El sitio de Puebla

Abril de 1863

Ojo: Muchas de las mágenes han sido canceladas por el ancho de la pantalla

1º Se nos ha mandado abandonar el Parral, llevándonos piezas y municiones excepto tres marinas y una belga todas de a 24. Dándonos orden de incendiarles los montajes y clavarlas. No comprendo absolutamente por qué las dejamos, ni por qué se han abandonado cinco manzanas del frente del Paseo. En la noche de hoy tomarán casi sin resistencia la manzana del Hospicio pues la tropa y la defensa se desorganizó á consecuencia de una orden de retirada que recibió en los momentos de comenzar a batirse cuerpo a cuerpo y se retiró a la manzana de Miradores. De manera que hoy hemos perdido seis manzanas, los Redientes de Morelos y cuatro piezas muy buenas sin que esto les haya costado nada a los franceses.
¡Esto es inicuo y tiene todas las apariencias de traición! Antes de dejar mis piezas esta mañana he preguntado por qué no las retirábamos ya que el punto se abandonaba, y se me ha contestado que porque no había tiempo; esto era a las diez de la mañana, ahora son las doce y tres cuartos de la noche y aun no ocupan los franceses el Parral, y en catorce horas suponían los Generales en Gefe y Cuartel Maestre que no se podían retirar por falta de tiempo.

En este punto las versiones de los aconteceres cotidianos empiezan a variar entre la narración de Casarín y el Diario de Francisco P. Troncoso, quien asienta que las tropas mexicanas habían estado peleando bastante bien después de la gran batalla que dieron en San Javier y “Guadalupita”; estaban extenuados, en ayuno y habían perdido dos fuertes y tres manzanas. Comenta que las órdenes del cuartel a veces pasaban por tres conductos diferentes, del general Felipe Berriozábal a Miguel Negrete, al general Florencio Antillón y finalmente al Cuartel maestre1 (figura II.27).
El carácter civil, que aparentemente enfatizaron los militares liberales, se desborda en este retrato que resulta moderno, al usar un traje de calle y conservar el sombrero que, a pesar de crear una sombra, permite ver su rostro.


II.27 General Florencio Antillón, MNH-INAH-SC.

2. Al principio de la noche después de abrir y casi tirar la puerta del cuartel de San Marcos a cañonazos desde la acera de enfrente perteneciente al Hospicio atravesó la calle una fuerte columna y se introdujo en el patio de San Marcos pero de ahí no paso pues después de un combate de cuatro horas en que tanto jugaba la arma blanca como la de fuego huyeron los franceses, los que nunca corren ante nuestros valientes de Jalisco y Toluca dejando algunos muertos el rastro sangriento de muchos muertos y heridos que se pudieron llevar y muchas armas que ha recojido nuestra tropa.
A las doce de la noche dieron otro asalto a una manzana de la calle de S. Judas, igual al de S. Marcos y después de batirse cuerpo a cuerpo hasta la madrugada, dio el mismo resultado de ver huir a los que jamás corren, ante los valientes de Oajaca (figura II.28).

II.28 El Hospicio, señalado con el número 58 en el plano, calles de San Judas y San Marcos, PFPT, BMOB-DEH-INAH-SC.
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II.29 Une rue de Puebla pendant le siége des quadres [Una calle de Puebla durante el asedio por cuadrantes], L’Illustration. Journal Universel, IIB-UNAM.

Los “valientes de Oaxaca” estaban comandados por el general Porfirio Díaz, quien se encontraba en el cuartel de San Marcos;2 habían sido atacados por los franceses toda la noche cuando lograron abrir una brecha y desalojaron una columna de zuavos que se quedaron con una parte del interior, mientras la otra fue tomada por los nacionales. Como a las 12 del día el general logró desalojar a los franceses haciendo un esfuerzo heroico. Los mexicanos estaban optimistas de que no dejarían pasar al enemigo a la Plaza de Armas.
El grabado Une rue de Puebla pendant le siége des quadres [Una calle de Puebla durante el asedio por cuadrantes] es una prueba de que el sitio de Puebla fue ganado manzana por manzana (figura II.29). En él se traza la acción de los soldados durante el sitio en las calles y los cuadrantes en que estaba dividida la ciudad. Al centro se aprecia una barricada que sirve como protección, mientras se representa un combate con armas de fuego. Se han talado algunos árboles, pues servían como leña, además de permitir la visibilidad. En la escena los soldados franceses se dispersan y portan los fusiles en actitud de alerta. Se resalta la acción del contingente francés, que teme dar la vuelta en una esquina pues no puede ver a su oponente. El punto de fuga recrea la idea de que el enemigo (los mexicanos) se encuentra al otro lado de la barricada, aunque en realidad, al observar con mayor detalle el grabado, no hay ningún personaje trazado en ese extremo de la imagen.
En L’Illustration únicamente se explica la forma en que se llevaron a cabo los últimos acontecimientos del sitio. A partir de la información remitida por Forey y redactada por Pierre Paget, el corresponsal de la revista, se narra con detalle cómo se tomaron las calles y las dificultades que tuvieron para hacerlo, pues lidiaron con la bravura de las tropas mexicanas y la solidez de las fortificaciones.

Las dificultades han sido grandes, Puebla se ha tenido que ganar cuadra por cuadra. Los barrios están alineados regularmente y cada manzana se forma más o menos de 100 casas, estos bloques se separan completamente de las otras por calles cortadas en ángulos rectos y son como fortalezas por sus gruesos muros debido a que están muy bien construidas para soportar los temblores. Las casas son de dos pisos y el armamento se encuentra en el segundo haciendo que las barricadas no sean seguras.3

3. Mucho fuego de grandes proporciones con grandes intervalos de calma.

Desde la una de la mañana y una hora después de retirarse de San Marcos, los franceses comenzaron a abrir dos brechas en la calle de San Judas Tadeo cerca de la Plaza de San Agustín.

4. A las cinco de la mañana comenzó un terrible fuego de Artillería sobre la plaza, y particularmente sobre San Agustín cuya iglesia fue incendiada por una de tantas granadas que el enemigo arrojaba. Poco después una bomba incendió una casa de la Plaza de armas: el incendio de San Agustín, dura aun y son las diez de la noche. De las diez a las doce del día asaltó el enemigo las manzanas de Miradores, San Marcos y San Judas repitiendo en esta última el asalto y las cuatro veces fue vigorosamente rechazado dejando en las calles y casas, muertos, armas e instrumentos de zapa (figura II.30).
Hoy rompió un fuego de artillería de San Javier sobre Santa Anita y sobre esto dá al General en Jefe una lección de que aún se podía defender este fuerte si no lo hubieran mandado desartillar.

II.30 Plaza e iglesia de San Agustín señalada en el plano con el número 9 y la calle Miradores, PFPT, BMOB-DEH-INAH-SC.

Los combates se producían manzana por manzana: las tomaban los franceses y los repelían los mexicanos. En San Agustín se guardaba parte de las municiones, emplazamiento que fue atacado ferozmente por el enemigo. El ejército comandado por Felipe Berriozábal y Porfirio Díaz ordenaba y contribuía al desalojo de las cajas que guardaban el armamento.4 En estos días de principios de abril la fuerza enemiga se mostraba por todos lados: las calles de San Marcos y San Judas Tadeo, el templo de San Agustín; desde San Javier tiraban al Señor de los Trabajos y a Santa Anita, el fuerte conocido como el Demócrata (figuras II.31 y II.32).

II.31 El Demócrata, PFPT, BMOB-DEH-INAH-SC.
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II.32 Intérieur du fort Santa-Annita, ou fort del Democratia [Interior del fuerte Santa Anita o fuerte Demócrata], L’Illustration. Journal Universel, IIB-UNAM.

La explanada del Demócrata, ubicado en el plano de Troncoso como Señora Santa Ana, se representa como una vista con caballos en el grabado. Al extremo izquierdo se aprecia la entrada al perímetro del lugar, con sus baluartes y parapetos. Una bandera ondea a la izquierda y en la base del pedestal hay unos personajes que no se pueden identificar. En el plano final se dibuja una iglesia, quizá con una nave de cruz latina y cúpulas poligonales o de gajos. Al extremo derecho de la barda se muestra un cañón y lo que parece ser una trinchera. En primer plano se observa un carro tirado por caballos y un grupo de soldados franceses, a su izquierda otro grupo descansa junto a unos barriles, posiblemente de pólvora o parque. Por la entrada del fuerte unos soldados platican junto a sus fusiles, recargados entre sí, junto a las tiendas de campaña. En la lejanía, al extremo izquierdo, se aprecia la ciudad de Puebla. En L’Illustration se presenta una idea de la forma que tenían las fortificaciones; en ella se consideraba que El Demócrata era el mejor ejemplo de trabajo en su tipo.
La arquitectura de las casas, colegios, conventos y en general las construcciones religiosas sorprendió a los franceses. En la escena de Enlévement du quadre no. 29o par le 18e batallon de chasseurs à pied et le 3e zouaves [Toma del cuadrante 29 por el 18º batallón de cazadores de infantería y el 3º de zuavos] se aprecia una barricada construida por los mexicanos, que divide en diagonal la acción en dos campos (figura II.33).

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II.33 Enlévement du quadre no. 29º par le 18e batallon de chasseurs à pied et le 3e zouaves [Toma del cuadrante 29 por el 18º batallón de cazadores de infantería y el 3º de zuavos], L’Illustration. Journal Universel, IIB-UNAM.

Desde la azotea y los arcos se aprecian soldados que disparan, mientras el humo al fondo de la imagen sugiere una batalla constante. En primer plano, los combatientes que saltan la valla se encuentran con grupos que los repelen y caen heridos o muertos. L’Illustration hace un recuento de la “acción heroica” llevada a cabo en el cuadrante 29 por el 18º batallón de cazadores y el 3º de zuavos. Se pone en evidencia cómo, de forma estratégica, los mexicanos construyeron un pasadizo subterráneo entre los fuertes y las casas para moverse y llevar a cabo los ataques o defender la ciudad. En el texto del semanario se describe el cercado de madera de roble, la longitud de la zanja y la profundidad de la misma, que era como de cuatro metros. Sin embargo, desde la azotea fueron descubiertos y asaltados, dejando que los franceses avanzaran hasta el cuadrante 31. Durante la persecución los galos sufrieron muchas pérdidas y cayeron 200 prisioneros en manos de las tropas mexicanas.

En la tarde [del 4 de abril] se practicó un reconocimiento sobre el Fuerte de Zaragoza que le costó bien caro pues la artillería de este fuerte, la de Yngenieros y la de Guadalupe, le hicieron mucho daño a sus columnas.
Hasta hoy ocupó el Parral, y según el General en Gefe, Cuartel Maestre y Comandante General de Artillería, no había tiempo de retirar las piezas, que según ellos también no nos eran útiles.
En la tarde renovó con mas vigor su asalto sobre la Manzana de Miradores y fue de nuevo rechazado dejando en nuestro poder muchos muertos, seis heridos, un teniente y 34 soldados prisioneros y muchas armas e instrumentos de zapa.

En esta desorganización del ejército mexicano, el teniente coronel Alejandro Casarín Maniau aprovechó para moverse hacia la calle de Miradores, a una cuadra del templo de San Agustín, donde se enfrentó al enemigo con valentía. Por eso Jesús González Ortega, “a petición del interesado” Alejandro Casarín, le otorgó una carta donde “le reconoció con un premio de distinguido valor y aptitud militar que desde el Sitio de la Plaza de Puebla demostró y en recuerdo del heroico hecho de armas de la esquina de la calle de Miradores, cuya defensa resultó rendida y desarmada por el interesado, la 2ª Compañía del 2º Regimiento de Zuavos del Ejército invasor […]”5

5. Tiroteo de posiciones.

6. Ydem.


Ni tiempo le dio a Casarín de escribir los eventos del día. La línea de ataque, como la de los defensores, cambiaba constantemente durante la jornada, dependiendo de la fuerza y resistencia del enemigo. Cuando el general Berriozábal pedía noticias, la información no era clara por la situación inestable. Se llegó al extremo de tener que defender dos frentes en la misma manzana, con tiros de cañón por todas partes, aunque aislados, sin que los contrincantes se enfrentaran cara a cara.

7. Hoy han sido batidos y desalojados los franceses de la Garita del Pulque, de la cual se habían apoderado por medio de una vil infamia, cual es la de haber venido gritando, ¡Viva Méjico! para que la fuerza que la defendía no les hiciera fuego, y así que estuvieron entre ella, comenzaron á esgrimir la bayoneta contra la fuerza de Ausiliares del Ejército compuesto de Rifleros de Nuevo León, y que no tienen bayonetas y sin embargo fueron rechazados aunque con menos pérdida de la que tuvimos nosotros (figura II.34).

II.34 Garita del Pulque, PFPT, BMOB-DEH-INAH-SC.

El desgaste provocado por los días de combate entre ambos ejércitos hacía que difícilmente se pudieran distinguir los uniformes y de ahí la eficacia de la jugarreta del ejército francés.

8. Hoy salieron de la manzana que defienden ocho soldados del 4º de Zacatecas sin orden de nadie, con objeto de incendiar la casa del Parral, lo que consiguieron en parte, pero lo que hay de muy notable es que se han introducido en dicha casa, ocupada ya por el enemigo, y han salido conduciendo dos tiros de cañón cada uno, y esto sin llevar más armas que sus bayonetas.

Según los cálculos de Francisco P. Troncoso en esos días los franceses habían perdido alrededor de 400 a 500 hombres, entre muertos, heridos y prisioneros. El hedor en las calles de San Judas Tadeo y la Estampa era insoportable por los cadáveres que yacían por todos lados. Los soldados de ambos bandos cazaron gran cantidad de perros y gatos para alimentarse.

14. Hoy han empezado a hacer un zic-zac ó camino abierto que será para atacar la manzana izquierda de la calle de Andrade en la que tengo parte de una batería dando frente al Parral y es donde están abriendo dicho zic-zac (figura II.35).

II.35 Cerco de zig-zag, PFPT, BMOB-DEH-INAH-SC.

El día 14 salió la caballería del General Tomás O’Horan y Escudero sin que Casarín diera cuenta de ello. Esta fuerza serviría para destruir los caminos y puentes entre Veracruz, Orizaba y Puebla y hacer más lenta la llegada de víveres y armamento a los franceses.

15. Salió el General Guilardi del Carmen sobre el enemigo y lo desalojó de sus posiciones y lo batió.

El convento del Carmen convertido en fuerte estaba muy bien construido y fortificado, sin embargo los cañonazos para destruirlo llegaban sobre todo a los habitantes.6 Es muy probable que el ataque a este convento haya sido tan grave como el de San Javier, que había resultado el más afectado, por lo que se necesitó la participación de más reservas y batallones ubicados en otros puntos, como el comandado por Felipe Berriozábal que era el jefe de Francisco P. Troncoso (figura II.36).

16. Hizo otra salida con el mismo buen écsito.

Los franceses tiraban fuertemente sobre los fuertes del Carmen e Ingenieros, pero no lograron hacer cesar la respuesta de los mexicanos; en el cuartel general se pensó hacer un ataque fuerte sobre estos puntos, pues se creía que los franceses, después de los descalabros sufridos en los ataques del 2 al 6 de abril, iban a cambiar sus líneas al sur y suroeste, pero esto no sucedió.

17. Al reventar una granada de las que estoy arrojando muy frecuentemente al zic-zac del Parral, oímos un grito y vimos volar una pala que cayó como a dos varas de dicho zic-zac; en el acto un joven soldado del 5º de Zacatecas que estaba a mi lado saltó la trinchera y fue a recoger la pala en medio de muchos tiros que le dispararon los franceses: en la tarde fue ascendido a cabo, y á presencia de todo el Batallón le puso personalmente las cintas el Gefe del punto, Coronel Auza (figura II.37).

Miguel Auza estaba al mando de la segunda brigada de Zacatecas y, junto con el tercero y quinto batallón de Zacatecas, dirigidos por el coronel Manuel González Cosío, se hizo una salida contra dicha galería en zig-zag. Los soldados se arrojaron sobre las trincheras francesas donde se encontraban unos 30 hombres, hirieron a varios y les tomaron cuatro carabinas y un gran cestón de zapa que metieron a la plaza. Como vemos, no sólo eran importantes los fusiles y cañones sino los instrumentos como palas, picos y cestas de tierra para excavar y reforzar las trincheras y subterráneos.7

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II.36 General Felipe Berriozábal, MNH-INAH-SC.

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II.37 Coronel Miguel Auza, MNH-INAH-SC.

18. Salieron con permiso del Jefe del punto y a presencia de los Generales Llave, Berriozábal y Alatorre y de los Coroneles Auza, Lalanne, Cosío y otros muchos jefes y oficiales y de todo el batallón 5º Zacatecas el Teniente General Mateo Salas, el Capitán Herunza y otros de igual clase, los tres del referido 5º el Capitán de E.M. Alejandro Casarín y yo escoltados por 12 soldados del mismo 5º a tomar unos gaviones8 del zic-zac de los franceses: tomamos 18 y los instrumentos de zapa que abandonaron en él, al vernos y huir, y con cuatro zapa-picos, seis palas y tres barretas (figuras II.38, II.39 y II.40).
A los demás gaviones que no pudimos tomar por estar ya afirmados les dimos fuego todo en medio de una nutrida fusilería que desde las aspilleras9 y azotea de la casa del Parral nos dirigían y en medio también de las aclamaciones y aplausos de nuestra tropa que lo presenciaba desde las trincheras y alturas más inmediatas: sólo tuvimos el sentimiento de que a la hora de mayor peligro por el fuego enemigo nos abandonó la mayor parte de la escolta y quedándonos sólo tres para ayudarnos a conducir los gaviones e instrumentos de zapa.

Para este momento los víveres escaseaban y, según se decía, no era fácil que alcanzaran para más de 15 o 20 días. El almacenamiento que se había hecho mermó antes del principio del sitio, pues nunca se pensó que ésa sería la estrategia de los franceses. La población sufría muchísimo por ello y por el peligro constante en que vivía debido a los combates que se libraban en las calles de la ciudad, expuesta todo el tiempo a la destrucción de sus viviendas. Francisco P. Troncoso fue mandado a examinar la línea entre los fuertes del Carmen, Ingenieros y Zaragoza, donde se encontraban los dos Casarín (figura II.41). Por la noche, se trasladaron a Santa Inés. Las pérdidas del lado mexicano fueron grandes en esos días.

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II.38 General Ignacio de la Llave, MNH-INAH-SC.
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II.39 Coronel Jesús Lalanne, MNH-INAH-SC.
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II.40 General Francisco Alatorre, MNH-INAH-SC.
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II.41 Capitán Alejandro Casarín, tomado del libro Mi patria: compendio histórico, político, científico, literario, industrial, comercial, social y religioso de México, Biblioteca Dr. Rubén Bonifaz Nuño-Instituto de Investigaciones Filológicas-UNAM.

19. Después de terrible fuego de artillería de tres horas con que abrió dos brechas en la Manzana derecha de la calle de Andrade y arrasó con el parapeto que defiendo, que es la izquierda, lanzó el enemigo sus columnas sobre las brechas de la derecha, y después de un combate de una hora, quedó dueño de ella tomando algunos prisioneros, una pieza de montaña y dos provetas, ó morteros á la [ilegible]. He tenido el disgusto, y el sentimiento de ver que la tropa del 5º de Zacatecas, que es la que sostiene mis piezas, ha huido cobarde y vergonzosamente esta tarde, solo al ver asaltar la manzana inmediata: ¿qué será cuando nosotros suframos el choque?, del referido cuerpo solo quedó sosteniéndome, y sin correr, el Gefe de él, Coronel Auza, el Teniente Coronel Mateo Salas, el Teniente Ofae y veinticinco ó treinta soldados. En la noche les incendió la fuerza de Oaxaca la mayor parte de las manzanas que tienen los franceses. Se abandonaron por órdenes del General en Jefe las manzanas de la espalda y costados de San Agustín y las casas que han costado al enemigo y que no ha podido tomar y ahora las ocupará sin que les cueste nada: este plan ni lo comprendo ni me gusta.

El abandono de las manzanas de Villarreal y la orden de quemar las calles de San Tadeo y la contigua, posiblemente Tecali, así como las de atrás que comprendían las calles de Obligación, Calavera y Pitiminí, cambió la línea de enfrentamiento que ahora pasaría de Santa Inés a la Estampa. Estrategia que no comprendía Carlos Casarín. Del 20 al 23 de abril no escribió pues la guerra se recrudeció y constantemente se perdían manzanas.

24. A las seis de la tarde volaron con dos minas una cuadra de la calle de Pitiminí lo cual es un espectáculo horrible, y emprendieron tomar por asalto las ruinas y resto de las manzanas y fueron vigorosamente rechazados tres veces y lo intentaron por un Cuerpo de Toluca.

Francisco P. Troncoso escribió:

Un lado de la calle de Pitiminí [hoy Reforma] estaba ocupada por los soldados franceses quienes sacaban un carrizo por la ventana lo cual coincidía con ruidos subterráneos en nuestras casas por lo que se pensó que preparaban unas galerías de mina, la explosión de éstas ocurrió a las seis de la tarde cuando las casas de la primera línea estaban desocupadas. Los franceses cruzaron la calle pues pensaron que todos habían volado, sin embargo, fueron recibidos por los soldados de la segunda línea siendo rechazados y perseguidos hasta la calle (figura II.42).


II.42 Calle de Pitiminí, PFPT, BMOB-DEH-INAH-SC.

El 25 de abril fue un día fatídico, pues a partir de entonces la balanza se inclinó al triunfo de los franceses. El alimento y la falta de municiones de las tropas mexicanas era ya grave, no sólo para el ejército sino para la población que se había quedado encerrada en la ciudad. En los siguientes días Casarín relata parte de sus acciones en el frente de batalla y cómo se jugó la vida.

25. Día terrible pero muy glorioso al amanecer voló el enemigo con dos minas toda la acera espalda de Santa Inés que es nuestro frente y al ver nuestra actitud ostil para recibirlo, rompió un terrible y mortífero fuego de artillería con 8 piezas de los calibres de a 12 y 8 a una distancia de 130 metros: contra estas piezas sólo podíamos contestar con una de montaña, de á 12 de la batería que mando yo pues las otras están en los flancos del edificio, unas en la huerta, y otras en la calle por lo cual no podrían jugar las que nos batían más de lo que he dicho colocados en un balcón que daba a la huerta y que dirijí personalmente hasta las 9 en que me la desmontó una granada que reventó contra el eje se vino el balcón abajo y parte del cuarto y recibí un fuerte raspón en la frente.
A las 10 cesó un momento el fuego de artillería enemiga, lo bastante sólo para permitir que una columna como de 1000 hombres del 1º de zuavos atravesara la calle a paso de carga y se introdujera en el edificio y volvió a hacer fuego con la misma violencia que antes, al aparecer en la huerta, dicha columna, rompí sobre ella el fuego de dos obuses de montaña que tengo en el flanco derecho de ella, con tan buena fortuna, que hice que la columna se cortara, y aunque renovó su asalto tres veces, otras tantas tuvo que retroceder ante la metralla mejicana que he tenido la gloria de ser el primero en dárselas a conocer.
Al ver yo, que el ataque por allí no se renovaba y notar que unas de mis piezas de la calle no hacía ya fuego, encargué mucho a los oficiales que están a mis órdenes el mayor cuidado, vigilancia y energía y traté de salir a saber por qué ya no hacía fuego la referida pieza de la calle; y me encontré con que la mayor parte del edificio estaba ocupado por los franceses que ni habían huido cuando corté la columna ni habían perecido con mis tiros; pues la tropa encargada de la defensa se había retirado y en consecuencia estaba yo cortado con dos piezas y en unión del Comandante Flores y á la cabeza de unos 30 hombres del 5
º de Zacatecas sostenía mis piezas. De acuerdo con este Señor y protejido por parte de sus treinta hombres, retiré las piezas y por los patios intenté abrirme paso para reunirme con el resto de la fuerza que se batía terriblemente sosteniendo aun parte del edificio y lo conseguí a viva fuerza después de este suceso muy original y feliz para mí: teniendo que forzar el paso un cuarto ocupado por los zuavos salían estos a mi encuentro y a una distancia de la puerta de dicho cuarto, como de doce pasos, di fuego al obus que yo mismo conducía por las varas, y mandé cargar en el acto, pero no hubo necesidad de volver a hacer fuego sobre aquellos pues de 18 que eran, quedaron 12 muertos y 6 mas ó menos gravemente heridos: en este momento cargaba a la bayoneta sobre el enemigo a la cabeza de medio batallón de Puebla, el Teniente Coronel Ysunza, y este los desorganizó, e hizo que se esparciesen por todo el edificio, vendiendo cara su vida pero por fin el triunfo fue nuestro, tomando 130 prisioneros de los que tuve el gusto de tomar personalmente aunque divididos en varios grupos, 19, incluso un capitán herido muy fino y simpático llamado Saluete.
Hasta ahora que son las ocho de la noche van levantados muertos ó heridos, de la huerta, 300 zuavos y de los claustros y patio, 125.
Muertos y heridos mejicanos hemos tenido 85 entre los que se encuentran el Teniente Coronel Mateo Salas, el Capitán Rincón, Idem Reyes Rivas, Idem Ramón Ramos, Idem Francisco Beltrán, Subtenientes Merced González, Rafael Gazca, Comandante José Monroy y otros varios que no conozco.

El de Santa Inés fue calificado por Francisco P. Troncoso como el gran ataque sobre la línea suroeste, que tuvo resultados espléndidos. La ubicación de Santa Inés era estratégica pues formaba la manzana de la izquierda de las líneas mexicanas del sur y el poniente, y detrás no había más obras de defensa como las que se hicieron en Santa Inés con reja, con piedra, escombros o lo que se encontrara. Estaba presente, entre muchos otros, el teniente coronel Telésforo Tuñón Cañedo, con el pequeño Batallón de Zaragoza que defendía la esquina izquierda de Santa Inés que se había fortificado bien; era ahí donde se encontraba Carlos R. Casarín con su “batería de Veracruz”, desde donde pudo tirar algunos cañonazos a los franceses. Como él mismo cuenta, quedó encerrado en una pieza por donde pasaron los zuavos, pero como se fueron de frente no lo vieron porque se cubrió con unas grandes barricas de vinagre y con cajones que encontró en abundancia. Las acciones realizadas y relatadas por Casarín en este día —de las pocas que él menciona sobre su intervención— fueron reconocidas por Troncoso en su diario.
En resumen, el ataque francés en las líneas sur y poniente, especialmente en Santa Inés, fue rechazado con furia. Sólo en este punto se perdieron 240 soldados franceses entre heridos y muertos y se hicieron 164 prisioneros. Las pérdidas de los mexicanos fueron de 200 muertos y 300 heridos. Con tres combates tan extensos y largos se quedaron sin municiones. La alegría fue grande, pero la preocupación por la falta de municiones y víveres había llegado a un punto crítico.
El número de imágenes relacionadas con la batalla alrededor del convento de Santa Inés revela la importancia que tuvo para ambos bandos, pues éstas provienen de reivindicaciones nacionalistas y de celebraciones imperiales (figura II.43).

II.43 Santa Inés, marcada con el número 20 en el plano, PFPT, BMOB-DEH-INAH-SC.

26. Hoy se han levantado de la Huerta 42 franceses de los muertos ayer.

La calma fue general después del combate extenuante del día anterior, sin embargo, seguían cayendo bombas sobre la ciudad; una más o menos cada media hora, como relata Troncoso. Los mexicanos se sentían seguros con la fortificación de su línea poniente, aunque quedaron diezmados tres batallones bajo las órdenes del general Mariano Escobedo.

30. Ya no hay víveres absolutamente, hoy hemos comido en la fonda del Conejo Blanco, mula asada.

Casarín no reportó nada sino hasta el día 30, cuando llevaban días de comer carne de caballo y de mula, lo que significaba mermar el transporte; las batallas seguían por la calle de Pitiminí. Al desarmar minas tiraron dos galerías subterráneas terminadas por los franceses, para pasar sin ser vistos. La manzana entre Pitiminí y la Concordia estaba ocupada ya por los franceses; aún así, Porfirio Díaz salió a atacarlos con su batallón de Oaxaca (figura II.44). En Santa Inés se ponían más fortificaciones. El día 28 se suspendieron las hostilidades entre los bandos para poder levantar a los muertos y evitar epidemias. El hedor de los cadáveres en los puntos de mayor combate debió ser estremecedor.

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II.44 General Porfirio Díaz, MNH-INAH-SC.
    • Aunque puede haber discrepancias en los datos referentes a la asignación de los comandantes a cargo de las brigadas, hemos tomado la referencia del diario de Troncoso, quien ubica a Porfirio Díaz como encargado de la Brigada de Oaxaca de la división de Berriozábal. Es posible que “cuartel”, en este caso, se refiera a la división territorial de la ciudad; véase Francisco P. Troncoso, op. cit., pp. 171-172. En contraste con esta información se encontró un texto del general Juan Manuel Torrea, quien menciona que la Brigada de Oaxaca estaba bajo el mando del general Ignacio Mejía y que Porfirio Díaz tenía una de las tres brigadas de la Primera División dirigida por Berriozábal; véase Juan Manuel Torrea, op. cit., pp. 16-17.


    • “Correspondance au Directeur”, L’Illustration. Journal Universel, 6 de junio de 1863; el extracto está firmado por Pierre Paget [traducción de las autoras].


    • Francisco P. Troncoso, op. cit., p. 178.


    • AH-Sedena, extinto Teniente Coronel de Infantería, Alejandro Casarín, XI/111/5-1424.


    • El convento del Carmen, convertido en el fuerte llamado de Hidalgo, a cargo del teniente José Pérez Gallardo, era de tamaño irregular; lo proyectó el teniente coronel Francisco P. Troncoso para unirlo con los redientes de Morelos. La huerta del Carmen, los árboles frutales junto con las bardas y demás construcciones cercanas fueron removidos, los árboles talados y la iglesia fortificada; véase Francisco P. Troncoso, op. cit., pp. 24-25.


    • Gavión: cestón de mimbre lleno de tierra que sirve para defender de los tiros del enemigo a los que abren la trinchera; véase Cristina Borreguero Beltrán, op. cit., p. 157.


    • Aspillera: apertura vertical, larga y estrecha, que se hace en la pared o muros para disparar desde ahí al enemigo; ibid., p. 38.