Por esto 'Apocalypsis Now' es la película bélica definitiva
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10 razones por las que 'Apocalypse Now' es la película bélica definitiva

La obra maestra de Francis Ford Coppola vuelve a los cines el viernes 3 con el ‘final cut’ del director.

Por
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Lionsgate

Más de 200 días de accidentado rodaje en la selva filipina, líos con dictadores, tribus salvajes, actores enfermos, locos y rebeldes, y un presupuesto que no dejaba de crecer. Cuando Francis Ford Coppola consiguió acabar ‘Apocalypse Now’ en 1979 (el rodaje empezó en 1977) declaró que su película no iba sobre la Guerra de Vietnam, era Vietnam. No hablaba de realismo, tampoco de un pretendido carácter documental. Su infernal aventura tras las cámaras condujo a un equipo exhausto en una locura creciente que tenía su fiel reflejo en lo que estaban contando. Hay muchas películas bélicas. Unas destacan por su realismo, otras por lo apasionante de su historia o la espectacularidad de sus escenas. ‘Apocalypse Now’ tiene todo eso pero nos da algo más que ninguna otra ha conseguido. Coppola hizo la película bélica más admirada de todos los tiempos porque logró filmar como nadie la extrema deshumanización que supone cualquier guerra. Una película que logró capturar la disyuntiva del horror, ese momento en que los humanos dejan de ser humanos y, al mismo tiempo, lo son más que nunca.

La cinta vuelve a los cines desde el viernes 3 con un montaje especial que el propio director define como la mejor versión de la historia.

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El largo y cálido proyecto

On the Set of Apocalypse Now
Caterine Milinaire//Getty Images

John Milius quiso adaptar junto a Coppola y George Lucas ‘El corazón de las tinieblas’ de Joseph Conrad y llevarlo a la Guerra de Vietnam en 1969. Por entonces, con el fuego de la batalla aún sin extinguirse, ningún estudio se interesó en el proyecto de aquellos jóvenes estudiantes de cine. Hubo que esperar hasta 1976, con Coppola ya millonario y autor de las dos primeras entregas de ‘El Padrino’ para conseguirlo. Costaría trece millones de euros y se rodaría en solo cuatro meses. El protagonista sería Harvey Keitel y la película acabaría con una gran batalla contra el Vietcong.

Hoy sabemos que el rodaje se extendió por más de 260 días, que Coppola despidió a Keitel a las dos semanas de rodaje y contrató a Martin Sheen. También, que este estuvo a punto de morir de un infarto, que el presupuesto se multiplicó por dos y que la trama de la película se fue alejando cada vez más del guion inicial. Coppola decidió improvisar y aprovecharse de la locura creciente del equipo, de su experiencia, para construir la historia. Los protagonistas proponían que querían hacer y Coppola, noche tras noche, escribía un intento de final hasta que dio con él.

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El corazón de las tinieblas

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La idea parecía sencilla y apasionante, colocar al traficante de marfil perdido en la selva congoleña en Vietnam, como un militar enloquecido por la guerra. Ni siquiera le cambiaron el nombre, Kurtz sería la personificación de Vietnam. Podríamos decir que también de la guerra pero mejor, como la película hace, digamos que lo es del horror. Martin Sheen y otros cuatro compañeros (Frederic Forrest, Sam Bottoms, Laurence Fishburne y Albert Hall) son los individuos que han de adentrarse río arriba, como si este fuese una artería al corazón del título de Conrad. Pero este clásico no fue la única influencia.

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La odisea de una guerra

On the Set of Apocalypse Now
Caterine Milinaire//Getty Images

Milius y Coppola dotaron al recorrido de otros dos grandes significados fundamentales para entender el camino de los protagonistas. Milius pensó en la odisea y en establecer una serie de obstáculos en el camino. De ese modo, el célebre personaje de Robert Duvall, un Teniente Coronel aficionado al surf y al olor a Napalm por la mañana, era el cíclope que tenían que burlar. Las conejitas Playboy (que gozan de otra segunda escena más sexual en la versión ‘Redux’) eran las sirenas.

El cineasta, por su parte, encontró un dispositivo menos rígido para ir aumentado la locura del trayecto de los protagonistas río arriba. Todo sería un viaje hacia el pasado. Así, desde la civilización inicial, y el puro Rock N Roll alucinógeno de la época, los protagonistas se van encontrando puestos cada vez menos civilizados, sin líder, ley ni mando. La famosa escena de la plantación francesa, disponible en ‘Redux’ y ‘Final Cut’ pero cortada de la versión del estreno, simbolizaba para Coppola el pasado colonial, los modales de una sociedad perdida. El coronel Kurtz y su tribu, por supuesto, estaban ahí como el lado primitivo y animal de ese viaje.

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América es un show

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No ha habido Guerra para el cine como Vietnam, quizás porque simplemente no ha habido una guerra igual. Vietnam es la Guerra que EEUU perdió, es la guerra con un sinsentido más claro, es la Guerra de la generación que nos hizo dejar de creer en las guerras para siempre. Hablamos de hippies, sexo libre, revolución racial, femenina, cultural. Patillas, melenudos porros y ácido es algo que no tiene mucho que ver con la imagen de héroe militar. Quizás por eso en Vietnam no había héroes que retratar. En una de las líneas de las cartas de Kurtz que más parece convencer al Capitán Willard de Sheen, este expresa su teoría de que, mientras los soldados tengan un hogar con Rock N Roll, drogas, música, etc, no podrán ganar. Si se desprenden de eso, con un cuarto de las fuerzas bastaría para vencer. Coppola quería hacer de la Guerra un Show, pero no para embellecerla, sino para mostrar su teoría de que sus compatriotas lo necesitan para sentirse en casa.

Fue a través de un montón de anécdotas recogidas por compañeros y exsoldados, con la idea de EEUU como unos conquistadores adictos al espectáculo, por lo que se añadió al guion la mayoría de acciones bélicas que pueblan la película. Hablamos de escenas como la del esquí acuático o el surf, el ‘Satisfaction’ de los Rolling, la verdadera ingesta de ácido de los actores al llegar al puente donde debían recibir más órdenes o el famoso espectáculo de las conejitas Playboy que provoca una estampida. EEUU no fue a Vietnam, fusionó ambos en una Especie de Disneyland del terror que filmó Coppola. Quizás por eso la escena más espectacular de la película sea la célebre entrada de los helicópteros a la playa, con Wagner y sus Valkyrias a todo trapo. Todo un espectáculo de locura bélica.

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Un reparto loco

Apocalypse Now
Zoetrope Studios

El famoso documental del rodaje ‘Corazones en tinieblas’, realizado con imágenes y testimonios recogidos por Eleanor Coppola (mujer del director), es la principal fuente por la que conocemos los conflictos de este rodaje, casi tan legendario como la película a la que dio lugar. Gracias a él, vemos como Coppola despidió a Keitel tras ver las primeras filmaciones y contrató a un Martin Sheen que no sabía dónde se metía. También nos adentramos en la loca escena de la habitación, completamente improvisada por un Sheen totalmente borracho, al que Coppola le pidió que se adentrará en lo más oscuro de su personaje. Rompió el espejo de la estancia de un puñetazo, rechazo al doctor y siguió filmando, untándose con su sangre real. Era el día de su 36 cumpleaños y cuatro días más tarde sufrió un grave infarto. Gracias a la intimidad de las grabaciones recogidas por Eleanor, vemos como el cineasta pide que nadie sepa en Hollywood que su protagonista ha tenido un infarto porque, si no, le obligarán a dar por finalizado un rodaje que aún no sabe cómo acabar. El actor descansó solo cuatro semanas, en las que se filmaron planos abiertos con un doble.

Si la cosa no iba precisamente sobre ruedas, la locura absoluta llegaría en el mismo momento que en la trama de la película. Un Dennis Hooper en un mal momento acudió al rodaje en Filipinas sin aprenderse sus diálogos y acordó con Coppola improvisar casi toda la palabrería alucinada de su personaje. Peor aún fue lo de Brando, que cobraría tres millones por tres semanas de trabajo. Una leyenda que llegó pasado de peso, avergonzado y sin querer aparecer obeso. Como era de esperar, no solo no se sabía su diálogo sino que no se había leído ‘El corazón de las tinieblas’, y no tenía ni idea de qué iba la película. Al final, la completa improvisación y la creación absolutamente esporádica de Kurtz por parte de Brando acabó siendo el final ideal que Coppola no consiguía encontrar frente a la máquina de escribir.

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Un reparto genial

Donald-Trump-Veteranos-guerra-Apocalypse-Now
Lionsgate

En ese mismo documento imperdible, vemos como Coppola afirma que no puede poner a Hooper y Brando juntos en una escena porque “bastante tiene con dirigir al loco de Dennis como para juntarlo con el otro”. Sin embargo, por muchas pesadillas que le diesen al cineasta, hoy disfrutamos de uno de los repartos más increíbles de la historia del cine. No sabemos si Keitel hubiera mejorada la fragilidad interna de Sheen, pero no podemos imaginarnos la película sin su rostro ensimismado, siempre con una mirada que camina entre la responsabilidad y la locura. Pero más allá del debut de Laurence Fishburne con 14 años o el pequeño papel de Harrison Ford, hay dos leyendas que aparecen en los créditos antes que el protagonista. Su papel es pequeño, pero su sombra es alargada.

A Robert Duvall le debemos la secuencia más célebre de la película. Su encarnación del Teniente Coronel Kilgore le valió su segunda nominación al Oscar y a nosotros el momento más terroríficamente divertido del Filme. Su forma de dirigir a la muerte a sus chicos como si fuese un entrenador universitario, su absoluta indiferencia a las bombas y su alocada afición al surf reflejaban la locura de unos oficiales que estaban igual de idos que los soldados que debían controlar. Quien sabe, en unos meses a nadie le extrañaría ver a a este Kilgore (al que le encanta el olor a Napalm) convertido en un nuevo Kurtz.

Mención aparte merece Marlon Brando. Su aspecto no era el mejor, su profesionalidad, casi inexistente, y sus exigencias de estrella tan grandes como merecidas. Es cierto que su diálogo fue improvisado e inconexo, que sus apariciones en sombra fueron forzadas por un físico no adecuado, pero ahí estaba la leyenda en pantalla. Solo Brando y su descomunal presencia escénica podía justificar la alargada sombra mítica de su personaje, que tarda en aparecer más de dos horas de película. Al final, esas líneas de diálogo que divagan de un punto a otro y esa oscuridad nos crearon el mejor Kurtz que podemos imaginar.

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La locura de montajes

On the set of Apocalypse Now
Sunset Boulevard//Getty Images

Si la película trata de locura y el rodaje fue a la par, ‘Apocalypse Now’ no perdió su esencia ni siquiera tras acabar el rodaje. Hoy en día es difícil saber cuál es la versión de ‘Apocalypse Now’ definitiva. Tenemos, por un lado, la versión que se estrenó en cines en 1979 y con una duración de 147 minutos. Coppola, sin embargo, estrenó en 2001 la llamada versión ‘Redux’, de 196 minutos de duración. El cineasta aludió que la versión estrenada en cines había sido cortada en muchas ocasiones contra su voluntad, por exigencias comerciales. Así, se añadían esos 50 nuevos minutos, que contenían secuencias inmensas como la de la plantación francesa, la segunda escena de las conejitas de Playboy y varias escenas extra entre Kurtz y Willard. Ahora, en 2019, Coppola ha estrenado una nueva “versión definitiva”, titulada ‘Apocalypse Now: Final Cut’, de 181 minutos y que solo pierde respecto a la versión ‘Redux’ la escena de las chicas Playboy y una escena entre Kurtz y el protagonista.

¿Y si tengo que elegir? Lo asombroso de las tres es que funcionan a un nivel igual de extraordinario. Si la primera es la más rápida y ágil, la ‘Redux’ y ‘Final Cut’ nos permiten ver escenas que, si bien dilatan el viaje de los protagonistas, aumentan el sentido alucinatorio y loco del mismo. Los puristas acudirán a la versión estrenada, que siempre será la oficial para los libros de historia. Otros respetarán más las ideas del director y le harán caso, ya sea en 2001 con ‘Redux’ o ahora, con ‘Final Cut’. Si hay que elegir una, hoy, ahora, esta última es la más recomendable. Tiene todo lo de ‘Redux’ sin la gratuita escena de las conejitas y una secuencia del Coronel cuya claridad rompe con las tinieblas del resto de encuentros. Además, en honor a esta obra prodigio de la técnica cinematográfica, imagen y sonido se han depurado al más alto nivel, dejándola muy por encima de la calidad en ‘Redux’.

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Walter Murch y el sonido de la locura

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Dicen que Coppola es de esos directores que no están presentes en la sala de montaje, que solo ve la película entera y a partir de ahí índica arreglos. Así lo explicó el gran Walter Murch en su comparecencia en la ECAM el pasado 2017. Como recogió Pablo López para RevistaMutaciones en esa charla, el que fue el encargado de la edición de sonido de la película, también lo fue de montar el primer tercio. Según explica el autor de ‘En el momento del parpadeo’, Coppola creía que todo colaborador de la película se había vuelto algo loco y, como quería que la locura fuese en aumento, puso al que menos tiempo había pasado en el rodaje a editar el tercio inicial de la película. Suya fue la idea de la voz en off que recorre todo el metraje, también el uso del plano inicial, unas explosiones grabadas como imagen de recurso, para abrir la película mientras suena ‘The End’ de The Doors. Pero a Murch no solo le debemos que esa imagen inicial, acompañada del sonido de helicópteros, se una con el ventilador de la habitación del protagonista, o la secuencia del asalto de las valkirias. Murch se encargó de la postproducción sonora de toda la cinta, uno de los trabajos más aclamados de la historia porque, como indican en la citada fuente:

“Murch añadió una quinta pista de sonido (ubicada tras la pantalla) para los diálogos y, cuando Coppola le pidió que el espectador sintiera el sonido de forma visceral, una sexta pista de infrasonidos. Todo esto, tan aparentemente complejo, es el 5.1 que muchos tienen instalado en sus casas hoy en día. Creado para ‘Apocalypse Now’ por Walter Murch y sus compañeros del equipo de sonido”.

Pero la lista de genios delante y detrás de las cámaras aún tenía otro nombre que no podemos olvidar.

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Vittorio Storaro y la luz del atardecer

Apocalypse Now
Zoetrope Studios

Hace poco os contábamos como la prestigiosa asociación de directores de fotografía, American Society of Cinematographers, había elegido las películas con mejor trabajo en este departamento de la historia del cine. ‘Apocalypse Now’ fue reconocida como la tercera tras ‘Lawrence de Arabia’ y ‘Blade Runner’. El responsable de que una película de rodaje caótico, escenas improvisadas, constantes cambios y filmada en plena naturaleza tenga una de las imágenes más impresionantes de la historia del cine no es otro que el gran Vittorio Storaro. El cinematógrafo de ‘El conformista’ o ‘El último emperador’ consiguió imprimir esa capacidad para filmar siempre como si fuese la llamada hora mágica. Pero la obsesión del italiano por la iluminación del ocaso y los tonos anaranjados no tenía aquí nada de romántico atardecer. Gracias al italiano, la imagen de la verde selva filipina, del sudor y de la lluvia torrencial, parecía estar siempre a punto de arder. Fuego, explosión y Napalm por la mañana, eso contiene cada imagen de ‘Apocalypse Now’. ¿Cómo se las arregló Storaro para crear esas imágenes tan cuidadas en las condiciones más impredecibles? Necesitamos otro documental para responder a eso.

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“El horror, el horror”

matrix, el viaje de chihiro, el padrino, los siete samurais y el silencio de los corderos
Apocalypse Now

Esa palabra, repetida al menos dos veces, no falta en el documental de su rodaje ni tampoco en cualquier libro de la película que se precie. Esa acabó siendo la frase final con la que Coppola consiguió cerrar su obra. Al oírla, sentimos que el personaje parece alejarse de todo lo que le ha ocurrido, pero también que este horror le ha envuelto. Cuando las tinieblas se despejan, resulta que el corazón de la película de Coppola está lleno de horror. Tanto los que acaban muertos como vivos parecen infectados hasta el tuétano y de manera irreversible del mismo. Es gracias a él como el autor de ‘La conversación’ o ‘El padrino’ consiguió hacer la película bélica más poderosa de todos los tiempos. Una que, no lo olvidemos, parece que solo utiliza el conflicto bélico como algo circunstancial. Pero es que donde otros ven héroes, buenos contra malos, sociedades salvadas, muertes evitadas o simples barbaridades, Coppola ve el horror. De eso va en esta película la guerra, mejor dicho, el ser humano en guerra. De eso va ‘Apocalypse Now’, una película descomunal que consiguió, no mostrar, sino capturar “el horror, el horror”.

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Rafael Sánchez Casademont

Rafael es experto en cine, series y videojuegos. Lo suyo es el cine clásico y de autor, aunque no se pierda una de Marvel o el éxito del momento en Netflix por deformación profesional. También tiene su lado friki, como prueba su especialización en el anime, el k-pop y todo lo relacionado con la cultura asiática.

Por generación, a veces le toca escribir de éxitos musicales del momento, desde Bizarrap hasta Blackpink. Incluso tiene su lado erótico, pero limitado, lamentablemente, a seleccionarnos lo mejor de series y películas eróticas. Pero no se limita ahí, ya que también le gusta escribir de gastronomía, viajes, humor y memes.

Tras 5 años escribiendo en Fotogramas y Esquire lo cierto es que ya ha hecho un poco de todo, desde entrevistas a estrellas internacionales hasta presentaciones de móviles o catas de aceite, insectos y, sí, con suerte, vino. 

Se formó en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Murcia. Después siguió en la Universidad Carlos III de Madrid con un Máster en Investigación en Medios de Comunicación. Además de comenzar un doctorado sobre la representación sexual en el cine de autor (que nunca acabó), también estudió un Master en crítica de cine, tanto en la ECAM como en la Escuela de Escritores. Antes, se curtió escribiendo en el blog Cinealacarbonara, siguió en medios como Amanecemetropolis, Culturamas o Revista Magnolia, y le dedicó todos sus esfuerzos a Revista Mutaciones desde su fundación. 

Llegó a Hearst en 2018 años y logró hacerse un hueco en las redacciones de Fotogramas y Esquire, con las que sigue escribiendo de todo lo que le gusta y le mandan (a menudo coincide). Su buen o mal gusto (según se mire) le llevó también a meterse en el mundo de la gastronomía y los videojuegos. Vamos, que le gusta entretenerse.   

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