«24 Siete», una mirada al acogimiento familiar especializado y a las «armaduras» emocionales | Euskal Herria | Naiz
Ainara Lertxundi
GARAren edizio taldeko kidea / Miembro del equipo de edición de GARA

«24 Siete», una mirada al acogimiento familiar especializado y a las «armaduras» emocionales

A pocos kilómetros del glamour de la alfombra roja de Zinemaldia, en la misma Donostia, se presentó en el Aquarium el cortometraje ‘24 Siete’ sobre el acogimiento familiar especializado. En el auditorio, familias y menores de acogida y emociones a flor de piel para desarmar «armaduras».

De izquierda a derecha, los actores Raúl Fernández, Ramón Barea y Manuela Velasco junto al director del cortometraje «24 Siete», Santiago Requejo, en la presentación de este trabajo el jueves en el Aquarium donostiarra.
De izquierda a derecha, los actores Raúl Fernández, Ramón Barea y Manuela Velasco junto al director del cortometraje «24 Siete», Santiago Requejo, en la presentación de este trabajo el jueves en el Aquarium donostiarra. (Jagoba MANTEROLA | FOKU)

Maite, interpretada por la actriz Manuela Velasco, es sicóloga en un instituto. Un día, en un tablón de anuncios lee que se buscan familias de acogida especializadas. No lo duda. Tras consultarlo con su marido, decide acoger a Richi, un adolescente con muchas «armaduras» emocionales. No será un camino fácil. Ni estará exento de cuestionamientos críticos y prejuicios como los del padre de Maite, encarnado por Ramón Barea.

Este es el guion del cortometraje de ficción ‘24 Siete’, dirigido por Santiago Requejo y candidato en esta categoría a los Premios Goya 2024. El miércoles se presentó en el auditorio del Aquarium donostiarra con presencia de familias y menores de acogida, instituciones, deportistas como Andoni Zubizarreta, Peio Bilbao, el presidente de Donostiarra, Alberto López, y la capitana del Bera Bera Alba Menéndez, y parte el equipo de este emotivo trabajo audiovisual, que busca dar voz a estos niños y adolescentes, que presentan problemas de conducta, de adaptación, de salud mental o de desregulación emocional a consecuencia de un sufrimiento de larga duración no gestionado ni reparado.

Esta modalidad de acogimiento se implantó por primera vez en Gipuzkoa en 2007. Requiere que al menos uno de los miembros de la familia tenga formación específica en el ámbito sanitario, socio-comunitario o socioeducativo y contar con más de dos años de experiencia laboral relacionada con la infancia y la adolescencia con la finalidad de «ayudarles a reconstruir su historia de vida dando sentido a su pasado, creando vínculos positivos en el presente y una oportunidad para el futuro».

Ahora, con fondos europeos Next-Generation, el programa Redes AFE –Acogimiento Familiar Especializado– quiere extenderlo a Bizkaia y Araba, a Nafarroa, así como a Catalunya y a la Comunidad de Madrid.

La campaña «Lazos solidarios 24 Siete» busca precisamente «visibilizar las vivencias traumáticas» de estos menores. Muchos de ellos «esperan en pisos de acogida a que una familia con formación y experiencia les acoja y repare sus traumas».

«Hola mamá. Hace unos días cumplí siete años con mi familia de acogida»

Durante el acto, diferentes representantes y madres de acogida leyeron testimonios de menores acogidos como el que NAIZ reproduce a continuación:

«Hola mamá. Hace unos días cumplí siete años con mi familia de acogida y también siete años sin tenerte a mi lado. Hace unos meses te presentaste en el instituto. Me sacaron de clase corriendo y me dieron la noticia de que habías vuelto. Me tuve que ir del instituto para no verte. Créeme, no es fácil para mí verte y decirte todo lo que de verdad hubiera querido decirte. Es difícil verte y no llorar. No por el simple hecho de que me hiciste daño. Es porque te necesitaba y no venías.

Hoy soñé contigo. Que venías a verme bailar y me dabas un abrazo. Hoy estoy triste porque no te tengo a mi lado y cada día sueño y pido cada cumpleaños verte y estar las 24 horas contigo. Y llenarte de historias que me han pasado, pero no se cumple. Y espero. Ojalá vengas y me des un abrazo. Y espero. Y si hace falta esperará mucho más. Pero, por favor, no tardes. Porque voy por la calle y escucho a niñas decir ‘te quiero mamá’. Y yo, si eso puedo decir, porque no estás aquí.



Es difícil mirarte a los ojos y ver tu dolor. Pero aún así te quiero. A pesar de todo lo que me has hecho, te quiero. Hay días en los que pienso en los buenos momentos contigo, aunque no tengo muchos. Y otros días cosas malas. Pero te quiero y te lo repetiré las veces que haga falta para que te lo creas. Sé que tú tampoco has estado bien estos años, pero ni yo, ni mis padres de acogida, tienen la culpa.

Yo no tengo por qué cargar con la culpa. Cuando tenga la suficiente madurez, te apoyaré y te ayudaré, pero estoy recuperándome».

«Armaduras» detrás de la cuales «hay mucha soledad», tal y como subrayaron distintas voces en el evento: «Soledad, cuando tu familia de origen no te atendía ni miraba. Y cuando esto continuó y se te incorporó a un centro de acogida. Pero, por suerte, las armaduras no son de hierro, son armaduras emocionales», manifestó Nekane Zabaleta, técnico superior en acogimiento especializado de la Diputación de Gipuzkoa.

¿Cómo se crea una armadura? ¿Para qué sirven?

El testimonio de «Lebron James» puso en palabras el alcance de estas armaduras. «Son puramente defensivas. Te defienden de ataques. Oculta tu persona. Pero tienen doble filo. Una armadura puede ser efectiva un día, dos y hasta tres. Pero se vuelve repetitivo. Pueden estar construidas a base de ira, orgullo o muchas emociones. Las armaduras te protegen a corto plazo.

Yo construí la mía para no sentirme solo y, poco a poco, entendí que no estoy solo. Que tengo a personas que me quieren a su lado. Todos podemos construir una armadura fácilmente, pero romperla y ser tú mismo es lo complicado. Muchas veces decir cómo te sientes es mucho más efectivo que guardar y acumular».

¿Cómo se sale de ellas?

Cada paso es «un gran avance», como, por ejemplo, poner «primero en imágenes, luego en ideas y si hay suerte en palabras todo eso que sienten. Aprender a conocerse, a aceptarse, a aceptar lo bueno y lo malo».

Manuela Velasco:  «La carpeta de dibujos que nos llevamos es un gran tesoro»

El personaje de Maite en ‘24 Siete’ usa una botella como termómetro del nerviosismo. Cuando Richi llega a su vida se la regala, «ahora es tuya», le dice. Una herramienta tan simple como útil.

«¡Cuánto facilita las cosas una botella! Porque a veces es muy difícil reconocer y verbalizar que estás mal. Pero a través de esa botella le están dando el espacio que necesita a esa persona. No te estoy pidiendo que me los expliques, simplemente, que expreses cómo te encuentras para yo también darte tu espacio. Con esa botella hay un trabajo de escucha, de respeto, de dar el espacio, de ir encontrando el modo de crear el vínculo sin ser invasivo. No puedes atosigarles ni avasallarles», explica en entrevista a NAIZ la actriz Manuela Velasco tras a la proyección y lectura de los testimonios.

A modo de detalle, recuerda que cuando le presentaron a la madre de acogida sobre la cual basó parte de la construcción del personaje le advirtieron que no podía abrazar o tocar al menor.

«No sabes qué relación tiene ese niño con el cuerpo y con el contacto. Hoy –por ayer– lo he vuelto a ver un año después y he sentido tanta emoción que le he dado un abrazo. Conforme se lo estaba dando, me he apartado y le he pedido perdón. Me ha dicho, ‘no, no, abrázame. Estoy bien. En un año he avanzado mucho’. Impresionante».

Otra técnica para deshacer esas armaduras es el arte. De hechos, los dibujos que aparecen en el cortometraje son reales, pertenecen a menores acogidos.

«Cuando tocaba un dibujo, no era uno hecho para el cortometraje. Es un dibujo real de un niño que a mí me ha contado qué significa. Para nosotros, la carpeta de dibujos que nos llevamos era un gran tesoro que queríamos cuidar y honrarlo. Éramos conscientes de que esos dibujos plasmaban un pasito en la curación de la herida. Eran un primer paso para expresar su dolor», añade.

«Creo que una de las claves es que entiendan que una persona va a estar ahí incondicionalmente y que no le va a abandonar. Ese ‘yo no te voy a abandonar’ es importantísimo», subraya Velasco.



Sobre las familias de acogida especializadas, subraya que «lo absolutamente maravilloso y asombroso de estas personas que se dedican 24 siete a este trabajo es que entienden que la vida vale igual para todos. Hay personas que han venido a esta vida en circunstancias imposibles, muy dolorosas y difíciles que van a hacer que tengan un futuro muy malo si es que lo tienen. Y son capaces de ver que todas las vidas valen lo mismo y hay que cuidarlas y se dedican a ello».

«No es un acto de generosidad, sino de responsabilidad», incide Velasco, para quien la presentación de este cortometraje, sin alfombra roja aunque coincide con la celebración de Zinemaldia, es «vida». «No te digo que no me gustaría estar presentando una película en la Sección Oficial y en una alfombra roja, pero a mí me gusta más esto. Hay pocas veces que la vida te la oportunidad de  a través de tu trabajo contar algo que es necesario ser contado y te sientes orgullosa por ello. Para mí esto es el estreno soñado».

Ramón Barea: «Entender todo eso ha sido mi viaje y el de mi personaje»

Ramón Barea encarna a Antxon, el aita de Maite, quien en un inicio se muestra reacio a la llegada de Richi a la familia.

«Creo que el papel que yo juego es el que más cerca está de ese ciudadano que no se ha planteado nunca o no conoce esta forma de acogida. Yo mismo tenía una idea confusa antes de tener contacto con las familias. ‘Hija mía, no te metas en líos; qué necesidad tienes de esto’, es lo que piensa Antxon. Bajo ese afán protector se esconde la idea de que cada cual se arregle como pueda. Mi personaje hace un recorrido de comprensión, de acabar confiando en su hija y entendiendo en qué consiste este tipo de acogida», señala a NAIZ.

«El muchacho que conocí en una de las familias con las que merendamos me sorprendió por su claridad de ideas a sus 12 o 13 años. Me contó lo que era, lo que no era –un adoptado–, lo que le pasaba en clase. Estaba con los dos hijos biológicos de la familia. Salí de ahí tocado viendo que la familia de acogida había conseguido una especie de milagro. La madre de acogida me decía que tal vez mañana o dentro de un mes todo se tambalea en un enfado terrible, que los ha tenido, y ahí es cuando hace falta una ayuda especializada, porque el simple cariño o la buena voluntad no basta. Entender todo eso ha sido mi viaje y el de mi personaje. Como dice el título, este es un trabajo las 24 horas día durante los siete días de la semana», remarca Barea.

Santiago Requejo: «Con este trabajo queríamos hacer un homenaje a todas estas familias»

Para Santiago Requejo, director del cortometraje, el acogimiento familiar especializado también era algo «totalmente ajeno y desconocido». «Lo primero que hicimos fue una charla presencial. Quedé impresionado. Teníamos muy claro que tenía que estar muy arraigado y ajustado a la realidad. Tanto los actores como yo nos adentramos en distintas familias de acogida especializadas, con las que convivimos un día entero. Los guiones nacen de la observación y lo que vi fue una familia muy acogedora y generosa. El corto puede llevar al espectador a querer saber más y a adentrarse en este fascinante mundo. El cine es un altavoz».

«Con este trabajo queríamos hacer un homenaje a todas estas familias y poner en el foco a la infancia, a esos chicos y chicas que merecen una oportunidad. A veces pensamos que con una o dos horas de sicólogo a la semana es suficiente, pero lamentablemente para muchos de ellos no es suficiente. Hay que ayudarles a coser las heridas del alma. El verbo es ‘estar siempre ahí’», afirma Requejo.