Aquaman y el Reino Perdido (2023), de James Wan

Puesto que le culpa de la muerte de su padre, David Kane pretende acabar con Arthur Curry, más conocido como Aquaman, pero necesita para ello oricalco, fuente de energía antaño utilizada por los habitantes de Atlántida, pero ahora desechada por sus efectos contaminantes. Mientras tanto, Curry está feliz, pues ha tenido un bebé con Mera, el amor de su vda, y parece que le va bien como monarca del reino submarino, mientras está decidiendo con los suyos dejar de ser un reino secreto, darse a conocer, y pedir la admisión en las Naciones Unidas. Para hacer frente a Kane recurrirá a su hermano y antecesor en el trono, Orm, con quien tuvo sus más y sus menos, pero que ahora está encerrado.

James Wan retoma al superhéroe acuático, en la secuela de su gran éxito. Esta vez cuenta con un guión demasiado sencillo, con motivaciones de los personajes simplonas y diálogos que escribiría mejor Chat GPT. Se incluye una subtrama de país secreto que sale a la luz, que recuerda a lo que ocurre con Wakanda, en Black Panther. Pese a todo, el veterano realizador rueda con el suficiente oficio, por lo que más o menos consigue disimular las carencias del film, a base de secuencias de acción logradas y un ritmo vertiginoso. Destaca una persecución de insectos gigantes, y algunas con monstruos marinos que recuerdan que el cineasta proviene del terror, de hecho es uno de los mejores o el mejor profesional del género en activo.

De nuevo  Jason Momoa se mete en el bolsillo a su personaje, mientras que Patrick Wilson, que fuese el Sr. Warren, en manos de Wan, aporta esta vez mucho humor dando vida a Orm. La relación entre hermanos es lo único que ofrece un poco de sustancia a la cinta, pues se reflexiona sobre la importancia de conservar los lazos familiares y resolver los confictos de puertas para adentro, por mucho que se haya producido un distanciamiento. También se ofrece un mensaje ecológico, quizás un tanto sencillo. Tiene cierto carisma Yahya Abdul-Mateen II, pero su villano de opereta no hay quien le salve. Esta vez Amber Heard, casi no sale, se ve que ahora ha sido un poco cancelada tras el juicio que la enfrentaba a Johnny Depp. Da gusto ver a Nicole Kidman, aunque apenas tiene cancha como reina madre, y a Dolph Lundgren en la piel del progenitor de los protagonistas.