Joe Wright consigue sorprender con esta adaptación (y ya van siete) del libro de León Tolstói. El truco es contar la historia mediante una narración teatral y en constante cambio.
El decorado único
“Esperas ser un personaje en concreto y descubres que en realidad eres otro”. Esto dice Joe Wright sobre su experiencia leyendo la novela de Tolstói. Anna Karenina es una poderosa historia de amor que nunca dejará de ser actual porque aunque hoy el adulterio está socialmente aceptado, no paramos de hacer bromas sobre ello, todos y cada uno de nosotros seguimos enfrentándonos a muros y reglas sociales, y nos duele que piensen mal de nosotros. El miedo al rechazo nunca pasa de moda. Pero el amor es más fuerte, eso cuenta Tolstói en su novela mil veces adaptada. Pero toda esas reglas establecidas en la Rusia zarista nunca se habían contado como lo hace Wright en esta adaptación.
Primero eligió a un guionista solvente y consagrado. Su nombre es Tom Stoppard el tipo oscarizado por Shakespeare in love. Y luego con el libreto en sus manos Wright tuvo la idea de enfocar la historia desde un prisma más teatral. Tom no estuvo seguro en un principio pero tras ver los diseños del director no pudo decir que no.
El filme comienza con la cámara acercándose a un escenario, Matthew Macfadyen se está afeitando. El hombre infiel ejerce sus pecados entre bambalinas mientras el escenario del teatro cambia mostrando distintos lugares, interiores y exteriores. Las coreografías acompañan a todo este original entramado escénico en el que los personajes salen, entran, van y vienen. El gusto visual de Wright es exquisito y su dominio del espacio es casi perfecto. Quizá se quiere demsiado a sí mismo y abusa de este hallazgo, como si inventara algo, durante los primeros minutos pero a medida que avanza la película se sosiega y por tanto, se disfruta más.
Personajes grises
Se supone que los personajes y sus vidas llenas de deseo, angustia y pasión deben golpearte el alma y es ahí donde Wright yerra. ¿Es la elección de los actores, el descuido del director -tan obsesionado con la estética del filme- o simplemente un guión exiguo?
En cualquier caso Ana Karenina debe ser una mujer llena de sexualidad, voluptuosa, sexy, misteriosa y ardiente… Keira Knightley no lo es. Su extrema delgadez hace que el público ponga el gesto de disgusto en varias escenas, pero además de las claras diferencias físicas de la actriz con su personaje, es imposible admirar a una mujer con tantos gestos tan irritantes. Su amor irracional y desesperado es representado por Aaron Taylor-Johnson que hace lo que puede con un personaje que se le queda demasiado grande. Jude Law está hermético y así todos o casi todas las marionetas de esta tragedia.
El talento de Wright
Pero a pesar de todo Anna Karenina guarda dos escenas por las que merece la pena meterse en el cine. Una es el baile donde Karenina y Vronsky bailan por primera vez. La escena está rodada con un pulso enmudecedor. La otra es la carrera de caballos, tensa y espectacular.
Frases destacadas de Anna Karenina
Anna Karenina: “Tenía 18 años cuando me casé, pero no fue amor”.
Vronsky: “No puede haber paz para nosotros, solo miseria y la felicidad más grande”.
Karenin: “Sería un pecado ayudarte a que te destruyas”.
Anna Karenina: “Entonces esto es amor”.
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