Aunque parezca un contrasentido, Amparo Soler Leal es una actriz desaprovechada. Cierto que su filmografía es extensa, desde el gran éxito de La gran familia’ (Fernando Palacios, 1962) a sus intervenciones con Buñuel (‘El discreto encanto de la burguesía’, 1972) a Berlanga, pasando por sus dramáticas encarnaciones en El bosque del lobo'(Pedro Olea, 1970), ‘Mi hija Hildegart (Fernando Fernán-Gómez, 1977), 'Vamonos, Bárbara (Cecilia Bartolomé, 1978), ‘El crimen de Cuenca(Pilar Miró, 1981), ‘Bearn’ (Jaime Chávarri, 1983) o ‘Las bicicletas son para el verano (Chávarri, 1984), por citar solo algunos de sus títulos más famosos. Pero Amparo Soler Leal no ha tenido la misma oportunidad para desarrollar en el cine la extraordinaria vis cómica que mostró en ‘Usted puede ser un asesino (1961), ‘Las que tienen que Servir(1967), ambas de José María Forqué, la saga de los Leguineche de Berlanga, o en ‘¿Qué he hecho yo para merecer esto?’ (1984), de Almodóvar, entre otras. El inteligente sentido del humor que practica en intimidad, su facilidad para la caricatura y la retranca, no han sido explotados por el cine con la frecuencia que muchos desearíamos. Reiteradamente vinculada a cometidos dramáticos, es una actriz versátil, capaz de adaptarse con sabiduría a los más opuestos extremos.

De casta le viene al galgo. Hija de Milagros Leal, actriz que alternó con generosidad el cine con el teatro, y de Salvador Soler Mari, que tuvo una carrera breve en el cine (coincidiendo, en 1962, con su hija en ‘El grano de Mostaza’, de Sáenz de Heredia) pero intensa en el teatro, especialmente durante la República, cuando dirigió el teatro municipal de Valencia, por lo que luego sería perseguido (escribió incluso un tratado sobre el arte escénico), Amparito Soler Leal subió por primera vez a un escenario a los 13 años y, desde entonces, no ha dejado de interpretar personajes clásicos o modernos (obtuvo el premio Nacional de Teatro en 195g), de los que, entre otros, se recuerda su versión de 'La Celestina', que previamente su madre había transformado en éxito de leyenda. Por si fuera poco, Amparo se casó con Adolfo Marsillach, con quien formó compañía propia (Bobosse, por ejemplo, fue todo éxito en el Windsor de Barcelona), destacando más tarde en 'Ondina', '¡Ay, infeliz la que nace hermosa!'. 'El zoo de cristal', 'La señorita Julia'... por las que fue repetidas veces premiada.

Ninguno de esos éxitos la ha transformado en estrella, al menos tal como ahora se entiende el término, Amparo Soler Leal es de esa raza de buenas actrices que no prolongan sus apariciones públicas más allá del trabajo. Su segundo matrimonio con el productor Alfredo Matas, de quien enviudó en 1996. Amparo Soler Leal ama su trabajo más allá de las tablas y las pantallas y, sobre todo, de las fotos de prensa y los cotilleos. Una actriz auténtica, una actriz completa.