Ambulance: Plan de huida (2022), de Michael Bay

Tras rodar 6 en la sombra el director Michael Bay sigue demostrando con Ambulance: Plan de huida que hay vida después de Transformers, la franquicia que ha estado a punto de arruinar su carrera, pues durante diez años el cineasta parecía incapaz de poder salir de ese laberinto alienígena. Lo hizo en 2016, antes de la última entrega, con 13 horas, los soldados secretos de Bengasi, un estupendo film de acción bélica que confirmaba que Bay podía ofrecer mucho más que agotadoras peleas de monstruos de metal. Ahora ofrece otra película de acción imparable, que en realidad es un remake de un film danés dirigido en 2005 por Laurits Munch-Petersen.

Los Ángeles. Aunque Will es de raza negra y Danny de raza blanca, ambos se criaron juntos en la misma familia y siempre se han considerado hermanos. Pese a que sus vidas han ido por distintos caminos ahora la delicada situación de Will volverá a unirles. Casado y con un hijo pequeño, Will –ex marine condecorado– sólo recibe negativas del seguro médico para hacerse cargo del tratamiento de su mujer enferma. Desesperado, accederá a tomar parte en el plan de Danny para robar un banco. Las cosas saldrán mal y se verán forzados a huir en una ambulancia, junto a una sanitaria y un policía malherido.

Si algo sabe Michael Bay es crear productos adrenalíticos y que no dan respiro al espectador. No hay que ser un lince para darse cuenta de que Ambulance: Plan de huida es una película de ese estilo. La mayor parte del metraje consiste en una persecución vertiginosa por las calles de Los Angeles, mientras la situación dentro de la ambulancia es completamente desquiciada y un ejército de coches, helicópteros les comen terreno, chocan y explotan. Resulta interesante la premisa de que haya que salvar al agente herido a toda costa, pues la primera regla en Los Ángeles es que si matas a un policía eres hombre muerto. Eso lo saben en la ambulancia, por lo que se traslada así el dramatismo a dos escenarios muy distintos: lo que ocurre fuera del vehículo, balas, golpes, persecuciones, y lo que sucede dentro, con algún pasaje tan excesivo como el de la operación quirúrgica en el abdomen, imágenes no aptas para aprensivos. Por supuesto, también se muestran los diferentes caracteres de los hermanos, donde el espectador observa y juzga con los mismos ojos de la sanitaria Cam Thompson, quien sacará sus propias conclusiones cuando todo se desmadre.

Ambulance: Plan de huida se deja ver, pero tampoco es memorable. Tiene que ver sobre todo con que hay mínimo espacio en la trama para lo que no sea acción pura y dura, de modo que en el fondo sufrimos poco por los personajes. Lógicamente se busca cierta afinidad con los delincuentes al componer al jefe de policía como un chulo de tres al cuarto y al llevar el drama hacia el futuro de la familia de Will y las peliagudas decisiones de la sanitaria. A este respecto, sirve la historia de Cam para aportar también la idea de que detrás de cualquier trabajo hay personas, historias, situaciones muchas veces injustas y complicadas. No se trata tan sólo por tanto de trabajar bien, sino de ser buenas personas en el trabajo, acompañar, querer, ponerse en el lugar del otro.

Estamos ante una producción de gran presupuesto y visualmente lo más llamativo es la pericia que hay detrás del montaje de la película, plagada de tomas aéreas, de planos rodados a gran velocidad, de los múltiples escenarios, incluido el espacio cerrado del vehículo. Bay imprime un ritmo frenético a todo, también con una enardecida banda sonora, basal y potente. Entre el reparto la estrella más conocida es Jake Gyllenhaal, quien da vida a Danny, un personaje quizá demasiado sobreactuado, aunque funcione medianamente. En el papel de Will resulta más comedido y veraz Yahya Abdul-Mateen II –suponemos que en algún momento este actor se cambiará el nombre– mientras que Eiza González está bastante convincente como Cam.