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Cumbre de Madrid

Joe Biden: "La guerra no acabar� con una victoria de Rusia"

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La cumbre de la OTAN en Madrid apunta a un alineamiento europeo con los intereses nacionales de EEUU en detrimento de la autonom�a europea

El presidente de EEUU, Joe Biden, en la cumbre de la OTAN de Madrid el 30 de junio de 2022.
El presidente de EEUU, Joe Biden, en la cumbre de la OTAN de Madrid el 30 de junio de 2022.BRENDAN SMIALOWSKIAFP

El 8 de julio de 1997, durante su intervenci�n en la jornada de apertura de la Cumbre de la OTAN de Madrid, el presidente estadounidense Bill Clinton, calific� de "gran paso adelante" la decisi�n de admitir a Polonia, Rep�blica Checa y Hungr�a en la Alianza. La respuesta de Mosc� fue que se trataba de "posiblemente el error m�s grande desde que termin� la Segunda Guerra Mundial".

En el mismo escenario, 25 a�os despu�s, las tornas han cambiado. Serguei Lavrov, todopoderoso ministro de Exteriores Ruso, ha pronosticado "un tel�n de Acero" de nuevo en el continente, y el presidente norteamericano, Joe Biden, hablando de la invasi�n de Ucrania, quiz�s el mayor error estrat�gico ruso desde 1945 en Europa, replica: "Putin quer�a la finlandizaci�n de la OTAN y se ha encontrado la 'otanizaci�n' de Finlandia".

El �ltimo cuarto de siglo est� marcando por el auge y ca�da de un sue�o, el de la reconciliaci�n, entendimiento y posible cooperaci�n entre Occidente y los herederos de la Uni�n Sovi�tica. A Madrid no acudi� entonces Boris Yeltsin, pues consideraba una "humillaci�n" el avance de la OTAN hacia el Este. Pero, poco antes, se hab�a firmado el Acta Fundacional de las relaciones entre ambos bloques, un documento hist�rico en el que se pronosticaba "una paz duradera e integradora".

No era un papel con amplios compromisos jur�dicos, pero s� una declaraci�n pol�tica gigante, en la que enemigos hist�ricos se compromet�an a empezar a mirarse y tratarse como buenos vecinos. Durante a�os aspiraron a que las hostilidades fueran cosas del pasado e, incluso, en 2010, en Lisboa, la Alianza calific� de "socio estrat�gico a Rusia", representada all� por el presidente Medvedev. Pero era un espejismo.

Para dilucidar lo que pasa hoy, la Cumbre de la OTAN, la declaraci�n pol�tica y el nuevo Concepto Estrat�gico, que vuelve a se�alar a Rusia como "la principal amenaza directa", es inevitable mirar a lo ocurrido desde el 24 de febrero en Europa, fecha del inicio de los bombardeos, pero, para entenderlo de verdad, es indispensable ampliar el marco a hacer 25 a�os. Ah� est� todo, desde las relaciones con el rival-socio-enemigo del Este a las propias cuitas internas en la Alianza (anta�o Reino Unido sobre Gibraltar, ahora Bulgaria con Macedonia del Norte o Grecia con Turqu�a), con el recelo hist�rico de algunos miembros ante el excesivo poder, influencia y abuso de Washington en cada paso.

En aquella cita, por cierto, estuvo Ucrania, que firm� un acuerdo de colaboraci�n con la Alianza, pero desde la distancia. El entonces presidente, Leonid Kuchma, se posicion� en contra de una "expansi�n revolucionaria de la Alianza" al Este, critic� la posible entrada de Ruman�a y dej� clara su postura: "lo mejor es que mi pa�s sea un Estado no alineado", indic� en una entrevista con este diario.

Suecia, Finlandia y la OTAN

En sus palabras de esta semana, Joe Biden, ha reiterado el mensaje de la Casa Blanca. "La guerra no acabar� con una victoria de Rusia", "EEUU defender� hasta la �ltima pulgada del territorio de la Alianza". Mencionando la finlandizaci�n, ven�a a decir que Putin quiso forzar la neutralidad de la OTAN ante la agresi�n de un socio estrat�gico (pero no aliado) y se ha encontrado de golpe con que va a tener 1.300 kil�metros adicionales de fronteras con la Alianza. Pero, usando sus s�miles, la reflexi�n m�s interesante que sale de la cita madrile�a es en realidad el debate interno sobre si Europa se est� 'otanizando' o si es la OTAN la que se est�, o deber�a, europeizando.

En el �ltimo lustro, la Alianza Atl�ntica atraves� una de sus crisis m�s profundas. Hab�a tenido otras, como la Guerra de Irak o la retirada temporal de la Francia de De Gaulle. Pero, esta vez, era diferente e iba mucho m�s all� del desaf�o de Donald Trump, que estuvo a un paso de llevarse por delante 70 a�os de cooperaci�n pol�tica y militar inquebrantable. La OTAN estaba atrofiada, en "muerte cerebral" seg�n Emmanuel Macron. Sin saber muy bien su funci�n en un mundo de terrorismo, amenazas h�bridas y conflictos por el agua, la migraci�n y la comida. Sin saber qu� hacer con su alcance geogr�fico y cuando su raz�n de ser, frenar a Mosc�, parec�a cosa de otro tiempo. EEUU, pivotando hacia el Pac�fico, hab�a dejado a sus aliados hist�ricos en un segundo plano y se dispon�a de repartirse el mundo con las grandes potencias emergentes.

La invasi�n de Ucrania, mucho m�s que la anexi�n de Crimea en 2014, ha sido un revulsivo total. Para la Alianza y todas sus partes, para la idea de seguridad colectiva, para la coordinaci�n con la UE y la b�squeda de socios en el Indo-pac�fico. En 2018 parec�a que la OTAN pod�a desaparecer y quiz�s no fuera un drama, pero, en 2022, esc�pticos tradicionales como Suecia y Finlandia han pedido la entrada por la puerta de emergencia y unos cuantos m�s esperan en cola. China aparece en el nuevo Concepto Estrat�gico, y de forma clara y con un lenguaje de condena muy agresivo. La OTAN no se refunda, pero se despierta, consciente de los desaf�os, pero tambi�n de sus debilidades.

En 1997, Jacques Chirac arremeti� contra Washington por limitar la ampliaci�n a tres pa�ses, dejando a Eslovenia y Ruman�a para m�s adelante. "Las razones que provocaron la creaci�n de la Alianza han desaparecido en gran parte. La OTAN no sobrevivir� de forma duradera con una relaci�n desequilibrada con EEUU, ni en la estructural militar ni en el mecanismo pol�tico de decisiones", lament� entonces el El�seo. Esas dudas y lamentos permanecen. EEUU sigue siendo el motor, y el perfil baj�simo que en la capital espa�ola han mantenido esta semana Macron, Scholz e incluso Boris Johnson es buen ejemplo.

El lenguaje sobre China y la asertividad con Rusia, tambi�n. Ah� est�n las obsesiones de Washington, sus prioridades y agenda. Que coinciden en parte, buena parte ahora mismo, con una Europa amenazada en su patio trasero. Pero que no lo hacen siempre. Robert Kagan populariz� hace dos d�cadas la idea de que EEUU es de Marte y la UE de Venus, una pensando en la guerra y otra en el hedonismo. En los �ltimos seis meses, los de Venus han reaccionado, pero est�n todav�a a a�os luz de poder tomar sus propias decisiones en el tablero global.

El secretario general, Jens Stoltenberg, y el propio Biden, han calificado estos d�as de "hist�rica" la cumbre de Madrid. Tambi�n el presidente S�nchez y sus ministros. No lo ha sido, pues la historia empieza ahora. La Cumbre de Madrid ha sido un �xito de organizaci�n, log�stica y ha sido un �xito diplom�tico, al lograr levantar el veto turco a la adhesi�n de Suecia y Finlandia. Ha salido redonda a la hora de aprobar el Concepto Estrat�gico de la pr�xima d�cada y una Declaraci�n pol�tica. Y no ha tenido esc�ndalos, problemas, errores. Pero no m�s, y no pasa nada. Hay t�rmino medio entre el fracaso y el derribo del Muro de Berl�n y el mayor peligro en estos momentos, cuando las operaciones militares se cronifican en el Donb�s, es la complacencia.

La cita de esta semana fija objetivos, pero no cambia nada de fondo, al menos todav�a. La amenaza rusa es din�mica, no est�tica y lo que cuenta es lo que se haga sobre el terreno ahora, no el ejercicio intelectual. Necesario, pero no suficiente. La OTAN ha reaccionado, pero no ha ganado. Las bombas siguen cayendo y nada indica que Putin vaya a rectificar rumbo. Al rev�s. Unidad no es sin�nimo de triunfo, y el esp�ritu en Madrid ha sido probablemente m�s festivo de lo que las circunstancias en el campo de batalla reflejan.

Si el Viejo Continente logra europeizar la Alianza, redobla inversi�n y crece su peso espec�fico, en las decisiones, la financiaci�n y la fijaci�n de prioridades puede fortalecer su seguridad. Si Washington 'otaniza' Europa, arrastra a sus socios por una v�a de intereses nacionales y usa el poder de 1.000 millones de personas y el poder�o econ�mico para una agenda lejana, la dependencia se perpetuar�. La ilusi�n y la esperanza no son suficientes, tampoco las buenas palabras. Defender la libertad es dif�cil, muy caro y exige sacrificios. Ganar una guerra, fr�a o caliente, requiere mucho m�s que �pica en los discursos.

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