Arrigo Sacchi: "En el Atlético fueron buenos conmigo, pero el cielo me parecía cada vez más negro" | Relevo
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Arrigo Sacchi: "En el Atlético fueron buenos conmigo, pero el cielo me parecía cada vez más negro"

El maestro italiano, que roza los 80 años, reflexiona en Relevo sobre su Milan y revela cómo fichó a Ancelotti.

Arrigo Sacchi, en la charla con Relevo. /Relevo/Julio Ocampo
Arrigo Sacchi, en la charla con Relevo. Relevo/Julio Ocampo
Julio Ocampo

Julio Ocampo

Venecia.- Tiene casi 80 años, pero aún preserva ese brillo refulgente en los ojos cuando habla -con voz pausada y rasgada- de su obra maestra. Arrigo Sacchi atiende a Relevo desde Venecia, concretamente en el Teatro Toniolo de Mestre, donde presentó su libro Il realista visionario, escrito junto al periodista Leonardo Patrignani.

Con una hora de retraso, el genio italiano llega con un conductor privado desde su Fusignano natal, cerca de Ravenna. Es el invitado estrella al Mestre Book Festival. Hace frío, mucho. Afuera aguardan aún largas colas de aficionados que están comprando el libro y se prestan a una nueva clase magistral de Míster Revolución, una figura con aura de profeta. Son sus silencios los que engrandecen sus palabras, su idea y un ardor futbolístico tan intenso que mata.

Su legado es longevo, pero su creación (el Milán de Berlusconi) se condensó en pocos años: 1987-1991. Ganó dos Copas de Europa, un Scudetto tras diez años de sequía, dos Intercontinentales y varias Supercopas. Y pensar que todo comenzó con una eliminación en UEFA contra el Espanyol de Javier Clemente...

Sí, me acuerdo. Esa derrota contra el Espanyol era necesaria para coger confianza con el lugar y la competición europea. Nos hizo ser mejores, mucho más fuertes. Justo después comenzamos a ganar títulos.

Un año después ganan al Madrid en semifinales y levantan la Copa de Europa en Barcelona. Guardiola dice que incluso hoy le consulta y que lo suyo fue un hito contracultural.

Te dije que habíamos cogido confianza con la ciudad (risas). ¿Qué decir de Guardiola? Le agradezco lo que dice porque es un amigo. Está dando al fútbol belleza, y esto hay que seguir contándolo como se merece.

¿Cómo fichó usted por el Milan? Sonaba a blasfemia, a locura total de Berlusconi apostar por un técnico de provincia sin experiencia a primer nivel que no había jugado al fútbol jamás.

Estaba en el Parma, que habíamos subido a Serie B. Era verano aún, creo, y disputamos un amistoso contra el Milan, que acababa de comprar cinco futbolistas italianos. Jugamos en Parma, y recuerdo que allí ya bajó Berlusconi a nuestro vestuario para decirme que iba a estar muy atento a mí durante la temporada. Luego nos toca contra ellos en la Coppa. Ganamos en Milán, y el presidente volvió a bajar para recordarme que seguiría observándome. Ese año nosotros teníamos un equipo de niños que luchaba contra los mejores clubes para ascender a Serie A. Lustros después me confesó lo que se decía para sus adentros sobre nosotros: 'Mamma mia, si con niños juegan así de bien, si le doy una escuadra de fenómenos giallorossi lo ganan todo'.

Y así fue. Profecía pura. También instinto.

Acabamos quintos ese año, creo. Él sabía que había un club de Serie A que ya quería ficharme. Entonces aparece mi amigo Ettore Rognoni, entonces jefe de los servicios deportivos de Mediaset. Me dice que Silvio quiere invitarme a su casa. Creo que estaban a punto de firmar un contrato para la tele con Raffaella Carrà. Yo dije que no, porque tenía entrenamiento. Además, al día siguiente no podía faltar a una cita importante con el presidente de la Fiorentina, que me querían fichar.

Berlusconi conseguía todo lo que quería...

Exacto. Llegué a casa y mi mujer me dijo que llamara rápidamente a Rognoni. Lo hice y me aseguró que en un 99% ya era el nuevo entrenador del Milan. Se lo confesó Galliani. Fui a la cena, y aunque no estaba Berlusconi sí todos sus hombres de confianza, incluido su hermano. Les dije: 'O estáis locos o sois verdaderos genios'.

Usted firmó sin saber lo que iba a ganar.

Sí, lo hice a ciegas. Les dije que pusieran lo que quisieran porque en un año lo dejaría, ya que tenía una gastritis que estaba derivando en úlcera. No podía ni comer ese día. Galliani se informó de cuánto ganaba en Parma y me hizo una oferta inferior económicamente. Era y es un grande.

Y comenzó su periodo mágico. Basado en un achique de espacios con la línea de atrás alta, defensa de cuatro en zona para provocar fueras de juego. Hay algo, sin embargo, que destaca Ancelotti de usted en el libro: la enseñanza de valores.

¿Quieres que te cuente cómo convencí a Berlusconi y Galliani para fichar a Carletto de la Roma? Piensa que no era precisamente joven cuando llegó, pero me encantaba. Nuestro médico nos dijo que tenía un 20% de hándicap en las dos rodillas. El mercado terminaba un sábado, pero tenía a Gallini trabajando a escondidas de madrugada. Me llamó ese viernes para decirme que estaba en Roma, y que había llegado a un acuerdo con el club, pero el presidente no quería ficharle. Tuve que llamarle yo personalmente la madrugada del sábado -creo que eran las dos- para decirle que si me lo traía ganábamos el campeonato.

Arrigo Sacchi sobre Ancelotti. RELEVO

¿Qué le respondió?

'A sus órdenes, Arrigo', me dijo. ¿Sabes por qué era tan importante Ancelotti? Era una persona que razonaba con la cabeza y no con los pies. A mí los pies no me interesaban, porque yo tenía la capacidad de mejorarlos. Lo que jamás fui capaz de perfeccionar fue la cabeza, y él la tenía: era generoso, con garra, inteligencia, voluntad. Un ejemplo para el vestuario. Pura pasión, y para mí el fútbol es tener la capacidad de crear un colectivo inteligente. Ese Milan era así. Sé que sobresalían las individualidades también, pero lo importante era el bloque.

Van Basten y Roberto Baggio, en su casa tras la final del Mundial 94, se quejaron en algunas ocasiones de los métodos que usted imponía: un culto al trabajo que rozaba el sadismo, la atención obsesiva por cada detalle, un sufrimiento que termina por derivar en estrés y ansiedad.

Pregúntales a ellos por qué lo hicieron. Yo intenté esforzarme al máximo para mejorarles. Les di todo lo que tenía y sabía. Les di lo más importante: el juego y unas ideas para llevarlo a cabo. Las ideas son importantes, y eso trasciende cualquier táctica.

Usted ha vivido muchos episodios que tienen que ver con la dificultad de gestionar las emociones. También en Madrid, en el Atlético (1998-1999), donde solo estuvo algunos meses. ¿Qué pasó?

Mire, en el Atlético fueron buenos conmigo. A mí, sin embargo, el cielo me parecía cada vez más negro. Por suerte, el dinero jamás fue un impedimento para marcharme si no estaba tranquilo en un lugar. Cuando veía que la situación no me gustaba me marchaba y basta. Nunca nadie me echó. Para mí el fútbol no es un deporte. Es belleza, emoción, espectáculo, diversión, mérito. Sin mérito no hay nobleza. Yo he defendido este estilo de perfección.

Arrigo Sacchi sobre el Atlético de Madrid. RELEVO

Eso pese a que muchas estrellas se lo cuestionaron. ¿O me equivoco?

Gullit me decía que, si íbamos perdiendo, colgáramos balones al área ya que el equipo ahí tenía potencial. Nunca lo hacíamos, porque si teníamos la mala suerte de marcar pronto… Entonces, ¿qué? Mi Milan (de inspiración holandesa por Rinus Michels) fue más allá de lo imaginable. Hizo comprender por vez primera que también en Italia se podía jugar bien, y que para ganar simplemente bastaba con jugar mejor que el rival. Porque el fútbol no es un deporte individual ni defensivo.

Rompió todos los clichés del 'belpaese', atávico hasta entonces con el balón. Cambió las reglas con las suyas propias, y lo más difícil: supo siempre ver cuándo había que modificar lo que siempre había funcionado bien.

El fútbol lo inventaron los ingleses, y lo concibieron con ideas ofensivas y colectivas. Nosotros, italianos, la mutamos unilateralmente en algo individual con dosis de catenaccio. ¿Por qué? Porque nuestra historia terminó con los romanos. Desde entonces, degrado continuo a nivel cultural y deportivo.

Usted al máximo nivel ha entrenado apenas diez años. ¿Cuánto ha tenido que ver eso en la salud mental?

Hice todo lo que pude. Vosotros, periodistas, siempre dijisteis que no podíamos competir contra países como Francia, Alemania, Inglaterra o Brasil porque ellos comían carne y nosotros polenta. En cambio, nosotros ganábamos medallas olímpicas con boxeadores y atletas de lucha greco-romana… No era este el problema. Eran axiomas falsos. El calcio es alegría, y si no se consigue no hay ética. Esta idea desgasta, pero es necesaria.

Su fútbol total, en definitiva. Albertini dice que nadie enseña el 'calcio' como usted.

Porque le hice ver que el club está por encima de todo. Escucha esto: con un Van Basten fuera todo el año nosotros hemos ganado un campeonato; hemos logrado una Liga de Campeones con Gullit, que de nueve partidos sólo jugó uno…¿Sabes? Yo no quería jugadores individualistas, enfermos de protagonismo, personas ávidas porque la avidez no es generosidad. Quería gente comprometida como yo. No es fácil, requiere mucho esfuerzo, pero es el único camino que conozco para el éxito.