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SEVILLA - ROMA

La ‘batalla del pelo’ entre Conte y Banega: seis finales, seis anécdotas

De los paños menores de Eindhoven a la BSO del hijo de Monchi en Varsovia, el Sevilla colecciona momentos inolvidables antes de levantar sus seis Europa Leagues.

Actualizado a
Kevin Gameiro marca el 4-2 definitivo en la tanda de penaltis de Turín 2014.
TONY GENTILEREUTERS

Eindhoven 2006. Entrenando en paños menores

El Phillips Stadion de Eindhoven fue testigo de la primera de las siete finales de Europa League que acumula el Sevilla, el 10 de mayo de 2006. Una de la principales intrahistorias no llegaría durante el encuentro ante el Middlesbrough, sino en un entrenamiento de previa donde el club de Nervión pecó de novato. La UEFA prohibía ya cierto tipo de publicidad y en el seno de Sevilla nadie se había percatado de ello. “Tuvimos que entrenar en camiseta interior y las calzonas al revés”, afirma Monchi. Algo que trajo alguna discusión con el capitán de los dos primeros títulos, Javi Navarro. “Pecamos de pardillos pero no salió al final mal la cosa”. Y tanto.

Glasgow 2007. “Si te parece lo va a tirar Navas”

Palop se convirtió en el gran héroe de Glasgow 2007 al detener tres lanzamientos pericos en la tanda de penaltis ante el Espanyol, mientras surgía alguna sorpresa entre los tiradores sevillistas: para el segundo cogía el balón y lo convertía el central serbio Dragutinovic. Preguntado en zona mixta, Drago se mostró expeditivo: “Si te parece lo va a tirar Navas”. En verdad, el ahora capitán palaciego no tenía el chut (y menos con apenas 21 años) entre sus grandes fortalezas.

Turín 2014. Todos fuerte y al lado natural

En Turín 2014 llegaba la segunda y última (hasta ahora) tanda de una final, para levantar la Tercera. Beto paraba dos penaltis del Benfica, a Cardozo y Rodrigo, y en el Sevilla chutaban cuatro diestros que anotaban todos y cada uno de sus lanzamientos de una manera similar: con un disparo seco y a la derecha del portero del Benfica, un joven Jan Oblak. Bacca, M’Bia, Coke y finalmente, un Gameiro que (lesionado) había saltado al campo sólo para tirar una pena máxima convertían sus tiros chutando “fuerte y al lado natural” para un diestro, es decir, cruzado. La receta la habían dado a sus hombres Unai Emery y su segundo de aquellos tiempos, Juan Carlos Carcedo.

Varsovia 2015. El hijo de Monchi compuso la Banda Sonora

Esta final de Budapest tiene dos bandas sonoras: el ‘Aquí está la mejor banda...” que corean los Biris y un soniquete de Elegancee, ese chico que se declara ‘pianista flamenco’ y cuyas peripecias al teclado inundan las redes de los sevillistas. Ningún cántico ni canción camino de un título es más recordado que aquel “Porque yo sin ti Emery, no podría yo ser feliz, llévame a Varsovia, llévame a Tiblisi” que transportó a los nervionenses a Varsovia 2015 y luego a la Supercopa de Tiblisi, con la música de Nicky Jam y Enrique Iglesias en ‘El Perdón’. Lo que muchos no conocen, o conocían, es que la composición pertenece a Alejandro Rodríguez, que es hijo de Monchi.

Basilea 2016. St. Jakob se convirtió en Nervión

Las gradas de St. Jakob Park presentaban un claro color rojo, del Liverpool, con más de 25.000 aficionados reds contra unos 6.000 del Sevilla. Los de Emery perdían durante la primera mitad y nada hacía presagiar que lograrían darle la vuelta al marcador tras el descanso. “Dijimos que teníamos que convertir el estadio en el Sánchez-Pizjuán”, dijo Emery a sus hombres. El Sevilla remontó con un tanto de Gameiro y dos de Coke. Y al final sólo se oía al sevillismo.

Colonia 2020. Banega ganó la ‘batalla del pelo’

Éver Banega le puso ritmo a la final de Colonia 2020 ante el Inter, con la pelota y también sin ella. Capaz de imponerse al fuerte centro del campo nerazurro, el futbolista argentino desquició además al entonces entrenador interista, Antonio Conte, en dos lances que tuvieron que ver con el pelo. En el 15′, Banega le pegó un pequeño tirón: “Quería ver si era una peluca”, le soltó al técnico, que le contestó con amenazas: “Te espero más tarde, fuera”. Luego, en la recta final, Éver volvería a la carga al señalar a Conte con la mano en la cabeza, lo que acabó de desquiciarle para unos minutos finales que ya se jugaban con la ventaja definitiva para la Sexta, 2-3.