sus procesos creativos.
La cuidada producción de Rhett Davies y la ingeniería de Dave Hutchins y Conny Plank, contribuyó al cristalino sonido, que cuatro décadas después mantiene su encanto. El minimalista diseño de arte del propio Eno, con foto de Ritva Saarikko, todo en riguroso blanco y negro y finos trazos, dan personalidad a este disco inmortal.
Juan Carlos Ballesta
