Ellas acabaron con Harvey Weinstein | «El miedo no forma parte de nuestro trabajo» - XL Semanal

Ellas acabaron con Harvey Weinstein Jodi Kantor y Megan Twohey, periodistas «El miedo no forma parte de nuestro trabajo»

Amenazas, espías israelíes, dosieres secretos, la valentía de Gwyneth Paltrow... Estas dos periodistas sacaron a la luz los delitos sexuales de Harvey Weinstein. Su reportaje ganó el Pulitzer, pero, sobre todo, animó a millones de mujeres a contar sus propias historias y propulsar así el movimiento #MeToo. Una película muestra ahora los entresijos de aquella investigación, convertida ya en uno de los grandes hitos del periodismo.

Por Fernando Goitia | Fotografía: Celeste Sloman

Viernes, 16 de Diciembre 2022

Tiempo de lectura: 12 min

Ocurrió el 5 de octubre de 2017. Jodi Kantor y Megan Twohey, periodistas del The New York Times, concluían una compleja investigación de meses con la publicación del reportaje titulado «Harvey Weinstein pagó para silenciar acusaciones de abuso sexual durante décadas». Ambas confiaban en que el texto bajo aquel titular causara impacto: apuntaban directamente a uno de los hombres más poderosos de Hollywood. No imaginaban, sin embargo, el terremoto que estaban a punto de provocar.

Aquella historia en la que varias mujeres contaban por primera vez lo que Weinstein les había hecho –violaciones, agresiones, amenazas, propuestas de masajes, felaciones, masturbaciones o tríos; insinuaciones varias de tipo sexual, recibirlas bajo engaño desnudo en su habitación...– desencadenó el movimiento #MeToo. Bajo ese hashtag, millones de ellas comenzaron a publicar en las redes sociales sus propios relatos de los abusos sufridos. «Fue como el desbordamiento de una presa», rememoran Kantor y Twohey. Su asombro fue parejo a su emoción. Atrás quedaban meses de negativas de víctimas famosas como Angelina Jolie o Salma Hayek y también de empleadas anónimas de la industria. Pero, de repente, el mundo asistía a una avalancha de testimonios que revelaban la desprotección generalizada de las mujeres y, en particular, en Hollywood.

Cinco años después, y tras ganar Kantor y Twohey un Pulitzer, Weinstein está entre rejas (23 años de condena) y la percepción social del abuso sexual a las mujeres ha dado un vuelco de 180 grados; Hollywood ha dejado de tolerar comportamientos como el del célebre productor; gobiernos y empresas de muchos países han modificado sus protocolos y leyes de protección a las mujeres; y el feminismo vive la mayor expansión global de su historia. Kantor y Twohey fueron artífices de todo ello, aunque, lejos de convertirse en activistas o iconos feministas, prosiguen su discreta labor en el departamento de investigación del periódico neoyorkino.

«Este fue el primer caso en que las víctimas eran más famosas que el agresor. Weinstein amenazó a Gwyneth Paltrow para que no hablara»

Su anonimato, sin embargo, está a punto de saltar por los aires con el estreno de Al descubierto este 28 de diciembre. En la línea de películas como Spotlight o Todos los hombres del presidente, basadas en trascendentes investigaciones periodísticas, la cinta cuenta la peripecia vital que les permitió exponer al poderoso depredador sexual. Hablamos con ellas.

XLSemanal. ¿Cuál fue el momento más crítico de su investigación?

Megan. Hubo uno especialmente desesperanzador. Tras llevar varios meses trabajando en esto, Jodi y yo ya teníamos una imagen muy completa del modo de actuar de Weinstein cuando nos llamó nuestra jefa, Rebecca Corbett, para hacernos dos preguntas. Quería saber, por un lado, a cuántas mujeres habíamos convencido para que hablaran en nuestro reportaje.

XL. ¿Y su respuesta fue...?

Megan. «A ninguna». Nadie quería hablar en público. Todas habían firmado acuerdos de confidencialidad a cambio de dinero y temían consecuencias legales.

XL. Exponer la existencia de esos acuerdos fue uno de los ejes de su trabajo y la idea principal en el título de su reportaje...

Megan. Así es. Sacamos a la luz la asombrosa frecuencia con la que se firmaban. Era una auténtica maquinaria legal. Las mujeres eran alentadas por abogados a firmar y no podían compartir nada con maridos, amigos, terapeutas; con nadie. Por eso, Rebecca también nos preguntó ese día: «¿Cuántos de esos acuerdos de confidencialidad con los que Weinstein silenció a sus víctimas tenéis?».

XL. Los acabaron consiguiendo, pero ¿tenían ya alguno?

Megan. No. Llevábamos meses investigando y no teníamos nada. Ni testimonios ni pruebas de que existieran esos acuerdos; solo habíamos oído hablar de ellos. Todo se nos iba al garete.

'Destapamos toda una maquinaria legal de acuerdos de confidencialidad. Las víctimas firmaban alentadas por sus abogados y ya no podían contar nada a maridos, amigos, hijos...'

XL. ¿Y qué les dijo su jefa?

Megan. Que la historia no era publicable. Y tenía razón, claro. Fue devastador. En ese momento sentimos mucho más miedo que ante cualquiera de las amenazas que nos había lanzado Weinstein. Conocíamos sus fechorías, muchas de sus víctimas nos las habían contado; pero no podíamos publicarlas porque estaban atadas de pies y manos por los acuerdos de confidencialidad. Pero ellas habían confiado en nosotras y no estábamos siendo capaces de responder a su confianza. Les íbamos a fallar, Weinstein se iba a salir con la suya y nosotras no podríamos contárselo al mundo. Teníamos miedo de acabar llevándonos toda la verdad a la tumba. Era una carga insoportable.

XL. ¿Tan insoportable como motivadora quizá?

Megan. Así es, sí, debíamos sacar la historia adelante. Era nuestra obligación como periodistas.

Jodi. Ante investigaciones como esta, te enfrentas a dos grandes preguntas. La primera: ¿de verdad tienes una historia que revelar? Eso lo teníamos claro desde el principio. La segunda: ¿eres capaz de convertirla en un reportaje? Y esa era la cuestión. Los retos eran conseguir víctimas dispuestas a hablar en público, probar que se había silenciado a muchas mujeres con dinero, revelar el patrón de comportamiento de Weinstein, obtener nombres, fechas, información financiera y legal, entrevistas, documentos...

XL. Y las ayudó un hombre, su particular Garganta Profunda...

Jodi. Sí, Irwin Reiter, entonces vicepresidente financiero de The Weinstein Company y contable de Weinstein durante 30 años. Él nos dio un memorando interno de la empresa que confirmaba y profundizaba en el patrón que llevábamos meses reconstruyendo. Tomó una decisión muy valiente al ayudarnos y supuso el golpe definitivo. Como ves, mantuvimos la determinación hasta el final, ese momento en que presionamos el botón en la pantalla del ordenador que dice: «Publicar».

XL. Mencionan amenazas de Weinstein. ¿De qué tipo?

Jodi. Amenazó con demandarnos a nosotras y al diario, pero tener miedo no forma parte de nuestro trabajo. Es un honor hacer periodismo de investigación y enfrentarnos a gente como Weinstein. Cuando cuentas con fuentes valientes y el respaldo de una institución como The New York Times, no temes a alguien como él. De hecho, esta historia también habla sobre cómo enfrentarte a los abusones.

XL. ¿Y cuál es la conclusión?

Jodi. Que juntas, unidas, podemos derrotar a los depredadores.

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Periodismo implacable. Antes de investigar a Weinstein (izda.), Kantor y Twohey ya habían publicado reportajes comprometedores sobre Amazon y Starbucks o sobre la conducta inapropiada de Donald Trump con las mujeres. Además, destaparon una red ilegal de adopción en Internet o la negligencia de la Policía de Chicago en el combate de los delitos sexuales.

XL. Weinstein montó un ejército de abogados para impedir su investigación. ¿Podrían compartir algún episodio concreto?

Jodi. Sí, bueno, consiguió incluso que algunas célebres 'abogadas feministas' se cruzaran al 'lado oscuro' para detenernos. También contrató a una empresa de exmiembros del espionaje israelí para manipularnos. A mí se me acercó una mujer que se hizo pasar por defensora de los derechos de las mujeres...

XL. Ya cerca del final, Weinstein se presentó con su abogado un día en la redacción de su periódico sin avisar. ¿Cómo fue tenerlo enfrente por primera vez?

Megan. Esa reunión fue, sobre todo, la confirmación definitiva de quién era de verdad Harvey Weinstein. El hombre se trajo carpetas con fotos e informaciones para difamar a las mujeres que iban a salir en nuestro reportaje. Nada que las menoscabara como fuentes. Fue mucho más revelador verlo en acción, desplegando las tácticas despreciables que habían caracterizado toda su estrategia.

Jodi. En realidad fue bueno que viniera. Hacemos lo que hacemos porque disfrutamos obligando a los poderosos y abusones a rendir cuentas. Y cuando nos enfrentamos cara a cara con él aquel día ya pisábamos terreno sólido, con hechos probados y el apoyo de nuestros jefes. No podía detenernos.

XL. ¿Cómo se enteró él de que lo estaban investigando?

Jodi. Lo supo casi desde que yo empecé a investigar, sola, antes de que Megan regresara de su baja por maternidad. Me hice una lista de sus empleados y evalué quiénes podían tener información sobre su comportamiento y ser susceptibles de compartirla. Llamé a una mujer que parecía una buena elección, pero al hablar con ella me di cuenta de mi error. No le dije qué teníamos, solo que investigábamos si su jefe había cruzado alguna línea roja. Ella lo avisó, estoy segura. Debe de estar lidiando ahora con su conciencia.

Megan. Tampoco es que quisiéramos ocultar a Weinstein que lo estábamos investigando. Nos hubiera gustado tener más tiempo para hablar con las mujeres antes de que él se enterara, pero asumimos que ya lo sabía y seguimos adelante.

«Weinstein se presentó sin avisar en la redacción con carpetas e informaciones que difamaban a las denunciantes. Fue muy revelador verlo en acción»

XL. ¿Qué cambios legales en relación con la protección de las mujeres ha propiciado su investigación?

Jodi. Desde octubre de 2017, 22 estados en este país han cambiado leyes de forma sustancial para mejorar la protección de las mujeres y otras víctimas potenciales. Nueva York y California, por ejemplo, han aprobado cambios sobre las cláusulas de confidencialidad en acuerdos que impliquen ocultación de agresión, acoso o discriminación sexual.

XL. Hablemos de la película Al descubierto. Si han accedido a esta entrevista, deduzco que les ha gustado, ¿no?

Megan. Mucho. No solo por cómo nos refleja a nosotras, también por el modo en que aparecen dos grupos de quienes nos sentimos responsables. Por un lado, las víctimas de Weinstein: Zelda Perkins, Laura Madden y Rowena Chiu son retratadas en toda su complejidad. Por otro, los periodistas. La cinta muestra a dos de los 1700 que trabajan en The New York Times haciendo periodismo, sin cinismo ni manipulación.

XL. La película parte de She said, el libro en el que detallan su investigación. Pero en él no hablan de sus vidas privadas. Como periodistas, ¿les chirrió la idea de exponerse en la pantalla?

Jodi. Sí, sí. En el libro pasamos muy por encima de nuestra vida personal, pero aquí hemos compartido cuestiones muy vulnerables, como que Megan sufrió depresión posparto antes de reincorporarse. Hay momentos de gran belleza y dignidad, como las escenas en que mi hija me pregunta por el avance de mis investigaciones y, por primera vez, hablo con ella sobre violación y abusos sexuales. Nos gustó la idea de recrear nuestra vida privada y mostrar la lucha de la periodista que combina maternidad y trabajo, situación rara vez representada en la pantalla. Abrir esa ventana de intimidad refuerza la idea de por qué esas dos mujeres hacen lo que hacen.

XL. ¿Por qué no incluyeron esas escenas en el libro?

Jodi. Porque es un libro sobre periodistas trabajando. Queríamos llevar al lector al otro lado de la pared para que viera el gran cuidado que pusimos en esto y la diligencia con la que se debe acometer una investigación de este tipo. Preferimos, además, destacar a las mujeres anónimas que conocimos en el camino, como Madden o Perkins.

XL. Mencionan en el libro sus intentos por implicar a actrices como Angelina Jolie, Salma Hayek o Rose McGowan. Y cómo conectaron con Ashley Judd y Gwyneth Paltrow...

Megan. Sí, el reportaje de 2017, de hecho, comenzaba con la historia de Judd y ella es la única actriz que hace de sí misma en la película. Paltrow, por otro lado, aunque no saliera en el texto, fue crucial porque, además de compartir su historia sobre Weinstein, nos ayudó a llegar a otras actrices.

Jodi. Conocer la historia de Paltrow fue como la gran señal de alarma, porque ella siempre fue la 'niña de los ojos' de Weinstein. Él la amenazó para que no hablara porque temía que, si hablaba, podría desatar un efecto dominó. Y, bueno, al final, no pudo hacer nada por evitarlo.

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Hollywood en busca de redención. Al descubierto está basada en She said, el libro de Kantor y Twohey que detalla su investigación sobre Weinstein. La cinta sigue los pasos de Todos los hombres del presidente (Watergate) o Spotlight (abusos a niños en la Iglesia católica), homenajes ambas al periodismo de investigación como medio para controlar a los poderosos.

XL. De no haberse hecho viral el #MeToo gracias a su reportaje, ¿habrían escrito el libro?

Megan. No habría despertado tanto interés, eso seguro. La extensión del #MeToo hizo inevitable contar esto, ya que fue la historia que le dio el gran empujón. Y todo se reduce a las acciones individuales de un pequeño número de personas valientes. Ver reflejada su bravura en la pantalla es una gran satisfacción.

XL. ¿Han llegado a ver la película con ellas, juntas?

Jodi. En el New York Film Festival, sí. Al final de la proyección, las víctimas se pusieron de pie y recibieron una ovación. Fue una experiencia catártica. También estuvo allí Rachel Crooks, una de las primeras mujeres que acusó a Donald Trump de conducta sexual inapropiada a micrófono abierto. Estas mujeres se están uniendo después de haber sufrido en silencio, aisladas, solas; ver cómo todo sale a la luz es algo muy poderoso.

XL. Menciona a Trump. Weinstein no es el único famoso implicado en acusaciones de índole sexual. ¿Qué tuvo de especial este caso para desencadenar el #MeToo?

Megan. Lo primero, creo, es que Weinstein no es un político. Cuando es así, todo se diluye en la lucha partidista. Esta fue, además, la primera vez que las víctimas eran más famosas que el agresor. Creo que ver a esas inalcanzables y perfectas estrellas de Hollywood dando la cara, admitiendo ser víctimas, rompió algunos de los tabúes que impedían hablar a las mujeres.

XL. Megan investigó, precisamente, a Donald Trump antes de las elecciones de 2016, cuando apareció una grabación en la que decía: «Cuando eres una estrella, puedes hacer lo que quieras. Agarrarlas por el coño. Lo que sea». ¿Tuvo su caso alguna influencia en lo que vino después?

Megan. Sin duda. Que Trump presumiera de agredir sexualmente a mujeres indignó a mucha gente y preparó el escenario para lo que vendría después.


CASO WEINSTEIN

LAS CUATRO GRANDES CLAVES

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EN TWITTER EMPEZÓ TODO

En 2016, Rose McGowan subió unos tuits denunciando que un productor la había violado. No dijo su nombre, pero todos apuntaron a Weinstein. Twitter suspendió su cuenta, pero la semilla para que Kantor y Twohey investigaran estaba plantada.
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ROSE MCGOWAN | LANZAR LA PRIMERA PIEDRA

En 2016 subió su ya célebre tuit acusando de violación a un productor y, al poco, Jodi Kantor contactó con ella. La actriz le contó lo sucedido: en 1997, con 24 años, fue al festival de Sundance a presentar una película y, tras verla, Weinstein le pidió reunirse con ella en su hotel. Al llegar, le dijeron que él la esperaba en su habitación. Una vez allí, la empujó hasta el jacuzzi, la desnudó y le puso la cabeza entre sus piernas. Fingió un orgasmo y después salió corriendo. Días después, Weinstein le propuso formar parte de su club de «amigas especiales». Ella llamó a su abogada, que le sugirió aceptar 100.000 dólares y olvidarlo todo. Tardó 20 años en hablar, pero su tuit puso en marcha la investigación de Kantor y Twohey.
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IRWIN REITER | GARGANTA PROFUNDA

Fue durante 29 años el lugarteniente financiero de Weinstein. Harto de la actitud de su jefe, fue el único de su empresa que confirmó a Kantor y Towhey los excesos del productor con varias empleadas. Reiter reveló primero nombres de víctimas para que las periodistas pudieran hablar con ellas. Más tarde, facilitó un memorando interno de la Weinstein Company, escrito por una exempleada, que detallaba el modo en que trataba a las mujeres. Unos días después, The New York Times publicó el reportaje sobre Weinstein que precipitó el #MeToo.
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ZELDA PERKINS | DECIDIRSE TRAS 20 AÑOS DE SILENCIO

Esta británica fue la primera mujer dispuesta a saltarse un acuerdo de confidencialidad para denunciar a Weinstein. Exasistente del productor, recibió 165.200 dólares en 1998 (tenía 27 años) a cambio de no contar nunca –sus abogados le dijeron que esa era su mejor opción legal– que su jefe había intentado violarla en repetidas ocasiones. 20 años después, Perkins proporcionó a las periodistas una copia de su acuerdo y accedió a hablar en público a pesar de las posibles consecuencias legales. Quería denunciar la existencia de esos contratos y mostrar cómo permitían a los acosadores seguir actuando con impunidad.