Meleagro y Atalanta
1620 - 1623. Óleo sobre lienzo, 152,3 x 240,5 cmSala 029
Escena mitológica inspirada en las Metamorfosis del poeta romano Publio Ovidio Nasón, uno de los textos sobre mitología de la Antigüedad que mayor impacto intelectual tuvo en los artistas flamencos del siglo XVII. Según la narración de Ovidio, Diana había enviado un enorme jabalí para que asolase la región de Calidonia, en castigo porque su rey había desatendido los sacrificios prometidos a la diosa. Meleagro, hijo del rey y ejercitado cazador, organizó una batida reuniendo a los mejores cazadores del reino para matar al jabalí. Entre ellos acudió Atalanta, valiente cazadora que fue la primera en herir a la bestia y facilitar que pudiese ser abatida por Meleagro. En agradecimiento, éste otorgó a Atalanta la cabeza del jabalí, lo que provocó las murmuraciones y envidias del resto de los cazadores. Los tíos de Meleagro, ofendidos y considerándose con mayor derecho al trofeo, le arrebataron a Atalanta la cabeza del animal. Este gesto provocó la ira de Meleagro y condujo a una pelea que acabó con la vida de sus tíos. Tal acción tuvo como consecuencia el enfado de la madre de Meleagro, cuya intervención precipitó la repentina muerte del héroe, cumpliéndose así un antiguo vaticinio.
Jordaens eligió el momento culminante de la fábula. Representó a la derecha de la composición a los tíos de Meleagro arrebatando el trofeo a Atalanta, y provocando el enfado del héroe que lleva la mano a la espada para darles muerte. Ella, en un tierno gesto de temor, intenta detener la furia vengativa de Meleagro. A la izquierda, el grupo de cazadores, completa la escena y marca el ritmo de la composición, conduciendo la mirada hacia el asunto principal a través de la posición de las armas, los brazos o el movimiento de los perros.
Las dos partes del cuadro fueron realizadas en fases distintas. En un primer momento, hacia 1620-1623, Jordaens pintó el grupo de la derecha, cuyas características coinciden con su etapa juvenil, cuando en su producción pictórica dominan las figuras monumentales y rotundas, siguiendo la estela de Rubens. Se aprecia el profundo y acertado uso que el artista hace de los efectos lumínicos, logrando el dramatismo que la historia merece mediante fuertes contrastes de claroscuros. Por su parte las figuras de la izquierda fueron pintadas en un trozo de tela añadido y corresponden al estilo tardío del artista, probablemente hacia 1640-50, como manifiesta la utilización más suave y dulcificada de la luz. El conjunto, con las figuras próximas al primer plano, en formato horizontal, recuerda las representaciones escultóricas de los frisos de la Antigüedad.
Jordaens abordó el mismo tema en otras ocasiones. En la versión del Museo del Prado la historia queda suavizada de manera poética. El fatídico desenlace es apenas sugerido por los gestos de los protagonistas, más dulcificados y sugerentes que en otras versiones. El lienzo del Prado se adecúa bien a la recepción del tema en la mentalidad del Barroco, donde la historia de Meleagro y Atalanta se interpretó de manera simbólica, como castigo de los dioses por el doble asesinato causado por el enamoramiento del héroe.
La pintura aparece documentada por primera vez en la colección de Isabel Farnesio en 1746 como obra de Rubens -considerándose entonces una representación de la historia de Venus y Adonis-, destinada al dormitorio de los reyes en el palacio de La Granja. Pasó sucesivamente al palacio de Aranjuez, donde se documenta en 1794, permaneciendo allí hasta su ingreso a comienzos del siglo XIX en el Museo del Prado.
El Prado en el Hermitage, Museo Estatal del Hermitage: Museo del Prado, 2011, p.116-117