Crítica: Two Strangers Trying Not to Kill Each Other - Cineuropa

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CPH:DOX 2024

Crítica: Two Strangers Trying Not to Kill Each Other

por 

- El íntimo y elegante documental de Jacob Perlmutter y Manon Ouimet narra la historia de una mujer que vive a la sombra de un hombre famoso

Crítica: Two Strangers Trying Not to Kill Each Other
Joel Meyerovitz (izquierda) y Maggie Barrett en Two Strangers Trying Not to Kill Each Other

Joel Meyerovitz, oriundo del Bronx, es uno de los fotógrafos más aclamados del mundo. Su mujer, Maggie Barrett, de Cornwall, es una portentosa pintora, escritora y terapista que ha luchado toda su vida por obtener reconocimiento. Y es en este desequilibrio conyugal donde otra pareja de artistas (Jacob Perlmutter y Manon Ouimet) encontró la historia para su documental, Two Strangers Trying Not to Kill Each Other, el cual fue estrenado mundialmente en el CPH:DOX y galardonado con la Mención Especial en la competición DOX:AWARD (leer la noticia).

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El film va mucho más allá de una mujer viviendo a la sombra de un hombre famoso: va sobre amor, cuidado, identidad, creatividad, envejecer y morir. Los codirectores hacen que el espectador se sumerja gracias a moldear el decorado con el primer y principal elemento de la película: filmados desde arriba, bañados por una luz rojiza y rodeados por velas mientras están tumbados en el suelo, Joe y Maggie rememoran cómo se conocieron hace 25 años. Teniendo ahora 84 y 75 años, respectivamente, la pareja sigue muy enamorada y, si bien ambos se encuentran en plena forma, la carga de la edad es cada vez más pesada.

Tras observar varias fotos que desencadenan una serie de tiernos recuerdos sobre su recorrido vital, descubrimos que durante los últimos nueve años la pareja ha vivido en la Toscana. Joel posee un apartamento en Manhattan que, según Maggie, está encantado por el anterior matrimonio y familia de su marido. Por su parte, la tumultuosa vida de Maggie ha estado marcada por la pérdida, el rechazo, la depresión, la adicción y la lucha por la identidad.

Llegados a un cierto punto, el film nos muestra de modo anticipado lo que veremos más adelante: una escena en un edificio de Nueva York y que claramente ha sido grabada en una fase más avanzada del rodaje, en la cual Maggie reconoce notar el paso del tiempo en Joel y sentirse identificada con ello, es mostrada antes del momento clave de la narrativa. Maggie se rompe el tobillo al resbalar y caer al suelo en un pequeño pueblo toscano, convirtiendo así en cuidador a su anciano marido. Este suceso altera el ya frágil equilibrio de la relación y da a Maggie más tiempo, a la vez que apaga sus ánimos, para reflexionar sobre su vida.

Mientras se recupera la osteoporosis golpea a Maggie, con lo cual decide volver a Nueva York, donde las colinas de la Toscana no suponen un reto. Por su parte, Joel goza de su fama de nicho al dar charlas, ser reconocido por la calle y organizar una importante retrospectiva sobre su vida para el Tate. Mientras tanto, al volver al susodicho apartamento, causa de frustración y aislamiento de Maggie, encontramos a ésta sentada en el suelo, llorando sobre docenas de periódicos.

Perlmutter y Ouimet convivieron con la pareja durante todo un año, hecho que les abrió de par en par la puerta a su intimidad. Las escenas están rodadas con ojo de fotógrafo, es decir, la cámara casi siempre está fija y los dos protagonistas comparten encuadre, normalmente de modo creativo y divertido, pero muy potente en una escena clave en la que Maggie aparece en el centro de la pantalla y Joel apenas se ve reflejado en un espejo. Este intenso fragmento, que puede dar la impresión de estar complejamente construido, dispara por las nubes la carga emocional de la película.

Básicamente, estamos ante un film de estilo muy neoyorquino, ambientado por la despreocupada y seductora música de Diogo Strausz, cuyas predominantes notas de piano te colocaran justo en el corazón de Manhattan. Así es como el film recrea un desequilibrio similar al del matrimonio, aunque en este caso sirve para recordarnos que el amor todo lo puede y que el último tramo de la película pertenece a Maggie.

Two Strangers Trying Not to Kill Each Other es una coproducción de la danesa Final Cut for Real, la británica Undeniable y la estadounidense Louverture Films. Cinetic Media posee los derechos internacionales.

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(Traducción del inglés por Juan Ramón Parra)

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