Actualmente está totalmente integrado en el canon del corpus creativo de Bunbury, pero en 1997, el debut en solitario de Enrique Bunbury hizo que más de uno, injustamente, se rasgara las vestiduras.
Han pasado 27 años (sí, la maldita cifra del rock) desde entonces, y se acaba de reeditar por primera vez de forma autónoma en doble vinilo, con carpeta abierta y un cedé añadido. Cuanto más ha transcurrido el tiempo, más se ha visto que Radical Sonora tenía de radical el planteamiento de producción electrónica tan en boga por Bowie, U2 o Depeche Mode en esos tiempos, pero que a nivel de fraseos, estructuras melódicas y letras, era una evolución del artista que grabó Avalancha como cénit de su carrera con Héroes del Silencio.
Si en el zeitgeist de la época sonaba bien, revisitarlo de nuevo hace que escuchemos casi con nuevos oídos lo que planteaba entonces Bunbury. Las canciones continúan imponiéndose como grandes composiciones. El brioso inicio con ‘Big-Bang’, la sinuosa ‘Encadenados’, los singles perfectos con ‘Salomé’, ‘Alicia (Expulsada en el país de las maravillas)’ y ‘Planeta Sur’. La producción a pesar de ser de ser de época, suena igual de bien que si escucháramos el POP de U2 o el Outside. de Bowie. Y eso, en mi caso, sólo es sinónimo de calidad. Hubo también gente que no entendió POP de U2, lanzado el mismo año, pero para mí fue el perfecto final de la trilogía electrónica de los irlandeses.
Aparte de Bowie, U2 y Depeche Mode también hay cadencias más industriales en el estilo Nine Inch Nails, o trip hop como Massive Attack. La base rítmica con Ramón Gacias y Del Moran funciona a plena máquina, Boguslavsky se libra de toda atadura y brilla con unas guitarras etéreas e imaginativas. Las programaciones por parte de los ingenieros que trabajaron en el disco son superlativas, y Phil Manzanera se adapta perfectamente al tipo de producción que Bunbury quería en ese momento. Incluso el álbum tiene ciertas pinceladas de música marroquí. Fue y sigue siendo una gran ópera prima.
IGNACIO REYO
