El negocio del cine americano de Hollywood comenzó a imponerse desde el fin de la Primera Guerra Mundial, pero fue sobre todo a finales de los años 20, llegando a la década de 1930 como indiscutible dominadora del séptimo arte.
La Gran Guerra había paralizado la producción europea de cine (en general de todo), logrando que la industria de norteamericana se aupara entre las más rentables del país, junto a otras como las conservas o los automóviles. Desde el invento del cine, Edison había bloqueado gran parte de la industria con sus patentes. Pero desde finales de los años 20, había tomado un nuevo rumbo con el cine sonoro, o mejor dicho hablado, donde aparecieron nuevas patentes y un notable aumento de espectadores.
Las fórmulas de Hollywood sobre temas que se repetían una y otra vez, resultaron ser enormemente rentables. Además creadores de la talla de King Vidor, Chaplin, John Ford, William Wyler, George Cukor o Victor Fleming, completaban, entre otros muchos, una industria que ya en los años 30 tenía la primacía comercial indiscutible. Así lo demostraban en la mayoría de los géneros.
Uno de los primeros géneros de éxito fue la comedia musical americana. El hueco que iba dejando Charles Chaplin, al que le costó mucho adaptarse al nuevo lenguaje sonoro (podéis ver ‘Chaplin y su lucha contra el cine sonoro‘), fue ocupado por los geniales hermanos Marx, con títulos como Sopa de ganso (Leo McCarey, 1933) o Una noche en la ópera (Sam Wood, 1935). Fueron capaces de mezclar el humor y situaciones realmente surrealistas con la música ¿quién no recuerda al “mudo” Harpo tocando la lira el harpa? (por cierto, ni era mudo ni se llamaba Harpo, sino Adolph).
No podemos olvidarnos que eran los tiempos de la gran crisis, la que se vivió tras el crack de la bolsa de 1929, donde el gran público lo que buscaba en el cine era diversión y evadirse de la cruda realidad. Esto lo conseguirán gracias a los divertidos Marx o autores de la talla de Howard Hawks o Ernst Lubitsch. Las comedias musicales también tuvieron gran acogida, con personajes como Fred Astaire y Ginger Rogers que formaron una pareja de enorme éxito en los años 30, entre ellas La alegre divorciada (Mark Sandrich, 1934) o Sombrero de copa (Mark Sandrich, 1935), y hasta un total de 10 películas juntos.
Uno de los géneros habituales de esta época eran las cintas de gánsters. Filmes que muestran el problema social de la delincuencia y que en su mayoría llevaban un final moralizante. Sin duda Scarface el terror del hampa (Howard Hawks, 1932) es la película más importante de este tema, que narra sobre la vida de Al Capone (aunque la cinta aparece como Tony Camonte). El cine negro y policiaco fue un filón para la industria, con películas como Public enemy (1931) con James Cagney y Jean Harlow o El bosque petrificado (Archie Mayo, 1936). En esta última aparece un nuevo perfil hollywoodiense, el malo-bueno, en este caso Humphrey Bogart que aparece junto a Bette Davis.
Tampoco podían faltar las películas de amor, que fueron evolucionando con las nuevas transformaciones sociales y las modas. Destacaron los iconos de belleza femenina como la sueca Greta Garbo, con interpretaciones magistrales como, entre otras, La dama de las camelias (George Cukor, 1937) o Ninotchka (Ernst Lubitsch, 1939). Joan Crawford y Jean Harlow formaron pareja en numerosas películas con otro galán de la época, Clark Gable. Y tampoco podemos dejar de recordar a la alemana Marlene Dietrich, que alcanzó la fama gracias a la primera película sonora europea, El Ángel azul (Josef von Sternberg, 1930), que le abrió las puertas de Hollywood, o la multioscarizada Katharine Hepburn en La fiera de mi niña (Howard Hawks, 1938) junto a Cary Grant, aunque sus mayores éxitos llegaron en las siguientes décadas.
También aparecieron éxitos con películas de terror y fantasía, inicialmente importados a través del expresionismo alemán. Llegaron filmes como Drácula (Tod Browlong, 1931), Frankenstein, el autor del monstruo (James Whale, 1931) o La Momia (1932). En cuanto a interpretación destacaron sobre todo los europeos Béla Lugosi y Boris Karloff. En la sección de fantasía encontramos títulos míticos como El hombre invisible (James Whale, 1933) o la multiversionada King Kong (Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, 1933), basado en el gigantesco gorila ideado por Edgar Wallace.
Si tenemos que hablar de cine de aventuras, debemos hacerlo sin ninguna duda del personaje de Tarzán, ciclo que continuaba (ojo, no nos olvidamos de la versión de 1918) con Tarzán de los monos (W.S. Van Dyke, 1932), y que llevaron en muchas ocasiones a la gran pantalla al personaje creado Edgar Rice Burroughs. Los protagonistas míticos fueron Johnny Weissmuller, Maureen O’Sullivan… y Chita.
También tuvieron mucho eco las películas de epopeyas colonialistas como Tres lanceros bengalíes (Henry Hathaway, 1934) o La carga de la Brigada Ligera (Michael Curtiz, 1936), con Gary Cooper y Errol Flynn respectivamente. También se vivieron aventuras en los cielos, como la primera película oscarizada, Alas (William A. Wellman, 1927), o en el mar como Rebelión a bordo (o La tragedia de la Bounty) (Frank Lloyd, 1935). A finales de la década volvía otro personaje icónico del cine de aventuras, Robin Hood. Tras el primer Robin de 1922 (podéis ver ‘Robin Hood en la pantalla, el bandido social más famoso del cine‘), llegaba una de sus mejores representaciones con Errol Flynn en Robin de los bosques (Michael Curtiz, 1938).
Aunque el género western tuvo su edad de oro entre los años 40 y 60, a finales de la década de los 30 llegó la primera colaboración entre John Ford y John Wayne en La diligencia (John Ford, 1939).
Seguro que nos hemos dejado muchas otras cintas importantes. Podéis dejar vuestras preferidas en comentarios.
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También vale recordar el género de piratas con Errol Flynn de nuevo cambiando el arco por la espada ropera. Mi versión favorita de La Isla de Tesoro sigue siendo la de Wallace Beery y Jackie Cooper. También es la década de los comienzos de Alfred Hitchcock y Disney estrenó el primer largometraje de animación. Uno tiene la impresión de que la historia del cine no es más que un eterno remake de lo que ya se hizo en aquella década.
Y Harpo no tocaba la lira sino el harpa. La lira es ese instrumento con el que pintaban a los angelitos en el Cielo y tañía Nerón durante el incendio de Roma.
02 diciembre 2021 | 2:09 pm