William Lee: “La autonomía de la UNAM no es negociable”

William Henry Lee lleva 25 años trabajando en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Allí estudió Física en la Facultad de Ciencias, después fue director del Instituto de Astronomía durante ocho años y ahora dirige la Coordinación de la Investigación Científica. También es uno de los 10 finalistas que aspira a convertirse en el próximo rector de la máxima casa de estudios. El astrofísico de 55 años recibe a EL PAÍS en su despacho de Ciudad Universitaria. Rodeado de recuerdos, libros y documentos, el doctor Lee pide disculpas. “Por el desorden”, dice. Sin embargo, cada elemento en su escritorio parece estar en el lugar que le corresponde, pese al caos que suele reinar en la oficina de cualquier científico.

Quien gane la elección el mes que viene, tendrá que tomar las riendas de una de las universidades más prestigiosas de América Latina. En ella conviven más de 400.000 personas. En los últimos años, la UNAM ha tenido que enfrentar complicados retos en su gestión y seguridad: aumento de las denuncias por violencia de género, recortes presupuestarios, modernización de sus instalaciones y tensiones con el Gobierno de López Obrador, solo por mencionar algunos. “La universidad ha participado siempre en el desarrollo del país y creo que puede y debe seguir haciéndolo”, comenta.

Esta semana la Junta de Gobierno de la UNAM entrevistará a Lee y al resto de aspirantes, mientras sigue recibiendo cartas de apoyo y cuestionamientos de la comunidad universitaria sobre los candidatos. A principios de noviembre, tendrá lugar la elección del nuevo rector o rectora, quien tomará protesta entre el 17 y el 20 de noviembre.

Pregunta. ¿Por qué quiere ser rector de la UNAM?

Respuesta. Tengo una cierta visión de la universidad y un cierto conocimiento. Creo que es consecuente ponerlo sobre la mesa y proponerme. Estoy dispuesto y listo para ser rector.

P. ¿Cuál será de las primeras medidas que lleve a cabo?

R. Necesitamos discutir una serie de cuestiones comunitarias para hacer más diálogo y más comunidad. Hoy la universidad funciona por sus sistemas de investigación científica, de humanidades, de facultades, de escuelas y me parece que eso tiene muchas ventajas, pero también puede desconectar y desagregar la discusión en sectores. Una consecuencia de eso es que acabas duplicando esfuerzos y no hablas entre todos los sectores de manera constructiva. Hace falta más discusión entre los sectores de docencia y de investigación. Más involucramiento de la parte de investigación en la docencia y más reconocimiento del trabajo de investigación que se hace en facultades y escuelas. Hay que discutir dónde queremos estar dentro de 20 años y sentar las bases para que eso se haga de la manera más institucional.

P. ¿Qué propone para conectar la investigación, la docencia y la divulgación?

R. Para empezar, un acercamiento más directo con la comunidad estudiantil que ofrezca docencia hacia la investigación, tanto en licenciatura como en bachillerato. Cuando hablo de investigación, me refiero a la generación de conocimiento en todas las áreas, también la artística, la cultura, el desarrollo del espíritu crítico... En bachillerato es donde se desarrollan además las vocaciones, o sea, ahí se empieza a definir qué vas a hacer después. Hay otra que es conseguir recursos, porque están escaseando ahora y la universidad tiene muchas oportunidades para hacerlo. El 90% de nuestro presupuesto viene directo del subsidio federal y el 10% viene de fuentes adicionales que se compiten, de donativos, de generación de servicios...

Es obligación del gobierno federal financiar la educación superior y la investigación, pero si tenemos oportunidad de generar recursos nosotros, hay que generarlos. Parte de esto tiene que ver con convocatorias en otros sectores nacionales o internacionales a los que podemos acceder. Con un empuje institucional podríamos acceder a fondos internacionales ; fondos en Estados Unidos, Europa y Canadá; a proyectos particulares competidos o a través de la generación de iniciativas por demanda. Las colaboraciones institucionales y personales de académicos de muy alto nivel abren esas oportunidades, pero hay que impulsarlos.

P. Uno de los problemas que tiene la universidad es el recorte de las becas y apoyos a la manutención y el transporte. ¿Qué hacer ante esta situación?

R. Creo que la movilidad internacional de los estudiantes y de los académicos es fundamental para el desarrollo de la universidad. No puedes estar encasillado en una institución y pretender hacer investigación y educación de alto nivel. Tiene que haber movilidad y la restricción sobre las becas está afectando el desarrollo personal y colectivo de la comunidad estudiantil. Este año la universidad cubrió con unos 150 millones de pesos de fondos propios las becas Elisa Acuña. Por ejemplo, podemos aumentar muchísimo la generación de recursos por servicios. Somos la institución de educación superior con mayor número de procesos certificados en el mundo y tenemos más de 350 este año. Eso puede generar recursos y los excedentes se pueden dedicar por ejemplo, a cubrir las becas. Para mí esa es una prioridad.

P. ¿Cómo debe de ser la relación entre el futuro rector y el Gobierno federal?

R. Debe ser muy cercana, de colaboración, de trabajo y de respeto. El año próximo tenemos elecciones federales en México y toda la negociación presupuestal y el contexto social pues van a requerir de un trabajo muy cuidadoso, aunque la autonomía de la UNAM no es negociable.

P. ¿Qué opina de las afirmaciones del presidente López Obrador sobre que la UNAM se está “derechizando”?

R. Creo que eso es completamente falso. La universidad no hace gobierno, propone políticas públicas de desarrollo. En la universidad hay absolutamente de todo. Aquí ni se derechiza, ni se izquierdiza. Aquí se discute todo abiertamente y hay absolutamente todas las posturas políticas. Eso es un valor intrínseco para el país.

P. Doctor, hablemos del aumento de las denuncias por violencia de género en las facultades, el bachillerato y los CCH, muchos de ellos de alumnas muy jóvenes. ¿Qué propone para atender estos casos?

R. El contexto nacional es muy complicado. México tiene un problema muy serio de violencia en muchos ámbitos, incluyendo la violencia de género y esto se refleja en todos los ámbitos de la sociedad. La universidad ha tomado una serie de medidas, creado y modificado estructuras. Se creó la Coordinación para la Igualdad de Género, se reestructuró la Defensoría de los Derechos de los Universitarios, se han hecho protocolos para la atención a los casos, se han modificado varios reglamentos y ordenamientos, pero no es perfecto lo que tenemos. Creo que vale la pena hacer una revisión muy cuidadosa de cómo ha ido evolucionando lo que implementamos en ese momento, ver qué está funcionando bien, qué no y hacer una corrección y adecuaciones. El hecho de que hayan aumentado las denuncias en estos años, hasta cierto punto, me parece natural porque no había las estructuras para hacerlo ni el fomento a la cultura de la denuncia. Yo esperaría que si se hacen las cosas bien, en unos años esto baje. También esperaría que se regularice la forma en la que se atienden las denuncias y, sobre todo, que pueda disminuir la incidencia real de estos casos.

P. El 90% de los aspirantes a estudiar una licenciatura en la UNAM normalmente es rechazado, ¿qué se puede hacer ante esta cifra?

R. Me gustaría hacer una precisión. El ingreso a la licenciatura es como 60% del pase directo desde bachillerato y el 40% es de ese examen de selección que usted menciona. En los últimos ocho años, ha aumentado el número de alumnos, pero el presupuesto no ha aumentado en esa proporción. Al inicio del milenio el presupuesto por alumno estaba en casi 90.000 pesos y sí iba aumentando por arriba de la inflación en términos reales. Ahora, el presupuesto está como en 70.000 pesos por estudiante. Además de que destinamos como el 62% del presupuesto total a la función docente, es decir, en pagar el sueldo de los profesores.

Y pese a todo, hemos crecido en matrícula, hemos crecido en instalaciones, hemos creado los campis descentralizados de las Escuelas Nacionales de Estudios Superiores (ENES), el número de programas de licenciatura también ha crecido con más de 130 programas de licenciatura. Tenemos que pensar en consolidar lo que hemos hecho en los últimos años más que en seguir creciendo. Esa consolidación pasa por renovar las infraestructuras más viejas: los edificios, las redes de servicios básicos de telecomunicaciones, las instalaciones de energía e hidráulicas, los equipos de laboratorio que siempre requieren mantenimiento.

Se tienen que tomar en cuenta muchas condiciones coyunturales que están sucediendo en el país y en el mundo: de impactos ambientales, de cambios globales, económicos, demográficos. Tenemos que pensar en este horizonte por lo menos a 20 años para estar en condiciones de ser pertinentes, relevantes y viables en el futuro.

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