Delante de mí hay una mujer de 64 años. Divertida, que habla con ironía, verdad e inteligencia sobre todo lo que se le pregunta. Una mujer informada y comprometida, que sorprende continuamente con una sonrisa inesperada o una salida de tono irreverente. Sus palabras calan y su energía contagia. Cita a Eleanore Roosevelt y abraza la edad con honestidad y fervor. Portavoz de L’Oréal Paris, Andie MacDowell (Gaffney, Carolina del Sur, 1958) ama lo que hace y hace lo que ama. Esa ha sido su filosofía desde que comenzó en el cine. El empeño por ser ella misma y hacer lo que siempre ha querido cuando ha querido, y sin necesitar la aprobación de los demás, también. Tras el éxito de La asistenta, junto a su hija Margaret Qualley, llega con una nueva serie, The Way Home (Hallmark). Un drama multigeneracional donde interpreta a Del Landry, una abuela distanciada de su hija y su nieta.
The Way Home aborda los lazos generacionales con un toque mágico. ¿Qué es lo que más te llamó la atención?
Primero, que es un guion escrito por mujeres y una serie hecha por mujeres. Luego, mi personaje, Del, un pilar de su comunidad, el amor que tiene por sus abejas y cómo se embarca en un esclarecedor viaje, entre pasado y presente, para encontrar el camino de vuelta a su hija, con la que rompió lazos, y su nieta, que no conoce.
¿Cómo la describirías?
Me encanta interpretarla por su tristeza, su sufrimiento, su profundidad, por lo que está pasando, la pérdida que ha sentido es algo que entiendo. Está conmigo todo el tiempo. Por no tener una relación con su hija y perderse esos años con su nieta, buscó el amor en otro lado: en su vecino, su granja, su cerámica. Es muy autosuficiente e independiente.
La asistenta inició una conversación pública sobre el abuso emocional como no había ocurrido antes, y The Way Home es una historia de traumas multigeneracionales con la que todo el mundo puede identificarse. ¿Es sano hablar de estas cosas en la pantalla?
Tras el estreno de La asistenta, no sabes la cantidad de personas que se acercaban para contarme que esa también era su historia. Que habían vivido con alguien que era bipolar. Y lo mismo sucede con They Way Home. Las dinámicas de una familia, sus dramas, sus tragedias, su personalidad... influyen en ti, e incluso puedes arrastrarlas en el tiempo.
Eres portavoz de L’Oréal Paris desde hace más de 35 años y participas en Women of Worth, un programa dedicado a homenajear a mujeres extraordinarias que marcan una hermosa diferencia en sus comunidades.
Estoy muy orgullosa de formar parte de L’Oréal, de ser parte de una firma que honra a las mujeres, las eleva y transmite un mensaje fundamental: que las mujeres envejecen, y envejecer no significa perder la belleza.
Una de las bondades de hacerse mayor es...
El mito de belleza que me gustaría derribar es que hay que ser joven para ser bella. La edad no es un detrimento, y no tenemos que andar en busca de la belleza. Para mí, hacerse mayor significa aprender a vivir el momento, ser más consciente del tiempo, perdonarte a ti misma con más facilidad y perdonar a los demás, amar más profundamente, reírte más, no tomarte tan en serio, ser flexible –no sólo de cuerpo, yo hago yoga, también de mente– con tu percepción de la vida, ser curiosa y, lo más importante, tienes que estar agradecido. Se pone tanto énfasis en que la juventud es bella que, cuando te haces mayor, hay un tipo de belleza más profunda. Lo ves en el brillo de los ojos. Algo les pasa. No es una belleza frívola, es una más compleja. Hay una cita que me gusta mucho de Eleanore Roosevelt: «Las personas jóvenes bellas son accidentes de la naturaleza, sin embargo, las personas mayores bellas son obras de arte». Y así es como me siento. No es sólo mi aspecto, es todo lo que me rodea: cómo pienso, qué hago, cómo trato a la gente, las decisiones que tomo, mi entorno, mis gustos, cómo me visto... Es decir, mi esencia.
Las nuevas generaciones te adoran aún más por lucir el pelo plateado. ¿Por qué llevarlo así es al mismo tiempo un símbolo de empoderamiento?
Porque creo que les gusta la gente auténtica. Ahora me siento más real y honesta que antes. Me quiero exactamente como soy. No tengo problema con quien se tiñe el pelo, mis dos hermanas mayores lo hacen. Si lo haces, que no sea sólo porque quieras ser algo que ya no eres. También funciona bien con mi cara. No quiero que la gente piense que necesito verme más joven para tener valor o ser deseable. Todos vamos a llegar aquí. Aceptémoslo y comencemos a medir de una vez lo que decimos y lo que proyectamos.
¿Cómo cuidas tu melena?
Para mantener la textura y plateado de mis rizos uso el champú Elvive Color Vive Violeta de L’Oréal Paris.
¿Algún otro básico de belleza sin el que no puedas vivir?
Me hidrato mucho, pero mucho, mucho, con Midnight Serum y Midnight Cream, de la gama Age Perfect, y luego me aplico el delineador Infaillible 36H Micro-Fine Liner.
En una sociedad todavía muy orientada a la juventud, ¿cómo concilias cumplir años con tu vida laboral?
Hoy la gente apoya la idea de que las mujeres tenemos derecho a envejecer y a ser respaldadas, que necesitamos más líderes femeninas, más directoras y más equipos. Ahora es cuando se reconoce que había un problema, lo que no quiere decir que se haya resuelto. Nos hemos creído la idea de que los hombres pueden envejecer, pero las mujeres no. Y no tenemos elección. Es la triste verdad. Aunque ya se acepta la diversidad de la belleza, durante demasiado tiempo han intentado encasillarnos: quiénes son las mujeres, qué necesitan ser y quiénes deben ser, todo como una imposición. ¿Sabes lo que se dice? Que nuestro mejor momento es a los 29. Y yo creía que era a los 40. Salir de esta rueda era proclamar que estoy a gusto con mi edad, que defiendo que puedo ser y hacerme mayor, y que todavía me vean vital, guapa, sexy... Envejecer es algo que tienes que decidir si te gusta o no. Realmente es una elección, porque no se puede evitar el desgaste. De niña me pasaba horas observando a mujeres mayores por la calle y admirando su porte, su autoestima, sus experiencias vitales impresas en el rostro. Me entristece que marginemos a los mayores. Insisto, no me asusta envejecer. Me preocupa más tener buena salud.
¿Cómo te ha ayudado a lo largo de tu vida el admirable mantra Porque yo lo valgo?
Es un lema precioso que inspira dignidad y valor. Es algo que tenemos que decirnos a nosotras mismas todos los días. Tenemos que quitarnos presión. Nuestro valor viene claramente de nuestro interior y procede de nosotras como seres únicos. Nosotras lo valemos. Conecto con la gente por quién y cómo soy, y eso es suficiente.
¿De dónde viene tu autoestima?
De la gente que me rodea y pone en alza mi valor. Mis hijos me ayudan mucho cuando dudo de mí misma, son mis mejores aliados. Mi proceso hacia delante viene de mi insistencia en comenzar cada día estando segura de quién soy y de cuál es mi lugar en el mundo. Todas las mañanas procuro detenerme un instante para dar las gracias, meditar o instalarme en esa conciencia de gratitud. Deberíamos reconocer cuando somos felices, cuando las cosas van bien, porque este estado no va a durar siempre. Y tenemos que apreciarlo.
L’Oréal Paris siempre acompaña a las mujeres en su camino para vivir según sus propias reglas y deseos con confianza. Ahora ha iniciado un nuevo movimiento, Stand Up, contra el acoso callejero, para que luchemos juntos contra él. ¿Qué importancia tienen proyectos así?
Yo crecí en el sur de Estados Unidos, donde a las niñas se les enseñaba a ser amables y a tener buenos modales con todo el mundo. Ahora, por fin, estamos reconociendo que eso no es lo más importante. Más bien que sean capaces de establecer sus propios límites, juzgar por sí mismas, defenderse y ser educadas con quien quieran. Hace poco leí algo así en redes sociales y se lo mandé a mis hijas, porque las crié de una forma anticuada. Y estos proyectos, que involucran a la sociedad, son necesarios en mayúsculas. Hace tiempo me pasó una situación desagradable con una de mis hijas por la calle, y ninguna supimos reaccionar. Y sé que el problema no es nuestro, no es de las mujeres.
¿Por qué otras cosas merece la pena luchar hoy en día?
Me encanta lo que Jane (Fonda) está haciendo con el cambio climático. Me gustaría participar más y aprender de ella. Respeto mucho lo que hace y las decisiones que toma. Me preocupa la protección de los espacios abiertos, de la vida salvaje, el agua dulce, el aire limpio... para las futuras generaciones. Por eso trabajo con diferentes organizaciones que apoyan nuestros bosques nacionales, soy parte de la junta de National Forest Foundation.
¿Qué diferencias ves entre tu generación y la de tus hijas?
¡Muchas! Creo que una de las cosas más potentes que puedes hacer por otra persona y por la próxima generación es ver su poder, empujarles a ir más allá, estar ahí para ellos, y darles las gracias. Las gracias por estar en este mundo y marcar la diferencia, ampliar la mirada y zarandear las cosas. Las gracias por no tolerar que seamos menos que los demás o que desempeñemos un papel que no nos corresponde. Las gracias por animarme a ser todo lo que puedo ser a mi edad y en esta etapa de mi vida. Las gracias porque nadie se conforme con menos.
¿Cuándo eres más feliz?
Cuando estoy en la naturaleza con mis hijos, de senderismo en Montana. Qué relajante es para el alma mirar cómo la luz se cuela entre las ramas, escuchar el trino de los pájaros o el caudal de un río. Ser consciente de todo lo que me rodea en ese momento. Me equilibra meditar mientras camino. Todos tenemos acceso a esta magia. Y es gratis.
Dentro de poco es tu cumpleaños, ¿qué le pides a los 65?
Seguir sintiéndome cómoda con mi edad, no tener que fingir lo que no soy. Estoy en un momento divertido de mi vida. Sigo trabajando mucho en las amistades. Las considero vitales. Y quiero a mis hijos de una manera más profunda. Sigo soñando con papeles que quiero interpretar. Me encanta la vida y creo que ella también me ama.
