El cambio de siglo fue uno de los mejores periodos de la historia del cine. Entre 1999 y el 2000 no hubo ninguna catástrofe informática pero sí películas que, en escasos 20 años, se han convertido en auténticos clásicos del séptimo arte. Entre otras cosas, el año 2000 hizo que los aficionados al cine de todo el mundo dejasen de conocer al cine hongkonés únicamente por las artes marciales y empezasen a hablar de uno de los grandes genios del cine contemporáneo. Ese año el Festival de Cannes acogió el estreno mundial de ‘Deseando amar’, también conocida en España con su nombre anglosajón, ‘In The Mood For Love’.

Lo cierto es que Kar-wai ya tenía una carrera extraordinaria. Podríamos hablar de la estética de ‘Fallen Angels’ (1995), de la historia de amor de ‘Happy Together’ (1997), de la revolucionaria ‘Chungking Express’ (1994) o de ‘Días salvajes’ (1990), la primera película en la que el cineasta nos llevó al Hong Kong de mediados de siglo, la primera piedra de su inolvidable fresco al fracaso amoroso. Podríamos decir que ‘Días salvajes’ es la primera parte, más bien una precuela, de ‘Deseando amar’, su gran obra maestra y una de las películas más importantes de ese año 2000. Sí, ese año llegó a los cines ‘Réquiem por un sueño’ de Aronofsky, ‘Memento’de Nolan o ‘Gladiator’de Ridley Scott. De hecho, la Palma de Oro la ganó nada menos que ‘Bailar en la oscuridad’ de Lars Von Trier, pero el cine no sería nada sin el amor, y pocos lo han capturado con la perfección formal y melancolía narrativa que ‘Deseando amar’.

¿Qué ocurre en ‘Deseando amar’?

Elegida por la famosa encuesta de la BBC como la segunda mejor película del Siglo XXI (la primera, recordemos, es ‘Mulholland Drive’ de David Lynch), la cinta de Wong Kar-wai es un laberinto de secretos amorosos. Empecemos diciendo que trata sobre dos amantes casados a los que no vemos más que brevemente y de espaldas. El protagonismo va a parar a sus respectivas parejas. Hablamos de dos matrimonios vecinos de los que conocemos, por un lado, a la Señora Chan y, por el otro, al Señor Chow. Ellos son Maggie Cheung y Tony Leung y podrían ser los protagonistas de una historia de amor, pero ‘Deseando amar’ hace mucho honor a su título. Por si no ha quedado claro, la película no trata sobre el amor, sino sobre el deseo hasta alcanzarlo, aunque no se consiga.

deseando amar in the mood for love wong kar wai
.

Cada vez más alejados de sus ausentes parejas, ambos empiezan a fijarse el uno en el otro, mientras coinciden, una y otra vez, en los pasillos y callejones de su barrio. Finalmente hablan, y se confiesan mutuamente que sus cónyuges tienen una aventura. A partir de ahí, la película se desdobla para ocupar el vacio de los amantes. Los dos protagonistas comienzan a ponerse en el lugar de sus parejas, imaginando cómo fue su aventura, esa que la película ha decidido dejar fuera. Pero, conforme avanza su ficción, la unión entre ambos comienza a ser aún más real y auténtica que la que podemos y pueden imaginar de sus parejas. Aunque no quieren “ser como ellos”, está claro que se han enamorado, y solo les separa la fidelidad y el honor que sus parejas no han demostrado. ‘Deseando amar’ se mueve y desarrolla en ese terreno, en el amor que está pero nunca llega.

Wong Kar-wai tiene en su cine una de las contradicciones más asombrosas de cualquier autor. Sus películas están llenas de torrenciales enamoramientos y pasiones. Sus imágenes son tan sensuales como sus bellos protagonistas y la música que les acompaña. Las escenas del de Shanghái son como caricias, hermosos preliminares con los que poblar los sueños húmedos de toda una vida cinéfila, pero que no llevan nunca hacia el clímax que deseamos. La filmografía del autor de ‘Chungking Express’ es un cúmulo de amores imposibles o que nunca llegan a funcionar. En ‘2046’se dice que el amor solo es cuestión de tiempo, antes o después del momento justo, ya no sirve. ‘Días salvajes’, ‘Deseando amar’ y ‘2046’ forman un tríptico de personajes, a medio camino entre Hong Kong y Singapur en la década de los 60, que nunca llegan a tiempo a ese amor tan deseado. Por allí se mueven los grandes rostros del gigante asiático, Chang Chen, Faye Wong, Carina Lau, Gong Li, Zhang Ziyi y, por supuesto, Leung y Cheung. Mientras que Cheung ocupará gran parte de ‘Días salvajes’ y solo aparecerá en un breve flashback de ‘2046’, Leung solo participa brevemente al final de ‘Días salvajes’ pero es protagonista absoluto de ‘2046’. En ambas, sin embargo, solo aprendemos de sus personajes una cosa, que su gran y verdadero amor sucede entre medias, en ‘Deseando amar’.

deseando amar in the mood for love wong kar wai
.

La película, por tanto, es el corazón alrededor del que gira todo. Su fracasada unión es la culpable de su infelicidad futura y la que hace que no merezcan la pena sus fracasos pasados. Por eso, mientras las otras dos películas están llenas de personajes y relaciones que se cruzan, ‘Deseando amar’ es capaz de centrarse únicamente en dos personas y un ligero atisbo de unión romántica, y construir de ello todo un mundo. Viendo lo complejo de sus entramados narrativos, y la sutilidad e importancia de cada pequeño gesto, es difícil creer el conocido método de rodaje del cineasta Chino. Wong Kar-wai construye la película mayoritariamente en el rodaje,producciones tremendamente largas llenas de variaciones e improvisación. Por tanto, no nos cuesta imaginar la existencia de múltiples versiones en las que la pareja tendría diferentes destinos. El resultado final, sin embargo, es ambiguo con una perfección casi insultante.

Al final de ‘Deseando amar’, el personaje de Leung le cuenta a su amigo Ping en Singapur que tiene un secreto y que, como antiguamente, va a contárselo al agujero de un árbol para luego taparlo de barro y que permanezca allí para siempre. Aunque lo hace en las ruinas de un templo de Camboya y no en un tronco, eso es precisamente lo que sucede en la escena final. Wong Kar-wai no nos ha dejado ver algo, no nos ha dejado ver justo lo que el Señor Chow le cuenta a ese hueco. Pero ese secreto está en las esquivas imágenes de la película, unos planos que, siguiendo lo mejor del formalismo asiático, ocultan del mismo modo que muestran.

¿Cómo funciona ‘Deseando amar’?

Como toda obra maestra, la historia de ‘Deseando amar’ la cuentan las imágenes al mismo nivel que los diálogos o las acciones de los personajes. El autor de tan impresionante trabajo es Christopher Doyle, que nos lleva a un mundo onírico donde los callejones, las paredes descorchadas y los sucios espejos de las pequeñas habitaciones de los protagonistas derrochan melodrama y barroquismo. Los colores intensos y el humo de los cigarros se entremezclan con el elegante andar de Maggie Cheung y las maneras de galán del Hollywood clásico de Leung. Todo podría ser cálido y sensual pero, como la propia historia, es justo lo contrario.

deseando amar in the mood for love wong kar wai
.
deseando amar in the mood for love wong kar wai
.
deseando amar in the mood for love wong kar wai
.

Siempre observamos a los personajes desde atrás o a través de reflejos de espejo y ventanas, como si la cámara estuviese escondida observando algo prohibido. Las habitaciones y los planos no solo conforman la célebre atmósfera de la película sino que cuentan la historia. Cuando esperamos que aparezcan juntos en la cama, la imagen reúne a los protagonistas, pero solo a través del reflejo de un espejo. Ellos siguen físicamente separados. Cuando deseamos que atraviesen la pared que los separa, la cámara es la que lo hace, mostrándolos a ambos apoyados contra el muro que los aleja, un espacio que nunca superan. En cuanto al montaje, si no fuese por las corbatas de Chow y los impresionantes qipaos de Chan, sería imposible distinguir la separación de los días, de sus uniones, de sus encuentros. Las semanas, los meses, las horas, todo pasa como en un sueño, de salto en salto, como si lo demás no existiese.

Los secretos de ‘Deseando amar’

La puesta en escena parece crear, contracorriente, un espacio de amor para los protagonistas, aislándoles de todo lo que les impide estar juntos, pero también de aquello que les dejaría en mal lugar. Aunque es imposible saber con seguridad en qué momento ambos están imitando a sus parejas, como un ensayo, y en cuales están siendo ellos mismos, solo hay una secuencia en la que puede ocurrir ese secreto que acaba, finalmente, en un agujero. Es la escena de la lluvia, en la que ambos esperan atrapados por una tormenta y hablan de abandonar a sus parejas. De nuevo, no sabemos si lo hacen como ellos mismos o imaginándose a sus respectivos cónyuges. Sin embargo, esta vez apostamos todo a que se trate de ellos. Lloran y se abrazan:

deseando amar in the mood for love wong kar wai
.

“Pensé que no seríamos como ellos pero me equivoqué. Usted no va a dejar a su marido, así que prefiero irme.” dice el Señor Chow. Entonces la cámara nos muestra una farola cuya luz está atravesada por la intensa lluvia. Justo después vemos un charco al que solo cae una gota ¿Qué ha pasado en todo ese tiempo? ¿Se han besado al fin? Hasta cuando fingen separarse ya no lo aguantan. Lo único que sabemos es que vuelven a casa en ese taxi en el que antes eran incapaces de cogerse las manos que ahora se aprietan con fuerza. “No quiero volver a casa está noche”dice la Señora Chan. Si el encuentro amoroso se produjo es algo que nunca sabremos con seguridad. Más tarde, él le pide a ella que le acompañe a Singapur y, ella, entre lágrimas, no lo hace.

deseando amar in the mood for love wong kar wai
.

Cuatro años después, ambos vuelven a los apartamentos en días diferentes. Ella se ha mudado con un niño que, puede ser de su marido o, por edad, fruto de ese insinuado encuentro con el protagonista. Al menos la vecina dirá al Señor Chow que al lado viven una mujer y un niño, sin hacer referencia alguna al marido. Él pasa por la puerta, podría llamar y, quizás, ser feliz con su amor y ¿su hijo? para siempre. Podría, claro, pero a Wong Kar-wai le gusta más dejarnos en el “Quizás”,ese al que cantó Nat King Cole y que suena durante esta escena por segunda dolorosa vez. La primera lo hace cuando ella no le acompaña a Singapur, la segunda y definitiva, cuando él no llama a la puerta que, de nuevo y esta vez para siempre, les separa.

Nada hay más inmenso que un “quizás”

Rabia, tristeza y verdad son tres de los atributos que podemos utilizar para definir la melancólica visión del amor que transmite ‘Deseando amar’. Irónicamente, ambos se enamoran fingiendo ser amantes, hasta que ya es demasiado tarde. Si por algo recordamos la película 20 años después, y la recordaremos muchos más, es por su extraordinaria capacidad para ser, a la vez, triste y cálida, sensual y frígida, traidora y fiel. ‘Deseando amar’ es tan ambigua que es capaz de contar el amor más grande de dos intensas vidas y dejar claro que, quizás, nada pasó. Sus imágenes encierran, atrapan y separan a dos personas, pero también luchan por unirlas, por encontrarlos y por ignorar todo lo que impide que estén juntos. Los unen aunque sea mediante reflejos, lluvias torrenciales, cámaras que atraviesan muros o encuentros con leves roces a cámara lenta. Toda la puesta en escena lucha por el deseo inalcanzado que narra la historia.

deseando amar in the mood for love wong kar wai
.


De ella dijo Peter Travers, crítico de la revista Rolling Stones, que “nada es más sexy que la represión”. Del mismo modo podemos pensar que no hay amor más grande que el que nunca se ha vivido, o al menos alcanzado. No hay amor si no hay conquista, no hay deseo sin prohibición, no hay felicidad si no hay fracaso. ‘Deseando amar’ recordó al cine moderno como la mesura se puede convertir en la más intensa de las pasiones y el fracaso en el más romántico de los finales. Al fin y al cabo la historia de amor entre Chan y Chow no es muy distinta a la de Rick e Ilsa en ‘Casablanca’, ni a la de ‘Vacaciones en Roma’, ‘El apartamento’, ‘Breve encuentro’, ‘Luces de la ciudad’ o las derivadas de ‘Romeo y Julieta’.

En esa magistral reinvención del romanticismo clásico lo que conforma esta película, de la que ahora celebramos 20 años… Todavía queriendo destapar ese agujero para descubrir la solución a un quizás que, aunque nos duela admitirlo, es perfecto tal y como está.

deseando amar in the mood for love wong kar wai
.
Headshot of Rafael Sánchez Casademont
Rafael Sánchez Casademont

Rafael es experto en cine, series y videojuegos. Lo suyo es el cine clásico y de autor, aunque no se pierda una de Marvel o el éxito del momento en Netflix por deformación profesional. También tiene su lado friki, como prueba su especialización en el anime, el k-pop y todo lo relacionado con la cultura asiática.

Por generación, a veces le toca escribir de éxitos musicales del momento, desde Bizarrap hasta Blackpink. Incluso tiene su lado erótico, pero limitado, lamentablemente, a seleccionarnos lo mejor de series y películas eróticas. Pero no se limita ahí, ya que también le gusta escribir de gastronomía, viajes, humor y memes.

Tras 5 años escribiendo en Fotogramas y Esquire lo cierto es que ya ha hecho un poco de todo, desde entrevistas a estrellas internacionales hasta presentaciones de móviles o catas de aceite, insectos y, sí, con suerte, vino. 

Se formó en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Murcia. Después siguió en la Universidad Carlos III de Madrid con un Máster en Investigación en Medios de Comunicación. Además de comenzar un doctorado sobre la representación sexual en el cine de autor (que nunca acabó), también estudió un Master en crítica de cine, tanto en la ECAM como en la Escuela de Escritores. Antes, se curtió escribiendo en el blog Cinealacarbonara, siguió en medios como Amanecemetropolis, Culturamas o Revista Magnolia, y le dedicó todos sus esfuerzos a Revista Mutaciones desde su fundación. 

Llegó a Hearst en 2018 años y logró hacerse un hueco en las redacciones de Fotogramas y Esquire, con las que sigue escribiendo de todo lo que le gusta y le mandan (a menudo coincide). Su buen o mal gusto (según se mire) le llevó también a meterse en el mundo de la gastronomía y los videojuegos. Vamos, que le gusta entretenerse.