Hasta dentro de unas semanas no tendremos los resultados oficiales del informe toxicológico, pero según especulan varios expertos la causa de la muerte de la cantante norteamericana de góspel podría deberse a la peligrosa combinación de dos elementos encontrados en su habitación la noche de la muerte: Alcohol y Xanax, un ansiolítico indicado para estados de ansiedad, depresión o estados de pánico.

Según recuerda Scientific American, Houston no sería la primera estrella en sufrir los efectos de esta letal combinación: Michael Jackson o Heath Ledger también siguieron el mismo camino. Pero la cosa no queda solo en Hollywood. En 2007 en EEUU más de 27.000 personas perdieron la vida en consecuencia de sobredosis accidentales de estos medicamentos, especialmente en accidentes de coche.

La adicción como guadaña

El gran problema de los ansiolíticos y los opioides es la adicción que pueden causar al paciente ya que son altamente adictivos. En el New York Times señalaban que el alprazolam -nombre genérico del Xanax-. fue la 8ª droga más recetada en EEUU en el año 2010. Por su parte, los opioides ocasionan que del 3 al 5% que las toman desarrollen adicción, según afirma la Dra. Nora Volkow, directora del National Institute on Drug Abuse. «Si además esas personas tienen antecedentes de adicción a drogas o alcohol están en mayor riesgo» añade Volkow.

Si bien con los ansiolíticos, medicamentos para dormir, etc., el riesgo de adicción es menos común, un largo tratamiento puede hacer que un paciente desarrolle dependencia de estos tratamientos e incluso síndrome de abstinencia al quedarse sin recetas. Además, podrían desarrollar tolerancia al medicamento, lo que podría resultar en la necesidad de elevar las dosis y con ello, naturalmente, elevar los riesgos.

Según Jon Morgenstern, director de los tratamientos en la Columbia University Medical Center, otros se acercan a este tipo de medicamentos con el único fin de usarlos para drogarse pensando que las ‘drogas legales’ son más seguras que las ilegales. Una falsa idea según Morgenstern: «se las llevan para fines recreativos y luego se encuentran diciendo ‘Wow, no puedo dejar de usar esto‘».

Ansiolíticos y alcohol: un cóctel mortal

No sabemos como desarrolló Whitney Houston su adicción a los ansiolíticos, pero sí, que como otro gran porcentaje, terminó combinándolos con alcohol, algo que le hizo pasar tres veces en su carrera por centros de desintoxicación.

El alprazolam puede ser utilizado para ‘el miedo escénico’, pero si su uso es muy frecuente puede acabar causando dependencia. Si para colmo lo mezclamos con alcohol, lo primero que puede ocurrir es que el efecto de este se intensifique causando una intoxicación. Además, la combinación de ambas sustancias puede provocar la depresión respiratoria. Los latidos cardíacos se reducen, la respiración se ve afectada y esto aumenta el riesgo mortal en caso de sobredosis. En el cerebro, la mezcla de alcohol y benzodiacepinas provoca que algunas funciones cerebrales se ralenticen e incluso lleguen a pararse.

Los analgésicos y el alcohol son una de las peores combinaciones. El alcohol interactúa con medicamentos indicados para la ansiedad -antidepresivos, antipsicóticos, relajantes musculares, etc.- (incluido el Xanax) aumentando el riesgo de accidente por vértigo o somnolencia.

En 2010 el ascendente y preocupante uso, búsqueda y abuso del alprazolam ocasionó que una clínica de Kentucky suspendiera su prescripción. En el mismo año, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades informó de un aumento del 89% de primeros auxilios relacionados con el abuso de benzodiacepinas entre los años 2004 y 2008. Son muchos los médicos culpan a sus colegas de profesión de recetar esta clase de medicamentos ‘de forma indiscriminada’.

El cóctel de Whitney: Alcohol y Xanax

Las dos sustancias que presuntamente se encontraron en la habitación de Whitney, combinadas, son altamente peligrosas por varias razones. Uno de ellos está causado por el proceso natural que el propio cuerpo utiliza para eliminarlos. El alcohol que circula por el cuerpo tiene su fin en nuestro hígado, donde es metabolizado por las enzimas conocidas por ADH (alcohol deshidrogenasa) y citocromo P450. Esta última enzima es también responsable de descomponer el Xanax. Ambas sustancias, en una competición por eliminarse del organismo, intentan conseguir los favores de la enzima, lo que ocasiona que esta se retrase en su proceso y la mezcla permanezca más tiempo en la sangre, provocando un alto riesgo de sobredosis o intoxicación, a lo que se suman los riesgos sobre la respiración y el cerebro.

Redacción QUO