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El reino de Amón

Amón es uno de los pueblos contemporáneos a Israel en el periodo bíblico, incluso su origen, según el libro de Génesis, lo emparenta al pueblo hebreo a través de la familia de Abraham. Se ubicó al este del río Jordán, fijando su capital en Rabat-Amón (actual Ammán, capital de Jordania). Este reino proporciona referencias arqueológicas que ilustran y confirman el trasfondo histórico de la narración bíblica.

06 DE SEPTIEMBRE DE 2008 · 22:00

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Hasta los años 30 del siglo pasado, teníamos muy poca información de los estados transjordanos en la Edad del Hierro. Fue en esta década cuando, el rabino americano Nelson Glueck, inició estudios de superficie en el territorio Jordano, identificando lugares mencionados en la Biblia. A partir de entonces las diferentes expediciones arqueológicas han ido sacando a la luz la cultura material de este pueblo. En principio, los hallazgos realizados estaban entorno a Rabat-Amón, como la inscripción descubierta en la ciudadela de Ammán, realizada sobre piedra caliza blanca, y aunque está incompleta, parece ser la dedicación de un edificio templario del siglo IX aC al dios nacional de Amón, Milcom. En esta y otras inscripciones observamos que la lengua amonita es muy similar a la de sus vecinos hebreos, moabitas y fenicios, perteneciendo al tronco común cananeo. Otro hallazgo realizado entorno a Rabat-Amón, son 12 tumbas que muestran una importante riqueza, tanto por su estructura, como por el ajuar funerario, fechado entre los siglos VII y VI aC. También, en 1969 se halló en el borde de la ciudadela de Ammán, un depósito que servía para la recogida y abastecimiento de agua para la población. Datado alrededor del siglo X aC, es similar a los existentes en Palestina, con unas medidas de 6 metros de ancho, por 16,5 metros de largo y unos 7 metros de alto. Según algunos autores como Timothy P. Harrison podría ser el suministro de agua mencionado en la Biblia, en el libro 2º de Samuel 12:27, donde el general del rey David, Joab, le informaba de haber capturado la ciudadela que protegía el abastecimiento de agua de la ciudad, durante la conquista de Rabat-Amón. Las relaciones entre los israelitas y los amonitas están inmersas en continuas disputas territoriales a lo largo de la historia, según nos muestra el texto bíblico. Su enemistad se inició cuando, tratando Israel de entrar en Palestina, los reyes de Amón y Moab temiendo al nuevo pueblo que se instalaba en sus alrededores, convinieron en maldecirlo a través del profeta Balaam, del que, curiosamente, se localizó en Deir Alla, una inscripción del siglo VIII aC con referencia a este enigmático personaje (puede ver aquí el artículo completo sobre Balaam).
 
Actualmente conocemos el nombre de 10 reyes amonitas. Uno de ellos es Yarah-azar, del que se encontró una pequeña estatua en la ciudadela de Ammán. En su pedestal una inscripción indica su nombre, el de su padre Zakir y el de su abuelo Shanib. Este último es muy probable que sea el nombrado por el rey asirio Tiglat-Pileser III en sus anales bajo el nombre de Sanipu, junto con el rey de Judá, Acaz. La crónica muestra una lista de reyes que le pagan tributo (ANET 282 J.B. Pritchard: “Recibí tributo de... Sanipu de Bit-Ammón, Salamanu de Moab, ... Mitinti de Ascalón, Acaz de Judá...”). Durante el imperio Neoasirio, el reino de Amón conservó su independencia y a pesar del tributo que debía pagar se constata un crecimiento en sus ciudades, sus recursos, en la cerámica importada, en edificios monumentales con influencia asiria, etc, motivado principalmente por la importancia que adquirió la ruta comercial desde Arabia a través de Ammán hasta el norte de Siria. La administración Asíria nos ha proporcionado documentos con referencias a reyes amonitas que son nombrados junto a reyes de Israel y de Judá, en consonancia con el marco histórico que la Biblia describe de estos pueblos. Entre ellos están: - El rey Baasa de Amón. Este soberano es nombrado junto al rey Acab de Israel en la estela de Salmanasar III. En ella el monarca asirio se atribuye la victoria sobre una coalición de 12 reyes. (ANET 278-9 J.B. Pritchard “...incendié QarQar,… 2.000 carros, 10.000 soldados de Acab del país de Israel... [...]soldados de Ba´sa hijo de Ruhubu del pais de Amón...”) - El rey Puduilu de Amón, es nombrado por el monarca asirio Senaquerib en sus anales en relación al tributo que le debía pagar. En estas crónicas también viene descrito el asedio al que sometió a Jerusalén y a su rey Ezequías, cuando éste se reveló contra Asíria. (J. Briend “... le impuse anualmente sin interrupción el tributo... Puduilu el amonita... En cuanto a Ezequías el judeo, que no se había sometido a mi yugo... a él le encerré en el interior de Jerusalén...”)
- Con el nombre de Aminadab se conoce a varios reyes amonitas. En 1972 se localizó una botella de bronce en Tel Siran. Es de 10 centímetros de alta y contiene una inscripción cuya traducción por Proel dice: “Las obras de Aminadab, rey de los amonitas, hijo de Hissil´el rey de los amonitas, hijo de Aminadab rey de los amonitas”). La datación de la botella es anterior a un documento asirio del rey Asurbanipal, que alude a un rey amonita con este mismo nombre, posible sucesor de éste. El documento informa del apoyo logístico que le dieron los estados vasallos en la campaña militar realizada en Egipto. En el texto se menciona al rey Amonita junto al de Judá, Manases. (J. Briend “... me encaminé al país de Egipto... en el curso de mi campaña trajeron ante mí su importante presente... Ba´alu rey de Tiro, Manases rey de Judá... Aminadbi rey de Bet-Ammón...”) El territorio que ocupó Amón no fue siempre el mismo, pues según indican las excavaciones en Tel Umeiri y Hesban (Abel-queramim y Hesbón bíblico), entre finales del siglo VII y durante el siglo VI aC, hubo una expansión del reino amonita hacia el sur. En estos yacimientos se han localizado construcciones, cerámicas, sellos e inscripciones que identifican estas ciudades como amonitas. Uno de estos materiales es un sello de clara influencia egipcia, con nombres que aparecen en la Biblia. Encontrado en una bullae de arcilla, por Lloyd Willis en 1984, perteneció a un alto cargo del gobierno amonita, y su inscripción dice: “Perteneciente a Milcom´ur, sirviente de Baalyasha”. Contiene la expresión usual en los sellos oficiales de la época. En él se aprecia el nombre del dignatario derivado de su dios Milcom y de su rey Baalís. Ambos nombres registrados en el libro del profeta Jeremías 49:3 y 40:14 respectivamente.
 
Según el texto de Jeremías, el rey amonita Baalís participó en la conspiración contra el gobernador de Judá, Guedalías, elegido por la administración de Babilonia para regir al resto de la población que permaneció en Judea después de la destrucción de Jerusalén en el año 586 aC. Posiblemente Baalís intentaba con ello evitar la reconstrucción de su histórico enemigo. Terminamos indicando que las referencias al pueblo amonita se extendió a través del periodo persa, como observamos entre otros, por el hallazgo en 1989 del sello de Shuba, funcionario de la provincia persa de Amón. Igualmente en este periodo la Biblia muestra la oposición de un funcionario amonita llamado Tobías, a la reconstrucción de Jerusalén por Nehemías y del que se ha hallado la tumba familiar. También en tiempos de Judas Macabeos, los textos hebreos describen los enfrentamientos judíos, contra las tropas amonitas al mando de Timoteo (1 Macabeos 5:6). Y por último, noticias de este pueblo las tenemos de Justino Mártir en el siglo II de nuestra era, en su obra Diálogo con Trypo (p119).

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