Pocos ámbitos dentro de la cultura popular-por no decir ninguno-, han dejado una colección de cadáveres exquisitos tan numerosa como el rock. Habiendo lavado un poco sus costumbres, alejándose con el paso del tiempo de la glorificación del reviente, la estadística de músicos muertos demasiado pronto fue mermando con respecto a ese pasado luctuoso que tuvo lugar en tiempos en los que los artistas, en lugar de organizar dudosos tours de despedida, se iban de golpe y de verdad sin decir siquiera adiós. Dentro de ese lote está el querido Bon Scott, quién en un día como hoy pero de 1980, se subía sin saberlo por última vez al escenario para rugir al frente de esa máquina aceitada e inoxidable de rock & roll llamada AC/DC. A continuación, los pormenores de esa postrera perfomance del legendario cantante, antes de morir a los pocos días de una manera tan trágica como absurda.

Ayer se llamaba Gaumont, hoy Mayflower: en este teatro de Southampton fue donde Bon Scott cantó por última vez.

LA ANTESALA DEL ÉXITO. 1979 fue el año en el cual la suerte empezó a sonreírles a los hermanos Young y Cía. Después de haber pegado el salto desde su Australia natal con la única intención de conquistar el mundo, el objetivo estaba cerca gracias a girar sin parar como soportes de bandas de primera línea y a la incendiaría potencia de su último trabajo hasta la fecha, el magnífico “Highway To Hell”. Con semejante bomba en forma de vinilo, la meta parecía estar ahí, al alcance de la mano: por primera vez en su carrera, la banda trepaba a los primeros puestos del ranking de Billboard y la gira de presentación del disco los tuvo como cabeza de cartel por EE.UU. y Europa, como muy bien documentó “Let There Be Rock”(1980), película que fue estrenada en cines en Argentina y que sirve como testimonio del explosivo momento que atravesaba el quinteto mostrando las incidencias del concierto que la banda diera el 9 de diciembre de 1979 en París.

Dos entradas al evento, para el «círculo» y el «círculo superior», tal la forma de la platea y del pullman

LO BUENO DURA POCO. Al tour le quedaban 21 fechas por delante (21 salvas de honor a modo de despedida, que luego replicarían los cañones de «For Those About To Rock»), las cuales incluían shows por Francia e Inglaterra. Esas presentaciones serían las últimas que contarían con su voz tan emblemática al frente del quinteto. Al contrario de lo que sucediera después del fallecimiento de Bon Scott, en los que el protagonismo escénico recaería en su totalidad sobre las menudas espaldas de Angus Young, Bon era un frontman que compartía con su compañero de banda el rol de entretener a la audiencia. Dueño de un carisma que su sucesor Brian Johnson  nunca tuvo, Scott era un gallo de riña, de aspecto pendenciero y dueño de una voz tan naturalmente estridente como carente de matices, casi una definición perfecta del sonido de AC/DC. Cantante y banda eran un maridaje perfecto, pero como suele pasar, lo bueno se termina pronto: la anécdota es que se acabó un día después de lo planeado. La fecha del domingo 27 de enero de 1980 en el teatro Gaumont, situado en la localidad portuaria inglesa de Southampton, originalmente debió llevarse a cabo el 18 de diciembre de 1979, pero el recital se canceló y fue reprogramado como cierre de la gira.

Un Bon de jeans desteñidos o blancos carga a un Angus de zapatillas escolares, pantaloncito idem y rigurosa Gibson SG en el escenario del Gaumont. Nadie imaginaba que sería la última vez

Esa fría noche dominguera (estamos hablando del invierno boreal, que en enero alcanza muy bajas temperaturas) la banda soporte fueron los noveles Diamond Head, una de las promesas de la NWOBHM que de no ser por Metallica, probablemente no hubiesen sido motivo de cita en esta reseña. Estarás preguntándote, querido/a lector/a, cuáles temas fueron los que transitaron su última vuelta por la garganta de Bon, y con razón. Pero como MADHOUSE está en todo, estamos en condiciones de contártelo: el playlist incluyó, por orden, “Live Wire”, “Shot Down in Flames”, “Hell Ain’t A Back Place to Be”, “Sin City”, “Problem Child”, “Bad Boy Boogie”, “The Jack”, “Highway to Hell”,”Girls Got Rhythm”, “High Voltage”, “Whole Lotta Rosie”, “Rocker”, “TNT” y el larguísimo y usual cierre con Angus sobre los hombros de Bon,  “Let There Be Rock”.

Terminó el show y un sonriente Bon sube al ómnibus de gira de la banda: por los guantes se nota que hacía fresquete
La última foto de la noche del 27/1 muestra a Bon ya dormido en el micro y a Angus Young charlando con una señorita

REGISTROS FINALES. Por esas ironías del destino la actuación en el Gaumont no fue registrada, pero sí se grabó la que hubiese sido la última de AC/DC con Scott como cantante… Como si se tratase de una operación mágica en busca de no perder protagonismo en la historia del grupo, el show del 25 de enero de 1980 en el Mayfair Ballroom de Newcastle -que originalmente cerraría el «Highway To Hell Tour»– sí se grabó y se convirtió gracias a ese detalle en un preciado bootleg. El setlist fue idéntico al del concierto en Southampton, y los teloneros una vez más fueron los noveles Diamond Head.

Pese a la importancia histórica que representa el pirata en cuestión, contrariamente a los que muchos piensan no se trata del último registro magnetofónico de la voz de Scott. Resulta que los muchachos de AC/DC durante su paso por Francia habían hecho buenas migas con Trust, banda de cuyas filas emergió Nicko McBrain antes de sentarse frente a la batería de Iron Maiden. También cuentan en su haber ser los autores del tema “Antisocial”, versionado por Anthrax en el álbum “State of Euphoria” (1988). A tal punto había llegado la amistad, que el grupo galo había incluído un cover del tema “Ride On” en su disco debut “Trust I” de 1979.

Para principios de 1980, tanto Bon Scott como los franceses coincidieron en Londres dedicados a sus respectivos proyectos discográficos: el vocalista empezando a componer junto a su banda el material que luego se transformaría en “Back In Black”, y Trust grabando en suelo británico “Répression”, su segundo disco. Pocos días antes de su muerte, el cantante de AC/DC los visitó en el estudio, y de una espontánea zapada surgió una nueva versión de “Ride On”, con Scott y Bernie Bonvoisin de Trust en voces. El ingeniero de sonido, presenció la escena y no dudó en registrar ese momento, sin saber la importancia histórica que tendría su accionar.

EL TRISTE Y SOLITARIO FINAL. El 18 de febrero de 1980 iba a tener a Bon Scott desarrollando la gimnasia que tanto le gustaba ejercer: salir de parranda a emborracharse con amigos hasta el amanecer. Nada nuevo dentro de la rutina del cantante. Pero el destino lamentablemente tendría otros planes. Como ladero de la caravana lo acompañaba su amigo Alisteir Kinnear, habitual compañero de juerga. Esa noche recorrieron varios pubs y clubes, siendo su última parada el Music Machine, un antro rockero nocturno (años después rebautizado como Koko, sufrió un terrible incendio en 2020) de la bohemia zona londinense de Camden, lugar del que ambos se retiraron ya entrada la madrugada.

De esas últimas horas, todo lo que se sabe es a través del relato que Kinnear hizo de lo sucedido. Según éste, Scott estaba tan borracho que a eso de las 3 AM del 19/2 decidió llevarlo en su Renault 5 hasta el nro. 67 de la Overhill Road Southwark, la casa dónde vivía el cantante. Una vez ahí, “Lo dejé en el auto y toqué el timbre. No pude despertar a Bon, así que llamé a Silver Smith (una ex novia de Bon). Ella me dijo que se desmayaba con bastante frecuencia y que era mejor dejarlo dormir”, explicó Kinnear. Fue así que reclinó el asiento del auto donde yacía su amigo, lo tapó con una manta y lo dejó durmiendo, mientras él prefirió ingresar al domicilio del cantante y acostarse.

«Cantante de rock que fue dejado en un auto ‘para que se despeje’ es hallado muerto» – más sintético imposible

Al despertar al otro día, y viendo que su compañero no daba señales de vida, bajó a buscarlo. Scott seguía dentro del auto de Kinnear, pero ya no respiraba… Una vez ingresado a el King’s College Hospital, la autopsia certificó que la muerte se había producido “por intoxicación etílica y broncoaspiración”. Dicho en cristiano, estaba inconsciente y vomitó estando acostado y boca arriba, lo que le provocó el deceso por asfixia. Hasta aquí, lo que dice la versión oficial.

En 2017, el periodista australiano Jesse Finks levantó polvareda dentro de las filas de los fans del grupo, cuando publicó el libro “Bon: The Last Highway”, en el cual sostiene que la verdadera causa de la muerte del músico fue una sobredosis de heroína. El cantante tenía un pasado marcado por consumo de drogas pesadas. En 1975, una sobredosis de esa substancia casi se lo lleva antes de tiempo. Según Finks, Scott no estaba en los mejores términos con los hermanos Young, y eso en parte se debía a una recaída en los excesos, amén de que el tal Kinnear, era un conocido dealer dentro del ambiente.

Pete Way de UFO y Bon Scott, en la que probablemente sea la última foto conocida del cantante de AC/DC. Según el famoso fotógrafo Ross Halfin, autor de la toma, la misma se realizó en el backstage del club londinense Hammersmith Odeon, un día antes de la muerte del frontman.

DE AQUÍ A LA ETERNIDAD. La verdad de los hechos no llegaremos a saberla nunca, ni tampoco qué hubiera sido de AC/DC de haber continuado con Scott al frente… ¿Cuál habría sido el resultado de lo que conocimos como “Back in Black”? ¿La banda hubiese alcanzado igual el megaestrellato de la era Brian Johnson teniendo un frontman con una imagen más chocante y con escasa tendencia a la disciplina? No podemos responder a tales preguntas, pero sí nos queda una certeza plena: esa fría madrugada de febrero, una de las voces más importantes del rock pesado hizo silencio y se convirtió en leyenda para siempre.

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