La jauría – Émile Zola

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La jauría - Émile Zola«La jauría» es la segunda de las novelas que forman el ciclo Rougon-Macquart, con el cual Zola quiso retratar la Francia del Segundo Imperio, realizando un fresco de sus costumbres y su sociedad al estilo del que Balzac realizara con su «Comedia Humana». El autor ambicionaba, además, reflejar la marca que la herencia imprime en todos los hombres, al centrar su historia en los avatares de una única familia, cuyos rasgos distintivos seguiría a través de las distintas generaciones.

Los Rougon-Macquart se caracterizan por ‘el desbordamiento de los apetitos’, aún viviendo inmersos en una sociedad febril que se abalanza sobre los placeres. Sin embargo, no son únicamente los apetitos de placer los que mueven a esta familia.

Si en «La fortuna de los Rougon», Pierre Rougon dedicó su vida entera a alcanzar una posición de poder, sin importarle los medios a usar para obtenerlo, en «La jauría» es su hijo Aristide, quien, llegado a París y mudado el apellido Rougon por el de Saccard, dedicará todos sus esfuerzos a amasar una inmensa fortuna.
La ciudad ha caído en manos de los especuladores: el Segundo Imperio quiere borrar cualquier vestigio del viejo París para levantar una nueva ciudad que sea el fiel reflejo de los nuevos tiempos, y muchos hombres se afanan en una obra que les llena los bolsillos. Pues los bolsillos tienen que estar bien llenos para rodearse del lujo más escandaloso, en una loca carrera por epatar y demostrar que la fortuna de uno es mayor que la del vecino. Pero Aristide Saccard, sin embargo, persigue el dinero, no por el lujo que pueda comprar, si no por el dinero en sí. La fiebre de los negocios le consume, el gusto por la intriga, las maquinaciones y maniobras necesarias para cerrar un trato son más importantes para él que el beneficio en sí. Entregado a la vorágine de los negocios, nada más tiene verdadera importancia para él.

Mientras tanto, su joven y bella esposa vive enferma de hastío. Rodeada de todo cuanto el dinero puede comprar, se dedica a buscar cualquier nueva experiencia que la libre del tedio que la ahoga. Después de apurados todos los placeres, encuentra uno nuevo que la sacude y la devuelve el gusto por la vida que creía perdido, cuando la íntima amistad con el hijo que su esposo tiene de un primer matrimonio de paso a una relación incestuosa.

La inclusión de esta relación incestuosa, cuyas voluptuosidades Zola relata sin entrar en consideraciones morales, y cuyos protagonistas disfrutan sin remordimiento, supuso la suspensión de la publicación de la obra, que se publicaba por entregas, por sugerencia del procurador de la República. No obstante, un mes más tarde aparecería en forma de novela, permitiendo al lector conocer el desenlace de tan truculenta historia: el marido burlado hace la vista gorda a la escandalosa situación al vislumbrar que esa actitud le puede reportar beneficios.

Y como Pierre Rougon manchó sus manos con la sangre de los republicanos muertos para llegar al poder en Plassans, así su hijo Saccard deja que el incesto que acontece bajo sus ojos manche su conciencia para obtener unos miles de escudos que sumar a su fortuna.

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1 COMENTARIO

  1. Acabo de concluir con la lectura de «La jauría» el primer tomo del ciclo de los Rougon-Macquart. Aún gustándome, creo que no supera a «La fortuna de los Rougon» salvo en la ácida y caústica crítica que vierte sobre la sociedad burguesa del Segundo Imperio.

    Mientras leía algunas frases del libro, no podía evitar reflexionar sobre la actualidad del mismo; han pasado más de ciento cincuenta años y los escenarios son distintos, pero la obra es la misma: corrupción, egoísmo, derroche, timos financieros. Lo más vil y abyecto del ser humano puesto a acuñar dinero, porque aunque parezca un contrasentido, en las sociedades con glamour, no es más rico el que más tiene sino el que más gasta (la apariencia es importantísima, los oropeles siempre encandilan las conciencias, pensemos en la reciente estafa de la firma Madoff); ¿qué decir de expresiones cómo: «¡Bah! Están acostumbrados-dijo el médico, llevándose el puro a los labios-.Son unos animales»?, refiriéndose a unos obreros que piqueta en mano favorecen, sin saberlo, una estafa que los hará millonarios, ¿no suena a actual?, ¿no es lo mismo qué se piensa en ciertos círculos capitalistas, aunque teñido, eso sí, de más refinamiento?.

    Resulta desalentador pensar que tras más de un siglo, la historia, cómo la moda, se repite inexorablemente y en el mismo sentido (desfavoreciendo a los más débiles), pero claro es normal si tenemos en cuenta el tejido social que hemos sido capaz de crear, un tejido que permite a un político afirmar, ante la pregunta de ¿qué papel cree que puede jugar la izquierda en el momento de crisis actual?: «Ninguno, yo creo en la sociedad de mercado, no milito en la Internacional Progresista de Papanatas» (el político en cuestión, deja la escena pública y se pasa a la empresa privada, nuevos proyectos están esperando con los brazos abiertos).

    En fin, pido perdón por explayarme de esta manera. El libro duro y crítico de Zola me ha llevado a este tipo de comentarios. Perdón, de nuevo.

    Cordiales saludos a los seguidores de solodelibros.

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