Basado en una historia real (2023), de Alexander Buono

Nathan y Ava Barlett son un joven matrimonio de Los Ángeles. Ahora ella está embarazada y la relación entre ellos ha quedado algo anquilosada. Esa crisis tiene que ver también con que las cosas no les va bien económicamente: él, antigua estrella de tenis, está en horas bajas y ha sido relegado a un segundo plano en su trabajo; ella, por su parte, se dedica a vender casas pero no tiene mucho éxito. Ava es una fanática de las historias truculentas sobre asesinos en serie y el destino le depara entonces que sospeche de que su fontanero Matt es en realidad el destripador del Westside, un psicópata que está sembrando de cadáveres la ciudad. Para salir de sus apuros económicos, los Bartlett le propondrán entonces a Matt grabar un podcast para contar su historia, con la esperanza de que sea un éxito millonario.

Alocada serie estadounidense que ofrece una improbable mezcla de comedia y thriller criminal. Lo cierto es que el creador Craig Rosenberg logra que la cosa funcione medianamente y que el espectador entre al trapo de la descacharrante premisa principal. Por supuesto todo es un disparate, pero el toque cómico aportado por el matrimonio de perdedores protagonista es muy eficaz y tiene gracia la referencia a la fiebre actual por los podcast. Los personajes escritos por el equipo de guionistas están muy bien concebidos: el patético y apocado Nathan, su divertida mujer Ava y el psicópata humorístico que poco a poco acaba teniendo la sartén por el mango. Las situaciones surrealistas son variadas, con conversaciones entre el matrimonio y el asesino llenas de gags ridículos. Junto a este aspecto, Basado en una historia real es una serie dirigida al público adulto, no sólo por algún que otro pasaje sangriento sino además porque se usa con frecuencia un lenguaje procaz y son habituales las conversaciones sucias, los chistes groseros, las palabras malsonantes y en general una visión de la vida absolutamente frívola.

Está claro que la serie no sería la misma sin la vis cómica del reparto. Se lleva la palma, por supuesto la actriz Kaley Cuoco. Hay que reconocer que es la mar de graciosa la estrella surgida de Big Bang Theory y se entiende el tirón que tiene entre los espectadores. Sus caretos son de partirse. Le sigue de cerca Chris Messina en un papel de tipo mediocre y fracasado, que aún vive de éxitos pasados. El personaje más complicado es claramente el del asesino en serie. El actor Tom Bateman hace un trabajo correcto, con cambios repentinos y actitudes ambiguas que mantienen cierta tensión. En general la serie se ve con ligereza y entretiene más o menos, también gracias a la escasa duración de los capítulos, que no llegan a media hora.