Beñat Turrientes (Beasain, 2002) tiene la cara de niño que corresponde a su edad, 19 años. En enero cumplirá 20. El calendario consume páginas a la implacable velocidad a la que avanza el tiempo y los hijos del siglo XXI ya están aquí. Ander Barrenetxea (Donostia, 2001) abandera a los futbolistas nacidos en este siglo pero Turrientes es el primer canterano procedente de Zubieta nacido en 2002 que debuta en la Real. Navarro y Valera ya lo habían hecho y Karrikaburu puede ser el siguiente.
Los 83 minutos que jugó el beasaindarra, los primeros de muchos en la Real, Turrientes los calificó en su cuenta de Instagram como "el sueño de cualquier txuri urdin. Feliz". Si alguien puede apropiarse de la condición de txuri urdin es un futbolista como el de Beasain, blanquiazul de cuna ya que ha recorrido todos los equipos inferiores del club. Llegó a Zubieta con 12 años, en Infantil Txiki en 2014, y siete años después aparece en el primer equipo, con una indudable vocación de quedarse. Más allá de que su estreno frente al Elche pudiera tener algo de coyuntural, debido a las bajas, hace ya dos años que la Real le dio a la renovación de su contrato hasta 2025 la condición de mediática. Es de los jugadores llamados a llegar. Internacional Sub-21 desde la última convocatoria, también jugó el Mundial Sub-17 de hace dos años en Brasil.
Los dos últimos años no han sido sencillos para Turrientes ya que siempre ha andado a caballo entre la Real C o el Sanse y, de hecho, la pasada temporada, como consecuencia de un error administrativo, no pudo jugar en el filial hasta enero y apenas acumuló 15 partidos a las órdenes de Xabi Alonso. En julio de 2020, recibió el palo más gordo que le ha dado la vida hasta la fecha ya que falleció su aita, Roberto, que formó parte del histórico Beasain que ascendió de Regional Preferente a Segunda B a principios de los 90. Como no podía ser de otra manera, Beñat, tras debutar ante el Elche, se acordó de él. "Esto va por tí, aita".