(PDF) Harrison Medicina Interna 19e (Vol. 2) | Emma Ulloa - Academia.edu
HARRISON P MEDICINA INTERNA 19a edición R I N C AccessMedicina es un recurso médico integral en línea que proporciona un vasto caudal de conocimiento proveniente de textos clásicos y actuales sobre diferentes especialidades, siempre a la vanguardia a nivel mundial. I P I O S D Más de 60 títulos médicos esenciales de la biblioteca de McGraw-Hill E CONTENIDO • Diagnóstico diferencial y referencias • Multimedia: más de 250 videos y 30 000 imágenes • Vademécum • Autoevaluaciones interactivas • Textos dirigidos al paciente con más de 7 000 temas CARACTERÍSTICAS DE ACCESIBILIDAD • Los textos de Medicina fundamentales de la biblioteca de McGraw-Hill en un solo lugar PATOGENIA Y TRATAMIENTO DE LAS ENFERMEDADES • Disponibilidad total en todo momento • Acceso ilimitado, fácil y rápido desde cualquier dispositivo electrónico info@mheducation.com www.accessmedicina.mhmedical.com 2 99-486 KASPER FAUCI HAUSER LONGO JAMESON Volumen 2 P R I N C I P I O S D E MEDICINA INTERNA VOLUMEN 2 19ª edición Capítulos Obra completa HA R R ISO N LOSCALZO KASPER FAUCI HAUSER LONGO JAMESON LOSCALZO 19ª edición HARRISON P R I N C I P I O S D E MEDICINA I N T E R N A EDITORES DE LAS EDICIONES PREVIAS T. R. Harrison R. G. Petersdorf Editor en Jefe, Ediciones 1, 2, 3, 4, 5 Editor, Ediciones 6, 7, 8, 9, 11, 12 Editor en Jefe, Edición 10 W. R. Resnick Editor, Ediciones 1, 2, 3, 4, 5 J. D. Wilson Editor, Ediciones 9, 10, 11, 13, 14 Editor en Jefe, Edición 12 M. M. Wintrobe Editor, Ediciones 1, 2, 3, 4, 5 Editor en Jefe, Ediciones 6, 7 J. B. Martin G. W. Thorn A. S. Fauci Editor, Ediciones 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 Editor en Jefe, Edición 8 R. D. Adams Editor, Ediciones 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 Editor, Ediciones 10, 11, 12, 13, 14 Editor, Ediciones 11, 12, 13, 15, 16, 18 Editor en Jefe, Ediciones 14, 17 R. Root Editor, Edición 12 D. L. Kasper P. B. Beeson Editor, Ediciones 1, 2 I. L. Bennett, Jr. Editor, Ediciones 3, 4, 5, 6 Editor, Ediciones 13, 14, 15, 17, 18 Editor en Jefe, Ediciones 16, 19 S. L. Hauser Editor, Ediciones 14, 15, 16, 17, 18 D. L. Longo E. Braunwald Editor, Ediciones 6, 7, 8, 9, 10, 12, 13, 14, 16, 17 Editor en Jefe, Ediciones 11, 15 Editor, Ediciones 14, 15, 16, 17 Editor en Jefe, Edición 18 J. L. Jameson Editor, Ediciones 15, 16, 17, 18 K. J. Isselbacher Editor, Ediciones 6, 7, 8, 10, 11, 12, 14 Editor en Jefe, Ediciones 9, 13 J. Loscalzo Editor, Ediciones 17, 18 19ª edición HARRISON P R I N C I P I O S D E MEDICINA I N T E R N A Editores Dennis L. Kasper, MD Anthony S. Fauci, MD William Ellery Channing Professor of Medicine, Professor of Microbiology and Immunology, Department of Microbiology and Immunobiology, Harvard Medical School, Division of Infectious Diseases, Brigham and Women’s Hospital, Boston Massachusetts Chief, Laboratory of Immunoregulation; Director, National Institute of Allergy and Infectious Diseases, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland Stephen L. Hauser, MD Dan L. Longo, MD Robert A. Fishman Distinguished Professor and Chairman, Department of Neurology, University of California, San Francisco, San Francisco, California Professor of Medicine, Harvard Medical School; Senior Physician, Brigham and Women’s Hospital; Deputy Editor, New England Journal of Medicine, Boston, Massachusetts J. Larry Jameson, MD, PhD Joseph Loscalzo, MD, PhD Robert G. Dunlop Professor of Medicine; Dean, Perelman School of Medicine at the University of Pennsylvania; Executive Vice President, University of Pennsylvania for the Health System Philadelphia, Pennsylvania Hersey Professor of the Theory and Practice of Medicine, Harvard Medical School; Chairman, Department of Medicine, and Physician-in-Chief, Brigham and Women’s Hospital Boston, Massachusetts VOLUMEN 2 NOTA Los trabajos del doctor Fauci como autor y editor se realizaron fuera del ámbito de sus funciones como empleado del gobierno estadounidense. Estos trabajos representan sus puntos de vista personal y profesional y no necesariamente los del gobierno estadounidense. Gerente de programa y portafolio Medicina: Javier de León Fraga Editora de desarrollo: Norma Leticia García Carbajal Supervisor de producción: Zeferino García García Traducción de los capítulos electrónicos: Dr. José Rafael Blengio Pinto Dra. Martha Elena Araiza Martínez Dra. Ana María Pérez Tamayo Ruiz Dr. Héctor Barrera Villavicencio Traducción: Martha Elena Araiza Martínez José Rafael Blengio Pinto Ana María Pérez Tamayo Saúl Lira Albarrán Héctor Barrera Villavicencio Patricia Talamás Rhoana Traducción de los videos: Martha Elena Araiza Martínez 19ª edición HARRISON P R I N C I P I O S D E MEDICINA I N T E R N A Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni parcial, ni totalmente, ni registrada en/o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni formato, por ningún medio, sea mecánico, fotocopiado, electrónico, magnético, electroóptico, o cualquier otro, sin el permiso previo y por escrito de la editorial. DERECHOS RESERVADOS © 2016, respecto a la decimonovena edición en español por McGRAW-HILL INTERAMERICANA EDITORES, S.A. de C.V. Prolongación Paseo de la Reforma 1015, Torre A, Piso 16, Col. Desarrollo Santa Fe, Delegación Álvaro Obregón C.P. 01376, México, D.F. Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Reg. Núm. 736 ISBN 978-607-15-1335-9 (obra completa) ISBN 978-607-15-1336-6 (volumen 1) ISBN 978-607-15-1337-3 (volumen 2) Translated from the nineteenth English edition of: Harrison’s Principles of Internal Medicine Nineteenth Edition Copyright © 2015 by McGraw-Hill Education, Previous editions copyright © 2012, 2008, 2005, 2001, 1998, 1994, 1991, 1987, 1983, 1980, 1977, 1974, 1970, 1966, 1962, 1958 by The McGraw-Hill Companies, Inc. All Rights Reserved. Printed in the United States of America ISBN 978-0-07-180215-4 (Two Volume Set) ISBN 978-0-07-180213-0 (Volume 1) ISBN 978-0-07-180214-7 (Volume 2) ISBN 978-0-07-184876-3 (DVD) ISBN 978-0-07-1802161 (eBook) ARR 11/15 1234567890 2346789015 Impreso en China Printed in China Comité asesor para la revisión científica de la edición en español MÉXICO Dr. José Pérez Arellano Dr. José Alberto Sagástegui-Rodríguez Jefe de Unidad y especialista en Medicina Interna Hospital Universitario Insular de Gran Canaria (1, 256, 257) Especialista en Medicina Interna y Neurología Profesor Asociado y Coordinador de Medicina Interna División de Ciencias de la Salud Universidad de Monterrey Monterrey, Nuevo León, México (21, 35, 122, 437, 440, 442, 444, 451, 462) Dra. Eulalia Felicia Fernández Vallín Cárdenas Doctora en Medicina. Especialista de Segundo Grado en Farmacología por el Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana Profesora Titular de Farmacología y de Terapéutica Médica, Escuela Superior de Medicina, IPN Coordinadora de Farmacología. Escuela Superior de Medicina, IPN (424, 434, 464e) GUATEMALA Dr. Gilberto Gamaliel Hernández Guerra Docente titular y coordinador de la unidad didáctica de Medicina Interna del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, Facultad de Ciencias Médicas, USAC, Guatemala Médico Internista y endocrinólogo con especialidad en diabetes (401, 405, 418) Dra. Ana Evelyn Mazariegos Carrascosa Docente titular y coordinadora general del externado de Medicina Interna y Cirugía General, 4o. año, Facultad de Ciencias Médicas, CUM, USAC, Guatemala, Médica internista con especialidad en gerontogeriatría y medicina paliativa, bioética clínica y género, Maestra en Docencia Universitaria, USAC (168, 186, 207) ESPAÑA Dra. Rosa Apolinario Hidalgo Jefa de Servicio de Medicina Interna Hospital Universitario Insular de Gran Canaria (251, 406, 407) Dra. Luz Marina Calvo Hernández Profesora Asociada y especialista en Medicina Interna Hospital Universitario Insular de Gran Canaria (252, 479e, 401e) Dra. Patricia Crecente Otero Facultativa especialista en Medicina Interna Hospital Universitario Insular de Gran Canaria (253, 450, 431e) Dra. Elena Pisos Álamo Facultativa especialista en Medicina Interna Hospital Universitario Insular de Gran Canaria (258, 259, 435e) Dra. María Nieves Jaén Sánchez Facultativa especialista en Medicina Interna Hospital Universitario Insular de Gran Canaria (247, 274, 288) Dra. Pilar Michele Hernández Cabrera Facultativa especialista en Medicina Interna Hospital Universitario Insular de Gran Canaria (242, 253, 254) Dra. Rosa Ma. Bautista Salinas Responsable de Unidad de Formación Continuada y Docencia en el área de Medicina Interna Hospital Universitario Insular de Gran Canaria (125, 291e, 450) Dr. José Ma. López Vega Especialista en Medicina Interna, Unidad de Insuficiencia Cardiaca y Riesgo Cardiovascular Hospital Universitario Insular de Gran Canaria (298, 214e, 429) Dr. Gonzalo García de Casasola Sánchez Jefe de Servicio de Medicina Interna y Urgencias Hospital Universitario Infanta Cristina de Parla, Madrid (2, 3, 4) Dr. Alberto Forero de la Sotilla Especialista en Medicina Interna Hospital Universitario Infanta Cristina de Parla, Madrid (5, 7e, 10) Dr. Javier Villanueva Martínez Especialista en Medicina Interna Hospital Universitario Infanta Cristina de Parla, Madrid (80, 88, 89e) Dr. Pablo Ramírez Sánchez Especialista en Medicina Interna Hospital Universitario Infanta Cristina de Parla, Madrid (90e, 91e, 115) Dr. Carlos Escamilla Crespo Especialista en Neurología Clínica Hospital Universitario Puerta de Hierro, Madrid (165, 166e, 167e) Dr. Juan Antonio Puerto Sebastián Especialista en Ginecología y Obstetricia Hospital Clínico Universitario de Valencia (168, 169, 240) NOTA La medicina es una ciencia en constante desarrollo. Conforme surjan nuevos conocimientos, se requerirán cambios de la terapéutica. El(los) autor(es) y los editores se han esforzado para que los cuadros de dosificación medicamentosa sean precisos y acordes con lo establecido en la fecha de publicación. Sin embargo, ante los posibles errores humanos y cambios en la medicina, ni los editores ni cualquier otra persona que haya participado en la preparación de la obra garantizan que la información contenida en ella sea precisa o completa, tampoco son responsables de errores u omisiones, ni de los resultados que con dicha información se obtengan. Convendría recurrir a otras fuentes de datos, por ejemplo, y de manera particular, habrá que consultar la hoja informativa que se adjunta con cada medicamento, para tener certeza de que la información de esta obra es precisa y no se han introducido cambios en la dosis recomendada o en las contraindicaciones para su administración. Esto es de particular importancia con respecto a fármacos nuevos o de uso no frecuente. También deberá consultarse a los laboratorios para recabar información sobre los valores normales. ILUSTRACIÓN DE LA PORTADA Imagen artística de la partícula de VIH en gemación (Crédito: Animate4.com Ltd. / Science Source) El contenido digital se encuentra disponible en On Line Center http://www.mhhe.com/harrison19e vii CONTENIDO COLABORADORES PREFACIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . PARTE 1 . . . . . . . . . . . . . 23 Fiebre . 1 Aspectos globales en medicina . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Toma de decisiones en la medicina clínica . . . . . . . 18 . . . . . . . 26 . . . . . . . . . . . . . 31 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45 Daniel B. Mark, John B. Wong 4 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123 24 Fiebre y exantema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127 Elaine T. Kaye, Kenneth M. Kaye Paul Farmer, Joseph Rhatigan 3 111 Charles A. Dinarello, Reuven Porat Los Editores 2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . John W. Engstrom, Richard A. Deyo SECCIÓN 2 ALTERACIONES DE LA TEMPERATURA CORPORAL Generalidades de la medicina clínica La práctica de la medicina clínica . 22 Cervicalgia y dorsalgia . 25e Atlas de exantemas relacionados con fiebre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26 Fiebre de origen desconocido Detección y prevención de enfermedades . . . . . . . . . . 135 . . . . . . . . . . . . . . . . 135 Kenneth M. Kaye, Elaine T. Kaye Chantal P. Bleeker-Rovers, Jos W. M. van der Meer Katrina Armstrong, Gary J. Martin 5 Principios de farmacología clínica Dan M. Roden 6e Salud de la mujer Andrea Dunaif . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45 Shalender Bhasin, Shehzad Basaria Trastornos médicos durante el embarazo. . . . . . . . 45 . . . . . . 51 Wei C. Lau, Kim A. Eagle 28 Mareo y vértigo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148 29 Fatiga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151 30 Causas neurológicas de debilidad y parálisis . . . . . 154 . . . . . . 158 . . . . . . . . . 162 Michael J. Aminoff 10 Cuidados paliativos y al final de la vida . . . . . . . . . 55 Ezekiel J. Emanuel 31 Entumecimiento, hormigueo e hipoestesia Michael J. Aminoff 11 Problemas clínicos del envejecimiento . . . . . . . . . . 70 Luigi Ferrucci, Stephanie Studenski 32 Trastornos de la marcha y el equilibrio . Lewis Sudarsky 12e La seguridad y calidad en la atención de la salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33e Videoteca de trastornos de la marcha . . . . . . . 85 David W. Bates 165 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166 S. Andrew Josephson, Bruce L. Miller . . . . . . . . . . . . . 85 Tim Evans, Kumanan Rasanathan 14e Prácticas complementarias, alternativas y de salud integral . . . . . . . Gail Kang, Nicholas B. Galifianakis, Michael D. Geschwind 34 Confusión y delirio . 13e Atención primaria en países con ingresos bajos e intermedios . 35 Demencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170 William W. Seeley, Bruce L. Miller . . . . . . . . . . . . . . 86 Josephine P. Briggs 36 Afasia, amnesia y otros trastornos cerebrales focales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 176 . . . . . . . 184 M.-Marsel Mesulam 15e Economía de la atención médica . 86 37e Afasia progresiva primaria, pérdida de la memoria y otros trastornos cerebrales focales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86 Maria Luisa Gorno-Tempini, Jennifer Ogar, Joel Kramer, Bruce L. Miller, Gil Rabinovici, Maria Carmela Tartaglia . . . . . . 86 . . . . . . . . . . Joseph P. Newhouse 16e Desigualdades raciales y étnicas en la atención de la salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . Joseph R. Betancourt, Alexander R. Green 17e Aspectos éticos en la medicina clínica . Bernard Lo, Christine Grady PARTE 2 38 Trastornos del sueño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184 Charles A. Czeisler, Thomas E. Scammell, Clifford B. Saper Manifestaciones cardinales y presentación de enfermedades SECCIÓN 4 TRASTORNOS DE OJOS, OÍDOS, NARIZ Y FARINGE 39 Trastornos de los ojos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195 Jonathan C. Horton 40e Empleo del oftalmoscopio manual . . . . . . . . . 211 . . . . . . . . . . 211 . . . . . . . . . . . . . . . 211 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217 Homayoun Tabandeh, Morton F. Goldberg SECCIÓN 1 DOLOR 41e Videoteca de neurooftalmología 18 Dolor: fisiopatología y tratamiento . . . . . . . . . . . . 87 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 James P. Rathmell, Howard L. Fields 20 Dolor abdominal Shirley H. Wray 42 Trastornos del olfato y el gusto David A. Morrow Richard L. Doty, Steven M. Bromley 43 Trastornos de la audición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 Danny O. Jacobs, William Silen 21 Cefaleas 142 Jeffrey M. Gelfand, Vanja C. Douglas Valoración médica del paciente quirúrgico 19 Dolor torácico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mark F. Walker, Robert B. Daroff Robert L. Barbieri, John T. Repke 9 27 Síncope. Roy Freeman 7e Salud del varón . 8 SECCIÓN 3 DISFUNCIÓN DEL SISTEMA NERVIOSO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Peter J. Goadsby, Neil H. Raskin 107 Anil K. Lalwani 44 Faringitis, otalgia y síntomas de la porción superior de las vías respiratorias . Michael A. Rubin, Larry C. Ford, Ralph Gonzales . . . . . . . 225 CONTENIDO 1 xix xxxvii viii 45 Manifestaciones bucales de enfermedades . . . . . . 235 Samuel C. Durso . . . . . . . . . . . . . . . . 242 Samuel C. Durso, Janet A. Yellowitz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243 Richard M. Schwartzstein 48 Tos y hemoptisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243 Patricia A. Kritek, Christopher H. Fanta CONTENIDO 49 Hipoxia y cianosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 247 Joseph Loscalzo 69 Trastornos menstruales y dolor pélvico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51e Valoración del paciente con un soplo cardiaco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 250 . . . . . . 253 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 254 Patrick T. O’Gara, Joseph Loscalzo Joseph Loscalzo SECCIÓN 9 TRASTORNOS DE LA PIEL 70 Valoración del paciente con trastornos cutáneos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 339 Thomas J. Lawley, Kim B. Yancey 71 Eccema, psoriasis, infecciones cutáneas, acné y otros trastornos cutáneos frecuentes. . . . . . . . . . 344 . . . . . 353 . . . . . . . . . . . . 370 72 Manifestaciones cutáneas de enfermedades internas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Jean L. Bolognia, Irwin M. Braverman 73 Enfermedades cutáneas mediadas por mecanismos inmunitarios . . . . Kim B. Yancey, Thomas J. Lawley 74 Reacciones farmacológicas cutáneas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 254 Ikuo Hirano, Peter J. Kahrilas 54 Náusea, vómito e indigestión . . . . . . . . . . . . . . . . . 258 William L. Hasler 55 Diarrea y estreñimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 377 Kanade Shinkai, Robert S. Stern, Bruce U. Wintroub SECCIÓN 6 ALTERACIONES EN LA FUNCIÓN GASTROINTESTINAL 53 Disfagia 335 Leslie P. Lawley, Calvin O. McCall, Thomas J. Lawley Eugene Braunwald, Joseph Loscalzo 52 Palpitaciones 331 Janet E. Hall SECCIÓN 5 ALTERACIONES EN LAS FUNCIONES CIRCULATORIA Y RESPIRATORIA 50 Edema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . David A. Ehrmann 46e Atlas de manifestaciones de enfermedades en la boca . . 47e Disnea . 68 Hirsutismo 264 75 Fotosensibilidad y otras reacciones a la luz . . . . . . 385 . . . . . . . . 391 Alexander G. Marneros, David R. Bickers 76e Atlas de manifestaciones cutáneas de enfermedades internas . . . . . . . . . . . Thomas J. Lawley, Calvin O. McCall, Robert A. Swerlick Michael Camilleri, Joseph A. Murray 56 Pérdida involuntaria de peso . . . . . . . . . . . . . . . . . 274 . . . . . . . . . . . . . . . . 276 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 279 Russell G. Robertson, J. Larry Jameson 57 Hemorragia de tubo digestivo Loren Laine 58 Ictericia. SECTION 10 TRASTORNOS HEMATOLÓGICOS 77 Anemia y policitemia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 392 John W. Adamson, Dan L. Longo 78 Hemorragia y trombosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 400 Barbara A. Konkle Savio John, Daniel S. Pratt 59 Distensión abdominal y ascitis . . . . . . . . . . . . . . . . 285 Kathleen E. Corey, Lawrence S. Friedman 79 Linfadenopatía y esplenomegalia. . . . . . . . . . . . . . 407 Patrick H. Henry, Dan L. Longo 80 Trastornos de los granulocitos y monocitos . SECCIÓN 7 ALTERACIONES EN LA FUNCIÓN RENAL Y DE LAS VÍAS URINARIAS 60e Disuria, dolor vesical y síndrome de cistitis intersticial/dolor vesical . . . . . . . . . . . . . 288 . . . . . . . . . . . 289 . . . . . . . . . . . . 295 . . . . . . . . . . . . . . . . 295 John W. Warren 61 Hiperazoemia y anomalías urinarias . . . . . . 413 Steven M. Holland, John I. Gallin 81e Atlas de hematología y análisis de frotis de sangre periférica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 424 Dan L. Longo Julie Lin, Bradley M. Denker 62e Atlas de sedimentos urinarios y biopsias renales . . . . . . . . . . . . . . PARTE 3 Agnes B. Fogo, Eric G. Neilson 63 Trastornos hidroelectrolíticos David B. Mount Genes, el medio ambiente y las enfermedades 82 Principios de genética humana. 64e Desequilibrios hidroelectrolíticos y trastornos acidobásicos: ejemplos de casos. . . . . . . . . . . . . . . . . 83e Enfermedades cromosómicas . . . . . . . . . . 312 David B. Mount, Thomas D. DuBose, Jr. 65 Hipercalcemia e hipocalcemia . . . . . . . . . . . . . . . . 313 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 315 Sundeep Khosla 66 Acidosis y alcalosis . Thomas D. DuBose, Jr. . . . . . . . . . . . . 445 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 446 Nancy B. Spinner, Laura K. Conlin 84 La práctica de la genética en la medicina clínica . . . . Susan M. Domchek, J. Larry Jameson, Susan Miesfeldt 85e DNA mitocondrial y enfermedades y rasgos hereditarios . . . . . . . . . . . . . . . 86e El microbioma humano . Kevin T. McVary 425 . . . . . . . . 451 . . . . . . . . . . . . . . . . . 451 Karl Skorecki, Doron Behar Jeffrey I. Gordon, Rob Knight SECCIÓN 8 ALTERACIONES EN LA FUNCIÓN SEXUAL Y LA REPRODUCCIÓN 67 Disfunción sexual . . . . . . . . . . . . . . . . J. Larry Jameson, Peter Kopp . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 324 87e Redes en medicina: biología de sistemas en la salud y en la enfermedad . . . . . . . . . . . . Joseph Loscalzo . . . . 451 PARTE 4 108 Cáncer de mama . Medicina regenerativa 88 Biología de las células madre . . . . . . . . . . . . . . . . . 109 Cánceres del tubo digestivo alto 453 Minoru S. H. Ko 89e Células madre hematopoyéticas . . . . . . . . . . . 455 David T. Scadden, Dan L. Longo 90e Aplicaciones de la biología de células madre en la medicina clínica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 532 110 Cánceres de tubo digestivo bajo. . . . . . . . . . . . . . . 537 Robert J. Mayer 111 Tumores de hígado y vías biliares. . . . . . . . . . . . . . 544 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 554 . . . . . . 455 112 Cáncer pancreático . . . . . . . . . . . 456 113 Tumores endocrinos del tubo digestivo y páncreas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Elizabeth Smyth, David Cunningham 456 . . . . . . . . 557 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 575 Robert T. Jensen 114 Carcinomas de vejiga y de células renales. . . Howard I. Scher, Jonathan E. Rosenberg, Robert J. Motzer 115 Enfermedades benignas y malignas de la próstata . . . . . . . . . . . . . . . . . . Envejecimiento 116 Cáncer testicular . 93e Demografía mundial del envejecimiento . . . . 457 . . . . . . . . . . . . . . 457 Richard M. Suzman, John G. Haaga 94e Biología del envejecimiento . . . . . . . . . . . 579 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 588 Howard I. Scher, James A. Eastham Robert J. Motzer, Darren R. Feldman, George J. Bosl 117 Tumores ginecológicos . Rafael de Cabo, David G. Le Couteur . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 592 Michael V. Seiden 118 Tumores primarios y metastásicos del sistema nervioso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 598 Lisa M. DeAngelis, Patrick Y. Wen PARTE 6 119e Sarcomas de los tejidos blandos y el hueso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Nutrición y pérdida de peso 95e Necesidades nutricionales y valoración nutricional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 459 . . . . . . . . . . 459 Robert M. Russell, Paolo M. Suter 97 Desnutrición y valoración nutricional . Douglas C. Heimburger 98e Nutrición entérica y parenteral . . . . . . . . . . . . 120e Carcinoma primario de origen desconocido . . . 459 Johanna Dwyer 96e Deficiencia y exceso de vitaminas y oligoelementos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 608 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 608 Shreyaskumar R. Patel, Robert S. Benjamin Gauri R. Varadhachary, James L. Abbruzzese 121 Síndromes paraneoplásicos: endocrinológicos y hematológicos . . . . . . . . . . . . . 122 Síndromes neurológicos paraneoplásicos y encefalitis autoinmunitarias . . . . . . . . . . . . . . . . 614 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 619 Josep Dalmau, Myrna R. Rosenfeld 465 123e Timoma . Bruce R. Bistrian, L. John Hoffer, David F. Driscoll Dan L. Longo 124e Neoplasia durante el embarazo PARTE 7 . . . . . . . . . . 620 . . . . . . . . . . . . . 620 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 625 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 631 Michael F. Greene, Dan L. Longo Oncología y hematología 125 Consecuencias tardías del cáncer y su tratamiento . . . . . . . . . . . . . . Carl E. Freter, Dan L. Longo SECCIÓN 1 TRASTORNOS NEOPLÁSICOS 99 Estudio del paciente con cáncer . SECCIÓN 2 TRASTORNOS HEMATOPOYÉTICOS . . . . . . . . . . . . . . 467 Dan L. Longo 100 Prevención y detección oportuna del cáncer . . . . . 475 Jennifer M. Croswell, Otis W. Brawley, Barnett S. Kramer 101e Bases genéticas del cáncer . . . . . . . . . . . . . . 483 Pat J. Morin, Jeffrey M. Trent, Francis S. Collins, Bert Vogelstein 102e Biología de la célula cancerosa . . . . . . . . . . . 483 Jeffrey W. Clark, Dan L. Longo 103e Principios del tratamiento del cáncer . . . . . . 483 Edward A. Sausville, Dan L. Longo 104 Infecciones en los pacientes con cáncer . . . . . . . . . 484 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 493 Walter J. Urba, Brendan D. Curti 106 Cáncer de cabeza y cuello . 126 Ferropenia y otras anemias hipoproliferativas . . . . . . . . John W. Adamson 127 Hemoglobinopatías Edward J. Benz, Jr. 128 Anemias megaloblásticas . 129 Anemias hemolíticas y anemia consecutiva a hemorragia aguda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 502 130 Síndromes por falla de la médula ósea, incluidas anemia aplásica y mielodisplasia . . . . . . . . . . . . . 640 649 . 662 . . . . . . . . . . . . 672 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 678 Neal S. Young 131 Policitemia vera y otras neoplasias mieloproliferativas . . . . . . . . . . . . . Jerry L. Spivak Everett E. Vokes 107 Neoplasias del pulmón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . A. Victor Hoffbrand Lucio Luzzatto Robert W. Finberg 105 Cáncer de la piel . 608 J. Larry Jameson, Dan L. Longo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Leora Horn, Christine M. Lovly, David H. Johnson 506 132 Leucemia mieloide aguda . Guido Marcucci, Clara D. Bloomfield CONTENIDO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Anthony Atala PARTE 5 ix Brian I. Carr Katherine A. High 92e Ingeniería de tejidos . 523 Robert J. Mayer John A. Kessler 91e Genoterapia en medicina clínica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Marc E. Lippman x 133 Leucemia mieloide crónica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 687 155 Endocarditis infecciosa . Hagop Kantarjian, Jorge Cortes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 816 Adolf W. Karchmer 134 Neoplasias malignas de las células linfoides . . . . . . 695 156 Infecciones de la piel, músculo y tejidos blandos . Dan L. Longo . 827 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 833 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 838 Dennis L. Stevens 135e Neoplasias malignas hematológicas menos frecuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157 Artritis infecciosa . . . . . . . 710 . . . . . . . . . . 710 Ayalew Tefferi, Dan L. Longo 158 Osteomielitis 136 Trastornos de las células plasmáticas . Nikhil C. Munshi, Dan L. Longo, Kenneth C. Anderson 137 Amiloidosis. Lawrence C. Madoff Werner Zimmerli 159 Infecciones y abscesos intraabdominales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 719 David C. Seldin, John L. Berk CONTENIDO 138e Biología de la transfusión y tratamiento transfusional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160 Diarreas infecciosas agudas e intoxicación alimentaria por bacterias . . . . . . . . . . . . . . . . . 724 . . . . 725 Jeffery S. Dzieczkowski, Kenneth C. Anderson 139e Trasplante de células hematopoyéticas . . . . . . . 846 Miriam Baron Barshak, Dennis L. Kasper . . . . . . 852 Regina C. LaRocque, Edward T. Ryan, Stephen B. Calderwood 161 Infección por Clostridium difficile, incluida colitis pseudomembranosa . . . . . . . . . . . . Frederick R. Appelbaum . . . . . . 857 . . . . . . . 861 . . . . . . . . . . . . 869 Dale N. Gerding, Stuart Johnson 162 Infecciones de vías urinarias, pielonefritis y prostatitis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . SECCIÓN 3 TRASTORNOS DE LA HEMOSTASIA Kalpana Gupta, Barbara W. Trautner 140 Trastornos de las plaquetas y la pared vascular . . . 725 163 Infecciones de transmisión sexual: resumen y estudio clínico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 732 Jeanne M. Marrazzo, King K. Holmes . . . . . . . . . . . . . . . . . . 740 Barbara A. Konkle 141 Trastornos de la coagulación Valder R. Arruda, Katherine A. High 142 Trombosis arterial y venosa 164 Meningitis, encefalitis, absceso cerebral y empiema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 883 . . . . . . . . . . . . . . . 906 166e Complicaciones infecciosas de las quemaduras 911 Karen L. Roos, Kenneth L. Tyler Jane E. Freedman, Joseph Loscalzo 143 Antiagregantes plaquetarios, anticoagulantes y fibrinolíticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165 Meningitis crónica y recurrente . . . Walter J. Koroshetz, Avindra Nath 745 Jeffrey I. Weitz Lawrence C. Madoff, Florencia Pereyra 167e Complicaciones infecciosas de las mordeduras PARTE 8 Enfermedades infecciosas SECCIÓN 3 SECCIÓN 1 CONSIDERACIONES BÁSICAS EN LAS ENFERMEDADES INFECCIOSAS 144 Estudio del paciente con una enfermedad infecciosa . . . . . 911 Lawrence C. Madoff, Florencia Pereyra SÍNDROMES CLÍNICOS: INFECCIONES RELACIONADAS CON LA ATENCIÓN A LA SALUD 168 Infecciones adquiridas en instituciones de salud . . 911 . . . . . . . . 919 Robert A. Weinstein . . . . . . . . . . . . . . . . . 761 Neeraj K. Surana, Dennis L. Kasper 145e Mecanismos moleculares de la patogenia bacteriana . . . . 169 Infecciones en receptores de trasplante . Robert W. Finberg, Joyce Fingeroth . . . . . . . . . . . . . . . 768 SECCIÓN 4 TRATAMIENTO DE ENFERMEDADES BACTERIANAS Gerald B. Pier 146 Genómica y la enfermedad infecciosa . . . . . . . . . . 768 Roby P. Bhattacharyya, Yonatan H. Grad, Deborah T. Hung 147 Estudio del paciente febril con infección aguda . 170 Tratamiento y profilaxia de infecciones bacterianas 930 David C. Hooper, Erica S. Shenoy, Christy A. Varughese . . 779 . . . . . . 785 Tamar F. Barlam, Dennis L. Kasper 148 Principios de vacunación y uso de vacunas Anne Schuchat, Lisa A. Jackson 149 Recomendaciones de salud para viajes internacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171 . . . . . . . . . 793 Jay S. Keystone, Phyllis E. Kozarsky 150e Diagnóstico de laboratorio de enfermedades infecciosas . . . . SECCIÓN 5 ENFERMEDADES CAUSADAS POR BACTERIAS GRAMPOSITIVAS Infecciones neumocócicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 946 David Goldblatt, Katherine L. O’Brien 172 Infecciones estafilocócicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 954 Franklin D. Lowy . . . . . . . . . . . . . 802 Alexander J. McAdam, Andrew B. Onderdonk 151e Cambio climático y enfermedad infecciosa . . 803 Aaron S. Bernstein 152e Infecciones en veteranos que retornan de guerras en el extranjero. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 803 Andrew W. Artenstein 173 Infecciones estreptocócicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 963 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 971 Michael R. Wessels 174 Infecciones enterocócicas . Cesar A. Arias, Barbara E. Murray 175 Difteria y otras infecciones causadas por corinebacterias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 977 William R. Bishai, John R. Murphy 176 Infecciones causadas por Listeria monocytogenes . . 982 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 984 Elizabeth L. Hohmann, Daniel A. Portnoy SECCIÓN 2 SÍNDROMES CLÍNICOS: INFECCIONES ADQUIRIDAS EN LA COMUNIDAD 153 Neumonía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177 Tétanos. C. Louise Thwaites, Lam Minh Yen 803 154 Absceso pulmonar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Rebecca M. Baron, Miriam Baron Barshak 178 Botulismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 987 Susan Maslanka, Agam K. Rao Lionel A. Mandell, Richard G. Wunderink 813 179 Gangrena gaseosa y otras infecciones por clostridios Amy E. Bryant, Dennis L. Stevens 990 SECCIÓN 6 ENFERMEDADES CAUSADAS POR BACTERIAS GRAMNEGATIVAS 180 Infecciones por meningococos . . . . . . . . . . . . . . . . xi SECCIÓN 9 ENFERMEDADES CAUSADAS POR ESPIROQUETAS 995 206 Sífilis. Andrew J. Pollard . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1132 Sheila A. Lukehart 181 Infecciones gonocócicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1003 207e Treponematosis endémicas Sanjay Ram, Peter A. Rice . . . . . . . . . . . . . 1140 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1140 Sheila A. Lukehart 182 Infecciones por Haemophilus y Moraxella . . . . . . . . 1010 208 Leptospirosis Timothy F. Murphy Rudy A. Hartskeerl, Jiři F. P. Wagenaar 183e Infecciones causadas por el grupo HACEK y diversas bacterias gramnegativas . . . . . . . . . . 209 Borreliosis . . 1014 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1014 Tamar F. Barlam, Dennis L. Kasper 184 Infección por Legionella . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1146 Alan G. Barbour 210 Borreliosis de Lyme . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1149 Allen C. Steere . . . . . 1021 Karina A. Top, Scott A. Halperin 186 Enfermedades causadas por bacilos entéricos gramnegativos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1025 SECCIÓN 10 ENFERMEDADES CAUSADAS POR RICKETTSIAS, MICOPLASMAS Y CLAMIDIAS 211 Thomas A. Russo, James R. Johnson 187 Infecciones por Acinetobacter . . . . . . . . . . . . . . . . . 1154 1036 212 . . . . . . . . . . . . 1038 213 John C. Atherton, Martin J. Blaser 189 Infecciones por Pseudomonas y microorganismos relacionados Infecciones por micoplasmas . . . . . . . . . . . . . . . . . 1163 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1165 R. Doug Hardy 188 Infecciones por Helicobacter pylori . Infecciones por clamidias . Charlotte A. Gaydos, Thomas C. Quinn . . . . . . . . . . . . . . 1042 SECCIÓN 11 ENFERMEDADES VIRALES: GENERALIDADES Reuben Ramphal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1049 214e Virología médica . David A. Pegues, Samuel I. Miller 191 Shigelosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . David H. Walker, J. Stephen Dumler, Thomas Marrie David L. Paterson, Anton Y. Peleg 190 Salmonelosis Rickettsiosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1055 215e Quimioterapia antiviral, excepto antirretrovirales . . . . . . . . . . . . . . . . . . Philippe J. Sansonetti, Jean Bergounioux 192 Infecciones por Campylobacter y microorganismos relacionados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1174 Fred Wang, Elliott Kieff . . . . . . . . . 1174 . . . . . . . . . 1175 Lindsey R. Baden, Raphael Dolin . . . . . . . . . . . . . . 1058 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1061 Martin J. Blaser 193 Cólera y otras vibriosis . Matthew K. Waldor, Edward T. Ryan 194e Brucelosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1066 Nicholas J. Beeching, Michael J. Corbel 195 Tularemia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1066 Richard F. Jacobs, Gordon E. Schutze 196 Peste y otras yersiniosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1070 SECCIÓN 12 INFECCIONES POR VIRUS DNA 216 Lawrence Corey 217 . . . . . . . . 1078 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1083 Nigel O’Farrell 218 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1084 . . . . . . . . 1088 Thomas A. Russo Infecciones por microorganismos anaerobios mixtos . . . . . . . . . . . . 219 . . . . . . . . 1190 . . . . . . . . . . . . 1194 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1195 Citomegalovirus y herpesvirus humanos tipos 6, 7 y 8 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Camille Nelson Kotton, Martin S. Hirsch 221 Infecciones por parvovirus . 222 Infecciones por el virus del papiloma humano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1197 Aaron C. Ermel, Darron R. Brown . . . . . . . . . . . . . 1094 Ronit Cohen-Poradosu, Dennis L. Kasper SECCIÓN 13 INFECCIONES POR VIRUS RESPIRATORIOS DE RNA Y DNA 223 Infecciones respiratorias virales frecuentes SECCIÓN 8 ENFERMEDADES POR MICOBACTERIAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1102 1202 224 Gripe (influenza) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1209 Yehuda Z. Cohen, Raphael Dolin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1122 Robert H. Gelber 204 Infecciones por micobacterias no tuberculosas . . . 1128 . . . . . . . . . . 1132 Steven M. Holland 205e Fármacos antimicobacterianos . . . . . . . Raphael Dolin Mario C. Raviglione 203 Lepra 1186 Kevin E. Brown 200 Actinomicosis y enfermedad de Whipple 202 Tuberculosis . . . . . . . . . Infecciones causadas por el virus de Epstein-Barr, incluida mononucleosis infecciosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Fred Wang Gregory A. Filice 201 1183 220e Molusco contagioso, viruela de los simios y otras infecciones por poxvirus . . . . . . . . . . . . . . . . . . SECCIÓN 7 OTRAS INFECCIONES BACTERIANAS 199 Nocardiosis . . . . . . . . Jeffrey I. Cohen Michael Giladi, Moshe Ephros 198e Donovanosis . Infecciones por el virus de varicela-zóster Richard J. Whitley Michael B. Prentice 197 Bartonelosis, incluida la linforreticulosis benigna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Infecciones por virus del herpes simple Max R. O’Donnell, Divya Reddy, Jussi J. Saukkonen SECCIÓN 14 INFECCIONES CAUSADAS POR EL VIRUS DE INMUNODEFICIENCIA HUMANA Y OTROS RETROVIRUS HUMANOS 225e Los retrovirus humanos Dan L. Longo, Anthony S. Fauci . . . . . . . . . . . . . . . . 1215 CONTENIDO Victor L. Yu, M. Luisa Pedro-Botet, Yusen E. Lin 185 Tos ferina y otras infecciones por Bordetella xii 226 Enfermedad por el virus de la inmunodeficiencia humana: sida y trastornos relacionados . . . . . . . . 249 . 1215 250e Atlas de frotis sanguíneos en paludismo y babesiosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . SECCIÓN 15 INFECCIONES POR RNA VIRUS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1285 251 252 . . . . . . . . 1289 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1295 Jeffrey I. Cohen 1387 Leishmaniosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1387 CONTENIDO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1299 253 . . . . . . . 1394 Infección por Toxoplasma gondii . . . . . . . . . . . . . . 1398 Kami Kim, Lloyd H. Kasper 254 Laura A. Zimmerman, Susan E. Reef . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Enfermedad de Chagas y tripanosomosis . Louis V. Kirchhoff, Anis Rassi Jr. Kaitlin Rainwater-Lovett, William J. Moss 231e Parotiditis . . . . Shyam Sundar 228 Infecciones por enterovirus, parecovirus y reovirus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230e Rubéola. 1384 Nicholas J. White, Joel G. Breman Umesh D. Parashar, Roger I. Glass 229 Sarampión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Edouard G. Vannier, Peter J. Krause Anthony S. Fauci, H. Clifford Lane 227 Gastroenteritis viral Babesiosis. Infecciones intestinales por protozoos y tricomonosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1405 . . . . . . . . . . . 1409 Peter F. Weller 1299 Steven A. Rubin, Kathryn M. Carbone 232 Rabia y otras infecciones por rhabdovirus . . . . . . . 1299 SECCIÓN 19 INFECCIONES POR HELMINTOS Alan C. Jackson 233 Infecciones por virus transmitidos por artrópodos y roedores . . . . . . 255e Introducción a las helmintosis . . . . . . . . . . . . . 1304 Jens H. Kuhn, Clarence J. Peters 256 234 Infecciones por los virus del Ébola y de Marburgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1323 257 258 Diagnóstico y tratamiento de las micosis . . . . . . . . 1329 Histoplasmosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1332 Chadi A. Hage, L. Joseph Wheat Coccidioidomicosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1334 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1337 259 260 Blastomicosis Criptococosis Candidosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Aspergilosis 1342 1345 Infecciones por cestodos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1350 Micosis superficiales y micosis sistémicas menos frecuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Infecciones por Pneumocystis . . . . . . . . 1353 . . . . . . . . . . . . . . . . 1358 245e Diagnóstico de laboratorio de infecciones parasitarias . . . . . . PARTE 10 1437 . . . . . . . 1437 246e Fármacos utilizados para el tratamiento de las parasitosis . 264 1437 Trastornos del aparato cardiovascular . . . . . . . . . . . . . Estudio del paciente con posible enfermedad cardiovascular . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1439 Joseph Loscalzo 1362 265e Biología básica del aparato cardiovascular . . 1441 . . . . . . 1442 Joseph Loscalzo, Peter Libby, Jonathan A. Epstein . . . . . . . . . . . . . . 266e Epidemiología de las enfermedades cardiovasculares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1363 Thomas A. Moore Thomas A. Gaziano, J. Michael Gaziano SECCIÓN 18 INFECCIONES POR PROTOZOARIOS Amebosis e infección por amiba de vida libre. SECCIÓN 2 DIAGNÓSTICO DE ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES . . . . 1363 Rosa M. Andrade, Sharon L. Reed . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Nicholas J. White, Joel G. Breman . . . . . . . . . . . . . SECCIÓN 1 INTRODUCCIÓN A LAS ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES Sharon L. Reed, Charles E. Davis Paludismo . . . . . . . . . . . . . . Christine E. Hill-Kayser, Eli Glatstein, Zelig A. Tochner SECCIÓN 17 INFECCIONES POR PROTOZOARIOS Y HELMINTOS: GENERALIDADES 248 Terrorismo y medicina clínica 263e Terrorismo por radiaciones . Henry Masur, Alison Morris 247 1430 Charles G. Hurst, Jonathan Newmark, James A. Romano, Jr. Carol A. Kauffman 244 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 262e Terrorismo con productos químicos Brad Spellberg, Ashraf S. Ibrahim 243 1423 H. Clifford Lane, Anthony S. Fauci . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mucormicosis . 1417 . . . . . . . . . 261e Bioterrorismo microbiano . David W. Denning 242 . . . . . . . . . . . Esquistosomosis y otras enfermedades causadas por trematodos . . . . . . . . . . . PARTE 9 1339 John E. Edwards, Jr. 241 1413 Filariosis e infecciones relacionadas . Arturo Casadevall 240 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . A. Clinton White, Jr., Peter F. Weller Donna C. Sullivan, Rathel L. Nolan, III 239 Nematodos intestinales Charles H. King, Adel A. F. Mahmoud Neil M. Ampel 238 1410 Thomas B. Nutman, Peter F. Weller John E. Edwards, Jr. 237 . . . . . . . . . . Peter F. Weller, Thomas B. Nutman SECCIÓN 16 INFECCIONES MICÓTICAS 236 Trichinella y otros nematodos hísticos Peter F. Weller Jens H. Kuhn 235 Peter F. Weller 267 Exploración física del aparato cardiovascular . . . . . 1442 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1450 Patrick T. O’Gara, Joseph Loscalzo 1368 268 Electrocardiografía . Ary L. Goldberger 269e Atlas de electrocardiografía . . . . . . . . . . . . . 1459 293 294 1459 Marcelo F. Di Carli, Raymond Y. Kwong, Scott D. Solomon 271e Atlas de técnicas de imagen sin penetración corporal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cateterismo cardiaco y angiografía coronaria diagnósticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1460 295 Síndrome coronario agudo sin elevación del segmento ST (infarto del miocardio y angina inestable sin elevación del segmento ST) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1593 Infarto del miocardio con elevación del segmento ST . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1599 296e Intervenciones coronarias percutáneas y otros métodos intervencionistas . . . . . . . . . 1460 1611 . . . . . 1611 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1611 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1627 297e Atlas de revascularización percutánea SECCIÓN 3 TRASTORNOS DEL RITMO Jane A. Leopold, Deepak L. Bhatt, David P. Faxon . . . . . . . . . . . 1466 298 Las bradiarritmias: trastornos del nódulo sinoauricular . . . . . 299 . . . . . . . . . . . . . . . . 275 300 Bradiarritmias: trastornos del nódulo auriculoventricular . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 276 301 Taquiarritmias supraventriculares . . . . . . . . . . . . . 277 Arritmias ventriculares . 302 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 303 278e Atlas de arritmias cardiacas . . . . . . . . . . . . . Enfermedades de la aorta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1637 Enfermedades arteriales de las extremidades . . . . 1643 . . . . . . . . 1650 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1655 Enfermedad venosa crónica y linfedema Mark A. Creager, Joseph Loscalzo 1500 304 Ary L. Goldberger 1631 Mark A. Creager, Joseph Loscalzo 1489 Roy M. John, William G. Stevenson . . . . . . . . . . . . . . . . . Mark A. Creager, Joseph Loscalzo 1476 Gregory F. Michaud, William G. Stevenson Trombosis venosa profunda y tromboembolia pulmonar . Samuel Z. Goldhaber 1470 David D. Spragg, Gordon F. Tomaselli Enfermedad renovascular. Stephen C. Textor 1466 David D. Spragg, Gordon F. Tomaselli Vasculopatía hipertensiva Theodore A. Kotchen David D. Spragg, Gordon F. Tomaselli Hipertensión pulmonar Aaron B. Waxman, Joseph Loscalzo SECCIÓN 4 ENFERMEDADES DEL CORAZÓN 279 Insuficiencia cardiaca: fisiopatología y diagnóstico 1500 PARTE 11 Douglas L. Mann, Murali Chakinala 280 Insuficiencia cardiaca: tratamiento . . . . . . . . . . . . . 1507 Trastornos del aparato respiratorio Mandeep R. Mehra 281 Trasplante de corazón y circulación asistida a largo plazo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1516 . . . . . . . . . . . . 1519 Sharon A. Hunt, Hari R. Mallidi 282 Cardiopatías congénitas del adulto SECCIÓN 1 DIAGNÓSTICO DE LOS TRASTORNOS RESPIRATORIOS 305 Jamil A. Aboulhosn, John S. Child 283 Valvulopatía aórtica . Valvulopatía mitral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1528 306e Trastornos de la función respiratoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1539 307 Valvulopatía tricuspídea y pulmonar . . . . . . . . . . . 1547 . . . . . . 1663 . . . . . . . . . . . . . . . . 1550 . . . . . . . . . . . . . . . . . 1553 Procedimientos diagnósticos en las enfermedades respiratorias . . . . . . . . . . . . . 1663 . . . . . . . . . . . . . 1669 Anne L. Fuhlbrigge, Augustine M. K. Choi Patrick T. O’Gara, Joseph Loscalzo 286 1661 Edward T. Naureckas, Julian Solway Patrick T. O’Gara, Joseph Loscalzo 285 . . . . . . . . . . Patricia A. Kritek, Augustine M. K. Choi Patrick T. O’Gara, Joseph Loscalzo 284 Estudio del paciente con enfermedad del aparato respiratorio . . . . . . . . . . . 308e Atlas de imágenes torácicas Valvulopatía múltiple y mixta. Patricia A. Kritek, John J. Reilly, Jr. Patrick T. O’Gara, Joseph Loscalzo 287 Miocardiopatía y miocarditis Neal K. Lakdawala, Lynne Warner Stevenson, Joseph Loscalzo 288 Enfermedades del pericardio . . . . . . . . . . . . . . . . . 1571 SECCIÓN 2 ENFERMEDADES DEL APARATO RESPIRATORIO 309 Asma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1669 Peter J. Barnes Eugene Braunwald 289e Tumores y traumatismos cardiacos . . . . . . . . 1577 310 Eric H. Awtry, Wilson S. Colucci 290e Manifestaciones cardiacas de enfermedades sistémicas . . . . Neumonitis por hipersensibilidad e infiltrados pulmonares con eosinofilia . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1681 . . . . . . . . . . . . . . . 1687 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1694 Praveen Akuthota, Michael E. Wechsler . . . . . . . . . . . . . . 1577 311 Eric H. Awtry, Wilson S. Colucci Neumopatías de origen laboral y ambiental . . . . . . . . . . . . . . . John R. Balmes, Frank E. Speizer 312 SECCIÓN 5 ENFERMEDAD CORONARIA Y VASCULAR PERIFÉRICA 291e Patogenia, prevención y tratamiento de la aterosclerosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Rebecca M. Baron, Miriam Baron Barshak 313 . . . . . . 1578 . . . . . . . . . . . . . . . . . 1578 Peter Libby 292e Atlas de aterosclerosis Peter Libby Bronquiectasias Fibrosis quística . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1697 Eric J. Sorscher 314 Enfermedad pulmonar obstructiva crónica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . John J. Reilly, Jr., Edwin K. Silverman, Steven D. Shapiro 1700 CONTENIDO . . . . David P. Faxon, Deepak L. Bhatt 273e Principios de electrofisiología . xiii Elliott M. Antman, Joseph Loscalzo Jane A. Leopold, David P. Faxon 274 1578 Christopher P. Cannon, Eugene Braunwald Marcelo F. Di Carli, Raymond Y. Kwong, Scott D. Solomon 272 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Elliott M. Antman, Joseph Loscalzo Ary L. Goldberger 270e Imágenes cardiacas sin penetración corporal: ecocardiografía, cardiología nuclear, resonancia magnética nuclear/tomografía computarizada . . . Cardiopatía isquémica xiv 315 Neumopatías intersticiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1708 335 Talmadge E. King, Jr. 316 Trastornos de la pleura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1716 336 Trastornos del mediastino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1719 337 Trastornos de la ventilación . Apnea del sueño . Diálisis en el tratamiento de la insuficiencia renal . 1822 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1720 1723 338 . . . . . . . . . . . . . . . . . 1825 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1727 339 Glomerulopatías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1831 Julia B. Lewis, Eric G. Neilson Andrew Wellman, Susan Redline 320e Trasplante pulmonar Trasplante en el tratamiento de la insuficiencia renal . . . . Jamil Azzi, Edgar L. Milford, Mohamed H. Sayegh, Anil Chandraker John F. McConville, Babak Mokhlesi, Julian Solway 319 1811 Kathleen D. Liu, Glenn M. Chertow Richard W. Light 318 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Joanne M. Bargman, Karl Skorecki Richard W. Light 317 Nefropatía crónica Elbert P. Trulock CONTENIDO Enfermedad renal poliquística y otros trastornos hereditarios del crecimiento y desarrollo tubulares. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1850 . . . . . 1856 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1863 Jing Zhou, Martin R. Pollak 340 PARTE 12 Enfermedades tubulointersticiales del riñón Laurence H. Beck, David J. Salant Cuidados intensivos 341 Lesión vascular del riñón Nelson Leung, Stephen C. Textor 342 SECCIÓN 1 CUIDADOS INTENSIVOS RESPIRATORIOS 321 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1866 Gary C. Curhan Valoración del paciente con enfermedad grave . . . 1729 343 John P. Kress, Jesse B. Hall 322 Nefrolitiasis Obstrucción de vías urinarias . . . . . . . . . . . . . . . . . 1871 Julian L. Seifter Síndrome de insuficiencia respiratoria aguda . . . . 1736 . . . . . . . . . . . . . . . . 1740 Bruce D. Levy, Augustine M. K. Choi 323 Apoyo ventilatorio mecánico . PARTE 14 Bartolome R. Celli Trastornos del aparato digestivo SECCIÓN 2 ESTADO DE CHOQUE Y PARO CARDIACO 324 Tratamiento del paciente en estado de choque . . . 1744 . . . . . . . . . 1751 Ronald V. Maier 325 Septicemia y estado de choque séptico SECCIÓN 1 ENFERMEDADES DEL TUBO DIGESTIVO 344 Robert S. Munford 326 . . . . . . . . 1875 . . . . . . . . . . . . . . . 1880 William L. Hasler, Chung Owyang Estado de choque cardiógeno y edema pulmonar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1759 345 Colapso cardiovascular, paro cardiaco y muerte cardiaca súbita . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 346e Videoatlas de endoscopia de tubo digestivo . . . . . . . . . . . . 1764 Robert J. Myerburg, Agustin Castellanos Endoscopia del tubo digestivo . Louis Michel Wong Kee Song, Mark Topazian Judith S. Hochman, David H. Ingbar 327 Estudio del paciente con enfermedades del tubo digestivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1900 Louis Michel Wong Kee Song, Mark Topazian 347 Enfermedades del esófago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1900 Peter J. Kahrilas, Ikuo Hirano SECCIÓN 3 CUIDADOS INTENSIVOS EN NEUROLOGÍA 328 Coma 348 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1771 Allan H. Ropper 329e Exploración del paciente comatoso. . . . . . . . Cuidados intensivos neurológicos, incluidas encefalopatía hipóxica-isquémica y hemorragia subaracnoidea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1911 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1932 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1946 John Del Valle 349 Trastornos de la absorción . Henry J. Binder 1777 350e Prueba de Schilling . S. Andrew Josephson 330 Úlcera péptica y trastornos relacionados Henry J. Binder 351 . . . . . 352 J. Claude Hemphill, III, Wade S. Smith, Daryl R. Gress Enfermedad intestinal inflamatoria . . . . . . . . . . . . 1947 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1965 Sonia Friedman, Richard S. Blumberg 1777 Síndrome de colon irritable Chung Owyang 353 SECCIÓN 4 URGENCIAS ONCOLÓGICAS 331 Urgencias oncológicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1971 . . . . . . . . . . . . 1978 . . . . . . . . . . . . . . . . 1981 Rizwan Ahmed, Susan L. Gearhart 1787 Rasim Gucalp, Janice P. Dutcher Diverticulosis y trastornos anorrectales frecuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 354 Insuficiencia vascular mesentérica . Rizwan Ahmed, Mahmoud Malas 355 PARTE 13 Danny O. Jacobs Trastornos renales y de vías urinarias 332e Biología celular y molecular de los riñones . 356 333e Adaptación del riñón a la lesión . 1799 . . . . . . . . . . . . . . . 1985 . . . . . . . . . . 1799 SECCIÓN 2 ENFERMEDAD HEPÁTICA Y DEL ÁRBOL BILIAR 357 Joseph V. Bonventre Lesión aguda renal . Apendicitis aguda y peritonitis . Danny O. Jacobs Alfred L. George, Jr., Eric G. Neilson 334 Obstrucción intestinal aguda . Estudio del paciente con hepatopatía . . . . . . . . . . 1989 . . . . . . . . . . . . . . . . 1995 Marc G. Ghany, Jay H. Hoofnagle . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Sushrut S. Waikar, Joseph V. Bonventre 1799 358 Estudio de la función hepática Daniel S. Pratt 359 Hiperbilirrubinemias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1999 381 Allan W. Wolkoff 360 Hepatitis viral aguda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2004 Hepatitis inducida por tóxicos y por fármacos . . . . 2023 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2031 William M. Lee, Jules L. Dienstag 362 Hepatitis crónica. 382 Hepatopatía alcohólica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2052 Mark E. Mailliard, Michael F. Sorrell 364 383 Enfermedades por hígado graso no alcohólicas y esteatohepatitis no alcohólica 384 . . . 2054 385 2058 Síndrome de Sjögren . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2166 Espondiloartritis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2169 Síndromes vasculíticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2179 386e Atlas de síndromes vasculíticos. . . . . . . . . . . 2193 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2194 Carol A. Langford, Anthony S. Fauci . . . . . . . . . . . . . 2067 Jules L. Dienstag, Atul K. Bhan 367e Enfermedades genéticas, metabólicas e infiltrantes que afectan al hígado . . . . . . . 387 Síndrome de Behçet . Haralampos M. Moutsopoulos . . . . . 2067 388 Bruce R. Bacon . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 389 Enfermedades de la vesícula biliar y las vías biliares . . . . . . . . . 2194 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2202 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2205 Policondritis recurrente Carol A. Langford 2075 Norton J. Greenberger, Gustav Paumgartner Polimiositis, dermatomiositis y miositis por cuerpos de inclusión . . . . . . . . . . . . Marinos C. Dalakas 2067 Raymond T. Chung, Jules L. Dienstag 369 2154 Carol A. Langford, Anthony S. Fauci . . . . . . . . . . . . . . . . . 366e Atlas de biopsias hepáticas . Trasplante hepático . . . . . . . . . . . 390 Sarcoidosis . Robert P. Baughman, Elyse E. Lower SECCIÓN 3 TRASTORNOS DEL PÁNCREAS 370 391e Enfermedad relacionada con IgG4 Estudio del paciente con enfermedad pancreática . . 2086 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2090 Darwin L. Conwell, Norton J. Greenberger, Peter A. Banks 371 Pancreatitis aguda y crónica . . . . . . . . 2212 . . . . . . . . . . . 2212 John H. Stone 392 Fiebre mediterránea familiar y otras fiebres recurrentes hereditarias . . . . Daniel L. Kastner Darwin L. Conwell, Peter A. Banks, Norton J. Greenberger SECCIÓN 3 TRASTORNOS DE LAS ARTICULACIONES Y TEJIDOS CIRCUNDANTES PARTE 15 Trastornos inflamatorios y reumatológicos mediados por inmunidad 393 395 . . . . . . 396 373e El complejo mayor de histocompatibilidad . . 2103 . . . 2103 Gerald T. Nepom 397 375e Inmunodeficiencias primarias relacionadas (o secundarias) a otras enfermedades . . . . . . . . . 398 . 2113 Gota y otras artropatías por cristales . . . . . . . . . . . 2233 Fibromialgia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2238 Artritis relacionada con enfermedad sistémica y otras artritis . . . . . . . . . . Trastornos periarticulares de las extremidades . . . . . PARTE 16 . . . . . 2113 . . . . . . . . . 2124 . . . . . . . . . . . 2240 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2247 Carol A. Langford TRASTORNOS DE LA LESIÓN MEDIADA POR MECANISMOS INMUNITARIOS Alergias, anafilaxia y mastocitosis sistémica 2226 Carol A. Langford, Brian F. Mandell Alain Fischer 376 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Leslie J. Crofford Alain Fischer SECCIÓN 2 Osteoartritis . H. Ralph Schumacher, Lan X. Chen 2103 Barton F. Haynes, Kelly A. Soderberg, Anthony S. Fauci Enfermedades por inmunodeficiencia primaria 2216 David T. Felson SECCIÓN 1 EL SISTEMA INMUITARIO EN SALUD Y ENFERMEDAD 374 . . . . . . . . John J. Cush 394 372e Introducción al sistema inmunitario . Valoración de los trastornos articulares y musculoesqueléticos . . . . . . . . . . . . . . Endocrinología y metabolismo Joshua A. Boyce, K. Frank Austen 377e Autoinmunidad y enfermedades autoinmunitarias . . . . . . . . . . . . . . . . . Betty Diamond, Peter E. Lipsky 378 399 Lupus eritematoso sistémico . . . . . . . . . . . . . . . . . 2124 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2134 Bevra Hannahs Hahn 379 Síndrome antifosfolípidos Haralampos M. Moutsopoulos, Panayiotis G. Vlachoyiannopoulos 380 Artritis reumatoide . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ankoor Shah, E. William St. Clair SECCIÓN 1 ENDOCRINOLOGÍA 2136 Enfoque del paciente con trastornos endocrinos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2251 J. Larry Jameson 400e Mecanismos de acción hormonal . . . . . . . . . 2255 . . . . . . . . . . . . . 2255 J. Larry Jameson 401e Hipófisis anterior: fisiología de las hormonas hipofisarias . . . . Shlomo Melmed, J. Larry Jameson CONTENIDO Cirrosis y sus complicaciones Esclerosis sistémica (esclerodermia) y trastornos similares . . . . . . . . . . . . Joel D. Taurog, John D. Carter Bruce R. Bacon 368 xv Haralampos M. Moutsopoulos, Athanasios G. Tzioufas Manal F. Abdelmalek, Anna Mae Diehl 365 2149 John Varga Jules L. Dienstag 363 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Jonathan R. Carapetis Jules L. Dienstag 361 Fiebre reumática aguda xvi 402 Hipopituitarismo 2255 426e Enfermedad de Paget y otras displasias óseas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2261 Murray J. Favus, Tamara J. Vokes . . . . . . . . . . . . . . . 2274 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Shlomo Melmed, J. Larry Jameson 403 Síndromes de tumores adenohipofisarios . . . . . . . . . . . . 2504 Shlomo Melmed, J. Larry Jameson 404 Trastornos de la neurohipófisis SECCIÓN 5 TRASTORNOS DEL METABOLISMO INTERMEDIO Gary L. Robertson 405 Trastornos de la glándula tiroides . . . . . . . . . . . . . 2283 427 J. Larry Jameson, Susan J. Mandel, Anthony P. Weetman 406 Trastornos de la corteza suprarrenal . . . . . . . . . . . 2309 Feocromocitoma. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2329 CONTENIDO Neoplasias endocrinas múltiples . . . . . . . . . . . . . . 428 429 430 Síndromes poliendocrinos autoinmunitarios . 410 . . . . 2344 ENDOCRINOLOGÍA DE LA REPRODUCCIÓN Trastornos del desarrollo sexual. . . . . . . . . . . . . . . Trastornos de los testículos y aparato reproductor masculino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Trastornos del aparato reproductor femenino . Menopausia y tratamiento hormonal posmenopáusico . . . . . . . . . . . . . . . . Esterilidad y anticoncepción . Las porfirias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2521 . . . . . . . . . . . . 2357 433e Glucogenosis y otros trastornos hereditarios del metabolismo de carbohidratos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2375 Priya S. Kishnani, Yuan-Tsong Chen 2533 . . . . . . 2533 . . . . . . . . . . 2534 . . . . . . . . . . 2381 . . . . . . . . . . . . . . . . . 2387 434e Trastornos hereditarios del metabolismo de aminoácidos en adultos . . . . . 2534 . . . . . 2534 . . . . . . . . . 2534 Nicola Longo 435e Defectos hereditarios en el transporte de membrana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Janet E. Hall SECCIÓN 3 2519 Robert J. Hopkin, Gregory A. Grabowski JoAnn E. Manson, Shari S. Bassuk 414 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 432e Enfermedades por almacenamiento lisosómico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2349 Janet E. Hall 413 Enfermedad de Wilson . Christopher M. Burns, Robert L. Wortmann Shalender Bhasin, J. Larry Jameson 412 2514 431e Trastornos del metabolismo de las purinas y pirimidinas . . . . . . John C. Achermann, J. Larry Jameson 411 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Robert J. Desnick, Manisha Balwani Peter A. Gottlieb SECCIÓN 2 Hemocromatosis. George J. Brewer 2335 Rajesh V. Thakker 409 2504 Lawrie W. Powell Hartmut P. H. Neumann 408 . . . . Darwin J. Prockop, John F. Bateman Wiebke Arlt 407 Trastornos hereditarios del tejido conjuntivo Nicola Longo 436e Atlas de manifestaciones clínicas de metabolopatías . . . . . . . . . . . . . . . . OBESIDAD, DIABETES MELLITUS Y SÍNDROME METABÓLICO 415e Biología de la obesidad . . . . . . . . . . . . . . . . . J. Larry Jameson 2392 Jeffrey S. Flier, Eleftheria Maratos-Flier 416 Valoración y tratamiento de la obesidad . . . . . . . . PARTE 17 2392 Robert F. Kushner 417 Diabetes mellitus: diagnóstico, clasificación y fisiopatología. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2399 . . . . . . . . 2407 Alvin C. Powers 418 SECCIÓN 1 DIAGNÓSTICO DE ENFERMEDADES NEUROLÓGICAS 437 Diabetes mellitus: control y tratamiento Alvin C. Powers 419 2422 438e El examen neurológico de detección . 2535 Hipoglucemia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2430 439e Videoteca de la exploración neurológica detallada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2540 . . . 2540 Martin A. Samuels Trastornos del metabolismo de lipoproteínas El síndrome metabólico . . . . . . Daniel H. Lowenstein . . . . 2435 440e Neuroimágenes en trastornos neurológicos . Daniel J. Rader, Helen H. Hobbs 422 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Diabetes mellitus: complicaciones Philip E. Cryer, Stephen N. Davis 421 Abordaje del paciente con enfermedad neurológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Daniel H. Lowenstein, Joseph B. Martin, Stephen L. Hauser Alvin C. Powers 420 Trastornos neurológicos . 2540 . . . . . . . . . . . . . . . . . 2541 William P. Dillon . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 441e Atlas de neuroimagen . 2449 Andre D. Furtado, William P. Dillon Robert H. Eckel 442e Estudios electrodiagnósticos de trastornos del sistema nervioso: EEG, potenciales evocados y EMG . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . SECCIÓN 4 TRASTORNOS DEL METABOLISMO ÓSEO Y MINERAL . 2541 . . . . . . . . . . . . . 2541 Michael J. Aminoff 423 Metabolismo óseo y mineral en salud y enfermedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 443e Técnica de punción lumbar . 2454 Elizabeth Robbins, Stephen L. Hauser F. Richard Bringhurst, Marie B. Demay, Stephen M. Krane, Henry M. Kronenberg 424 Trastornos de las glándulas paratiroides y la homeostasia de calcio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 444e Biología de las enfermedades neurológicas . 2466 John T. Potts, Jr., Harald Jüppner 425 Osteoporosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Robert Lindsay, Felicia Cosman . 2541 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2542 Stephen L. Hauser, Stanley B. Prusiner, M. Flint Beal 2488 SECCIÓN 2 ENFERMEDADES DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL 445 Convulsiones y epilepsia Daniel H. Lowenstein 446 Enfermedades cerebrovasculares . . . . . . . . . . . . . . 2559 470 Wade S. Smith, S. Claiborne Johnston, J. Claude Hemphill, III 447 Migraña y otras cefaleas primarias . 2586 471e Enfermedades neuropsiquiátricas en veteranos de guerra. . . . . . . . . . . . . . . . . . 2598 Charles W. Hoge . . . . 2609 . . . . . . . . . . . . Enfermedad de Alzheimer y otras demencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2729 xvii David M. Burns Peter J. Goadsby, Neil H. Raskin 448 Adicción a la nicotina . . . . . . . . . 2732 William W. Seeley, Bruce L. Miller 449 Enfermedad de Parkinson y otras discinesias . PARTE 18 C. Warren Olanow, Anthony H.V. Schapira, Jose A. Obeso 450 Ataxias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2626 Roger N. Rosenberg 451e Clasificación de las ataxias espinocerebelosas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2631 472e Intoxicación por metales pesados . Esclerosis lateral amiotrófica y otras enfermedades de la neurona motora . . . . . . . . . . . 473e Intoxicaciones y sobredosis de fármacos y drogas . . . . . . . . . . 2631 Robert H. Brown, Jr. . . . . . . . . . . . . . . 2637 474 Stanley B. Prusiner, Bruce L. Miller Trastornos del sistema nervioso autónomo . . . . . . 2637 Neuralgia del trigémino, parálisis de Bell y otros trastornos de pares craneales . . . . . . . . . . . 2645 M. Flint Beal, Stephen L. Hauser 456 . . . . . . . . . . . . . 2733 Enfermedades de la médula espinal . . . . . . . . . . . . 2650 . . . . . . . . . . . . . 2660 Trastornos causados por mordedura por víboras venenosas y exposición a animales marinos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2733 Charles Lei, Natalie J. Badowski, Paul S. Auerbach, Robert L. Norris Phillip A. Low, John W. Engstrom 455 2733 Mark B. Mycyk 453e Enfermedades por priones 454 . . . . . . . . Howard Hu 475 Infestaciones por ectoparásitos y lesiones por artrópodos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2744 Richard J. Pollack, Scott A. Norton Stephen L. Hauser, Allan H. Ropper 457e Conmoción y otras lesiones craneoencefálicas . . . . . . . . . . . . . PARTE 19 Allan H. Ropper 458 Esclerosis múltiple y otras enfermedades desmielinizantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2661 Trastornos relacionados con exposiciones ambientales 476e Enfermedad de las altitudes Stephen L. Hauser, Douglas S. Goodin . . . . . . . . . . . . . 2753 Buddha Basnyat, Geoffrey Tabin 477e Medicina hiperbárica y del buceo . SECCIÓN 3 TRASTORNOS DE NERVIOS Y MÚSCULOS 459 Neuropatía periférica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2674 Anthony A. Amato, Richard J. Barohn 460 Síndrome de Guillain-Barré y otras neuropatías mediadas por mecanismos inmunitarios . . . . . . Miastenia grave y otras enfermedades de la sinapsis neuromuscular . . . . . . . . 2753 2694 . . . . . . . . . 2701 . . . . . . . . . . . . 2753 Daniel F. Danzl 462e Distrofias musculares y otras enfermedades del músculo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2753 APÉNDICE: Valores de laboratorio de importancia clínica . 2754 Daniel F. Danzl Alexander Kratz, Michael A. Pesce, Robert C. Basner, Andrew J. Einstein 480e Laboratorio clínico en la atención médica moderna. . . . . . . . . . . . . . . . . . . Daniel B. Drachman, Anthony A. Amato 2707 . . . . . . . . . . . . . . . . 2707 S. Andrew Josephson, Martin A. Samuels . . . 2770 . . . 2770 . . . 2770 . . . 2770 . . . 2770 . . . 2770 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . A-1 I-1 Maria A. Yialamas, William E. Corcoran, Gyorgy Frendl, Kurt Fink 482e Demostración de procedimiento clínico: toracocentesis. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . SECCIÓN 4 SÍNDROME DE FATIGA CRÓNICA 464e Síndrome de fatiga crónica . 2770 Anthony A. Killeen 481e Demostración de procedimiento clínico: colocación de un catéter venoso central . . . . . . Anthony A. Amato, Robert H. Brown, Jr. 463e Aspectos especiales de la consulta neurológica intrahospitalaria . . . . . . . . . 478e Hipotermia y congelamiento. 479e Enfermedades causadas por calor . . . Stephen L. Hauser, Anthony A. Amato 461 . . . . . . . . Michael H. Bennett, Simon J. Mitchell Charles A. Morris, Andrea S. Wolf . . . . . . . . . . . . . 2707 Gijs Bleijenberg, Jos W. M. van der Meer 483e Demostración de procedimiento clínico: paracentesis abdominal . . . . . . . . . . . . . . . . . . Maria A. Yialamas, Anna E. Rutherford, Lindsay King 484e Demostración de procedimiento clínico: intubación endotraqueal . . . . . . . . . . . . . . . . . SECCIÓN 5 TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS Y ADICCIONES Charles A. Morris, Emily Page Nelson 465e Biología de los trastornos psiquiátricos . . . . 2708 485e Demostración de procedimiento clínico: gasometría arterial percutánea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2708 Christian D. Becker, Editores médicos: Sean Sadikot, Jeremy Matloff 2723 486e Demostración de procedimiento clínico: punción lumbar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2728 Beth Rapaport, Stephen Krieger, Corey McGraw Editores médicos: Sean Sadikot, Jeremy Matloff Robert O. Messing, Eric J. Nestler 466 Trastornos mentales . Victor I. Reus 467 Alcohol y alcoholismo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Marc A. Schuckit 468e Trastornos relacionados con los opiáceos . . . Thomas R. Kosten, Colin N. Haile 469e Cocaína y otras drogas de abuso frecuente . Nancy K. Mello, Jack H. Mendelson . 2729 Acrónimos Índice . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . CONTENIDO Roger N. Rosenberg 452 Intoxicaciones, sobredosis de drogas y envenenamientos xix COLABORADORES Valder R. Arruda, MD, PhD Chief, Division of Medical Oncology, Department of Medicine; Associate Director, Clinical Research, Duke Cancer Institute, Durham, North Carolina [120e] Associate Professor, Division of Hematology, Department of Pediatrics, Perelman School of Medicine, University of Pennsylvania, Philadelphia, Pennsylvania [141] Manal F. Abdelmalek, MD, MPH Andrew W. Artenstein, MD Associate Professor of Medicine, Division of Gastroenterology and Hepatology, Duke University, Durham, North Carolina [364] Professor of Medicine, Tufts University School of Medicine, Boston, Massachusetts; Adjunct Professor of Medicine and Health Services, Policy and Practice, Alpert Medical School, Brown University, Providence, Rhode Island; Chair, Department of Medicine, Baystate Health, Springfield, Massachusetts [152e] Jamil Aboulhosn, MD Assistant Professor of Medicine; Director Ahmanson/UCLA Adult Congenital Heart Disease Center, David Geffen School of Medicine, University of California, Los Angeles, Los Angeles, California [282] John C. Achermann, MD, PhD, MB Wellcome Trust Senior Research Fellow in Clinical Science, University College London; Professor of Paediatric Endocrinology, UCL Institute of Child Health, University College London, London, United Kingdom [410] John W. Adamson, MD Anthony Atala, MD Professor and Director, Wake Forest Institute for Regenerative Medicine, Wake Forest School of Medicine, Winston-Salem, North Carolina [92e] John C. Atherton, MD, FRCP Professor of Gastroenterology and Dean of the School of Medicine, University of Nottingham, Nottingham, United Kingdom [188] Clinical Professor, Division of Hematology/Oncology, Department of Medicine, University of California at San Diego, San Diego, California [77, 126] Paul S. Auerbach, MD, MS, FACEP, FAWM Rizwan Ahmed, MD K. Frank Austen, MD General Surgery Resident, Department of General Surgery, Johns Hopkins Hospital, Baltimore, Maryland [353, 354] Praveen Akuthota, MD Assistant Professor of Medicine, Harvard Medical School; Beth Israel Deaconess Medical Center, Boston, Massachusetts [310] Anthony A. Amato, MD Professor of Neurology, Harvard Medical School; Vice-Chairman, Department of Neurology, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [459-462e] Michael J. Aminoff, MD, DSc, FRCP Professor of Neurology, School of Medicine, University of California, San Francisco, San Francisco, California [30, 31, 442e] Neil M. Ampel, MD Professor of Medicine, University of Arizona; Staff Physician, Southern Arizona Veterans Affairs Health Care System, Tucson, Arizona [237] Kenneth C. Anderson, MD Kraft Family Professor of Medicine, Harvard Medical School; Chief, Jerome Lipper Multiple Myeloma Center, Dana-Farber Cancer Institute, Boston, Massachusetts [136, 138e] Redich Family Professor of Surgery, Division of Emergency Medicine, Stanford University School of Medicine, Stanford, California [474] AstraZeneca Professor of Respiratory and Inflammatory Diseases, Director, Inflammation and Allergic Diseases Research Section, Harvard Medical School; Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [376] Eric H. Awtry, MD Cardiology Division, Boston Medical Center, Boston, Massachusetts [289e, 290e] Jamil Azzi, MD Instructor in Medicine, Harvard Medical School; Associate Physician, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [337] Bruce R. Bacon, MD James F. King, MD Endowed Chair in Gastroenterology; Professor of Internal Medicine, Saint Louis University Liver Center, Saint Louis University School of Medicine, St. Louis, Missouri [365, 367e] Lindsey R. Baden, MD Associate Professor of Medicine, Harvard Medical School; Dana-Farber Cancer Institute, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [215e] Natalie J. Badowski, MD Rosa M. Andrade, MD Division of Emergency Medicine, Stanford University School of Medicine, Stanford, California [474] Department of Medicine, Division of Infectious Diseases, University of California, San Diego, San Diego, California [247] John R. Balmes, MD Elliott M. Antman, MD Professor of Medicine, Cardiovascular Division, Department of Medicine, Brigham and Women’s Hospital; Associate Dean for Clinical/Translational Research, Harvard Medical School, Boston, Massachusetts [293, 295] Frederick R. Appelbaum, MD Director, Division of Clinical Research, Fred Hutchinson Cancer Research Center, Seattle, Washington [139e] Cesar A. Arias, MD, PhD, MSc Associate Professor of Medicine, Microbiology and Molecular Genetics; Director, Laboratory for Antimicrobial Research, University of Texas Medical School at Houston, Houston, Texas; Director, Molecular Genetics and Antimicrobial Unit; Co-Director, International Center for Microbial Genomics, Universidad, El Bosque, Bogota, Colombia [174] Wiebke Arlt, MD, DSc, FRCP, FMedSci Professor of Medicine, Centre for Endocrinology, Diabetes and Metabolism, School of Clinical and Experimental Medicine, University of Birmingham; Consultant Endocrinologist, University Hospital Birmingham, Birmingham, United Kingdom [406] Professor of Medicine, University of California, San Francisco; Professor, School of Public Health, University of California, Berkeley; Chief, Division of Occupational and Environmental Medicine, San Francisco General Hospital, San Francisco, California [311] Manisha Balwani, MD, MS Assistant Professor, Department of Genetics and Genomic Sciences, Mount Sinai School of Medicine of New York University, New York, New York [430] Peter A. Banks, MD Professor of Medicine, Harvard Medical School; Senior Physician, Division of Gastroenterology, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [370, 371] Robert L. Barbieri, MD Kate Macy Ladd Professor of Obstetrics, Gynecology and Reproductive Biology, Harvard Medical School; Chair, Department of Obstetrics and Gynecology, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [8] Alan G. Barbour, MD Professor of Medicine and Microbiology and Molecular Genetics, University of California Irvine, Irvine, California [209] Katrina Armstrong, MD, MS Joanne M. Bargman, MD, FRCPC Jackson Professor of Clinical Medicine, Physician in Chief, Massachusetts General Hospital, Boston Massachusetts [4] Professor of Medicine, University of Toronto; Staff Nephrologist, University Health Network, Toronto, Canada [335] COLABORADORES James L. Abbruzzese, MD xx Tamar F. Barlam, MD, MSc Michael H. Bennett, MD, MBBS, MM (Clin Epi) Associate Professor of Medicine, Infectious Disease Section, Boston University School of Medicine, Boston, Massachusetts [147, 183e] Conjoint Associate Professor in Anesthesia and Hyperbaric Medicine; Faculty of Medicine, University of New South Wales; Academic Head of Department, Wales Anaesthesia, Prince of Wales Hospital, Sydney, Australia [477e] Peter J. Barnes, DM, DSc, FMedSci, FRS Head of Respiratory Medicine, Imperial College, London, United Kingdom [309] Edward J. Benz, Jr., MD Richard J. Barohn, MD Richard and Susan Smith Professor of Medicine; Professor of Genetics, Harvard Medical School; President and CEO, Dana-Farber Cancer Institute; Director and Principal Investigator, Dana-Farber/Harvard Cancer Center; Boston, Massachusetts [127] Chairman, Department of Neurology; Gertrude and Dewey Ziegler Professor of Neurology, University of Kansas Medical Center, Kansas City, Kansas [459] Rebecca M. Baron, MD COLABORADORES Assistant Professor of Medicine, Harvard Medical School; Associate Physician, Brigham and Women’s Hospital, Division of Pulmonary and Critical Care Medicine, Department of Medicine, Boston, Massachusetts [154, 312] Jean Bergounioux, MD, PhD, PhC Miriam Baron Barshak, MD John L. Berk, MD Assistant Professor, Harvard Medical School; Associate Physician, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [154, 159, 312] Associate Professor of Medicine, Boston University School of Medicine; Clinical Director, Amyloidosis Center, Boston Medical Center, Boston, Massachusetts [137] Shehzad Basaria, MD Men’s Health: Aging and Metabolism, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [7e] Robert C. Basner, MD Professor of Clinical Medicine, Division of Pulmonary, Allergy, and Critical Care Medicine, Columbia University College of Physicians and Surgeons, New York, New York [Apéndice] Pediatric Intensive Care Unit, Hôpital Raymond-Poincaré, Université de Versailles-Saint Quentin, Garches, France [191] Aaron S. Bernstein, MD, MPH Instructor, Harvard Medical School; Associate Director, Center for Health and the Global Environment, Harvard School of Public Health; Pediatric Hospitalist, Boston Children’s Hospital, Boston, Massachusetts [151e] Joseph R. Betancourt, MD, MPH Associate Professor of Medicine, Harvard Medical School; Director, The Disparities Solutions Center, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [16e] Buddha Basnyat, MD, MSc, FACP, FRCP (Edinburgh) Director, Oxford University Clinical Research Unit, Patan Academy of Health Sciences; Medical Director, Nepal International Clinic, Kathmandu, Nepal [476e] Shari S. Bassuk, ScD Epidemiologist, Division of Preventive Medicine, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [413] John F. Bateman, PhD Director, Cell Biology, Murdoch Children’s Research Institute, Melbourne, Victoria, Australia; Murdoch Children’s Research Institute, Parkville, Victoria, Australia [427] Atul K. Bhan, MD, MBBS Professor of Pathology, Harvard Medical School, Department of Pathology, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [366e] Shalender Bhasin, MBBS Professor of Medicine, Harvard Medical School; Director, Research Program in Men’s Health: Aging and Metabolism; Director, Boston Claude D. Pepper Older Americans Independence Center; Site Director, Harvard Catalyst Clinical Research Center at BWH, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [7e, 411] David W. Bates, MD, MSc Deepak L. Bhatt, MD, MPH Professor of Medicine, Harvard Medical School; Chief, General Internal Medicine and Primary Care Division, Brigham and Women’s Hospital; Medical Director, Clinical and Quality Analysis, Partners HealthCare System, Inc., Boston, Massachusetts [12e] Professor of Medicine, Harvard Medical School; Chief of Cardiology, VA Boston Healthcare System; Senior Physician, Brigham and Women’s Hospital; Senior Investigator, TIMI Study Group, Boston, Massachusetts [296e, 297e] Robert P. Baughman, MD Department of Internal Medicine, University of Cincinnati Medical Center, Cincinnati, Ohio [390] Instructor in Medicine, Harvard Medical School; Assistant in Medicine, Division of Infectious Disease, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [146] M. Flint Beal, MD David R. Bickers, MD University Professor of Neurology and Neuroscience; Neurologist, New York Presbyterian Hospital; Weill Cornell Medical College, New York, New York [444e, 455] Carl Truman Nelson Professor and Chair, Department of Dermatology, Columbia University Medical Center, New York, New York [75] Laurence H. Beck, MD, PhD Assistant Professor of Medicine, Boston University School of Medicine, Boston, Massachusetts [340] Christian D. Becker, MD, PhD, FCCP Roby P. Bhattacharyya, MD, PhD Henry J. Binder, MD Professor Emeritus of Medicine, Senior Research Scientist, Yale University, New Haven, Connecticut [349, 350e] William R. Bishai, MD, PhD Assistant Professor, Department of Internal Medicine, Division of Pulmonary, Critical Care and Sleep Medicine, Icahn School of Medicine at Mount Sinai New York, New York [485e] Professor and Co-Director, Center for Tuberculosis Research, Department of Medicine, Division of Infectious Diseases, Johns Hopkins University School of Medicine, Baltimore, Maryland [175] Nicholas J. Beeching, MA, BM BCh, FRCP, FRACP, FFTM RCPS(Glasg), DCH, DTM&H Bruce R. Bistrian, MD, PhD, MPH Senior Lecturer (Clinical) in Infectious Diseases, Liverpool School of Tropical Medicine; Clinical Director, Tropical and Infectious Disease Unit, Royal Liverpool University Hospital; NIHR Health Protection Research Unit in Emerging and Zoonotic Infections, Liverpool; Honorary Consultant, Public Health England and Honorary Civilian Consultant in Infectious Diseases, Army Medical Directorate, United Kingdom [194e] Professor of Medicine, Harvard Medical School; Chief, Clinical Nutrition, Beth Israel Deaconess Medical Center, Boston, Massachusetts [98e] Martin J. Blaser, MD Muriel and George Singer Professor of Medicine; Professor of Microbiology; Director, Human Microbiome Program, New York University Langone Medical Center, New York, New York [188, 192] Doron Behar, MD, PhD Chantal P. Bleeker-Rovers, MD, PhD Institute of Genetics, Rambam Health Care Campus, Haifa, Israel [85e] Department of Internal Medicine, Radboud University Nijmegen Medical Centre, Nijmegen, The Netherlands [26] Robert S. Benjamin, MD P. H. and Faye E. Robinson Distinguished Professor of Medicine, Department of Sarcoma Medical Oncology, The University of Texas M.D. Anderson Cancer Center, Houston, Texas [119e] Gijs Bleijenberg, PhD Professor Emeritus, Expert Centre for Chronic Fatigue, Radboud University Medical Centre, Nijmegen, The Netherlands [464e] Clara D. Bloomfield, MD Christopher M. Burns, MD Distinguished University Professor; William G. Pace, III Professor of Cancer Research; Cancer Scholar and Senior Advisor, The Ohio State University Comprehensive Cancer Center; Arthur G. James Cancer Hospital and Richard J. Solove Research Institute, Columbus, Ohio [132] Associate Professor, Department of Medicine, Section of Rheumatology, Geisel School of Medicine at Dartmouth, Dartmouth Hitchcock Medical Center, Lebanon, New Hampshire [431e] Richard S. Blumberg, MD Professor Emeritus, Department of Family and Preventive Medicine, University of California, San Diego School of Medicine, San Diego, California [470] Chief, Division of Gastroenterology, Hepatology and Endoscopy, Brigham and Women’s Hospital, Harvard Medical School, Boston, Massachusetts [351] Jean L. Bolognia, MD David M. Burns, MD Stephen B. Calderwood, MD Morton N. Swartz, MD Academy Professor of Medicine (Microbiology and Immunobiology), Harvard Medical School; Chief, Division of Infectious Diseases, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [160] Joseph V. Bonventre, MD, PhD Michael Camilleri, MD George J. Bosl, MD Professor of Medicine, Weill Cornell Medical College; Chair, Department of Medicine; Patrick M. Byrne Chair in Clinical Oncology, Memorial SloanKettering Cancer Center, New York, New York [116] Joshua A. Boyce, MD Professor of Medicine and Pediatrics; Albert L. Sheffer Professor of Medicine, Harvard Medical School; Director, Inflammation and Allergic Disease Research Section, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [376] Atherton and Winifred W. Bean Professor; Professor of Medicine, Pharmacology, and Physiology, Mayo Clinic College of Medicine, Rochester, Minnesota [55] Christopher P. Cannon, MD Professor of Medicine, Harvard Medical School; Senior Physician, Cardiovascular Division, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [294] Jonathan R. Carapetis, MBBS, PhD, FRACP, FAFPHM Director, Telethon Kids Institute, The University of Western Australia, Crawley, Western Australia [381] Eugene Braunwald, MD, MA (Hon), ScD (Hon), FRCP Kathryn M. Carbone, MD Distinguished Hersey Professor of Medicine, Harvard Medical School; Founding Chairman, TIMI Study Group, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [50, 288, 294] Deputy Scientific Director, Division of Intramural Research, National Institute of Dental and Craniofacial Research, Bethesda, Maryland [231e] Brian I. Carr, MD, PhD, FRCP Irwin M. Braverman, MD IRCCS de Bellis National Center for GI Diseases, Castellana Grotte, BA, Italy [111] Professor Emeritus; Senior Research Scientist, Department of Dermatology, Yale University School of Medicine, New Haven, Connecticut [72] Otis W. Brawley, MD, FACP Professor of Hematology, Medical Oncology, Medicine and Epidemiology, Emory University; Chief Medical and Scientific Officer, American Cancer Society, Atlanta, Georgia [100] John D. Carter, MD Professor of Medicine, Division of Rheumatology; Director, University of South Florida Morsani College of Medicine, Tampa, Florida [384] Arturo Casadevall, MD, PhD Joel G. Breman, MD, DTPH Chair, Department of Microbiology and Immunology, Albert Einstein College of Medicine, Bronx, New York [239] Senior Scientific Advisor, Fogarty International Center, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [248, 250e] Agustin Castellanos, MD, FACC, FAHA George J. Brewer, MD Morton S. and Henrietta K. Sellner Emeritus, Professor of Human Genetics, Emeritus Professor of Internal Medicine, University of Michigan Medical School; Senior Vice President for Research and Development, Adeona Pharmaceuticals, Inc., Ann Arbor, Michigan [429] Josephine P. Briggs, MD Director, National Center for Complementary and Alternative Medicine (NCCAM) at the National Institutes of Health (NIH), Bethesda, Maryland [14e] F. Richard Bringhurst, MD Associate Professor of Medicine, Harvard Medical School; Physician, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [423] Steven M. Bromley, MD Director, Outpatient Services, Virtua Neuroscience, Voorhees, New Jersey; Director, Bromley Neurology, PC, Audubon, New Jersey [42] Professor of Medicine; Director, Clinical Electrophysiology, University of Miami Miller School of Medicine, Cardiovascular Division, Miami, Florida [327] Bartolome R. Celli, MD Professor of Medicine, Harvard Medical School; Staff Physician, Division of Pulmonary and Critical Care Medicine, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [323] Murali Chakinala, MD Associate Professor of Medicine, Division of Pulmonary and Critical Care Medicine, Washington University School of Medicine, St. Louis, Missouri [279] Anil Chandraker, MBChB, FRCP Associate Professor of Medicine, Harvard Medical School; Medical Director of Kidney and Pancreas Transplantation; Interim Director, Schuster Family Transplantation Research Center, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [337] Darron R. Brown, MD Lan X. Chen, MD, PhD Professor of Medicine, Microbiology and Immunology, Division of Infectious Diseases, Simon Cancer Center, Indiana University School of Medicine, Indianapolis, Indiana [222] Yuan-Tsong Chen, MD, PhD Kevin E. Brown, MD, MRCp, FRCPath Virus Reference Department, Public Health England, London, United Kingdom [221] Robert H. Brown, Jr., MD, PhD Chairman, Department of Neurology, University of Massachusetts Medical School, Worchester, Massachusetts [452, 462e] Amy E. Bryant, PhD Affiliate Assistant Professor, University of Washington School of Medicine, Seattle, Washington; Research Scientist, Veterans Affairs Medical Center, Boise, Idaho [179] Penn Presbyterian Medical Center, Philadelphia, Pennsylvania [395] Duke University Medical Center, Division of Medical Genetics, Department of Pediatrics, Durham, North Carolina [433e] Glenn M. Chertow, MD, MPH Norman S. Coplon/Satellite Healthcare Professor of Medicine; Chief, Division of Nephrology, Stanford University School of Medicine, Palo Alto, California [336] John S. Child, MD, FACC, FAHA, FASE Streisand Professor of Medicine and Cardiology; Director, Ahmanson-UCLA Adult Congenital Heart Disease Center; Director, UCLA Adult Noninvasive Cardiodiagnostics Laboratory Ronald Reagan-UCLA Medical Center, Geffen School of Medicine, University of California, Los Angeles (UCLA), Los Angeles, California [282] COLABORADORES Professor, Department of Dermatology, Yale University School of Medicine, New Haven, Connecticut [72] Samuel A. Levine Professor of Medicine, Harvard Medical School; Chief, Renal Division; Chief, Division of Biomedical Engineering, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [333e, 334] xxi xxii Augustine M. K. Choi, MD Jennifer M. Croswell, MD, MPH Chairman, Department of Medicine, Weill Cornell Medical College, Physicianin-Chief, New York-Presbyterian Hospital-Weill Cornell Medical Center, New York, New York [305, 307, 322] Medical Officer, Center for Oncology Prevention Trials Research Group, Division of Cancer Prevention, National Cancer Institute, Bethesda, Maryland [100] Raymond T. Chung, MD Philip E. Cryer, MD Associate Professor of Medicine, Harvard Medical School; Director of Hepatology and Liver Center; Vice Chief, Gastroenterology, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [368] Professor of Medicine Emeritus, Washington University in St. Louis; Physician, Barnes-Jewish Hospital, St. Louis, Missouri [420] Jeffrey W. Clark, MD Professor, Head of Gastrointestinal/Lymphoma Unit; Director of Clinical Research, Royal Marsden NHS Trust, London, United Kingdom [112] COLABORADORES Associate Professor of Medicine, Harvard Medical School; Medical Director, Clinical Trials Core, Dana-Farber Harvard Cancer Center; Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [102e] Jeffrey I. Cohen, MD Chief, Laboratory of Clinical Infectious Diseases, National Institute of Allergy and Infectious Diseases, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [218, 228] Yehuda Z. Cohen, MD Clinical Fellow, Department of Medicine, Division of Infectious Diseases and Center for Virology and Vaccine Research, Beth Israel Deaconess Medical Center; Harvard Medical School, Boston, Massachusetts [224] Ronit Cohen-Poradosu, MD Senior Physician, Infectious Diseases Unit, Tel Aviv Sourasky Medical Center, Tel Aviv, Israel [201] Francis S. Collins, MD, PhD Director, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [101e] Wilson S. Colucci, MD, FAHA, FACC David Cunningham, MD, MB, ChB, FRCP Gary C. Curhan, MD Professor of Medicine, Harvard Medical School, Professor of Epidemiology, Harvard School of Public Health, Channing Division of Network Medicine/ Renal Division, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [342] Brendan D. Curti, MD Director, Biotherapy Program, Robert W. Franz Cancer Research Center, Providence Portland Medical Center, Portland, Oregon [105] John J. Cush, MD Professor of Medicine and Rheumatology, Baylor University Medical Center; Director of Clinical Rheumatology, Baylor Research Institute, Dallas, Texas [393] Charles A. Czeisler, MD, PhD Frank Baldino, Jr., PhD Professor of Sleep Medicine, Professor of Medicine and Director, Division of Sleep Medicine, Harvard Medical School; Chief, Division of Sleep and Circadian Disorders, Departments of Medicine and Neurology, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [38] Thomas J. Ryan Professor of Medicine, Boston University School of Medicine; Chief of Cardiovascular Medicine, Boston Medical Center, Boston, Massachusetts [289e, 290e] Marinos C. Dalakas, MD Laura K. Conlin, PhD Josep Dalmau, MD, PhD Scientific Director, CytoGenomics Lab, The Children’s Hospital of Philadelphia, Assistant Professor of Pathology and Laboratory Medicine, University of Pennsylvania, Philadelphia, Pennsylvania [83e] ICREA Professor, Institut d’Investigació Biomèdica August Pi i Sunyer, University of Barcelona, Barcelona, Spain; Adjunct Professor, University of Pennsylvania, Philadelphia, Pennsylvania [122] Darwin L. Conwell, MD, MS Daniel F. Danzl, MD Professor of Medicine, The Ohio State University College of Medicine; Director, Division of Gastroenterology, Hepatology and Nutrition; The Ohio State University Wexner Medical Center, Columbus, Ohio [370, 371] University of Louisville, Department of Emergency Medicine, Louisville, Kentucky [478e, 479e] Michael J. Corbel, PhD, DSc, FRCPath Retired (previously Head, Division of Bacteriology, National Institute for Biological Standards and Control, Hertfordshire, United Kingdom) [194e] Professor and Chair Emeritus, Department of Neurology, Case Western Reserve University School of Medicine; University Hospitals–Case Medical Center, Cleveland, Ohio [28] William E. Corcoran, V, MD Charles E. Davis, MD Staff Anesthesiologist, Allcare Clinical Associates; Medical Director of Analgesia and Sedation, Mission Health; Patient Safety Officer, Mission Health, Asheville, North Carolina [481e] Professor of Pathology and Medicine, Emeritus, University of California, San Diego School of Medicine; Director Emeritus, Microbiology, University of California, San Diego Medical Center, San Diego, California [245e] Kathleen E. Corey, MD, MPH Stephen N. Davis, MBBS, FRCP Clinical and Research Fellow, Harvard Medical School; Fellow, Gastrointestinal Unit, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [59] Theodore E. Woodward Professor and Chairman of the Department of Medicine, University of Maryland School of Medicine; Physician-in-Chief, University of Maryland Medical Center, Baltimore, Maryland [420] Lawrence Corey, MD Professor of Neurology, University of Athens Medical School, Athens, Greece; Thomas Jefferson University, Philadelphia, Pennsylvania [388] Robert B. Daroff, MD Professor, Medicine and Laboratory Medicine, University of Washington; President Emeritus, Fred Hutchinson Cancer Research Center; Member, Vaccine and Infectious Disease Division; Principal Investigator, HIV Vaccine Trials Network, Fred Hutchinson Cancer Research Center, Seattle, Washington [216] Rafael de Cabo, PhD Jorge Cortes, MD Professor of Neurology, Weill Cornell Medical College; Chair, Department of Neurology, Memorial Sloan Kettering Cancer Center, New York, New York [118] D. B. Lane Cancer Research Distinguished Professor for Leukemia Research; Deputy Chairman; Section Chief of AML and CML, The University of Texas M.D. Anderson Cancer Center, Houston, Texas [133] Felicia Cosman, MD Senior Investigator, Experimental Gerontology Section, TGB, National Institute on Aging, National Institutes of Health, Baltimore, Maryland [94e] Lisa M. DeAngelis, MD John Del Valle, MD Professor of Medicine, Columbia University College of Physicians and Surgeons, New York, New York [425] Professor and Senior Associate Chair of Medicine, Department of Internal Medicine, University of Michigan School of Medicine, Ann Arbor, Michigan [348] Mark A. Creager, MD Marie B. Demay, MD Professor of Medicine, Harvard Medical School; Simon C. Fireman Scholar in Cardiovascular Medicine; Director, Vascular Center, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [301-303] Professor of Medicine, Harvard Medical School; Physician, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [423] Leslie J. Crofford, MD Associate Professor of Medicine, Harvard Medical School; Renal Division, Beth Israel Deaconess Medical Center; Chief of Nephrology and Associate Chief of Medical Specialties, Harvard Vanguard Medical Associates, Boston, Massachusetts [61] Professor, Division of Rheumatology and Immunology, Vanderbilt University, Nashville, Tennessee; Chief, Division of Rheumatology, University of Kentucky, Lexington, Kentucky [396] Bradley M. Denker, MD David W. Denning, MBBS, FRCP, FRCPath, FMedSci Andrea Dunaif, MD Professor of Medicine and Medical Mycology; Director, National Aspergillosis Centre, The University of Manchester and Wythenshawe Hospital, Manchester, United Kingdom [241] Charles F. Kettering Professor of Endocrinology and Metabolism and ViceChair for Research, Department of Medicine, Feinberg School of Medicine, Northwestern University, Chicago, Illinois [6e] Robert J. Desnick, MD, PhD Samuel C. Durso, MD, MBA Dean for Genetics and Genomics, Professor and Chairman Emeritus, Department of Human Genetics and Genomic Sciences, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York, New York [430] Mason F. Lord Professor of Medicine; Director, Division of Geriatric Medicine and Gerontology, Johns Hopkins University School of Medicine, Baltimore, Maryland [45, 46e] Richard A. Deyo, MD, MPH Betty Diamond, MD The Feinstein Institute for Medical Research, North Shore LIJ Health System; Center for Autoimmunity and Musculoskeletal Diseases, Manhasset, New York [377e] Marcelo F. Di Carli, MD Professor, Department of Radiology, Harvard Medical School; Chief, Division of Nuclear Medicine and Molecular Imaging; Executive Director, Noninvasive Cardiovascular Imaging Program, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [270e, 271e] Janice P. Dutcher, MD Associate Director, Cancer Research Foundation of New York, Chappaqua, New York; Former Professor, New York Medical College, Valhalla, New York [331] Johanna Dwyer, DSc, RD Jean Mayer USDA Human Nutrition Research Center on Aging; Professor, Tufts Medical Center and Director, Frances Stern Nutrition Center, Tufts Medical Center, Boston, Massachusetts [95e] Jeffrey S. Dzieczkowski, MD Physician, St. Alphonsus Regional Medical Center; Medical Director, Coagulation Clinic, Saint Alphonsus Medical Group, International Medicine and Travel Medicine, Boise, Idaho [138e] Kim A. Eagle, MD Anna Mae Diehl, MD Albion Walter Hewlett Professor of Internal Medicine; Chief of Clinical Cardiology; Director, Frankel Cardiovascular Center, University of Michigan Health System, Ann Arbor, Michigan [9] Florence McAlister Professor of Medicine; Chief, Division of Gastroenterology, Duke University, Durham, North Carolina [364] James A. Eastham, MD Jules L. Dienstag, MD Carl W. Walter Professor of Medicine and Dean for Medical Education, Harvard Medical School; Physician, Gastrointestinal Unit, Department of Medicine, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [360-362, 366e, 368] William P. Dillon, MD Professor and Executive Vice-Chair; Chief, Section of Neuroradiology, Department of Radiology and Biomedical Imaging, University of California, San Francisco, San Francisco, California [440e, 441e] Charles A. Dinarello, MD Professor of Medicine and Immunology, University of Colorado Denver, Aurora, Colorado; Professor of Experimental Medicine, Radboud University Medical Center, Nijmegen, The Netherlands [23] Raphael Dolin, MD Maxwell Finland Professor of Medicine (Microbiology and Molecular Genetics), Harvard Medical School; Beth Israel Deaconess Medical Center; Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [215e, 223, 224] Susan M. Domchek, MD Basser Professor of Oncology, Abramson Cancer Center, University of Pennsylvania, Philadelphia, Pennsylvania [84] Richard L. Doty, PhD, MA Director, Smell and Taste Center; Professor, Department of Otorhinolaryngology: Head and Neck Surgery, Perelman School of Medicine, University of Pennsylvania, Philadelphia, Pennsylvania [42] Chief, Urology Service, Florence and Theodore Baumritter/Enid Ancell Chair of Urologic Oncology, Department of Surgery, Sidney Kimmel Center for Prostate and Urologic Cancers, Memorial Sloan Kettering Cancer Center, New York, New York [115] Robert H. Eckel, MD Professor of Medicine, Division of Endocrinology, Metabolism and Diabetes, Division of Cardiology; Professor of Physiology and Biophysics, Charles A. Boettcher, II Chair in Atherosclerosis, University of Colorado School of Medicine, Anschutz Medical Campus, Director Lipid Clinic, University of Colorado Hospital, Aurora, Colorado [422] John E. Edwards, Jr., MD Professor of Medicine, David Geffen School of Medicine, University of California, Los Angeles (UCLA), Los Angeles, California; Chief, Division of Infectious Diseases, Harbor/UCLA Medical Center, Torrance, California [235, 240] David A. Ehrmann, MD Professor, Department of Medicine, Section of Endocrinology, Diabetes, and Metabolism, The University of Chicago Pritzker School of Medicine, Chicago, Illinois [68] Andrew J. Einstein, MD, PhD Victoria and Esther Aboodi Assistant Professor of Medicine; Director, Cardiac CT Research; Co-Director, Cardiac CT and MRI, Department of Medicine, Cardiology Division, Department of Radiology, Columbia University College of Physicians and Surgeons, New York-Presbyterian Hospital, New York, New York [Apéndice] Vanja C. Douglas, MD Assistant Professor of Clinical Neurology and Sara and Evan Williams Foundation Endowed Neurohospitalist Chair, University of California, San Francisco, San Francisco, California [29] Daniel B. Drachman, MD Professor of Neurology and Neuroscience, W. W. Smith Charitable Trust Professor of Neuroimmunology, Department of Neurology, Johns Hopkins School of Medicine, Baltimore, Maryland [461] David F. Driscoll, PhD Associate Professor of Medicine, University of Massachusetts Medical School, Worchester, Massachusetts [98e] Thomas D. DuBose, Jr., MD, MACP Emeritus Professor of Internal Medicine and Nephrology, Wake Forest University School of Medicine, Winston-Salem, North Carolina [64e, 66] J. Stephen Dumler, MD Professor, Division of Medical Microbiology, Department of Pathology, Johns Hopkins University School of Medicine, Baltimore, Maryland [211] Ezekiel J. Emanuel, MD, PhD Chair, Department of Medical Ethics and Health Policy, Levy University Professor, Perelman School of Medicine and Wharton School, University of Pennsylvania, Philadelphia, Pennsylvania [10] John W. Engstrom, MD Betty Anker Fife Distinguished Professor and Vice-Chairman; Neurology Residency Program Director, University of California, San Francisco, San Francisco, California [22, 454] Moshe Ephros, MD Clinical Associate Professor, Faculty of Medicine, Technion-Israel Institute of Technology; Pediatric Infectious Disease Unit, Carmel Medical Center; Haifa, Israel [197] Jonathan A. Epstein, MD William Wikoff Smith Professor; Chair, Department of Cell and Developmental Biology; Scientific Director, Penn Cardiovascular Institute, Perelman School of Medicine, University of Pennsylvania, Philadelphia, Pennsylvania [265e] COLABORADORES Kaiser Permanente Professor of Evidence-Based Family Medicine, Department of Family Medicine, Department of Medicine, Department of Public Health and Preventive Medicine, Oregon Institute of Occupational Health Sciences; Oregon Health and Science University; Clinical Investigator, Kaiser Permanente Center for Health Research, Portland, Oregon [22] xxiii xxiv Aaron C. Ermel, MD Larry C. Ford, MD Assistant Research Professor; Assistant Professor of Clinical Medicine, Department of Internal Medicine, Division of Infectious Disease, Indiana University School of Medicine, Indianapolis, Indiana [222] Clinical Infectious Diseases, Intermountain Healthcare, Provo, Utah [44] Tim Evans, MD, PhD Senior Director, Health, Nutrition and Population, The World Bank Group, Washington, DC [13e] Christopher H. Fanta, MD COLABORADORES Professor of Medicine, Harvard Medical School; Pulmonary and Critical Care Division, Brigham and Women’s Hospital; Director, Partners Asthma Center, Boston, Massachusetts [48] Paul Farmer, MD, PhD Kolokotrones University Professor, Harvard University; Chair, Department of Global Health and Social Medicine, Harvard Medical School; Chief, Division of Global Health Equity, Brigham and Women’s Hospital; Co-Founder, Partners In Health, Boston, Massachusetts [2] Anthony S. Fauci, MD Chief, Laboratory of Immunoregulation; Director, National Institute of Allergy and Infectious Diseases, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [1, 225e, 226, 261e, 372e, 385, 386e] Murray J. Favus, MD Professor of Medicine, Department of Medicine, Section of Endocrinology, Diabetes and Metabolism, Director Bone Program, University of Chicago Pritzker School of Medicine, Chicago, Illinois [426e] David P. Faxon, MD Vice Chair of Medicine for Strategic Planning, Department of Medicine, Brigham and Women’s Hospital; Senior Lecturer, Harvard Medical School, Boston, Massachusetts [272, 296e, 297] Darren R. Feldman, MD Associate Professor in Medicine, Weill Cornell Medical Center; Assistant Attending, Genitourinary Oncology Service, Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, New York, New York [116] David T. Felson, MD, MPH Professor of Medicine and Epidemiology; Chair, Clinical Epidemiology Unit, Boston University School of Medicine, Boston, Massachusetts [394] Luigi Ferrucci, MD, PhD Scientific Director, National Institute of Aging, National Institutes of Health, Baltimore, Maryland [11] Howard L. Fields, MD, PhD Professor, Department of Neurology, University of California, San Francisco, San Francisco, California [18] Gregory A. Filice, MD Professor of Medicine, Medical School, and Adjunct Professor of Epidemiology and Community Health, School of Public Health, University of Minnesota; Chief, Infectious Disease Section, Veterans Affairs Healthcare System, Minneapolis, Minnesota [199] Robert W. Finberg, MD Jane E. Freedman, MD Professor of Medicine, University of Massachusetts Medical School, Worcester, Massachusetts [142] Roy Freeman, MD Professor of Neurology, Harvard Medical School; Director, Center for Autonomic and Peripheral Nerve Disorders, Beth Israel Deaconess Medical Center, Boston, Massachusetts [27] Gyorgy Frendl, MD, PhD, FCCM Assistant Professor; Director of Surgical Critical Care Research Center, Department of Anesthesiology, Perioperative Critical Care and Pain Medicine, Harvard Medical School; Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [481e] Carl E. Freter, MD, PhD, FACP Professor of Medicine; Director, Division of Hematology and Oncology; Associate Director, Cancer Center, Saint Louis University, St. Louis, Missouri [125] Lawrence S. Friedman, MD Professor of Medicine, Harvard Medical School; Professor of Medicine, Tufts University School of Medicine; Assistant Chief of Medicine, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts; Anton R. Fried, MD Chair, Department of Medicine, Newton-Wellesley Hospital, Newton, Massachusetts [59] Sonia Friedman, MD Associate Professor of Medicine, Harvard Medical School; Associate Physician, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [351] Anne L. Fuhlbrigge, MD, MS Assistant Professor of Medicine, Harvard Medical School, Pulmonary and Critical Care Division; Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [307] Andre D. Furtado, MD Assistant Professor, Department of Radiology, School of Medicine, University of Pittsburgh, Pittsburgh, Pennsylvania [441e] Nicholas B. Galifianakis, MD, MPH Assistant Clinical Professor, Surgical Movement Disorders Center, Department of Neurology, University of California, San Francisco, San Francisco, California [33e] John I. Gallin, MD Director, Clinical Center, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [80] Charlotte A. Gaydos, DrPh Professor of Medicine, Johns Hopkins University, Division of Infectious Diseases, Baltimore, Maryland [213] J. Michael Gaziano, MD, MPH Professor of Medicine, Harvard Medical School; Chief, Division of Aging, Brigham and Women’s Hospital; Director, Massachusetts Veterans Epidemiology Center, Boston VA Healthcare System, Boston, Massachusetts [266e] Thomas A. Gaziano, MD, MSc Professor of Medicine and MAPS, Division of Infectious Disease, University of Massachusetts Medical School, Worcester, Massachusetts [169] Assistant Professor of Medicine, Harvard Medical School; Assistant Professor, Health Policy and Management, Center for Health Decision Sciences, Harvard School of Public Health; Faculty Co-Leader, Chronic and Cardiovascular Diseases Working Group, Harvard Institute for Global Health, Harvard University; Associate Physician in Cardiovascular Medicine, Department of Cardiology, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [266e] Kurt Fink, MD Susan L. Gearhart, MD Palo Alto Medical Foundation, Palo Alto, California [481e] Associate Professor, Surgery, Johns Hopkins Medical Institutions, Baltimore, Maryland [353] Chair, Department of Medicine, University of Massachusetts Medical School, Worcester, Massachusetts [104, 169] Joyce Fingeroth, MD Alain Fischer, MD, PhD Director of INSERM U768; Director of Imagine Institute; Professor of Immunology and Pediatric Hematology; Université Paris Descartes, Paris, France [374, 375e] Robert H. Gelber, MD Jeffrey S. Flier, MD Jeffrey M. Gelfand, MD, MAS Caroline Shields Walker Professor of Medicine and Dean, Harvard Medical School, Boston, Massachusetts [415e] Assistant Professor of Clinical Neurology, Department of Neurology, University of California, San Francisco, San Francisco, California [29] Agnes B. Fogo, MD Alfred L. George, Jr., MD John L. Shapiro Professor of Pathology; Professor of Medicine and Pediatrics, Vanderbilt University Medical Center, Nashville, Tennessee [62e] Magerstadt Professor and Chair, Department of Pharmacology, Feinberg School of Medicine, Northwestern University, Chicago, Illinois [332e] Clinical Professor of Medicine and Dermatology, University of California, San Francisco, San Francisco, California [203] Dale N. Gerding, MD Christine Grady, RN, PhD Professor of Medicine, Department of Medicine, Loyola University Chicago Stritch School of Medicine, Maywood, Illinois; Research Physician, Edward Hines Jr. Veterans Affairs Hospital, Hines, Illinois [161] Chief, Department of Bioethics, National Institutes of Health Clinical Center, Bethesda, Maryland [17e] Michael D. Geschwind, MD, PhD Associate Professor of Neurology, Memory and Aging Center, University of California, San Francisco, San Francisco, California [33e] Marc G. Ghany, MD, MHSc Staff Physician, Liver Diseases Branch, National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [357] Associate Professor of Medicine, Sackler Faculty of Medicine, Tel Aviv University; The Infectious Disease Unit and the Bernard Pridan Laboratory for Molecular Biology of Infectious Diseases, Tel Aviv Medical Center, Tel Aviv, Israel [197] Roger I. Glass, MD, PhD Alexander R. Green, MD, MPH Assistant Professor of Medicine, Harvard Medical School; Associate Director, The Disparities Solutions Center, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [16e] Norton J. Greenberger, MD Clinical Professor of Medicine, Harvard Medical School; Senior Physician, Division of Gastroenterology, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [369-371] Michael F. Greene, MD Professor of Obstetrics, Gynecology and Reproductive Biology, Harvard Medical School; Vincent Department of Obstetrics and Gynecology, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [124e] Director, Fogarty International Center, Bethesda, Maryland [227] Daryl R. Gress, MD, FAAN, FCCM, FNCS Eli Glatstein, MD Associate Professor of Neurology, University of Virginia, Charlottesville, Virginia [330] Professor and Vice Chairman, Department of Radiation Oncology, Hospital of the University of Pennsylvania, Philadelphia, Pennsylvania [263e] Peter J. Goadsby, MD, PhD, DSc, FRACp, FRCP Professor, NIHR-Wellcome Trust Clinical Research Facility, King’s College, London, United Kingdom; Professor, Department of Neurology, University of California, San Francisco, San Francisco, California [21, 447] Morton F. Goldberg, MD, FACS, FAOS Director Emeritus and Joseph Green Professor of Ophthalmology, Wilmer Eye Institute, Johns Hopkins University School of Medicine and Johns Hopkins Hospital, Baltimore, Maryland [40e] Rasim Gucalp, MD Professor of Clinical Medicine, Albert Einstein College of Medicine; Associate Chairman for Educational Programs, Department of Oncology; Director, Hematology/Oncology Fellowship, Montefiore Medical Center, Bronx, New York [331] Kalpana Gupta, MD, MPH Associate Professor, Department of Medicine, Boston University School of Medicine; Chief, Section of Infectious Diseases, VA Boston Healthcare System, Boston, Massachusetts [162] Ary L. Goldberger, MD Professor of Medicine, Harvard Medical School; Wyss Institute for Biologically Inspired Engineering, Harvard University; Beth Israel Deaconess Medical Center, Boston, Massachusetts [268, 269e, 278e] John G. Haaga, PhD David Goldblatt, MB, ChB, PhD Chadi A. Hage, MD Professor of Vaccinology and Immunology; Consultant in Paediatric Immunology; Director of Clinical Research and Development; Director, NIHR Biomedical Research Centre, Institute of Child Health; University College London; Great Ormond Street Hospital for Children NHS Trust, London, United Kingdom [171] Samuel Z. Goldhaber, MD Professor of Medicine, Harvard Medical School; Director, Thrombosis Research Group, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [300] Ralph Gonzales, MD, MSPH Professor of Medicine, University of California, San Francisco, San Francisco, California [44] Douglas S. Goodin, MD Professor, Department of Neurology, School of Medicine, University of California, San Francisco, San Francisco, California [458] Jeffrey I. Gordon, MD Dr. Robert J. Glaser Distinguished University Professor and Director, Center for Genome Sciences and Systems Biology, Washington University School of Medicine, St. Louis, Missouri [86e] Deputy Associate Director, Behavioral and Social Research Program, National Institute on Aging, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [93e] Assistant Professor of Medicine, Thoracic Transplant Program, Indiana University Health, Indianapolis, Indiana [236] Bevra Hannahs Hahn, MD Professor Emerita Division of Rheumatology, University of California, Los Angeles, Los Angeles, California [378] Colin N. Haile, MD, PhD Assistant Professor, Menninger Department of Psychiatry and Behavioral Sciences, Baylor College of Medicine; Michael E. DeBakey VA Medical Center, Houston, Texas [468e] Janet E. Hall, MD, MSc Professor of Medicine, Harvard Medical School and Associate Chief, Reproductive Endocrine Unit, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [69, 412, 414] Jesse B. Hall, MD, FCCP Professor of Medicine, Anesthesia and Critical Care; Chief, Section of Pulmonary and Critical Care Medicine, University of Chicago, Chicago, Illinois [321] Maria Luisa Gorno-Tempini, MD, PhD Scott A. Halperin, MD Professor, Department of Neurology; Language Neurobiology Lab, Memory and Aging Center; Dyslexia Center, University of California, San Francisco, San Francisco, California [37e] Professor of Pediatrics and Microbiology and Immunology Head, Pediatric Infectious Diseases, Director, Canadian Center for Vaccinology, Dalhousie University, Halifax, Nova Scotia, Canada [185] Peter A. Gottlieb, MD R. Doug Hardy, MD Professor of Pediatrics and Medicine, Barbara Davis Center, University of Colorado School of Medicine, Aurora, Colorado [409] Gregory A. Grabowski, MD Adjunct Professor of Pediatrics and Molecular Genetics, Biochemistry, and Microbiology, University of Cincinnati College of Medicine; Division of Human Genetics Cincinnati Children’s Hospital Medical Center, Cincinnati, Ohio; Chief Scientific Officer, Synageva BioPharma Corp., Lexington, Massachusetts [432e] Yonatan H. Grad, MD, PhD Assistant Professor of Immunology and Infectious Diseases, Harvard School of Public Health; Associate Physician, Division of Infectious Diseases, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [146] Infectious Diseases Specialists, PA; Medical City Dallas Hospital and Medical City Children’s Hospital, Dallas; Baylor Regional Medical Center, Plano, Texas [212] Rudy A. Hartskeerl, PhD Director WHO/FAO/OIE and National Leptospirosis Reference Centre, KIT Biomedical Research, KIT (Royal Tropical Institute), Amsterdam, The Netherlands [208] William L. Hasler, MD Professor, Division of Gastroenterology, University of Michigan Health System, Ann Arbor, Michigan [54, 344] COLABORADORES Michael Giladi, MD, MSc xxv xxvi COLABORADORES Stephen L. Hauser, MD Jay H. Hoofnagle, MD Robert A. Fishman Distinguished Professor and Chairman, Department of Neurology, University of California, San Francisco, San Francisco, California [1, 437, 443e, 444e, 455, 456, 458, 460] Director, Liver Diseases Research Branch, National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [357] Barton F. Haynes, MD David C. Hooper, MD Frederic M. Hanes Professor of Medicine and Immunology, Departments of Medicine and Immunology; Director, Duke Human Vaccine Institute, Duke University School of Medicine, Durham, North Carolina [372e] Professor, Harvard Medical School; Chief, Infection Control Unit; Associate Chief, Division of Infectious Diseases, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [170] Douglas C. Heimburger, MD, MS Robert J. Hopkin, MD Professor of Medicine, Associate Director for Education and Training, Vanderbilt Institute for Global Health, Vanderbilt University School of Medicine, Nashville, Tennessee [97] Associate Professor, Cincinnati Children’s Hospital Medical Center, Cincinnati, Ohio [432e] J. Claude Hemphill, III, MD, MAS Assistant Professor, Division of Hematology and Medical Oncology, Vanderbilt University School of Medicine, Nashville, Tennessee [107] Professor of Neurology and Neurological Surgery, University of California, San Francisco; Chief of Neurology, San Francisco General Hospital, San Francisco, California [330, 446] Patrick H. Henry, MD Clinical Adjunct Professor of Medicine, University of Iowa, Iowa City, Iowa [79] Katherine A. High, MD William H. Bennett Professor of Pediatrics, Perelman School of Medicine, University of Pennsylvania; Investigator, Howard Hughes Medical Institute, The Children’s Hospital of Philadelphia, Philadelphia, Pennsylvania [91e, 141] Christine E. Hill-Kayser, MD Assistant Professor of Radiation Oncology, Perelman School of Medicine, University of Pennsylvania, Philadelphia, Pennsylvania [263e] Ikuo Hirano, MD Professor of Medicine, Division of Gastroenterology, Northwestern University Feinberg School of Medicine, Chicago, Illinois [53, 347] Martin S. Hirsch, MD Professor of Medicine, Harvard Medical School; Professor of Immunology and Infectious Diseases, Harvard School of Public Health; Physician, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [219] Helen H. Hobbs, MD Professor, Internal Medicine and Molecular Genetics, University of Texas Southwestern Medical Center; Investigator, Howard Hughes Medical Institute, Dallas, Texas [421] Judith S. Hochman, MD Harold Snyder Family Professor of Cardiology, Clinical Chief, Leon Charney Division of Cardiology, Co-Director, NYU-HHC Clinical and Translational Science Institute; Director, Cardiovascular Clinical Research Center, New York University School of Medicine, New York, New York [326] A. Victor Hoffbrand, DM Emeritus Professor of Haematology, University College, London; Honorary Consultant Haematologist, Royal Free Hospital, London, United Kingdom [128] L. John Hoffer, MD, PhD Professor, Faculty of Medicine, McGill University; Senior Physician, Divisions of Internal Medicine and Endocrinology, Lady Davis Institute for Medical Research, Jewish General Hospital, Montreal, Quebec, Canada [98e] Charles W. Hoge, MD Leora Horn, MD, MSc Jonathan C. Horton, MD, PhD William F. Hoyt Professor of Neuro-ophthalmology, Professor of Ophthalmology, Neurology and Physiology, University of California, San Francisco School of Medicine, San Francisco, California [39] Howard Hu, MD, MPH, ScD Dean; Professor of Environmental Health, Epidemiology and Global Health, Dalla Lana School of Public Health; Professor of Medicine, University of Toronto, Toronto, Ontario, Canada [472e] Deborah T. Hung, MD, PhD Associate Professor of Microbiology and Molecular Genetics, Assistant Professor of Medicine, Harvard Medical School; Brigham and Women’s Hospital; Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts; Co-director, Infectious Disease Initiative, Broad Institute of Harvard University and Massachusetts Institute of Technology, Cambridge, Massachusetts [146] Sharon A. Hunt, MD, FACC Professor of Medicine, Cardiovascular Medicine, Stanford University, Palo Alto, California [281] Charles G. Hurst, MD Chief, Chemical Casualty Care Division, United States Medical Research Institute of Chemical Defense, APG-Edgewood Area, Maryland [262e] Ashraf S. Ibrahim, PhD Professor, Department of Medicine, Geffen School of Medicine, University of California, Los Angeles (UCLA); Division of Infectious Diseases, Los Angeles Biomedical Research Institute at Harbor-UCLA Medical Center, Torrance, California [242] David H. Ingbar, MD Professor of Medicine, Pediatrics, and Physiology; Director, Pulmonary Allergy, Critical Care and Sleep Division, University of Minnesota School of Medicine, Minneapolis, Minnesota [326] Alan C. Jackson, MD, FRCPC Professor of Medicine (Neurology) and of Medical Microbiology, University of Manitoba; Section Head of Neurology, Winnipeg Regional Health Authority, Winnipeg, Manitoba, Canada [232] Lisa A. Jackson, MD, MPH Senior Investigator, Group Health Research Institute, Seattle, Washington [148] Danny O. Jacobs, MD, MPH, FACS Senior Scientist, Center for Psychiatry and Neuroscience, Walter Reed Army Institute of Research, Silver Spring, Maryland [471e] Executive Vice President, Provost, and Dean of the School of Medicine; Thomas N. and Gleaves T. James Distinguished Chair, The University of Texas Medical Branch at Galveston, Galveston, Texas [20, 355, 356] Elizabeth L. Hohmann, MD Richard F. Jacobs, MD Associate Professor of Medicine and Infectious Diseases, Harvard Medical School; Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [176] Robert H. Fiser, Jr., MD Endowed Chair in Pediatrics; Professor and Chairman, Department of Pediatrics, University of Arkansas for Medical Sciences; President, Arkansas Children’s Hospital Research Institute, Little Rock, Arkansas [195] Steven M. Holland, MD Chief, Laboratory of Clinical Infectious Diseases, National Institute of Allergy and Infectious Diseases, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [80, 204] King K. Holmes, MD, PhD Chair, Global Health; Professor of Medicine and Global Health; Adjunct Professor, Epidemiology; Director, Center for AIDS and STD; University of Washington School of Medicine; Head, Infectious Diseases Section, Harborview Medical Center, Seattle, Washington [163] J. Larry Jameson, MD, PhD Robert G. Dunlop Professor of Medicine; Dean, Perelman School of Medicine at the University of Pennsylvania; Executive Vice President, University of Pennsylvania for the Health System, Philadelphia, Pennsylvania [1, 56, 82, 84, 121, 399-403, 405, 410, 411, 436e] Robert T. Jensen, MD Chief, Cell Biology Section, National Institutes of Diabetes, Digestive and Kidney Diseases, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [113] Roy M. John, MBBS, PhD, FRCP Sundeep Khosla, MD Assistant Professor of Medicine, Harvard Medical School; Department of Medicine, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [277] Professor of Medicine and Physiology, College of Medicine, Mayo Clinic, Rochester, Minnesota [65] Savio John, MD Elliott Kieff, MD, PhD Assistant Professor of Medicine, Division of Gastroenterology and Hepatology, State University of New York Upstate Medical University, Syracuse, New York [58] Harriet Ryan Albee Professor of Medicine, Harvard Medical School; Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [214e] David H. Johnson, MD Anthony A. Killeen, MD, PhD Donald W. Seldin Distinguished Chair in Internal Medicine; Professor and Chairman, Department of Internal Medicine, University of Texas Southwestern School of Medicine, Dallas, Texas [107] Professor, Department of Laboratory Medicine and Pathology, University of Minnesota, Minneapolis, Minnesota [480e] James R. Johnson, MD Professor of Medicine, University of Minnesota, Minneapolis, Minnesota [186] Professor, Departments of Medicine, Pathology, and Microbiology and Immunology, Albert Einstein College of Medicine, Bronx, New York [253] Stuart Johnson, MD Charles H. King, MD, MS Associate Professor of Medicine, Loyola University Chicago Stritch School of Medicine; Staff Physician, Edward Hines Jr. VA Hospital, Hines, Illinois [161] Professor, Center for Global Health and Diseases, School of Medicine, Case Western Reserve University, Cleveland, Ohio [259] S. Clairborne Johnston, MD, PhD Lindsay King, MD, MPH Dean, Dell Medical School; Frank Denius Distinguished Dean’s Chair in Medical Leadership; Vice President for Medical Affairs, University of Texas, Austin, Austin, Texas [446] Advanced Transplant/Hepatology Fellow, Department of Medicine, Gastrointestinal Unit, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [483e] S. Andrew Josephson, MD Talmadge E. King, Jr., MD Associate Professor; Vice Chairman, Department of Neurology, University of California, San Francisco, San Francisco, California [34, 329e, 463e] Professor and Chair, Department of Medicine, University of California, San Francisco, San Francisco, California [315] Harald Jüppner, MD Louis V. Kirchhoff, MD, MPH Professor of Pediatrics, Endocrine Unit and Pediatric Nephrology Unit, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [424] Professor, Departments of Internal Medicine (Infectious Diseases) and Epidemiology, University of Iowa; Staff Physician, Department of Veterans Affairs Medical Center, Iowa City, Iowa [252] Gilbert H. Marquardt Professor of Medicine, Feinberg School of Medicine, Northwestern University, Chicago, Illinois [53, 347] Kami Kim, MD Priya S. Kishnani, MD Gail Kang, MD Professor of Pediatrics, Division Chief, Medical Genetics, Duke University Medical Center, Durham, North Carolina [433e] San Francisco, California [33e] Rob Knight, PhD Hagop Kantarjian, MD Chairman, Leukemia Department; Professor of Leukemia, The University of Texas M.D. Anderson Cancer Center, Houston, Texas [133] Professor, Howard Hughes Medical Institute; Departments of Chemistry and Biochemistry and Computer Science, Biofrontiers Institute, University of Colorado, Boulder, Colorado [86e] Adolf W. Karchmer, MD Minoru S. H. Ko, MD, PhD Professor of Medicine, Harvard Medical School, Division of Infectious Diseases, Beth Israel Deaconess Medical Center, Boston, Massachusetts [155] Mitsunada Sakaguchi Professor and Chair, Department of Systems Medicine, Keio University School of Medicine, Tokyo, Japan [88] Dennis L. Kasper, MD, MA Barbara A. Konkle, MD William Ellery Channing Professor of Medicine, Professor of Microbiology and Immunobiology, Department of Microbiology and Immunobiology, Harvard Medical School; Division of Infectious Diseases, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [1, 144, 147, 159, 183e, 201] Professor of Medicine, Hematology, University of Washington; Director, Translational Research, Puget Sound Blood Center, Seattle, Washington [78, 140] Lloyd H. Kasper, MD Professor of Microbiology/Immunology and Medicine, Geisel School of Medicine, Dartmouth College, Hanover, New Hampshire [253] Daniel L. Kastner, MD, PhD Scientific Director, National Human Genome Research Institute, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [392] Carol A. Kauffman, MD Professor of Internal Medicine, University of Michigan Medical School; Chief, Infectious Diseases Section, Veterans Affairs Ann Arbor Healthcare System, Ann Arbor, Michigan [243] Elaine T. Kaye, MD Assistant Clinical Professor of Dermatology, Harvard Medical School; Boston Children’s Hospital, Boston, Massachusetts [24, 25e] Kenneth M. Kaye, MD Associate Professor of Medicine, Harvard Medical School; Division of Infectious Diseases, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [24, 25e] John A. Kessler, MD Davee Professor of Stem Cell Biology, Department of Neurology, Feinberg School of Medicine, Northwestern University, Chicago, Illinois [90e] Jay S. Keystone, MD, FRCPC, MSc(CTM) Professor of Medicine, University of Toronto, Toronto, Ontario, Canada [149] Peter Kopp, MD Associate Professor, Division of Endocrinology, Metabolism and Molecular Science and Center for Genetic Medicine, Northwestern University Feinberg School of Medicine, Chicago, Illinois [82] Walter J. Koroshetz, MD National Institute of Neurological Disorders and Stroke, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [165] Thomas R. Kosten, MD J. H. Waggoner Professor of Psychiatry, Pharmacology, Immunology, Neuroscience, Baylor College of Medicine, Houston, Texas [468e] Theodore A. Kotchen, MD Professor Emeritus, Department of Medicine; Associate Dean for Clinical Research, Medical College of Wisconsin, Milwaukee, Wisconsin [298] Camille Nelson Kotton, MD, FIDSA Clinical Director, Transplant and Immunocompromised Host Infectious Diseases, Infectious Diseases Division, Massachusetts General Hospital; Harvard Medical School, Boston, Massachusetts [219] Phyllis E. Kozarsky, MD Professor of Medicine and Infectious Diseases, Emory University School of Medicine, Atlanta, Georgia [149] Barnett S. Kramer, MD, MPH, FACP Director, Division of Cancer Prevention, National Cancer Institute, Bethesda, Maryland [100] COLABORADORES Peter J. Kahrilas, MD xxvii xxviii Joel Kramer, PsyD Leslie P. Lawley, MD Professor of Neuropsychology in Neurology; Director of Neuropsychology, Memory and Aging Center, University of California, San Francisco, San Francisco, California [37e] Assistant Professor, Department of Dermatology, School of Medicine, Emory University, Atlanta, Georgia [71] Stephen M. Krane, MD William P. Timmie Professor of Dermatology, Dean, Emory University School of Medicine, Atlanta, Georgia [70, 71, 73, 76e] Persis, Cyrus and Marlow B. Harrison Distinguished Professor of Medicine, Harvard Medical School; Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [423] Alexander Kratz, MD, MPH, PhD COLABORADORES Associate Professor of Clinical Pathology and Cell Biology, Columbia University College of Physicians and Surgeons; Director, Core Laboratory, Columbia University Medical Center and the New York Presbyterian Hospital; Director, the Allen Hospital Laboratory, New York, New York [Apéndice] Peter J. Krause, MD Senior Research Scientist, Yale School of Public Health; Yale School of Medicine, New Haven, Connecticut [249] John P. Kress, MD Professor of Medicine, Director, Medical Intensive Care Unit, University of Chicago, Chicago, Illinois [321] Stephen Krieger, MD Thomas J. Lawley, MD David G. Le Couteur, MD, PhD, FRACP Professor of Geriatric Medicine, Director of the Centre for Education and Research on Ageing, University of Sydney and Sydney Research, Sydney, Australia [94e] William M. Lee, MD Professor of Internal Medicine; Meredith Mosle Chair in Liver Diseases, University of Texas Southwestern Medical Center at Dallas, Dallas, Texas [361] Charles Lei, MD Assistant Professor, Department of Emergency Medicine, Vanderbilt University Medical Center, Nashville, Tennessee [474] Jane A. Leopold, MD Associate Professor of Medicine, Harvard Medical School; Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [272, 297e] Assistant Professor, Department of Neurology; Director, Neurology Residency Program, Icahn School of Medicine at Mount Sinai; Attending Physician, The Corinne Goldsmith Dickinson Center for MS, New York, New York [486e] Nelson Leung, MD Patricia A. Kritek, MD, EdM Bruce D. Levy, MD Associate Professor, Division of Pulmonary and Critical Care Medicine, University of Washington, Seattle, Washington [48, 305, 308e] Henry M. Kronenberg, MD Professor of Medicine, Harvard Medical School; Chief, Endocrine Unit, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [423] Jens H. Kuhn, MD, PhD, MS Principal, Tunnell Government Services (TGS), Inc.; Lead Virologist, Integrated Research Facility at Fort Detrick (IRF-Frederick); TGS IRF-Frederick Team Leader, NIH/NIAID/DCR, Fort Detrick, Frederick, Maryland [233, 234] Robert F. Kushner, MD, MS Professor of Medicine, Northwestern University Feinberg School of Medicine, Chicago, Illinois [416] Raymond Y. Kwong, MD, MPH Associate Professor of Medicine, Harvard Medical School; Director of Cardiac Magnetic Resonance Imaging, Cardiovascular Division, Department of Medicine, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [270e, 271e] Loren Laine, MD Professor of Medicine, Yale University School of Medicine, New Haven, Connecticut; VA Connecticut Healthcare System, West Haven, Connecticut [57] Neil K. Lakdawala, MD Associate Professor of Medicine, Division of Nephrology and Hypertension, Division of Hematology, Mayo Clinic Rochester, Rochester, Minnesota [341] Associate Professor of Medicine, Harvard Medical School; Pulmonary and Critical Care Medicine, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [322] Julia B. Lewis, MD Professor, Department of Medicine, Division of Nephrology, Vanderbilt University Medical Center, Nashville, Tennessee [338] Peter Libby, MD Mallinckrodt Professor of Medicine, Harvard Medical School; Chief, Cardiovascular Medicine, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [265e, 291e, 292e] Richard W. Light, MD Professor of Medicine, Division of Allergy, Pulmonary, and Critical Care Medicine, Vanderbilt University, Nashville, Tennessee [316, 317] Julie Lin, MD, MPH Lecturer on Medicine, Harvard Medical School; Associate Physician, Renal Division, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts, Boston, Massachusetts [61] Yusen E. Lin, PhD, MBA Professor and Director, Center for Environmental Laboratory Services; National Kaohsiung Normal University, Kaohsiung, Taiwan [184] Instructor in Medicine, Harvard Medical School; Associate Physician, Cardiovascular Medicine, Brigham and Women’s Hospital; Boston VA Healthcare; Boston, Massachusetts [287] Robert Lindsay, MD, PhD Anil K. Lalwani, MD Marc E. Lippman, MD, MACP, FRCP Professor and Vice Chair for Research; Director, Division of Otology, Neurotology and Skull Base Surgery; Director, Columbia Cochlear Implant Center, Columbia University College of Physicians and Surgeons, New York, New York [43] Kathleen and Stanley Glaser Professor, Department of Medicine, Deputy Director, Sylvester Comprehensive Cancer Center, University of Miami Miller School of Medicine, Miami, Florida [108] H. Clifford Lane, MD Charlottesville, Virginia [377e] Clinical Director, National Institute of Allergy and Infectious Diseases, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [226, 261e] Kathleen D. Liu, MD, PhD, MAS Carol A. Langford, MD, MHS Harold C. Schott Endowed Chair; Director, Center for Vasculitis Care and Research, Department of Rheumatic and Immunologic Diseases, Cleveland Clinic, Cleveland, Ohio [385, 386e, 389, 397, 398] Regina C. LaRocque, MD, MPH Assistant Professor of Medicine, Harvard Medical School; Assistant Physician, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [160] Wei C. Lau, MD, FAHA Emeritus Associate Professor, Department of Anesthesiology, Section Cardiovascular Anesthesiology, University of Michigan Health System Cardiovascular Center, Ann Arbor, Michigan [9] Chief, Internal Medicine; Professor of Clinical Medicine, Helen Hayes Hospital, West Haverstraw, New York [425] Peter E. Lipsky, MD Associate Professor, Division of Nephrology, Department of Medicine, Division of Critical Care Medicine, Department of Anesthesiology, University of California, San Francisco, San Francisco, California [336] Bernard Lo, MD President, The Greenwall Foundation, New York; Professor of Medicine Emeritus and Director Emeritus of the Program in Medical Ethics, University of California, San Francisco, San Francisco, California [17e] Dan L. Longo, MD Professor of Medicine, Harvard Medical School; Senior Physician, Brigham and Women’s Hospital; Deputy Editor, New England Journal of Medicine, Boston, Massachusetts [1, 77, 79, 81e, 89e, 99, 102e, 103e, 121, 123e, 124e, 125, 134, 135e, 136, 225e] Nicola Longo, MD, PhD Douglas L. Mann, MD Professor and Chief, Division of Medical Genetics, Departments of Pediatrics and Pathology; Medical Co-Director, Biochemical Genetics Laboratory, ARUP Laboratories, University of Utah, Salt Lake City, Utah [434e, 435e] Lewin Chair and Chief, Cardiovascular Division; Professor of Medicine, Cell Biology and Physiology, Washington University School of Medicine, Cardiologist-in-Chief, Barnes Jewish Hospital, St. Louis, Missouri [279] Joseph Loscalzo, MD, PhD JoAnn E. Manson, MD, DrPH Hersey Professor of the Theory and Practice of Medicine, Harvard Medical School; Chairman, Department of Medicine; Physician-in-Chief, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [1, 49-52, 87e, 142, 264, 265e, 267, 283-287, 293, 295, 301-304] Professor of Medicine and the Elizabeth Fay Brigham Professor of Women’s Health, Harvard Medical School; Chief, Division of Preventive Medicine, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [413] Christine M. Lovly, MD, PhD Professor of Medicine, Harvard Medical School; Division of Endocrinology, Beth Israel Deaconess Medical Center, Boston, Massachusetts [415e] Eleftheria Maratos-Flier, MD Guido Marcucci, MD Robert D. and Patricia E. Kern Professor of Neurology, Mayo Clinic, College of Medicine, Rochester, Minnesota [454] Professor of Medicine; John B. and Jane T. McCoy Chair in Cancer Research; Associate Director of Translational Research, Comprehensive Cancer Center, The Ohio State University College of Medicine, Columbus, Ohio [132] Daniel H. Lowenstein, MD Daniel B. Mark, MD, MPH Dr. Robert B. and Mrs. Ellinor Aird Professor of Neurology; Director, Epilepsy Center, University of California, San Francisco, San Francisco, California [437, 438e, 445] Professor of Medicine, Duke University Medical Center; Director, Outcomes Research, Duke Clinical Research Institute, Durham, North Carolina [3] Elyse E. Lower, MD Medical Oncology and Hematology, University of Cincinnati, Oncology Hematology Care, Inc., Cincinnati, Ohio [390] Assistant Professor, Department of Dermatology, Harvard Medical School; Cutaneous Biology Research Center, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [75] Franklin D. Lowy, MD Jeanne M. Marrazzo, MD, MPH Professor of Medicine and Pathology, Columbia University College of Physicians and Surgeons, New York, New York [172] Professor of Medicine, Division of Allergy and Infectious Diseases, University of Washington, Seattle, Washington [163] Sheila A. Lukehart, PhD Thomas Marrie, MD Professor, Departments of Medicine and Global Health, University of Washington, Seattle, Washington [206, 207e] Dean, Faculty of Medicine; Professor, Department of Medicine, Dalhousie University, Halifax, Nova Scotia, Canada [211] Lucio Luzzatto, MD, FRCP, FRCPath Gary J. Martin, MD Professor of Hematology, University of Genova, Genova; Scientific Director, Istituto Toscano Tumori, Florence, Italy [129] Raymond J. Langenbach, MD Professor of Medicine; Vice Chairman for Faculty Affairs, Department of Medicine, Northwestern University Feinberg School of Medicine, Chicago, Illinois [4] Phillip A. Low, MD, FRACP, FRCP (Hon) Lawrence C. Madoff, MD Alexander G. Marneros, MD, PhD Professor of Medicine, University of Massachusetts Medical School, Worcester, Massachusetts; Director, Division of Epidemiology and Immunization, Massachusetts Department of Public Health, Jamaica Plain, Massachusetts [157, 166e, 167e] Joseph B. Martin, MD, PhD Adel A. F. Mahmoud, MD, PhD Enteric Diseases Laboratory Branch, Centers for Disease Control and Prevention, Atlanta, Georgia [178] Professor in Molecular Biology and Public Policy, Princeton University, Princeton, New Jersey [259] Ronald V. Maier, MD Jane and Donald D. Trunkey Professor and Vice-Chair, Surgery, University of Washington; Surgeon-in-Chief, Harborview Medical Center, Seattle, Washington [324] Mark E. Mailliard, MD Frederick F. Paustian Professor; Chief, Division of Gastroenterology and Hepatology, Department of Internal Medicine, University of Nebraska College of Medicine, Omaha, Nebraska [363] Mahmoud Malas, MD, MHS, FACS Edward R. and Anne G. Lefler Professor, Department of Neurobiology, Harvard Medical School, Boston, Massachusetts [437] Susan Maslanka, PhD Henry Masur, MD Chief, Critical Care Medicine Department, Clinical Center, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [244] Jeremy Matloff, MD Fellow, Department of Gastroenterology, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York, New York [485e, 486e] Robert J. Mayer, MD Faculty Vice President for Academic Affairs, Dana-Farber Cancer Institute; Stephen B. Kay Family Professor of Medicine, Harvard Medical School, Boston, Massachusetts [109, 110] Associate Professor of Surgery, Johns Hopkins University; Director of Endovascular Surgery; Director of The Vascular and Endovascular Clinical Research Center, Johns Hopkins Bayview Medical Center, Baltimore, Maryland [354] Alexander J. McAdam, MD, PhD Hari R. Mallidi, MD Calvin O. McCall, MD Associate Professor of Surgery and Chief, Division of Transplant and Assist Devices; Lester and Sue Smith Endowed Chair in Surgery, Baylor College of Medicine, Houston, Texas [281] Associate Professor, Department of Dermatology, Virginia Commonwealth University Medical Center, Richmond, Virginia; Chief, Dermatology Section, Hunter Holmes McGuire Veterans Affairs Medical Center, Richmond, Virginia [71, 76e] Susan J. Mandel, MD, MPH Associate Professor of Pathology, Harvard Medical School; Medical Director, Infectious Diseases Diagnostic Laboratory, Children’s Hospital of Boston, Boston, Massachusetts [150e] Professor of Medicine; Associate Chief, Division of Endocrinology, Diabetes and Metabolism, Perelman School of Medicine, University of Pennsylvania, Philadelphia, Pennsylvania [405] John F. McConville, MD Brian F. Mandell, MD, PhD Corey A. McGraw, MD Professor and Chairman of Medicine, Cleveland Clinic Lerner College of Medicine, Department of Rheumatic and Immunologic Disease, Cleveland Clinic, Cleveland, Ohio [397] Assistant Professor, The Saul R. Korey Department of Neurology, Albert Einstein College of Medicine, Yeshiva University, New York, New York [486e] Lionel A. Mandell, MD, FRCPC Professor and Chairman, Division of Urology, Southern Illinois University School of Medicine, Springfield, Illinois [67] Professor of Medicine, McMaster University, Hamilton, Ontario, Canada [153] Associate Professor of Medicine and Director, Internal Medicine Residency Program, University of Chicago, Chicago, Illinois [318] Kevin T. McVary, MD, FACS COLABORADORES Academic, Vanderbilt Ingram Cancer Center, Vanderbilt University School of Medicine, Nashville, Tennessee [107] xxix xxx Mandeep R. Mehra, MD, FACC, FACP William J. Moss, MD, MPH Professor of Medicine, Harvard Medical School; Executive Director, Center for Advanced Heart Disease, Brigham and Women’s Hospital; Co-Director, Brigham and Women’s Hospital Heart and Vascular Center, Boston, Massachusetts [280] Professor, Departments of Epidemiology, International Health, and Molecular Microbiology and Immunology, Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health, Baltimore, Maryland [229] Nancy K. Mello,† PhD Robert J. Motzer, MD Professor of Psychology (Neuroscience), Harvard Medical School, Boston, Massachusetts; Director, Alcohol and Drug Abuse Research Center, McLean Hospital, Belmont, Massachusetts [469e] Professor of Medicine, Joan and Sanford Weill College of Medicine of Cornell University D. Attending Physician, Genitourinary Oncology Service, Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, New York, New York [114, 116] Shlomo Melmed, MD David B. Mount, MD Senior Vice President and Dean of the Medical Faculty, Cedars-Sinai Medical Center, Los Angeles, California [401e-403] COLABORADORES Jack H. Mendelson,† MD Professor of Psychiatry (Neuroscience), Harvard Medical School, Belmont, Massachusetts [469e] Robert O. Messing, MD Professor, Division of Pharmacology and Toxicology, College of Pharmacy; Associate Director, Waggoner Center for Alcohol and Addiction Research, University of Texas at Austin, Austin, Texas [465e] M.-Marsel Mesulam, MD Professor of Neurology, Psychiatry and Psychology, Cognitive Neurology and Alzheimer’s Disease Center, Northwestern University Feinberg School of Medicine, Chicago, Illinois [36] Gregory F. Michaud, MD Assistant Professor of Medicine, Harvard Medical School; Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [276] Susan Miesfeldt, MD Medical Oncology, Medical Director, Cancer Risk and Prevention Clinic, Maine Medical Center, Scarborough, Maine [84] Edgar L. Milford, MD Assistant Professor of Medicine, Harvard Medical School; Renal Division, Brigham and Women’s Hospital, Renal Division, Boston VA Healthcare System, Boston, Massachusetts [63, 64e] Haralampos M. Moutsopoulos, MD, FACP, FRCP(hc), Master ACR Professor and Director, Department of Pathophysiology, Medical School, National University of Athens, Athens, Greece [379, 383, 387] Robert S. Munford, MD Senior Clinician, Laboratory of Clinical Infectious Diseases, National Institute of Allergy and Infectious Diseases, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [325] Nikhil C. Munshi, MD Professor of Medicine, Harvard Medical School; Boston VA Healthcare System; Director of Basic and Correlative Sciences; Associate Director, Jerome Lipper Myeloma Center, Dana-Farber Cancer Institute, Boston, Massachusetts [136] John R. Murphy, PhD Professor of Medicine and Microbiology; Director ad interim, National Emerging Infectious Diseases Laboratories Institute, Boston University School of Medicine, Boston, Massachusetts [175] Timothy F. Murphy, MD Associate Professor of Medicine, Harvard Medical School; Director, Tissue Typing Laboratory, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [337] SUNY Distinguished Professor; Director, Clinical and Translational Research Center, University at Buffalo, the State University of New York, Buffalo, New York [182] Bruce L. Miller, MD Barbara E. Murray, MD A. W. and Mary Margaret Clausen Distinguished Professor of Neurology, University of California, San Francisco School of Medicine, San Francisco, California [34, 35, 37e, 448, 453e] J. Ralph Meadows Professor and Director, Division of Infectious Diseases, University of Texas Medical School, Houston, Texas [174] Joseph A. Murray, MD Samuel I. Miller, MD Professor of Medicine, Departments of Internal Medicine and Immunology, Mayo Clinic, Rochester, Minnesota [55] Professor, Departments of Microbiology, Medicine and Genome Sciences, University of Washington, Seattle, Washington [190] Simon J. Mitchell, MB ChB, PhD, FUHM, FANZCA Associate Professor, Department of Anaesthesiology, University of Auckland and Auckland City Hospital, Auckland, New Zealand [477e] Babak Mokhlesi, MD, MSc Professor of Medicine, Department of Medicine, Section of Pulmonary and Critical Care; Director, Sleep Disorders Center and Sleep Fellowship Program, University of Chicago, Chicago, Illinois [318] Thomas A. Moore, MD, FACP, FIDSA Chairman, Department of Infectious Diseases, Ochsner Health System, New Orleans, Louisiana [246e] Mark B. Mycyk, MD Associate Professor, Department of Emergency Medicine, Northwestern University Feinberg School of Medicine; Associate Professor, Department of Emergency Medicine, Rush University School of Medicine; Research Director, Toxikon Consortium; Attending Physician, Department of Emergency Medicine, Cook County Hospital, Chicago, Illinois [473e] Robert J. Myerburg, MD Professor, Departments of Medicine and Physiology, Division of Cardiology; AHA Chair in Cardiovascular Research, University of Miami Miller School of Medicine, Miami, Florida [327] Avindra Nath, MD Senior Director, Scientific Review and Grants Administration, American Association for Cancer Research, Philadelphia, Pennsylvania [101e] Chief, Section of Infections of the Nervous System; Clinical Director, National Institute of Neurological Disorders and Stroke (NINDS), National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [165] Alison Morris, MD, MS Edward T. Naureckas, MD Associate Professor, Departments of Medicine and Immunology; Director, University of Pittsburgh HIV Lung Research Center, Division of Pulmonary, Allergy, and Critical Care Medicine, University of Pittsburgh School of Medicine, Pittsburgh, Pennsylvania [244] Professor of Medicine, and Director, Pulmonary Function Laboratory, and Adult Cystic Fibrosis Laboratory, Section of Pulmonary and Critical Care Medicine, University of Chicago, Chicago, Illinois [306e] Charles A. Morris, MD, MPH Lewis Landsberg Dean, and Vice President, Medical Affairs, Feinberg School of Medicine, Northwestern University, Chicago, Illinois [62e, 332e, 338] Pat J. Morin, PhD Instructor in Medicine, Harvard Medical School; Staff Physician, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [482e, 484e] David A. Morrow, MD, MPH Associate Professor of Medicine, Harvard Medical School; Director, Levine Cardiac Intensive Care Unit; Senior Investigator, TIMI Study Group, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [19] † Fallecido. Eric G. Neilson, MD Emily Page Nelson, MD Clinical Instructor, Department of Anesthesiology, Perioperative, and Pain Medicine, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [484e] Gerald T. Nepom, MD, PhD Professor (Affiliate), University of Washington School of Medicine; Director, Benaroya Research Institute at Virginia Mason; Director, Immune Tolerance Network, Seattle, Washington [373e] Eric J. Nestler, MD, PhD Shreyaskumar R. Patel, MD Nash Family Professor and Chair, Department of Neuroscience; Director, Friedman Brain Institute, Ichan School of Medicine at Mount Sinai, New York, New York [465e] Robert R. Herring Distinguished Professor of Medicine; Center Medical Director, Sarcoma Center, The University of Texas M.D. Anderson Cancer Center, Houston, Texas [119e] Hartmut P. H. Neumann, MD David L. Paterson, MD, PhD Universitaet Freiburg, Medizinische Universitaetsklinik, Freiburg im Breisgau, Germany [407] Professor of Medicine, University of Queensland Centre for Clinical Research; Royal Brisbane and Women’s Hospital, Brisbane, Australia [187] Joseph P. Newhouse, PhD Gustav Paumgartner, MD John D. MacArthur Professor of Health Policy and Management, Department of Health Care Policy, Harvard Medical School; Faculty, John F. Kennedy School of Government, Harvard School of Public Health, Faculty of Arts and Sciences, Harvard University, Boston, Massachusetts [15e] Professor Emeritus of Medicine, University of Munich, Munich, Germany [369] Colonel, Medical Corps, U.S. Army; Deputy Joint Program Executive Officer, Medical Systems, Joint Program Executive Office for Chemical/Biological Defense, U.S. Department of Defense, Falls Church, Virginia; Adjunct Professor of Neurology, F. Edward Hebert School of Medicine, Uniformed Services University of the Health Sciences, Bethesda, Maryland [262e] Rathel L. Nolan, III, MD Professor, Department of Medicine, Division of Infectious Diseases, University of Mississippi Medical Center, Jackson, Mississippi [238] M. Luisa Pedro-Botet, MD, PhD Professor of Medicine, Autonomous University of Barcelona; Infectious Diseases Section (Senior Consultant), Germans Trias i Pujol University Hospital, Badalona, Barcelona, Spain [184] David A. Pegues, MD Professor of Medicine, Division of Infectious Diseases, Perelman School of Medicine, University of Pennsylvania, Philadelphia, Pennsylvania [190] Anton Y. Peleg, MBBS, PhD, MPH, FRACP Associate Professor, Department of Infectious Diseases and Microbiology, The Alfred Hospital and Monash University, Melbourne, Victoria, Australia [187] Florencia Pereyra, MD Professor, Department of Surgery; Chief, Division of Emergency Medicine, Stanford University School of Medicine, Stanford, California [474] Instructor in Medicine, Harvard Medical School; Associate Physician, Infectious Disease Division, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [166e, 167e] Scott A. Norton, MD, MPH, MSc Michael A. Pesce, PhD Robert L. Norris, MD Chief of Dermatology, Children’s National Health Systems, Washington, DC [475] Thomas B. Nutman, MD Head, Helminth Immunology Section, Head, Clinical Parasitology Unit, Laboratory of Parasitic Diseases, National Institute of Allergy and Infectious Diseases, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [257, 258] Jose A. Obeso, MD Professor of Neurology and Director, CIINAC, Hospital de Madrid; Medical School, CEU-San Pablo, Madrid, Spain [449] Katherine L. O’Brien, MD, MPH Professor Emeritus of Pathology and Cell Biology, Columbia University College of Physicians and Surgeons; Director, Biochemical Genetics Laboratory, Columbia University Medical Center, New York Presbyterian Hospital, New York, New York [Apéndice] Clarence J. Peters, MD John Sealy Distinguished University Chair in Tropical and Emerging Virology; Professor, Department of Microbiology and Immunology; Department of Pathology; Director for Biodefense, Center for Biodefense and Emerging Infectious Diseases, University of Texas Medical Branch, Galveston, Texas [233] Gerald B. Pier, PhD Professor, Department of International Health, Bloomberg School of Public Health, Johns Hopkins University, Baltimore, Maryland [171] Professor of Medicine (Microbiology and Immunobiology), Harvard Medical School; Brigham and Women’s Hospital, Division of Infectious Diseases, Boston, Massachusetts [145e] Max R. O’Donnell, MD, MPH Richard J. Pollack, PhD Assistant Professor of Medicine and Epidemiology, Division of Pulmonary, Allergy, and Critical Care Medicine, Columbia University Medical Center, New York, New York [205e] Ealing Hospital, London, United Kingdom [198e] Instructor, Department of Immunology and Infectious Disease, Harvard School of Public Health, Boston, Massachusetts; Senior Environmental Public Health Officer, Department of Environmental Health and Safety, Harvard University, Cambridge, Massachusetts; President and Chief Scientific Officer, IdentifyUS LLC, Newton, Massachusetts [475] Jennifer Ogar, MS CCC-SLP Martin R. Pollak, MD Speech-Language Pathologist, Memory and Aging Center, University of California, San Francisco, San Francisco, California [37e] Professor of Medicine, Harvard Medical School; Beth Israel Deaconess Medical Center, Boston, Massachusetts [339] Patrick T. O’Gara, MD Andrew J. Pollard, PhD, FRCPCH Professor of Medicine, Harvard Medical School; Director, Clinical Cardiology, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [51e, 267, 283-286] Professor of Paediatric Infection and Immunity, Department of Paediatrics, University of Oxford, Oxford, United Kingdom [180] C. Warren Olanow, MD, FRCPC, FRCP(hon) Reuven Porat, MD Henry P. and Georgette Goldschmidt Professor and Chairman Emeritus, Department of Neurology; Professor, Department of Neuroscience, Mount Sinai School of Medicine, New York, New York [449] Professor of Medicine, Department of Internal Medicine, Tel Aviv Souarsky Medical Center; Sackler Faculty of Medicine, Tel Aviv University, Tel Aviv, Israel [23] Andrew B. Onderdonk, PhD Daniel A. Portnoy, PhD Professor of Pathology, Harvard Medical School; Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [150e] Professor, Department of Molecular and Cell Biology and the School of Public Health, University of California, Berkeley, Berkeley, California [176] Chung Owyang, MD John T. Potts, Jr., MD H. Marvin Pollard Professor of Internal Medicine; Chief, Division of Gastroenterology, University of Michigan Health System, Ann Arbor, Michigan [344, 352] Jackson Distinguished Professor of Clinical Medicine, Harvard Medical School; Physician-in-Chief and Director of Research Emeritus, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [424] Umesh D. Parashar, MBBS, MPH Lawrie W. Powell, MD, PhD Lead, Viral Gastroenteritis Epidemiology Team, Division of Viral Diseases, National Center for Immunization and Respiratory Diseases, Centers for Disease Control and Prevention, Atlanta, Georgia [227] Professor of Medicine, The University of Queensland; Director, Centre for the Advancement of Clinical Research, Royal Brisbane and Women’s Hospital, Brisbane, Australia [428] Nigel O’Farrell, MD, MSc, FRCP COLABORADORES Jonathan Newmark, MD xxxi xxxii Alvin C. Powers, MD Susan Redline, MD, MPH Joe C. Davis Chair in Biomedical Science; Professor of Medicine, Molecular Physiology and Biophysics; Director, Vanderbilt Diabetes Center; Chief, Division of Diabetes, Endocrinology, and Metabolism, Vanderbilt University School of Medicine, Nashville, Tennessee [417-419] Peter C. Farrell Professor of Sleep Medicine, Harvard Medical School; Brigham and Women’s Hospital; Beth Israel Deaconess Medical Center, Boston, Massachusetts [319] Daniel S. Pratt, MD Assistant Professor of Medicine, Harvard Medical Center; Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [58, 358] Professor of Pathology and Medicine; Director, Microbiology Laboratory, University of California, San Diego School of Medicine, La Jolla, California [245e, 247] Michael B. Prentice, MB ChB, PhD, MRCP(UK), FRCPath, FFPRCPI Susan E. Reef, MD Professor of Medical Microbiology, Departments of Microbiology and Pathology, University College Cork, Cork, Ireland [196] COLABORADORES Darwin J. Prockop, MD, PhD Director and Professor, Institute for Regenerative Medicine, Texas A&M Health Science Center College of Medicine at Scott & White, Temple, Texas [427] Stanley B. Prusiner, MD Director, Institute for Neurodegenerative Diseases; Professor, Department of Neurology, University of California, San Francisco, San Francisco, California [444e, 453e] Thomas C. Quinn, MD Professor of Medicine, Johns Hopkins University, Baltimore, Maryland; Senior Investigator, National Institute of Allergy and Infectious Diseases, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [213] Gil Rabinovici, MD Associate Professor in Neurology, Memory and Aging Center, University of California, San Francisco, San Francisco, California [37e] Daniel J. Rader, MD Seymour Gray Professor of Molecular Medicine; Chair, Department of Genetics; Chief, Division of Translational Medicine and Human Genetics, Department of Medicine, Perelman School of Medicine at the University of Pennsylvania, Philadelphia, Pennsylvania [421] Kaitlin Rainwater-Lovett, PhD, MPH Research Fellow, Division of Infectious Diseases, Department of Pediatrics, Johns Hopkins University School of Medicine, Baltimore, Maryland [229] Sanjay Ram, MBBS Associate Professor of Medicine, Division of Infectious Diseases and Immunology, University of Massachusetts Medical School, Worcester, Massachusetts [181] Reuben Ramphal, MD Adjunct Professor of Medicine, Division of Infectious Diseases and Global Medicine, University of Florida College of Medicine, Gainesville, Florida [189] Agam K. Rao, MD Medical Officer, Division of Foodborne, Waterborne, and Environmental Diseases, Centers for Disease Control and Prevention, Atlanta, Georgia [178] Beth Rapaport, MD Attending Physician, Elmhurst Hospital Center, Mount Sinai Medical Affiliate, Elmhurst, New York [486e] Kumanan Rasanathan, MBChB, MPH, FAFPHM Technical Officer, Department of Ethics, Equity, Trade, and Human Rights, World Health Organization, Geneva, Switzerland [13e] Neil H. Raskin, MD Department of Neurology, University of California, San Francisco, San Francisco, California [21, 447] Anis Rassi, Jr., MD, PhD, FACC, FACP, FAHA Scientific Director, Anis Rassi Hospital, Goiânia, Brazil [252] James P. Rathmell, MD Henry Knowles Beecher Professor of Anesthesiology, Harvard Medical School; Executive Vice Chair and Chief, Division of Pain Medicine, Department of Anesthesia, Critical Care and Pain Medicine, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [18] Mario C. Raviglione, MD Director, Global TB Programme, World Health Organization, Geneva, Switzerland [202] Divya Reddy, MBBS, MPH Faculty, Department of Medicine, Pulmonary Division, Albert Einstein College of Medicine; Montefiore Medical Center, Bronx, New York [205e] Sharon L. Reed, MD, MSCTM, D(ABMM) Medical Epidemiologist, Centers for Disease Control and Prevention, Atlanta, Georgia [230e] John J. Reilly, Jr., MD Jack D. Myers Professor of Medicine and Chair, Department of Medicine; Vice Chair for Clinical Affairs, University of Pittsburgh, Pittsburgh, Pennsylvania [308e, 314] John T. Repke, MD, FACOG University Professor and Chairman, Department of Obstetrics and Gynecology, Pennsylvania State University College of Medicine; Obstetrician-Gynecologist In-Chief, The Milton S. Hershey Medical Center, Hershey, Pennsylvania [8] Victor I. Reus, MD Department of Psychiatry, University of California, San Francisco School of Medicine; Langley Porter Neuropsychiatric Institute, San Francisco, California [466] Joseph J. Rhatigan, MD Assistant Professor, Harvard Medical School, Harvard School of Public Health; Associate Chief, Division of Global Health Equity, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [2] Peter A. Rice, MD Professor of Medicine, Division of Infectious Diseases and Immunology, University of Massachusetts Medical School, Worcester, Massachusetts [181] Elizabeth Robbins, MD Clinical Professor of Pediatrics, University of California, San Francisco, San Francisco, California [443e] Gary L. Robertson, MD Emeritus Professor of Medicine, Northwestern University School of Medicine, Chicago, Illinois [404] Russell G. Robertson, MD Professor of Family Medicine, Chicago Medical School, Rosalind Franklin University of Medicine and Science, Chicago, Illinois [56] Dan M. Roden, MD William Stokes Professor of Experimental Therapeutics; Professor of Medicine and Pharmacology, Assistant Vice-Chancellor for Personalized Medicine, Director, Oates Institute for Experimental Therapeutics, Vanderbilt University School of Medicine, Nashville, Tennessee [5] James A. Romano, Jr., PhD, DABT Principal Senior Life Scientist Advisor, Tunnell Government Services, Inc., Rockville, Maryland [262e] Karen L. Roos, MD John and Nancy Nelson Professor of Neurology; Professor of Neurological Surgery, Indiana University School of Medicine, Indianapolis, Indiana [164] Allan H. Ropper, MD, FRCP, FACP Professor of Neurology, Harvard Medical School; Raymond D. Adams Master Clinician; Executive Vice Chair, Department of Neurology, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [328, 456, 457e] Jonathan E. Rosenberg, MD Associate Attending; Section Chief, Non-Prostate Program, Division of Solid Tumor Oncology, Department of Medicine, Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, New York, New York [114] Roger N. Rosenberg, MD Zale Distinguished Chair and Professor of Neurology, Department of Neurology, University of Texas Southwestern Medical Center, Dallas, Texas [450, 451e] Myrna R. Rosenfeld, MD, PhD Department of Neurology, Hospital Clínic/IDIBAPS, Barcelona, Spain [122] Michael A. Rubin, MD, PhD Howard I. Scher, MD Assistant Professor of Medicine, University of Utah School of Medicine, Salt Lake City, Utah [44] Professor of Medicine, Joan and Sanford Weill College of Medicine of Cornell University; D. Wayne Calloway Chair in Urologic Oncology; Attending Physician and Chief, Genitourinary Oncology Service, Department of Medicine, Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, New York, New York [114, 115] Steven A. Rubin, PhD Acting Principal Investigator, Center for Biologics Evaluation and Research, Food and Drug Administration, Bethesda, Maryland [231e] Robert M. Russell, MD Professor Emeritus of Medicine and Nutrition, Tufts University, Boston, Massachusetts; Office of Dietary Supplements, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [96e] Staff Physician, Western New York VA Healthcare System; Professor of Medicine and Microbiology and Immunology; Vice Chair of Medicine; Head, Division of Infectious Disease, University at Buffalo, State University of New York, Buffalo, New York [186, 200] Anna E. Rutherford, MD, MPH Assistant Professor, Harvard Medical School; Associate Physician, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [483e] Edward T. Ryan, MD, FACP, FIDSA, FASTMH Professor of Medicine, Harvard Medical School; Professor of Immunology and Infectious Diseases, Harvard School of Public Health; Director, Global Infectious Diseases, Division of Infectious Diseases, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [160, 193] Anne Schuchat, MD RADM, U.S. Public Health Service; Assistant Surgeon General, National Center for Immunization and Respiratory Diseases, Centers for Disease Control and Prevention, Atlanta, Georgia [148] Marc A. Schuckit, MD Distinguished Professor of Psychiatry, University of California, San Diego School of Medicine, La Jolla, California [467] H. Ralph Schumacher, Jr., MD Professor of Medicine, Division of Rheumatology, University of Pennsylvania, School of Medicine, Philadelphia, Pennsylvania [395] Gordon E. Schutze, MD, FAAP Professor of Pediatrics; Vice-Chairman for Educational Affairs; Martin I. Lorin, MD Chair in Medical Education, Department of Pediatrics, Section of Retrovirology, Vice President, Baylor International Pediatric AIDS Initiative at Texas Children’s Hospital, Baylor College of Medicine, Texas Children’s Hospital, Houston, Texas [195] Richard M. Schwartzstein, MD Department of Internal Medicine, Critical Care and Pulmonary Disease, Hackensack University Medical Center, Hackensack, New Jersey [485e, 486e] Ellen and Melvin Gordon Professor of Medicine and Medical Education, Harvard Medical School; Associate Division Chief, Division of Pulmonary, Critical Care, and Sleep Medicine, Beth Israel Deaconess Medical Center, Boston, Massachusetts [47e] David J. Salant, MD William W. Seeley, MD Sean Sadikot, MD Professor of Medicine, Boston University School of Medicine; Chief, Section of Nephrology, Boston Medical Center, Boston, Massachusetts [340] Martin A. Samuels, MD Professor of Neurology, Harvard Medical School; Chair, Department of Neurology, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [439e, 463e] Philippe J. Sansonetti, MD Professor, Collège de France; Institut Pasteur, Paris, France [191] Clifford B. Saper, MD, PhD James Jackson Putnam Professor of Neurology and Neuroscience, Harvard Medical School; Chairman, Department of Neurology, Beth Israel Deaconess Medical Center, Boston, Massachusetts [38] Jussi J. Saukkonen, MD Associate Professor of Medicine, Section of Pulmonary, Allergy, and Critical Care Medicine, Boston University School of Medicine, Boston, Massachusetts [205e] Edward A. Sausville, MD, PhD Associate Professor of Neurology and Pathology, Memory and Aging Center, University of California, San Francisco, San Francisco, California [35, 448] Michael V. Seiden, MD, PhD Chief Medical Officer, McKesson Specialty Health, The Woodlands, Texas [117] Julian L. Seifter, MD Associate Professor of Medicine, Harvard Medical School; Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [343] David C. Seldin, MD, PhD Professor, Departments of Medicine and Microbiology; Chief, Section of Hematology-Oncology; Director, Amyloidosis Center, Boston University School of Medicine; Boston Medical Center, Boston, Massachusetts [137] Ankoor Shah, MD Assistant Professor, Department of Medicine, Division of Rheumatology and Immunology, Duke University Medical Center, Durham, North Carolina [380] Professor of Medicine, University of Maryland School of Medicine; Associate Director for Clinical Research, Marlene and Stewart Greenbaum Cancer Center, Baltimore, Maryland [103e] Steven D. Shapiro, MD Mohamed H. Sayegh, MD Erica S. Shenoy, MD, PhD Raja N. Khuri Dean, Faculty of Medicine; Professor of Medicine and Immunology; Vice President of Medical Affairs, American University of Beirut, Beirut, Lebanon; Senior Lecturer, Harvard Medical School; Schuster Family Transplantation Center, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [337] Instructor in Medicine, Harvard Medical School; Assistant Chief, Infection Control Unit, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [170] David T. Scadden, MD Gerald and Darlene Professor of Medicine; Co-Chair, Harvard Stem Cell Institute; Co-chair, Department of Stem Cell and Regenerative Biology, Harvard Medical School; Director, Center for Regenerative Medicine; Chief, Hematologic Malignancies, Cancer Center, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [89e] Thomas E. Scammell, MD Professor, Harvard Medical School; Beth Israel Deaconess Medical Center; Boston Children’s Hospital, Boston, Massachusetts [38] Anthony H. V. Schapira, MD, DSc, FRCP, FMedSci Chair and Professor of Clinical Neurosciences, UCL Institute of Neurology, London, United Kingdom [449] Jack D. Myers Professor and Chair, Department of Medicine, University of Pittsburgh, Pittsburgh, Pennsylvania [314] Kanade Shinkai, MD, PhD Assistant Professor, Department of Dermatology, University of California, San Francisco, San Francisco, California [74] William Silen, MD Johnson and Johnson Professor Emeritus of Surgery, Harvard Medical School, Auburndale, Massachusetts [20] Edwin K. Silverman, MD, PhD Professor of Medicine, Harvard Medical School; Chief, Channing Division of Network Medicine, Department of Medicine, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [314] Karl Skorecki, MD, FRCP(C), FASN Annie Chutick Professor in Medicine (Nephrology); Director, Rappaport Research Institute, Technion-Israel Institute of Technology; Director of Medical and Research Development, Rambam Health Care Campus, Haifa, Israel [85e, 335] COLABORADORES Thomas A. Russo, MD, CM xxxiii xxxiv Wade S. Smith, MD, PhD John H. Stone, MD, MPH Professor of Neurology, Daryl R. Gress Endowed Chair of Neurocritical Care and Stroke; Director, University of California, San Francisco Neurovascular Service, San Francisco, California [330, 446] Professor of Medicine, Harvard Medical School; Director, Clinical Rheumatology, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [391e] Elizabeth Smyth, MB BAO, MSc Director, Longitudinal Studies Section, Intramural Research Program, National Institute on Aging, National Institutes of Health, Baltimore, Maryland [11] Department of Gastrointestinal Oncology, Royal Marsden NHS Foundation Trust, London and Sutton, United Kingdom [112] Kelly A. Soderberg, PhD, MPH Associate Director, Duke Center for HIV/AIDS Vaccine ImmunologyImmunogen Discovery, Duke Human Vaccine Institute, Duke University, Durham, North Carolina [372e] Stephanie Studenski, MD, MPH Lewis Sudarsky, MD Associate Professor of Neurology, Harvard Medical School; Director of Movement Disorders, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [32] Donna C. Sullivan, PhD COLABORADORES Scott D. Solomon, MD Professor, Department of Medicine, Division of Infectious Diseases, University of Mississippi Medical School, Jackson, Mississippi [238] Professor, Harvard Medical School; Director, Noninvasive Cardiology, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [270e, 271e] Shyam Sundar, MD, FRCP, FNA Julian Solway, MD Walter L. Palmer Distinguished Service Professor of Medicine and Pediatrics; Associate Dean for Translational Medicine, Biological Sciences Division; Vice Chair for Research, Department of Medicine; Chair, Committee on Molecular Medicine, University of Chicago, Chicago, Illinois [306e, 318] Michael F. Sorrell, MD Professor of Medicine, Institute of Medical Sciences, Banaras Hindu University, Varanasi, India [251] Neeraj K. Surana, MD, PhD Instructor in Pediatrics, Harvard Medical School; Assistant in Medicine, Boston Children’s Hospital, Boston, Massachusetts [144] Paolo M. Suter, MD, MS Robert L. Grissom Professor of Medicine, Department of Internal Medicine, University of Nebraska Medical Center, Omaha, Nebraska [363] Professor, Clinic and Policlinic of Internal Medicine, University Hospital, Zurich, Switzerland [96e] Eric J. Sorscher, MD Richard M. Suzman, PhD Professor, Departments of Medicine and Genetics, Gwaltney Chair for Medical Research; Director, Gregory Fleming James Cystic Fibrosis Research Center, University of Alabama at Birmingham, Birmingham, Alabama [313] Director, Behavioral and Social Research Program, National Institute on Aging, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [93e] Robert A. Swerlick, MD Frank E. Speizer, MD Alicia Leizman Stonecipher Professor and Chair of Dermatology, Emory University School of Medicine, Atlanta, Georgia [76e] E. H. Kass Distinguished Professor of Medicine, Harvard Medical School; Channing Division of Network Medicine, Department of Medicine, Brigham and Women’s Hospital; Professor of Environmental Science, Department of Environmental Health, Harvard School of Public Health, Boston, Massachusetts [311] Brad Spellberg, MD Professor of Medicine; Associate Medical Director for Inpatient Services, Harbor-UCLA Medical Center and Los Angeles Biomedical Research Institute, Torrance, California [242] Nancy B. Spinner, PhD, FACMG Professor of Pathology and Laboratory Medicine, Perelman School of Medicine, University of Pennsylvania; Chief, Division of Genomic Diagnostics, Children’s Hospital of Philadelphia, Philadelphia, Pennsylvania [83e] Jerry L. Spivak, MD Professor of Medicine and Oncology, Hematology Division, Johns Hopkins University School of Medicine, Baltimore, Maryland [131] David D. Spragg, MD Associate Professor, Department of Medicine, Johns Hopkins University; Director, Electrophysiology Laboratory, Johns Hopkins Bayview Medical Center, Baltimore, Maryland [273e-275] E. William St. Clair, MD Professor of Medicine and Immunology, Department of Medicine, Duke University Medical Center, Durham, North Carolina [380] Allen C. Steere, MD Professor of Medicine, Harvard Medical School; Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [210] Robert S. Stern, MD Homayoun Tabandeh, MD Retina-Vitreous Associates Medical Group, Los Angeles, California [40e] Geoffrey Tabin, MD John and Marva Warnock Presidential Professor, University of Utah School of Medicine; Director, International Ophthalmology Division, John A. Moran Eye Center; Director, Himalayan Cataract Project, Salt Lake City, Utah [476e] Maria Carmela Tartaglia, MD Assistant Professor, Tanz Centre for Research in Neurodegenerative Diseases, University of Toronto, Toronto, Ontario, Canada [37e] Joel D. Taurog, MD Professor of Internal Medicine, Rheumatic Diseases Division, University of Texas Southwestern Medical Center at Dallas, Dallas, Texas [384] Ayalew Tefferi, MD Professor of Medicine and Hematology, Mayo Clinic, Rochester, Minnesota [135e] Stephen C. Textor, MD Professor of Medicine, Division of Nephrology and Hypertension, Mayo Clinic, Rochester, Minnesota [299, 341] Rajesh V. Thakker, MD, FMedSci, FR May Professor of Medicine, Academic Endocrine Unit, University of Oxford; O.C.D.E.M., Churchill Hospital, Headington, Oxford, United Kingdom [408] C. Louise Thwaites, MD, MBBS Oxford University Clinical Research Unit, Hospital for Tropical Diseases, Ho Chi Minh City, Vietnam [177] Carl J. Herzog Professor of Dermatology, Harvard Medical School; Chair, Department of Dermatology, Beth Israel Deaconess Medical Center, Boston, Massachusetts [74] Zelig A. Tochner, MD Dennis L. Stevens, MD, PhD Gordon F. Tomaselli, MD Professor of Medicine, University of Washington School of Medicine, Seattle, Washington [156, 179] Michel Mirowski, MD Professor of Cardiology; Professor of Medicine and Cellular and Molecular Medicine; Chief, Division of Cardiology, Johns Hopkins University, Baltimore, Maryland [273e-275] Lynne Warner Stevenson, MD Professor of Medicine, Harvard Medical School; Director, Heart Failure Program, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [287] William G. Stevenson, MD Brigham and Women’s Hospital; Cardiovascular Division, Department of Medicine, Harvard Medical School, Boston, Massachusetts [276, 277] Professor of Radiation Oncology, University of Pennsylvania School of Medicine; Medical Director, Proton Therapy Center, Philadelphia, Pennsylvania [263e] Karina A. Top, MD, MS Assistant Professor of Pediatrics, Dalhousie University, Halifax, Nova Scotia, Canada [185] Mark Topazian, MD Professor of Medicine, Mayo Clinic, Rochester, Minnesota [345, 346e] Barbara W. Trautner, MD, PhD David H. Walker, MD Assistant Professor, Section of Infectious Diseases, Department of Medicine, Baylor College of Medicine; Houston VA Health Services Research and Development Center of Excellence, Houston, Texas [162] The Carmage and Martha Walls Distinguished University Chair in Tropical Diseases; Professor and Chairman, Department of Pathology; Executive Director, Center for Biodefense and Emerging Infectious Diseases, University of Texas Medical Branch, Galveston, Texas [211] Jeffrey M. Trent, PhD, FACMG President and Research Director, Translational Genomics Research Institute, Phoenix, Arizona; Van Andel Research Institute, Grand Rapids, Michigan [101e] Mark F. Walker, MD Elbert P. Trulock, III, MD Fred Wang, MD Rosemary and I. Jerome Flance Professor in Pulmonary Medicine, Washington University School of Medicine, St. Louis, Missouri [320e] Professor of Medicine, Harvard Medical School and Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [214e, 220e] Kenneth L. Tyler, MD John W. Warren, MD Reuler-Lewin Family Professor and Chair of Neurology; Professor of Medicine, Immunology, and Microbiology, University of Colorado School of Medicine, Aurora, Colorado; Neurologist, Denver Veterans Affairs Medical Center, Denver, Colorado [164] Professor of Medicine, University of Maryland School of Medicine, Baltimore, Maryland [60e] Professor, Department of Pathophysiology, School of Medicine, National University of Athens, Athens, Greece [383] Walter J. Urba, MD, PhD Director of Research, Earle A. Chiles Research Institute, Providence Cancer Center, Portland, Oregon [105] Jos W. M. van der Meer, MD, PhD Professor of Medicine; Head, Department of General Internal Medicine, Radboud University Nijmegen Medical Centre, Nijmegen, The Netherlands [26, 464e] Edouard G. Vannier, PharmD, PhD Assistant Professor, Division of Geographic Medicine and Infectious Diseases, Department of Medicine, Tufts Medical Center and Tufts University School of Medicine, Boston, Massachusetts [249] Gauri R. Varadhachary, MD Professor, Department of Gastrointestinal Medical Oncology, The University of Texas M.D. Anderson Cancer Center, Houston, Texas [120e] John Varga, MD John Hughes Professor of Medicine, Northwestern University Feinberg School of Medicine, Chicago, Illinois [382] Christy A. Varughese, PharmD Infectious Disease Specialist, Department of Pharmacy, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [170] Associate Professor, Neurology, Case Western Reserve University; Cleveland VA Medical Center, Cleveland, Ohio [28] Aaron B. Waxman, MD, PhD, FACP, FCCP Associate Professor of Medicine, Harvard Medical School; Executive Director, Center for Pulmonary-Heart Diseases, Brigham and Women’s Hospital Heart and Vascular Center, Boston, Massachusetts [304] Michael E. Wechsler, MD, MMSc Professor of Medicine; Director, Asthma Program, National Jewish Health, Denver, Colorado [310] Anthony P. Weetman, MD, DSc University of Sheffield, School of Medicine Sheffield, United Kingdom [405] Robert A. Weinstein, MD The C. Anderson Hedberg, MD Professor of Internal Medicine, Rush Medical College; Chief Academic Officer, Cook County Health and Hospitals System, Chicago, Illinois [168] Jeffrey I. Weitz, MD, FRCP(C), FACP Professor of Medicine and Biochemistry, McMaster University; Executive Director, Thrombosis and Atherosclerosis Research Institute, Hamilton, Ontario, Canada [143] Peter F. Weller, MD Chief, Infectious Disease Division; Chief, Allergy and Inflammation Division; Beth Israel Deaconess Medical Center, Boston, Massachusetts [254-258, 260] Andrew Wellman, MD, PhD Assistant Professor of Medicine, Division of Sleep Medicine, Harvard Medical School; Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [319] Patrick Y. Wen, MD Professor of Medicine-Immunology, Department of Pathophysiology, Medical School, National University of Athens, Athens, Greece [379] Professor of Neurology, Harvard Medical School; Director, Center for NeuroOncology, Dana-Farber Cancer Institute; Director, Division of Neuro-Oncology, Department of Neurology, Brigham and Women’s Hospital; Dana-Farber Cancer Institute, Boston, Massachusetts [118] Bert Vogelstein, MD Michael R. Wessels, MD Investigator, Howard Hughes Medical Institute; Director, Ludwig Center at the Sidney Kimmel Comprehensive Cancer Center; Clayton Professor of Oncology and Pathology; Johns Hopkins Medical Institutions, Baltimore, Maryland [101e] John F. Enders Professor of Pediatrics; Professor of Medicine, Harvard Medical School; Chief, Division of Infectious Diseases, Boston Children’s Hospital, Boston, Massachusetts [173] Everett E. Vokes, MD L. Joseph Wheat, MD John E. Ultmann Professor; Chairman, Department of Medicine; Physician-inChief, University of Chicago Medical Center, Chicago, Illinois [106] President and Medical Director, MiraVista Diagnostics, LLC, Indianapolis, Indiana [236] Tamara J. Vokes, MD A. Clinton White, Jr., MD Professor, Department of Medicine, Section of Endocrinology, University of Chicago, Chicago, Illinois [426e] Paul R. Stalnaker Distinguished Professor; Director, Infectious Disease Division, Department of Internal Medicine, University of Texas Medical Branch, Galveston, Texas [260] Panayiotis G. Vlachoyiannopoulos, MD Jiři F. P. Wagenaar, MD, PhD Senior Scientist, WHO/FAO/OIE and National Leptospirosis Reference Centre, KIT Biomedical Research, KIT (Royal Tropical Institute), Amsterdam, The Netherlands [208] Nicholas J. White, DSc, MD, FRCP, F Med Sci, FRS Sushrut S. Waikar, MD, MPH Richard J. Whitley, MD Associate Professor, Harvard Medical School; Director, Renal Ambulatory Services, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [334] Distinguished Professor of Pediatrics; Loeb Eminent Scholar Chair in Pediatrics; Professor of Microbiology, Medicine and Neurosurgery, The University of Alabama at Birmingham, Birmingham, Alabama [217] Matthew K. Waldor, MD, PhD Edward H. Kass Professor of Medicine, Channing Laboratory, Brigham and Women’s Hospital; Harvard Medical School and Howard Hughes Medical Institute, Boston, Massachusetts [193] Professor of Tropical Medicine, Faculty of Tropical Medicine, Mahidol University, Mahidol-Oxford Research Unit, Bangkok, Thailand [248, 250e] Bruce U. Wintroub, MD Professor and Chair, Department of Dermatology, University of California, San Francisco, San Francisco, California [74] COLABORADORES Athanasios G. Tzioufas, MD xxxv xxxvi Andrea S. Wolf, MD, MPH Janet A. Yellowitz, DMD, MPH Assistant Professor, and Director, Women’s Lung Cancer Program, Mt. Sinai Medical Center, New York, New York [482e] Associate Professor; Director, Geriatric Dentistry, University of Maryland Dental School, Baltimore, Maryland [46e] Allan W. Wolkoff, MD Lam Minh Yen, MD The Herman Lopata Chair in Liver Disease Research; Professor of Medicine and Anatomy and Structural Biology; Associate Chair of Medicine for Research; Chief, Division of Gastroenterology and Liver Diseases; Director, Marion Bessin Liver Research Center, Albert Einstein College of Medicine and Montefiore Medical Center, Bronx, New York [359] Director, Tetanus Intensive Care Unit, Hospital for Tropical Diseases, Ho Chi Minh City, Vietnam [177] John B. Wong, MD COLABORADORES Professor of Medicine, Tufts University School of Medicine; Chief, Division of Clinical Decision Making, Department of Medicine, Tufts Medical Center, Boston, Massachusetts [3] Louis Michel Wong Kee Song, MD Associate Professor, Division of Gastroenterology and Hepatology, Mayo Clinic College of Medicine, Rochester, Minnesota [345, 346e] Robert L. Wortmann, MD, FACP, MACR Professor Emeritus, Department of Medicine, Geisel School of Medicine at Dartmouth, Lebanon, New Hampshire [431e] Maria A. Yialamas, MD Assistant Professor of Medicine, Harvard Medical School; Associate Program Director, Internal Medicine Residency, Brigham and Women’s Hospital, Boston, Massachusetts [481e, 483e] Neal S. Young, MD Chief, Hematology Branch, National Heart, Lung and Blood Institute; Director, NIH Center for Human Immunology, Autoimmunity and Inflammation, National Institutes of Health, Bethesda, Maryland [130] Victor L. Yu, MD Professor of Medicine, Department of Medicine, University of Pittsburgh Medical Center, Pittsburgh, Pennsylvania [184] Jing Zhou, MD, PhD, FASN Professor of Neurology, Harvard Medical School; Master Clinician, Department of Neurology, Massachusetts General Hospital, Boston, Massachusetts [41e] Director, Laboratory of Molecular Genetics and Developmental Biology of Disease, Renal Division; Director, Center for Polycystic Kidney Disease Research, Brigham and Women’s Hospital; Harvard Medical School, Boston, Massachusetts [339] Richard G. Wunderink, MD Werner Zimmerli, MD Professor, Pulmonary and Critical Care, Northwestern University Feinberg School of Medicine, Chicago, Illinois [153] Professor of Medicine, Basel University; Interdisciplinary Unit of Orthopaedic Infection, Kantonspital Baselland, Liestal, Switzerland [158] Kim B. Yancey, MD Laura A. Zimmerman, MPH Professor and Chair, Department of Dermatology, University of Texas Southwestern Medical Center in Dallas, Dallas, Texas [70, 73] Epidemiologist, Centers for Disease Control and Prevention, Atlanta, Georgia [230e] Shirley H. Wray, MD, PhD, FRCP xxxvii PREFACIO parte, gracias al tratamiento de factores de riesgo modificables); fue posible evitar por medio de una vacuna la hepatitis B y sus consecuencias, como la cirrosis y el carcinoma hepatocelular, y la infección por VIH, considerada en el principio como una enfermedad siempre mortal a nivel mundial, se transformó en una enfermedad crónica tratable. Como aspecto notable, las enfermedades de aparición reciente y las que resurgieron han constituido problemas importantes en la investigación y la práctica médicas, en tanto que conceptos novedosos a nivel de sistemas como el microbioma, plantean posibilidades nuevas y atrayentes para la comprensión y la erradicación de enfermedades y el control de la salud, como no se tenía en épocas pasadas. Un punto particular destacable en la presente edición es la actualización crítica del capítulo clásico sobre VIH/sida que plantea una posición pragmática clínicamente y ofrece un esquema integral analítico de la patogenia de tal enfermedad. La actualización incluye los más recientes protocolos terapéuticos y la combinación de modalidades profilácticas, al grado que dicho capítulo se vuelve una fuente informativa actual y completa sobre el tema. En forma similar, en otros capítulos se advierte la rapidez con que se suceden las innovaciones en el campo de las enfermedades de origen inmunitario y su tratamiento. Sobre ese punto particular, el capítulo 372e “Introducción al sistema inmunitario” se desempeña como un manual mínimo sobre inmunología que puede ser útil en los cursos de esa materia. Además, un nuevo capítulo sobre enfermedades mediadas por IgG4 abarca en forma concisa al grupo de enfermedades de identificación reciente de gran importancia. El tema de las enfermedades neurodegenerativas fue ampliado; en él se destacan los progresos en la clasificación y tratamiento de dichas entidades, y se definen los datos recientes sobre los mecanismos que explican el depósito y la diseminación de agregados proteínicos patógenos en los trastornos en cuestión. El capítulo que expone todo lo referente a la hepatitis crónica se ocupa en detalle de los descubrimientos recientes e impresionantes en el aprovechamiento de antivirales de acción directa para tratar la hepatitis por virus C. Los fármacos de esta categoría han representado hoy día uno de los hitos terapéuticos más relevantes en medicina. En muchos capítulos se exponen los datos sobre la aplicación cada vez más amplia de los conocimientos de genética en medicina clínica e incluyen un capítulo sobre genómica microbiana y enfermedades infecciosas, capítulos actualizados en grado sumo sobre el microbioma humano y trastornos genéticos surgidos de cromosomas. Otros capítulos se ocupan puntualmente de temas como los efectos del cambio climático en las enfermedades, las infecciones de veteranos estadounidenses que retornan de guerras en el extranjero, y los adelantos habidos en el campo de los anticonceptivos y el tratamiento de la infertilidad. Otro tema de interés cada vez mayor es el de los efectos del envejecimiento en la salud y la enfermedad, y se expone en varios capítulos, incluido uno de un autor recién incorporado, sobre los aspectos biológicos de la senectud. Otro capítulo sobre la salud de los varones complementa el que se ocupa de un tema similar, pero en las mujeres. Capítulos nuevos exponen temas diversos como el campo de aparición reciente de la bioingeniería tisular, las exploraciones en el comatoso, el tratamiento de la insuficiencia cardiaca, las características destacables de los helmintos y las infecciones por ellos producidas, valvulopatías cardiacas específicas, enfermedades venosas y linfáticas de las extremidades, enfermedades renovasculares, complicaciones tardías de la diabetes, leucemia mieloide crónica, enfermedades por el calor, fatiga, síndrome de insuficiencia poliglandular, estatorrea y esteatohepatitis no alcohólicas. Los nuevos videos incluidos en el texto como complemento de contenido y actualización sobre enfermedades y atención del paciente, se ocupan de los trastornos del sueño, bioingeniería tisular, métodos imagenológicos cardiacos no penetrantes, exploración del paciente comatoso, y datos sobre la miastenia grave y otras enfermedades en que hay afectación de la unión neuromuscular. Los atlas nuevos en esta edición se ocupan de los PREFACIO Es una gran satisfacción para los encargados editoriales presentar la 19a. edición de Harrison Principios de Medicina Interna, obra que cumple su 65o. aniversario, y reconocer que en ese lapso este texto recogió todos los conocimientos que se sucedieron en los campos de la medicina y la enseñanza médica, y también que en ese periodo aparecieron y se consolidaron nuevas especialidades. La edición presente, con base en los preceptos fundacionales de la edición original, ha modificado extensamente su presentación, ante la gran diversidad de necesidades e intereses de los lectores y con arreglo a los muchos métodos y formatos de generación y difusión de los conocimientos. Los objetivos de la enseñanza médica a nivel mundial están en una fase de cambio de un enfoque clásico de estructura, función y enfermedad, a otro basado en los casos individuales, integrado con las ciencias básicas y poblacionales, y vinculado específicamente con el diagnóstico y tratamiento prácticos de las enfermedades. Muchas de las actualizaciones y modificaciones incluidas en esta obra se realizaron tomando en consideración los entornos educativos y clínicos actuales. Esta edición incluye una exposición actualizada en grado máximo de las bases fisiopatológicas clásicas de la medicina clínica y muestra los métodos y herramientas más nuevos con que se cuenta para la valoración de síntomas y la erradicación eficaz de enfermedades en el entorno asistencial actual. Complementan el texto materiales nuevos que incluyen fotografías, radiografías, ilustraciones, atlas, algoritmos clínicos, cuadros y videos con demostraciones prácticas. Para obtener el formato más ventajoso posible en esta edición usamos un nuevo sistema de referencias. En la edición directa (on-line) se incluyen listas bibliográficas detalladas, con resúmenes de aspectos importantes de los artículos para aplicarlos en la práctica, y con ello se sustituyen los conjuntos generales y limitados de bibliografías y lecturas sugeridas que eran parte de las ediciones impresas anteriores. El diseño de la 19a. edición de Harrison Principios de Medicina Interna se orienta al acceso fácil al texto y la flexibilidad del mismo. El libro de texto impreso está disponible en dos volúmenes. El volumen 1 se enfoca en los principios de la medicina y el conocimiento y la valoración de las manifestaciones cardinales de las enfermedades. El volumen 2 se ocupa de enfermedades específicas por órganos y sistemas. Tal división funcional es útil para estudiantes que intentan captar en detalle los fundamentos de la medicina clínica y para los médicos cuyos intereses se centran en la obtención de conocimientos avanzados y las medidas asistenciales correspondientes en enfermedades específicas. En el caso de los medios digitales, la edición actual del Harrison, está plasmada en una aplicación, como un apéndice elaborado especialmente para tablets y teléfonos inteligentes que poseen resolución y definición grandes y contenidos multimedia y características interactivas, y ser una edición actualizada directa (on-line). Con las opciones se puede tener acceso a múltiples capítulos electrónicos, así como a videos y atlas. Entre los recursos adicionales están la sección de Autoevaluación y material para revisión de auditorías profesionales, una guía de estudio útil basada en los conocimientos de la 19a. edición, y el Manual de Medicina de Harrison, versión de bolsillo de la obra completa. Se puede disponer de una nueva colección de resúmenes de casos en que se destacan las consideraciones para el diagnóstico diferencial en la valoración de las manifestaciones cardinales de las enfermedades. Los progresos en la medicina clínica en los siglos xx y xxi han sido impresionantes desde que salió a la luz la primera edición de esta obra en 1949. En esa fecha se pensaba que la ulceropatía péptica era causada por estrés, que casi todas las neoplasias no extirpadas culminaban en la muerte, que había una gran prevalencia de cardiopatía reumática, y que eran desconocidas las infecciones de hepatitis B y por VIH. En los años siguientes se identificaron la causa infecciosa y la cura de la ulceropatía péptica; hubo avances en el diagnóstico y el tratamiento que permitieron curar a 66% de los cánceres; en diversos países desapareció virtualmente la cardiopatía reumática; la arteriopatía aterosclerótica coronaria tuvo auge para después disminuir poco a poco su frecuencia (cuando menos en xxxviii estudios imagenológicos no penetrantes, la revascularización percutánea, PREFACIO y la endoscopia del tubo digestivo. Expresamos nuestro agradecimiento a las muchas personalidades que aportaron su esfuerzo para la elaboración de este libro. En primer lugar, los autores hicieron un trabajo magnífico al redactar capítulos magistrales que sintetizan amplísimos datos clínicos y científicos y que constituyen una imagen del estado actual de los conocimientos de los trastornos que son parte de la medicina interna. Hoy día, en que priva la información desmesurada y todo se materializa en un entorno en evolución rápida, los datos incluidos son vigentes. Colegas de diversos campos han aportado sugerencias útiles y críticas constructivas, entre la que resaltan notablemente las de Chung Owyang, en la sección de gastroenterología. Agradecemos cumplidamente la labor de nuestros colegas del departamento editorial que siguieron un orden riguroso en la edición y de sus fases, y que facilitaron la comunicación con los autores, y los miembros del personal del Departamento de Enseñanza de McGraw-Hill, y entre los encargados de la edición sobresalen Patricia Conrad, Patricia L. Duffey, Gregory K. Folkers, Julie B. McCoy, Elizabeth Robbins, Anita Rodríguez y Stephanie Tribune. Destacamos en este punto el apoyo constante y la experiencia del personal del Departamento de Enseñanza de McGraw-Hill, y en particular la participación encomiable de James Shanahan, Asociado de la División de Publicaciones Profesionales de la empresa mencionada, y su colaboración juiciosa y excelente con los demás encargados de la edición, que orientaron en forma certera los esfuerzos para la elaboración del libro y los productos accesorios en los nuevos formatos. Destaca la labor expedita y eficiente de Kim Davis, Editora Gerencial Asociada en la producción compleja de esta obra, fruto del trabajo de múltiples autores. Dominik Pucek supervisó la producción de nuevos videos sobre técnicas. Jeffrey Herzich demostró su gran capacidad como gerente de producción de esta edición nueva. Los coordinadores editoriales tuvimos el privilegio de haber reunido el material de esta edición y sentimos entusiasmo al reconocer la utilidad que tendrá para los lectores. Ampliamos notablemente nuestros conocimientos al coordinar esta obra, y tenemos la firme convicción de que servirá como un recurso educativo fructífero para nuestros destinatarios. Los coordinadores de la edición 467 Parte 7: Oncología y hematología SECCIÓN 1 99 TRASTORNOS NEOPLÁSICOS Estudio del paciente con cáncer Dan L. Longo Varones Sitios % Incidencia de cáncer Próstata 27 Pulmón 14 Colorrectal 8 Vejiga 7 Melanoma 5 Riñones 4 Linfoma 4 Cavidad bucal 4 Leucemia 4 Hígado 3 Todos los demás 20 Todos los sitios 100 Mujeres Sitios % Número 233 000 116 000 71 830 56 390 43 890 39 140 38 270 30 220 30 100 24 600 171 780 855 220 Mamas Pulmón Colorrectal Endometrio Tiroides Linfoma Melanoma Riñones Páncreas Leucemia Todos los demás Todos los sitios 29 13 8 6 6 4 4 3 3 3 21 100 232 670 108 210 65 000 52 630 47 790 32 530 32 210 24 780 22 890 22 280 169 330 810 320 86 930 29 480 26 270 20 170 15 870 14 040 12 450 11 170 10 470 8 900 74 260 310 010 Pulmón Mama Colorrectal Páncreas Ovarios Leucemia Endometrio Linfoma Hígado SNC Todos los demás Todos los sitios 26 15 9 7 5 4 3 3 3 2 23 100 72 330 40 000 24 040 19 420 14 270 10 050 8 590 8 520 7 130 6 230 65 130 275 710 Muertes por cáncer Pulmón Próstata Colorrectal Páncreas Hígado Leucemia Esófago Vejiga Linfoma Riñones Todos los demás Todos los sitios 28 10 8 7 5 5 4 4 3 3 23 100 Fuente: Con autorización de R. Siegel et al.: Cancer Statistics, 2014 CA Cancer J Clin 64:9, 2014. MAGNITUD DEL PROBLEMA En Estados Unidos no existe un registro oncológico a nivel nacional; en consecuencia, la incidencia de los cánceres se estima por medio de las bases de datos de los National Cancer Institute’s Surveillance, Epidemiology, and End Results (SEER), que tabulan la incidencia de las neoplasias y las cifras de muerte de 13 sitios y que comprende ~10% de la población norteamericana a partir de datos poblacionales de la U.S. Census Bureau. En el año 2014 se hizo el diagnóstico de 1 665 000 casos nuevos de cáncer invasor (855 220 en varones y 810 320 en mujeres) y fallecieron por cáncer 585 720 personas (de ellas 310 010 fueron varones y 275 710 mujeres). En el cuadro 99-1 se incluye la distribución porcentual de casos nuevos de cáncer y fallecimientos por neoplasias, de acuerdo con los sitios de ataque en mujeres y varones. Desde 1992 se ha observado una disminución de 2%, aproximadamente, cada año en la incidencia del cáncer. Uno de cada cuatro fallecimientos en Estados Unidos se debe al cáncer. De forma global, el factor de riesgo más significativo para cáncer es la edad, y se observó que 66% de todos los casos se produjeron en personas >65 años. La incidencia de neoplasias aumenta de acuerdo con la tercera, cuarta o quinta potencia de la edad, en sitios diferentes. En el lapso entre el nacimiento y los 44 años, uno de cada 29 varones y una de cada 19 mujeres terminarán por presentar cáncer; en lo que toca al intervalo entre los 50 y los 59 años, uno de 15 varones y una de 17 mujeres presentarán el mismo fenómeno; en el lapso entre los 60 y 69 años, uno de seis varones y una de 10 mujeres presentarán alguna neoplasia y para personas de 70 años y mayores, uno de tres varones y una de cuatro mujeres presentarán dicho trastorno. De forma global, los varones tienen un riesgo de 44% de presentar cáncer en algún momento de su vida y en el caso de las mujeres el riesgo permanente es de 38 por ciento. Después de las cardiopatías, en Estados Unidos el cáncer ocupa el segundo lugar como causa principal de muerte. Los fallecimientos de origen cardiaco han disminuido 45% en Estados Unidos desde 1950, situación que persiste. El cáncer ha superado a las cardiopatías como la causa principal de fallecimiento en personas menores de 85 años. Las tendencias de la incidencia en el transcurso del tiempo se presentan en la figura 99-1. Las muertes por cáncer, después de un periodo de incremento de 70 años, comenzaron a disminuir entre 1990 y 1991 (fig. 99-2). De 1990 a 2010 los fallecimientos de ese origen disminuyeron 21% en varones y 12.3% en mujeres. La magnitud de tal disminución se ilustra en la figura 99-3. En el cuadro 99-2 se incluyen las cinco causas principales de muerte por cáncer. La supervivencia quinquenal en caucásicos fue de 39% en el lapso de 1960 a 1963 y de 69% en el periodo de 2003 a 2009. Los cánceres más a menudo son mortales en personas de raza negra; la supervivencia quinquenal fue de 61% de 2003 a 2009; sin embargo, las diferencias raciales se han estrechado con el transcurso del tiempo. En el cuadro 99-3 se señalan la incidencia y la mortalidad en diferentes grupos raciales y étnicos. No se ha dilucidado el origen de tales diferencias. SITUACIÓN DEL CÁNCER EN TODO EL MUNDO En 2008 se calculó que a nivel mundial hubo 12.7 millones de casos nuevos de cáncer y 7.6 millones de fallecimientos por esa causa, según las estimaciones de GLOBOCAN de 2008, creadas por la International Agency for Research on Cancer (IARC). Cuando se les subdividió de acuerdo con las regiones del mundo, ~45% de los casos correspondieron a Asia; 26%, a Europa; 14.5% a Norteamérica, 7.1% a Cen- Estudio del paciente con cáncer Número CAPÍTULO 99 La aplicación de las técnicas terapéuticas actuales (cirugía, radioterapia, quimioterapia y tratamientos biológicos) permite la curación de casi dos de cada tres individuos diagnosticados con neoplasias malignas. A pesar de todo, la persona percibe el diagnóstico de cáncer como uno de los sucesos más traumáticos y perturbadores que le hayan ocurrido. Independientemente del pronóstico, el diagnóstico ocasiona cambios en la autoimagen del individuo y su función y desempeño en el hogar y en el trabajo. El pronóstico de la persona a la que se reveló recientemente el diagnóstico de cáncer pancreático es igual al del individuo con estenosis aórtica que comienza a mostrar los primeros síntomas de insuficiencia congestiva cardiaca (mediana de supervivencia, unos ocho meses). Sin embargo, el sujeto con cardiopatía puede seguir siendo funcional y conservar una autoimagen prácticamente intacta, en que sólo hay una parte disfuncional, es decir, un órgano enfermo (un “reloj descompuesto”). En contraste, la persona con cáncer pancreático tiene una autoimagen totalmente alterada y sus familiares y quienes se enteran del diagnóstico lo miran de manera diferente. El individuo está siendo atacado e invadido por una enfermedad que puede situarse en cualquier parte del cuerpo. Cualquier molestia o dolor conlleva una importancia desesperada. El cáncer es la excepción de la interacción coordinada de células y órganos. En términos generales, las células de un organismo multicelular están programadas para actuar por colaboración. Surgen innumerables enfermedades porque las células especializadas no realizan la tarea que tienen asignada. El cáncer lleva esta disfunción una etapa más adelante. Además de la incapacidad de la célula cancerosa para conservar su función especializada, también afecta al resto de las células por sí mismas; la célula cancerosa compite por la supervivencia y usa la mutabilidad natural y la selección biológica para sacar ventaja en relación con las células normales, en una recapitulación de la evolución. Una consecuencia del comportamiento traicionero de las células cancerosas es que el paciente se siente defraudado por su cuerpo. El individuo siente que él o ella, y no sólo una parte del cuerpo, está enfermo. CUADRO 991 Distribución de la incidencia y muertes por cáncer en 2014 468 Varones 250 Índice por 100 000 personas 225 Mujeres 250 225 Próstata 200 200 175 175 150 150 125 125 Mama 100 100 Pulmón y bronquios 75 75 Colorrectal Colorrectal 50 Pulmón y bronquios 50 25 Melanoma cutáneo Hígado Tiroides Cuerpo del útero 25 Tiroides Melanoma cutáneo Hígado Año del diagnóstico 2010 2005 2000 1995 1990 1985 1980 2010 2005 2000 1995 1990 1985 Oncología y hematología 1980 0 1975 0 1975 PARTE 7 Vejiga Año del diagnóstico FIGURA 991. Incidencia de algunos tipos particulares de cáncer en los últimos 35 años en varones (A) y mujeres (B). (Con autorización de R Siegel et al.: CA Cancer J Clin 64:9, 2014.) troamérica y Sudamérica, 6% a África y 1% a Australia/Nueva Zelanda (fig. 99-4). El cáncer de pulmón es el más frecuente y la causa más común de muerte de ese origen en el mundo. Su incidencia es muy variable y afecta solamente a dos de cada 100 000 africanas, pero llega la cifra a 61 casos por 100 000 varones norteamericanos. El cáncer de mama ocupa el segundo lugar en frecuencia a nivel mundial; sin embargo, ocupa el quinto lugar como causa de muerte, antecedido por cáncer en otros órganos como pulmones, estómago, hígado y colorrectal. Entre las ocho formas más frecuentes de cáncer, las más comunes en países más desarrollados en comparación con los menos desarrollados incluyen el pulmón (2 veces), mama (3 veces), próstata (2.5 veces) y colorrectal (3 veces). A diferencia de lo mencionado, los cánceres de hígado (2 veces); cuello uterino (2 veces) y esófago (2 a 3 veces) son más frecuentes en países menos desarrollados. La incidencia de cáncer estomacal es similar en países con desarrollo mayor o menor, pero es mucho más frecuente en Asia que en Norteamérica o en África. Los cánceres más comunes en África son los del cuello uterino, mama e hígado. Se ha calculado que nueve factores de riesgo modificables son los que causan más de 33% de los cánceres a nivel mundial; éstos comprenden tabaquismo, consumo de bebidas alcohólicas, obesidad, inactividad física, consumo escaso de frutas y verduras, sexo sin protección, contaminación aérea, inhalación de humo de combustibles domésticos e inyecciones de material contaminado. TRATAMIENTO DEL PACIENTE Se obtiene información importante de cada segmento de la anamnesis y la exploración física sistemática. La duración de los síntomas puede denotar el carácter crónico de la enfermedad. Los antecedentes personales pueden alertar al médico respecto a la presencia de cuadros subyacentes que pudieran influir en el tratamiento seleccionado o los efectos secundarios del mismo. Los antecedentes sociales pueden indicar exposición ocupacional a carcinógenos o hábitos como el tabaquismo o el consumo de alcohol que influyen en la evolución de la enfermedad y su tratamiento. Los antecedentes familiares pueden sugerir una predisposición primaria de tipo familiar hacia el cáncer, y destacar la necesidad de comenzar las medidas de vigilancia o preventivas de otro tipo para incluir a los hermanos no afectados del paciente. La exploración de órganos y sistemas puede sugerir síntomas iniciales de metástasis o de un síndrome paraneoplásico. DIAGNÓSTICO El diagnóstico de cáncer depende de manera principal de métodos con penetración corporal, como la obtención de tejidos para biopsia, y nunca se realizará si no se obtiene ese material; ningún método diagnóstico no penetrante basta para definir un cuadro patológico como cáncer. En algunas situaciones clínicas excepcionales (como nódulos en tiroides), una técnica aceptable para el diagnóstico es la aspiración con aguja fina, pero el diagnóstico por lo común depende de la obtención de tejido adecuado para permitir la valoración cuidadosa de la arquitectura histológica del tumor, su gradación y carácter invasor y para generar más información de índole molecular para diagnóstico, como la expresión de los marcadores de superficie o proteínas intracelulares que tipifican a un cáncer particular o la presencia de un marcador molecular como la traslocación t(8:14) propia del linfoma de Burkitt. Un número cada vez mayor de datos vincula la expresión de algunos genes con el pronóstico y la respuesta al tratamiento (caps. 101e y 102e). De forma ocasional, el paciente se presenta para atención médica ya con metástasis, que se define como cáncer en la biopsia, pero que no presenta un sitio primario manifiesto de la enfermedad. Se harán todos los intentos para definir dicho sitio original con base en la edad, género, sitio de afectación, histología y marcadores tumorales, y los antecedentes personales y familiares. Habrá que prestar atención particular a descartar la mayor parte de las causas tratables (cap. 120e). Una vez corroborado el diagnóstico de cáncer, será mejor emprender el tratamiento por colaboración multidisciplinaria que incluya médicos de atención primaria, oncólogos clínicos y quirúrgicos, y especializados en radioterapia, especialistas de enfermería oncológica, farmacéuticos, trabajadoras sociales, especialistas en medicina de rehabilitación y otros profesionales consultores que colaboren de forma cercana entre sí y con el paciente y su familia. Fallecimientos por 100 000 personas 300 469 A. Todos los sitios combinados Varones 250 200 Mujeres 150 100 50 0 1930 1950 1960 1980 1990 2000 2010 1980 1990 2000 2010 1970 1980 Año de la muerte 1990 2000 2010 1970 B. Varones, según sitio CAPÍTULO 99 Estómago Hígado y conductos intrahepáticos Pulmón y bronquios Leucemia Colorrectal Páncreas Próstata 80 60 40 20 0 1930 Muertes por 100 000 mujeres 100 1940 1950 1960 1970 C. Mujeres, según sitio Estómago 80 Páncreas Mama Útero Colorrectal 60 Pulmón y bronquios Ovarios 40 20 0 1930 1940 1950 1960 FIGURA 992. Tendencia octodecenal en los índices de muerte por cáncer en (A) mujeres y (B) varones en Estados Unidos, 1930-2010. Las cifras corresponden a 100 000 años ajustados a la población estándar del año 2000 de Estados Unidos. Se muestran todos los sitios combinados (A), sitios individuales en varones (B) y sitios individuales en mujeres (C). (Con autorización de R Siegel et al.: CA Cancer J Clin 64:9, 2014.) Estudio del paciente con cáncer Muertes por 100 000 varones 100 1940 Varón de raza negra Varón caucásico Mujer de raza negra Mujer caucásica ción de la neoplasia. La estadificación patológica incluye el análisis histológico de todos los tejidos extirpados durante 80+ el procedimiento quirúrgico, y este último puede incluir biopsia sencilla de ganglio linfático o métodos más amplios como toracotomía, mediastinoscopia o laparotomía. La es70-79 tadificación quirúrgica puede realizarse como una técnica independiente o hacerse en el momento de la extirpación quirúrgica definitiva del tumor primario. 60-69 Es útil para orientar en la valoración del estadio tumoral el conocimiento de la predilección de tumores particulares por la propagación a órganos vecinos o distantes. 50-59 La información obtenida durante la estadificación se utiliza para definir la extensión de la enfermedad en la forma localizada; si se ha propagado fuera del órgano de origen hasta 40-49 sitios regionales pero no distantes, o en la forma de metástasis a zonas distantes. El sistema de estadificación más utilizado es el tumor, ganglios, metástasis (TNM, tumor, nodes, 30-39 metastases) codificado por la International Union Against Cancer y la American Joint Committee on Cancer. La clasificación TNM es un sistema basado anatómicamente que subdi20-29 vide al tumor con base en el tamaño (volumen) de la lesión primaria (T1-4, gradación en que un número más alto denota un tumor de mayor tamaño o volumen); la presencia de 00-19 afectación de ganglios (N0 y N1 y suele denotar la ausencia y presencia, respectivamente, de afectación ganglionar, aunque –60 –50 –40 –30 –20 –10 0 5 algunos tumores muestran sistemas complejos de gradación Cambio porcentual ganglionar), y la presencia de enfermedad metastásica (M0 y M1, que indica la ausencia o la presencia, respectivamente, de FIGURA 993. Disminución en las tasas de muerte por cáncer, se muestra en diferentes rangos de edad, según género y raza, en un lapso de 20 años entre 1991 y 2010, expresados en porcenmetástasis). Las permutas de las cuantificaciones de T, N y M tajes de la cifra en 1991. (Con autorización de R Siegel et al: CA Cancer J Clin 64:9, 2014.) (incluye en ocasiones la gradación histológica de la neoplasia [G]) se subdividen en etapas señaladas por lo común con números romanos I a IV. El volumen tumoral aumenta y dismiDEFINICIÓN DE LA MAGNITUD DE LA ENFERMEDAD Y EL PRONÓSTICO nuye la posibilidad de cura conforme la etapa aumenta. Otros sistemas de La prioridad original del tratamiento del paciente después de que se le estadificación anatómica se utilizan en algunos tumores como la clasificadiagnostica cáncer y se le transmite la información al interesado, es valorar ción de Dukes de cánceres colorrectales, la clasificación de la International la magnitud o extensión del trastorno. La posibilidad de cura de una neo- Federation of Gynecologists and Obstetricians para cánceres del aparato replasia por lo común es inversamente proporcional al volumen tumoral. En productor femenino, y la clasificación de Ann Arbor para la enfermedad de circunstancias óptimas habría que diagnosticar el trastorno antes de que Hodgkin. Es imposible agrupar algunos tumores con base en las consideraciones surgieran síntomas, o como consecuencia de los intentos de detección sistemática (cap. 100). Una proporción muy grande de los pacientes en tal anatómicas solamente. Por ejemplo, los tumores hematopoyéticos como situación podría curarse. Sin embargo, muchos de los sujetos con cáncer leucemia, mieloma y linfoma suelen estar diseminados desde que el paacuden por primera vez a atención médica con síntomas vinculados con ciente acude por primera vez al médico y no se propagan como lo hacen su neoplasia, sea por los efectos compresivos del tumor o por alteraciones los tumores sólidos. En esos casos habrá que identificar otros factores pronósticos (caps. 132 a 136). que surgen con la generación de citocinas u hormonas por el mismo. Además del volumen tumoral, el segundo determinante de los resultaEn el caso de casi todos los cánceres, la magnitud o extensión de la enfermedad se valora con diversos métodos y técnicas diagnósticas no pe- dos del tratamiento es la reserva fisiológica del paciente. Los individuos netrantes o penetrantes, proceso denominado estadificación. Se conocen dos muy débiles y en cama antes de presentar cáncer, quizá sean los que tengan tipos de ella. La estadificación clínica se basa en la exploración física, prác- peor evolución, en igualdad de etapas que los que tienen actividad plena. tica de radiografías, gammagrafías, tomografía computarizada (CT, com- La reserva fisiológica es un factor determinante de la forma en que el paputed tomography) y otros métodos de imagen; la estadificación patológica ciente pueda afrontar el estrés fisiológico impuesto por el cáncer y su tratoma en consideración la información obtenida durante algún procedi- tamiento. Es difícil de valorar directamente dicho factor. En vez de ello, se miento quirúrgico que debe incluir palpación transoperatoria, extirpación utilizan marcadores indirectos de la reserva fisiológica como la edad de la de ganglios regionales, tejido vecino al tumor o de ambos sitios, e inspec- persona o el estado funcional de Karnofsky (cuadro 99-4) o el estado función y estudio histopatológico de órganos que a menudo afecta la propaga- cional del Eastern Cooperative Oncology Group (ECOG) (cuadro 99-5). Edad en años 470 PARTE 7 Oncología y hematología CUADRO 992 Los cinco sitios principales en que asentaron tumores primarios de personas que fallecieron de cáncer, con base en la edad y el género en 2010 Edad en años Rango Género Todas las edades Menos de 20 20-39 40-59 60-79 >80 1 M F M F M F M F M F Pulmón Pulmón Próstata Mama Colorrectal Colorrectal Páncreas Páncreas Hígado Ovarios Leucemia Leucemia SNC SNC Sarcoma óseo Sarcoma óseo Sarcoma de partes blandas Sarcoma de partes blandas Linfoma Hígado Leucemia Mama SNC Cuello uterino Colorrectal Leucemia Linfoma Colorrectal Pulmón SNC Pulmón Mama Colorrectal Pulmón Hígado Colorrectal Páncreas Ovarios Esófago Páncreas Pulmón Pulmón Colorrectal Mama Próstata Colorrectal Páncreas Páncreas Hígado Ovarios Pulmón Pulmón Próstata Mama Colorrectal Colorrectal Vejiga Páncreas Páncreas Linfoma 2 3 4 5 Abreviaturas: SNC, sistema nervioso central; F, femenino; M, masculino. Fuente: Con autorización de R. Siegel et al.: Cancer Statistics, 2014 CA Cancer J Clin 64:9, 2014. 471 CUADRO 993 Incidencia y mortalidad por cáncer en grupos raciales y étnicos, Estados Unidos, 2006-2010 Sitio Género Raza negra Habitantes de Asia/ islas del Pacífico 548.1 436.2 127.3 50.9 38.6 21.6 11.2 8.7 2.9 82.9 57.1 138.6 7.2 601.0 395.9 118.4 62.5 46.7 23.0 12.2 14.9 4.4 94.7 50.7 220.0 10.3 326.1 282.6 84.7 40.8 31.0 10.6 5.1 21.3 8.0 48.8 27.6 75.0 6.7 441.1 372.0 90.3 51.7 42.7 30.6 17.5 17.8 8.0 70.2 41.3 104.1 9.7 426.8 330.8 91.1 47.3 32.6 20.5 11.5 11.5 6.9 45.9 26.5 124.2 10.9 217.3 153.6 22.7 19.2 13.6 5.9 2.6 7.1 2.9 65.7 42.7 21.3 2.1 276.6 171.2 30.8 28.7 19.0 5.7 2.6 11.8 4.1 78.5 37.2 50.9 4.2 132.4 92.1 11.5 13.1 9.7 3.0 1.2 14.4 6.0 35.5 18.4 10.1 1.9 191.0 139.0 15.5 18.7 15.4 9.5 4.4 13.2 6.1 49.6 33.1 20.7 3.5 152.2 101.3 14.8 16.1 10.2 5.1 2.3 12.3 5.4 31.3 14.1 19.2 2.9 Raza caucásica Nativos americanosa Extracción hispana Incidencia por 100 000 personas Todos Mama Colorrectal Riñones Hígado Pulmón M F M F M F M F M F Próstata Cuello uterino Muertes por 100 000 personas Mama Colorrectal Riñón Hígado M F M F M F M F Próstata Cuello uterino a Con base en las áreas de atención del Indian Health Service. Abreviaturas: F, femenino; M, masculino. Fuente: Con autorización de R. Siegel et al.: Cancer Statistics, 2014 CA Cancer J Clin 64:9, 2014. Los ancianos y personas con un estado funcional Karnofsky <70 o de ECOG ≥3 tienen mal pronóstico, salvo que la deficiencia funcional sea una consecuencia reversible del tumor. Con frecuencia cada vez mayor, se vinculan las características biológicas del tumor con el pronóstico. Se ha observado que la expresión de oncogenes particulares, genes de farmacorresistencia, genes vinculados de apoptosis y genes que intervienen en la metástasis influyen en la respuesta al tratamiento y el pronóstico. La presencia de anormalidades citogenéticas particulares pudiera influir en la supervivencia. Los tumores con mayores fracciones de crecimiento expresadas por marcadores vinculados con la proliferación, como el antígeno nuclear de proliferación, se comportan de manera más virulenta que los tumores con menores fracciones de crecimiento. La información obtenida del estudio del propio tumor se podrá utilizar con mayor frecuencia para influir en las decisiones terapéuticas. Los genes del hospedador que intervienen en el metabolismo del fármaco incluyen la inocuidad y eficacia de tratamientos particulares. Se ha observado enorme heterogeneidad en el estudio de los tumores; los autores reconocen que la morfología no permite diferenciar algunos subgrupos de pacientes cuyas neoplasias tienen conjuntos diferentes de anormalidades. Los tumores que tienen un aspecto similar en el microscopio óptico pueden ser en realidad muy diferentes. De forma similar, las neoplasias de aspecto muy diferente histológicamente entre sí comparten lesiones genéticas que anticipan respuestas al tratamiento. Además, las células tumorales varían enormemente dentro de un mismo paciente, a pesar de que las células comparten un origen común. ELABORACIÓN DE UN PLAN TERAPÉUTICO Con base en la información de la magnitud de la enfermedad y el pronóstico, el médico, en consideración con los deseos del enfermo, decide si el tratamiento debe ser curativo o paliativo en su intento. Para planear el tratamiento asume máxima importancia la colaboración entre diversos profesionales que intervienen en el tratamiento oncológico. En el caso de algunos cánceres, pueden mejorar los resultados la quimioterapia o ésta más radioterapia aplicada antes del uso del tratamiento quirúrgico definitivo (el llamado tratamiento neocomplementario), como parece ser lo que ocurre en el caso del cáncer mamario avanzado en forma local y los cánceres de cabeza y cuello. En algunas situaciones en que se intenta realizar el tratamiento de modalidades combinadas, es de máxima importancia la coordinación entre el oncólogo médico, el radioterapeuta y el cirujano, para alcanzar resultados óptimos. A veces se necesita la aplicación seriada de la quimioterapia y la radioterapia y en otras ocasiones, de manera simultánea. Las técnicas quirúrgicas pueden anteceder a otros métodos terapéuticos o realizarse después de ellos. Es mejor que el plan terapéutico cumpla con precisión un protocolo estándar o sea parte de un protocolo de investigación clínica en marcha, y que se valoren nuevos tratamientos. Es posible que las modificaciones a propósito de los protocolos habituales puedan menoscabar los resultados del tratamiento. Con anterioridad, la selección del tratamiento dependía en gran medida de la cultura local y del entorno tanto universitario como de la práctica clínica. Sin embargo, en la actualidad es posible tener acceso electrónico a protocolos terapéuticos estandarizados y a cualquier estudio de investigación clínica aprobado en Estados Unidos, a través de la interfaz de una computadora conectada a Internet.1 1 En Estados Unidos, el National Cancer Institute mantiene una base de datos llamada PDQ (Physician Data Query) a la que se tiene acceso a través de Internet en la página www.cancer.gov/cancertopics/pdq/cancerdatabase bajo el nombre CancerNet. La información puede obtenerse a través de un fax que utiliza CancerFax con el número 301-402-5874. También se brinda información del paciente a través del NCI en tres formatos como mínimo: en Internet por medio de CancerNet en www.cancer.gov; a través del mencionado número de CancerFax y al llamar al 1-800-4-CANCER. Es muy exacto el control de calidad de la información que se difunde por dichos servicios. Estudio del paciente con cáncer Pulmón M F CAPÍTULO 99 Todos 472 TRATAMIENTO DE LA ENFERMEDAD Y COMPLICACIONES TERAPÉUTICAS Los tratamientos antineoplásicos son tóxicos (cap. 103e), razón por 700 la cual las medidas terapéuticas comprenden abordar las complica650 ciones de la enfermedad y las del tratamiento, así como los complejos problemas psicosociales que impone el cáncer. En el corto lapso 600 que dura un ciclo de tratamiento curativo puede disminuir y deterio550 rarse el estado funcional del paciente. Los efectos tóxicos inducidos por la terapéutica son menos aceptables si el objetivo del tratamiento 500 es paliativo. Los efectos secundarios más comunes de estas medidas son la náusea y el vómito (véase adelante), la neutropenia febril (cap. 450 104) y la mielosupresión (cap. 103e). Se dispone de medios para lle400 var al mínimo los efectos tóxicos agudos de la oncoterapia. Es importante suponer siempre que son reversibles los síntomas 350 nuevos que surgen en el curso del tratamiento oncológico, hasta que 300 se pruebe lo contrario. El hecho fatalista de atribuirse la anorexia, la pérdida de peso y la ictericia a un tumor recidivante o progresivo, 250 puede culminar desde otro ángulo, en que el paciente fallezca de una 200 colecistitis intercurrente reversible. La obstrucción intestinal a veces proviene de adherencias reversibles y no del carácter progresivo del 150 tumor. Las infecciones de orden general, a veces por patógenos poco 100 comunes, pueden ser consecuencia del estado de inmunodepresión propio del tratamiento antineoplásico. Algunos fármacos utilizados 50 para combatir el cáncer o sus complicaciones (como la náusea) pue0 den ocasionar síntomas del sistema nervioso central que se asemejen a la enfermedad metastásica o remedar síndromes paraneoplásicos como el de hormona antidiurética inapropiada. Hay que buscar el diagnóstico definitivo e incluso a veces repetir la biopsia. Un componente decisivo de las medidas antineoplásicas es valorar la respuesta a ellas. Además de la exploración física cuidadosa en que se mida físicamente y registren los sitios de enfermedad en esquemas organizados para tal fin, según fechas, la valoración de la respuesta a menudo exige repetir periódicamente estudios de imaIncidencia (n = 10 864 499) Mortalidad (n = 6 724 931) Prevalencia (n = 24 576 453) gen, que generaron resultados anormales en la fecha de la estadificación. Si dichos métodos se tornaron normales, se repetirá la biopsia FIGURA 994. Incidencia anual global del cáncer a nivel mundial, mortalidad y predel tejido que estaba afectado para corroborar la respuesta completa, valencia quinquenal del periodo 1993-2001. (Con autorización de F Kamangar et al.: J Clin con base en criterios patológicos. Si se detecta enfermedad macrosOncol 24:2137, 2006.) cópica residual, no se necesitarán biopsias. Se define a la respuesta completa como la desaparición de todos los signos y manifestaciones de la El médico experto tiene mucho que brindar al paciente en quien el tra- enfermedad, y a la respuesta parcial como la disminución mayor de 50% de tamiento curativo dejó de ser una opción. A menudo, la combinación de la suma de los productos de los diámetros perpendiculares de todas las leculpa y frustración respecto a la incapacidad de curar al enfermo y la pre- siones cuantificables. La estimación de la respuesta parcial se puede basar sión de un programa de actividades saturado limitan enormemente el también en una disminución de 30% de las sumas de los diámetros de tiempo que un médico dedica a una persona que recibe solamente aten- mayor longitud de las lesiones (Response Evaluation Criteria in Solid Tución paliativa. Es importante oponerse a tales tendencias. Además de los mors [RECIST]). La enfermedad progresiva se define como la presencia de fármacos administrados para aliviar síntomas (véase adelante), es impor- cualquier lesión nueva, o un incremento >25% en la suma de los productante recordar el consuelo que se produce simplemente al tomar la mano tos de los diámetros perpendiculares de todas las lesiones cuantificables (o del enfermo, continuar las exploraciones regulares y dedicar tiempo a la un incremento de 20% en las sumas de los diámetros más largos según RECIST). Se califica de enfermedad estable al hecho de que el tumor se comunicación verbal. contrajo, o muestra crecimiento que no cumple con ninguno de los criterios. Algunos sitios de afectación (como el hueso) o perfiles del mismo (como los infiltrados linfangíticos pulmonares o difusos) no se consideran mensurables. Ninguna respuesta es completa si por medio de biopsia no se CUADRO 994 Índice funcional de Karnofsky corrobora su resolución, pero las respuestas parciales pueden descartar su Estado funcional Capacidad funcional del paciente valoración, salvo que haya ocurrido una progresión objetiva neta. 750 PARTE 7 Oncología y hematología 86.3 80.3 105.3 114.6 155.4 148.9 153.6 171.4 119.3 156.1 162.3 187.9 114.7 200.9 194.9 202.6 205.0 209.8 189.7 221.5 174.1 223.9 211.2 224.0 189.5 251.7 227.9 256.2 190.7 259.6 212.1 260.3 224.2 265.6 221.3 272.2 220.9 276.2 162.7 281.9 274.3 283.0 270.7 288.0 246.7 290.6 246.4 293.8 187.2 298.5 251.1 299.0 204.8 325.2 266.3 331.8 239.7 332.0 240.7 332.9 288.0 348.0 265.9 273.5 354.0 285.2 358.2 302.3 378.1 246.3 385.3 270.1 453.3 Sétif, Argelia Chennai, India Quito, Ecuador Kiadondo, Uganda Garbiah, Egipto Karachi, Pakistán Esmirna, Turquía Harare, Zimbabue: africanos Manila, Filipinas Singapur Shanghái, China Cali, Colombia San Petersburgo, Rusia Bahía Blanca, Argentina Hong Kong, China Goiânia, Brasil Cracovia, Polonia Finlandia EUA, SEER 14 (hispanos) Corea Dinamarca Israel Países Bajos Noruega Miyagi, Japón Merseyside y Cheshire, RU Navarra, España Canadá República Checa Sarre, Alemania Parma, Italia Ginebra, Suiza Australia, Sur Nueva Zelanda EUA, SEER 14 (caucásicos) Bajo Rin, Francia EUA, SEER 14 (estadounidenses de raza negra) Índice por 100 000 personas Mujeres Varones 100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0 Normal; no hay síntomas ni manifestaciones de enfermedad Capacidad para desempeñar las actividades normales; signos o síntomas mínimos de enfermedad Actividad normal con esfuerzo; algunos signos o síntomas de enfermedad La persona cuida de sí misma, pero no puede desempeñar actividades normales ni realizar trabajo activo Necesita ocasionalmente auxilio, pero puede atender casi todas sus necesidades Necesita asistencia considerable y atención médica frecuente Discapacitado; necesita atención y asistencia especiales Discapacitado grave; está indicada la hospitalización, aunque la muerte no es inminente Persona muy enferma, la hospitalización es necesaria y se requiere tratamiento activo de sostén Paciente moribundo, los fenómenos mortales evolucionan con rapidez Persona muerta CUADRO 995 Escala funcional del Eastern Cooperative Oncology Group (ECOG) Grado 0 de ECOG: persona totalmente activa que puede desempeñar todas sus actividades previas a la enfermedad, sin restricciones Grado 1 de ECOG: actividad física agotante y restringida, pero la persona puede caminar y desempeña trabajo de naturaleza sedentaria, como serían labores de oficina o tareas domésticas ligeras Grado 2 de ECOG: persona que camina y puede cuidar de sí misma pero no realiza trabajos activos. Está consciente y deambula en más de la mitad de las horas de vigilia Grado 3 de ECOG: persona que sólo puede cuidar de sí misma en forma limitada; más de la mitad de las horas de vigilia está en cama o en una silla de ruedas Grado 4 de ECOG: totalmente incapacitada que no puede cuidar de sí misma. Confinada totalmente al lecho o la silla de ruedas Grado 5 de ECOG: persona muerta Fuente: Con autorización de MM Oken et al.: A, J Clin Oncol 5:649, 1982. CUADRO 996 Marcadores tumorales Marcadores tumorales Hormonas Gonadotropina coriónica humana Calcitonina Cáncer Trastornos y entidades no neoplásicos Enfermedad trofoblástica Embarazo gestacional; tumor de células germinales gonadales Cáncer medular de tiroides Feocromocitoma Cirrosis, hepatitis Pancreatitis, hepatitis, enteropatía inflamatoria, tabaquismo Prostatitis, hipertrofia prostática Hepatitis, anemia hemolítica y otras más Prostatitis, hipertrofia prostática Infección, MGUS — Abreviatura: MGUS, gammapatía monoclonal de importancia incierta. Los marcadores tumorales pueden ser útiles en el tratamiento del enfermo, en algunas neoplasias. La respuesta a la terapéutica puede ser difícil de valorar con certeza. Sin embargo, algunos tumores generan o inducen la producción de marcadores que se miden en el suero o la orina, y en un paciente particular el incremento y el decremento de los niveles de los mismos, por lo común se vinculan con incremento o decremento del volumen de células tumorales, respectivamente. Algunos marcadores tumorales útiles en clínica se incluyen en el cuadro 99-6. Los marcadores en sí mismos no tienen la suficiente especificidad como para permitir un diagnóstico de cáncer, pero una vez identificado éste y al demostrar que se acompaña de mayores niveles del marcador, se le puede utilizar para cuantificar la respuesta al tratamiento. La identificación y el tratamiento de la depresión son componentes necesarios de la terapéutica. El índice de depresión en cancerosos es de 25%, de forma global y puede ser mayor en personas con debilidad más intensa. Dicho cuadro posiblemente surge en una persona con depresión del ánimo (disforia), pérdida del interés por placeres (anhedonia) o con ambas variantes, durante dos semanas, como mínimo. Además, por lo común existen tres o más de los síntomas siguientes: cambios del apetito, problemas del sueño y retraso o agitación psicomotora, fatiga, sentimientos de culpa o inutilidad, incapacidad de concentración e ideas suicidas. Es importante que quienes tienen los síntomas anteriores se sometan a tratamiento. Hay que intentar medidas médicas con un inhibidor de la recaptación de serotonina como la fluoxetina (10 a 20 mg/día); la sertralina (50 a 150 mg/día) o la paroxetina (10 a 20 mg/día), o un antidepresivo tricíclico como la amitriptilina (50 a 100 mg/día) o la desipramina (75 a 150 mg/día) y permitir el transcurso de cuatro a seis semanas para obtener respuesta. El tratamiento eficaz se continuará durante seis meses, como mínimo, después que hayan mostrado resolución los síntomas. Si es ineficaz, habrá que recurrir a otras clases de antidepresivos. Además de los fármacos, pueden ser beneficiosas las intervenciones psicosociales como grupos de apoyo, psicoterapia e imaginería guiadas. MEDIDAS DE APOYO En muchas formas, el éxito de la oncoterapia depende de los buenos resultados de las medidas de apoyo. La imposibilidad de controlar los síntomas del cáncer y su tratamiento pueden hacer que los pacientes abandonen medidas curativas. De igual importancia, las medidas de apoyo constituyen un elemento determinante de la calidad de vida. Incluso si es imposible prolongar la existencia, el médico intentará conservar su calidad. Las mediciones de la calidad de vida se han tornado puntos finales comunes en estudios de investigación clínica. Aún más, se ha demostrado que las medidas paliativas son rentables si se les realiza de una forma organizada. La aplicación del credo hipocrático en oncología sería: curar en ocasiones, prolongar la vida a menudo y siempre confortar. Dolor El dolor se presenta con frecuencia variable en el canceroso: 25 a 50% de los pacientes lo tienen en el momento del diagnóstico; 33% sufren dolor relacionado con el tratamiento y 75% lo sienten con la enfermedad progresiva. El dolor puede tener varias causas. En cerca de 70% de los casos se origina por el propio tumor (por invasión de huesos, nervios, vasos sanguíneos o membranas mucosas, obstrucción de una víscera hueca o un conducto). En ~20% de los casos, el dolor se vincula con algún método quirúrgico o médico invasivo; con lesión por radiaciones (mucositis, enteritis o daño de plexo o médula espinal), o por afectación de la 2 Se puede obtener información sobre métodos poco sólidos de National Council Against Health Fraud, Box 1276, Loma Linda, CA 92354 o del Center for Medical Consumers and Health Care Information, 237 Thompson Street, New York, NY 100112. Estudio del paciente con cáncer Menstruación, peritonitis, embarazo Pancreatitis, colitis ulcerosa — VIGILANCIA A LARGO PLAZO/COMPLICACIONES TARDÍAS Al terminar el tratamiento, es importante valorar de nuevo los sitios afectados originalmente por el cáncer, y para ello utilizar técnicas radiográficas o de imagen; se extraerá un fragmento de la anormalidad persistente. Si subsiste la enfermedad, el grupo multidisciplinario tendrá que desarrollar un nuevo plan de salvamento. Si con el tratamiento original la persona quedó sin enfermedad, se le vigilará de forma regular para identificar la reaparición de la misma. Se desconocen las guías óptimas de vigilancia. Durante muchos años, una práctica habitual ha sido vigilar cada mes al paciente durante seis a 12 meses, después cada dos meses durante un año, cada tres meses otro año, cada cuatro meses otro año y cada seis meses durante un año para seguir con visitas anuales. En cada encuentro se practicará algún conjunto de estudios de laboratorio y pruebas radiográficas y de imagen en la suposición de que es mejor detectar la reaparición de la enfermedad antes de que genere síntomas. Sin embargo, después de explorar los métodos de vigilancia, tal suposición al parecer no es válida. Los estudios de cánceres de mama, melanoma, pulmones, colon y linfoma no han aportado datos a favor de la noción de que las recidivas asintomáticas se curan más fácilmente por medidas de salvamento, que las recidivas sintomáticas. Ante el enorme costo de practicar todo un conjunto de estudios diagnósticos y el hecho de que no influyen de modo alguno en la supervivencia, han comenzado a surgir nuevas guías para que las visitas de vigilancia sean menos frecuentes, y las investigaciones principales que se realizan sean la anamnesis y la exploración física. Conforme transcurre el tiempo, disminuye la posibilidad de que reaparezca el cáncer primario. En lo que toca a muchos tipos de cáncer, la supervivencia quinquenal sin recidiva equivale a curación. Sin embargo, surgen importantes problemas médicos en personas tratadas de cáncer y es importante explorarlos (cap. 125). Algunos de ellos emergen como consecuencia de la propia enfermedad y otros como secuelas del tratamiento. El conocimiento de los problemas de la enfermedad y del tratamiento es útil para su detección y corrección. A pesar de estos aspectos de preocupación, muchos de los pacientes curados del cáncer reanudan su vida normal. 473 CAPÍTULO 99 Catecolaminas Antígenos oncofetales α-Fetoproteína Carcinoma hepatocelular, tumor de células germinales gonadales Antígeno carcinoemAdenocarcinomas de brionario colon, páncreas, pulmón, mama y ovarios Enzimas Enolasa Cáncer de próstata neuronoespecífica Lactato deshidrogenasa Cáncer microcítico de pulmón, neuroblastoma Proteínas oncorreactivas Linfoma, sarcoma de Ewing Proteínas oncorreactivas Antígeno Cáncer de próstata prostatoespecífico Inmunoglobulina Mieloma monoclonal CA-125 Cáncer ovárico, algunos linfomas CA 19-9 Cánceres de colon, páncreas y mama CD30 Enfermedad de Hodgkin, linfoma macrocelular anaplásico CD25 Tricoleucemia, leucemia de linfocitos T del adulto/linfoma Muchos pacientes optan por seguir estrategias no probadas ni sólidas de tratamiento, cuando al parecer las medidas corrientes posiblemente no curen; aquellas personas que intentan las formas alternativas a menudo tienen enseñanza de nivel satisfactorio y posiblemente estén en los comienzos de su enfermedad. El enfermo por lo común acepta las estrategias poco sólidas a partir de anécdotas sin fundamento, que aparte de no auxiliar, pueden ocasionar daño al paciente. Los médicos intentarán conservar abiertas las vías de comunicación y asumir una actitud acrítica para que los pacientes comenten con ellos las verdaderas acciones terapéuticas emprendidas. El desarrollo de algún efecto tóxico inesperado pudiera ser signo de que la persona recibe otra forma de tratamiento.2 474 quimioterapia (mucositis, neuropatía periférica, flebitis, necrosis aséptica de la cabeza femoral e inducida por corticosteroides). En 10% de los casos, el dolor no guarda relación con el cáncer ni con su tratamiento. La valoración del dolor obliga a la investigación metódica de sus antecedentes, su sitio, características, signos cronológicos, factores desencadenantes o paliativos e intensidad (cap. 18); es importante hacer una revisión de los antecedentes oncológicos y médicos, así como de los personales y sociales, y la realización de una exploración física minuciosa. Es necesario dar a la persona una escala analógica visual con 10 segmentos para que señale la intensidad del dolor. El cuadro clínico suele ser dinámico y torna necesario revalorar frecuentemente al paciente. Se emprenderán medidas contra el dolor y al mismo tiempo se investigará su origen. Se dispone de diversos instrumentos a los que se puede recurrir para aliviar el dolor del cáncer. En promedio, 85% de los pacientes obtendrán alivio por medio de intervenciones farmacológicas. Sin embargo, otras modalidades incluyen tratamiento antitumoral (como el alivio quirúrgico de obstrucciones, radioterapia y aplicación de estroncio-89 o samario-153 contra el dolor de huesos), técnicas neuroestimulantes, analgesia regional y procedimientos neuroablativos son eficaces en 12% adicional o más de los casos. De ese modo, en un pequeño número de pacientes se advertirá que el alivio del dolor es inadecuado incluso si se emprenden medidas apropiadas. En el capítulo 10 se incluye una estrategia específica para alivio del dolor. PARTE 7 Oncología y hematología Náusea La emesis en el canceroso suele causarse por la quimioterapia (cap. 103e) y su intensidad se puede anticipar de acuerdo con los fármacos utilizados para combatir el cáncer. Se han identificado tres formas de emesis, con base en el momento en que surgen en relación con el hecho nocivo. La emesis aguda es la variedad más frecuente y se observa en término de 24 h del tratamiento. La emesis tardía se presenta uno a siete días después del tratamiento; es rara, pero por lo general se presenta después de la administración de cisplatino. La emesis anticipatoria se produce después de administración de antineoplásicos y representa una respuesta condicionada a estímulos visuales y olfatorios vinculados desde antes con la administración de los antibióticos. La emesis aguda es la forma más conocida. Los estímulos que activan las señales en la zona de los quimiorreceptores en el bulbo, la corteza cerebral y zonas periféricas en vías intestinales, permiten que se estimule el centro del vómito en la médula, centro motor encargado de coordinar la actividad secretora y la contracción muscular que culmina en el vómito. Tipos diversos de receptores participan en el proceso, incluidos dopamina, serotonina, histamina, opioides y receptores de acetilcolina. Los antagonistas de receptores de serotonina como el ondansetrón y el granisetrón son los productos más eficaces contra los fármacos más emetógenos, pero son productos costosos. Al igual que con el esquema creciente de la analgesia, la administración de antieméticos debe adaptarse a la situación. En el caso de fármacos emetógenos leves o moderados, la administración de 5 a 10 mg de procloroperazina VO o 25 mg por vía rectal son eficaces. Su utilidad se puede intensificar si se administra el fármaco antes de usar el antineoplásico. La dexametasona en dosis de 10 a 20 mg IV es eficaz y puede intensificar la eficacia de la procloroperazina. En el caso de productos fuertemente emetógenos como cisplatino, metocloretamina, dacarbazina y estreptozocina, las combinaciones actúan mejor y su administración debe comenzar 6 a 24 h antes del tratamiento. Un método eficaz incluye al ondansetrón a razón de 8 mg VO cada 6 h el día anterior al tratamiento e IV el día en que se realiza, además de 20 mg IV de dexametasona antes de la terapéutica. La adición de aprepitant oral (antagonista del receptor de sustancia P/neurocinina 1) a dicho tratamiento (125 mg el día 1; 80 mg en los días 2 y 3) disminuirá todavía más el riesgo de vómito agudo y tardío. A semejanza del dolor, la emesis es más fácil de evitar que de aliviar. La emesis tardía puede depender de la inflamación intestinal por el tratamiento y controlarse con dexametasona y metoclopramida orales, un antagonista del receptor dopamínico que también bloquea los receptores de serotonina, en dosis grandes. La mejor estrategia para evitar la emesis anticipadora es controlarla en los primeros ciclos de tratamiento, para impedir que haya condicionamiento al estudiar el sitio en que la persona ingiere el producto. Si no se obtienen buenos resultados, puede ser útil la administración profiláctica de antieméticos el día anterior al tratamiento. Los estudios experimentales están en fase de valorar la modificación del comportamiento. Derrames Los líquidos se acumulan a veces de forma anormal en la cavidad pleural, el pericardio o el peritoneo. Los derrames malignos asintomáticos no necesitan tratamiento. Los sintomáticos que aparecen en tumores que reaccionan a medidas sistémicas por lo común no necesitan tratamiento local pero mejoran con la corrección del tumor primario. Los derrames sintomáticos que se producen en tumores que no reaccionan a tratamiento sistémico obligan a veces a tratamiento local en individuos con una esperanza de vida de seis meses, como mínimo. Los derrames pleurales de origen tumoral pueden contener o no células cancerosas. Los cánceres de pulmón, mama y linfoma son los que generan ~75% de los derrames malignos de pleura; su carácter exudativo suele valorarse por una proporción de proteínas del derrame/suero de ≥0.5 o una proporción de lactato deshidrogenasa sérica/derrame ≥0.6. Si el cuadro genera síntomas, por lo regular en primer lugar se hace toracocentesis. En casi todos los casos, en término de menos de un mes hay mejoría sintomática. Se necesita drenaje por medio de una sonda torácica si reaparecen los síntomas en término de dos semanas. El líquido se aspira hasta que su volumen es <100 mL en 24 h. En estos casos se introducen en la sonda torácica 60 unidades de bleomicina o 1 g de doxiciclina, disueltas en 50 mL de solución glucosada al 5%; se pinza la sonda, se gira al paciente en cuatro planos y se procura que esté 15 min en cada posición; después de 1 a 2 h se une la sonda al aparato de aspiración otras 24 h. Después de todo lo anterior se desconecta la sonda del aparato de aspiración y se permite que emprenda el drenaje por la fuerza de gravedad. Si en las siguientes 24 h hay drenaje de <100 mL, se desplaza la sonda del tórax y se toman las radiografías 24 h más tarde. Si sigue drenando líquido por la sonda de tórax con un ritmo demasiado grande, puede repetirse la esclerosis. La bleomicina puede ser un poco más eficaz que la doxiciclina, pero es muy cara. La doxiciclina por lo común es el fármaco de primera fila. Si no son eficaces la doxiciclina o la bleomicina, se recurre al talco. Los derrames pericárdicos sintomáticos por lo común se tratan por la elaboración de una ventana pericárdica o por práctica de franjas de esta capa. Si el estado del enfermo no permite la práctica de un método quirúrgico, se intentará la esclerosis con doxiciclina, bleomicina o ambos fármacos. La ascitis cancerosa o maligna por lo común se trata por medio de paracentesis repetida, de volúmenes pequeños de líquido. Si el cáncer primario no reacciona a medidas sistémicas se colocarán derivaciones peritoneovenosas. A pesar del temor de hallar células en fase de diseminación en la circulación, las metástasis constituyen una complicación poco común. Las complicaciones principales son oclusión, fuga y sobrecarga de líquidos. Las personas con alguna hepatopatía grave pueden terminar por mostrar coagulación intravascular diseminada. Nutrición El cáncer y su tratamiento pueden ocasionar disminución del consumo de nutrientes, de magnitud suficiente como para que la persona pierda peso y se altere el metabolismo intermediario. Es difícil estimar la prevalencia del problema, por variaciones, o en la definición de la caquexia oncológica, pero muchos pacientes con cáncer avanzado presentan pérdida de peso y disminución del apetito. Las alteraciones del metabolismo provienen de diversos factores de origen tumoral (como bombesina, hormona adrenocorticotrópica) y del hospedador (como factor de necrosis tumoral, interleucinas 1 y 6, hormona de crecimiento) y se inicia un círculo vicioso en que no se puede revertir con el aporte de calorías el catabolismo proteínico, la intolerancia a la glucosa y la lipólisis. Sigue siendo un punto de controversia la forma de valorar el estado nutricional y el momento y la forma de intervenir. Los intentos para hacer la valoración objetiva han incluido el uso de un índice nutricional pronóstico basado en niveles de albúmina, espesor del pliegue cutáneo sobre el tríceps, niveles de transferrina y pruebas cutáneas de hipersensibilidad tardía. Sin embargo, una estrategia más sencilla ha sido definir el límite de intervención nutricional como <10% de la pérdida de peso inexplicada, nivel de transferrina sérica <1 500 mg/L (150 mg/100 mL) y albúmina sérica <34 g/L (3.4 g/100 mL). La decisión es importante porque al parecer la oncoterapia es mucho más tóxica y menos eficaz en casos de desnutrición. A pesar de ello, no se sabe si con las intervenciones nutricionales se modifica la evolución natural. Salvo que algunas alteraciones afecten la función de absorción del tubo digestivo, para el complemento parenteral se prefiere la nutrición entérica por vía oral o por sonda. A pesar de ello, los riesgos que surgen con las sondas pueden ser mayores que los beneficios. Se ha recomendado el uso del acetato de megestrol, fármaco progestacional, como intervención farmacológica para mejorar el estado nutricional. Las investigaciones en este terreno probablemente permitan contar con más instrumentos en el futuro, conforme se diluciden mecanismos mediados por citocinas. Medidas de apoyo psicosocial Las necesidades psicosociales de los pacientes varían con la situación. Los que se someten a tratamiento presentan temor, ansiedad y depresión. A veces hay deterioro muy grave de la autoimagen por cirugía deformante y alopecia. Las mujeres que reciben orientación estética, que les permite verse mejor, también se sentirán mejor. La pérdida de control respecto a la forma en que la persona dedica su tiempo contribuye a veces a un sentido moderado de vulnerabilidad. El tratar de cumplir las exigencias laborales y familiares y compaginarlas con las del tratamiento, genera enorme estrés. La disfunción sexual es muy frecuente, y es necesario comentarla abiertamente con el paciente. El personal asistencial que demuestra empatía y es sensible a las necesidades de cada persona, llegará a acuerdos transigentes en los que la flexibilidad no influirá de manera negativa en el curso del tratamiento. Los supervivientes del cáncer afrontan otro tipo de problemas. Pueden tener temores respecto a la terminación de un tratamiento que vinculan con la continuación de su supervivencia. Se necesitan ajustes a pérdidas físicas y obstáculos, reales y percibidos. Los pacientes pueden estar preocupados por problemas físicos de poca importancia; perciben un deterioro en su movilidad laboral y se consideran a sí mismos como trabajadores menos capacitados. Pueden ser víctimas de discriminación en el trabajo, por compañías de seguros o de ambos tipos. Pueden sentir dificultad para reincorporarse a sus actividades normales pasadas y sentir vergüenza de haber sobrevivido y tener una sensación de vulnerabilidad a resfriados y otras enfermedades. La preocupación más común y amenazadora es el miedo constante de recidiva (síndrome de Damocles). Pacientes en quienes ha sido ineficaz el tratamiento tienen otros problemas relacionados con la terminación de la vida. sibilidad del trastorno, los deseos del paciente serán los que determinen el nivel de atención médica. Es necesario conocer dichos deseos antes de la fase terminal de la enfermedad y revisarlos periódicamente. Se puede obtener información sobre las normas anticipatorias de la American Association of Retired Persons, 601 E Street, NW, Washington, DC 20049, 202434-2277, o Choice in Dying, 250 West 57th Street, New York, NY 10107, 202-366-5540. En Estados Unidos, algunos estados facultan a los médicos a asistir a los pacientes que se inclinan por poner fin a su vida. El tema es complejo y difícil desde los puntos de vista médico y ético. Los comentarios sobre las decisiones de poner fin a la vida deben ser honestos y sencillos, y basarse en información precisa sobre el consentimiento informado, periodos de espera, segundas opiniones y documentación. En el capítulo 10 se incluyen comentarios más detallados sobre las formas de abordar la terminación de la vida. Muerte y agonía Las causas más comunes de muerte de personas con cáncer son infecciones (que originan insuficiencia circulatoria), e insuficiencias respiratoria, hepática y renal. El bloqueo intestinal puede originar inanición y hambre. La enfermedad del sistema nervioso central puede originar convulsiones, coma e hipoventilación de origen central. En promedio, 70% de los pacientes terminan por mostrar disnea en la fase preterminal. Sin embargo, por lo común transcurren muchos meses entre el diagnóstico de cáncer y el desarrollo de las complicaciones comentadas y en ese lapso, el paciente muestra afectación grave por la posibilidad de muerte. Las vías del tratamiento infructuoso contra el cáncer por lo regular se dividen en tres fases. En primer lugar, surge optimismo por la esperanza de curación; cuando reaparece el tumor se advierte que la enfermedad es incurable y se afronta el objetivo de medidas paliativas con la esperanza de vivir con la enfermedad; por último, al advertir que la muerte es inminente, se hace otro ajuste en las expectativas. La persona se imagina lo peor al prepararse para la terminación de la vida y puede pasar por fases de ajuste al diagnóstico; las fases incluyen negación, aislamiento, ira, negociación, depresión, aceptación y esperanza. Por supuesto, los pacientes no pasan por todas las fases anteriores ni las siguen con el mismo orden o ritmo. A pesar de ello, un objetivo importante en el tratamiento es crear el conocimiento de la forma en que la persona ha sido afectada por el diagnóstico y el afrontamiento. Es mejor comunicarse de forma franca con el paciente y la familia en cuanto a la evolución probable de la enfermedad. Estas pláticas son difíciles tanto para el médico como para el paciente y la familia. Los objetivos críticos de la interacción son tranquilizar al enfermo y señalar a sus familiares que se hará todo lo posible para lograr comodidad; que no se abandonará al enfermo. Muchos pacientes prefieren atenderse en su hogar o en un asilo y no en un hospital. El American College of Physicians ha publicado un libro llamado Home Care Guide for Cancer; How to Care for Family and Friends at Home que presenta estrategias para obtener buenos resultados en la solución de problemas en la atención domiciliaria. Con planificación apropiada será factible brindar al paciente las atenciones médicas necesarias y dar el apoyo psicológico y espiritual que evitará el aislamiento y la despersonalización que conlleva el hecho de morir en un hospital. El cuidado de los pacientes moribundos impone una carga pesada al médico. Se ha descrito el síndrome de “desgaste” físico y emocional, caracterizado por fatiga, desentendimiento de los pacientes y los colegas, y pérdida de la autorrealización. El trastorno anterior se puede combatir con intentos de aminorar el estrés, conservar una vida equilibrada y fijarse objetivos reales. La mejor comprensión de la carcinogénesis ha permitido que la prevención y la detección oportuna del cáncer (lo que también se conoce como control del cáncer) no se limiten a identificar y evitar los carcinógenos. Las metas son las intervenciones específicas para evitar el cáncer en las personas con riesgo y la detección eficaz para la identificación adecuada del mismo. La carcinogénesis no es sólo un evento, sino un proceso, un continuo de discretos cambios hísticos y celulares que dan lugar a procesos celulares más autónomos. La prevención se refiere a la identificación y manipulación de los factores biológicos, ambientales y genéticos en la vía causal del cáncer. Prevención y detección oportuna del cáncer Jennifer M. Croswell, Otis W. Brawley, Barnett S. Kramer ELIMINACIÓN DEL TABAQUISMO El tabaquismo es un fuerte factor de riesgo modificable para enfermedad cardiovascular, neumopatía y cáncer. Los fumadores tienen un riesgo aproximado de uno a tres en el curso de su vida de morir de forma prematura por alguna neoplasia maligna relacionada con el tabaco, o por enfermedad cardiovascular o pulmonar. El consumo de tabaco causa más muertes por enfermedades cardiovasculares que por neoplasias malignas. El cáncer del pulmón, laringe, bucofaringe, esófago, riñón, vejiga, páncreas y estómago están vinculados con el tabaco. El número de cigarrillos fumados al día y la profundidad de inhalación del humo se relacionan con el riesgo de mortalidad por cáncer pulmonar. Los cigarrillos ligeros y con poco contenido de alquitrán no son más seguros, ya que los fumadores tienden a inhalar con mayor frecuencia y profundidad. Aquellos individuos que suspenden el tabaquismo tienen una tasa de mortalidad por cáncer pulmonar 30 a 50% menor a 10 años comparados con los sujetos que continúan el consumo, a pesar de que algunas mutaciones génicas inducidas por carcinógenos persisten años después de eliminar el tabaquismo. Con suspender y lograr evitar el tabaquismo se pueden salvar más vidas que con cualquier otra actividad de salud pública. El riesgo del humo del tabaco no se limita al fumador. La presencia de humo en el ambiente, conocida como humo secundario o tabaquismo pasivo, causa cáncer pulmonar y otras enfermedades cardiopulmonares en los no fumadores. La prevención del tabaquismo es un tema pediátrico. Más de 80% de los fumadores estadounidenses adultos empezaron a fumar antes de los 18 años de edad. Cerca de 20% de los estadounidenses de 9o a 12o grados escolares Prevención y detección oportuna del cáncer EDUCACIÓN Y HÁBITOS SALUDABLES Instruir al público sobre la manera de evitar los factores de riesgo identificados para el cáncer y fomentar hábitos saludables contribuye a la prevención y control de esta enfermedad. El médico es un poderoso mensajero en este proceso; el encuentro con el paciente es una oportunidad para enseñarle los peligros del tabaquismo, las características de un estilo de vida saludable, el uso de métodos de detección probados y la protección contra la exposición excesiva al sol. CAPÍTULO 100 Decisiones de la terminación de la vida Por desgracia, quizás sea imposible en todos los casos realizar una transición sin altibajos en los objetivos terapéuticos, es decir, de curativos a paliativos, por la interferencia de complicaciones graves nacidas del tratamiento o de la evolución rápida de la enfermedad. Se supone que están justificados los intentos decididos y con penetración corporal de apoyo médico, en enfermedades reversibles o en complicaciones del tratamiento. Sin embargo, si hay duda acerca de la rever- 100 475 476 PARTE 7 Oncología y hematología han fumado un cigarrillo en el mes anterior. La orientación a los adolescentes y adultos jóvenes es crucial para evitar el tabaquismo. Una simple recomendación del médico de no empezar a fumar o abandonar el cigarrillo puede ser provechosa. Los profesionales deben preguntar a los pacientes si fuman y ofrecer a los fumadores ayuda para suspender el hábito. Las estrategias actuales para eliminar el tabaquismo reconocen que se trata de una adicción (cap. 470). El fumador que suspende el consumo pasa por un proceso de etapas identificables que consisten en la intención de eliminar el hábito, una fase de acción en la que suspende el consumo y una fase de mantenimiento. Los fumadores que eliminan por completo el tabaco tienen mayor probabilidad de éxito que los que reducen de forma gradual el número de cigarrillos o cambian a variedades con menos alquitrán o nicotina. Más de 90% de los estadounidenses que logra dejar de fumar lo hace por sí mismos, sin participación en algún programa organizado para dejar de fumar, aunque dichos programas son útiles para otros fumadores. El Community Intervention Trial for Smoking Cessation (COMMIT) fue un programa de cuatro años que mostró que los fumadores moderados (<25 cigarrillos al día) tenían mayor probabilidad de beneficiarse con mensajes sencillos en los que se les anima a eliminar el tabaquismo y con los programas de suspensión que aquellos que no se exponían a ninguna intervención. Las tasas de suspensión fueron 30.6% en el grupo con intervención y 27.5% en el grupo testigo. Las intervenciones de COMMIT no tuvieron éxito en los fumadores empedernidos (>25 cigarrillos diarios). Es probable que éstos necesiten un programa de suspensión intensivo y amplio que incluya asesoría, estrategias conductuales y fármacos complementarios, como sustitución de nicotina (goma de mascar, parches, aerosoles, pastillas e inhaladores), bupropión o vareniclina. Los riesgos para la salud de los puros son similares a los de los cigarrillos. El consumo de uno o dos puros al día duplica el riesgo de cáncer bucal y esofágico; tres o cuatro diarios incrementan el riesgo de cáncer bucal más de ocho veces, y el esofágico, más de cuatro. Se desconocen los riesgos del uso ocasional. El tabaco sin humo también representa un riesgo sustancial para la salud. El tabaco para mascar es un carcinógeno vinculado con caries dental, gingivitis, leucoplaquia bucal y cáncer bucal. Los efectos sistémicos del tabaco sin humo (incluido el rapé) podrían aumentar los riesgos de otras neoplasias malignas. El cáncer esofágico se relaciona con los carcinógenos del tabaco diluidos en la saliva y deglutidos. Los efectos netos de los cigarrillos electrónicos en la salud no están bien estudiados. Existe un debate acerca de si ayudan a suspender el tabaquismo o sirven como “inicio” para que los niños no fumadores adquieran el hábito de fumar. ACTIVIDAD FÍSICA La actividad física se relaciona con menor riesgo de cáncer de colon y mamario. Se han propuesto varios mecanismos, pero tales estudios tienden a incluir factores de confusión, como sesgos en el recuerdo, relación del ejercicio con otras prácticas relacionadas con la salud y efectos del cáncer preclínico en los hábitos de ejercicio (causalidad inversa). MODIFICACIÓN DE LA ALIMENTACIÓN Estudios epidemiológicos internacionales sugieren que las dietas ricas en grasas se acompañan de mayor riesgo de neoplasias malignas mamarias, colónicas, prostáticas y endometriales. Estos tumores alcanzan la mayor incidencia y mortalidad en culturas occidentales, en las que la grasa aporta un tercio del total de calorías consumidas. A pesar de las relaciones, no se ha demostrado que la grasa de los alimentos cause cáncer. Estudios epidemiológicos de casos y testigos, y de cohorte tuvieron resultados contradictorios. Además, la dieta representa una exposición muy compleja a muchos nutrientes y químicos. Las dietas con poco contenido de grasa se acompañan de muchos cambios, aparte de la simple sustracción de los lípidos. El cumplimiento de una dieta baja en grasas se relaciona con otros cambios en el estilo de vida. En estudios de observación, la fibra alimenticia se relaciona con menor riesgo de pólipos colónicos y cáncer invasivo del colon. Sin embargo, no se han demostrado los efectos protectores anticancerosos del aumento de la fibra y la reducción de la grasa de los alimentos en el contexto de un estudio clínico prospectivo. Los mecanismos protectores putativos son complejos y tema de especulación. La fibra se une con los ácidos biliares oxidados y genera productos de fibra soluble, como el butirato, que podrían tener propiedades diferenciadoras. La fibra no aumenta el tiempo de tránsito intestinal. Dos grandes estudios prospectivos de cohortes con >100 000 profesionales de la salud no mostró relación entre el consumo de frutas y verduras y el riesgo de cáncer. El Polyp Prevention Trial distribuyó al azar a 2 000 ancianos a quienes se les habían extirpado pólipos para recibir una dieta con poca grasa y rica en fibra o una dieta habitual durante cuatro años. No se observaron diferencias en la formación de pólipos. La Women’s Health Initiative de los National Institutes of Health de Estados Unidos, iniciada en 1994, fue un estudio clínico de largo plazo con >100 000 mujeres de edades entre 45 a 69 años. El estudio las clasificó en 22 grupos de intervención. Las participantes recibieron calcio y complemento de vitamina D; tratamiento de sustitución hormonal, y asesoría para aumentar el ejercicio, llevar una dieta con poca grasa, aumentar el consumo de frutas, verduras y fibra, y eliminar el tabaquismo. El estudio mostró que, aunque el consumo de grasa consumida fue menor en el grupo con intervención dietética, los cánceres mamarios invasivos no se redujeron en un periodo de seguimiento de ocho años en comparación con el grupo testigo. No se observó un descenso en la incidencia de cáncer colorrectal en el grupo con intervención dietética. La diferencia en la grasa alimenticia entre ambos grupos fue ~10% en promedio. La evidencia actual no establece el valor anticancerígeno de los complementos de vitaminas, minerales y nutricionales en cantidades mayores a las que aporta una dieta balanceada. EQUILIBRIO ENERGÉTICO Parece que el riesgo de neoplasias malignas aumenta conforme se incrementa el índice de masa corporal a más de 25 kg/m2. La obesidad se acompaña de un mayor riesgo de cáncer de colon, mama (posmenopáusicas), endometrio, riñón (células renales) y esófago, aunque no se ha establecido la causalidad. En estudios de observación, los riesgos relativos de cáncer de colon aumentan en presencia de obesidad, 1.5 a 2 en varones y 1.2 a 1.5 en mujeres. Las posmenopáusicas obesas tienen un riesgo 30 a 50% mayor de cáncer mamario. Una hipótesis sobre esta relación es que el tejido adiposo sirve como depósito de la aromatasa, lo que facilita la síntesis de estrógeno. PROTECCIÓN CONTRA LA LUZ SOLAR El cáncer cutáneo distinto al melanoma (basocelular y espinocelular) se induce por la exposición acumulada a radiación ultravioleta (UV). La exposición solar aguda intermitente y el daño solar se vinculan con el melanoma, pero la evidencia no es consistente. Las quemaduras solares, sobre todo en la infancia y adolescencia, pueden relacionarse con mayor riesgo de melanoma en la edad adulta. La disminución de la exposición solar mediante el uso de ropa protectora y cambio en los patrones de actividades a la intemperie pueden disminuir el riesgo de cáncer cutáneo. Los filtros solares reducen el riesgo de queratosis actínica, precursor de las neoplasias malignas de la piel, pero es probable que no reduzcan el riesgo de melanoma. Los filtros solares impiden la quemadura, pero podrían favorecer la exposición más prolongada al sol y es factible que no filtren las longitudes de onda que genera el melanoma. Las intervenciones educativas que ayudan a los individuos a valorar con exactitud su riesgo de padecer cáncer cutáneo tienen cierto efecto. En particular, las intervenciones conductuales enfocadas a la apariencia en mujeres jóvenes pueden reducir el uso de bronceado en interiores y otras formas de exposición UV. La autoexploración para valorar las características del pigmento cutáneo relacionadas con los tumores malignos, como efélides, puede ayudar a identificar a las personas con riesgo alto. Aquellas que se reconocen a sí mismas con riesgo tienden a cumplir mejor las recomendaciones de evitar la luz solar. Los factores de riesgo para el melanoma incluyen propensión a las quemaduras solares, una gran cantidad de nevos melanocíticos y nevos atípicos. QUIMIOPREVENCIÓN DEL CÁNCER La quimioprevención implica el uso de sustancias químicas naturales o sintéticas para revertir, suprimir o evitar la carcinogénesis antes que se desarrolle una neoplasia invasiva. Los tumores malignos se desarrollan por la acumulación de anomalías hísticas relacionadas con cambios genéticos y epigenéticos, y las vías de crecimiento regulatorio, factores potenciales de intervención preventiva. Los primeros cambios se denominan iniciación. La alteración puede ser hereditaria o adquirida a través de la actividad de carcinógenos físicos, infecciosos o químicos. Como la mayor parte de las enfermedades humanas, el cáncer surge de la interacción entre factores genéticos y exposiciones ambientales (cuadro 100-1). Las influencias que causan que la célula iniciada y su microambiente tisular circundante avancen en el proceso carcinógeno y cambie de fenotipo se llaman promotores. Éstos incluyen hormonas como los andrógenos, vinculados con el cáncer prostático, y los estrógenos, relacionados con neoplasias de mama y endometrio. A veces la distinción entre un iniciador y un promotor es arbitraria; algunos componentes del humo del tabaco son “carcinógenos completos”, al actuar como iniciadores y pro- CUADRO 1001 Cancerígenos sospechosos Cancerígenosa Cáncer o neoplasia asociados Fármacos alquilantes Andrógenos Aminas aromáticas (pigmentos) Arsénico Asbesto Benceno Cromo Dietilestilbestrol (prenatal) Virus Epstein-Barr Estrógenos Alcohol etílico Helicobacter pylori Leucemia mieloide aguda, cáncer vesical Cáncer prostático Cáncer vesical considerados iniciadores y promotores del cáncer o ambos. motores. Las neoplasias malignas pueden evitarse o controlarse si se interfiere en los factores que inducen su iniciación, promoción o progresión. Los compuestos de importancia en la quimioprevención a menudo tienen actividad antimutagénica, de modulación hormonal, antiinflamatoria, antiproliferativa o proapoptósica (o una combinación de varias). QUIMIOPREVENCIÓN DE CÁNCERES EN EL TUBO DIGESTIVO ALTO El tabaquismo causa lesión epitelial difusa en la cavidad bucal, cuello, esófago y pulmones. Los pacientes curados de cáncer epidermoide de pulmones, esófago, cavidad bucal y cuello tienen riesgo (hasta 5% por año) de padecer segundos tumores de la vía aereodigestiva. La eliminación del tabaquismo no disminuye mucho el riesgo del paciente curado de tener una segunda neoplasia, aunque sí disminuye el riesgo de cáncer en los que no lo han tenido antes. La eliminación del tabaquismo podría detener las etapas iniciales del proceso carcinógeno (como la metaplasia), pero es probable que no tenga efecto en las etapas avanzadas. Esta hipótesis de “carcinogénesis de campo” para los tumores de la vía aereodigestiva alta convirtió a los pacientes “curados” en una población importante para la quimioprevención de segundas neoplasias malignas. La infección bucal por el virus del papiloma humano (HPV), sobre todo HPV-16, aumenta el riesgo de cáncer bucofaríngeo. Esta relación existe incluso en ausencia de otros factores de riesgo, como tabaquismo o consumo de alcohol (aunque al parecer la magnitud del incremento del riesgo es mayor cuando están presentes tanto la infección por HPV como el tabaquismo). Se cree que la infección bucal por HPV se adquiere sobre todo por contacto sexual. Aunque por ahora no hay evidencia directa que Prevención y detección oportuna del cáncer a Agentes QUIMIOPREVENCIÓN DEL CÁNCER DE COLON Muchos estudios de prevención del cáncer de colon se basan en la premisa de que la mayoría de estos tumores se desarrolla a partir de pólipos adenomatosos. Estos estudios utilizan la recurrencia o desaparición del adenoma como parámetro de valoración sustituto (aún no validado) para la prevención del cáncer colónico. Los estudios clínicos iniciales sugieren que los fármacos antiinflamatorios no esteroideos (NSAID, nonsteroidal anti-inflammatory drugs), como piroxicam, sulindac y ácido acetilsalicílico, podrían evitar la formación de adenomas o inducir la regresión de pólipos adenomatosos. Se desconoce el mecanismo de acción de los NSAID, pero se presume que actúan a través de la vía de la ciclooxigenasa. Aunque dos estudios con asignación al azar de grupos testigo (el Physicians’ Health Study y el Women’s Health Study) no mostraron un efecto del ácido acetilsalicílico en la incidencia de cáncer o adenoma colónico en personas sin antecedente de lesiones en el colon después de 10 años de tratamiento, estos estudios mostraron una reducción aproximada al 18% en el riesgo relativo de adenoma colónico en personas con antecedente de adenomas después de un año. Los datos acumulados de estudios de observación de cohortes demuestran una reducción relativa de 22 y 28% en la incidencia de cáncer y adenoma colorrectal, respectivamente, con el uso regular de ácido acetilsalicílico. Asimismo, un metaanálisis bien conducido de cuatro estudios con grupos testigo y distribución al azar (aunque diseñado sobre todo para examinar los efectos del ácido acetilsalicílico en los episodios cardiovasculares) encontró que el ácido acetilsalicílico en dosis de al menos 75 mg produce una reducción relativa de 24% en la incidencia de cáncer colorrectal después de 20 años, sin un aumento claro en la eficacia con dosis más altas. También se han considerado los inhibidores de la ciclooxigenasa-2 (COX-2) para la prevención de cáncer y pólipos colorrectales. Se iniciaron estudios con inhibidores de COX-2, pero se observó un aumento del riesgo de episodios cardiovasculares entre los que tomaban estos fármacos, lo que sugiere que no son adecuados para la quimioprevención en la población general. 477 CAPÍTULO 100 Cáncer pulmonar, cutáneo Cáncer de pulmón, pleura, peritoneo Leucemia mielocítica aguda Cáncer pulmonar Cáncer vaginal (células claras) Linfoma de Burkitt, linfoma nasal de linfocitos T Cáncer de endometrio, hígado, mama Cáncer de hígado, esófago, cabeza y cuello Cáncer gástrico, linfoma de tejido linfoide asociado a la mucosa (MALT) gástrico Virus de hepatitis B o C Cáncer hepático Virus de inmunodeficiencia Linfoma no Hodgkin, sarcoma de Kaposi, carcihumana nomas epidermoides (sobre todo en aparato urogenital) Virus del papiloma humano Cáncer del cuello uterino, anal, bucofaríngeo Virus linfotrópico de linfocitos Leucemia/linfoma de linfocitos T en adulto T humanos tipo I (HTLV-1) Fármacos inmunodepresores Linfoma no Hodgkin (azatioprina, ciclosporina, glucocorticoides) Radiación ionizante (terapéu- Mama, vejiga, tiroides, tejido blando, hueso, tica o diagnóstica) hemopoyético y muchos más Gas mostaza nitrogenada Cáncer de pulmón, cabeza y cuello, senos paranasales Polvo de níquel Cáncer pulmonar, senos paranasales Escape de diesel Cáncer pulmonar (mineros) Fenacetina Cáncer de pelvis renal y vejiga Hidrocarburos policíclicos Cáncer de pulmón, piel (sobre todo carcinoma espinocelular de piel escrotal) Gas radón Cáncer pulmonar Esquistosomosis Cáncer vesical (epidermoide) Luz solar (ultravioleta) Cáncer cutáneo (espinocelular y melanoma) Tabaco (incluso sin humo) Cáncer de la vía aerodigestiva, vejiga Cloruro de vinilo Cáncer hepático (angiosarcoma) confirme esta hipótesis, la introducción de la vacuna contra HPV podría reducir al final las tasas de cáncer bucofaríngeo. La leucoplaquia bucal, una lesión premaligna observada a menudo en los fumadores, se ha usado como marcador intermedio que permite demostrar la actividad quimiopreventiva en estudios pequeños de grupos testigo con asignación al azar, de corta duración con placebo. La respuesta guardó relación con el incremento del receptor β para ácido retinoico (RAR-β). El tratamiento con dosis altas y relativamente tóxicas de isotretinoína (ácido 13-cis-retinoico) induce regresión de la leucoplaquia bucal. Sin embargo, las lesiones recurren cuando se suspende el tratamiento, lo que sugiere la necesidad de administración prolongada. Las dosis más tolerables de isotretinoína no han logrado evitar las neoplasias malignas de cabeza y cuello. Este fármaco tampoco pudo evitar segundas neoplasias en sujetos curados de cáncer pulmonar no microcítico en etapa inicial; en realidad, las tasas de mortalidad se incrementaron en los fumadores activos. Varios estudios de gran escala valoraron fármacos como quimioprevención de cáncer pulmonar en pacientes de alto riesgo. En el α-tocopherol/β-carotene (ATBC) Lung Cancer Prevention Trial, los participantes eran varones que tenían entre 50 y 69 años al momento de inscribirse en el estudio y fumaban en promedio una cajetilla de cigarrillos al día desde hacía 35.9 años. Los participantes recibieron tocoferol alfa, caroteno beta y placebo o ambos, con un diseño aleatorizado factorial 2 × 2. Después de una mediana de seguimiento de 6.1 años, la incidencia y mortalidad por cáncer pulmonar tuvo un aumento con significación estadística en los que recibieron caroteno beta. El tocoferol alfa no tuvo efecto en la mortalidad por cáncer pulmonar y no hubo evidencia que indicara interacción entre ambos fármacos. Los pacientes que recibieron tocoferol alfa tuvieron mayor incidencia de apoplejía hemorrágica. El β-Carotene and Retinol Efficacy Trial (CARET) incluyó 17 000 fumadores estadounidenses y trabajadores expuestos a asbesto. Los sujetos se distribuyeron al azar a uno de cuatro grupos y recibieron caroteno beta, retinol o placebo con un diseño factorial 2 × 2. Este estudio también mostró daño con el caroteno beta; una tasa de cáncer pulmonar de cinco por 1 000 sujetos por año entre los que tomaron placebo y de seis por 1 000 por año entre los receptores de caroteno beta. Los resultados de los estudios ATBC y CARET demuestran la importancia de comprobar de forma minuciosa las hipótesis de la quimioprevención antes de generalizar su aplicación, ya que los resultados contradicen varios estudios de observación. El Physician’s Health Trial no mostró cambio en el riesgo de cáncer pulmonar entre los que usaron caroteno beta, pero un porcentaje menor de los participantes era fumador en comparación con los sujetos de los estudios ATBC y CARET. 478 PARTE 7 Los estudios epidemiológicos sugieren que las dietas ricas en calcio disminuyen el riesgo de cáncer de colon. El calcio se une con la bilis y los ácidos grasos, que causan proliferación del epitelio colónico. Se formuló la hipótesis de que el calcio reduce la exposición intraluminal a estos compuestos. En el estudio controlado con asignación al azar Calcium Polyp Prevention Study se observó que el calcio complementario disminuye el riesgo absoluto de recurrencia de pólipos adenomatosos en 7% a cuatro años; el seguimiento extendido por observación demostró una reducción del riesgo absoluto de 12% cinco años después de suspender el tratamiento. Sin embargo, en la Women’s Health Initiative el uso combinado de carbonato de calcio y vitamina D dos veces al día no redujo la incidencia de cáncer colorrectal invasivo en comparación con placebo luego de siete años. La Women’s Health Initiative demostró que las posmenopáusicas que toman estrógeno más progestina tienen un riesgo 44% menor de cáncer colorrectal en comparación con las que toman placebo. De las más de 16 600 mujeres distribuidas al azar y vigiladas durante una mediana de 5.6 años, se observaron 43 cánceres colorrectales invasivos en el grupo con hormonas y 72 en el grupo placebo. El efecto positivo en los tumores de colon se reduce con el aumento modesto de los riesgos cardiovascular y de cáncer mamario relacionados con el tratamiento combinado con estrógeno y progestina. Un estudio de casos y testigos sugirió que las estatinas disminuyen la incidencia de cáncer colorrectal; sin embargo, varios estudios posteriores de casos y testigos, y de cohortes no demostraron un vínculo entre el uso regular de estatina y la reducción del riesgo de esta neoplasia. No hay estudios de grupos testigo y asignación al azar que hayan valorado esta hipótesis. Un metaanálisis del uso de estatina no mostró un efecto protector de estos fármacos sobre la incidencia general de cáncer o la mortalidad. Oncología y hematología QUIMIOPREVENCIÓN DEL CÁNCER MAMARIO El tamoxifeno es un antiestrogénico y tiene acción agonista parcial del estrógeno en algunos tejidos, como el endometrio y el hueso. Uno de sus efectos es el aumento del factor transformador del crecimiento beta, que disminuye la proliferación de células mamarias. En estudios con asignación al azar, controlados con placebo para valorar tamoxifeno como tratamiento adyuvante en cáncer mamario, este fármaco redujo en más de un tercio el número de neoplasias nuevas en la mama contralateral. En un estudio de prevención con asignación al azar, controlado con placebo que incluyó >13 000 mujeres con riesgo alto, el tamoxifeno disminuyó el riesgo de neoplasia maligna mamaria en 49% (de 43.4 a 22 por cada 1 000 mujeres) luego de una mediana de seguimiento cercana a seis años. El tamoxifeno también redujo las fracturas óseas; se observó un ligero incremento del riesgo de cáncer endometrial, apoplejía, embolia pulmonar y trombosis venosa profunda. El International Breast Cancer Intervention Study (IBIS-I) y el Italian Randomized Tamoxifen Prevention Trial también mostraron una reducción en la incidencia de cáncer mamario con el uso de este fármaco. Un estudio que comparó el tamoxifeno con otro modulador selectivo del receptor de estrógenos, raloxifeno, mostró que éste es similar al tamoxifeno en la prevención de cáncer. Este estudio sólo incluyó posmenopáusicas. El raloxifeno se relacionó con más cánceres mamarios invasores y una tendencia a más cánceres mamarios no invasores, pero menos episodios tromboembólicos que con el tamoxifeno; ambos fármacos resultaron similares en el riesgo de otros cánceres, fracturas, cardiopatía isquémica y apoplejía. La U.S. Food and Drug Administration (FDA) aprobó tanto el tamoxifeno como el raloxifeno (éste sólo en mujeres posmenopáusicas) para reducir el cáncer mamario en mujeres con alto riesgo de la enfermedad (riesgo de 1.66% a cinco años con base en el modelo de riesgo de Gail: http://www.cancer.gov/bcrisktool/). Como los inhibidores de la aromatasa son incluso más efectivos que el tamoxifeno como fármacos adyuvantes en el tratamiento del cáncer mamario, se postuló la hipótesis de que serían más efectivos en la prevención del cáncer mamario. Un estudio con distribución al azar, controlado con placebo de exemestano informó una reducción relativa de 65% (de 5.5 a 1.9 por cada 1 000 mujeres) en la incidencia de cáncer mamario invasor en mujeres con riesgo alto después de una mediana de seguimiento aproximada de tres años. Los efectos secundarios frecuentes incluyeron artralgias, bochornos, fatiga e insomnio. Ningún estudio ha hecho una comparación directa de los inhibidores de la aromatasa con los moduladores selectivos del receptor de estrógenos para la quimioprevención del cáncer mamario. QUIMIOPREVENCIÓN DEL CÁNCER PROSTÁTICO La finasterida y dutasterida son inhibidores de la reductasa-5α. Dichos fármacos inhiben la conversión de testosterona en dihidrotestosterona (DHT), un potente estimulante de la proliferación celular prostática. El Prostate Cancer Prevention Trial (PCPT) distribuyó al azar a varones de 55 años de edad o más con riesgo promedio para cáncer prostático para recibir finasterida o placebo. Todos los sujetos del estudio se sometieron a detección regular con antígeno prostático específico (PSA, prostate-specific antigen) y examen rectal digital. Después de siete años de tratamiento, la incidencia de cáncer prostático era de 18.4% en el grupo con finasterida y 24.8% en el grupo placebo, una diferencia con significación estadística. Sin embargo, el grupo con finasterida tenía más pacientes con tumores de Gleason calificación 7 o más, con respecto al grupo placebo (6.4 frente a 5.1%). Un dato tranquilizador fue que el seguimiento a largo plazo (10 a 15 años) no reveló diferencias significativas en la mortalidad general entre todos los varones de los grupos con finasterida y placebo, ni en los varones con diagnóstico de cáncer prostático; las diferencias en el cáncer prostático en favor de la finasterida persistieron. La dutasterida también se valoró como fármaco preventivo para el cáncer prostático. El estudio Reduction by Dutasteride of Prostate Cancer Events (REDUCE) fue un estudio doble ciego en el que cerca de 8 200 varones con cifras altas de PSA (2.5 a 10 ng/mL en varones de 50 a 60 años y 3 a 10 ng/mL para los de 60 años o más) y biopsia prostática negativa al momento de inscribirse en el estudio recibieron 0.5 mg al día de dutasterida o placebo. El estudio señaló una reducción de 23% con significación estadística en el riesgo relativo de incidencia de cáncer prostático detectado por biopsia en el grupo con dutasterida a los cuatro años de tratamiento (659 casos frente a 858 casos, respectivamente). En general, entre los años uno y cuatro no hubo diferencia entre los grupos respecto al número de tumores con calificación de Gleason de 7 a 10. Sin embargo, durante los años 3 y 4 hubo una diferencia estadísticamente significativa en los tumores con calificación de Gleason de 8 a 10 en el grupo con dutasterida (12 tumores frente a un tumor, de manera respectiva). La importancia clínica del aumento aparente en la incidencia de tumores de grado más alto en los grupos con inhibidor de la reductasa-5α de estos estudios es controversial. Es probable que representen una mayor sensibilidad del PSA y el examen rectal digital para los tumores de grado alto en varones que reciben estos fármacos. La FDA analizó ambos estudios y determinó que el uso de un inhibidor de la reductasa-5α para la quimioprevención del cáncer prostático resultaría en la prevención de un cáncer prostático adicional de grado alto (calificación de Gleason 8 a 10) por cada tres a cuatro tumores de grado bajo (calificación de Gleason <6) evitado. Aunque reconoció que un posible sesgo en la detección podría haber explicado el dato, señaló que no podía descartarse de manera concluyente la función causal de los inhibidores de la reductasa-5α. Por tanto, estos fármacos están aprobados por la FDA para evitar el cáncer prostático. Como todos los varones de los estudios PCPT y REDUCE se mantuvieron en detección y como ésta casi duplica la tasa de cáncer prostático, no se sabe si la finasterida o la dutasterida disminuyen el riesgo de cáncer prostático en varones que no se someten a detección. Varios estudios de laboratorio y observación favorables condujeron a la valoración formal del selenio y el tocoferol alfa (vitamina E) como posibles profilácticos de las neoplasias prostáticas malignas. El Selenium and Vitamina E Cancer Prevention Trial (SELECT) distribuyó a 35 533 varones para recibir 200 μg al día de selenio, 400 UI al día de tocoferol alfa, selenio más vitamina E o placebo. Después de una mediana de seguimiento de siete años, se observó una tendencia a un mayor riesgo de desarrollar cáncer prostático entre los varones que tomaban vitamina E sola, en comparación con el grupo placebo (tasas de riesgo inmediato 1.17; intervalo de confianza a 95%, 1.004 a 1.36). VACUNAS Y PREVENCIÓN DEL CÁNCER Varios agentes infecciosos causan cáncer. La hepatitis B y la C se vinculan con neoplasias malignas del hígado; algunas cepas del virus del papiloma humano (HPV) se relacionan con cáncer del cuello uterino, anal, de cabeza y cuello, y Helicobacter pylori se relaciona con adenocarcinoma gástrico y linfoma gástrico. Las vacunas para proteger contra estos agentes podrían reducir el riesgo de las neoplasias malignas con las que se vinculan. La vacuna de la hepatitis B es eficaz para evitar la hepatitis y hepatomas causados por hepatitis B crónica. En Estados Unidos está disponible una vacuna tetravalente para HPV (cubre cepas 6, 11, 16 y 18 del virus) y una vacuna bivalente (cepas 16 y 18 de HPV). Los tipos 16 y 18 de HPV causan cáncer del cuello uterino y anal; la reducción de estos tipos del virus podría evitar >70% de los cánceres de cuello uterino en todo el mundo. Los tipos 6 y 11 de HPV causan papilomas genitales. Para personas no infectadas con anterioridad con estas ce- pas de HPV, las vacunas resultaron muy eficaces para evitar las infecciones persistentes por cepas específicas de HPV. Sin embargo, los estudios y subestudios que valoraron la capacidad de las vacunas para evitar el cáncer del cuello uterino y anal se basaron en mediciones de resultados sustitutos (neoplasia intraepitelial del cuello uterino y anal [CIN o AIN] I, II y III), y por ahora se desconoce el grado de durabilidad de la respuesta inmunitaria después de cinco años. Las vacunas no parecen influir en las infecciones preexistentes; la eficacia parece mucho menor en las poblaciones que habían estado expuestas a las cepas de HPV específicas de la vacuna. La vacuna se recomienda para niñas y mujeres de nueve a 26 años de edad. PREVENCIÓN QUIRÚRGICA DEL CÁNCER Trastorno presente Trastorno ausente a c b d La proporción de personas con el trastorno que tienen resultado positivo: a/(a + c) Especificidad La proporción de personas sin el trastorno que tienen resultado negativo: d/(b + d) Valor predictivo positivo La proporción de personas con resultado posi(PPV) tivo que tienen el trastorno: a/(a + b) Valor predictivo negativo La proporción de personas con resultado negativo que no tienen el trastorno: d/c + d) La prevalencia, sensibilidad y especificidad determinan el PPV PPV " prevalencia w sensibilidad (prevalencia w sensibilidad) + (1  prevalencia)(1  especificidad) a Para enfermedades con prevalencia baja, como cáncer, la especificidad baja tiene un efecto secundario drástico en el PPV, de manera que sólo un pequeño porcentaje de las pruebas positivas son positivos verdaderos. un tumor particular brinde opciones terapéuticas y suscite dilemas éticos. A la larga, permitiría que la intervención oportuna evitara el cáncer o limitara su gravedad. Es posible que las personas con alto riesgo fueran candidatos ideales para la quimioprevención y detección, pero es preciso investigar la eficacia de estas intervenciones en la población de alto riesgo. En la actualidad, las personas con riesgo alto de una neoplasia maligna particular pueden mantenerse bajo detección intensiva. Aunque esta conducta clínica es razonable, no se sabe si reduce la mortalidad en este tipo de población. La exactitud de la detección La exactitud de la prueba de detección o la capacidad para discriminar la enfermedad se describe mediante cuatro índices: sensibilidad, especificidad, valor predictivo positivo y valor predictivo negativo (cuadro 100-2). La sensibilidad, también llamada tasa positiva verdadera, es el porcentaje de personas con la enfermedad que tiene resultado positivo en la detección (o sea, la capacidad de la prueba para detectar la enfermedad cuando está presente). La especificidad, o 1 menos la tasa positiva falsa, es la proporción de personas que no tiene la enfermedad y tiene resultado negativo en la prueba de detección (o sea, la capacidad de una prueba para identificar en forma correcta que la enfermedad no existe). El valor predictivo positivo es la proporción de personas con resultado positivo y que en verdad tienen la enfermedad. De igual manera, el valor predictivo negativo es la proporción que tiene resultado negativo entre los que no presentan la enfermedad. La sensibilidad y especificidad de una prueba son independientes de la prevalencia subyacente (o riesgo) del trastorno en la población sometida a detección, pero los valores predictivos dependen mucho de la prevalencia de la enfermedad. La detección es más beneficiosa, eficaz y económica cuando la enfermedad en cuestión es frecuente en la población estudiada. La especificidad es al menos tan importante para la factibilidad y éxito finales de una prueba de detección. Sesgos potenciales en las pruebas de detección Los sesgos frecuentes en la detección son el de anticipación diagnóstica, el muestreo con sesgo de duración y la selección. Estos sesgos pueden hacer que una prueba de detección que parece provechosa en realidad no lo sea (o incluso cause daño). Ya sea beneficiosa o no, la detección puede crear la falsa impresión de una epidemia al incrementar el número de neoplasias malignas diagnosticadas. También puede ocasionar un cambio en la proporción de pacientes diagnosticados en una etapa inicial y estadísticas de supervivencia infladas sin que reduzca la mortalidad (o sea, el número de muertes por un cáncer determinado en relación con el número de los sujetos con riesgo del tumor). En tal caso, la duración aparente de la supervivencia (medida desde la fecha del diagnóstico) aumenta sin que se salven vidas o se modifique la esperanza de vida. El sesgo de anticipación diagnóstica ocurre sin importar que una prueba influya o no en la evolución natural de la enfermedad; tan sólo se establece el diagnóstico en una fecha más temprana. Parece que la supervivencia aumenta incluso si en realidad la vida no se prolonga. La prueba de detección sólo prolonga el tiempo que el sujeto está consciente de la enfermedad y pasa como paciente. Prevención y detección oportuna del cáncer DETECCIÓN SISTEMÁTICA DEL CÁNCER La detección es un medio para descubrir la enfermedad de manera oportuna en sujetos asintomáticos, con la finalidad de disminuir la morbilidad y la mortalidad. Aunque la detección puede reducir las muertes específicas por la enfermedad y se ha demostrado que así ocurre en caso de tumores del cuello uterino, colónicos y mamarios, también está expuesta a diversos sesgos que podrían sugerir un beneficio cuando en realidad no existe. Los sesgos, incluso, pueden ocultar algún daño real. La sola detección oportuna no brinda ningún beneficio. El parámetro de valoración preferible es la mortalidad específica por la causa, y no la supervivencia después del diagnóstico (véase más adelante). Como las pruebas de detección sistemática se realizan en personas asintomáticas y sanas, deben ofrecer una probabilidad sustancial de beneficio que supere el daño. Debe valorarse con cuidado el tipo de prueba, así como su empleo adecuado, antes de recomendar su empleo generalizado en programas de detección, como tema de política pública. Cada vez más mutaciones genéticas y polimorfismos nucleotídicos se vinculan con el incremento del riesgo de neoplasias malignas. En teoría, las pruebas para estas mutaciones genéticas podrían definir a la población de alto riesgo. Sin embargo, la mayor parte de las mutaciones identificadas tienen penetrancia muy baja y en forma individual tienen una exactitud predictiva mínima. Tal vez algún día, la posibilidad de predecir el desarrollo de Prueba positiva Prueba negativa a = positivo verdadero b = positivo falso c = negativo falso d = negativo verdadero Sensibilidad 479 CAPÍTULO 100 Algunos órganos de algunas personas tienen un riesgo tan alto de desarrollar cáncer que podría considerarse la extirpación quirúrgica del órgano en cuestión. Las mujeres con displasia del cuello uterino grave se tratan con láser o escisión electroquirúrgica de asa o conización y, a veces, incluso con histerectomía. La colectomía se usa para evitar el cáncer de colon en personas con poliposis familiar o colitis ulcerosa. Puede optarse por la mastectomía bilateral profiláctica para la prevención del cáncer mamario entre las mujeres con predisposición genética a esta enfermedad. En una serie prospectiva de 139 mujeres con mutaciones BRCA1 y BRCA2, 76 decidieron someterse a mastectomía profiláctica y 63 optaron por la vigilancia rigurosa. A los tres años no se había diagnosticado ningún caso de cáncer mamario en las que optaron por la intervención quirúrgica, pero ocho mujeres del grupo con vigilancia habían desarrollado la enfermedad. Un estudio de cohortes retrospectivo más grande (n = 639) informó que tres pacientes padecieron cáncer mamario después de la mastectomía profiláctica, en comparación con la incidencia esperada de 30 a 53 casos: una reducción de 90 a 94% en el riesgo de neoplasia maligna. Las muertes relacionadas con cáncer mamario posterior a mastectomía se redujeron en 81 a 94% en las mujeres de alto riesgo, en comparación con sus hermanas que sirvieron como grupo testigo, y en 100% entre las mujeres con riesgo moderado, en comparación con las tasas anticipadas. La ovariectomía profiláctica también puede recurrirse para evitar cánceres ovárico y mamario en las mujeres de alto riesgo. Un estudio prospectivo de cohorte valoró los resultados de portadoras de la mutación BRCA y demostró una relación estadísticamente significativa entre la ovariectomia profiláctica y una menor incidencia de cáncer ovárico o peritoneal primario (reducción de 36% en el riesgo relativo, o una diferencia absoluta de 4.5%). Los estudios de ovariectomía profiláctica para la prevención de cáncer mamario en mujeres con mutaciones genéticas mostraron reducciones cercanas al 50% en el riesgo relativo; la reducción del riesgo puede ser mayor para mujeres que se someten al procedimiento a menor edad (p. ej., <50 años). Toda la evidencia sobre el uso de la mastectomía y ovariectomía profilácticas para la prevención del cáncer mamario y ovárico en mujeres de alto riesgo se ha obtenido por observación; estos estudios son proclives a diversos tipos de sesgos, incluidos sesgos en la selección de casos, relaciones familiares entre pacientes y grupos testigo, e información inadecuada sobre el uso de hormonas. Por tanto, es posible que sobrestimen la magnitud del beneficio. CUADRO 1002 Análisis del valor de una prueba diagnósticaa 480 El muestreo con sesgo de duración ocurre porque las pruebas de detección casi siempre detectan con más facilidad las neoplasias de crecimiento lento y menos malignas que las de crecimiento rápido. En promedio, las neoplasias malignas diagnosticadas porque los síntomas se inician entre un estudio programado de detección y otro son más malignas y los resultados terapéuticos no son tan favorables. Una forma extrema del muestreo con sesgo de duración se denomina sobrediagnóstico, que es la detección de una “pseudoenfermedad”. El conjunto de algunos tumores de crecimiento lento no detectado es grande. Muchas de estas lesiones cumplen los criterios histológicos de cáncer, pero nunca alcanzan importancia clínica ni causan la muerte. Este problema se complica por el hecho de que la mayor parte de las neoplasias malignas ocurren más a menudo a edades en las que es más frecuente que haya varias causas de muerte. El sesgo de selección debe tenerse en cuenta cuando se analizan los resultados de cualquier estudio de detección. La población con mayor probabilidad de buscar atención podría diferir de la población general a la que se aplicaría la prueba de detección. En general, los voluntarios para los estudios están más preocupados de su salud y es probable que tengan mejor pronóstico o menor tasa de mortalidad, cualquiera que sea el resultado de la detección. Esto se conoce como efecto del voluntario sano. PARTE 7 Oncología y hematología Limitaciones potenciales de la detección Los riesgos relacionados con la detección incluyen daño causado por la intervención misma, daño por la investigación adicional en personas con resultados positivos (positivos verdaderos o falsos) y daño por el tratamiento de personas con un resultado positivo verdadero, ya sea que su vida se prolongue o no con el tratamiento (p. ej., incluso si una prueba de detección reduce la mortalidad por la causa específica en 20 a 30%, de los pacientes diagnosticados 70 a 80% morirán de cualquier manera por el cáncer en cuestión). El diagnóstico y tratamiento de los tumores que nunca habrían causado problemas médicos puede conducir al perjuicio por tratamiento innecesario, además de generar ansiedad al paciente por el diagnóstico. El efecto psicosocial de la aplicación de pruebas de detección sistemática del cáncer también puede ser sustancial cuando se aplica a toda la población. Valoración de las pruebas de detección Un estudio clínico bien diseñado puede contrarrestar algunos sesgos de la detección y demostrar los riesgos relativos y beneficios de una prueba de detección. Un estudio de detección con asignación al azar controlado cuyo criterio de valoración es la mortalidad por la causa específica brinda el mejor respaldo a una intervención de detección. También debe informarse la mortalidad total para identificar algún efecto secundario de la detección y el tratamiento en otros resultados de la enfermedad (p. ej., trastornos cardiovasculares). En un estudio aleatorizado se forman al azar dos poblaciones semejantes. Una recibe el estándar de atención habitual (que no siempre incluye una prueba de detección) y la otra se somete a la intervención que consiste en el estudio de detección que se está valorando. Las dos poblaciones se comparan en el transcurso del tiempo. Se establece la eficacia para la población estudiada cuando el grupo sometido a la prueba de detección tiene una mejor tasa de mortalidad por la causa específica que el grupo testigo. Los estudios que muestran un descenso en la incidencia de enfermedad en etapa avanzada, mejor supervivencia o una modificación de la etapa representan una evidencia de beneficio más débil (y tal vez engañosa). Estos últimos criterios son indicadores oportunos, pero no suficientes para establecer el valor de una prueba de detección. Aunque un estudio de detección con asignación al azar y grupo testigo genera la evidencia más fuerte que respalda una prueba de detección, no es perfecto. A menos que el estudio esté basado en la población, no elimina la posibilidad de generalizar hacia la población deseada. Los estudios de detección casi siempre incluyen miles de personas y duran años. Por tanto, a menudo se usan diseños de estudio menos definitivos para calcular la efectividad de las prácticas de detección. Sin embargo, todo diseño de estudio que no tiene asignación al azar está sujeto a fuertes factores de confusión. En orden decreciente de fuerza, la evidencia también puede obtenerse de los datos de estudios con control interno en los que se emplean métodos de asignación de intervenciones distintos a la distribución al azar (p. ej., distribución por fecha de nacimiento, fecha de visita a la clínica); de los datos de estudios analíticos de observación de cohortes o de casos y testigos, o de los resultados de múltiples estudios de series en el tiempo, con o sin la intervención. Detección de neoplasias malignas específicas La generalización de las pruebas de detección de cáncer del cuello uterino, colónico y de mama es beneficiosa en ciertos grupos de edad. Según la edad y antecedente de tabaquismo, la detección de cáncer pulmonar también puede ser provechosa en circunstancias específicas. Es prudente la vigilancia especial de los miembros de una familia con alto riesgo de un cáncer específico debido a un antecedente familiar o a un factor de riesgo genético, pero pocos estudios han valorado la influencia en la mortalidad. Varias organizaciones han considerado si respaldan o no el uso habitual de ciertas pruebas de detección. Como estos grupos no han usado los mismos criterios para juzgar si una prueba de detección debe respaldarse, llegaron a distintas recomendaciones. La American Cancer Society (ACS) y la U.S. Preventive Services Task Force (USPSTF) publicó guías de detección (cuadro 100-3); la American Academy of Family Practitioners (AAFP) casi siempre sigue o respalda las recomendaciones de la USPSTF, y el American College of Physicians (ACP) desarrolló recomendaciones con base en revisiones de las guías de otras organizaciones. CÁNCER DE MAMA Se han sugerido la autoexploración mamaria, la exploración clínica mamaria por parte del médico, la mamografía y la imagen por resonancia magnética (MRI, magnetic resonance image) en forma variable como recursos de detección. Varios estudios sugieren que la detección anual o bianual mediante mamografía más la exploración clínica mamaria en mujeres con riesgo normal mayores de 50 años disminuye la mortalidad por cáncer de mama. Todos los estudios han sido criticados por defectos en el diseño. En la mayor parte, la mortalidad por cáncer de mama disminuyó en 15 a 30%. Los expertos discrepan acerca de si las mujeres con riesgo promedio de 40 a 49 años de edad deben someterse a detección regular (cuadro 100-3). El U.K. Age Trial, el único estudio con asignación al azar de detección del cáncer de mama que valoró en forma específica el efecto de la mamografía en mujeres de 40 a 49 años de edad, no observó una diferencia con significación estadística en la mortalidad por cáncer de mama entre las mujeres sometidas a detección y los grupos testigo después de casi 11 años de seguimiento (riesgo relativo [RR], 0.83; IC 95%, 0.66 a 1.04). Sin embargo, <70% de las mujeres del grupo de intervención se sometió a la prueba de detección, lo que diluye el efecto observado. Un metaanálisis de ocho grandes estudios con asignación al azar mostró una reducción relativa de 15% en la mortalidad (RR, 0.85; IC 95%, 0.75 a 0.96) con la detección por mamografía en mujeres de 39 a 49 años de edad después de 11 a 20 años de seguimiento. Esto equivale a la necesidad de invitar a la detección a 1 904 mujeres durante 10 años para evitar una muerte por cáncer de mama. Al mismo tiempo, casi la mitad de las mujeres de 40 a 49 años de edad sometidas a detección anual tienen resultados positivos falsos en la mamografía que ameritan valoración complementaria, muchas veces incluso biopsia. Los cálculos del sobrediagnóstico varían entre 10 y 40% de las neoplasias malignas invasivas diagnosticadas. En Estados Unidos, la detección extensa en los pasados decenios no se ha acompañado de una reducción en la incidencia de cáncer mamario metastásico, a pesar de un gran aumento en la enfermedad en etapa inicial, lo que sugiere una cantidad sustancial de sobrediagnóstico en la población. Ningún estudio de autoexploración mamaria ha mostrado que disminuya la mortalidad. Un estudio con asignación al azar controlado en cerca de 266 000 mujeres en China no demostró diferencia alguna en la mortalidad entre un grupo que recibió instrucción intensiva para la autoexploración mamaria con reforzamiento y recordatorios, y los grupos testigo luego de 10 años de seguimiento. Sin embargo, se descubrieron lesiones mamarias más benignas y se practicaron más biopsias mamarias en el grupo con autoexploración. La detección genética de mutaciones BRCA1 y BRCA2, así como de otros marcadores del riesgo de cáncer de mama, identificó a un grupo de mujeres con riesgo alto de esta enfermedad. Por desgracia, no se ha definido cuándo iniciar y la frecuencia óptima de la detección. La mamografía es menos sensible para detección de tumores en la mama en portadoras de las mutaciones BRCA1 y BRCA2, tal vez porque estas lesiones ocurren en mujeres más jóvenes, en las que la mamografía es menos sensible. La detección con MRI puede ser más sensible que la mamografía en pacientes con riesgo alto a causa de predisposición genética y en aquellas con tejido mamario muy denso, pero la especificidad es menor. Es probable que la mayor sensibilidad se acompañe de un incremento en el sobrediagnóstico. El efecto de la MRI en la mortalidad por estas neoplasias malignas, con o sin mamografía concomitante, no se ha valorado en un estudio con asignación al azar controlado. CÁNCER DEL CUELLO UTERINO La detección mediante prueba de Papanicolaou disminuye la mortalidad por esta neoplasia maligna; la tasa de mortalidad de este trastorno ha disminuido de forma sustancial desde el uso generalizado de la prueba de Papanicolaou. Con el inicio de la actividad sexual, llega el riesgo de la transmisión sexual de HPV, el factor etiológico fundamental del cáncer del cuello uterino. Las guías de detección recomiendan la prueba de Papanicolaou regular para todas las mujeres que cumplieron 481 CUADRO 1003 Recomendaciones de detección para sujetos asintomáticos sin riesgo elevado conocido para el trastorno en cuestióna Tipo de cáncer Prueba o procedimiento USPSTF ACS Mamario Autoexploración “D” Examen clínico Mujeres ≥40 años: “I” (como medida única, sin mamografía) Mujeres ≥20 años: la autoexploración mamaria es una opción Mujeres de 20-39 años: realizar cada tres años Mujeres ≥40 años: realizar cada año Mujeres ≥40 años: detección anual mientras se encuentren con buena salud Mamografía Mujeres de 40-49 años: la decisión debe ser individualizada, tomar en cuenta el contexto/valores de la paciente (“C”) Mujeres de 50-74 años: cada dos años (“B”) Mujeres ≥75 años: “I” Imagen por resonancia magnética “I” (MRI) Cuello uterino Mujeres de 21-65 años: detección cada tres años (“A”) Mujeres <21 años: “D” Pulmonar Tomografía computarizada (CT) de dosis baja Adultos 55-80 años con antecedente de ≥30 años-paquete, que aún fuman o lo suspendieron en los últimos 15 años. Suspender una vez que la persona no haya fumado durante 15 años o que desarrolle un problema de salud que limite mucho la esperanza de vida o la capacidad para someterse a cirugía pulmonar curativa: “B” Varones y mujeres de 55-74 años con antecedente de ≥30 años-paquete, que aún fuman o lo suspendieron en los últimos 15 años. Discutir los beneficios, limitaciones y daños potenciales de la detección; sólo realizar la detección en instituciones con el tipo adecuado de escáner para CT y con especialistas/expertos Ovárico CA-125 Ecografía transvaginal “D” “D” No hay una prueba lo bastante exacta con efectividad demostrada para la detección temprana del cáncer ovárico. A las mujeres con riesgo alto de cáncer ovárico y con síntomas persistentes, o ambos, e inexplicables, puede ofrecerse la combinación de CA-125 y ecografía transvaginal con examen pélvico (Continúa) Prevención y detección oportuna del cáncer Mujeres de 30-65 años: aceptable la detección con citología cada tres años (véase prueba de HPV) Mujeres >65 años con resultados ade- Mujeres <21 años: sin detección cuados normales previos: “D” Mujeres >65 años: sin detección después de resultados negativos adecuados previos Mujeres después de histerectomía total Mujeres después de histerectomía total por causas no canpor causas no cancerosas: “D” cerosas: no practicar Prueba de HPV Mujeres 30-65 años: detección combi- Mujeres 30-65 años: la detección preferible es con HPV y nada con citología cada cinco años citología concomitantes cada cinco años (véase si la mujer desea prolongar el interPapanicolaou) valo de detección (véase Papanicolaou, antes) (“A”). Mujeres <30 años: “D” Mujeres <30 años: no hacer prueba de HPV Mujeres >65 años con Papanicolaou Mujeres >65 años: sin detección después de resultados adecuado normal previo: “D” negativos adecuados previos Mujeres después de histerectomía por Mujeres después de histerectomía total por razones no causas no cancerosas: “D” cancerosas: no realizar Sigmoidoscopia Adultos 50-75 años: cada cinco años Adultos ≥50 años: detección cada cinco años combinada con FOBT de alta sensibilidad cada tres años (“A”) Adultos 75-85 años: ”C” Adultos ≥85 años: “D” Prueba de sangre fecal oculta Adultos 50-75 años: cada año para Adultos ≥50 años: detección cada año (FOBT) FOBT de alta sensibilidad (“A”) Adultos 76-85 años: “C” Adultos ≥85 años: “D” Colonoscopia Adultos 50-75 años: cada 10 años (“A”) Adultos ≥50 años: detección cada 10 años Adultos 76-85 años: “C” Adultos ≥85 años: “D” Prueba de DNA fecal “I” Adultos ≥50 años: detección, intervalo incierto Prueba inmunoquímica fecal (FIT) “I” Adultos ≥50 años: detección cada año Colonografía por CT “I” Adultos ≥50 años: detección cada cinco años CAPÍTULO 100 Colorrectal Papanicolaou (citología) Mujeres con riesgo de por vida >20% de cáncer mamario: detección con MRI más mamografía anual Mujeres con riesgo de por vida de 15-20% de cáncer mamario: discutir la opción de MRI más mamografía anual Mujeres con riesgo de por vida <15% de cáncer mamario: no usar detección anual con MRI Mujeres de 21-29 años: detección cada tres años 482 CUADRO 1003 Recomendaciones de detección para sujetos asintomáticos sin riesgo elevado conocido para el trastorno en cuestióna (Continuación) Tipo de cáncer Prueba o procedimiento USPSTF ACS Prostático Antígeno prostático específico (PSA) Varones de todas las edades: “D” Examen rectal digital (DRE) Sin recomendación individual Examen cutáneo completo del médico o el paciente “I” A partir de los 50 años, los varones deben hablar con el médico sobre los puntos a favor y en contra de la prueba para decidir si ésta es la decisión correcta para ellos. En los de raza negra, o con antecedente de cáncer prostático en el padre o un hermano antes de los 65 años de edad, esta discusión debe realizarse a partir de los 45 años. La frecuencia de la prueba dependerá de la cifra de PSA Como con el PSA, si los varones deciden realizarse la prueba, deben practicarse la prueba sanguínea de PSA con o sin examen rectal Autoexploración mensual, examen clínico como parte de la revisión habitual para detección de cáncer Piel a Resumen de los procedimientos de detección recomendados para la población general por la USPSTF y la ACS. Estas recomendaciones se refieren a personas asintomáticas que no tienen factores de riesgo conocidos, además del género, para la enfermedad en cuestión. b Las recomendaciones publicadas por USPSTF se definen así: “A”, la USPSTF recomienda el procedimiento porque existe una certeza elevada de que el beneficio neto sea sustancial; “B”, la USPSTF recomienda el ofrecimiento porque existe una certeza elevada de que el beneficio neto sea moderado o certeza moderada de que el beneficio neto sea sustancial. “C” La USPSTF recomienda el ofrecimiento selectivo de este procedimiento a pacientes individuales con base en su criterio profesional y las preferencias del paciente, existe al menos una certeza moderada de que el beneficio neto sea pequeño; “D”, la USPSTF desaconseja este procedimiento porque existe una certeza moderada o alta de que no haya un beneficio o que el daño rebase los beneficios; “I”, la USPSTF concluye que la evidencia actual es insuficiente para valorar el balance de beneficios y daños del procedimiento. Abreviaturas: ACS, American Cancer Society; USPSTF, U.S. Preventive Services Task Force. PARTE 7 Oncología y hematología 21 años (antes de esta edad, incluso en mujeres que iniciaron la actividad sexual, la detección puede causar más daño que beneficio). El intervalo recomendado para la prueba de Papanicolaou es de tres años. La detección más frecuente aporta poco beneficio, pero causa daños considerables, como los procedimientos innecesarios y el tratamiento excesivo de lesiones transitorias. A partir de los 30 años de edad, las guías también ofrecen la alternativa del Papanicolaou combinado con prueba para HPV en las mujeres. El intervalo de la detección para mujeres con resultados normales con esta estrategia puede prolongarse a cinco años. No se conoce el límite superior de edad en el que la prueba de detección deja de ser eficaz, pero las mujeres de 65 años sin resultados anormales en los 10 años previos pueden optar por suspender la detección. La prueba debe suspenderse en mujeres que se sometieron a histerectomía por razones no oncológicas. Aunque la eficacia de la prueba de Papanicolaou para disminuir la mortalidad por cáncer nunca se ha confirmado de forma directa en circunstancias aleatorizadas y grupos testigo, un estudio con asignación al azar acumulado llevado a cabo en India valoró el efecto de la inspección visual del cuello uterino en una sola ocasión con colposcopia inmediata, biopsia o crioterapia (si estaba indicada) en comparación con la asesoría sobre la mortalidad por cáncer del cuello uterino en mujeres de 30 a 59 años de edad. Luego de siete años de seguimiento, la tasa de mortalidad por dicha causa estandarizada por edad fue 39.6 por 100 000 años-persona en el grupo con intervención, frente a 56.7 por 100 000 años-persona en los grupos testigos. mediante colonoscopia. No se conoce cuál es el mejor intervalo para la sigmoidoscopia de detección, pero a menudo se recomienda cada cinco años. Los estudios de casos y testigos sugieren que los intervalos de hasta 15 años confieren un beneficio; el estudio U.K. demostró un beneficio con la detección en una sola ocasión. La colonoscopia en una sola ocasión detecta ~25% más lesiones avanzadas (pólipos >10 mm, adenomas vellosos, pólipos adenomatosos con alto grado de displasia, cáncer invasivo) que la FOBT con sigmoidoscopia en una sola ocasión; se desconoce el desempeño programático comparativo de las dos modalidades en el tiempo. Las tasas de perforación son cercanas a 3/1 000 con la colonoscopia y 1/1 000 en la sigmoidoscopia. El debate continúa sobre si la colonoscopia es demasiado costosa e invasiva, y si existe la capacidad profesional suficiente para recomendarla como herramienta de detección preferida en poblaciones con riesgo estándar. Algunos estudios de observación sugieren que la eficacia de la colonoscopia para reducir la mortalidad por cáncer colorrectal se limita al lado izquierdo del colon. Si la colonografía por CT se realiza en centros especializados, parece tener una sensibilidad semejante a la de la colonoscopia para pólipos ≥6 mm. Sin embargo, es alta la tasa de signos fuera del colon por anomalías de importancia incierta que de cualquier manera deben investigarse (~15 a 30%); el riesgo de largo plazo por radiación acumulada en la colonografía repetida es otro motivo de preocupación. CÁNCER COLORRECTAL Se han considerado la prueba de sangre oculta en heces (FOBT, fecal occult blood testing), el examen rectal digital (DRE, digital rectal examination), la sigmoidoscopia rígida y flexible, la colonoscopia y la colonografía por tomografía computarizada (CT, computed tomography) para la detección de cáncer colorrectal. Un metaanálisis de cuatro estudios con asignación al azar de grupos testigo demostró una reducción relativa de 15% en la mortalidad de cáncer colorrectal con la FOBT. La sensibilidad de tal prueba aumenta si las muestras se rehidratan antes de realizarla, pero a costa de una menor especificidad. La tasa de resultados positivos falsos de la FOBT rehidratada es alta; 1 a 5% de las personas valoradas tiene resultado positivo. Sólo 2 a 10% de los que tienen sangre oculta en heces tiene cáncer. La alta tasa de resultados positivos falsos de la FOBT aumenta mucho el número de colonoscopias. Parece que las pruebas inmunoquímicas fecales tienen mayor sensibilidad para estas neoplasias malignas que la FOBT rehidratada. La prueba de DNA fecal se usa cada vez más; al parecer tiene mayor sensibilidad y especificidad similar a la de la FOBT, y podría disminuir los daños relacionados con el seguimiento de las pruebas positivas falsas. Son pocos los datos sobre las características operativas y la eficacia de las pruebas de DNA fecal para reducir la mortalidad por cáncer colorrectal. Dos metaanálisis de cinco estudios con asignación al azar de grupos testigo para sigmoidoscopia (o sea, los estudios NORCCAP, SCORE, PLCO, Telemark y U.K.) encontraron una reducción relativa de 18% en la incidencia de cáncer colorrectal y una disminución relativa de 28% en la mortalidad por esta neoplasia. La edad de los participantes varió entre 50 y 74 años, con seguimiento de seis a 13 años. El diagnóstico de pólipos adenomatosos mediante sigmoidoscopia es indicación para valorar todo el colon CÁNCER PULMONAR La radiografía torácica y la citología del esputo se han valorado en estudios con asignación al azar para detección de cáncer pulmonar. El más reciente y el más grande (n = 154 901) de éstos, un subestudio del estudio de detección Prostate, Lung, Colorectal, and Ovarian (PLCO), encontró que en comparación con la atención usual, la radiografía torácica no reduce el riesgo de morir por cáncer pulmonar (riesgo relativo 0.99; intervalo de confianza a 95%, 0.87 a 1.22) después de 13 años. La CT de dosis baja también se ha valorado en varios estudios con asignación al azar. El más grande y prolongado, el National Lung Screening Trial (NLST), fue un estudio con asignación al azar y grupo testigo para detección de cáncer pulmonar en cerca de 53 000 personas de 55 a 74 años de edad con antecedente de tabaquismo de 30+ años-paquete. Dicho estudio demostró una reducción relativa significativa cercana al 15 a 20% en la mortalidad por cáncer pulmonar en el grupo con CT, comparado con el grupo con radiografía (o casi tres muertes menos por 1 000 personas con detección por CT). Sin embargo, los daños incluyen los riesgos de la radiación que implican los estudios de imágenes múltiples, el descubrimiento de datos incidentales de relevancia dudosa y una tasa elevada de resultados positivos falsos. Tanto los datos incidentales como los resultados positivos falsos pueden conducir a procedimientos diagnósticos invasivos que conllevan ansiedad, costo y complicaciones (p. ej., neumotórax o hemotórax después de biopsia pulmonar). El NLST se realizó en centros de detección experimentados y el balance entre beneficios y daños puede diferir al de una institución comunitaria en centros menos especializados. CÁNCER OVÁRICO La palpación de anexos, la ecografía transvaginal (TVUS, transvaginal ultrasound) y la prueba de CA-125 sérico se han considerado para la detección del cáncer ovárico. Un extenso estudio con asignación al azar y grupo testigo mostró que un programa de detección anual con TVUS y CA-125 en mujeres con riesgo promedio no reduce las muertes por cáncer ovárico (riesgo relativo, 1.21; intervalo de confianza a 95%, 0.99 a 1.48). La palpación de los anexos se abandonó en una etapa inicial del estudio porque no reveló ningún cáncer ovárico que no se detectara por TVUS o CA-125. Los riesgos y costos relacionados con el alto número de resultados positivos falsos son impedimentos para el uso habitual de estas modalidades en la detección. En el estudio PLCO, 10% de las participantes tuvieron resultados positivos falsos en TVUS o CA-125, y un tercio de estas mujeres se sometió a una operación mayor; la proporción entre cirugías y cáncer ovárico identificado en la detección fue cercana a 20:1. Pat J. Morin, Jeffrey M. Trent, Francis S. Collins, Bert Vogelstein Éste es un capítulo electrónico que se encuentra disponible en http://www.mhhe.com/harrison19e EL CÁNCER ES UNA ENFERMEDAD DE BASES GENÉTICAS El cáncer surge a través de una serie de alteraciones somáticas en el DNA que culminan en la proliferación celular irrestricta. Muchas de las alteraciones mencionadas comprenden cambios secuenciales reales en el DNA (es decir, mutaciones). Pueden aparecer como consecuencia de errores aleatorios en la réplica, exposición a carcinógenos (como radiación), o por defectos en los procesos de reparación del DNA. Muchos de los cánceres aparecen de manera esporádica, pero también en algunas familias que poseen una mutación germinal en un gen oncológico se observa agrupamiento de algunas neoplasias, es decir, aparecen en varios de sus miembros. 102e Biología de la célula cancerosa Jeffrey W. Clark, Dan L. Longo Éste es un capítulo electrónico que se encuentra disponible en http://www.mhhe.com/harrison19e Los cánceres se caracterizan por el crecimiento celular no regulado, por evitar la muerte celular, por la invasión de tejidos y la metástasis. Una neoplasia es benigna cuando crece en forma no regulada sin invadir tejidos. La presencia de ambos rasgos es característica de las neoplasias malignas. Los tumores malignos se nombran según su origen: los provenientes de tejido epitelial se llaman carcinomas, los derivados de tejidos mesenquimáticos son sarcomas y los que se originan en tejido hemopoyético son leucemias, linfomas y discrasias de células plasmáticas (incluyendo mieloma múltiple). Los cánceres casi siempre se originan como consecuencia de alteraciones genéticas, la gran mayoría de las cuales inicia en una sola célula por lo que son de origen monoclonal. Sin embargo, debido a que pueden ocurrir una amplia variedad de cambios genéticos y epigenéticos en diferentes células dentro de tumores malignos a lo largo del tiempo, la mayoría de los cánceres se caracteriza por heterogeneidad notable en la población de células. Esta heterogeneidad complica en grado significativo el tratamiento de la mayoría de los cánceres porque es probable que existan subgrupos de células que serán resistentes al tratamiento y por tanto sobrevivirán y proliferarán incluso si la mayoría de las células se eliminan. 103e Principios del tratamiento del cáncer Edward A. Sausville, Dan L. Longo Éste es un capítulo electrónico que se encuentra disponible en http://www.mhhe.com/harrison19e PRESENTACIÓN DEL CÁNCER El cáncer en un estado localizado o sistémico es un elemento frecuente del diagnóstico diferencial de diversas molestias comunes. Aunque no todas sus formas son curables al momento del diagnóstico, realizar éste lo más temprano posible en su evolución natural y definir tratamientos que prevengan o retrasen su diseminación sistémica proporciona a los pacientes la mejor oportunidad de curación o una prolongación significativa de su vida. En realidad, algunos cánceres, en particular el mamario, colónico y quizá pulmonar en determinados pacientes pueden prevenirse mediante la detección apropiada de los pacientes asintomáticos bien seleccionados; puede decirse que la detección es el punto más temprano del espectro de las intervenciones posibles cuando el cáncer es curable. Principios del tratamiento del cáncer CÁNCER DE PIEL El examen visual de toda la superficie cutánea por parte del paciente o un profesional de la salud se utiliza en la detección de cánceres basocelulares y espinocelulares, y del melanoma. No se ha realizado algún estudio prospectivo con asignación al azar que busque un descenso en la mortalidad. Por desgracia, la detección guarda relación con una tasa considerable de sobrediagnóstico. 483 CAPÍTULO 103e CÁNCER PROSTÁTICO Las modalidades más frecuentes para la detección de cáncer prostático son el DRE y la prueba de PSA sérico. El énfasis en la detección mediante PSA ha hecho que el cáncer prostático sea el cáncer no cutáneo diagnosticado con más frecuencia en varones estadounidenses. La enfermedad es proclive a sesgos derivados del tiempo, de duración y al sobrediagnóstico; persiste un debate sustancial entre los expertos sobre si debe ofrecerse la detección, a menos que el paciente la solicite de manera específica. Todas las organizaciones subrayan la importancia de informar a los varones sobre la incertidumbre de la eficacia de la detección y los daños relacionados con ésta. Está claro que la detección del cáncer prostático identifica muchos cánceres asintomáticos, pero la capacidad para distinguir los tumores letales, pero curables, de los que implican poco o ningún peligro para la salud es limitada, y los estudios con asignación al azar indican que el efecto de la detección mediante PSA en la mortalidad por cáncer prostático en la población es pequeño, cuando más. Los varones mayores de 50 años de edad tienen mayor prevalencia de cáncer prostático indolente sin importancia clínica (cerca de 30 a 50% de los varones, aumenta conforme los individuos envejecen). Se han publicado dos estudios con asignación al azar y grupos testigo sobre el efecto de la detección con PSA en la mortalidad por cáncer prostático. El Prostate, Lung, Colorectal, and Ovarian (PLCO) Cancer Screening Trial fue un estudio estadounidense multicéntrico que distribuyó al azar casi a 77 000 varones de 55 a 74 años de edad para someterse a prueba anual de PSA durante seis años o para recibir la atención habitual. A los 13 años de seguimiento no se había observado una diferencia con significancia estadística en el número de muertes por cáncer prostático entre ambos grupos (índice de tasas, 1.09; IC 95%, 0.87 a 1.36). Cerca de 50% de los varones del grupo control se sometió al menos a una prueba de PSA durante el estudio, lo cual pudo haber diluido el efecto observado. El European Randomized Study of Screening for Prostate Cancer (ERSPC) fue un estudio multinacional que distribuyó al azar a cerca de 182 000 varones de 50 a 74 años de edad (con un grupo de detección “central” predeterminado de varones de 55 a 69 años de edad) para someterse a prueba de PSA o para no realizar ninguna detección. Los procedimientos de inclusión y distribución al azar, y la frecuencia real de pruebas para PSA variaron según el país. Después de una mediana de seguimiento de 11 años, se observó una reducción relativa de 20% en el riesgo de muerte por cáncer prostático en el grupo “central” de detección. El estudio también encontró que sería necesario someter a detección a 1 055 varones y tratar 37 casos adicionales para impedir una muerte por esta enfermedad. De los siete países incluidos en el análisis de mortalidad, dos demostraron reducciones estadísticamente significativas de las muertes por cáncer prostático, no sucedió lo mismo en cinco. También hubo discrepancia en el tratamiento entre los dos grupos terapéuticos, una mayor proporción de pacientes con cáncer localizado según los parámetros clínicos sometidos a prostatectomía radical en el grupo con detección, la cual se realizó en centros de referencia experimentados. Los tratamientos para cáncer prostático en etapa inicial, como la cirugía y la radioterapia, pueden causar morbilidad significativa, incluida impotencia e incontinencia urinaria. En un estudio realizado en Estados Unidos después del inicio del uso difundido de la prueba para PSA, la asignación aleatoria a la prostatectomía radical en comparación con la “espera vigilante” no derivó en un descenso significativo de las muertes por este tumor (reducción absoluta del riesgo 2.7%; intervalo de confianza a 95%, 1.3 a 6.2%). 101e Bases genéticas del cáncer 484 104 Infecciones en los pacientes con cáncer Robert W. Finberg Las infecciones son una causa frecuente de muerte y una causa todavía más frecuente de morbilidad entre los pacientes con diversos tipos de neoplasias. Las necropsias revelan que gran parte de las muertes por una leucemia aguda y 50% por linfoma se deben directamente a una infección. Con la aplicación de una quimioterapia más enérgica también ha aumentado la probabilidad de que los pacientes con tumores sólidos fallezcan por una infección. Por fortuna, la estrategia dinámica para evitar y tratar complicaciones infecciosas del cáncer ha reducido los índices de mortalidad por infecciones y probablemente esta tendencia persistirá. Esta situación es consecuencia de tres factores principales: PARTE 7 Oncología y hematología 1. El concepto de antibioticoterapia “temprana empírica” redujo los índices de mortalidad en los pacientes con leucemia y bacteriemia de 84% en 1965 a 44% en 1972. Estudios recientes sugieren que la tasa de mortalidad por infección en individuos neutropénicos febriles disminuyó <10% en 2013. Esta drástica mejoría se atribuye a la intervención oportuna con el tratamiento antimicrobiano apropiado. 2. El tratamiento antimicótico “empírico” también ha disminuido la incidencia de micosis diseminadas con decremento impresionante en las cifras de mortalidad. Se administra un antimicótico (basado en la posible identificación del hongo) a sujetos neutropénicos que después de cuatro a siete semanas de antibioticoterapia muestran fiebre, pero negatividad en los cultivos. 3. El uso de antibióticos para pacientes neutropénicos afebriles como profilaxia de amplio espectro contra infecciones ha disminuido la mortalidad y la morbilidad aún más. La estrategia actual para tratar a los pacientes con neutropenia grave (p. ej., los que reciben dosis altas de quimioterapia para leucemia o linfomas de elevada malignidad) se basa en el tratamiento profiláctico inicial al principio de la neutropenia, con el tratamiento antibacteriano “empírico” subsiguiente dirigido a los organismos con participación probable en vista de los signos físicos (por lo general sólo fiebre), y por último, tratamiento antimicótico “empírico” con base en la probabilidad conocida de que la infección micótica se vuelva un problema grave después de cuatro a siete días de tratamiento antibacteriano de amplio espectro. Una de las causas de la predisposición física a padecer infecciones en los pacientes con cáncer (cuadro 104-1) es una rotura en la piel a causa de la neoplasia; por ejemplo, un carcinoma espinocelular invade la epidermis circundante, lo que permite a las bacterias ingresar al tejido subcutáneo y facilita el desarrollo de celulitis. El cierre artificial de un orificio normal- mente permeable también predispone a las infecciones; por ejemplo, la obstrucción del uréter por un tumor origina una infección urinaria mientras que la obstrucción de las vías biliares causa colangitis. Parte de la defensa normal del hospedador frente a las infecciones depende del vaciamiento continuo de una víscera; sin éste, unas cuantas bacterias presentes a causa de bacteriemia o de tránsito local se multiplican y provocan una infección. Cuando la integridad de los ganglios linfáticos se altera por una cirugía radical, especialmente cuando se realiza una disección ganglionar radical, surge una dificultad similar. Otro problema clínico frecuente tras la mastectomía radical es la presencia de celulitis (por lo general a causa de estreptococos o estafilococos) por el edema linfático, un drenaje linfático insuficiente, o ambos. En la mayor parte de los casos, el problema se corrige con medidas locales destinadas a evitar la acumulación de líquido y las soluciones de continuidad en la piel, pero en los casos resistentes ha sido necesario recurrir a la profilaxia con antibióticos. Un problema potencialmente mortal en muchos pacientes con cáncer es la pérdida reticuloendotelial para eliminar microorganismos después de una esplenectomía. Esta cirugía se realiza como parte del tratamiento de la tricoleucemia, leucemia linfocítica crónica (CLL, chronic lymphocytic leukemia), leucemia mielocítica crónica (CML, chronic myelocytic leukemia) y enfermedad de Hodgkin. Incluso tras el tratamiento curativo de la enfermedad primaria, la ausencia de bazo predispone a este tipo de pacientes a contraer infecciones que son rápidamente letales. La pérdida del bazo por un traumatismo predispone de igual forma al paciente sano a padecer infecciones masivas después de la esplenectomía. Es importante informar al paciente esplenectomizado sobre los riesgos de infección por ciertos microorganismos, como el protozoario Babesia (cap. 249) y Capnocytophaga canimorsus, bacteria transportada en la boca de los animales (caps. 167 y 183e). Puesto que las bacterias encapsuladas (Streptococcus pneumoniae, Haemophilus influenzae y Neisseria meningitidis) son los microorganismos más frecuentes que causan septicemia después de la esplenectomía, los pacientes esplenectomizados se deben vacunar (y revacunar; cuadro 104-2 y cap. 148) contra los polisacáridos capsulares de estos microorganismos. Muchos médicos recomiendan suministrar a los pacientes esplenectomizados una pequeña cantidad de antibióticos eficaces contra S. pneumoniae, N. meningitidis y H. influenzae para evitar la septicemia masiva rápida en caso de que no puedan acudir de inmediato al médico tras la fiebre u otros síntomas de infección bacteriana. Para este fin una medida razonable es administrar unos cuantos comprimidos de amoxicilina/ácido clavulánico (o levofloxacino si las cepas resistentes de S. pneumoniae prevalecen a nivel local). La sospecha de ciertas infecciones depende del tipo de cáncer diagnosticado (cuadro 104-3). El diagnóstico de mieloma múltiple o CLL puede sugerir al médico la posibilidad de una hipogammaglobulinemia. Si bien el tratamiento de sustitución con inmunoglobulina es efectiva, en la mayor parte de los casos los antibióticos profilácticos constituyen un método más económico y práctico para eliminar las infecciones bacterianas en caso de CUADRO 1041 Fallas de las barreras normales que predisponen a infecciones en los pacientes con cáncer Tipo de defensa Lesión específica Células implicadas Microorganismos Asociación con cáncer Enfermedad Barrera física Soluciones de continuidad en la piel Obstrucción de orificios: uréteres, conducto biliar, colon Disección ganglionar Células epiteliales cutáneas Células epiteliales luminales Estafilococos, estreptococos Bacilos gramnegativos Celulitis, infección cutánea extensa Bacteriemia rápida y fulminante, infección urinaria Ganglios linfáticos Eliminación esplénica de microorganismos Esplenectomía Células reticuloendoteliales esplénicas Fagocitosis Ausencia de granulocitos Granulocitos (neutrófilos) Ausencia de anticuerpos Células B Leucemias mieloides y linfocíticas agudas; tricoleucemia Leucemia linfoide crónica, mieloma múltiple Bacteriemia Inmunidad humoral Estafilococos, estreptococos Streptococcus pneumoniae, Haemophilus influenzae, Neisseria meningitidis, Babesia, Capnocytophaga canimorsus Estafilococos, estreptococos, microorganismos entéricos, hongos S. pneumoniae, H. influenzae, N. meningitidis Cabeza y cuello, carcinoma espinocelular Renal, ovárico, de las vías biliares, metástasis de múltiples tumores Cirugía del cáncer de mama Enfermedad de Hodgkin, leucemia Inmunidad celular Ausencia de linfocitos T Linfocitos T y macrófagos Vaciamiento de cúmulos de líquido Función linfática Mycobacterium tuberculosis, Listeria, virus herpéticos, hongos, otros parásitos intracelulares Enfermedad de Hodgkin, leucemia, linfoma de linfocitos T Celulitis Septicemia rápida y fulminante Infecciones por microorganismos encapsulados, sinusitis, neumonía Infecciones por bacterias intracelulares, hongos, parásitos, reactivación de virus 485 CUADRO 1042 Vacunación de individuos con cáncer sometidos a quimioterapiaa Uso en pacientes indicados Quimioterapia intensiva Enfermedad de Hodgkin Trasplante de células madre hematopoyéticas Difteria-tétanosb Serie primaria y refuerzos, según sea necesario Serie primaria completa y refuerzos Sin recomendaciones especiales Sin recomendaciones especiales Serie primaria y refuerzos en niños Dosis única para adultos Tres dosis con diferencia de seis a 12 meses después del trasplante Tres dosis con diferencia de seis a 12 meses después del trasplante Tres dosis con diferencia de seis a 12 meses después del trasplante (separados por un mes) En Estados Unidos se ha aprobado el uso de vacuna HPV cuadrivalente en varones y mujeres de nueve a 26 años de edad. Consultar en los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) sitio web (www. cdc.gov/vaccines) respecto a recomendaciones actualizadas Indicada igual que para hospedadores sanos con base en la ocupación y el modo de vida Igual que para hospedadores sanos En Estados Unidos se ha aprobado la vacuna HPV cuadrivalente para usar en varones y mujeres de nueve a 26 años de edad. Consúltese el sitio web de CDC (www.cdc.gov/vaccines) en busca de recomendaciones actualizadas En Estados Unidos se ha aprobado el uso de vacuna HPV cuadrivalente para varones y mujeres de nueve a 26 años de vida. Consúltese el sitio web CDC (www.cdc.gov/vaccines) en busca de recomendaciones actualizadas Indicada igual que para hospedadores sanos con base en la ocupación y el modo de vida Indicada al igual que para hospedadores sanos con base en la ocupación y el modo de vida Los individuos esplenectomizados deben recibir PPSV23 Indicada igual que para hospedadores sanos con base en la ocupación y el modo de vida Poliomielitisc Conjugado de Haemophilus influenzae tipo b Virus de papiloma humano (HPV) Hepatitis A Hepatitis B Finalizar la serie antes de emprender quimioterapia, si es posible Gripe Vacunación estacional La vacuna se aplicará a individuos esplenectomizados y a los que viven en áreas endémicas incluidos los estudiantes universitarios en dormitorios. Se puede aplicar una dosis adicional cinco años después Vacunación estacional Sarampión/parotiditis/rubeola Virus de varicela-zósterf Contraindicada Contraindicada durante la quimioterapia Contraindicadag Contraindicado La vacuna se administrará a individuos esplectomizados y a pacientes que viven en áreas endémicas que incluyen estudiantes universitarios en dormitorios El plan incluye tres dosis de PCV13 que se comienzan a administrar tres a seis meses después del trasplante, para seguir con una dosis de PPSV23 cuando menos ocho semanas después. Cinco años más tarde se aplicará una segunda dosis de PPSV23 La vacuna se administrará a individuos esplenectomizados y a personas que vivan en áreas endémicas que incluyan estudiantes universitarios en dormitorios. Se aplicará una dosis adicional cinco años después Vacunación estacional (se recomienda usar una dosis estacional que se podrá aplicar incluso cuatro meses después del trasplante; si se aplica <6 meses después del injerto se recomienda una dosis adicional) Después de 24 meses en personas que no mostraron enfermedad de injerto contra hospedador Contraindicado (en Estados Unidos, los CDC recomiendan utilizar sobre bases absolutamente individuales después de revaloración) a Las últimas recomendaciones del Advisory Committee on Immunization Practices y las guías de CDC se pueden obtener en http://www.cdc.gov/vaccines. b En adultos se recomienda usar una sola dosis de TDaP (tétanos-difteria, tos ferina acelular) seguido de una dosis de refuerzo de Td (tétanos/difteria) cada 10 años. c Está contraindicada la vacuna hecha de virus vivos y hay que usar la elaborada con virus inactivados. d Se usan dos tipos de vacuna para evitar la enfermedad por neumococos. En la actualidad se administra a niños en tres dosis separadas, la vacuna de conjugado que se activa con 13 serotipos (vacuna de conjugado neumocócico con 13 valencias o PCV13). La vacuna de polisacárido que se activa contra 23 serotipos (vacuna de polisacárido neumocócico de 23 valencias o PPSV23) induce la producción de anticuerpos en concentraciones menores que los alcanzados con la vacuna conjugada, y la inmunidad puede desaparecer con mayor rapidez. La quimioterapia por ablación hecha para quienes reciben trasplante de células madre hematopoyéticas (HSCT) erradica la memoria inmunológica y por ello se recomienda repetir la vacunación en todos los pacientes de esa índole. La vacunación es mucho más eficaz una vez que se produjo la reconstitución inmunológica; sin embargo, ante la necesidad de evitar enfermedades graves habrá que administrar vacuna neumocócica seis a 12 meses después del trasplante en casi todos los pacientes. La vacuna PPSV23 incluye serotipos que no tienen PCV13, razón por la cual después de injertar HSCT los pacientes deben recibir una dosis de PPSV23 cuando menos ocho semanas después de la última dosis de PCV13. Las concentraciones de anticuerpos por PPSV23 claramente disminuyen, pero es escasa la experiencia acumulada con dosis múltiples de PPSV23 y también son pocos los datos sobre la inocuidad, efectos tóxicos o eficacia del tratamiento de ese tipo. Por esas razones, en Estados Unidos, los CDC recomiendan la administración de una dosis adicional de PPSV23 cuando menos cinco años después de la última dosis en pacientes con deficiencia inmunitaria, que incluyen a los receptores de trasplantes y también a personas con enfermedad de Hodgkin, mieloma múltiple, linfoma o cánceres generalizados. Además de esta sola dosis adicional por el momento no se recomiendan más dosis. e Se recomienda usar la vacuna de conjugado meningocócico MenACWY para adultos ≤55 años y la vacuna de polisacárido meningocócico (MPSV4) se recomienda para personas ≥56 años. f Incluye la vacuna contra varicela para niños y la vacuna contra zóster en adultos. g Es importante contactar al fabricante para obtener más información sobre el uso en niños con leucemia linfocítica aguda. CLL e hipogammaglobulinemia. Los pacientes con leucemia linfocítica aguda (ALL, acute lymphocytic leukemia), linfoma no Hodgkin y cualquier paciente con cáncer que reciba dosis elevadas de glucocorticoides (o quimioterapia que los contengan) deben recibir antibióticos para evitar la infección por Pneumocystis (cuadro 104-3) durante el tiempo que dure su quimioterapia. En los pacientes con cáncer, además de tener una mayor predisposición a padecer determinadas infecciones, las infecciones suelen manifestarse de manera peculiar. Por ejemplo, la fiebre, casi siempre un signo característico de infección en hospedadores sanos, es un indicador confiable en pacientes neutropénicos. En contraste, los enfermos que reciben glucocorticoides y fármacos que afectan la función de los linfocitos T y la secreción de citocinas podrían tener infecciones graves sin fiebre. De igual manera, los pacientes neutropénicos a menudo muestran celulitis sin purulencia y neumonía sin esputo, ni siquiera manifestaciones radiográficas (véase más adelante). El uso de anticuerpos monoclonales dirigidos contra células B y T, así como los fármacos que interfieren con la transducción de señales de los linfocitos, se relaciona con reactivación de infecciones latentes. El uso de rituximab, el anticuerpo contra CD20 (una proteína superficial de las células B), se relaciona con reactivación de tuberculosis, hepatitis B, infección por citomegalovirus (CMV) y otras infecciones latentes. Como los receptores de órganos (cap. 169), los pacientes con resultado positivo en pruebas con proteína purificada e infección viral subyacente deben vigilarse con cuidado para detectar la reactivación de la enfermedad. SÍNDROMES ESPECÍFICOS PARA CIERTOS APARATOS Y SISTEMAS SÍNDROMES CUTÁNEOS ESPECÍFICOS En los pacientes con cáncer las lesiones cutáneas son frecuentes y su aspecto permite establecer el diagnóstico de una infección bacteriana o mi- Infecciones en los pacientes con cáncer Vacuna de conjugado neumocócico (PCV13) Vacuna de polisacárido neumocócico (PPSCV23)d Vacuna meningocócica cuadrivalentee Tres dosis con diferencia de seis a 12 meses después del trasplante CAPÍTULO 104 Vacuna 486 CUADRO 1043 Infecciones relacionadas con tipos específicos de cáncer Cáncer Anomalía inmunitaria primaria Mieloma múltiple Hipogammaglobulinemia Leucemia linfoide Hipogammaglobulinemia crónica Leucemia mielo- Granulocitopenia, lesiones blástica de piel y de mucosas o linfoblástica aguda Enfermedad de Función anormal de los linHodgkin focitos T PARTE 7 Linfoma no Quimioterapia con glucoHodgkin y leucorticoides, disfunción cemia linfode los linfocitos T y B blástica aguda Tumores de colon Anomalías localesa y recto Tricoleucemia Función anormal de los linfocitos T a No Microorganismos que producen la infección Streptococcus pneumoniae, Haemophilus influenzae, Neisseria meningitidis S. pneumoniae, H. influenzae, N. meningitidis Bacterias extracelulares grampositivas y gramnegativas, hongos Patógenos intracelulares (Mycobacterium tuberculosis, Listeria, Salmonella, Cryptococcus, Mycobacterium avium); herpesvirus Pneumocystis Cocos grampositivos Staphylococcus epidermidis Estreptococos viridans Streptococcus pneumoniae Streptococcus bovis (bacteriemia) Patógenos intracelulares (M. tuberculosis, Listeria, Cryptococcus, M. avium) Oncología y hematología cótica generalizada. Mientras la celulitis por microorganismos cutáneos, como estreptococos o estafilococos, es bastante común, los pacientes neutropénicos (<500 leucocitos polimorfonucleares [PMN] funcionales/μL) y los que padecen alteraciones de la circulación sanguínea o linfática pueden padecer infecciones por microorganismos poco frecuentes. La presencia de máculas o pápulas de aspecto benigno constituye en ocasiones el primer signo de una septicemia bacteriana o micótica en el paciente inmunodeprimido (fig. 104-1). En el enfermo neutropénico, una mácula degenera rápidamente en ectima gangrenoso (fig. 25e-35), una lesión por lo regular indolora, redonda y necrótica con una escara central negra o gris negruzca rodeada de eritema. El ectima gangrenoso se ubica en zonas que no se someten a presión (a diferencia de las lesiones necróticas por una circulación insuficiente) y con frecuencia acompaña a la bacteriemia por Pseudomonas aeruginosa (cap. 189), pero pueden causarlo otras bacterias. La candidemia (cap. 240) también acompaña a diversas enfermedades de la piel (fig. 25e-38) y a menudo se manifiesta en forma de exantema maculopapuloso. El mejor método para el diagnóstico es una biopsia cutánea en sacabocados. Staphylococcus aureus Enterococcus faecalis Bacilos gramnegativos Escherichia coli Especies de Klebsiella Pseudomonas aeruginosa Especies de Enterobacter Especies de Pseudomonas no aeruginosaa Especies de Serratia Especies de Acinetobactera Especies de Stenotrophomonas Especies de Citrobacter Bacilos grampositivos Difteroides Bacilo JKa Hongos Especies de Candida Especies de Aspergillus se conoce bien la razón de este vínculo. A CUADRO 1044 Microorganismos causales probables de la infección en pacientes granulocitopénicos a Con Mucor/Rhizopus frecuencia vinculado con catéteres intravenosos. La causa más frecuente de celulitis (inflamación aguda de la piel que se extiende con rapidez) es la infección por estreptococos del grupo A o por Staphylococcus aureus, microorganismos virulentos que normalmente habitan en la piel (cap. 156). Aunque en los hospedadores sanos la celulitis tiende a permanecer circunscrita, en los pacientes neutropénicos se puede extender rápidamente. Cualquier solución de continuidad en la piel puede provocar una celulitis diseminada, que se caracteriza por dolor y eritema; en estos pacientes faltan a menudo los signos de infección (p. ej., formación de pus). Un furúnculo en un hospedador sano puede ser motivo de amputación por una infección incontrolable en un paciente con leucemia. Algunas veces el primer signo de leucemia es una respuesta dramática a una infección que podría ser trivial en un sujeto sano. Por fortuna, la probabilidad de que un paciente con granulocitopenia sufra una infección determinada (cuadro 104-4) es elevada, por lo cual la elección del antibiótico es más sencilla (véase “Tratamiento antiviral” más adelante). Es fundamental identificar lo más pronto posible la celulitis y tratarla de forma enérgica. Algunos pacientes neutropénicos o que han recibido antibióticos por otras razones exhiben una celulitis por microorganismos poco frecuentes (p. ej., Escherichia coli, Pseudomonas u hongos). Para evitar la necrosis y la pérdida de tejido es importante instaurar un tratamiento oportuno, incluso de las lesiones de aspecto benigno. Otras veces se debe recurrir al desbridamiento en las fases iniciales de la enfermedad con el fin de evitar la diseminación, pero por lo general se reserva para después de la quimioterapia, cuando aumenta el recuento de PMN. B FIGURA 1041. A. Pápulas de la bacteriemia por Escherichia coli en un paciente neutropénico con leucemia linfocítica aguda. B. La misma lesión al día siguiente. SÍNDROMES ESPECÍFICOS DEL APARATO DIGESTIVO Tubo digestivo alto INFECCIONES DE LA BOCA La cavidad bucal posee abundantes bacterias aerobias y anaerobias (cap. 201) que normalmente son flora comensal. Los efectos antimetabólicos de la quimioterapia destruyen las defensas del hospedador, por lo que se forman úlceras orales que pueden ser invadidas por las bacterias que habitan en la cavidad bucal. La mayoría de los pacientes sometidos a quimioterapia manifiestan úlceras bucales y éstas se han vinculado con bacteriemia por estreptococos viridans. Las infecciones bucales por Candida son muy frecuentes. Fluconazol es muy efectivo en el tratamiento de infecciones locales (candidosis bucal) y sistémicas (esofagitis) por Candida albicans. Otros fármacos tipo azol (p. ej., voriconazol) y las equinocandinas ofrecen eficacia similar, además de actividad contra microorganismos resistentes a fluconazol derivados del tratamiento extenso con éste (cap. 240). El noma (o cancrum oris), que se observa habitualmente en los niños desnutridos, es una enfermedad que se extiende hasta las porciones blandas y duras de la boca y los sitios adyacentes, y da lugar a necrosis y gangrena. Existe un equivalente en los pacientes inmunodeprimidos y se cree que es consecuencia de la invasión hística por Bacteroides, Fusobacterium y otros miembros de la flora normal de la boca. Se acompaña de debilidad, higiene bucal deficiente e inmunosupresión. CUADRO 1045 Estrategias contra las infecciones de los catetéres en los pacientes inmunodeficientes Cuadro clínico inicial o patógenos aislados Extracción del catéter Antibióticos Comentarios No es necesaria si la infección reacciona al tratamiento Medida necesaria Por lo general iniciar el tratamiento contra cocos grampositivos Emprender tratamiento contra cocos grampositivos mientras llegan los resultados de los cultivos Los estafilococos coagulasa-negativos son los más comunes El hecho de no extraer el catéter puede ocasionar necrosis de la zona afectada y obligar a la colocación de injertos de piel en el futuro La extracción del catéter es una medida óptima, pero quizá sea innecesaria si la persona muestra estabilidad clínica y mejora con antibióticos Medida recomendada Comenzar con vancomicina. Linezolida, En ausencia de contraindicaciones para la extracquinupristina/dalfopristina y daptoción del catéter ésta es la medida óptima, micina son fármacos alternativos puesto que si se extrae quizá ya no se necesiten los antibióticos Manifestaciones de infección, pero hemocultivo negativo Eritema en el sitio de salida del catéter Eritema en el túnel Infecciones-hemocultivo positivo Estafilococos coagulasa-negativos Otros cocos grampositivos (como Staphylococcus aureus, Enterococcus); bacilos grampositivos (Bacillus, especies de Corynebacterium) Bacterias gramnegativas Medida recomendada Hongos Medida recomendada Utilizar antibióticos a los que sean sensibles los microorganismos; la duración depende de las circunstancias clínicas La frecuencia de infecciones metastásicas después de la inoculación de S. aureus y la dificultad de tratar infecciones por enterococos, convierten a la extracción del catéter en la medida más recomendable. Además, los bacilos gramnegativos no responden fácilmente a los antibióticos aislados Utilizar un fármaco al cual sea sensible Es difícil erradicar microorganismos como el microorganismo Stenotrophomonas, Pseudomonas y Burkholderia, porque son microorganismos resistentes a carbapenémicos Es muy difícil erradicar a las infecciones por hon— gos en los catéteres 487 Infecciones en los pacientes con cáncer INFECCIONES A CAUSA DE CATÉTERES Los catéteres intravenosos (IV) plantean un importante problema en el cuidado de los pacientes con cáncer por su aplicación tan frecuente en la quimioterapia y su predisposición a las infecciones (cap. 168). Algunas de éstas responden a los antibióticos, pero en otros casos es necesario retirar el catéter (cuadro 104-5). Si el paciente es portador de un catéter “tunelizado” (que consiste en un punto de entrada, un túnel subcutáneo y un punto de salida), la presencia de una estría roja sobre la parte subcutánea del catéter (el túnel) justifica la extracción inmediata del mismo, dado que la permanencia del catéter en esta situación puede dar lugar a una extensa celulitis y necrosis hística. Más frecuentes que las infecciones del túnel son las infecciones del orificio de salida, a menudo con eritema alrededor del punto de inserción en la piel. La mayoría de los expertos (cap. 172) recomienda administrar tratamiento (en general vancomicina) cuando la infección del orificio de salida es por un estafilococo coagulasa-negativo. El tratamiento de la infección por estafilococos coagulasa-positivos tiene peor pronóstico y se recomienda retirar el catéter de ser posible. Asimismo, muchos médicos retiran los catéteres infectados por P. aeruginosa y especies de Candida, puesto que estas infecciones son difíciles de tratar y cuando se extienden hasta la circulación pueden ser letales. Las infecciones de catéteres causadas por Burkholderia cepacia, especies de Stenotrophomonas, de Agrobacterium, Acinetobacter baumannii, y de Pseudomonas distintas de la variedad aeruginosa y Enterobacteriaceae resistentes a carbapenémicos, posiblemente sean muy difíciles de erradicar con los antibióticos solos. Asimismo, el hecho de aislar especies de Bacillus, Corynebacterium y Mycobacterium es motivo para retirar el catéter. CAPÍTULO 104 El síndrome de Sweet, o dermatosis neutrofílica febril, se observó por primera vez en mujeres con recuentos leucocíticos elevados (WBC, white blood cell count). Esta enfermedad se caracteriza por la presencia de leucocitos en la porción profunda de la dermis con edema del cuerpo papilar. La ironía es que actualmente esta enfermedad se observa casi siempre en pacientes con cáncer neutropénico, por lo general con leucemia mielocítica aguda (AML, acute myeloid leukemia), aunque también se observa en otros tumores malignos. El síndrome de Sweet suele acompañarse de pápulas o nódulos de color rojo o rojo azulado que confluyen y forman placas con bordes definidos (fig. 25e-41). El edema sugiere la presencia de vesículas, pero las lesiones son sólidas a la palpación y probablemente en esta enfermedad nunca se forman vesículas. Las lesiones son más frecuentes en la cara, el cuello y los brazos. En las piernas puede confundirse con un eritema nudoso (fig. 25e-40). Las lesiones se acompañan a menudo de fiebre elevada y velocidad de eritrosedimentación globular acelerada. Tanto las lesiones como la fiebre responden de forma dramática a los glucocorticoides. El tratamiento comienza con dosis elevadas de glucocorticoides (60 mg de prednisona/día), que se reducen gradualmente durante las dos o tres semanas siguientes. Los datos indican que el eritema multiforme (fig. 25e-25) que abarca las mucosas se acompaña a menudo de infección por el virus del herpes simple (HSV, herpes simplex virus) y difiere del síndrome de Stevens-Johnson, que se presenta al administrar ciertos fármacos y cuya distribución tiende a ser más diseminada. Debido a que los pacientes con cáncer se encuentran inmunodeprimidos (y por tanto tienden a padecer infecciones por virus herpéticos) y reciben tratamientos farmacológicos enérgicos (y por consiguiente tienen un mayor riesgo de padecer síndrome de StevensJohnson [fig. 46e-4]), ambos trastornos son frecuentes en esta población. Las citocinas se utilizan como tratamiento complementario o primario del cáncer y producen en ocasiones exantemas característicos, lo que complica aún más el diagnóstico diferencial. Este fenómeno es especialmente problemático en los receptores de trasplantes de médula ósea (cap. 169) quienes, además de padecer los exantemas habituales inducidos por la quimioterapia, los antibióticos y las citocinas, se ven afectados por la enfermedad de injerto contra hospedador. 488 Los virus, en especial el HSV, son causa importante de morbilidad en los pacientes inmunodeprimidos, en quienes producen una mucositis grave. Es útil el empleo de aciclovir, tanto en la profilaxia como en el tratamiento. INFECCIONES ESOFÁGICAS El diagnóstico diferencial de la esofagitis (por lo general caracterizado por dolor retroesternal con la deglución) comprende entre otros trastornos al herpes simple y la candidosis, ambos fáciles de tratar. PARTE 7 Oncología y hematología Parte baja del tubo digestivo La candidosis hepática (cap. 240) es consecuencia de la siembra del hígado (habitualmente de origen digestivo) en los pacientes neutropénicos. Es más frecuente en los pacientes que reciben tratamiento por AML y por lo general aparece cuando se resuelve la neutropenia. El cuadro característico consta de fiebre persistente que no responde a los antibióticos; dolor e hipersensibilidad abdominal o náusea, y actividad sérica de la fosfatasa alcalina elevada en un paciente con una neoplasia hematológica maligna que recientemente se ha recuperado de una neutropenia. El diagnóstico de esta enfermedad (que algunas veces permanece latente y persiste durante varios meses) se basa en la detección de levaduras o pseudohifas en las lesiones granulomatosas. La ecografía hepática o la tomografía computarizada (CT, computed tomography) exhibe lesiones en ojo de buey. En algunos casos las imágenes por resonancia magnética (MRI, magnetic resonance imaging) ponen de manifiesto lesiones no visibles con otras técnicas de imagen. La patología (una respuesta granulomatosa) y la cronología (resolución de la neutropenia y elevación del recuento de granulocitos) sugieren que la respuesta del hospedador a Candida es un componente importante de las manifestaciones de la enfermedad. En muchos casos, aunque los microorganismos son visibles, el cultivo de la biopsia es negativo. La denominación candidosis hepatoesplénica o candidosis hepática es inexacta, puesto que a menudo se extiende hasta los riñones y otros tejidos; quizá es más apropiado el término candidosis diseminada crónica. Puesto que el riesgo de hemorragia con la biopsia hepática es elevado, el diagnóstico se basa a menudo en las alteraciones imagenológicas (CT y MRI). El tratamiento debe dirigirse al agente causal (casi siempre C. albicans, aunque a veces es C. tropicalis u otras especies menos frecuentes de Candida). Tiflitis Llamada también colitis necrosante, colitis neutropénica, enteropatía necrosante, síndrome ileocecal o cecitis, es un síndrome clínico caracterizado por fiebre e hipersensibilidad en la fosa iliaca derecha en un paciente inmunodeprimido. Casi siempre se observa en los pacientes neutropénicos después de una quimioterapia con citotóxicos. Es más frecuente en niños que en adultos y es mucho más común en los pacientes con AML o ALL que en los que tienen otros tipos de cáncer. La exploración física exhibe hipersensibilidad en la fosa iliaca derecha, con o sin rebote. A menudo se acompaña de diarrea (con frecuencia sanguinolenta) y el diagnóstico se confirma al observar engrosamiento de la pared del ciego en la CT, MRI o ecografía. Las radiografías simples muestran una tumoración en la fosa iliaca derecha, pero la CT con medio de contraste o la MRI constituyen métodos mucho más sensibles de diagnóstico. Algunas veces se intenta la cirugía con el fin de evitar la perforación por isquemia, pero la mayor parte de los casos se resuelve con tratamiento médico. En esta enfermedad el hemocultivo es ocasionalmente positivo (por lo general se identifican bacilos aerobios gramnegativos) y se recomienda administrar antibióticos de amplio espectro contra bacterias (en particular bacilos gramnegativos, que suelen encontrarse en la flora intestinal). En caso de perforación es necesaria la cirugía. Diarrea por Clostridium difficile Los pacientes con cáncer tienden a padecer diarrea por C. difficile (cap. 161) por la quimioterapia. Por tanto, las pruebas para detectar la toxina suelen ser positivas antes de recibir los antibióticos. Por supuesto, estos pacientes corren también el riesgo de padecer diarrea por C. difficile por efecto de la presión de los antibióticos. En los pacientes con cáncer que han recibido antibióticos se debe tener en mente la posibilidad de C. difficile como causa de la diarrea. SÍNDROMES ESPECÍFICOS DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL Meningitis El diagnóstico de infección por criptococos o por listeriosis debe formar parte del diagnóstico diferencial en el paciente con linfoma o CLL que manifiesta meningitis, en los receptores de un trasplante de médula ósea y en los que reciben quimioterapia (particularmente con glucocorticoides) como tratamiento de un tumor sólido. Como ya se mencionó, los pacientes esplenectomizados son propensos a padecer infecciones fulminantes rápidas por bacterias encapsuladas (como S. pneumoniae, H. influenzae y N. meningitidis). De forma similar, los pacientes con deficiencia de anticuerpos (como los que tienen CLL, los que han recibido quimioterapia intensiva o los receptores de un trasplante de médula ósea) tienen probabilidad de sufrir infecciones por estas bacterias. No obstante, otros pacientes con cáncer tienden a padecer infecciones por otros microorganismos patógenos por un defecto en la inmunidad celular (cuadro 104-3). Hay que pensar en la posibilidad de tuberculosis del sistema nervioso central (SNC), en particular en personas que provienen de países donde prevalece tal enfermedad en la población. Encefalitis En los pacientes con inmunodepresión, el espectro de las enfermedades causadas por la encefalitis vírica es más amplio. Se observa una predisposición a las infecciones con microorganismos intracelulares parecida a la encontrada en pacientes con sida (cap. 226) en los enfermos que reciben: 1) quimioterapia citotóxica en dosis altas; 2) quimioterapia que afecta la función de linfocitos T (p. ej., fludarabina), o 3) anticuerpos que eliminan los linfocitos T (p. ej., anti-CD3, alemtuzumab, anti-CD52) o la actividad de las citocinas (agentes antifactor de necrosis tumoral o antagonistas del receptor para interleucina 1). La infección por el virus de varicela-zóster (VZV, varicella-zoster virus) está vinculada con la encefalitis causada probablemente por la vasculitis que induce este virus. Las infecciones víricas crónicas también se asocian con demencia y encefalitis. Un diagnóstico de leucoencefalopatía multifocal progresiva (cap. 164) debe considerarse cuando un paciente que ha recibido quimioterapia (rituximab en particular) presenta demencia (cuadro 104-6). Otras anormalidades del SNC que pueden confundirse con infección son la hidrocefalia normotensa y la vasculitis por radiación del SNC. Es posible distinguir estos trastornos por medio de una MRI. Tumores del encéfalo Las masas tumorales del encéfalo se manifiestan frecuentemente por cefalea, a veces acompañada de fiebre, o por anormalidades neurológicas. Las infecciones de estas lesiones ocupativas se originan por bacterias (sobre todo Nocardia), hongos (en particular Cryptococcus o Aspergillus) o parásitos (Toxoplasma). También la enfermedad linfoproliferativa por el virus de Epstein-Barr (EBV, Epstein-Barr virus) se manifiesta por lesiones únicas, o algunas veces múltiples, en el encéfalo. En algunos casos el diagnóstico definitivo requiere de una biopsia. INFECCIONES PULMONARES La neumonía (cap. 153) suele ser de diagnóstico difícil en los pacientes inmunodeprimidos puesto que los métodos convencionales de diagnóstico dependen de la presencia de neutrófilos. En los pacientes neutropénicos, la neumonía bacteriana no se acompaña de esputo purulento (ni de expectoración alguna) y en la exploración física no se detectan signos sugestivos de consolidación pulmonar (estertores o egofonía). En los pacientes granulocitopénicos con fiebre persistente o recurrente, el patrón de la radiografía de tórax ayuda a ubicar una infección y con ello a elegir las pruebas diagnósticas y técnicas apropiadas y a definir las opciones terapéuticas por considerar (cuadro 104-7). En estas situaciones, una radiografía torácica simple es una herramienta de detección; como la respuesta anormal del hospedador genera menos evidencia de consolidación o infiltración, se recomienda la CT para el diagnóstico de infecciones pulmonares. Uno de los problemas del tratamiento de los infiltrados pulmonares yace en la dificultad para realizar procedimientos diagnósticos en los pacientes. Cuando es posible elevar el recuento plaquetario una cifra adecuada por medio de una transfusión, la valoración microscópica y microbiológica del líquido obtenido por lavado bronquial endoscópico suele ser diagnóstica. Se deben realizar cultivos para Mycoplasma, Chlamydia, Legionella, Nocardia, hongos y las bacterias patógenas más frecuentes en el CUADRO 1046 Diagnóstico diferencial de las infecciones del sistema nervioso central en pacientes con cáncer Predisposición primaria Datos en la CT o MRI Neutropenia prolongada Lesiones Aspergillus, Nocardia o absceso cerebral por Cryptococcus Leucoencefalopatía multifocal progresiva (virus JC) Encefalitis difusa a Tratamiento Defectos de la inmunidad celulara Toxoplasmosis, enfermedad linfoproliferativa por virus de Epstein-Barr (rara) Infección con virus de varicela-zóster, citomegalovirus, virus del herpes simple, herpesvirus humano de tipo 6, virus JC, Listeria con dosis elevadas de glucocorticoides, quimioterapia citotóxica. CUADRO 1047 Diagnóstico diferencial de los infiltrados pulmonares en pacientes inmunodeprimidos Causa de la neumonía Infiltrado Infecciosa No infecciosa Circunscrito Bacterias, Legionella, micoHemorragia o embolia local, bacterias tumor Nodular Hongos (p. ej., Aspergillus o Recidiva tumoral Mucor), Nocardia Difuso Virus (en particular CMV), Insuficiencia cardiaca congestiva, Chlamydia, Pneumocystis, neumonitis por radiación, Toxoplasma gondii, micolesión pulmonar por fármacos, bacterias propagación linfangítica del cáncer SÍNDROMES ENDOCRINOS En los pacientes inmunodeprimidos se han descrito infecciones del sistema endocrino. La infección de la tiroides por Candida durante la neutropenia puede ser difícil de diagnosticar. Se diagnostica por medio de una gammagrafía con leucocitos marcados con indio o con una gammagrafía con galio una vez que se ha elevado el recuento de neutrófilos. La infección por CMV origina en ocasiones adrenalitis con o sin insuficiencia suprarrenal. En un paciente inmunodeprimido el desarrollo repentino de un trastorno endocrino constituye un signo de infección del órgano efector correspondiente. INFECCIONES MUSCULOESQUELÉTICAS Cuando un tumor reduce la irrigación de los músculos, huesos o articulaciones se presenta una infección como consecuencia de la lesión vascular que provoca gangrena. El diagnóstico y el tratamiento de esta infección son similares al de los hospedadores sanos, con las siguientes precauciones: 1. En cuanto al diagnóstico, la ausencia de datos en la exploración física como resultado de la granulocitopenia obliga al médico a actuar de forma más radical en la obtención de tejido, en lugar de basarse en los signos físicos. 2. En cuanto al tratamiento, en ocasiones es necesario llevar a cabo un desbridamiento enérgico de los tejidos infectados. No obstante, suele ser difícil intervenir quirúrgicamente a los pacientes que han recibido Infecciones en los pacientes con cáncer INFECCIONES CARDIOVASCULARES Los pacientes con enfermedad de Hodgkin son propensos a padecer infecciones persistentes por Salmonella, en ocasiones (especialmente en los ancianos) con lesiones en una zona intravascular. La aplicación de catéteres IV alojados intencionadamente en la aurícula derecha conlleva una frecuencia elevada de endocarditis bacteriana (que quizá se encuentra vinculada con una lesión de la válvula, seguida de bacteriemia). Se ha descrito endocarditis trombótica no bacteriana (endocarditis caquética) asociada con diversos tumores malignos (en su mayoría tumores sólidos) y también después de un trasplante de médula ósea. La presencia de un fenómeno embólico con un soplo cardiaco de nueva aparición es sugestiva de este diagnóstico. En esta enfermedad de patogenia desconocida los hemocultivos son negativos. 489 CAPÍTULO 104 líquido del lavado. Además se debe considerar la posibilidad de neumonía por Pneumocystis, especialmente en los pacientes con ALL o linfoma que no han recibido profilaxia con trimetoprim-sulfametoxazol (TMP-SMX). Las características del infiltrado ayudan a tomar decisiones respecto a las maniobras diagnósticas y terapéuticas ulteriores. Los infiltrados nodulares sugieren neumonía por hongos (p. ej., por Aspergillus o Mucor). El mejor método para el estudio de estas lesiones es la biopsia con observación directa. Es importante destacar que si bien las neumonías bacterianas se manifiestan inicialmente en la forma clásica de infiltrados lobulares en hospedadores normales, las neumonías de ese tipo en hospedadores granulocitopénicos generan inicialmente muy pocos signos, síntomas o anormalidades radiográficas, por lo que su diagnóstico es difícil. Las especies de Aspergillus (cap. 241) pueden colonizar la piel y el aparato respiratorio o bien generar una enfermedad generalizada letal. Aunque este hongo puede causar aspergilosis en una cavidad ya existente o puede producir enfermedad broncopulmonar alérgica, el principal problema que causan los organismos de este género en pacientes neutropénicos es la enfermedad invasiva por A. fumigatus o A. flavus. Los organismos entran al hospedador después de colonizar el aparato respiratorio, con la invasión subsiguiente de vasos sanguíneos. Es probable que la enfermedad se presente como un episodio trombótico o embólico por esta capacidad de los hongos para invadir los vasos sanguíneos. El riesgo de infección por Aspergillus es directamente proporcional a la duración de la neutropenia. En la neutropenia prolongada, el cultivo nasofaríngeo positivo para Aspergillus durante el seguimiento para detectar colonización pronostica el comienzo de esta enfermedad. Los pacientes con infección por Aspergillus a menudo manifiestan dolor pleurítico y fiebre acompañados en ocasiones de tos. La hemoptisis es un signo de mal pronóstico. Las radiografías de tórax suelen revelar infiltrados focales o nódulos de nueva aparición. La CT de tórax exhibe un halo característico que consta de un infiltrado con aspecto de tumor rodeado de una zona de baja atenuación. La presencia de un signo “de semiluna” en la radiografía o CT de tórax, donde el tumor empieza con cavitación central, es característica de la infección invasora por Aspergillus, pero también puede aparecer durante la resolución de las lesiones. Además de neumopatía, Aspergillus invade a través de la nariz o el paladar y penetra profundamente en los senos paranasales. La presencia de una mancha en las vías nasales o el paladar duro despierta la posibilidad de Aspergillus invasor. Esta situación probablemente requerirá de un desbridamiento quirúrgico. Las infecciones del catéter por Aspergillus obligan a retirar el catéter y a administrar tratamiento antimicótico. Los infiltrados intersticiales difusos sugieren neumonía viral, parasitaria o por Pneumocystis. Si el paciente tiene un patrón intersticial difuso en la radiografía torácica, podría ser razonable, mientras se consideran los procedimientos diagnósticos invasivos, instituir el tratamiento empírico para Pneumocystis con TMP-SMX, y para Chlamydia, Mycoplasma y Legionella con una quinolona o azitromicina. Podrían ser útiles los procedimientos sin penetración, como la tinción de frotis de esputo para Pneumocystis, las pruebas para antígeno criptocócico sérico y la prueba urinaria para antígeno de Legionella. Las pruebas de galactomanano sérico y d-glucano β podrían ser útiles para diagnosticar infección por Aspergillus, pero su utilidad está limitada por su falta de sensibilidad. El incremento del nivel de d-glucano β en el suero de una persona tratada contra el cáncer que no recibe fármacos profilácticos contra Pneumocystis, sugiere el diagnóstico de neumonía por tal microorganismo. Las infecciones por virus que ocasionan solamente síntomas de la zona alta de vías respiratorias en hospedadores con buena función inmunitaria, como el virus sincicial respiratorio (RSV, respiratory syncytial virus); virus de influenza y de parainfluenza pueden ocasionar neumonitis mortal en hospedadores con deficiente función inmunitaria. La reactivación del citomegalovirus (CMV) se observa en individuos con cáncer que reciben quimioterápicos, pero la neumonía por dicho virus es más frecuente entre receptores de trasplantes de células madre hematopoyéticas (HSCT, hematopoietic stem cell transplant) (cap. 169). La práctica de la reacción en cadena de polimerasa permite el diagnóstico rápido de neumonía viral y a su vez el tratamiento en algunos casos (como el de la gripe [influenza]). Pueden practicarse estudios múltiples que detectan grupos amplios de virus en los pulmones y en las vías respiratorias altas y con ello confirmar diagnósticos específicos de neumonías virales. La bleomicina es la causa más frecuente de neumopatía inducida por la quimioterapia. Otras causas son los alquilantes (como ciclofosfamida, clorambucilo y melfalán), las nitrosoureas (carmustina [BCNU], lomustina [CCNU] y metil-CCNU), el busulfán, la procarbazina, el metotrexato y la hidroxiurea. Tanto la neumonitis infecciosa como la no infecciosa (inducida por fármacos, radiación o ambos) pueden causar fiebre y anomalías en la radiografía de tórax; por tanto, el diagnóstico diferencial de un infiltrado en un paciente que recibe quimioterapia comprende una amplia variedad de trastornos (cuadro 104-7). Puesto que el tratamiento de la neumonitis por radiación (que responde satisfactoriamente a los glucocorticoides) y el de la neumonitis por fármacos difiere del de la neumonía infecciosa, de manera que la biopsia es muy útil para el diagnóstico. Lamentablemente, en cerca de 30% de los casos no es posible realizar un diagnóstico definitivo, incluso después de una broncoscopia. La biopsia pulmonar abierta es la técnica diagnóstica más adecuada. En muchos casos la biopsia abierta se puede sustituir por una biopsia a través de una toracostomía con visión directa. Cuando no es posible realizar una biopsia, puede establecerse el tratamiento empírico; se usan una quinolona o un derivado de eritromicina (azitromicina) y TMP-SMX en caso de infiltrados difusos, y se administra un antimicótico en caso de infiltrados nodulares. En estos casos es necesario valorar cuidadosamente los riesgos. Si se administran los fármacos incorrectos el tratamiento empírico originará efectos secundarios o será ineficaz; cualquiera de estas dos posibilidades representa un riesgo mayor que la biopsia. 490 quimioterapia recientemente, tanto por la escasez de plaquetas (que tiene como consecuencia complicaciones hemorrágicas) como por la falta de leucocitos (que puede dar lugar a una infección secundaria). Un hemocultivo positivo para Clostridium perfringens (microorganismo que a menudo causa gangrena gaseosa) tiene diversos significados (cap. 179). La bacteriemia por Clostridium septicum denota la presencia de algún cáncer primario oculto. Algunas veces se desarrollan infecciones hematológicas por microorganismos intestinales como Streptococcus bovis biotipo 1 y C. perfringens que provienen de lesiones de la porción inferior del aparato digestivo (tumores o pólipos); en otros casos, estas lesiones anuncian una enfermedad invasora. Es necesario considerar el contexto clínico para establecer el tratamiento apropiado en cada caso. PARTE 7 INFECCIONES RENALES Y URETERALES En los pacientes con una excreción ureteral deficiente las infecciones urinarias son frecuentes (cuadro 104-1). En los pacientes inmunodeprimidos, Candida, que tiene predilección por el riñón, penetra desde el torrente sanguíneo o de manera retrógrada (a través de los uréteres o la vejiga). La presencia de micetomas o candiduria persistente sugiere una enfermedad invasora. La eliminación persistente de hongos por la orina (tanto Aspergillus como Candida) incita a buscar un foco de infección en el riñón. Ciertos virus se observan de manera característica en los pacientes con inmunosupresión. Se ha demostrado la presencia del virus BK (poliomavirus humano 1) en la orina de los receptores de trasplantes de médula ósea y, al igual que los adenovirus, origina cistitis hemorrágica. ANOMALÍAS QUE PREDISPONEN A LA INFECCIÓN Exploración física: lesiones cutáneas, mucosas, sitios de punción IV, zona perirrectal Valoración Recuento de granulocitos: recuento absoluto <500/μL; duración esperada de la neutropenia inicial Hemocultivos; radiografía de tórax; otras exploraciones pertinentes según la anamnesis (esputo, orina, biopsia cutánea) Tratamiento inicial Seguimiento Tratar con antibióticos eficaces contra aerobios gramnegativos y grampositivos Detección del sitio infectado evidente Tratamiento Tratar la infección con los posterior mejores antibióticos disponibles. No reducir innecesariamente el espectro. Continuar tratando los aerobios grampositivos y gramnegativos Ausencia de un sitio infectado evidente Afebril Febril Continuar el tratamiento Añadir un antimicótico de amplio espectro Continuar el tratamiento hasta la resolución de la neutropenia (recuento de granulocitos >500/μL) FIGURA 1042. Algoritmo para el diagnóstico y tratamiento de la fiebre y la neutropenia. Oncología y hematología (Cuadro 104-1) SISTEMA LINFOIDE La descripción detallada de la manera como las alteraciones inmunitarias por cáncer o quimioterapia causan infecciones escapa al propósito del presente capítulo. En otras secciones de este libro se abordan los trastornos del sistema inmunitario. Como se ha señalado, los pacientes con deficiencia de anticuerpos tienden a padecer infecciones fulminantes por bacterias encapsuladas (como S. pneumoniae, H. influenzae y N. meningitidis). En el capítulo 226 se describen las infecciones que son secundarias a la falta de una inmunidad celular funcional. Sin embargo, vale la pena mencionar que los pacientes sometidos a quimioterapia intensiva por cualquier tipo de cáncer no sólo presentan defectos originados por la granulocitopenia, sino también disfunción linfocítica, que puede ser profunda. Por tanto, estos pacientes, sobre todo los que reciben regímenes con glucocorticoides o fármacos que inhiben la activación de los linfocitos T (inhibidores de la calcineurina o fármacos como fludarabina que afectan la función linfocítica) o la inducción de citocinas, deben recibir profilaxia para neumonía por Pneumocystis. Los individuos sometidos a tratamiento para eliminar linfocitos B (p. ej., anticuerpos contra CD20 o rituximab) son especialmente vulnerables a presentar infecciones virales intercurrentes. En ellos aumenta la incidencia de leucoencefalopatía multifocal progresiva (causada por virus JC). EL SISTEMA HEMOPOYÉTICO Los primeros estudios en el decenio de 1960 revelaron un aumento drástico en la incidencia de infecciones (letales o no) entre los pacientes con cáncer y cifras de granulocitos <500/μL. El uso de antibacterianos profilácticos ha reducido la cantidad de infecciones bacterianas, pero 35 a 78% de los enfermos neutropénicos febriles en tratamiento por neoplasias hematológicas desarrollan infecciones en algún momento durante la quimioterapia. Los patógenos aerobios (grampositivos y gramnegativos) predominan en todas las series, pero los microorganismos particulares aislados varían de un centro a otro. Las infecciones con microorganismos anaerobios son infrecuentes. Los patrones geográficos afectan los tipos de hongos aislados. La tuberculosis y paludismo son causas frecuentes de fiebre en los países en desarrollo y pueden presentarse también en estas circunstancias. Los pacientes neutropénicos tienen una susceptibilidad inusual a la infección por una gran variedad de bacterias; por tanto, el tratamiento antibiótico debe iniciarse pronto para cubrir los patógenos probables si se sospecha infección. En realidad, el inicio inmediato de los antibacterianos es obligatorio para evitar la muerte. Como la mayoría de los pacientes inmunosuprimidos, los que tienen neutropenia están amenazados por su propia microbiota, incluidas bacterias grampositivas y gramnegativas que se encuentran a menudo en la piel y el intestino (cuadro 104-4). Como el tratamiento con fármacos de espectro reducido conduce a la infección por microorganismos no cubiertos por ellos, el régimen inicial debe dirigirse a todos los patógenos que son causa probable de infección en hospedadores neutropénicos. Como se indicó en el algoritmo mostrado en la figura 104-2, por lo general la administración de antimicrobianos se continúa hasta que se resuelve la neutropenia; o sea, hasta que la cifra de granulocitos se mantenga por arriba de 500 μL durante al menos dos días. En algunos casos, los pacientes continúan con fiebre después de la resolución de la neutropenia. En estos casos, el riesgo de muerte súbita por bacteriemia abrumadora es muy baja y deben considerarse con seriedad los diagnósticos siguientes: 1) infección micótica; 2) abscesos bacterianos o focos de infección no drenados, y 3) fiebre farmacológica (incluidas reacciones a antimicrobianos y a quimioterapia o citocinas). En las situaciones apropiadas deben considerarse la infección viral y la enfermedad de injerto contra hospedador. En la práctica clínica, el tratamiento antibacteriano casi siempre se suspende cuando el paciente ya no tiene neutropenia y desapareció toda la evidencia de enfermedad bacteriana. Los antimicóticos se suspenden después si no hay evidencia de micosis. Si la fiebre persiste, se realiza una búsqueda de enfermedades virales o patógenos inusuales, mientras se eliminan las citocinas y otros fármacos innecesarios del tratamiento. TRATAMIENTO INFECCIONES EN PACIENTES CON CÁNCER ANTIBIOTICOTERAPIA Se han puesto a prueba centenares de regímenes antibacterianos para los pacientes con cáncer. El riesgo principal de la infección es el grado de neutropenia que provoca la enfermedad o el tratamiento. Muchos de los estudios más importantes comprendían poblaciones pequeñas en las cuales los resultados eran en general buenos y la mayor parte carecía de la potencia estadística necesaria para detectar diferencias entre los tratamientos empleados. Cada paciente con neutropenia febril se debe considerar un problema único, y prestar especial atención a las infecciones previas y al uso reciente de antibióticos. En el tratamiento inicial del paciente con neutropenia febril resultan útiles diversas guías (fig. 104-2): TRATAMIENTO ANTIMICÓTICO En los pacientes con cáncer, las infecciones por hongos se acompañan de neutropenia con más frecuencia. Los pacientes neutropénicos tienen mayor predisposición a padecer infecciones micóticas generalizadas, especialmente por especies de Candida y Aspergillus y en algunos casos por Fusarium, Trichosporon, Bipolaris y otros. Las criptococosis, frecuentes en los pacientes que toman inmunosupresores, son raras en los pacientes neutropénicos que reciben quimioterapia por AML. La candidosis invasora suele originare por C. albicans o C. tropicalis, pero también por Candida krusei, C. parapsilosis y C. glabrata. Durante decenios ha sido práctica clínica común añadir anfotericina B al tratamiento antibacteriano cuando un paciente neutropénico permanece febril a pesar de recibir tratamiento antibacteriano durante cuatro a siete días. La justificación para esta adición empírica es que es difícil cultivar hongos antes que causen enfermedad diseminada y que las tasas de mortalidad por infecciones micóticas diseminadas en pacientes granulocitopénicos son altas. En la práctica clínica, antes del advenimiento de los azoles modernos, la anfotericina B constituía la base del tratamiento antimicótico. La insolubilidad de la anfotericina B ha propiciado la comercialización de varios preparados oleosos menos tóxicos que el complejo anfotericina B desoxicolato. Las equinocandinas (p. ej., caspofungina) son útiles en el tratamiento de infecciones por Candida resistente a azol y en aspergilosis; ya se demostró que son equivalentes a la anfotericina B liposómica para el tratamiento empírico de pacientes con fiebre prolongada y neutropenia. Los nuevos fármacos azol también son efectivos en estas situaciones. Si bien se ha demostrado eficacia del fluconazol en el tratamiento de las infecciones originadas por muchas especies de Candida, su uso contra infecciones micóticas graves en pacientes con inmunodepresión se ha limitado por su espectro reducido: carece de actividad contra Aspergillus y especies de Candida que no son albicans. Los fármacos azol de amplio espectro (p. ej., voriconazol y posaconazol) son otra opción para el tratamiento de la aspergilosis (cap. 241), incluida la infección del SNC. El médico debe tener presente que el espectro de acción de cada azol es un tanto distinto y que no cabe esperar que haya un medicamento que combata eficazmente todos los hongos. Aspergillus terreus es resistente a anfotericina B. El voriconazol tiene actividad contra Pseudallescheria boydii, mas no la anfotericina B; sin embargo, el voriconazol carece de actividad contra Mucor. El posaconazol, que se administra por vía oral, es útil como profiláctico en pacientes con neutropenia prolongada. Los estudios en proceso valoran el uso de estos fármacos en combinaciones. Para una revisión completa del tratamiento antimicótico, véase el capítulo 235. TRATAMIENTO ANTIVIRAL Gracias a que ahora hay numerosos fármacos con actividad contra el virus del grupo del herpes (y de otros medicamentos nuevos con un espectro de actividad más amplio) se ha incrementado el interés por el tratamiento de las infecciones víricas, que constituyen un problema importante en los enfermos con cáncer. Algunas de las principales virosis de este grupo de pacientes son las ocasionadas por los virus del grupo herpes. Se ha documentado el desarrollo de infecciones graves (y a veces letales) por HSV y VZV en personas sometidas a quimioterapia. CMV también ocasiona enfermedad grave, pero las muertes que causa son más frecuentes en quienes han recibido HSCT. Están por 491 Infecciones en los pacientes con cáncer La antibioticoterapia más usada para tratar a sujetos febriles en quienes se prevé que surgirá neutropenia de larga duración (>7 días) incluyen: 1) ceftazidima o cefepima; 2) piperacilina/tazobactama, o 3) imipenem/cilastatina o meropenem. Los tres tratamientos anteriores han tenido igual eficacia en grandes investigaciones; los tres son activos contra P. aeruginosa y una variedad amplia de microorganismos grampositivos y gramnegativos aerobios. El uso de imipenem/cilastatina se ha vinculado con una cifra elevada de diarrea por C. difficile, y muchos centros reservan los carbapenémicos para tratar infecciones por bacterias gramnegativas que generan lactamasas beta de amplio espectro; tales limitaciones hacen que dichos fármacos pierdan algún atractivo como tratamiento inicial. A pesar de la participación frecuente de estafilococos coagulasa-negativos, el uso inicial de vancomicina o su adición automática al esquema terapéutico inicial no ha mejorado los puntos finales, y además, el antibiótico ocasiona efectos tóxicos. Por tales razones, se recomienda el uso juicioso de tal antibiótico, por ejemplo, cuando hay razones sólidas para sospechar la afectación por estafilococos coagulasa-negativos (la presencia de eritema en el sitio de salida de un catéter o el cultivo en que se detectan S. aureus resistente a meticilina o estafilococos coagulasa-negativos, es decir, un estudio positivo). La sensibilidad de las bacterias varía de un hospital a otro, razón por la cual se recomienda a los médicos corroborar las sensibilidades en su localidad y estar conscientes de que cambian rápidamente los perfiles de resistencia que obligan a modificar la estrategia en pacientes con fiebre y neutropenia. De forma similar, los servicios contra infecciones deben vigilar en busca de resistencia básica a antibióticos y micosis. El desarrollo de un gran número de infecciones por Aspergillus, en particular, sugiere la posibilidad de que exista una fuente ambiental que obligue a mayores investigaciones y medidas correctivas. Los antibióticos iniciales deben ajustarse y refinarse con base en los resultados de cultivos (fig. 104-2). Los hemocultivos constituyen el elemento más notable para escoger el tratamiento; los datos de cultivos superficiales de piel y membranas mucosas pueden ser desorientadores. En el caso de bacteriemia por grampositivos o infección por microorganismos de este tipo, es importante que el antibiótico sea óptimo contra el microorganismo aislado. Una vez iniciada la administración de antibióticos de amplio espectro, no es conveniente interrumpir el uso de todos los antibióticos, ante el riesgo de no combatir una infección bacteriana que puede ser mortal; no es adecuada la adición de más y más antibacterianos al tratamiento, salvo que exista una razón clínica o microbiológica para hacerlo. El tratamiento planificado progresivo (la adición empírica de un fármaco tras otro sin tener el resultado de algún cultivo) no es eficaz en la mayor parte de los casos y puede tener consecuencias desafortunadas. La adición de otro antibiótico por temor de que exista una infección por gramnegativos constituye una práctica de dudosa validez. La sinergia de los lactámicos beta y los aminoglucósidos contra algunos microorganismos gramnegativos (en particular P. aeruginosa) sienta las bases teóricas para utilizar dos antibióticos en esta situación, pero estudios más recientes indican que la eficacia no aumenta al añadir un aminoglucósido, mientras sí se incrementan los efectos adversos. No se ha demostrado que la “doble protección”, en la que se añade una quinolona u otro antibiótico sin actividad sinérgica probable, sea eficaz y pueda causar otros efectos adversos y colaterales. Las cefalosporinas provocan supresión medular y la vancomicina causa neutropenia en algunas personas sanas. Además, la adición de varias cefalosporinas fomenta la producción de lactamasa beta en ciertos microorganismos; en las infecciones por Enterobacter probablemente se deben evitar las combinaciones de cefalosporinas y dos lactámicos beta. CAPÍTULO 104 1. En el tratamiento inicial es necesario utilizar antibióticos que actúen igualmente contra bacterias gramnegativas y grampositivas (cuadro 104-4). 2. En este contexto no es conveniente utilizar sólo un aminoglucósido o un antibiótico monoterapia sin buena actividad frente a los microorganismos grampositivos (p. ej., ciprofloxacina o aztreonam). 3. Los fármacos utilizados deben reflejar tanto la epidemiología como el patrón de resistencia a los antibióticos del hospital. 4. La monoterapia con una cefalosporina de tercera generación constituye un tratamiento inicial adecuado en muchos hospitales (si el patrón de resistencia justifica su uso). 5. La mayor parte de los tratamientos convencionales están diseñados para pacientes que no han recibido antibióticos profilácticos. La fiebre en un paciente que recibe antibióticos modifica la elección del tratamiento posterior (que debe atacar a los microorganismos resistentes y a los que son causa conocida de infecciones en los pacientes que han recibido los antibióticos administrados). 6. Los estudios con asignación al azar señalan que el tratamiento antimicrobiano oral para los pacientes “de bajo riesgo” con fiebre y neutropenia es inocuo. Los pacientes ambulatorios que seguramente permanecerán neutropénicos durante <10 días y que no presentan problemas médicos concurrentes (como hipotensión, neumopatía o dolor abdominal) se clasifican como pacientes de bajo riesgo y pueden recibir un tratamiento a base de antibióticos de amplio espectro por vía oral. 7. Algunos estudios a gran escala señalan que el empleo de una fluoroquinolona con fin profiláctico (ciprofloxacina o levofloxacina) reduce los índices de morbilidad y mortalidad en los sujetos afebriles con probable neutropenia de larga duración. 492 definirse la participación de los herpesvirus humanos (HHV)-6, HHV-7 y HHV-8 (herpesvirus del sarcoma de Kaposi) en cancerosos (cap. 219). En pacientes sometidos a quimioterapia se observa la enfermedad linfoproliferativa por virus de Epstein-Barr (LPLD, lymphoproliferative disease), pero es mucho más frecuente entre los receptores de trasplantes (cap. 169). La experiencia clínica es mayor con el aciclovir, el cual se puede utilizar con fines terapéuticos o profilácticos, pero diversos fármacos derivados ofrecen ventajas sobre este medicamento (cap. 215e). Además de los virus del grupo del herpes, varios virus respiratorios (en particular el RSV) provocan infecciones graves en las personas con cáncer. Si bien se recomienda aplicar la vacuna contra la gripe (véase más adelante), en este grupo de enfermos no siempre es efectiva. Los antivirales con actividad contra el virus de la gripe brindan al médico opciones adicionales para el tratamiento de estos individuos (caps. 215e y 224). PARTE 7 Oncología y hematología OTRAS MODALIDADES TERAPÉUTICAS Hay otra manera de abordar el tratamiento del paciente neutropénico febril que consiste en reponer las poblaciones de neutrófilos. Aunque las transfusiones de granulocitos son eficaces en el tratamiento de la bacteriemia resistente por gramnegativos, su función en la profilaxia no se ha establecido. Sin embargo, la transfusión de granulocitos se reserva únicamente para los pacientes que no responden a los antibióticos por varias razones: el costo, el riesgo de reacciones a las leucoaglutininas (aunque probablemente este riesgo ha disminuido gracias a los adelantos en los procedimientos de separación celular) y el riesgo de transmitir infecciones por CMV a partir de donantes en los que no se ha realizado una detección sistemática (lo cual se ha reducido con la implementación de filtros). Este método es efectivo en la bacteriemia documentada por gramnegativos resistente a los antibióticos, en especial cuando el número de granulocitos disminuye durante un periodo corto. Gracias a la utilidad demostrada del factor estimulante de colonias de granulocitos (G-CSF, granulocyte colony-stimulating factor) para movilizar neutrófilos y los adelantos en las técnicas de preservación esta opción es más útil hoy en día. Diversas citocinas, como el G-CSF y el factor estimulante de colonias de granulocitos-macrófagos, facilitan la recuperación de los granulocitos tras la quimioterapia y en consecuencia acortan el periodo de predisposición máxima a padecer infecciones letales. La utilidad del uso sistemático de estas citocinas en la práctica clínica sigue siendo controversial. La mayoría de los expertos recomienda aplicarlas sólo cuando la neutropenia es grave y prolongada. Las propias citocinas pueden tener efectos secundarios como fiebre, hipoxemia, derrames pleurales o serositis en otras ubicaciones (cap. 372e). Una vez que la neutropenia se resuelve, el riesgo de infección disminuye mucho. Sin embargo, según los fármacos que reciban, los pacientes con protocolos de quimioterapia permanecen con un riesgo alto de ciertas enfermedades. Cualquier sujeto que reciba una dosis de glucocorticoides mayor a la de mantenimiento (p. ej., muchos regímenes terapéuticos para linfoma difuso) también deben recibir TMP-SMX profiláctico por el riesgo de infección por Pneumocystis; los pacientes con ALL deben recibir dicha profilaxia durante toda la quimioterapia. PREVENCIÓN DE LA INFECCIÓN EN LOS PACIENTES CON CÁNCER EFECTO DEL ENTORNO En varios hospitales se han vinculado brotes de infección fatal por Aspergillus con la presencia de obras y materiales para la construcción. La relación existente entre los recuentos de esporas y el riesgo de infección indica la necesidad de contar con un sistema altamente eficaz para el tratamiento del aire en los hospitales que atienden a numerosos pacientes neutropénicos. El uso de habitaciones con flujo laminar y de antibióticos profilácticos ha reducido el número de episodios infecciosos en los pacientes gravemente neutropénicos. Sin embargo, el costo de un programa de este tipo y la falta de evidencia que demuestra su repercusión dramática en la mortalidad, ha provocado que gran parte de las instituciones evite el uso sistemático del flujo laminar en la atención de los pacientes neutropénicos. Algunos centros aplican el “aislamiento inverso”, en el cual el personal sanitario y los visitantes que se acercan a un paciente neutropénico utilizan bata y guantes. Puesto que la mayor parte de las infecciones que presentan estos pacientes se originan por microorganismos que colonizan la propia piel y el intestino del paciente, es dudosa la validez de estos procedimientos y los datos clínicos limitados de los que se dispone no avalan su uso. Se debe exigir el lavado de las manos a todo el personal que atienda a los pacientes neutropénicos con el fin de evitar la diseminación de los microorganismos resistentes. La presencia de grandes cantidades de bacterias (en especial P. aeruginosa) en ciertos alimentos, especialmente en las verduras frescas, ha inducido a algunos expertos a recomendar una dieta especial “baja en bacterias”. En la mayoría de los pacientes neutropénicos se puede prescribir una dieta compuesta de alimentos cocinados y enlatados, que no implica protocolos complicados de desinfección o esterilización. Sin embargo, no existen estudios que apoyen este tipo de restricción alimenticia y se recomienda aconsejar a los pacientes para que no consuman sobras ni productos lácteos sin pasteurizar. MEDIDAS FÍSICAS Aunque existen pocos estudios que plantean esta cuestión, los pacientes con cáncer tienen predisposición a padecer infecciones a causa de alteraciones anatómicas (p. ej., el linfedema provocado por la disección ganglionar de la mastectomía radical). Los cirujanos especializados en cirugía oncológica pueden establecer recomendaciones específicas para el cuidado de estos pacientes, y éstos se pueden beneficiar de los consejos basados en el sentido común respecto a la forma de evitar las infecciones en zonas vulnerables. RESTITUCIÓN DE INMUNOGLOBULINAS Muchos pacientes con mieloma múltiple o CLL manifiestan deficiencia de inmunoglobulina a consecuencia de su enfermedad y los receptores de un trasplante alogénico de médula ósea permanecen hipogammaglobinémicos durante cierto periodo después del trasplante. Sin embargo, las recomendaciones actuales reservan la restitución intravenosa de inmunoglobulina (IVIG, intravenous immunoglobulin) para los pacientes con hipogammaglobulinemia grave (<400 mg/100 mL) y prolongada. Se ha demostrado que la profilaxia con antibióticos es más económica y eficaz para evitar las infecciones en la mayoría de los pacientes con CLL e hipogammaglobulinemia. No se recomienda utilizar de manera sistemática la restitución intravenosa de inmunoglobulina. ACTIVIDAD SEXUAL Se debe recomendar el uso del condón a los pacientes con inmunodepresión grave. Se deben abstener de cualquier actividad sexual que implique el contacto bucal con heces. A los pacientes neutropénicos se les recomienda evitar cualquier actividad traumática, puesto que incluso las heridas microscópicas pueden ocasionar invasión de bacterias y septicemia letal. PROFILAXIA ANTIMICROBIANA Los resultados de varios estudios indican que las fluoroquinolonas orales evitan la infección y reducen los índices de mortalidad en los pacientes muy neutropénicos. La profilaxia contra Pneumocystis es obligada en los pacientes con ALL y en los pacientes oncológicos que reciben protocolos de quimioterapia que contienen glucocorticoides. VACUNACIÓN DE LOS PACIENTES CON CÁNCER En general, los pacientes que reciben quimioterapia tienen peores respuestas a las vacunas que los hospedadores sanos. Por tanto, su necesidad de vacunación plantea un dilema terapéutico. Las proteínas purificadas y las vacunas inactivadas casi nunca están contraindicadas y deben administrarse a los pacientes incluso en el transcurso de la quimioterapia. Por ejemplo, todos los adultos deben recibir una dosis de refuerzo de difteria-toxoide tetánico en los momentos indicados, así como la vacuna antigripal anual. Sin embargo, la vacuna no se debe aplicar durante la quimioterapia siempre que sea posible. Si se espera a que los pacientes reciban su quimioterapia durante varios meses pero la vacuna está indicada (p. ej., vacuna antigripal en el otoño), ésta se debe aplicar hacia la mitad del ciclo (lo más alejada posible de los antimetabolitos, que impiden una respuesta inmunitaria). En la medida de lo posible, los pacientes que se someterán a una esplenectomía deben recibir las vacunas de polisacáridos contra el meningococo y el neumococo. Todos los pacientes esplenectomizados deben recibir la vacuna conjugada contra H. influenzae de tipo b. En general, no se deben administrar vacunas con virus vivos (o bacterias vivas) a los pacientes en el transcurso de la quimioterapia intensiva porque existe riesgo de infección diseminada. En el cuadro 104-2 se resumen las recomendaciones respecto a la vacunación (véase www.cdc.gov/ vaccine para recomendaciones actualizadas). 105 Cáncer de la piel Walter J. Urba, Brendan D. Curti MELANOMA Las lesiones pigmentadas constituyen algunos de los trastornos más frecuentes detectados en la exploración de la piel. La gran dificultad para el médico es diferenciar los melanomas cutáneos que ocasionan la mayor parte de las muertes por cáncer de la piel, del resto de las neoplasias que por lo común son benignas. El melanoma cutáneo puede presentarse en adultos de todas las edades, incluso en personas jóvenes y miembros de todas las razas; su sitio en la piel y sus características peculiares lo tornan detectable en un momento en que es factible su extirpación quirúrgica completa. En la figura 105-1 se muestran ejemplos de lesiones pigmentadas malignas y benignas. A C D FIGURA 1051. Lesiones pigmentadas atípicas y malignas. El melanoma más común es el de extensión superficial (no se incluye en las imágenes). A. Melanoma acral lentiginoso, que es el más común en personas de raza negra, asiáticos y de extracción hispánica, asume la forma inicial de una mácula hiperpigmentada cada vez más grande o una placa en las palmas y las plantas. Aparece difusión lateral del pigmento. B. Melanoma nodular, que se manifiesta más a menudo como un nódulo oscuro con úlceras o costras, de proliferación rápida. C. Melanoma lentigo maligno que aparece en zonas de la piel expuestas a la luz solar; su aspecto es de una mácula o placa hiperpigmentada grande con bordes irregulares y pigmentación variable. D. Los nevos displásicos son lesiones nevomelanocíticas de pigmentación y forma irregulares que pueden vincularse con melanomas familiares. CUADRO 1051 Factores que incrementan el riesgo de melanoma Total de nevos corporales (a mayor número, mayor riesgo) Nevos displásicos (incremento de 10 veces en el riesgo) Antecedentes familiares o personales Exposición a luz ultravioleta/quemaduras por luz solar/sesiones de bronceado Piel y cabello claros/color de ojos Poca capacidad de broncear Efélides Mutaciones en los genes CDKN2A, CDK4, MITF Variantes de MC1R Cáncer de la piel B FACTORES DE RIESGO Presencia de nevos El riesgo de presentar melanoma depende de factores genéticos, ambientales y del hospedador (cuadro 105-1). Los factores de mayor peso en ese sentido respecto al melanoma son la presencia de múltiples nevos benignos o atípicos y antecedentes familiares o personales de la neoplasia. La presencia de nevos melanocíticos, comunes o displásicos, constituye un marcador del mayor riesgo de melanoma. Se han considerado a los nevos como lesiones precursoras porque se transforman en melanomas; sin embargo, el riesgo real de cualquier nevo específico es extraordinariamente pequeño. En promedio, 25% de los melanomas muestran un vínculo histológico con los nevos, pero la mayor parte surgen de novo. El número de masas atípicas clínicamente puede variar de uno a varios cientos y diferir por lo común entre sí, en su aspecto. Los bordes suelen ser poco precisos y borrosos, y las características pigmentarias tienen una gran heterogeneidad, en comparación con los nevos benignos adquiridos. Las personas con masas atípicas y antecedente familiar de melanoma, según señalamientos, tienen un riesgo permanente >50% de presentar melanoma, y en ellas está justificada la vigilancia minuciosa por parte de un dermatólogo. De 90% de sujetos cuya enfermedad es esporádica (es decir, que no tienen el antecedente familiar de melanoma), 40%, aproximadamente, tienen masas clínicamente atípicas en comparación con 5 a 10% estimados respecto a la población en su totalidad. Entre los precursores del melanoma están los nevos melanocíticos congénitos clasificados en pequeños (≤1.5 cm); medianos (1.5 a 20 cm) y gigantes (>20 cm). El riesgo alcanza su máximo en el caso de los nevos melanocíticos gigantes llamados también nevos del tronco en bañador, malformación rara que afecta a uno de cada 30 000 a 100 000 personas. El riesgo permanente de presentar melanoma, según estimaciones, puede llegar a 6%, razón por la cual es prudente la extirpación profiláctica desde la etapa inicial de la vida; para ello, por lo común se necesita la extirpación estadificada, y cubrimiento con injertos cutáneos de espesor parcial. La cirugía no puede eliminar todas las células névicas de riesgo, de modo que algunas pueden penetrar en los músculos o el sistema nervioso central (SNC) debajo del nevo. Los nevos melanocíticos congénitos de tamaños 493 CAPÍTULO 105 EPIDEMIOLOGÍA El melanoma es una neoplasia maligna de melanocitos, células que producen pigmento originadas de la cresta neural y que migran a la piel, las meninges, las membranas mucosas, la zona superior del esófago y los ojos. En cada uno de los órganos mencionados dichas células tienen la capacidad de transformarse en otras cancerosas. El melanoma cutáneo es predominantemente un cáncer de personas de piel blanca (98% de los casos), y su incidencia guarda relación con las coordenadas geográficas de residencia, lo cual constituye una prueba de peso de la participación de la exposi- ción a la luz solar. La afectación de los varones es un poco mayor que la de las mujeres (1.3:1), y la mediana de la edad para la fecha del diagnóstico es después de los 55 años. Las poblaciones de piel oscura (como las de India y Puerto Rico), individuos de raza negra y habitantes del este de Asia pueden mostrar melanomas, aunque con una frecuencia 10 a 20 veces menor que la de individuos caucásicos. Los melanomas cutáneos en las poblaciones mencionadas se diagnostican con mayor frecuencia en un estadio más alto, y los puntos finales en tales pacientes por lo común son peores. Aún más, en poblaciones no caucásicas se advierte una frecuencia mucho mayor de melanomas acrales (subungueales, plantares o palmares) y de las mucosas. En 2014, en Estados Unidos más de 76 000 personas, según expectativas, terminarían por presentar melanomas, y de ese grupo se calculó que 9 700 morirían. A nivel mundial, como consecuencia de dicha neoplasia se producen casi 50 000 fallecimientos al año. Los datos obtenidos del Connecticut Tumor Registry refuerzan el incremento incesante en la incidencia y la mortalidad del melanoma. En los últimos 60 años se advirtió un incremento de 17 veces en esos renglones, y nueve veces en la incidencia en varones y mujeres, de manera respectiva. En ese mismo lapso de seis decenios se triplicaron las cifras de mortalidad en varones y se duplicaron las de las mujeres. Los índices de mortalidad comenzaron a aumentar a los 55 años y el incremento máximo se situó en varones >65 años de vida. Un aspecto de particular preocupación es el aumento de los índices en mujeres <40 años y gran parte de tal incremento, según se piensa, provino de un mayor énfasis en considerar a la piel bronceada como una imagen de belleza, la mayor disponibilidad y el uso de camas bronceadoras bajo techo y la exposición intensa a luz ultravioleta (UV) en la niñez. Las estadísticas en cuestión destacan la necesidad de difundir la prevención y la detección oportuna. 494 pequeño a mediano afectan a 1% de las personas, aproximadamente; se desconoce el riesgo de que surja un melanoma en tales lesiones, pero al parecer es relativamente bajo. No hay certidumbre en cuanto al tratamiento de los nevos melanocíticos congénitos de tamaño pequeño o mediano. Antecedentes personales y familiares Una vez hecho el diagnóstico, se necesita la vigilancia permanente de las personas con melanoma, porque el riesgo de que surja otra neoplasia igual es 10 veces mayor que el correspondiente a la población general. Los familiares de primer grado están expuestos a un mayor riesgo de que surja dicha neoplasia, en comparación con personas sin dicho antecedente, pero sólo 5 a 10% de todos los melanomas tienen ese origen. En los melanomas familiares, los pacientes tienden a ser más jóvenes a la fecha del primer diagnóstico, las lesiones son más delgadas, la supervivencia mejora y es frecuente que surjan múltiples melanomas primarios. PARTE 7 Oncología y hematología Susceptibilidad genética Se sabe que 20 a 40% de los casos de melanoma hereditario (0.2 a 2% de todos los melanomas) provienen de mutaciones de líneas germinales en el inhibidor 2A de cinasa dependiente de ciclina, en el ciclo celular (CDKN2A, cyclin-dependent kinase inhibitor 2A). En realidad, 70% de todos los melanomas cutáneos muestran mutaciones o deleciones que afectan el locus CDKN2A en el cromosoma 9p21; dicho locus codifica dos proteínas oncosupresoras distintas que provienen de marcos de lectura alternos: p16 y ARF (p14ARF). La proteína p16 inhibe la fosforilación mediada por CDK4/6 y la inactivación de la proteína de retinoblastoma (RB, retinoblastoma), en tanto que ARF inhibe la degradación de p53 mediada por MDM2 ubicuitina. El resultado final de la pérdida de CDKN2A es la inactivación de dos vías oncosupresoras críticas que son RB y p53, que controlan la incorporación de células en el ciclo celular. Algunos estudios han señalado un mayor riesgo de cáncer pancreático en familias predispuestas a melanoma, con mutaciones de CDKN2A. El segundo locus de gran riesgo susceptible de melanoma es el CDK4 y está en el cromosoma 12q13, que codifica la cinasa inhibida por p16. Las mutaciones de CDK4, que también inactivan la vía de retinoblastoma (RB, retinoblastoma), son mucho más raras que las de CDKN2A. Las mutaciones de la línea germinal en el factor de transcripción propio de la microftalmía (MITF, microphthalmia-associated transcription factor) en un oncogén específico de la línea de melanoma, predisponen al desarrollo de melanomas familiares y esporádicos. El gen del receptor 1 de melanocortina (MC1R) es un factor de riesgo moderado que se hereda, con susceptibilidad a mostrar melanoma. La radiación solar estimula la síntesis de melanocortina (hormona estimulante de melanocitos α [α-MSH, α-melanocyte-stimulating hormone]), el ligando de MC1R, que es un receptor acoplado a la proteína G que emite señales a través de AMP cíclico y regula la cantidad y el tipo de pigmento producido. MC1R es muy polimórfico y entre sus 80 variantes están las que originan la pérdida parcial de las vías de señales y culminan en la generación de feomelaninas rojas/amarillas, que no protegen del sol y generan cabello rojo, y eumelaninas pardas/negras que son fotoprotectoras. El fenotipo del color rojo del cabello (RHC, red hair color) se acompaña de piel blanca, cabello rojizo, efélides, mayor sensibilidad a la luz solar y un riesgo mayor de melanoma. Además de su poca capacidad protectora contra UV en relación con la eumelanina, la mayor síntesis de feomelanina en personas con polimorfismos inactivadores de MC1R también constituye una contribución carcinógena independiente de UV a la melanogénesis a través del daño oxidativo. Otros polimorfismos más comunes con baja penetración y efectos pequeños en la susceptibilidad a presentar melanoma, incluyen otros genes vinculados con la pigmentación, el número de nevos, las respuestas inmunitarias, la reparación de DNA, el metabolismo y el receptor de vitamina D. PREVENCIÓN Y DETECCIÓN TEMPRANA La prevención primaria del cáncer cutáneo melanomatoso y no melanomatoso (NMSC, nonmelanoma skin cancer) se basa en la protección contra rayos actínicos. Las iniciativas de salud pública, como el programa SunSmart iniciado en Australia y que funciona actualmente en Europa y Estados Unidos, demostraron que los cambios conductuales disminuyen la incidencia de NMSC y melanoma. Las medidas preventivas deben comenzar en etapa temprana de la vida, porque el daño por luz UV comienza en fecha temprana a pesar de que los cánceres terminan por presentarse años después. Se han ampliado los conocimientos sobre factores biológicos como la adicción al bronceado que, según se ha planteado, comprende la estimulación de centros de recompensa en el cerebro en que participan las vías de dopamina, y la secreción cutánea de β-endorfinas después de la exposición a UV y pudieran representar otro terreno para intervenciones preventivas. Hay que alentar el uso corriente de protectores solares de am- plio espectro que bloqueen UVA y UVB con un factor de protección solar (SPF, sun protection factor) de al menos 30 y ropas protectoras. También es recomendable no utilizar camas de bronceado y exposición a la luz solar entre las 10:00 y las 14:00 horas). Las medidas de prevención secundarias abarcan orientación, detección sistemática e identificación oportuna. Hay que enseñar a los pacientes el cuadro clínico del melanoma (ABCDE, consúltese la sección de “Diagnóstico” siguiente) y pedirles que indiquen al personal correspondiente cualquier neoformación u otro cambio en una lesión pigmentada. En Estados Unidos se distribuyen folletos auspiciados por la American Cancer Society; la American Academy of Dermatology, el National Cancer Institute y la Skin Cancer Foundation. La autoexploración a intervalos de seis a ocho semanas puede mejorar la posibilidad de detectar cambios. Aunque el U.S. Preventive Services Task Force plantea que no hay suficientes pruebas para recomendar o rechazar el uso de detección oportuna de cáncer cutáneo, al parecer la exploración de toda la piel corporal es una forma práctica y sencilla de disminuir la cifra de mortalidad de dicha neoplasia. De acuerdo con la presencia o ausencia de factores de riesgo, se individualizarán las estrategias de detección temprana, situación particularmente válida en pacientes con masas clínicamente atípicas (nevos displásicos) y en quienes tienen el antecedente personal de melanoma. En tales individuos, un dermatólogo se encargará de la vigilancia e incluirá en su atención la fotografía de todo el cuerpo y la dermoscopia cuando convenga. Las personas con tres o más melanomas primarios y las familias en que hubo como mínimo un caso de melanoma invasor o dos o más casos de melanoma, cáncer pancreático o ambas neoplasias en parientes de primero o segundo grado en el mismo lado de la familia, pueden beneficiarse de estudios genéticos. Se necesita tratar de manera inicial todas las lesiones precancerosas y las in situ. La detección temprana de tumores pequeños permite utilizar modalidades terapéuticas más sencillas con cifras mayores de curación y menores complicaciones. DIAGNÓSTICO El objetivo principal es identificar al melanoma antes de que se produzca invasión tumoral y metástasis mortales. La detección temprana puede facilitarse al aplicar el esquema ABCDE: asimetría (las lesiones benignas por lo común son simétricas); irregularidad de borde (casi todos los nevos tienen bordes netos y precisos); variegación del color (las lesiones benignas por lo común muestran pigmento claro u oscuro uniforme); diámetro >6 mm (el diámetro de un borrador de lápiz), y evolución (cualquier cambio del tamaño, la forma, el color o elevación o síntomas nuevos como expulsión de sangre, prurito y costras). Los nevos benignos por lo regular aparecen en la piel expuesta al sol por arriba de la cintura y rara vez abarcan la piel cabelluda, las mamas o los glúteos; las masas atípicas (molas) por lo regular aparecen en piel expuesta a la luz solar, muy a menudo en el dorso, pero pueden afectar la piel cabelluda, las mamas o los glúteos. Los nevos benignos aparecen en 85% de los adultos, y en éstos hay 10 a 40 masas patológicas dispersas en todo el cuerpo; los nevos atípicos pueden aparecer en el orden de cientos. Toda la superficie cutánea, incluida la piel cabelluda y las mucosas, y también las uñas, debe explorarse en cada paciente. Es importante que haya una iluminación intensa en la estancia y es útil una lupa para valorar las variaciones en las características del pigmento. Se obtendrá un fragmento de toda lesión sospechosa y la valorará un especialista o se registrará en el expediente clínico, con fotografía o con ambos recursos, para seguimiento. El método orientado para explorar lesiones individuales, la dermoscopia, utiliza amplificación de bajo nivel de la epidermis y a veces permite una visualización más exacta de las características de pigmentación, en comparación con lo que se puede lograr a simple vista. La exploración física completa con atención a los ganglios linfáticos regionales es parte de la valoración inicial de un paciente en quien se sospecha presencia de un melanoma. Hay que orientar a la persona a que se someta a detección sistemática los demás miembros de su familia si aparecen melanomas o masas clínicamente atípicas (nevos displásicos). Los pacientes que concuerdan con grupos de alto riesgo deben orientarse para que cada mes se autoexploren. Biopsia Toda lesión cutánea hiperpigmentada cuyo tamaño o forma cambió o que posee otros signos que sugieran un melanoma maligno es elegible para la obtención de un fragmento para biopsia. Se sugiere la biopsia por extirpación con bordes de 1 a 3 mm, lo cual facilita la valoración patológica de la lesión, permite la medición activa del espesor si la lesión es melanoma y constituye el tratamiento definitivo si la lesión es benigna. En el caso de lesiones de gran tamaño o en sitios anatómicos en que es imposible la biopsia por extirpación (como la cara, las manos y los pies), la toma de material por incisión a través de casi todas las zonas nodulares u oscuras de la lesión, constituye un método aceptable; esto debe incluir la fase de proliferación vertical del tumor primario, en caso de haberlo. La biopsia incisional al parecer no facilita la proliferación del melanoma. En el caso de lesiones sospechosas se hará todo intento para conservar la capacidad de valorar los bordes profundos y periféricos y practicar estudios de inmunohistoquímica. Una alternativa aceptable es la obtención del material de biopsia por rasuramiento, en particular si es poca la sospecha de que se trate de un cáncer, pero el corte debe ser profundo y abarcar la grasa subyacente; debe evitarse cauterizar la herida. El resultado de la biopsia deber ser interpretado por un patólogo experto en lesiones pigmentadas, y la notificación debe incluir el espesor de Breslow, mitosis por milímetro cuadrado en el caso de lesiones y ≤1 mm; presencia o ausencia de úlceras y estado de los bordes periféricos y profundos. El espesor de Breslow es el máximo de un melanoma cutáneo primario medido en la laminilla, desde la porción más alta de la capa granulosa epidérmica o de la base de la úlcera, hasta el plano más hondo del tumor. Es útil diferenciar a los melanomas, de los nevos benignos, en casos en que haya datos antagónicos de histología, hibridación in situ con fluorescencia (FISH, fluorescence in situ hybridization) con múltiples ondas e hibridación genómica comparativa (CGH, comparative genome hybridization). CUADRO 1052 Subtipos histológicos del melanoma maligno Tipo Sitio Duración de Edad promedio al momento del diag- existencia probada en años Color nóstico, en años Melanoma len- Superficies expuestas a la luz solar 70 tigo maligno en particular la región malar del carrillo y las sienes Melanoma de Cualquier sitio (más frecuente40-50 extensión mente en la mitad superior del superficial dorso, y en mujeres, las piernas) Melanoma Cualquier sitio nodular Melanoma acral Palmas y plantas, lecho ungueal, lentiginoso mucosas a En 5-20 o mása 1-7 40-50 Meses-<5 años 60 1-10 En zonas planas, predominan los tonos pardo y bronceado pero a veces hay color gris blanquecino en nódulos, tonos de pardo rojizo, gris azuloso, negro azuloso Tonos de color café mezclado con rojo azuloso (violáceo); negro azuloso, pardo rojizo y a menudo rosa blanquecino y el borde de la lesión es visible, cuando menos en parte, y con elevación palpable (o con ambas características) Azul rojizo (violáceo) con negro azuloso; uniforme de color o mezclado con café o negro En zonas aplanadas predomina el pardo oscuro; en lesiones sobresalientes (placas) predominan los colores pardo negruzco o azul negruzco gran parte de este lapso, la fase precursora o lentigo maligno se circunscribe a la epidermis. Fuente: Adaptado con autorización de AJ Sober, en NA Soter, HP Baden (eds); Pathophysiology of Dermatologic Diseases. New York, McGraw-Hill, 1984. Cáncer de la piel PATOGENIA Y CLASIFICACIÓN MOLECULAR Datos abundantes obtenidos de investigaciones epidemiológicas o moleculares sugieren que los melanomas cutáneos nacen por medio de múltiples vías causales. Se conocen componentes ambientales y genéticos. La radiación solar UV origina cambios genéticos en la piel, entorpece la función inmunitaria en ese órgano, incrementa la producción de factores de crecimiento e induce la formación de especies de oxígeno reactivas que dañan el DNA y que afectan los queratinocitos y los melanocitos. Un catálogo integral de las mutaciones somáticas en el melanoma de humanos indicó más de 33 000 mutaciones de bases, con lesión de casi 300 segmentos codificadores de proteína, en comparación con células normales del mismo paciente. La marca mutacional dominante reflejó el daño del DNA por exposición a rayos UV. El melanoma también contuvo mutaciones descritas como impulsoras (mutaciones con ventaja selectiva en la proliferación clonal e intervención en la oncogénesis); dichas mutaciones afectan vías que inducen la proliferación celular y que impiden las vías normales de apoptosis en respuesta a la reparación de DNA (véase adelante). Los melanocitos alterados acumulan daños de DNA y se produce la selección de todos los atributos que constituyen el fenotipo maligno: invasión, metástasis y angiogénesis. Los conocimientos de los cambios moleculares que ocurren durante la transformación de los melanocitos normales en melanoma maligno, además de ser útiles para clasificar a los pacientes, también contribuirían al conocimiento del origen y facilitarán la creación de nuevas opciones terapéuticas. La valoración a nivel de genoma de los melanomas clasificó en cuatro grupos a las neoplasias con base en su sitio y grado de exposición al sol y confirmó que intervienen vías genéticas precisas en la génesis del melanoma. Los cuatro grupos fueron los melanomas cutáneos en piel sin daño actínico inducido crónico; melanomas cutáneos con esa forma de daño, melanomas de mucosas y los acrales. Se identificaron perfiles precisos de alteraciones de DNA que variaron con el sitio de origen y que fueron independientes del subtipo histológico de la neoplasia. Por esa razón, a pesar de que fueron heterogéneos los cambios genéticos, el perfil global de mutación, amplificación y pérdida de genes cancerosos indican que muestran efectos convergentes en vías bioquímicas fundamentales que participan en la proliferación, el envejecimiento y la apoptosis. En párrafos anteriores se describió la mutación p16 que afecta la detención del ciclo celular, y la mutación ARF que origina respuestas apoptóticas deficientes al daño genotóxico. Las vías proliferativas fueron la proteína cinasa activada por mitógeno (MAP, mitogen-activated protein) y las vías del fosfatidilinositol 3′ cinasa/AKT (fig. 105-2). 495 CAPÍTULO 105 CLASIFICACIÓN CLÍNICA Se han identificado cuatro tipos principales de melanoma cutáneo (cuadro 105-2). En tres de ellos (melanomas de extensión superficial, lentigo maligno y acral lentiginoso), la lesión muestra un periodo de proliferación superficial (llamada radial) en el cual aumenta de tamaño, pero no penetra en lo profundo. En ese periodo los melanomas muestran la mayor capacidad de curación por ablación quirúrgica. El cuarto tipo, o melanoma nodular, no tiene una fase reconocible de proliferación radial y su cuadro inicial suele ser una lesión invasora profunda, capaz de enviar metástasis inmediatas. Cuando la neoplasia comienza a penetrar profundamente la piel, se inicia la fase llamada de proliferación vertical. Los melanomas con una fase de proliferación radial se caracterizan por bordes irregulares y a veces con muescas, variación en la distribución del pigmento y del color. En 70% de las lesiones tempranas, el paciente percibe un aumento de tamaño o cambios en el color. Hemorragia, úlceras y dolor son signos tardíos y son poco útiles en la identificación temprana. El melanoma de extensión superficial es la variante más común observada en la población caucásica. En los varones, el dorso es el sitio con mayor frecuencia de neoplasia; en las mujeres, el dorso y la pierna (desde la rodilla al tobillo) son sitios comunes. Los melanomas nodulares incluyen neoformaciones de color oscuro negro pardusco o negro azuloso. El melanoma lentigo maligno por lo común se circunscribe a sitios dañados crónicamente por rayos actínicos en ancianos. El melanoma acral lentiginoso se presenta en palmas, plantas, lechos ungueales y mucosas. A pesar de que este último tipo afecta personas caucásicas, surge con mayor frecuencia (junto con el melanoma nodular) en individuos de raza negra y del este de Asia. El llamado melanoma desmoplástico, quinto tipo de esta neoplasia, se acompaña de una respuesta fibrótica, invasión de nervios y una mayor tendencia a la recidiva local. En ocasiones, el aspecto clínico de los melanomas es de amelanosis y en ellos el diagnóstico se corrobora por estudio microscópico después de obtención de una muestra del nódulo cutáneo nuevo o cambiante. Los melanomas también se desarrollan en la mucosa de la cabeza y el cuello (cavidad nasal, senos paranasales y cavidad bucal); el tubo digestivo, el SNC y el aparato genital femenino (vulva, vagina) y el tracto uveal del ojo. Desde los puntos de vista clínico e histopatológico los subtipos del melanoma cutáneo son diferentes, pero dicha clasificación no posee un valor pronóstico independiente. El subtipo histológico no forma parte del esquema de estadificación del American Joint Committee on Cancer (AJCC), aunque el College of American Pathologists (CAP) recomienda incluirlo en los señalamientos histopatológicos. Nuevas clasificaciones insistirán cada vez más en las características moleculares de cada melanoma (véase adelante). El análisis molecular de melanomas individuales sentará las bases para diferenciar entre nevos benignos y los melanomas, y la definición del estado mutacional del tumor permitirá dilucidar los mecanismos moleculares de tumorigénesis y se podrán utilizar para identificar moléculas efectoras en las que actuarán las formas de tratamiento. 496 Señales del factor de crecimiento Mutación activadora de N-Ras (~10-20%) Mutaciones activadoras de B-Raf (~50%) Mutaciones activadoras de cKit (~3%) Ras Mutación con PTEN pérdida de función de PTEN o sin ella (~30-50%) PI3K P Raf NF1 Mutaciones de pérdida de función de NF1 (10-15%) P MEK Amplificación del AKT gen AKT3 y activación de AKT3 (~60%) P Activación de ERK en un subgrupo de tumores P Factor de transcripción ERK Supervivencia P Factor de transcripción Proliferación PARTE 7 FIGURA 1052. Vías principales que participan en la génesis del melanoma. Las vías de MAP cinasa y PI3K/AKT que induce la proliferación e inhibe la apoptosis, respectivamente, presentan mutaciones en el caso del melanoma. ERK, cinasa regulada por señales extracelulares; MEK, cinasa de proteína cinasa activada por mitógeno; NF-1, gen de neurofibromatosis de tipo 1; PTEN, homólogo de fosfatasa y tensina. Oncología y hematología RAS y BRAF, miembros de la vía de MAP cinasa que media clásicamente la transcripción de genes que participan en la proliferación y supervivencia de células, experimentan mutación somática en el melanoma y se transforman en posibles blancos terapéuticos. N-RAS presenta mutaciones en aproximadamente 20% de los melanomas, y en 40 a 60% de los melanomas, mutaciones somáticas activadoras de BRAF. Al parecer ninguna de las dos mutaciones por sí misma es suficiente para ocasionar el melanoma; por esa razón, a menudo se acompañan de más mutaciones. La mutación BRAF muy a menudo es puntual (cambio de nucleótidos T→A) con lo cual hay una sustitución de vaina por glutamato, aminoácidos (V600E). Las mutaciones de GRAF V600E no tienen la mutación característica UV estándar (dímero de pirimidina); son más frecuentes en personas más jóvenes y surgen en casi todos los melanomas que se identifican en sitios con exposición intermitente a los rayos solares y con menor frecuencia en melanomas con daño crónico de la luz solar a la piel. Los melanomas también muestran mutaciones en AKT (predominantemente AKT3) y PTEN (homólogo de fosfatasa y tensina). AKT puede amplificarse y PTEN puede mostrar deleción o silenciamiento epigenético que origina la activación constitutiva de la vía PI3K/AKT y prolongación de la supervivencia celular al antagonizar la vía intrínseca de apoptosis. La pérdida de PTEN que desregula la actividad de AKT y la mutación de AKT3 prolongan ambas la supervivencia celular por medio de inactivación de BAD, antagonista Bc12 de la muerte celular, y la activación del factor de transcripción FOXO1 en tridente que origina la síntesis de genes en favor de la supervivencia. La mutación con pérdida de función en NF1 que afecta la MAP cinasa y las vías de PI3K/AKT se han descrito en 10 a 15% de los melanomas. En el melanoma, las dos vías de señalización mencionadas (MAP cinasa y PI3K/AKT) intensifican la tumorigénesis, la quimiorresistencia, la migración y la desregulación del ciclo celular. Se han sintetizado fármacos dirigidos que inhiben dichas vías y algunos están disponibles para uso clínico (véase adelante). En el tratamiento óptimo de personas con melanoma se necesitara inhibición simultánea de las vías MAPK y PI3K, así como la inducción de la erradicación inmunitaria de la neoplasia cancerosa. FACTORES PRONÓSTICOS Los factores pronósticos de máxima importancia en un paciente con el diagnóstico reciente de melanoma se incluyen en la clasificación por estadios (cuadro 105-3). El signo que permite anticipar mejor el riesgo de metástasis es el espesor de la lesión según la clasificación de Breslow. El nivel de Clark que define a los melanomas con base en la capa cutánea que invadieron, no aporta más información pronóstica adicional importante y ejerce mínima influencia en las decisiones terapéuticas. El sitio anatómico del tumor primario conlleva importancia pronóstica; entre los que son favorables están el antebrazo y la pierna (excluidos los pies) y entre los des- favorables están la piel cabelluda, las manos, los pies y las mucosas. En términos generales, las mujeres con enfermedad en estadios I o II muestran una mayor supervivencia que los varones, en parte tal vez porque el diagnóstico se hizo en fecha más temprana; las mujeres muestran frecuentemente melanomas en la pierna, en la cual hay mayor posibilidad de autoidentificación y el pronóstico es mejor. El efecto de la edad no es directo. Las personas >60 años y en particular los varones tienen pronósticos peores, dato que se ha explicado en parte por una tendencia a que el diagnóstico sea más tardío (y en consecuencia, los tumores tienen más espesor), y en parte por una mayor proporción de melanomas acrales en varones. Sin embargo, existe un mayor riesgo de metástasis de ganglios linfáticos en personas jóvenes. Otros factores secundarios importantes que se reconocen por medio de la clasificación en estadios incluyen el índice grande de mitosis, la presencia de úlceras, lesiones microsatelitales, metástasis en tránsito o ambos factores; pruebas de afectación de ganglios, aumento del nivel de lactato deshidrogenasa en suero (LDH, lactate dehydrogenase), y la presencia y el sitio de metástasis a distancia. ESTADIFICACIÓN Una vez confirmado el diagnóstico de melanoma, es necesaria su estadificación para conocer el pronóstico y el tratamiento. La maniobra en cuestión permite calcular el pronóstico, y facilita la selección del tratamiento. En el cuadro 105-3 se incluyen los criterios actuales de estadificación del melanoma y la supervivencia estimada a 15 años, según sus estadios. El estadio clínico del paciente se determina después de la valoración patológica de la lesión melanomatosa de la piel y la valoración clínica/radiológica de enfermedad metastásica. La estadificación patológica también incluye la valoración microscópica de ganglios linfáticos regionales obtenidos con la biopsia del ganglio centinela o la linfadenectomía finalizada según esté indicada. Se deberá obtener de todos los pacientes una anamnesis completa y se prestará atención a manifestaciones que pudieran representar metástasis como malestar general, pérdida de peso, cefaleas, cambios visuales y dolor; la exploración física orientará el sitio del melanoma primario, y se buscarán enfermedad persistente o nódulos dérmicos o subcutáneos que pudieran representar metástasis satélites o en tránsito y también ganglios linfáticos regionales de drenaje, SNC, hígado y pulmones. Se realizará una biometría hemática completa (CBC, complete blood count), perfil metabólico completo, y la medición de LDH. Son estudios de poca confirmación diagnóstica para identificar metástasis ocultas, pero la presencia de anemia microcítica plantearía la posibilidad de metástasis en intestinos, particularmente en el intestino delgado, y un incremento inexplicado en LDH debe obligar a una valoración más extensa que incluirá tomografía computarizada (CT, computed tomography) o posiblemente tomografía por emisión de positrones (PET, positron emission tomography) (o una combinación de CT/PET). Si surgen signos o síntomas de metástasis habrá que hacer estudios de imagen apropiados para el diagnóstico. En el cuadro inicial, se advertirá que más de 80% de los pacientes tendrán enfermedad circunscrita a la piel y negatividad en la anamnesis y la exploración física, y en tales casos no están indicados los estudios de imagen. TRATAMIENTO MELANOMA TRATAMIENTO DEL MELANOMA CLÍNICO LOCALIZADO ESTADIOS I, II En el caso del melanoma cutáneo recién diagnosticado se necesita una extirpación quirúrgica amplia de la lesión con un borde de piel normal para eliminar todas las células cancerosas y llevar al mínimo la posibilidad de recidiva local. Se recomiendan los márgenes siguientes en el caso de un melanoma primario: neoplasia in situ, 0.5 a 1.0 cm; neoplasia invasora con un espesor incluso de 1 mm, 1 cm; neoplasia >1.01 a 2 mm, 1 a 2 cm, y >2 mm, 2 cm. En el caso de lesiones en la cara, manos y pies, el cumplimiento preciso de los márgenes mencionados debe dar paso a consideraciones individuales en cuanto a las limitaciones de la cirugía y métodos para llevar al mínimo las complicaciones. Sin embargo, en todos los casos, la inclusión de grasa subcutánea en la pieza operatoria facilita al patólogo la medición adecuada del espesor de la pieza y la valoración de los bordes quirúrgicos. Se ha utilizado el imiquimod tópico, particularmente con el lentigo maligno en sitios con gran influencia estética. La biopsia del ganglio centinela (SLNB, sentinel lymph node biopsy) es un instrumento útil de estadificación que ha sustituido a la disección ganglionar regional planeada para valorar el estado de ganglios regionales. Por medio de dicha biopsia se obtiene información pronóstica y se logra identificar a las personas expuestas a un gran riesgo de recidi- 497 CUADRO 1053 Criterios de estadificación del melanoma Estadio de TNM y patológico Espesor en mm Úlceras Número de ganglios linfáticos afectados Tis In situ No 0 Ninguno T1a <1 No, mitosis <1/mm 0 Ninguno <1 1.01-2 Sí, o mitosis >1 mm No 0 0 Ninguno Ninguno 1.01-2 2.01-4 Sí No 0 0 Ninguno Ninguno 2.01-4 >4 Sí No 0 0 Ninguno Ninguno >4 Sí 0 Ninguno Ataque ganglionar 0 Supervivencia estimada a los 15 años (%) 98 IA 92 IB 80 T1b T2a IIA T2b T3a IIB T3b T4a IIC T4b IIIA N1a N2a IIIB N1a N2a N1b N2b N2c T1-4a T1-4a No No 1 2o3 Microscópico Microscópico Cualquiera Cualquiera Cualquiera Cualquiera Cualquiera Sí Sí Sí o no Sí o no Sí o no 1 2o3 1 2o3 Metástasis en tránsito/satélites sin ataque ganglionar Microscópico Microscópico Microscópico Microscópico IIIC N1b N2b N2c Cualquiera Cualquiera Cualquiera Sí o no Sí o no Sí o no N3 Cualquiera Sí o no 1 Macroscópico 2o3 Macroscópico Metástasis en tránsito/satélites sin ataque ganglionar 4+ ganglios con metástasis; nódulos confluyentes o metástasis en tránsito/satélites con metástasis en ganglios 37 68 38 22 Metástasis a distancia Piel, plano subcutáneo Pulmones Otras vísceras Aumento del nivel de lactato deshidrogenasa va que pudieran ser elegibles para tratamiento posoperatorio. El ganglio o ganglios centinelas iniciales que drenan el sitio primario es (son) identificados por inyección de colorante azul y un radioisótopo alrededor del sitio primario. Después se identifica el ganglio o ganglios centinelas por inspección del cuenco ganglionar respecto al ganglio teñido de azul, el ganglio con mayor captación del radioisótopo o ganglios que muestran ambas características. Los ganglios identificados se extirpan y se someten a análisis histopatológico cuidadoso por cortes seriados y tinción con hematoxilina y eosina, así como con tinciones inmunohistoquímicas (como S100, HMB45 y MelanA) para identificar melanocitos. No todos los pacientes necesitan que se les practique SLNB. Aquellos cuyos melanomas tienen un espesor ≤0.75 mm muestran un riesgo <5% de afectación del ganglio centinela (SLN, sentinel lymph node) y no necesitan de SLNB. Los individuos con tumores con un espesor >1 mm por lo común se someten a SLNB. En el caso de melanomas de 0.76 a 1.0 mm de espesor cabe considerar la práctica de SLNB en el caso de lesiones con características de alto riesgo como úlceras, índice mitótico alto o invasión linfovascular, pero la sola ablación amplia constituye el tratamiento definitivo habitual. Casi todos los demás individuos sin afectación clínica de ganglios linfáticos deben someterse a SLNB. Aquellos en quienes tal estudio sea negativo, no se practicará la disección ganglionar completa, con sus complicaciones, y simplemente podrán ser vigilados o, con base en las características del melanoma primario, se considerarán como elegibles para tratamiento complementario o una investigación clínica. La norma actual de atención de todos los pacientes con SLN positivo es la práctica de linfadenectomía Cáncer de la piel M1a M1b M1c 51 CAPÍTULO 105 IV 62 <10 completa; sin embargo, por medio de estudios clínicos constantes se sabrá si es posible tratar de forma segura a los pacientes con un volumen pequeño de metástasis de SLN, sin cirugía adicional. Se considerará la posibilidad de tratamiento complementario en pacientes con positividad microscópica de ganglios linfáticos, y para ello se utilizará interferón o se incluirá al paciente en una investigación clínica. TRATAMIENTO DEL MELANOMA CON METÁSTASIS REGIONALES ESTADIO III Los melanomas pueden reaparecer en el borde de la cicatriz o del injerto en la forma de metástasis satélites, que están separadas, por un espacio no mayor de 2 cm desde la cicatriz; como se observa en las metástasis en tránsito que son recidivas >2 cm desde la lesión primaria, pero que no van más allá de la cuenca ganglionar regional, o con mayor frecuencia, como metástasis a un cuenco de ganglios linfáticos que drenan el tumor. Cada uno de los cuadros iniciales se trata por medio de cirugía, y después de ella existe la posibilidad de supervivencia sin enfermedad a largo plazo. La perfusión o la infusión de extremidades aisladas, con melfalán e hipertermia, son opciones en personas con recidivas regionales cutáneas extensas en una extremidad. Se han señalado cifras altas de respuesta completa y es posible obtener la paliación notable de los síntomas, pero no hay cambios en la supervivencia global. Las personas libres de la enfermedad después de la cirugía pueden mostrar un alto riesgo de presentar recidiva local o a distancia, y en ellos hay que considerar el uso de medidas adyuvantes. La radioterapia aminora el riesgo de recidiva local después de linfadenectomía, pero no modifica la supervivencia global. Los pacientes con grandes ganglios 498 PARTE 7 (>3 a 4 cm), con cuatro ganglios afectados o más, o la dispersión extraganglionar en el estudio microscópico, deben ser elegibles para radioterapia. Las medidas complementarias sistémicas están indicadas más bien en individuos con enfermedad en estadio III, pero también podrían obtener beneficio pacientes sin afectación ganglionar y de alto riesgo (espesor >4 mm o lesiones ulceradas) e individuos con enfermedad en estadio IV totalmente extirpada. Tratamientos complementarios aceptables son el uso de interferón α2b (IFN-α2b), que se aplica a razón de 20 millones de unidades/m2 por vía IV cinco días de cada semana durante cuatro semanas, para seguir con 10 millones de unidades/m2 por vía SC tres veces por semana durante 11 meses (un año en total), o peginterferón α2b subcutáneo (6 μg/kg por semana durante ocho semanas, seguidas de 3 μg/kg por semana en un total de cinco años). El tratamiento se acompaña de efectos tóxicos intensos que incluyen un cuadro similar a gripe, disminución del rendimiento global y depresión. Los efectos secundarios se tratan en muchos pacientes por medio de medidas apropiadas contra los síntomas, disminución de dosis e interrupción del tratamiento. En ocasiones se necesita interrumpir de forma permanente el uso de IFN antes de administrar todas las dosis planeadas, por sus efectos tóxicos inaceptables. El régimen con dosis altas es mucho más tóxico que el de peginterferón, pero este último necesita cuatro años adicionales de administración. El tratamiento complementario con interferón mejora la supervivencia sin enfermedad, pero sigue siendo un punto controvertido su trascendencia en la supervivencia global. La participación en una investigación clínica es adecuada para pacientes de ese tipo, muchos de los cuales por lo demás tendrán que observarse sin tratamiento, sea porque son elegibles poco satisfactorios para recibir IFN o porque el paciente (o su oncólogo) piensan que los efectos beneficiosos del interferón no serán mayores que los efectos tóxicos. En el entorno adyuvante se han valorado recientemente tratamientos dirigidos y de inmunoterapia. Oncología y hematología TRATAMIENTO ENFERMEDAD METASTÁSICA Para la fecha del diagnóstico, casi todas las personas con melanoma tienen la enfermedad en etapa incipiente; sin embargo, algunas tendrán ya metástasis y otras más terminarán por generarlas después del tratamiento inicial. Los individuos con antecedente de melanoma que terminan por mostrar signos o síntomas que sugieren reaparición de la enfermedad, se someterán a una reclasificación de estadios que incluirá la exploración física, realización de CBC y el conjunto completo de estudios metabólicos, medición de LDH y estudios diagnósticos de imagen apropiados que pueden incluir resonancia magnética (MRI, magnetic resonance imaging) del cerebro y estudios de todo el cuerpo por medio de PET/CT o CT del tórax, el abdomen y la pelvis. Las metástasis a distancia (estadio IV) que pueden afectar cualquier órgano, por lo común atacan la piel y los ganglios linfáticos y también vísceras, huesos y el cerebro. Desde el punto de vista histórico, se consideraba incurable al melanoma de tipo metastásico; la mediana de supervivencia variaba de seis a 15 meses, según los órganos afectados. El pronóstico es mejor para individuos con metástasis a la piel y plano subcutáneo (M1a) que en el caso de metástasis en pulmón (M1b) y peor para sujetos con metástasis en hígado, huesos y cerebro (M1c). El mayor nivel sérico de LDH constituye un factor de mal pronóstico y coloca a la persona en el estadio M1c, independientemente del sitio en que haya metástasis (cuadro 105-3). Datos históricos sugieren que la supervivencia a los 15 años en individuos con enfermedad M1a, M1b y M1c es menor de 10%, pero ha surgido optimismo de que los nuevos tratamientos aumenten el número de personas con melanoma y supervivencia a largo plazo, en particular con enfermedad M1a y M1b. En los últimos dos años se observaron cambios impresionantes en el tratamiento de pacientes con melanoma en estadio IV. En Estados Unidos, la Food and Drug Administration (FDA) aprobó dos clases de productos terapéuticos contra el melanoma. El ipilimumab, inhibidor del punto de control de linfocitos T inmunitarios, y tres nuevos fármacos orales que actúan en la vía de la MAP cinasa, como son los inhibidores de BRAF, vemurafenib y dabrafenib, así como el trametinib, inhibidor de MEK; todos ellos se pueden obtener comercialmente, de modo que los individuos con enfermedad en estadio IV cuentan con múltiples opciones terapéuticas (cuadro 105-4). Conviene referir a un oncólogo cirujano para analizar la extirpación de metástasis, a todo paciente con enfermedad oligometastásica, por- CUADRO 1054 Opciones terapéuticas contra el melanoma metastásico Cirugía: extirpación de metástasis si son pocas las lesiones Inmunoterapia Interleucina 2 Bloqueo de los puntos de control inmunitarios - Aprobados por la FDA Ipilimumab contra CTLA-4 - Experimentales Anti-PD-1: nivolumab, lambrolizumab Anti-PD-L1 Tratamiento efector molecular Inhibidor de BRAF: vemurafenib, dabrafenib Inhibidor de MEK: trametinib Antineoplásicos: dacarbazina, temozolomida, paclitaxel, paclitaxel fijado a albúmina, carboplatino • • • que puede mostrar supervivencia sin enfermedad a largo plazo después de la intervención. Los mejores pacientes elegibles son los que tienen metástasis solitarias, pero con frecuencia cada vez mayor se utiliza la cirugía incluso para individuos con metástasis en más de un sitio. Cabe considerar la administración de interferón o la incorporación a un estudio clínico a todo paciente libre de enfermedad, porque es muy elevado el riesgo de que se desarrollen metástasis adicionales. Cabe utilizar también a la cirugía como complemento de la inmunoterapia cuando sólo unas pocas lesiones metastásicas resultan ser resistentes al tratamiento sistémico. INMUNOTERAPIA Desde 1995 en Estados Unidos se aprobó el uso de la interleucina 2 (IL-2 o aldesleucina), una citocina para tratar individuos con melanoma. Dicha interleucina se ha utilizado para tratar a pacientes en estadio IV que todavía cuentan con un estado funcional satisfactorio y se practica en centros con experiencia para combatir los efectos tóxicos propios de dicha interleucina. Los individuos necesitan hospitalizarse en un sitio similar a la unidad de cuidados intensivos, para aplicarles 600 000 a 720 000 UI de IL-2 cada 8 h, incluso 14 dosis (un ciclo). Se continúa el tratamiento hasta obtener el beneficio máximo, por lo común con cuatro a seis ciclos. Dicho tratamiento se asocia con supervivencia a largo plazo sin enfermedad (curas probables) en 5% de los pacientes tratados. No se ha identificado el mecanismo por el cual IL-2 permite la regresión tumoral, pero se supone que induce a los linfocitos T específicos del melanoma a eliminar células tumorales al reconocer antígenos específicos. Rosenberg et al., en el National Cancer Institute (NCI) han combinado la transferencia adoptiva de linfocitos que infiltran el tumor y que han sido ampliados in vitro, con grandes dosis de IL-2 en individuos preacondicionados con quimioterapia que no es mieloablativa (combinada en ocasiones con radiación corporal total). Se observó regresión tumoral en más de 50% de los pacientes con melanoma metastásico insensible a IL-2. Se ha confirmado la eficacia clínica promisoria con el bloqueo del punto de control inmunitario, con anticuerpos monoclonales contra los receptores inmunitarios inhibidores CTLA-4 y PD-1. En la respuesta inmunitaria aumenta el número de un conjunto de receptores inhibidores. Una exigencia absoluta para asegurar la regulación apropiada de una respuesta inmunitaria normal, la expresión ininterrumpida de receptores inhibidores durante la infección crónica (hepatitis con infección por VIH) en los cancerosos denota agotamiento de linfocitos T con escaso potencial para la proliferación, la producción de citocinas o la citotoxicidad (fig. 105-3). El bloqueo del punto de control, con un anticuerpo monoclonal mejora la función de linfocitos T con erradicación de células tumorales en modelos animales preclínicos. El ipilimumab, un anticuerpo de tipo IgG totalmente humano que se fija a CTLA-4 y bloquea las señales de inhibición, constituyó el primer fármaco de todos los tipos que prolongó la supervivencia en individuos con melanoma metastásico. Un ciclo completo incluye cuatro infusiones extrahospitalarias por vía IV de 3 mg de ipilimumab/kg cada tres semanas. Las cifras de respuesta fueron pequeñas (~10%) en estudios clínicos con asignación al azar, pero mejoró la supervivencia en pacientes que había sido tratados o que no lo habían sido, y en marzo de 2011 en Estados Unidos la FDA aprobó el uso de ipilimumab. Además de sus efectos antitumorales, la interferencia que ejerce el ipilimumab en los mecanismos normales de regulación generó un Célula presentadora de antígeno B7-2 (CD86) Antígeno + MHC I/II PD-L1 (B7-H1) PD-L2 (B7-DC) Anti-PD-1 Anti-CTLA-4 CTLA-4 TCR – – PD-1 Célula T FIGURA 1053. Vías reguladoras e inhibidoras que influyen en la función de linfocitos T, su memoria y duración de vida después de la ocupación del receptor de célula T por antígeno presentado por células que cumplen con tal función (presentadoras de antígeno) en el contexto de MHC I/II. CTLA-4 y PD-1 son parte de la familia CD28 y poseen efectos inhibidores que pueden ser aplacados por anticuerpos antagonistas de los receptores o el ligando, con los cuales se intensifican la función y los efectos antitumorales de linfocitos T. CTLA-4, antígeno-4 contra linfocito T citotóxico; MHC, complejo de histocompatibilidad mayor; PD-1, muerte programada-1; PD-L1, ligando-1 de muerte programada; PD-L2, ligando-2 de muerte programada; TCR, receptor de linfocitos T. ESTRATEGIA INICIAL EN LA PERSONA CON ENFERMEDAD METASTÁSICA Una vez que se ha confirmado el diagnóstico de enfermedad en etapa IV, por biopsia o estudios diagnósticos de imagen, se necesita una muestra del tumor del paciente para experimentar estudios moleculares y saber si surgió una mutación que pueda atribuirse a fármacos (como BRAF). Se prefiere el análisis de una lesión metastásica, pero bastará cualquier material de biopsia, por la escasa discordancia entre las lesiones primarias y las metástasis. Los algoritmos del tratamiento comienzan con la valoración del estado tumoral de BRAF. Para los tumores “naturales” respecto a BRAF, se recomienda inmunoterapia. En el caso de sujetos cuyos tumores poseen una mutación BRAF, el tratamiento inicial con inhibidor de BRAF o inmunoterapia es aceptable. Los estudios moleculares también pueden incluir N-RAS y c-kit en las neoplasias adecuadas. La mayor parte de los enfermos aún fallecen por su melanoma a pesar de las mejorías en el tratamiento. En consecuencia, una consideración importante siempre es la participación en una investigación clínica incluso en pacientes que no recibieron tratamiento. Muchos enfermos de neoplasias en estadio IV evolucionarán al final, a pesar de los progresos del tratamiento, y muchos pacientes, a causa del mayor volumen de la enfermedad, estado funcional deficiente y enfermedades coexistentes, no serán adecuados para el tratamiento. Por tal razón, un objetivo importante de la asistencia debe ser la integración oportuna de los cuidados paliativos y el internamiento en instituciones de atención prolongada. VIGILANCIA En todas las personas con melanoma se recomienda la exploración y vigilancia de la piel cuando menos una vez al año. Las guías de la National Comprehensive Cancer Network (NCCN) para individuos con melanoma Cáncer de la piel TRATAMIENTO DIRIGIDO Los inhibidores de RAF y MEK de la vía de MAP cinasa son elementos nuevos y atractivos para pacientes cuyos melanomas poseen una mutación de BRAF. La elevada frecuencia de mutaciones oncógenas en la vía de RAS-RAF-MEK-ERK, que emiten las señales de proliferación y supervivencia desde la superficie celular al citoplasma y al núcleo, ha permitido la obtención de inhibidores de BRAF y MEK. En Estados Unidos se ha aprobado el uso de vemurafenib y dabrafenib que son dos inhibidores de BRAF para tratar a pacientes en estado IV cuyos melanomas poseen una mutación en la posición 600 en el gen de BRAF. Los inhibidores orales de BRAF causan la regresión tumoral casi en 50% de los pacientes y mejoran la supervivencia global en comparación con el uso de antineoplásicos. El tratamiento se acompaña de efectos secundarios controlables que difieren de los que surgen después de inmunote- QUIMIOTERAPIA Hasta la fecha, ningún antineoplásico prolongó la supervivencia en casos de melanoma metastásico, y los progresos en inmunoterapia y tratamiento efector han relegado a la quimioterapia a servir de paliativo de síntomas. Los fármacos con actividad antitumoral incluyen dacarbazina (DTIC) o su análogo oral temozolomida (TMZ, temozolomide), cisplatino y carboplatino, los taxanos (paclitaxel solo o combinado con albúmina, y el docetaxel), y la carmustina (BCNU) con índices publicados de respuesta de 12 a 20 por ciento. 499 CAPÍTULO 105 nuevo espectro de efectos secundarios que simulaban la autoinmunidad. Los fenómenos colaterales más comunes vinculados con dicha función fueron erupciones cutáneas y diarrea (en ocasiones colitis letal grave), pero la toxicidad podría surgir en muchos otros órganos (como hipofisitis, hepatitis, nefritis, neumonitis, miocarditis y neuritis). Para tratar de forma inocua a esos pacientes se necesitan la vigilancia clínica y el tratamiento oportuno con corticosteroides que al parecer no interfieren en los efectos antitumorales. La comunidad de oncólogos no ha aceptado del todo el uso generalizado del ipilimumab, por la baja cifra de respuesta objetiva, los efectos tóxicos notables (incluida la muerte), y el alto costo (el costo del fármaco sólo para un ciclo de tratamiento fue de 120 000 dólares en 2013). A pesar de tales reservas, el beneficio global en la supervivencia, como consecuencia del uso de ipilimumab (17% de los pacientes seguían vivos a los siete años), indica que hay que pensar decididamente en recurrir a tal terapéutica en todos los pacientes elegibles. La activación crónica de linfocitos T también permite la inducción de PD-1 en su superficie. La expresión de uno de sus ligandos, PD-L1, en las células tumorales, las protegerá de la destrucción inmunitaria (fig. 105-3). Los estudios iniciales que intentaron bloquear el eje PD-1:PD-L1 por administración IV de anti-PD-1 o anti-PD-L1, han señalado actividad clínica sustancial en personas con melanoma avanzado (y cáncer de pulmón) con un nivel significativamente menor de efectos tóxicos que con el ipilimumab. Tiene una imagen promisoria la administración de anti-PD-1, pero en la actualidad no se dispone de tal compuesto, salvo para participación en investigaciones clínicas. Como dato desconcertante, los resultados preliminares de la investigación clínica indicaron que el bloqueo de las vías inhibidoras con ipilimumab y con anti-PD-1 permitió obtener una actividad antitumoral superior, que con el uso de cualquiera de los dos fármacos solos. El beneficio principal en individuos con tratamiento de tipo inmunitario (IL-2, ipilimumab, y anti-PD-1) es la durabilidad de las respuestas alcanzadas. A pesar de que el porcentaje de pacientes con tumores que mostraron regresión después de la inmunoterapia es menor que las cifras de respuesta después de tratamiento efector (véase adelante) la duración de las respuestas inducidas por la inmunoterapia (>10 años en algunos casos) al parecer es mejor que las respuestas del tratamiento efector y sugiere que se han curado muchos de los pacientes de ese grupo. rapia o quimioterapia. Una complicación específica de la inhibición de BRAF es el desarrollo de numerosas lesiones en la piel, de las cuales algunas son cánceres diferenciados de células pavimentosas (incluso 25% de los pacientes). Es necesario el tratamiento conjunto de los pacientes con un dermatólogo, porque los cánceres de la piel, como se mencionó, necesitarán ablación. No se ha señalado el desarrollo de metástasis y puede continuarse de forma segura el tratamiento después de la extirpación sencilla. Los resultados a largo plazo después de utilizar inhibidores de BRAF no se han publicado, pero la preocupación actual es que con el paso del tiempo la gran mayoría de los pacientes terminará por recidivar y al final fallecer por una enfermedad farmacorresistente. Se conocen diversos mecanismos por los cuales se desarrolla resistencia, por lo regular por una vía de mantenimiento de la señales MAP cinasa; sin embargo, no se sitúan entre ellas las mutaciones en el gen de BRAF que afectan la fijación del inhibidor. El trametinib, inhibidor de MEK, es activo como fármaco solo, pero al parecer lo es menos que cualquiera de los inhibidores de BRAF. La combinación del inhibidor de BRAF y el inhibidor de MEK mejoró la supervivencia sin evolución, en comparación con el uso solo del inhibidor de BRAF, y como dato interesante no surgieron las lesiones cutáneas neoplásicas tan molestas con la inhibición de BRAF solo. La duración de las respuestas después de la combinación de fármacos queda por conocerse, pero en Estados Unidos la FDA aprobó su empleo en el melanoma metastásico. En una minoría de personas con melanomas cutáneos por daño crónico por luz solar se produjeron mutaciones activadoras en el receptor de c-kit de la tirosina cinasa, pero más a menudo se observaron en los subtipos de mucosa en la variante lentiginosa acral. De modo global, es muy pequeño el número de individuos con las mutaciones c-kit, pero al aparecer son idénticas en gran medida con las mutaciones que aparecen en tumores de células del estroma gastrointestinal (GIST, gastrointestinal stromal cell tumors); los melanomas con mutaciones activadoras de c-kit pueden presentar respuestas clínicamente significativas al imatinib. 500 en etapas IA-IIA recomiendan de forma integral la anamnesis y la exploración física cada seis a 12 meses durante cinco años, para seguir con revisiones anuales según estén indicadas clínicamente. Hay que prestar atención particular a los ganglios linfáticos de drenaje en pacientes en estado I-III, porque la eliminación de las recidivas en ganglios linfáticos, aún puede ser curativa. A discreción del médico se recomiendan CBC, LDH y radiografías de tórax, pero son medios poco efectivos para la detección de metástasis ocultas. Hoy día no se recomienda la práctica sistemática de estudios de imagen para identificar metástasis. En el caso de pacientes con enfermedad en estadio alto (IIB-IV) cabe considerar la posibilidad de realizar estudios de imagen (radiografías de tórax, CT, gammagrama PET/CT) cada cuatro a 12 meses. No se ha demostrado con la vigilancia sistemática un beneficio discernible en la supervivencia, y por ello es razonable realizar dichos estudios solamente si están indicados clínicamente. CÁNCER CUTÁNEO NO MELANOMATOSO PARTE 7 El cáncer cutáneo no melanomatoso (NMSC, nonmelanoma skin cancer) es la neoplasia más común en Estados Unidos. Los registros oncológicos no reúnen sistemáticamente los datos sobre la incidencia de cánceres cutáneos de células basales y células espinocelulares, pero se calcula que en tal país la incidencia anual es de 1.5 a 2 millones de casos. Los carcinomas de células basales (BCC, basal cell carcinomas) comprenden 70 a 80% de NMSC, en tanto que los carcinomas espinocelulares (SCC, squamous cell carcinomas) que abarcan, en promedio, 20% de NMSC, tienen mayor importancia por su capacidad de enviar metástasis, y son la causa de 2 400 fallecimientos por NMSC cada año. Se ha observado también un aumento en la incidencia de cáncer cutáneo no epitelial, en particular el carcinoma de células de Merkel (MCC, Merkel cell carcinoma), y cada año se identifican 5 000 nuevas entidades en el diagnóstico y 3 000 fallecimientos. Oncología y hematología FISIOPATOLOGÍA Y CAUSAS La causa más notable de BCC y SCC es la exposición a la luz UV, por contacto directo con los rayos actínicos o por fuentes luminosas UV artificiales (camas de bronceado). UVA y UVB dañan DNA por la formación de radicales libres (UVA) o por la inducción de dímeros de pirimidina (UVB). El sol emite energía en todo el espectro UV, en tanto que el equipo de camas de bronceado emite, de manera típica, 97% de UVA y 3% de UVB. El daño al DNA inducido por la radiación UV origina la muerte celular o la restitución del DNA dañado, por reparación de la escisión de nucleótidos (NER, nucleotide excision repair). Los trastornos hereditarios de NER, como la xerodermia pigmentada, se acompañan de un incremento notable en la incidencia de cánceres cutáneos y permiten establecer un vínculo entre el daño de DNA inducido por UV, la reparación inadecuada de DNA y el cáncer cutáneo. Los genes dañados con mayor frecuencia por UV en caso de BCC comprenden la vía de Hedgehog (erizo) (Hh). En el caso de SCC suele haber afectación de los genes p53 y N-RAS. Se advierte una relación de dosis/respuesta entre el uso de camas bronceadoras y la incidencia de cáncer cutáneo. Bastan cuatro visitas a dicho servicio cada año, para que haya un incremento de 15% en la frecuencia de BCC y un aumento de 11% en los casos de SCC y melanoma. El empleo de camas de bronceado por un adolescente o un adulto joven confiere un riesgo mayor que una exposición similar en personas de mayor edad. Otros vínculos incluyen tener el cabello rubio o rojizo, ojos de color azul o verde, la tendencia a la quemadura química fácil y una ocupación al aire libre. La incidencia de NMSC aumenta conforme disminuye la latitud geográfica. Casi todos los tumores se presentan en zonas de la cabeza y el cuello expuestas a rayos actínicos. El riesgo de SCC de labios o boca aumenta con el tabaquismo. También actúan a veces como cocarcinógenos los virus de papiloma humano y la radiación UV. Los receptores de órganos sólidos en trasplante sometidos a inmunodepresión por tiempo prolongado muestran incremento de 65 veces en la frecuencia de SCC y un aumento de 10 veces en la de BCC. La frecuencia de cáncer cutáneo es proporcional al nivel de la duración de la inmunodepresión y la magnitud de la exposición a la luz solar antes y después del trasplante. Los SCC en tal población también muestran cifras mayores de recidiva local, metástasis y mortalidad. Hay un empleo cada vez más amplio de antagonistas del factor de necrosis tumoral (TNF, tumor necrosis factor) para tratar enteropatía inflamatoria y trastornos autoinmunitarios como la artritis reumatoide y la psoriásica. Los antagonistas TNF también conllevan un mayor riesgo de ocasionar NMSC. El tratamiento orientado a BRAF induce SCC, que comprenden SCC del tipo de queratoacantoma en los queratinocitos con una sobreexpresión previa de H-RAS, en 60%, aproximadamente, de los pacientes. Vismodegib SHh SMO Ptch 1 SUFU Degradación proteosomal Gli3 Gli2 Gli1 Núcleo FIGURA 1054. Influencia de vismodegib en la vía hedgehog (Hh). En circunstancias normales se une a este homólogo 1 parchado (PTCH1), uno de los tres ligandos de Hh (sónico [SHh], indio o del desierto), lo cual origina su degradación y la liberación del homólogo uniformado (SMO). Los fenómenos anterógrados de la liberación de SMO son la activación de Gli1, Gli2 y Gli3 a través del regulador de transcripción conocido como SUFU. Gli2 y Gli2 se trasladan al núcleo e inducen la transcripción génica. El vismodegib es un antagonista de SMO que disminuye la interacción entre SMO y PTCH1, con lo cual disminuyen las señales de la vía de Hh, la transcripción génica y la división celular. Los fenómenos de la vía Hh anterógrados que son inhibidos por el vismodegib están señalados en rojo. Otros factores de riesgo incluyen infección por VIH, radiación ionizante, cicatrices de quemaduras térmicas y úlceras crónicas. Aumentan también la incidencia de NMSC cuadros como albinismo, xerodermia pigmentada, síndromes de Muir-Torre, Rombo, Bazex-Dupré-Christol, disqueratosis congénita y el síndrome de nevo de células basales (síndrome de Gorlin). En BCC se advierten mutaciones en los genes Hh que codifican el homólogo 1 de parches inmunodepresores (PTCH1) y el homólogo uniforme (SMO). Las señales aberrantes de PTCH1 son propagadas por los factores Gli1 y Gli2 de transcripción nuclear, que son importantes en la génesis de BCC; en Estados Unidos lo anterior ha hecho que la FDA apruebe el uso de un inhibidor oral de SMO, el vismodegib para tratar BCC inoperable avanzado o metastásico (fig. 105-4). El vismodegib también aminora la incidencia de BCC en personas con síndrome de nevo de células basales que tienen mutaciones en PTCH1, lo cual afirma la importancia de Hh en el comienzo de BCC. CUADRO INICIAL Carcinoma de células basales El BCC nace de células basales de la epidermis. La forma superficial de dicha neoplasia, que es la menos invasora de los subtipos de la misma, consiste en placas exfoliativas eritematosas a menudo sutiles, que poco a poco se agrandan y que surgen con mayor frecuencia en el tronco y la zona proximal de extremidades (fig. 105-5). Dicho subtipo de BCC se puede confundir con dermatosis inflamatorias benignas, en particular el eccema numular y la psoriasis. El cuadro inicial de BCC también puede ser el de un nódulo perlino pequeño y de crecimiento lento, a menudo con vasos telangiectásicos tortuosos en su superficie, bordes enrollados y una costra central (BCC nodular). La presencia ocasional de melanina en dicha variante de BCC nodular (BCC pigmentada) puede ocasionar confusión con el melanoma. Las formas de BCC morfeaforme (fibrótico), infiltrante y micronodular constituyen los subtipos más invasores y con capacidad fuertemente patógena, y se manifiestan en la forma de placas similares a cicatrices de colores rosáceo, amarillento, blanquecina indurada, solitarias, planas o un poco deprimidas. De forma típica, los bordes son poco precisos y las lesiones son sutiles; de este modo, es frecuente que el tratamiento se retrase y cabe esperar que las neoplasias sean más extensas de lo que se espera clínicamente. Carcinoma espinocelular SCC cutáneo primario es una neoplasia maligna de células epidérmicas queratinizantes. Tiene una evolución clínica variable que va de indolente, a una cinética de proliferación rápida con la capacidad de enviar metástasis a sitios regionales y distantes. Por lo general, SCC surge como un nódulo eritematoso ulcerado o una erosión superficial en la piel de la cabeza, el cuello, el tronco y las extremidades, expuesta a la luz solar (fig. 105-5). También tiene el aspecto de una pápula banal, firme, cupuliforme, u otra placa de contextura áspera, y a menudo se le considera erróneamente como una verruga o una callosidad, cuando es 501 A E C F G FIGURA 1055. Neoplasias cutáneas. A. El linfoma no Hodgkin afecta la piel con nódulos típicos violáceos del “color de las ciruelas”. B. En este caso el carcinoma espinocelular asume la forma de una placa encostrada hiperqueratótica y un poco erosionada del lado inferior. La piel expuesta al sol en áreas como la cabeza, el cuello, las manos y los brazos representan otros típicos sitios de afectación. C. Las queratosis actínicas consisten en pápulas y placas eritematosas hiperqueratóticas en piel expuesta al sol. Se presentan en personas en etapa media de la vida o adultos mayores y tienen alguna capacidad de transformación maligna. D. Carcinoma metastásico de la piel que se caracteriza por nódulos dérmicos inflamatorios y a menudo ulcerados. E. Micosis fungoide, que constituye un linfoma de linfocitos T cutáneo; en este paciente se identifican las lesiones en etapa de placa. F. El queratoacantoma es un carcinoma espinocelular de baja gradación cuya imagen inicial es de un nódulo exofítico con restos queratinosos centrales. G. Carcinoma en células basales que incluyen la úlcera central y un borde tumoral telangiectásico enrollado y perlino. EVOLUCIÓN NATURAL Carcinoma de células basales La evolución natural de BCC es la de una neoplasia invasora local de agrandamiento lento. El grado de destrucción local y el riesgo de recidiva varían con el tamaño, la duración, el sitio y el subtipo histológico del tumor. El hecho de asentar en la zona central de la cara, los oídos o la piel cabelluda puede conllevar un mayor riesgo. Los BCC nodulares pequeños, pigmentados, quísticos o superficiales reaccionan satisfactoriamente en casi todos los tratamientos. Pueden ser más devastadoras las lesiones grandes y de subtipos micronodular, infiltrante y morfeaforme. La capacidad metastásica de BCC es pequeña (0.0028 a 0.1% en pacientes con buena función inmunitaria), pero el riesgo quinquenal de recidiva o de un nuevo NMSC primario se acerca a 40 por ciento. Carcinoma espinocelular La evolución natural de SCC depende de las características de la neoplasia y del hospedador. Los que se originan en piel dañada por luz solar tienen una capacidad metastásica menor que aquellos que surgen en zonas no expuestas a dicha luz. El SCC de la piel envía metástasis en 0.3 a 5.2% de los individuos, muy a menudo a ganglios linfáticos regionales. Los tumores en el labio inferior y el oído terminan por mostrar metástasis regionales en 13 y 11% de los pacientes, respectivamente, en tanto que es mayor la capacidad metastásica de SCC que surgen en cicatrices, úlceras crónicas y superficies de genitales o mucosas. El SCC recidivante tiene una capacidad mucho mayor de enviar metástasis, cercana a 30%. Los grandes tumores profundos indiferenciados con invasión perineural o linfática, los tumores multifocales y los que surgen en personas con inmunodeficiencia, suelen tener un comportamiento devastador. TRATAMIENTO CARCINOMA DE CÉLULAS BASALES Los tratamientos utilizados contra BCC incluyen electrodesecación y raspado (ED&C, electrodesiccation and curettage), ablación, criocirugía, radioterapia (RT, radiation therapy), tratamiento con láser, cirugía micrográfica de Mohs (MMS, Mohs micrographic surgery), 5-fluorouracilo tópico, tratamiento fotodinámico (PDT, photodynamic therapy) e inmunomoduladores tópicos como imiquimod. La terapéutica escogida depende de las características del tumor e incluyen su profundidad y sitio, edad del paciente, estado clínico y preferencias del enfermo. La ED&C sigue siendo el método más utilizado contra BCC nodulares y superficiales con invasión mínima y tumores de bajo riesgo (como un tumor pequeño de un subtipo menos destructivo en una localización favorable). Por lo común se escoge la ablación local amplia con bordes corrientes en los subtipos invasores, poco definidos y más destructivos de los tumores, y por razones estéticas. La MMS, tipo especializado de ablación quirúrgica que constituye el mejor método para eliminar el tumor y al mismo tiempo conserva el tejido no afectado, genera índices de cura >98%. Es la modalidad preferida en el caso de lesiones recidivantes, en sitios de alto riesgo o sensibles estéticamente (que incluyen tumores recidivantes en tales sitios), y en los que es de máxima importancia la conservación de la mayor cantidad de tejido (como los párpados, los labios, los oídos, la nariz y los dedos). La RT cura individuos que no se consideran elegibles para cirugía, y se utiliza como un complemento quirúrgico en el caso de tumores de alto riesgo. Es posible que individuos de menor edad no sean totalmente elegibles para practicar RT, por los riesgos de carcinogénesis y radiodermatitis a largo plazo. El imiquimod se utiliza para tratar BCC superficial y modular de menor volumen, aunque en Estados Unidos no se ha aprobado por la FDA contra BCC nodular. La aplicación de 5-fluorouracilo debe limitar- Cáncer de la piel mínima la respuesta inflamatoria a la lesión. Pocas veces se identifican telangiectasias suprayacentes clínicamente visibles, aunque el signo definitorio de SCC analizado por un dermatoscopio es el de vasos en espiral o puntiformes. Los bordes del tumor pueden ser indefinidos y a veces hay fijación a estructuras subyacentes (“indentaciones”). Una forma de SCC de proliferación muy rápida pero de baja gradación denominada queratoacantoma (KA, keratoacanthoma) surge de forma típica como una pápula grande cupuliforme con un cráter queratótico central. Algunas de estas neoplasias muestran regresión espontánea sin tratamiento, pero ante el hecho de que se ha corroborado la evolución hasta llegar a SCC metastásico, habrá que tratar los KA de la misma forma que se hace con otros tipos de SCC cutáneo. KA también se han vinculado con fármacos que actúan en las mutaciones de BRAF y que aparecen en 15 a 25% de individuos que los reciben. Las queratosis y queilitis actínicas (queratosis actínicas de los labios) que constituyen formas premalignas de SCC, asumen la forma inicial de pápulas hiperqueratóticas en zonas expuestas a la luz solar. La posibilidad de degeneración maligna en las lesiones no tratadas varía de 0.25 a 20%. SCC in situ también llamada enfermedad de Bowen, que es la forma intraepidérmica de SCC, por lo común asume la imagen inicial de una placa eritematosa exfoliativa. Al igual que ocurre con SCC invasor, SCC in situ aparece más a menudo en la piel dañada por la luz solar, pero también puede presentarse en cualquier sitio del cuerpo. La enfermedad de Bowen que es consecuencia de infecciones del virus de papiloma humano (HPV, human papillomavirus) surge en la piel con exposición mínima al sol o sin ella, como sería el glúteo o la cara posterior del muslo. El tratamiento de las lesiones premaligna e in situ aminora el riesgo ulterior de enfermedad invasora. CAPÍTULO 105 D B 502 se a BCC superficial. Se ha utilizado PDT, que aprovecha la activación selectiva de un fármaco fotoactivo por la luz visible en individuos con numerosos tumores. Desde mediados del siglo XX se contó con la quimioterapia intralesional (5-fluorouracilo e IFN) contra NMSC, pero se le utilizó tan poco que no la incluyen las guías recientes por consenso para tratar BCC y SCC. A semejanza de RT, sigue siendo una elección en pacientes muy selectos que no pueden ser intervenidos quirúrgicamente o que no lo desean. CARCINOMA ESPINOCELULAR El tratamiento de SCC cutáneo suele basarse en su tamaño, sitio, diferenciación histológica, edad del paciente y estado funcional. Los procedimientos estándar son la ablación quirúrgica y MMS. En lesiones premalignas y en tumores primarios in situ superficiales y pequeños se han utilizado criocirugía y ED&C. Las metástasis en ganglios linfáticos se tratan con ablación quirúrgica, RT o ambos procedimientos. Las combinaciones de antineoplásicos sistémicos, incluido el cisplatino, tienen efecto paliativo en personas con enfermedad avanzada. El SCC y los queratoacantomas que se presentan en individuos que reciben tratamiento efector contra BRAF deben extirparse, pero su desarrollo no debe obstaculizar el uso ininterrumpido de medidas contra BRAF. También se podrá considerar la profilaxia con retinoides en pacientes que reciben tratamiento efector contra BRAF, aunque hasta la fecha no se han completado estudios prospectivos. PARTE 7 Oncología y hematología PREVENCIÓN Los principios generales de prevención son los que se describieron en párrafos anteriores contra el melanoma. Las estrategias peculiares de NMSC incluyen la vigilancia activa de individuos que reciben fármacos inmunodepresores o tratamiento efector contra BRAF. En caso de ser posible, puede ser útil la quimioprofilaxia a base de retinoides sintéticos e inhibición de inmunodepresión, para erradicar nuevas lesiones y tratar personas con tumores múltiples. OTROS CÁNCERES CUTÁNEOS NO MELANOMATOSOS Las neoplasias de anexos cutáneos y sarcomas de tejido fibroso, mesenquimatoso, graso y también de tejidos vasculares, integran 1 a 2% restante de los NMSC. El MCC es una neoplasia muy destructiva derivada de la cresta neural, con cifras de mortalidad cercanas a 33% a los tres años. En 80% de los tumores se presenta un virus de polioma oncógeno de células de Merkel. Muchas personas tienen respuestas inmunitarias humorales o celulares detectables a las proteínas del virus de polioma, a pesar de que dicha respuesta inmunitaria no basta para erradicar el cáncer. La supervivencia depende de la extensión de la enfermedad; 90% de los pacientes sobreviven si tienen enfermedad local; 52% viven en caso de afectación de ganglios y solamente 10% viven a los tres años si hay metástasis a distancia. La incidencia de MCC se triplicó en los últimos 20 años y se calcula que en Estados Unidos cada año surgen 1 600 casos. La inmunodepresión incrementa la incidencia y afecta el pronóstico. De manera típica, el cuadro inicial de las lesiones de MCC es de un tumor asintomático de expansión rápida y de color azuloso-rojo/violáceo en la piel de ancianos caucásicos expuesta al sol. El tratamiento es la ablación quirúrgica con biopsia del ganglio linfático centinela, para la estadificación precisa en individuos con enfermedad localizada, seguidas a menudo por RT complementario. Se puede plantear a pacientes con enfermedad extensa la posibilidad de quimioterapia sistémica; sin embargo, no se obtiene un beneficio convincente en la supervivencia. Siempre que sea posible, habría que pensar en la realización de un estudio clínico en este NMSC raro, pero destructivo, en particular a la luz de nuevos tratamientos posibles orientados contra el virus oncógeno que lo causa. La enfermedad de Paget extramamaria, una neoplasia apocrina poco común que nace de células madre de la epidermis, se caracteriza histológicamente por la presencia de células de Paget. El cuadro inicial de tales tumores es de placas eritematosas húmedas en la piel anogenital o axilar de ancianos. Los resultados por lo común son satisfactorios en caso de cirugía dirigida a cada sitio y la supervivencia quinquenal específica de la enfermedad se aproxima a 95%, si se localiza. Entre los factores que empeoran el pronóstico están la senectud y la enfermedad extensa desde la primera visita. En estos casos de enfermedad más extensa cabe considerar la práctica de RT o imiquimod tópico. El tratamiento local puede ser muy difícil, porque los tumores en cuestión a menudo rebasan los bordes clínicos; la ablación quirúrgica con MMS es la que conlleva las cifras más altas de curación. De forma similar, MMS es el tratamiento más indicado en el caso de otros tumores cutáneos raros con extensión subclínica extensa como el dermatofibromasarcoma protuberans. El sarcoma de Kaposi (KS, Kaposi’s sarcoma) es un sarcoma de partes blandas nacido de vasos inducido por el herpesvirus 8 humano. La incidencia de dicho sarcoma aumentó impresionantemente durante la epidemia de sida, pero en la actualidad ha disminuido 10 veces, a partir de la administración de antirretrovirales de alta actividad. Reconocimientos Los Dres. Carl V. Washington y Hari Nadiminti contribuyeron con este capítulo en la edición 18a, y se incluye material del mismo. Los Dres. Claudia Taylor y Steven Kolker aportaron datos valiosos y sugirieron muchas propuestas de mejora en este capítulo. 106 Cáncer de cabeza y cuello Everett E. Vokes Los carcinomas epiteliales de cabeza y cuello se desarrollan en las superficies mucosas de estas zonas y típicamente se originan en células epidermoides. Este grupo comprende tumores de los senos paranasales, cavidad bucal, nasofaringe, bucofaringe, hipofaringe y laringe. Los tumores de las glándulas salivales difieren de los carcinomas más frecuentes de la región de cabeza y cuello en su etiología, histopatología, presentación clínica y tratamiento. Son muy poco frecuentes y con alta heterogeneidad desde el punto de vista histológico. Los cánceres tiroideos se describen en el capítulo 405. INCIDENCIA Y EPIDEMIOLOGÍA El número de nuevos casos de cáncer de cabeza y cuello (cavidad bucal, faringe, laringe) en Estados Unidos fue de 53 640 en el año 2013, lo que representa casi 3% de los cánceres en adultos; 11 520 personas fallecieron por la enfermedad. La incidencia mundial es de más de medio millón de casos por año. En Estados Unidos y Europa, los tumores por lo general se originan de la cavidad bucal, bucofaringe o laringe. La incidencia de cánceres bucofaríngeos se ha incrementado en años recientes. En países del Mediterráneo y del Lejano Oriente se observan más a menudo casos de cáncer nasofaríngeo, donde la enfermedad es endémica en ciertas áreas. ETIOLOGÍA Y FACTORES GENÉTICOS El alcohol y el tabaco son el factor de riesgo más significativo para el cáncer de cabeza y cuello, y cuando se consumen de manera simultánea, actúan de forma sinérgica. El consumo de tabaco para mascar también constituye un agente causal de cánceres bucales. Otros factores con potencial carcinógeno son la mariguana y la exposición ocupacional, como el refinamiento de níquel, exposición de fibras textiles y la carpintería. Algunos cánceres de cabeza y cuello tienen causas virales. La infección por virus de Epstein-Barr (EBV) se asocia a menudo con cáncer nasofaríngeo, en especial en regiones endémicas del Mediterráneo y del Lejano Oriente. Las concentraciones de anticuerpos contra EBV pueden cuantificarse para detectar poblaciones de alto riesgo. El cáncer nasofaríngeo también se ha relacionado con el consumo de pescados salados y con la contaminación en interiores. En países occidentales, el virus del papiloma humano (HPV, human papilloma virus) se acompaña de un incremento en la incidencia de tumores que se originan en la bucofaringe, por ejemplo, el lecho amigdalino y la base de la lengua. En Estados Unidos, más de 50% de los tumores bucofaríngeos se originan por HPV. El HPV 16 es el subtipo viral dominante, aunque también se han observado el HPV 18 y otros subtipos oncógenos. Por otra parte, los cánceres relacionados con el consumo de alcohol y tabaco han disminuido su incidencia. El cáncer bucofaríngeo relacionado con HPV ocurre en población de pacientes jóvenes y se acompaña de incremento en el número de parejas sexuales y de la realización de actividades sexuales bucogenitales. Se asocia con mejor pronóstico, en especial en individuos no fumadores. Pueden contribuir los factores dietéticos. La incidencia de cáncer de cabeza y cuello es más elevada en personas con un menor consumo de frutas y verduras. Algunas vitaminas, incluidos los carotenoides, pueden tener un efecto protector si se incluyen en una dieta equilibrada. Los complementos de retinoides, como el ácido cis-retinoico no parecen evitar el cáncer de cabeza y cuello (o el cáncer pulmonar) y puede incrementar el riesgo en fumadores activos. No se han identificado factores de riesgo específicos o cancerígenos ambientales para los tumores de las glándulas salivales. Exploración física en consultorio Aspiración con aguja fina o ablación de ganglios linfáticos Si hay linfoma, sarcoma o tumor de glándula salival Estudio diagnóstico específico Si hay carcinoma epidermoide Panendoscopia y biopsias directas. Investigar por tumores primarios ocultos con biopsias de amígdalas, nasofaringe, base de la lengua y seno piriforme + PRESENTACIÓN CLÍNICA Y DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL La mayor parte de los cánceres de cabeza y cuello relacionados con el consumo de tabaco ocurren en pacientes mayores de 60 años de edad. Los cánceres relacionados con HPV a menudo se diagnostican en pacientes más jóvenes, por lo general en el quinto o sexto decenios de la vida, mientras que los cánceres nasofaríngeos relacionados con EBV pueden presentarse en todas las edades, lo que incluye adolescentes. Las manifestaciones varían de acuerdo con la etapa y el sitio primario del tumor. Los pacientes con signos y síntomas inespecíficos en la región de la cabeza y cuello deben valorarse meticulosamente por un otorrinolaringólogo, en particular Tratamiento de múltiples modalidades y específico de la etapa – Considérese disección curativa del cuello Radioterapia o quimiorradioterapia posoperatorias FIGURA 1061. Valoración de un paciente con adenopatía cervical sin una lesión primaria de mucosa; un estudio diagnóstico. FNA, aspiración con aguja fina (fine-needle aspiration). Cáncer de cabeza y cuello VALORACIÓN DE UN PACIENTE CON ADENOPATÍA CERVICAL 503 CAPÍTULO 106 HISTOPATOLOGÍA, CARCINOGÉNESIS Y BIOLOGÍA MOLECULAR Los carcinomas espinocelulares o epidermoides de cabeza y cuello se pueden dividir en bien diferenciados, moderadamente diferenciados y mal diferenciados. Los pacientes con tumores mal diferenciados tienen un pronóstico peor que los portadores de tumores bien diferenciados. Con respecto a los carcinomas nasofaríngeos, el carcinoma epidermoide bien diferenciado (poco frecuente) se debe distinguir del carcinoma no queratinizante e indiferenciado (linfoepitelioma) que contiene abundantes linfocitos reactivos acompañantes, y es comúnmente asociado a virus EBV. Los tumores de las glándulas salivales pueden desarrollarse a partir de las glándulas salivales principales (parótida, submaxilar, sublingual) o accesorias (situadas en la submucosa de los sistemas respiratorio y digestivo altos). La mayor parte de los tumores de parótida son benignos, pero alrededor de 50% de los tumores de las glándulas submandibulares y sublinguales, así como gran parte de los originados en las glándulas salivales accesorias, son malignos. Entre los tumores malignos figuran los carcinomas mucoepidermoide y adenoide quístico, así como los adenocarcinomas. La superficie mucosa de la faringe completa está expuesta a los carcinógenos derivados del alcohol y el tabaco, y está en riesgo de desarrollar una lesión premaligna o maligna. En el examen histológico, la eritroplasia (un parche rojo) o leucoplasia (un parche blanco) pueden clasificarse como hiperplasia, displasia, carcinoma in situ o carcinoma. Sin embargo, la mayor parte de los cánceres de cabeza y cuello no tienen un antecedente de lesiones premalignas. Otras veces pueden desarrollarse múltiples cánceres sincrónicos o metacrónicos. De hecho, los pacientes con cáncer de cabeza y cuello en estadio inicial tienen más riesgo de morir por un segundo tumor maligno que debido a recidiva de la enfermedad tumoral primaria. Los tumores malignos secundarios de cabeza y cuello no se inducen por el tratamiento de la neoplasia primaria sino que, por el contrario, reflejan la exposición de la mucosa de los sistemas respiratorio y digestivo altos a los mismos cancerígenos que provocaron el primer cáncer. Estos segundos tumores primarios pueden desarrollarse en la cabeza, cuello, pulmón o esófago. Así, debe considerarse la detección de cáncer pulmonar por tomografía computarizada (CT, computed tomography) en individuos con tabaquismo intenso que ya desarrollaron cáncer de cabeza y cuello. Rara vez los pacientes pueden desarrollar sarcoma inducido por la radioterapia después de haber sido sometidos a radioterapia previa por cáncer de cabeza y cuello. Se han realizado grandes progresos para describir las características moleculares del cáncer de cabeza y cuello. Estas características han permitido a los investigadores describir las alteraciones genéticas y epigenéticas del espectro mutacional de estos tumores. Los primeros informes demostraron que a menudo hay expresión excesiva del receptor de factor de crecimiento epidérmico (EGFR, epidermal growth factor receptor). La expresión excesiva tuvo correlación con mal pronóstico. No obstante, no se ha demostrado que sea un factor de buen pronóstico de respuesta tumoral a los inhibidores de EGFR, los cuales tienen éxito en sólo 10 a 15% de los pacientes. A menudo también se encuentran mutaciones p53 con otras vías estimuladoras oncógenas principales, lo que incluye la señalización de la mitosis, la vía de Notch y la regulación del ciclo celular. La vía PI3K se altera a menudo, en especial con tumores positivos para HPV, donde se encuentra el único gen canceroso mutado identificado hasta la fecha. En términos generales, estas alteraciones afectan la señalización mitógena, la estabilidad genética, la proliferación y diferenciación celulares. Se sabe que HPV actúa a través de la inhibición de p53 y el gen supresor de tumores RB, con lo que se inicia el proceso de carcinogénesis y que tiene un espectro mutacional diferente de los tumores relacionados con consumo de alcohol y tabaco. si los síntomas persisten por más de dos a cuatro semanas. Los varones se afectan más a menudo que las mujeres por cánceres de cabeza y cuello, incluidos los tumores positivos para HPV. El cáncer de nasofaringe por lo general no causa síntomas de inmediato. Sin embargo, puede causar otitis media serosa unilateral por obstrucción de la trompa de Eustaquio, obstrucción nasal unilateral o bilateral o bien, epistaxis. El carcinoma nasofaríngeo avanzado causa neuropatía de los pares craneales por afección de la base del cráneo. Los carcinomas de la cavidad bucal se manifiestan como úlceras que no cicatrizan, cambios en el ajuste de la dentadura o lesiones dolorosas. Los tumores de la base de la lengua o de la bucofaringe pueden causar disminución de la movilidad de la lengua y alteraciones en el lenguaje. Los cánceres de la bucofaringe o hipofaringe rara vez causan síntomas de inmediato, pero pueden causar faringitis, otalgia o ambas. Los tumores relacionados con HPV a menudo se manifiestan con linfadenopatía cervical como la primera manifestación. La ronquera puede ser un síntoma precoz del cáncer de laringe; una ronquera persistente exige la consulta con un otorrinolaringólogo para realizar laringoscopia indirecta, estudios radiográficos o ambas. Si una lesión de cabeza y cuello tratada al principio con antibióticos no se resuelve en un plazo corto, estará indicado proseguir el estudio; limitarse a continuar simplemente el tratamiento antibiótico puede significar la pérdida de la oportunidad de realizar el diagnóstico oportuno de un tumor maligno. Los cánceres de cabeza y cuello avanzados de cualquier localización pueden provocar dolor intenso, otalgia, obstrucción de vías respiratorias, neuropatías craneales, trismo, odinofagia, disfagia, disminución de la movilidad de la lengua, fístulas, afección cutánea y linfadenopatía cervical masiva, que puede ser unilateral o bilateral. Algunos pacientes pueden tener adenopatías aunque no sea posible detectar una lesión primaria mediante endoscopia o biopsia; se considera que estos pacientes son portadores de un carcinoma primario de origen desconocido (fig. 106-1). Si los ganglios linfáticos están situados en la parte superior del cuello y las células tumorales son de tipo epidermoide, lo más probable es que el tumor maligno haya surgido de una superficie mucosa de la cabeza o el cuello. Las células tumorales en los ganglios linfáticos supraclaviculares pueden proceder de una localización neoplásica primaria en el tórax o el abdomen. La exploración física debe comprender un examen cuidadoso de todas las superficies mucosas visibles y la palpación del piso de la boca y de la lengua, así como del cuello. Además de los propios tumores, puede observarse leucoplasia (una mancha blanca en la mucosa) o eritroplasia (una mancha roja de la mucosa); estas lesiones “premalignas” pueden representar hiperplasia, displasia o carcinoma in situ. Se recomienda realizar biopsia. Corresponde al especialista realizar una exploración más profunda. Otros procedimientos para la determinación del estadio son la CT de cabeza y cuello con el fin de identificar el grado de la extensión de la enfermedad. Los pacientes con afección de los ganglios linfáticos deben somerse a CT 504 de tórax y de la porción superior del abdomen en busca de metástasis distantes. En individuos con tabaquismo intenso, la CT de tórax también sirve como herramienta de detección para descartar un segundo tumor pulmonar primario. También puede obtenerse una tomografía por emisión de positrones (PET, positron emission tomography), que ayuda a identificar o descartar las metástasis distantes. El procedimiento definitivo de estadificación es la exploración endoscópica con anestesia, que puede incluir laringoscopia, esofagoscopia y broncoscopia; durante este procedimiento se toman múltiples muestras de biopsia para establecer el diagnóstico primario, delimitar la extensión de la enfermedad primaria e identificar cualquier otra lesión premaligna u otros tumores primarios. Los tumores de cabeza y cuello se clasifican según el sistema tumor, ganglios, metástasis (TNM, tumor, nodes, metastases) del American Joint Committee on Cancer (fig. 106-2). Esta clasificación varía de acuerdo con el sitio anatómico específico. En términos generales, los tumores prima- rios se clasifican como T1 a T3 por el incremento en su tamaño, mientras que los tumores T4 por lo general representan invasión a otras estructuras como hueso, músculo o base de la lengua. Los ganglios linfáticos se estadifican por tamaño, número y ubicación (ipsolateral o contralateral con respecto al sitio primario). Existen metástasis distantes en <10% de los pacientes al momento del diagnóstico inicial y son más frecuentes en aquellos en etapa ganglionar avanzada; el compromiso microscópico de los pulmones, huesos o hígado es más frecuente, sobre todo en pacientes con enfermedad avanzada en los ganglios cervicales. Las técnicas imagenológicas modernas pueden incrementar el número de personas con metástasis a distancia. En los pacientes con afección ganglionar linfática sin tumor primario visible se debe realizar el diagnóstico por extirpación del ganglio linfático (fig. 106-1). Si los resultados indican un carcinoma espinocelular es necesaria una panendoscopia, con biopsia de todas las lesiones de aspecto sos- Estadificación por grupos Definición de TNM Etapa I T1 N0 PARTE 7 Tumor ≤2 cm en su dimensión más grande sin extensión extraparenquimatosa Etapa II Oncología y hematología N0 T2 T3 N0 M0 T2 N0 M0 T3 N0 M0 T1 N1 M0 T2 N1 M0 T3 N1 M0 T4a N0 M0 T4a N1 M0 T1 N2 M0 T2 N2 M0 T3 N2 M0 T4a N2 M0 N0: no hay metástasis a ganglios linfáticos regionales Tumor ≥2 cm pero no mayor de 4 cm en su dimensión más grande sin extensión extraparenquimatosa Etapa III T1 N0: no hay metástasis a ganglios linfáticos regionales N1 Tumor ≥4 cm o tumor con extensión extraparenquimatosa o ambas N1: metástasis en un ganglio linfático ipsolateral, ≤3 cm en su dimensión más grande ≤3 cm Etapa IVA T4a N2 El tumor invade la piel, mandíbula, conducto auditivo o nervio facial ≤6 cm Etapa IVB T4b El tumor invade la base del cráneo, las apófisis pterigoides o rodea la arteria carótida o bien, combinaciones de éstas N3 N2a: metástasis en un ganglio linfático ipsolateral, >3 cm pero ≤6 cm N2b: metástasis en varios ganglios linfáticos ipsolaterales, pero ninguno >6 cm N2c: metástasis en ganglios linfáticos bilaterales o contralaterales, pero ninguno >6 cm T4b N3: metástasis en un ganglio linfático >6 cm en su dimensión más grande CualM0 quier N Cual- N3 quier T M0 >6 cm Etapa IVC M1 FIGURA 1062. Sistema de estadificación de tumor, ganglios, metástasis (TNM). Cual- Cual- M1 quier T quier N pechoso y biopsias dirigidas de las localizaciones primarias más frecuentes, como nasofaringe, amígdalas, base de la lengua y seno piriforme. En especial, los tumores positivos relacionados con HPV pueden tener tumores primarios pequeños que se diseminan con rapidez a los ganglios linfáticos circunscritos de forma locorregional. TRATAMIENTO CÁNCER DE CABEZA Y CUELLO Los pacientes con este tipo de cáncer se clasifican en tres grupos clínicos: quienes presentan enfermedad local, aquellos con tumores locales o regionalmente avanzados (ganglios linfáticos positivos) y quienes sufren recidivas tumorales, metástasis o ambas. Los trastornos vinculados con el abuso de tabaco y alcohol, como entidades concomitantes, pueden alterar los resultados del tratamiento y definir los riesgos a largo plazo para pacientes curados de su enfermedad. ENFERMEDAD RECURRENTE, METASTÁSICA O AMBAS Cinco a 10% de los pacientes se presentan con enfermedad metastásica, y 30 a 50% de los individuos con enfermedad locorregional avanzada experimentan recurrencia, con frecuencia fuera de la región de la cabeza y cuello. Con pocas excepciones, los pacientes que padecen enfermedad recurrente o metastásica se tratan con intención paliativa. Algunos pacientes pueden requerir radioterapia local o regional para controlar el dolor, pero a la mayor parte se les administra quimioterapia. La tasa media de respuesta a la quimioterapia es sólo de 30 a 50%, la duración de la respuesta es corta, y la media del tiempo de supervivencia es de seis a ocho meses. Por tanto, la quimioterapia ofrece un beneficio sintomático transitorio. Entre los fármacos que son activos en monoterapia en esta situación figuran el metotrexato, 5-FU, el cisplatino, el paclitaxel y el docetaxel. También se utilizan las combinaciones de cisplatino y 5-FU, carboplatino y 5-FU, y cisplatino o carboplatino y paclitaxel o docetaxel. Las terapias dirigidas contra EGFR que incluyen anticuerpos monoclonales (como el cetuximab) e inhibidores de tirosincinasa (TKI, tyrosine kinase inhibitors) de la vía de señales EGFR (como erlotinib o gefitinib) tienen aproximadamente 10% de actividad de monofármaco. Los efectos secundarios por lo común se limitan a una erupción acneiforme y diarrea (en el caso TKI). Se demostró que la adición de cetuximab a la quimioterapia combinada estándar con cisplatino o carboplatino y 5-FU produce un aumento significativo en la mediana de supervivencia. Se encuentran bajo investigación fármacos dirigidos a mutaciones específicas, pero no se ha demostrado que tal estrategia sea factible en los cánceres de cabeza y cuello. COMPLICACIONES Las complicaciones relacionadas al tratamiento de cáncer de cabeza y cuello por lo general tienen relación con la magnitud de la operación y la exposición de tejidos normales a radiación. En la actualidad, la magnitud de la cirugía ha sido menor o ha sido sustituida totalmente por quimioterapia y radioterapia como estrategia primaria. Las complicaciones agudas de la radioterapia comprenden la mucositis y la disfagia, mientras que a largo plazo aparecen xerostomía, pérdida del sentido del gusto, disminución de la movilidad de la lengua, tumores malignos secundarios, y disfagia y fibrosis del cuello. Las complicaciones de la quimioterapia varían según el régimen terapéutico empleado pero suelen comprender mielosupresión, mucositis, náusea, vómito y nefrotoxicosis (por el cisplatino). Los efectos secundarios del tratamiento en la mucosa pueden causar malnutrición y deshidratación. Muchos centros médicos resuelven Cáncer de cabeza y cuello ENFERMEDAD AVANZADA DE TIPO LOCAL O REGIONAL La enfermedad avanzada de tipo local o regional, es decir, aquella con un gran tumor primario, metástasis ganglionares o ambas formas de ataque, es la forma inicial del problema en más de la mitad de los pacientes. Los enfermos también pueden tratarse con fines curativos pero no con cirugía ni radioterapia solas. Entre las modalidades por combinación están cirugía, radioterapia y quimioterapia y con ellas se obtienen los mejores resultados. Puede administrarse como quimioterapia de inducción (quimioterapia antes de la cirugía, radioterapia o ambas) o como quimioterapia y radioterapia concomitantes (simultáneas). En la actualidad, esta última opción se usa con frecuencia y tiene mejor apoyo de pruebas. Las tasas de supervivencia a cinco años exceden 50% en muchos estudios clínicos, pero parte de este incremento puede deberse al aumento de la fracción de población estudiada con tumores relacionados con HPV, los cuales tienen un mejor pronóstico. Las pruebas de HPV para tumores diagnosticados de inicio reciente se realizan para la mayor parte de los pacientes al momento del diagnóstico y los estudios clínicos para tumores relacionados con HPV se dirigen a la exploración de reducciones en la intensidad del tratamiento, en especial en la dosis de radiación, con fin de aminorar los efectos tóxicos a largo plazo (fibrosis, alteración de la deglución). En personas con enfermedad en etapa intermedia (etapas III y IV inicial) se aplica la quimioterapia concomitante; puede administrarse como tratamiento primario de pacientes en quienes resulta imposible extirpar la enfermedad, para aplicar una técnica conservadora de órganos o en el posoperatorio en el caso de tumores extirpables en etapa intermedia. Quimioterapia de inducción En esta estrategia, los pacientes reciben quimioterapia (el estándar actual es un régimen de tres fármacos con docetaxel, cisplatino y fluorouracilo [5-FU]) antes de la intervención quirúrgica y la radioterapia. Muchos pacientes a quienes se aplican tres ciclos presentan disminución del volumen tumoral y la respuesta es clínicamente “completa”, incluso en la mitad de los sujetos. Esta terapia multimodal “seriada” permite la conservación del órgano (omisión de la cirugía) en sujetos con cáncer laríngeo e hipofaríngeo y logra índices más altos de curación en comparación con la radioterapia sola. Quimiorradioterapia simultánea Cuando se adopta esta estrategia, se administran la quimioterapia y la radioterapia de forma simultánea y no secuencial. Las recurrencias tumorales en el cáncer de cabeza y cuello casi siempre son locales-regionales (en el área de la cabeza y cuello del tumor primario y los ganglios linfáticos que la drenan). La estrategia concomitante se enfoca en intensificar la destrucción de células tumorales con radioterapia en presencia de quimioterapia (intensificación con radioterapia) y es un método en teoría atractivo para 505 CAPÍTULO 106 TUMORES CIRCUNSCRITOS Aproximadamente 33% de los pacientes padece cáncer circunscrito, es decir, tumores T1 o T2 (estadios I o II) sin afección detectable de los ganglios linfáticos ni metástasis a distancia. Estas lesiones se tratan con intención curativa mediante cirugía o radioterapia. La elección de la modalidad difiere según la localización anatómica y la experiencia del centro. En general, se opta por la radioterapia en el cáncer de laringe para preservar la fonación; en las lesiones pequeñas de la cavidad bucal se prefiere la cirugía con el fin de evitar las complicaciones a largo plazo de la radioterapia, como la xerostomía y la pérdida de piezas dentarias. La supervivencia global a los cinco años es de 60 a 90%. Gran parte de las recidivas se producen en los 24 meses siguientes al diagnóstico y por lo común son locales. tumores abultados. Los efectos tóxicos (en particular mucositis de grados 3 o 4 en 70 a 80% de los casos) se agravan si se utiliza quimiorradioterapia. Sin embargo, los metaanálisis de investigaciones con asignación al azar corroboran un incremento en la supervivencia quinquenal de 8% cuando se utilizan de forma concomitante quimioterapia y radioterapia. En los estudios recientes, los resultados parecen más favorables, ya que se usaron fármacos más activos y programas de radioterapia más intensivos. Además, la quimiorradioterapia produce una mayor supervivencia sin laringectomía (conservación de órgano), que la radioterapia sola en personas con cáncer avanzado de laringe. La radioterapia en combinación con el cisplatino ha mejorado extraordinariamente la supervivencia de individuos con cáncer nasofaríngeo avanzado. El resultado en los cánceres relacionados con HPV parece ser muy favorable después de la quimiorradioterapia basada en cisplatino. Los buenos resultados de la quimioterapia concomitante en individuos con enfermedad no extirpable ha permitido la valoración de una estrategia similar en individuos con una tumoración extirpada, como forma de terapia posoperatoria. La quimioterapia concomitante produce mejoría significativa en comparación con la sola radioterapia posoperatoria en individuos cuyas neoplasias tienen signos de mayor riesgo, como serían la invasión más allá de ganglios, el ataque de múltiples ganglios linfáticos o márgenes con células cancerosas después de la cirugía. El anticuerpo monoclonal contra EGFR (cetuximab) mejora los índices de supervivencia si se utiliza durante la radioterapia. El bloqueo del EGFR produce sensibilización a la radiación y tiene efectos colaterales sistémicos más ligeros que los fármacos quimioterapéuticos habituales, aunque a menudo se observa un exantema parecido al acné. No obstante, la suma de cetuximab a los regímenes de quimioterapia estándar usados en la actualidad no ha demostrado mejoría adicional en la supervivencia y no se recomiendan. 506 los problemas de la dentición antes de comenzar el tratamiento y algunos introducen sondas de alimentación para el control de la hidratación y del consumo nutricional. En promedio, la mitad de los enfermos muestran hipotiroidismo por el tratamiento y por tal razón habrá que vigilar de forma seriada la función tiroidea. TUMORES DE LAS GLÁNDULAS SALIVALES La mayor parte de los tumores salivales benignos se trata mediante extirpación quirúrgica, y los pacientes portadores de tumores infiltrantes de la glándula salival se tratan con cirugía y radioterapia. Estos tumores pueden recidivar regionalmente; el carcinoma adenoide quístico muestra una tendencia a recidivar siguiendo las vías nerviosas. Pueden desarrollarse metástasis a distancia hasta 10 a 20 años después del diagnóstico inicial. En la enfermedad metastásica se administra tratamiento con intención paliativa, habitualmente quimioterapia con doxorrubicina, cisplatino o ambos. Es prioritaria la identificación de fármacos nuevos con actividad en estos tumores. PARTE 7 107 Neoplasias del pulmón Leora Horn, Christine M. Lovly, David H. Johnson Oncología y hematología El cáncer pulmonar, una enfermedad poco común antes del decenio de 1900, con menos de 400 casos descritos en la literatura médica, se considera una enfermedad del hombre moderno. A mediados del siglo xx la neoplasia adquirió características epidémicas y se estableció firmemente como la causa principal de fallecimientos por cáncer en Estados Unidos y Europa, y la cifra de muerte por ella fue tres veces mayor que la de varones con cáncer de próstata y casi el doble de la de las mujeres con cáncer de mama. Lo anterior es particularmente desalentador, porque el cáncer de pulmón es una de las neoplasias comunes más evitables. Su causa principal es el consumo de tabaco, lo cual fue corroborado con certidumbre a mediados del siglo pasado y codificado en la publicación del informe del U.S. Surgeon General’s para 1964, sobre los efectos que en la salud imponía el tabaquismo. Después de dicho informe comenzó a disminuir el consumo de cigarrillos en Estados Unidos y algunas zonas de Europa y ello trajo consigo la declinación de la incidencia del cáncer pulmonar; hasta la fecha tal tendencia descendente se observa con mayor nitidez en los varones y sólo en fecha reciente la situación se produjo también en las mujeres de Estados Unidos. Por desgracia, en muchas zonas del mundo, en particular en países en desarrollo, el consumo de cigarrillos va en aumento y junto con ella la incidencia de cánceres de pulmón. Aunque el tabaquismo permanece como la causa principal de cáncer pulmonar en todo el mundo, casi 60% de los nuevos cánceres en Estados Unidos ocurren en ex fumadores (≥100 cigarrillos fumados en promedio, y que abandonaron ≥1 año); muchos de ellos abandonaron el tabaquismo hace algunos decenios o nunca fumaron (<100 cigarrillos a lo largo de su vida); además, una de cada cinco mujeres y uno de cada 12 varones diagnosticados con cáncer pulmonar nunca fumaron. Dada la magnitud del problema, éste atañe a todo internista, quien debe tener los conocimientos generales sobre el cáncer pulmonar y su tratamiento. EPIDEMIOLOGÍA El cáncer pulmonar es la causa más común de muerte por cáncer en varones y mujeres estadounidenses. En el año 2013 se estableció el diagnóstico de cáncer pulmonar en Estados Unidos a más de 225 000 individuos y más de 150 000 individuos fallecieron por la enfermedad. La incidencia del cáncer en cuestión alcanzó su punto máximo en varones en el segundo lustro del decenio de 1980, para llegar a un nivel uniforme en las mujeres. La neoplasia es rara antes de los 40 años y las cifras aumentan hasta los 80 años, límite después del cual vuelve a disminuir. La probabilidad de que surja cáncer de pulmón calculada para toda la vida es de 8%, en varones, y 6%, aproximadamente, en mujeres. La incidencia del cáncer comentado varía con los grupos raciales y étnicos y la máxima cifra de incidencia ajustada por edades se observa en estadounidenses de raza negra. Las cifras excesivas entre tal grupo racial ajustadas por edad se observan sólo en varones, pero los índices específicos de edades indican que antes de los 50 años la mortalidad por cáncer pulmonar es >25% en estadounidenses de raza negra que en mujeres caucásicas. Las cifras de incidencia y mortalidad en estadounidenses de origen hispánico, asiático e indios estadounidenses es de 40 a 50% de la correspondiente a sujetos caucásicos. FACTORES DE RIESGO Los fumadores de cigarrillos tienen un incremento de 10 veces o más en el riesgo de presentar dicho cáncer, en comparación con personas que nunca han fumado. Un estudio detallado de secuencias génicas sugirió que por cada 15 cigarrillos fumados se induce una mutación genética. El riesgo de cáncer pulmonar es menor en personas que abandonan su hábito, que entre quienes lo continúan; los ex fumadores tienen un riesgo nueve veces mayor de presentar cáncer de pulmón, que los varones que nunca fumaron, en comparación con un exceso de 20 veces entre quienes persisten en su hábito. La magnitud de la disminución del riesgo aumenta con el periodo en que la persona dejó de fumar, a pesar de que, en términos generales, incluso los que han dejado por mucho tiempo de hacerlo tienen mayor riesgo de cáncer pulmonar que quienes nunca fumaron. El tabaquismo agrava el riesgo de que se desarrollen todos los principales tipos de células cancerosas de pulmón. Otra causa definida de cáncer pulmonar es el humo del tabaco ambiental (ETS, environmental tobacco smoke) llamado también tabaquismo pasivo. El riesgo proveniente del tabaquismo pasivo es menor que el del tabaquismo activo, y se observó un incremento de 20 a 30% en la frecuencia del cáncer comentado entre personas que nunca fumaron, que estuvieron casadas durante muchos años con fumadores, en comparación con el incremento de 2 000% entre fumadores que siguieron siendo activos. A pesar de que fumar cigarrillos es la causa predominante de cáncer de pulmón, se han identificado otros factores de riesgo, que incluyen exposición ocupacional a asbestos, arsénico, bisclorometil éter, cromo hexavalente, sulfuro de dicloroetilo (iperita), níquel (como en algunos proceso de refinación del metal) e hidrocarburos aromáticos policíclicos. Los estudios ocupacionales han generado datos para conocer posibles mecanismos de la inducción del cáncer de pulmón. Por ejemplo, el riesgo de que se desarrolle dicha neoplasia entre trabajadores expuestos a asbesto aumenta predominantemente en quienes tienen asbestosis primaria o subyacente, lo cual plantea la posibilidad de que en muchos casos las cicatrices y la inflamación generada por esta neumopatía fibrótica no maligna (aunque quizá no en todos) pueda ser el elemento provocador del cáncer pulmonar inducido por asbesto. Otras exposiciones ocupaciones se han vinculado con cifras mayores de cáncer pulmonar, pero la naturaleza causal de tal vínculo no es tan nítida. El riesgo de cáncer pulmonar al parecer es mayor en personas que consumen pocas frutas y verduras en su vida adulta; tal observación hizo que se plantearan hipótesis de qué nutrientes específicos, en particular retinoides y carotenoides, pudieran tener efectos quimiopreventivos contra el cáncer pulmonar. Sin embargo, investigaciones con asignación al azar no han corroborado tal hipótesis. De hecho, en algunos estudios se advirtió que la incidencia de cáncer de pulmón aumentó en fumadores que complementaban su alimentación con frutas y verduras. La radiación ionizante también constituye un carcinógeno pulmonar definido, afirmación demostrada muy convincentemente a partir de datos de estudios que indicaron mayores cifras de cáncer de pulmón entre quienes sobrevivieron el ataque con bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, y un exceso importante en trabajadores expuestos a la radiación alfa proveniente de radón en la extracción de uranio subterráneo. La exposición prolongada a bajos niveles de radón en los hogares podría conllevar un riesgo de cáncer de pulmón, igual o mayor que el del tabaquismo pasivo. Neumopatías previas como la bronquitis crónica, el enfisema y la tuberculosis han sido vinculadas también con un riesgo mayor de que surja cáncer de pulmón. Interrupción del tabaquismo Ante el vínculo innegable entre el fumar cigarrillos y el cáncer de pulmón (sin que se incluyan otras enfermedades por el consumo de tabaco), los médicos deben fomentar la abstinencia del tabaco. Ellos también deben auxiliar a sus pacientes para que dejen de fumar. La interrupción del hábito, incluso antes de la etapa media de la vida, permite llevar al mínimo el riesgo ulterior de cáncer pulmonar. Interrumpir el consumo de tabaco antes de llegar a la etapa media de la existencia anula más de 90% del riesgo de cáncer de pulmón, atribuible al tabaco. Sin embargo, es poco el beneficio para la salud que se obtiene simplemente de “disminuir el número de cigarrillos” y como dato importante, el abandono del hábito puede ser beneficioso en personas con el diagnóstico confirmado de cáncer de pulmón, porque se acompaña de mejoría en la supervivencia, menos efectos secundarios del tratamiento y una mejoría general en la calidad de vida. Aún más, el tabaquismo altera el metabolismo de muchos antineoplásicos, fenómeno que modifica los efectos tóxicos y los beneficios terapéuticos de dichos fármacos. En consecuencia, es importante promover la interrupción del hábito de fumar incluso después de corroborar el diagnóstico de cáncer de pulmón. Los médicos necesitan conocer los elementos esenciales de la terapia para abandonar el tabaquismo. La persona debe tener la intención de dejar su hábito y emprender medidas difíciles, para alcanzar el objetivo de la abstinencia. Las estrategias de autoayuda solas apenas modifican los índices de abstinencia, en tanto que las farmacoterapias individuales y combinadas, mezcladas con la orientación, pueden hacer que aumenten en grado significativo las cifras de interrupción del hábito. En Estados Unidos, la Food and Drug Administration (FDA) ha aprobado el uso de un antidepresivo (como el bupropión) y la terapia de sustitución de nicotina (con vareniclina, un agonista parcial del receptor nicotínico acetilcolínico, α4β2), como tratamiento de primera línea de la dependencia de nicotina. Sin embargo, según señalamientos, los dos fármacos intensifican las ideas suicidas y hay que utilizarlos con cautela. En un estudio con asignación al azar, la vareniclina fue más eficaz que el bupropión o el placebo; el empleo duradero de ella, después de la fase inicial de inducción, resultó útil para conservar la abstinencia del fumar. Como tratamiento de segunda línea se han recomendado fármacos como la clonidina y la nortriptilina. Cabe hacer notar que se obtienen tasas comparativas de los resultados cuando se reduce el tabaquismo de manera abrupta o gradualmente. Por tanto, los pacientes pueden elegir la forma en que abandonan el tabaquismo (cap. 470). Epidermoide AdenoMacrocarcinoma cítico Cáncer pulmonar no microcítico (NSCLC): Adenocarcinoma Carcinoma epidermoide Carcinoma macrocítico Microcítico FIGURA 1071. Aspecto histológico tradicional del cáncer de pulmón. Estados Unidos, el adenocarcinoma es el tipo histológico más común de cáncer pulmonar. El adenocarcinoma posee diferenciación glandular o síntesis de mucina y puede mostrar características acinares, papilares, lepídicas o sólidas, o bien, mezclas de estos patrones. Los carcinomas epidermoides de pulmón son idénticos desde el punto de vista morfológico a los carcinomas epidermoides extrapulmonares y no pueden diferenciarse por estudios inmunohistoquímicos. Las neoplasias epidermoides muestran queratinización, formación de puentes intercelulares o ambos, originados en el epitelio bronquial. El tumor tiende a formar hojas de células más que grupos tridimensionales de células con características de adenocarcinoma. Los carcinomas macrocíticos comprenden menos de 10% de los carcinomas pulmonares. Estos tumores carecen de las características histológicas y estructurales de los carcinomas microcíticos y de diferenciación glandular o epidermoide. En conjunto, estos cuatro tipos histológicos representan casi 90% de todos los cánceres pulmonares epiteliales. Todos los tipos histológicos de cáncer pulmonar pueden desarrollarse en fumadores activos o ex fumadores, aunque los carcinomas epidermoides y microcíticos se relacionan más a menudo con el consumo intenso de tabaco. A lo largo de la primera mitad del siglo xx, el carcinoma epidermoide fue el subtipo más común de NSCLC diagnosticado en Estados Unidos. Sin embargo, con la reducción en el consumo de cigarrillos en los últimos cuatro decenios, el adenocarcinoma se ha vuelto el subtipo histológico más frecuente de cáncer pulmonar en Estados Unidos, mientras se observa una reducción en el carcinoma epidermoide y carcinoma microcítico. En individuos que nunca han fumado a lo largo de su vida o los ex fumadores con tabaquismo leve (<10 cajetillas por año), las mujeres y los adultos jóvenes (<60 años), el adenocarcinoma tiende a ser la forma más común de cáncer pulmonar. Desde el punto de vista histórico, la principal diferenciación histopatológica fue simplemente entre SCLC y NSCLC, porque los tumores tenían evolución y métodos terapéuticos muy diferentes (véase más adelante). Hasta hace poco, no existía la necesidad aparente de distinguir entre los diversos subtipos de NSCLC porque no había diferencias claras en los resultados terapéuticos con base en el estudio histopatológico. Sin embargo, esta perspectiva se modificó de manera radical en el año 2004 con el reconocimiento de un pequeño porcentaje de adenocarcinomas pulmonares portadores de la mutación en EGFR, lo que hacía que estos tumores fueran CUADRO 1071 Mutaciones estimuladoras del cáncer pulmonar no microcítico (NSCLC Gen Alteración Frecuencia en NSCLC Histología típica AKT1 ALK BRAF DDR2 EGFR FGFR1 HER2 KRAS MEK1 MET NRAS PIK3CA PTEN Mutación Reordenamientos Mutación Mutación Mutación Amplificación Mutación Mutación Mutación Amplificación Mutación Mutación Mutación 1% 3-7% 1-3% ∼4% 10-35% ∼20% 2-4% 15-25% 1% 2-4% 1% 1-3% 4-8% Adenocarcinoma, epidermoide Adenocarcinoma Adenocarcinoma Epidermoide Adenocarcinoma Epidermoide Adenocarcinoma Adenocarcinoma Adenocarcinoma Adenocarcinoma Adenocarcinoma Epidermoide Epidermoide Neoplasias del pulmón PATOLOGÍA La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el cáncer pulmonar como aquel tumor que se origina en el epitelio respiratorio (bronquios, bronquiolos y alvéolos). El sistema de clasificación de la OMS divide los cánceres pulmonares epiteliales en cuatro tipos celulares principales: cáncer pulmonar microcítico (SCLC, small-cell lung carcinoma), adenocarcinoma, carcinoma epidermoide y carcinoma macrocítico; estos últimos tres tipos se denominan en conjunto como cánceres pulmonares no microcíticos (NSCLC, non-small cell lung cancer) (fig. 107-1). Los carcinomas microcíticos consisten en células pequeñas con citoplasma escaso, bordes celulares mal definidos, cromatina nuclear finamente granulosa, nucléolo ausente o que puede pasar inadvertido y un elevado recuento mitótico. El SCLC puede diferenciarse del NSCLC por la presencia de marcadores neuroendocrinos, lo que incluye CD56, moléculas de adhesión de las células neurales (NCAM, neural cell adhesión molecule), sinaptofisina y cromogranina. En Cáncer pulmonar microcítico (SCLC) CAPÍTULO 107 Predisposición hereditaria para presentar cáncer de pulmón La exposición a carcinógenos ambientales, como los que están en el humo del tabaco, induce o facilita la transformación de células broncoepiteliales hasta alcanzar el fenotipo maligno. La contribución de los carcinógenos en la transformación en cuestión es modulada por variaciones polimorfas de genes que modifican aspectos del metabolismo del carcinógeno. Algunos polimorfismos genéticos del sistema enzimático P450 y en particular CYP1A1, o la fragilidad cromosómica, se vinculan con la génesis del cáncer pulmonar. Dichas variaciones genéticas se presentan con frecuencia relativamente alta en la población, pero en términos generales, es pequeña su contribución al riesgo de cáncer pulmonar de una sola persona. No obstante, dada su frecuencia en la población, podría ser alto el impacto total en el riesgo de cáncer pulmonar. Además, es posible que factores ambientales, modificados por los moduladores hereditarios, afecten genes específicos, al desajustar vías importantes que activan el fenotipo del cáncer. Los familiares de primer grado de los casos índice de cáncer pulmonar tienen un exceso dos a tres veces mayor del riesgo del cáncer mencionado y otros cánceres, y muchos de ellos no guardan relación con el tabaquismo. Los datos en cuestión sugieren que genes específicos, variantes genéticas o ambos factores, pueden contribuir a la susceptibilidad del cáncer pulmonar. Sin embargo, se han identificado muy pocos genes de ese tipo. Las personas con mutaciones hereditarias de los genes RB (sujetos con retinoblastoma que alcanzan la vida adulta) y p53 (síndrome de Li-Fraumeni) a veces desarrollan cáncer de pulmón. En fecha reciente se han identificado variantes genéticas comunes relacionadas con el cáncer pulmonar a través de estudios clínicos grandes, colaborativos y de asociación amplia sobre el genoma humano. Dichos estudios identificaron tres locus separados que se asocian con cáncer pulmonar (5p15, 6p21 y 15q25) e incluyen genes que regulan receptores nicotínicos de acetilcolina y síntesis de telómeros. Una mutación poco común de la línea germinativa (T790M) que participa en el receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR, epidermal growth factor receptor) puede estar relacionada con la susceptibilidad al cáncer pulmonar en individuos que nunca han fumado. De igual forma, un locus de susceptibilidad en el cromosoma 6q incrementa en gran medida el riesgo de cáncer pulmonar entre individuos con tabaquismo leve o que nunca fumaron. Aunque se han realizado progresos, existe una cantidad significativa de trabajo que debe realizarse para identificar factores de riesgo hereditario para cáncer pulmonar. A la fecha no existen criterios moleculares adecuados para elegir pacientes para programas de detección más intensivos o para estrategias específicas de quimioprevención. 507 508 PARTE 7 Oncología y hematología extremadamente sensibles a los inhibidores de la cinasa de tirosina de EGFR (p. ej., gefitinib y erlotinib). Esta observación, acompañada de la identificación subsiguiente de otras alteraciones moleculares “susceptibles de acción” (cuadro 107-1) y el reconocimiento de que algunos quimioterapéuticos activos tenían desempeños bastante diferentes en el carcinoma epidermoide en comparación con los adenocarcinomas, estableció firmemente la necesidad de modificaciones en el sistema de clasificación de cáncer pulmonar de 2004 de la OMS. El sistema de clasificación de 2011 revisado y desarrollado de forma conjunta con la International Association for the Study of Lung Cancer, la American Thoracic Society y la European Respiratory Society, proporciona un método integrado para la clasificación de los adenocarcinomas pulmonares que incluyen información clínica, molecular, radiográfica e histopatológica. También reconoce a la mayor parte de los cánceres pulmonares presentes en etapas avanzadas y que a menudo se diagnostican con base en biopsias pequeñas o muestras histológicas, lo que hace difícil, o incluso imposible, la diferenciación histológica. Con anterioridad, en el sistema de clasificación de 2004, los tumores que no mostraban una morfología glandular o epidermoide en biopsias pequeñas o en muestras de citología, se clasificaban simplemente como carcinomas no microcíticos sin otra especificación. Sin embargo, por la diferenciación entre los adenocarcinomas y carcinomas epidermoides, hoy en día se percibe como crítico para la toma de decisiones terapéuticas óptimas la modificación de la clasificación; se recomienda que dichas lesiones se clasifiquen de manera más específica con métodos especiales de tinción. Esta distinción puede llevarse a cabo con un marcador para el adenocarcinoma (factor de transcripción tiroideo-1 o napsina-A), más un marcador de células epidermoides (p40 o p63), tinciones de mucina o combinaciones de éstas. Estos sistemas de clasificación modificados también recomiendan la preservación de suficiente material de muestra para pruebas moleculares apropiadas, las cuales son necesarias para guiar la toma de decisiones terapéuticas (véase más adelante). Otra modificación significativa al sistema de clasificación de la OMS es el desuso de los términos carcinoma broncoalveolar y adenocarcinoma de subtipo mixto. El término carcinoma broncoalveolar se eliminó porque su uso era inconsistente y causaba confusión en la investigación clínica habitual. Como se utilizaba antes, dicho término abarcaba al menos cinco diferentes entidades con distintas propiedades moleculares y clínicas. Los términos adenocarcinoma in situ y adenocarcinoma con mínima invasión se recomiendan para adenocarcinomas solitarios pequeños (≤3 cm) con crecimiento lepídico puro (término utilizado para describir el crecimiento en una sola capa de células cuboidales atípicas que recubre las paredes alveolares) o de crecimiento predominantemente lepídico con ≤5 mm de invasión. Los individuos con estas entidades experimentan supervivencia sin enfermedad a cinco años de 100% o cercana a esta cifra cuando se logra la resección completa del tumor. Los adenocarcinomas invasivos representan más de 70 a 90% de los adenocarcinomas pulmonares extirpados quirúrgicamente y hoy en día se clasifican por su patrón predominante: lepídico, acinar, papilar y sólido. El subtipo con predominio lepídico tiene un pronóstico favorable, el acinar y papilar un pronóstico intermedio, mientras que el tumor predominantemente sólido tiene el peor pronóstico. Los términos adenocarcinoma de células claras y en anillo de sello se han eliminado de las variantes de adenocarcinoma pulmonar invasor, mientras que se ha añadido el término micropapilar, un subtipo con pronóstico particularmente malo. Aunque se han encontrado mutaciones EGFR más a menudo en adenocarcinomas no mucinosos con patrón de predominio lepídico o papilar, la mayor parte de los subtipos de adenocarcinoma portan mutaciones EGFR o KRAS. Lo mismo es cierto para los reordenamientos ALK, RET y ROS1. Lo que antes se conocía como carcinoma broncoalveolar mucinoso ahora se conoce como adenocarcinoma mucinoso invasor. Estos tumores por lo general carecen de mutaciones EGFR y muestran una fuerte correlación con mutaciones KRAS. En términos generales, las reclasificaciones de cáncer pulmonar revisadas por la OMS toman en consideración avances importantes en el diagnóstico y tratamiento, así como los avances críticos en la comprensión de genes específicos y vías moleculares que inician y sostienen la oncogenia pulmonar, lo que resulta en nuevos tratamientos dirigidos con mejoría en la especificidad y mejor eficacia antitumoral. INMUNOHISTOQUÍMICA El diagnóstico de cáncer pulmonar más a menudo depende de características morfológicas o citológicas correlacionadas con manifestaciones clínicas y radiográficas. Puede utilizarse la inmunohistoquímica para verificar la diferenciación neuroendocrina del tumor, con marcadores como enolasa específica de neurona (NSE, neuron-specific enolase), CD56 o NCAM, sinaptofisina, cromogranina y Leu7. La inmunohistoquímica también es de utilidad para diferenciar adenocarcinomas primarios y metastásicos; el factor de transcripción tiroideo-1 (TTF-1, thyroid transcription factor-1), que identifica tumores de origen tiroideo pulmonar, es positivo en más de 70% de los adenocarcinomas pulmonares y es un indicador fiable de cáncer pulmonar primario, una vez que se haya descartado el cáncer tiroideo primario. Sin embargo, un TTF-1 negativo no descarta la posibilidad de un cáncer pulmonar primario. El TTF-1 también es positivo en tumores neuroendocrinos de origen pulmonar y extrapulmonar. La napsina-A (Nap-A) es una proteasa aspártica que desempeña una función importante en la maduración del surfactante B7 y que se expresa en el citoplasma de los neumocitos del tipo II. En varios estudios se ha reportado Nap-A en >90% de los adenocarcinomas pulmonares primarios. La combinación de Nap-A y TTF-1 es útil para diferenciar el adenocarcinoma pulmonar primario (Nap-A positivo, TTF-1 positivo) del carcinoma epidermoide pulmonar primario (Nap-A negativo, TTF-1 negativo) y del SCLC primario (Nap-A negativo, TTF-1 positivo). Las citoqueratinas 7 y 20 empleadas en combinación pueden ayudar a reducir el diagnóstico diferencial; el NSCLC no epidermoide, el SCLC y el mesotelioma pueden presentar tinción positiva para CK7 y negativa para CK20, mientras que el cáncer pulmonar epidermoide a menudo es negativo para CK7 y CK20. El p63 es un marcador útil para la detección de NSCLC con diferenciación epidermoide cuando se utiliza en muestras histológicas pulmonares. Por técnicas ultraestructurales, es posible identificar fácilmente el mesotelioma, pero desde hace mucho se sabe que es difícil diferenciarlo del adenocarcinoma, por medio de morfología y tinción inmunohistoquímica. En los últimos años han sido útiles algunos marcadores como CK5/6, calretinina y el gen 1 del tumor de Wilms (WT-1, Wilms tumor gene 1); el mesotelioma muestra positividad a todos estos marcadores. PATOGENIA MOLECULAR El cáncer es una enfermedad en la que se identifican cambios dinámicos en el genoma. Tal como han planteado Hanahan y Weinberg, prácticamente todas las células neoplásicas terminan por mostrar seis características distintivas: autosuficiencia en las señales de crecimiento, insensibilidad a señales anticrecimiento, evasión de la apoptosis, potencial ilimitado de réplica, angiogénesis sostenida, e invasión a tejidos y metástasis. Al parecer es variable el orden en que se adquieren tales características distintivas y difieren de un tumor a otro. También varían ampliamente los fenómenos que culminan en la adquisición de tales características; pero en términos generales, los cánceres se presentan como resultado de acumulaciones de mutaciones de hiperfunción en los oncogenes, y mutaciones de hipofunción en los genes supresores de tumores. Para complicar todavía más el estudio del cáncer pulmonar, la sucesión de hechos que culminan en la enfermedad es totalmente diferente en cada una de las entidades histopatológicas. Se desconoce la célula exacta de origen de los cánceres pulmonares y tampoco se sabe si una célula de origen es el punto de partida de todas las formas histológicas de dicha neoplasia. Sin embargo, para el adenocarcinoma pulmonar, la evidencia sugiere que las células epiteliales de tipo II (o células epiteliales alveolares) tienen capacidad de dar origen a tumores. Las células de origen neuroendocrino se han implicado como precursores para SCLC. Respecto a los cánceres, en términos generales, una teoría plantea que un subgrupo pequeño de las células en el interior del tumor (es decir, los “oncoblastos”) son las encargadas del comportamiento maligno absoluto del tumor. Como parte de este concepto, la gran mayoría de las células del cáncer son “hijas” de tales oncoblastos. Por sí mismas, muchas células no pueden regenerar el fenotipo maligno completo, a pesar de que están relacionadas clonalmente con la subpoblación de oncoblastos. El concepto de oncoblasto pudiera explicar la ineficacia de los tratamientos farmacológicos habituales para erradicar cánceres pulmonares, incluso cuando existe una respuesta clínica completa. La enfermedad reaparece porque los tratamientos no eliminan el componente de oncoblastos, el cual puede ser más resistente a la quimioterapia. No se han identificado oncoblastos precisos de cáncer pulmonar de humanos. Las células cancerosas de pulmón incluyen múltiples anormalidades cromosómicas como mutaciones, amplificaciones, inserciones, deleciones y traslocaciones. Uno de los primeros grupos de oncogenes que poseían estructuras aberrantes fue el de la familia MYC de factores de transcripción (MYC, MYCN y MYCL). MYC es activado muy a menudo por medio de amplificación génica o desajuste transcriptivo en SCLC y NSCLC. En la actualidad no se cuenta con fármacos que sean específicos de MYC. Entre la histología de cánceres pulmonares, los adenocarcinomas son los que se han clasificado en forma más extensa en el aspecto de ganancias y pérdidas genómicas recurrentes y también mutaciones somáticas (fig. 107-2). Se han identificado tipos diferentes de aberraciones, pero una clase importante comprende las llamadas “conductoras”, es decir, mutaciones NRAS BRAF MEK1 HER2 PIK3CA RET ROS1 AKT1 ALK KRAS Desconocidas EGFR Frecuencia de mutaciones estimulantes en NSCLC 1% AKT1 ALK 3-7% BRAF 1-3% EGFR 10-35% HER2 2-4% KRAS 15-25% MEK1 1% NRAS 1% PIK3CA 1-3% RET 1-2% ROS1 1-2% FIGURA 1072. Mutaciones estimulantes en adenocarcinomas. En el cáncer pulmonar, los resultados clínicos tienen relación con la etapa al momento del diagnóstico; por tanto, se asume que la detección oportuna de tumores ocultos mejora la supervivencia. La detección oportuna es un proceso que incluye pruebas de detección, vigilancia, diagnóstico y tratamiento inmediatos. La detección hace referencia al uso de pruebas simples en población sana con el fin de identificar individuos asintomáticos portadores de la enfermedad. Para que un programa de detección tenga éxito, debe existir una elevada carga de la enfermedad en la población estudiada; la prueba debe ser sensible, específica, accesible y rentable; debe contarse con un tratamiento eficaz que pueda reducir la mortalidad. Con cualquier procedimiento de detección, es importante considerar la posible influencia del sesgo por el tiempo (detección del cáncer en etapas iniciales sin un efecto en la supervivencia), sesgo en la duración (la detección del cáncer puede no afectar la supervivencia, mientras que los cánceres agresivos probablemente causen síntomas iniciales en pacientes y tendrán menos probabilidad de detectarse) y diagnóstico excesivo (diagnosticar cánceres Neoplasias del pulmón DETECCIÓN TEMPRANA 509 CAPÍTULO 107 que aparecen en genes que codifican proteínas de señalización que si son aberrantes, conducen el comienzo y la perpetuación de células tumorales. Como dato importante, las mutaciones conductoras pueden funcionar como puntos débiles para combatir a los tumores si es posible dirigirse adecuadamente a sus productos génicos. Por ejemplo, un conjunto de mutaciones comprende el EGFR, que pertenece a la familia de protooncogenes ERBB (HER) y que incluye EGFR (ERBB1), Her2/neu (ERBB2), HER3 (ERBB3) y HER4 (ERBB4). Dichos genes codifican receptores de superficie de la célula que consisten en un dominio de unión con ligando extracelular, una estructura transmembrana y un dominio de tirosina cinasa intracelular (TK, tyrosine kinase). La unión del ligando con el receptor activa la dimerización de este último y la autofosforilación de TK, lo cual desencadena una cascada de fenómenos intracelulares, que culmina en un incremento de la proliferación celular, angiogénesis, metástasis y una disminución de la apoptosis. Los adenocarcinomas pulmonares surgen cuando los tumores expresan EGFR mutante; los mismos tumores presentan alta sensibilidad a los inhibidores de las moléculas pequeñas de la tirosina cinasa de EGFR. Ejemplos adicionales de mutaciones que favorecen el desarrollo de adenocarcinoma pulmonar incluyen la GTPasa de KRAS, la cinasa de serina-treonina BRAF y la cinasa lipídica PIK3CA. En fecha reciente, se han identificado más subgrupos de adenocarcinoma pulmonar, definidos por la presencia de reordenamientos cromosómicos específicos que ocasionan la activación aberrante de TK ALK, ROS1 y RET. La mayor parte de las mutaciones que favorece el desarrollo de cáncer pulmonar parecen ser mutuamente excluyentes, lo que sugiere que la adquisición de una de estas mutaciones es suficiente para estimular la oncogenia. Aunque en los adenocarcinomas se han encontrado mutaciones estimuladoras, se han identificado tres potenciales objetivos moleculares en los carcinomas pulmonares epidermoides: amplificación FGFR1, mutaciones DDR2 y mutaciones PIK3CA con pérdida de PTEN (cuadro 107-1). En conjunto, estos defectos potencialmente “susceptibles de acción” ocurren hasta en 50% de los carcinomas epidermoides. Se ha identificado un gran número de genes supresores de tumores que se inactivan durante la patogenia del cáncer pulmonar. Éstos incluyen TP53, RB1, RASSF1A, CDKN2A/B, LKB1 (STK11) y FHIT. Casi 90% de los SCLC portan mutaciones en TP53 y RB1. Varios genes supresores de tumores en el cromosoma 3p parecen participar en casi todos los cánceres pulmonares. Para esta región ocurre pérdida alélica en etapas iniciales de la patogenia del cáncer pulmonar, lo que incluye el epitelio pulmonar normal desde el punto de vista histológico, pero dañado por el tabaquismo. de crecimiento lento que tienen poca probabilidad de causar muerte al paciente) (cap. 100). Como la mayor parte de los pacientes con cáncer pulmonar se presentan con enfermedad avanzada, fuera de tratamiento quirúrgico, existe un escepticismo comprensible sobre la utilidad de la detección de esta enfermedad. Un estudio clínico con asignación al azar y grupo testigo realizado en los decenios de 1960 a 1980 utilizó radiografías torácicas con o sin citología de esputo; dicho estudio no reportó impacto en la mortalidad específica por cáncer pulmonar en pacientes identificados como de alto riesgo (varones ≥45 años de edad con antecedentes de tabaquismo). Se ha criticado el diseño de estos estudios, su análisis estadístico y el uso de modalidades de imagen obsoletas. El resultado del estudio clínico Prostate, Lung, Colorectal and Ovarian Cancer Screening Trial (PLCO), realizado en fecha reciente, es compatible con aquellos reportes iniciales. Al inicio de 1993, los participantes del estudio PLCO para detección de cáncer pulmonar se sometieron a radiografía torácica anual por cuatro años, mientras que los participantes en el grupo de atención habitual no recibieron intervenciones adicionales más que las propias de la atención médica sistemática. Los participantes y los médicos tratantes determinaron la vigilancia diagnóstica cuando los resultados de la detección eran positivos. El estudio clínico PLCO difirió de los estudios de detección de cáncer pulmonar realizados con anterioridad en que las mujeres y los individuos que nunca habían fumado eran elegibles para incluirse en el estudio. Éste fue diseñado para detectar una reducción de 10% en la mortalidad de cáncer pulmonar en el grupo en el que se realizó la intervención. Se incluyó un total de 154 901 individuos entre los 55 y 74 años de edad (77 445 se asignaron a la detección anual con radiografía de tórax; 77 456 se asignaron a la atención habitual). Los aspectos demográficos y características tumorales de los participantes fueron comparables entre ambos grupos. A lo largo de 13 años de vigilancia, las tasas acumuladas de incidencia de cáncer pulmonar (20.1 en comparación con 19.2 por 10 000 años-persona; razón de probabilidades [RR] de 1.05; intervalo de confianza de 95% [CI], 0.98-1.12) y la mortalidad por cáncer pulmonar (n = 1 213 en comparación con n = 1 230) fueron idénticos entre ambos grupos. La etapa y las características histológicas de los cánceres detectados en los dos grupos fueron similares. Estos datos corroboraron las recomendaciones previas en contra de la detección con radiografía de tórax para el cáncer pulmonar. A diferencia de la radiografía de tórax, la tomografía computarizada helicoidal de tórax, con cortes delgados, sin medio de contraste y dosis baja (LDCT) surgió como una herramienta eficaz para la detección de cáncer pulmonar. Estudios clínicos sin asignación al azar realizados en el decenio de 1990 demostraron que la LDCT detectaba más nódulos pulmonares y cánceres que la radiografía de tórax estándar en poblaciones selectas de alto riesgo (p. ej., individuos mayores de 60 años de edad con antecedentes de tabaquismo de más de 10 cajetillas por año). Hasta 85% de los cánceres pulmonares descubiertos en estos estudios se clasificaron como enfermedad en etapa I y, por tanto, potencialmente curables por medio de resección quirúrgica. Estos datos favorecieron que el National Cancer Institute (NCI) iniciara el estudio clínico National Lung Screening Trial (NLST), un estudio clínico con asignación al azar para determinar si la detección con LDCT podría reducir la mortalidad por cáncer pulmonar en poblaciones de alto riesgo en comparación con la radiografía torácica anteroposterior estándar. Los pacientes de alto riesgo se definieron como individuos entre 55 y 64 años de edad, con antecedente de tabaquismo de más de 30 paquetes por año; los ex fumadores debían haber suspendido el tabaquismo 15 años antes. De este estudio clínico se eliminaron a los individuos con diagnóstico previo de cáncer pulmonar, antecedente de hemoptisis, pérdida de peso inexplicada de más de 7 kg en el año previo o radiografía torácica en los 18 meses previos antes del estudio. Se incluyó a un total de 53 454 personas y fueron asignadas al azar para detección anual durante tres años (detección con LDCT, n = 26 722; detección con radiografía torácica, n = 26 732). Cualquier nódulo calcificado que midiera ≥4 mm en cualquier diámetro encontrado en la LDCT o radiografía de tórax con cualquier nódulo no calcificado o tumoración se clasificó como “positivo”. Los radiólogos participantes tenían la opción de decidir que la detección final era o no positiva si un nódulo no calcificado había permanecido estable en tres exámenes de detección. En términos generales, 39.1% de los participantes en el grupo de LDCT y 16% en el grupo de radiografía de tórax tuvieron al menos un resultado de detección positivo. De aquellos que se detectaron como positivos, la tasa de positivos falsos fue de 96.4% en el grupo de LDCT y 94.5% en el grupo de radiografía de tórax. Esto fue consistente en las tres rondas de detección. En el grupo de LDCT se identificaron 1 060 cánceres en comparación con 941 cánceres en el grupo con radiografía de tórax (645 en comparación con 572 por 100 000 años-persona; RR, 1.13; CI de 510 CUADRO 1072 Resultados del National Lung Screening Trial Número de eventos Mortalidad por cáncer pulmonar Mortalidad por todas las causas Mortalidad relacionada con cáncer pulmonar Tasas de eventos por 100 000 años-persona Riesgo relativo (CI 95%) LDCT (n = 26 772) Radiografía de tórax (n = 26 732) LDCT Radiografía de tórax RR Valor de p 356 1 877 1 521 443 2 000 1 557 247 1 303 1 056 309 1 395 1 086 0.80 (0.73-0.93) 0.93 (0.86-0.99) 0.99 (0.95-1.02) 0.004 0.02 0.51 Abreviaturas: CI, intervalo de confianza; LDCT, tomografía computarizada de dosis baja; RR, razón de probabilidades. Fuente: Modificado con autorización de PB Bach et al.: JAMA 307:2418, 2012. PARTE 7 Oncología y hematología 95%, 1.03 a 1.23). Se detectó casi el doble de cánceres en etapa IA en el grupo de LDCT, en comparación con el grupo de radiografía de tórax (40 en comparación con 21%). Las tasas generales de muerte por cáncer pulmonar fueron de 247 y 309 defunciones por 100 000 participantes en el grupo de LDCT y de radiografía de tórax, respectivamente, lo que representó una reducción de 20% en la mortalidad por cáncer pulmonar en la población detectada con LDCT (CI 95%, 6.8 a 26.7%; p = 0.004). En comparación con el grupo de radiografía de tórax, la tasa de defunciones en el grupo de LDCT por cualquier causa se redujo en 6.7% (CI 95%, 1.2-13.6; p = 0.02) (cuadro 107-2). El número necesario para la detección (NNTS) para prevenir una muerte por cáncer pulmonar se calculó en 320. La detección con LDCT para cáncer pulmonar se acompaña de los riesgos conocidos que incluyen una elevada tasa de resultados positivos falsos, resultados negativos falsos, posibilidad de realización innecesaria de pruebas diagnósticas, exposición a la radiación, diagnóstico excesivo, ansiedad y cambios en la calidad de vida y costos sustanciales. Con mucho, el mayor reto que enfrenta el uso de la CT de detección es la elevada tasa de resultados positivos falsos. Los resultados positivos falsos pueden tener un impacto sustancial en pacientes a través de valoraciones costosas y riesgos innecesarios, así como angustia. El tratamiento de estos pacientes por lo general consiste de CT seriadas para valorar si existe crecimiento del nódulo, intentos de aspiración con aguja fina o resección quirúrgica. Con un costo de 300 dólares estadounidenses por estudio, el desembolso para la LDCT inicial puede representar miles de millones de dólares por año, un costo que se incrementa cuando se añaden los diversos costos en que podría incurrirse en la valoración de un resultado positivo. Se espera que pronto el NLST realice un análisis de rentabilidad, que ayudaría a resolver esta preocupación crucial. Pese a los inconvenientes antes mencionados, parece estar indicada la detección de individuos que satisfagan los criterios de NLST para riesgo de cáncer pulmonar (o en algunos casos, versiones modificadas de estos criterios), en el caso de que se cuente con una atención multidisciplinaria amplia coordinada y vigilancia similar a la proporcionada a los participantes del estudio NLST. Se encuentran en desarrollo algoritmos para mejorar la selección de individuos elegibles para estudio. Cuando se analiza la opción de detección con LDCT, es de utilidad el uso de los riesgos absolutos más que de los relativos, porque los estudios indican que el público puede procesar la terminología absoluta de manera más eficaz que las proyecciones de riesgo relativo. Los NCI han desarrollado una guía útil para ayudar a los pacientes y médicos a valorar los riesgos y beneficios de la detección con LDCT para cáncer pulmonar (cuadro 107-3). Por último, incluso el pequeño efecto negativo de la detección sobre la conducta de tabaquismo (ya sea con bajas tasas de abandono o elevadas tasas de recidivas) podrían superar con facilidad los beneficios potenciales en esta población. Por fortuna, no se ha reportado tal impacto hasta la fecha. Sin embargo, debe incluirse la interrupción del tabaquismo como un componente indispensable en cualquier programa de detección. MANIFESTACIONES CLÍNICAS Casi 50% de los pacientes diagnosticados con cáncer pulmonar se presentan con enfermedad localmente avanzada o enfermedad metastásica al momento del diagnóstico. La mayor parte de ellos tiene un cuadro inicial que comprende signos, síntomas y anormalidades de laboratorio que pueden atribuirse a la lesión primaria, a la proliferación local del tumor, a invasión y obstrucción de estructuras vecinas, la proliferación en sitios metastásicos distantes o algún síndrome paraneoplásico (cuadros 107-4 y 107-5). El paciente prototípico de cáncer pulmonar es un fumador activo o ex fumador de cualquier género, por lo común en el séptimo decenio de la vida. El antecedente de tos crónica con hemoptisis o sin ella en un fumador activo o que lo fue y que tiene enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), de 40 años o más debe ser justificación para emprender una investigación minuciosa en busca de cáncer de pulmón incluso si las radiografías de tórax tienen imágenes normales. La neumonía persistente sin signos generales que no mejora con ciclos repetidos de antibióticos también debe ser motivo para emprender una valoración en busca de la causa primaria oculta. El cáncer de pulmón que se presenta en una persona que nunca ha fumado es más común en mujeres y personas del este asiático. Los pacientes de ese tipo tienden a ser más jóvenes que sus equivalentes fumadores al momento del diagnóstico. En los que nunca han fumado el cuadro inicial de cáncer pulmonar tiende a ser el mismo que tienen los fumadores actuales y los ex fumadores. El cuadro inicial en enfermos con una neoplasia central o endobronquial primaria puede incluir tos, hemoptisis, sibilancias, estridor, disnea o neumonitis posobstructiva. La proliferación periférica del tumor primario puede ocasionar dolor por afectación de la pleura o de la pared torácica, disnea de origen restrictivo y síntomas de un absceso pulmonar que es consecuencia de la cavitación por el tumor. La propagación regional del tumor en el tórax (por crecimiento contiguo o por metástasis a ganglios linfáticos regionales) puede ocasionar obstrucción de la tráquea, compresión del esófago y desarrollo de disfagia; parálisis del nervio laríngeo recurrente con ronquera; parálisis del nervio frénico con elevación de un hemidiafragma, y disnea y parálisis del nervio simpático con síndrome de Horner (enoftalmos, ptosis, miosis y anhidrosis). Los derrames pleurales de origen canceroso pueden ocasionar dolor, disnea o tos. Los síndromes de Pancoast (o CUADRO 1074 Signos y síntomas iniciales del cáncer de pulmón CUADRO 1073 Beneficios y riesgos de la detección de LCDT para cáncer pulmonar con base en los datos de NLST LDCT CXR Beneficios: ¿cómo ayudó la CT en comparación con la CXR? 4 en 1 000 menos murieron por cáncer de pulmón 13 en 1 000 5 en 1 000 menos murieron por todas las causas 70 en 1 000 17 en 1 000 75 en 1 000 Daños: ¿qué problemas ocasionó la CT en comparación con la CRX? 223 en 1 000 tuvieron una falsa alarma 18 en 1 000 tuvieron una falsa alarma que produjo una intervención quirúrgica 2 en 1 000 tuvieron una complicación mayor por una intervención quirúrgica 365 en 1 000 142 en 1 000 25 en 1 000 7 en 1 000 3 en 1 000 1 en 1 000 Abreviaturas: CRX, radiografía de tórax; LDCT, tomografía computarizada de bajas dosis; NLST, National Lung Screening Trial. Fuente: Modificado a partir de S Woloshin et al.: N Engl J Med 367:1677, 2012. Signos y síntomas Límites de frecuencia Tos Pérdida de peso Disnea Dolor torácico Hemoptisis Dolor óseo Hipocratismo digital Fiebre Debilidad Obstrucción de vena cava superior Disfagia Sibilancias y estridores 8-75% 0-68% 3-60% 20-49% 6-35% 6-25% 0-20% 0-20% 0-10% 0-4% 0-2% 0-2% Fuente: Reproducido con autorización de MA Beckles: Chest 123:97-104, 2003. CUADRO 1075 Cuadro clínico que sugiere enfermedad metastásica Manifestaciones identificadas en la anamnesis • De tipo constitucional: pérdida de peso mayor de 4.5 kg • Musculoesqueléticas: dolor esquelético focal • Sistema nervioso: cefaleas, síncopes, convulsiones, debilidad de extremidades, cambios recientes en el estado psíquico Signos detecta- • Linfadenopatía (diámetro >1 cm) dos en la • Ronquera y síndrome de vena cava superior exploración • Dolor a la palpación en huesos física • Hepatomegalia (franja infracostal >13 cm) • Signos neurológicos focales, papiledema • Masas de tejidos blandos Pruebas de labo- • Hematocrito: <40% en varones y <35% en mujeres ratorio siste• Concentraciones elevadas de fosfatasa alcalina, GGT, máticas SGOT y calcio Abreviaturas: GGT, gamma-glutamiltransferasa; SGOT, transaminasa glutámica oxaloacética en suero. Fuente: Reproducido con autorización de GA Silvestri et al. Chest 123(1 Suppl):147S, 2003. Se necesita obtener muestras de tejido para confirmar el diagnóstico en toda persona en quien se sospeche cáncer pulmonar. En pacientes con sos- Neoplasias del pulmón DIAGNÓSTICO DEL CÁNCER PULMONAR 511 CAPÍTULO 107 tumor en el surco superior) son consecuencia de la extensión local de una neoplasia que prolifera en el vértice del pulmón y que afecta el octavo nervio cervical y el primero y el segundo nervios intercostales, con dolor del hombro que de manera característica se irradia en la distribución cubital del brazo, a menudo con destrucción radiográfica de la primera y segunda costillas. Por lo general, coexisten los síndromes de Horner y de Pancoast. Otros problemas de la diseminación regional comprenden el desarrollo del síndrome de vena cava superior, por obstrucción vascular; extensión de la neoplasia al pericardio y al corazón, y como consecuencia, taponamiento, arritmia o insuficiencia cardiaca; obstrucción linfática con derrame pleural resultante y propagación linfangítica a través de los pulmones, con hipoxemia y disnea. Además, el cáncer de pulmón puede diseminarse por vía transbronquial y generar la proliferación de la neoplasia en múltiples superficies alveolares con deterioro del intercambio de gases, insuficiencia respiratoria, disnea, hipoxemia y producción de esputo. Entre los síntomas de orden general pueden estar anorexia, pérdida de peso, debilidad, fiebre y sudores nocturnos. A pesar de que los síntomas duran muy poco, los parámetros mencionados no permiten diferenciar con nitidez entre SCLC y NSCLC o incluso de neoplasias metastásicas que llegan a los pulmones. En estudios de necropsia se detectan metástasis extratorácicas en más de 50% de los sujetos con carcinoma epidermoide; en 80% de los pacientes con adenocarcinoma y carcinoma macrocítico, y en >95% de los sujetos con SCLC. El cuadro inicial de 33% de los pacientes, en promedio, incluye síntomas que son consecuencia de metástasis a distancia. Las metástasis de cáncer pulmonar pueden presentarse prácticamente en cualquier órgano o sistema y es precisamente el sitio en que están asentadas el que rige en gran medida el desarrollo de otros síntomas. Los individuos con metástasis en el cerebro pueden tener como manifestaciones iniciales, cefaleas, náusea y vómito, convulsiones o déficit neurológico. Los pacientes con metástasis en huesos pueden tener como cuadro inicial dolor, fracturas patológicas o compresión medular; este último cuadro también puede identificarse junto con las metástasis epidurales. Los sujetos con invasión de la médula ósea pueden tener como signos iniciales citopenias o leucoeritroblastosis. Los que tienen metástasis en el hígado pueden tener inicialmente hepatomegalia, dolor en el cuadrante superior derecho, fiebre, anorexia y pérdida de peso. Rara vez hay disfunción del hígado u obstrucción de vías biliares. Las metástasis en suprarrenales son frecuentes, aunque pocas veces causan dolor o insuficiencia de dichas glándulas salvo que la masa neoplásica sea grande. Los síndromes paraneoplásicos son frecuentes en individuos con cáncer pulmonar, en particular los que tienen SCLC, y dicho síndrome puede constituir la manifestación inicial o el primer signo de recidiva. Además, los síndromes paraneoplásicos pueden remedar enfermedad metastásica y si no se les detecta, se emprenden medidas paliativas inapropiadas y no las curativas. A menudo el síndrome paraneoplásico se alivia con el tratamiento satisfactorio del tumor. En algunos casos se identifica la fisiopatología del síndrome paraneoplásico, en particular cuando la masa tumoral secreta una hormona con actividad biológica. Sin embargo, en muchos casos se desconoce la fisiopatología. Las manifestaciones de orden general como anorexia, caquexia, pérdida de peso (en 30% de los pacientes), fiebre e inmunodepresión corresponden a síndromes paraneoplásicos de origen desconocido o cuando menos indefinido. Se considera a la pérdida de peso mayor de 10% del peso corporal total como un signo de mal pronóstico. En 12% de los pacientes se identifican síndromes endocrinos; la hipercalcemia es consecuencia de la producción ectópica de hormona paratiroidea (PTH, parathyroid hormone) o con mayor frecuencia, el péptido relacionado con PTH, constituye la complicación metabólica más frecuente y letal de tal cáncer, y se desarrolla más bien con los carcinomas epidermoides del pulmón. Los síntomas incluyen náusea, vómito, dolor abdominal, estreñimiento, poliuria, sed y alteraciones del estado psíquico. La hiponatremia puede originarse por el síndrome de secreción inapropiada de hormona antidiurética (SIADH, inappropriate secretion of antidiuretic hormone) o posiblemente por el péptido natriurético auricular (ANP, atrial natriuretic peptide). El SIADH se resuelve en un lapso de una a cuatro semanas de haber emprendido la quimioterapia en la mayor parte de los pacientes. En ese lapso por lo común se puede controlar el sodio sérico y conservarlo por arriba de 128 meq/L por medio de restricción de líquidos. La demeclociclina puede ser un complemento útil si no es suficiente la sola restricción de líquidos. Los antagonistas del receptor de vasopresina, como el tolvaptano, se han utilizado en el tratamiento de SIADH. Sin embargo, existen limitaciones significativas para el uso de tolvaptano, lo que incluye lesión hepática y corrección excesivamente rápida de la hiponatremia, que podría ocasionar daño neurológico irreversible. El costo de tolvaptano podría ser prohibitivo (hasta 300 dólares por comprimido en algunas regiones). Como aspecto destacable, en individuos con ANP ectópico puede empeorar la hiponatremia si no aumenta de manera simultánea el consumo de sodio. Sobre tal base, si la hiponatremia no mejora o si empeora después de tres a cuatro días de restricción adecuada de líquidos, habrá que medir las concentraciones plasmáticas de ANP para identificar el síndrome causante. La secreción ectópica de ACTH por parte de SCLC y carcinoides pulmonares suele originar más perturbaciones de electrolitos, en particular hipopotasemia, y no los cambios de la complexión corporal que surgen en el síndrome de Cushing, proveniente de un adenoma hipofisario. La administración de fármacos habituales como la metirapona y el ketoconazol no es lo suficientemente eficaz por las concentraciones extraordinariamente elevadas de cortisol. La estrategia más eficaz para tratar el síndrome de Cushing es la erradicación eficaz de SCLC oculto. En casos extremos cabe pensar en la extirpación de ambas suprarrenales. Los síndromes esqueléticos y del tejido conjuntivo incluyen hipocratismo digital en 30% de los casos (por lo regular NSCLC), y osteoartropatía primaria hipertrófica, en 1 a 10% de los casos (por lo regular adenocarcinomas). Los pacientes pueden presentar periostitis, que causa dolor espontáneo y a la palpación, e hinchazón de los huesos afectados, y positividad en una gammagrafía ósea. Solamente en 1% de los pacientes surgen síndromes neurológicos-miopáticos, pero son impresionantes, e incluyen el síndrome miasténico de Eaton-Lambert y la ceguera retiniana con SCLC, en tanto que en todos los tipos de cáncer pulmonar se identifican neuropatías periféricas, degeneración cerebelosa subaguda, degeneración cortical y polimiositis. Muchos de los cuadros patológicos anteriores se originan por respuestas autoinmunitarias como el desarrollo de anticuerpos contra conductos de sodio regulados por voltaje, en el síndrome de Eaton-Lambert. El cuadro inicial en los pacientes de este tipo incluye debilidad de músculos proximales, por lo común en las extremidades pélvicas, a veces disfunción del sistema autónomo y en raras ocasiones síntomas de pares craneales o afectación de los músculos bulbares o de la respiración. A menudo se observa hiporreflexia tendinosa profunda. A diferencia de los sujetos con miastenia grave, con los esfuerzos seriados mejora la potencia muscular. Algunos individuos que reaccionan a los antineoplásicos mostrarán resolución de las anormalidades neurológicas. De este modo, la quimioterapia constituye el tratamiento inicial de primera línea. La encefalomielitis paraneoplásica y neuropatías sensitivas, degeneración cerebelosa, encefalitis límbica y encefalitis del tronco encefálico se desarrollan en el SCLC, junto con diversos anticuerpos antineuronales como anti-Hu, anti-CRMP5 y ANNA-3. La degeneración cerebelosa paraneoplásica también puede relacionarse con autoanticuerpos anti-Hu, anti-Yo o de conductos de sodio tipo P/Q. En 1 a 8% de los pacientes se presentan trastornos de la coagulación, trombosis u otros cuadros hematológicos y comprenden tromboflebitis venosa migratoria (síndrome de Trousseau), endocarditis trombótica no bacteriana (caquéctica) con émbolos arteriales, y coagulación intravascular diseminada con hemorragia, anemia, granulocitosis y leucoeritroblastosis. Los cuadros trombóticos que complican el cáncer por lo común conllevan un mal pronóstico. Pocas veces surgen manifestaciones cutáneas como la dermatomiositis y la acantosis nigricans (1%) porque son las manifestaciones del síndrome nefrótico y de la glomerulonefritis en riñones (≤1%). 512 PARTE 7 Oncología y hematología pecha de enfermedad metastásica, se prefiere la biopsia del sitio más distante para la confirmación histológica. Dado el gran énfasis puesto en las pruebas moleculares para pacientes con NSCLC, se prefiere la biopsia por sacabocado con el fin de asegurar que se cuente con tejido para análisis. El tejido tumoral puede obtenerse a través de técnicas de mínima penetración corporal, como la biopsia bronquial o transbronquial durante la broncoscopia de fibra óptica, por aspiración con aguja fina o biopsia percutánea utilizando guía por métodos de imagen o por biopsia guiada por ecografía endobronquial (EBUS). Dependiendo de la ubicación, pueden obtenerse muestras de ganglios linfáticos por biopsia guiada por ecografía endoscópica (EUS, endoscopic ultrasound-guided biopsy) transesofágica, EBUS o biopsia a ciegas. En pacientes con enfermedad clínicamente palpable, como metástasis a ganglios linfáticos o piel, puede obtenerse una biopsia. En pacientes en quienes se sospecha la presencia de metástasis se puede confirmar el diagnóstico por medio de la obtención percutánea de material proveniente de la tumoración de tejido blando, para biopsia; de lesiones líticas óseas, de lesiones de médula ósea, pleura o hígado o un bloque adecuado de células obtenido de un derrame neoplásico. En pacientes con sospecha de este último tipo de derrame, si la toracocentesis inicial es negativa, se recomienda repetirla. La mayor parte de los derrames pleurales se origina por cánceres en particular si son exudativos o sanguinolentos, pero algunos pueden ser paraneumónicos. En ausencia de enfermedad a distancia habrá que pensar en un posible tratamiento curativo. El índice de confirmación diagnóstica de cualquier biopsia depende de algunos factores como la localización (acceso fácil) del tumor; tamaño y tipo de la masa tumoral y aspectos técnicos del método diagnóstico, por ejemplo la experiencia del broncoscopista y del patólogo. En términos generales, por medio de examen broncoscópico se pueden diagnosticar con mayor facilidad las lesiones centrales como los carcinomas epidermoides, los microcíticos o las lesiones endobronquiales como los tumores carcinoides, en tanto que es mejor utilizar FNA transtorácico en el caso de lesiones periféricas como los adenocarcinomas y los carcinomas macrocíticos. La exactitud diagnóstica de SCLC en comparación con NSCLC en casi todas las muestras es excelente, aunque disminuye en los subtipos de NSCLC. Las muestras broncoscópicas incluyen cepillado bronquial, lavado bronquial, lavado broncoalveolar, aspiración transbronquial con aguja fina (FNA) y biopsia por sacabocado. Para una clasificación histológica más precisa, análisis de mutaciones o con fines de investigación, deben realizarse esfuerzos razonables por obtener más tejido del que puede obtenerse con una muestra citológica habitual obtenida por FNA (p. ej., biopsia por sacabocado). La sensibilidad general para los métodos broncoscópicos combinados es cercana a 80% y junto con la biopsia de tejido se incrementan los resultados a 85 a 90%. Al igual que las muestras de biopsia transbronquial por sacabocado, se prefieren las muestras de biopsia transtorácicas por sacabocado. La sensibilidad es más elevada para lesiones más grandes y para tumores periféricos. En términos generales, las muestras de biopsia por sacabocado, ya sean transbronquiales, transtorácicas o guiadas por ecografía endoscópica, son superiores a otros tipos de muestras. Ello se debe más bien al porcentaje mayor de células tumorales, con menos factores de confusión como serían la inflamación que disimula la lesión real y células no neoplásicas reactivas. El estudio citológico de esputo es una técnica económica y que no implica penetración corporal, pero tiene un menor índice de confirmación diagnóstica que otros tipos de muestras, ante la deficiente conservación de las células y más variabilidad para obtener una muestra de buena calidad. El índice diagnóstico de los estudios citológicos de esputo alcanza su máximo en neoplasias de mayor volumen y de situación central como los carcinomas epidermoides y los carcinomas microcíticos. La especificidad de la citología de esputo, en promedio, se acerca a 100%, aunque su sensibilidad por lo regular es <70%. La precisión de los datos de la citología de esputo mejora con un mayor número de muestras analizadas. En consecuencia, se recomienda analizar como mínimo tres muestras de esputo. ESTADIFICACIÓN DEL CÁNCER DE PULMÓN La estadificación del cáncer mencionado incluye dos partes: en primer lugar, identificación del sitio del tumor y posibles sitios de metástasis (estadificación anatómica), y en segundo lugar, valoración de la capacidad del enfermo para soportar varios tratamientos antineoplásicos (estadificación fisiológica). En todos los individuos con cáncer de pulmón se hará anamnesis y exploración física completas, y valoración de otros problemas médicos, e identificación del estado funcional y del antecedente de pérdida de peso. La línea divisoria más notable es la trazada entre los pacientes que son candidatos para resección quirúrgica y los que son inoperables pero que se beneficiarán con quimioterapia, radioterapia o ambos métodos. La estadificación que toma en consideración la posibilidad de que el paciente soporte la resección quirúrgica se aplica principalmente a NSCLC. ESTADIFICACIÓN ANATÓMICA DE INDIVIDUOS CON CÁNCER DE PULMÓN La estadificación precisa de sujetos con NSCLC es esencial para seleccionar el tratamiento apropiado para personas con neoplasias extirpables y ahorrar métodos quirúrgicos innecesarios en pacientes con enfermedad TRATAMIENTO DEL CÁNCER PULMONAR NO MICROCÍTICO Anamnesis y exploración física completa Valoración del estado funcional y la pérdida de peso Biometría hemática completa con recuento plaquetario Medición de electrolitos, glucosa y calcio en suero; práctica de pruebas de función renal y hepática PET para valorar el mediastino y detectar metástasis MRI del cerebro, si está indicada clínicamente En estudios imagenológicos se detectó una sola lesión sospechosa No existen signos, síntomas ni imágenes que sugieran metástasis. El paciente no tiene contraindicaciones para la cirugía ni la radioterapia, en combinación con la quimioterapia Pruebas de función pulmonar y mediciones de gases en sangre arterial Valoración cardiopulmonar de esfuerzo si los resultados del estado funcional o los datos de las pruebas de función pulmonar son limítrofes Estudios de coagulación Biopsia de la lesión En estudios imagenológicos se detectaron múltiples lesiones Consultar la fig. 107-6 Presencia de metástasis Referir al cirujano para valoración del mediastino y posible resección No hay metástasis Ganglios en estadios N2 o N3 Ganglios en estadio N0 o N1 Estadio IA Cirugía solamente Estadio IB Cirugía solamente si es <4 cm Cirugía si es >4 cm seguida de quimioterapia adyuvante Estadio II o III Cirugía seguida de quimioterapia adyuvante No se practica cirugía Tratamiento combinado con quimiorradiación FIGURA 1073. Algoritmo para el diagnóstico y tratamiento del cáncer pulmonar no microcítico. MRI, imagen por resonancia magnética; PET, tomografía por emisión de positrones. sección quirúrgica con fines curativos. Además, la estadificación de la invasión mediastínica y los estudios de imagen extratorácica (MRI/CT de cráneo y PET o CT de abdomen más gammagrafía ósea) también se recomiendan para pacientes con SCLC en etapa I si se contempla la resección quirúrgica con fines curativos. Algunas guías de práctica clínica también recomiendan el uso de PET para la estadificación de pacientes con SCLC que podrían ser elegibles para radioterapia torácica o quimioterapia. Rara vez se practican biopsias y aspiración de médula ósea por la pequeña incidencia de metástasis aisladas en esa zona de los huesos. Se puede obtener la confirmación de que existen enfermedad metastásica, nódulos pulmonares ipsolaterales o contralaterales o metástasis extramediastínicas, con las mismas modalidades recomendadas en párrafos anteriores, para enfermos de NSCLC. Si el paciente tiene signos o síntomas de compresión medular (dolor, debilidad, parálisis, retención de orina) habrá que practicar CT o MRI de la columna y métodos citológicos de líquido cefalorraquídeo. Si en los estudios imagenológicos se detectan metástasis habrá que consultar a un neurocirujano para que señale si es posible la resección quirúrgica paliativa, a un radiólogo-oncólogo, para que indique la utilidad de la radioterapia paliativa en el sitio de compresión, o recurrir a ambos especialistas. Si en cualquier momento surgen signos o síntomas de leptomeningitis en el sujeto con cáncer de pulmón, se practicará MRI del cerebro y médula espinal, así como punción raquídea para detectar células cancerosas; si estas últimas no aparecen en el líquido cefalorraquídeo, habrá que pensar en repetir tal estudio. No existe un tratamiento aprobado para tratar la enfermedad leptomeníngea. SISTEMA DE ESTADIFICACIÓN PARA EL CÁNCER PULMONAR MICROCÍTICO En pacientes con SCLC se recomienda en la actualidad utilizar la clasificación del sistema del Veterans Administration y la séptima edición del American Joint Committee on Cancer/International Union Against Cancer (TNM) para clasificar etapa del tumor. El sistema de la Veterans Administration es diferente al sistema de estadificación en dos etapas para pacientes con enfermedad limitada o extensa. Los pacientes con enfermedad en etapa limitada (LD) tienen cáncer confinado al hemitórax ipsolateral y pueden abarcarse con un campo de radiación tolerable. De ese modo, pueden ser parte de la enfermedad en ese estadio, los ganglios supraclavicula- Neoplasias del pulmón SISTEMA DE ESTADIFICACIÓN DEL CÁNCER NO MICROCÍTICO El TNM International Staging System aporta información pronóstica útil y se utiliza para definir los estadios en que están los pacientes con NSCLC. Se combinan las variables T (tamaño del tumor), N (afectación de ganglios regionales) y M (presencia o ausencia de metástasis a distancia, para formar grupos de estadificación (cuadros 107-6 y 107-7). La edición previa del sistema de estadificación TNM para el cáncer pulmonar se desarrolló a partir de bases de datos relativamente pequeñas de pacientes de una sola institución. La séptima edición del sistema de estadificación TNM, publicado en el año 2010, se desarrolló al usar una base de datos más robusta con más de 100 000 pacientes con cáncer pulmonar tratados en varios países entre 1990 y el año 2000. Se utilizaron los datos de 67 725 pacientes con NSCLC para revalorar las cifras pronosticadas de los descriptores TNM (cuadro 107-8). La principal diferenciación entre la sexta y séptima ediciones del sistema internacional de estadificación TNM se encuentra en la clasificación T: los tumores T1 se dividieron en tumores ≤2 cm de tamaño, porque se encontró que estos pacientes tienen mejor pronóstico en comparación con los pacientes con tumores >2 cm pero ≤3 cm. Los tumores T2 se dividieron en aquellos con >3 cm pero ≤5 cm y aquellos >5 cm pero ≤7 cm. Los tumores con más de 7 cm se consideraron como tumores T3. Los tumores T3 también incluyen tumores con invasión de estructuras locales como la pared torácica y diafragma, y con nódulos adicionales en el mismo lóbulo. Los tumores T4 incluyeron tumores de cualquier tamaño con invasión hacia el mediastino, corazón, grandes vasos, tráquea o esófago o bien, múltiples nódulos en el pulmón ipsolateral. No se realizaron cambios en la clasificación actual de afección de ganglios linfáticos (N). Los pacientes con metástasis pueden clasificarse como M1a (derrame pleural o pericárdico malignos, nódulos pleurales o nódulos en el pulmón contralateral) o M1b (metástasis distantes; p. ej., metástasis a hueso, hígado, glándula suprarrenal o encéfalo). Con base en estos datos, casi una tercera parte de los pacientes tiene enfermedad localizada que puede tratarse con intención curativa (cirugía o radioterapia), una tercera parte tiene enfermedad local o regional que podría ser o no susceptible de intento curativo y una tercera parte tiene enfermedad metastásica al momento del diagnóstico. 513 CAPÍTULO 107 avanzada (fig. 107-3). A toda persona con NSCLC se le realiza estudios radiográficos que incluyen CT, tomografía por emisión de positrones (PET, positron emission tomography) o de preferencia CT-PET. Con PET se intenta identificar sitios de cáncer con base en el metabolismo de la glucosa, al medir la captación de 18F-fluorodesoxiglucosa (FDG). Las células en fase de división rápida y posiblemente las de los tumores de pulmón captarán de forma preferente 18F-FDG y tendrán un aspecto de “zonas calientes”. Hasta la fecha, PET se ha utilizado más bien para la estadificación y la detección de metástasis de cánceres pulmonares y para la identificación de nódulos >15 mm de diámetro. La combinación de 18F-FDG y PET-CT mejora la precisión de la estadificación en casos de NSCLC en comparación con la correlación visual de PET y CT, o de uno u otro estudios solos. Se ha demostrado que la combinación de CT-PET es mejor para identificar ganglios mediastínicos patológicamente agrandados y metástasis extratorácicas. El valor estandarizado de captación (SUV, standardized uptake value) >2.5 en la PET debe despertar una fuerte sospecha de cáncer. Los resultados negativos falsos se observan en la diabetes, en lesiones <8 mm, en tumores de crecimiento lento (p. ej., tumores carcinoides o adenocarcinomas bien diferenciados). Los resultados positivos falsos surgen en caso de infecciones y enfermedades granulomatosas (p. ej. tuberculosis). Por todo lo expuesto, nunca se utilizará la PET sola para diagnosticar cáncer pulmonar, afectación mediastínica o metástasis. Para la confirmación se necesita biopsia tisular. En el caso de metástasis cerebrales, el método más eficaz es la imagen por resonancia magnética (MRI, magnetic resonance imaging) y puede ser también útil en circunstancias escogidas como tumores en el surco superior para descartar afectación del plexo braquial, pero, en términos generales, no tiene gran utilidad en la estadificación de NSCLC. En personas con NSCLC existen grandes contraindicaciones para la posible resección curativa e incluyen metástasis extratorácicas; síndrome de vena cava superior; parálisis de cuerdas vocales y en muchos casos del nervio frénico; derrame neoplásico; taponamiento cardiaco; tumor a una distancia no mayor de 2 cm de la carina (que podría curarse con quimiorradioterapia); metástasis en el pulmón contrario; metástasis en ganglios linfáticos supraclaviculares; metástasis a ganglios mediastínicos contralaterales (que podrían curarse con quimiorradioterapia), y afectación de la arteria pulmonar. En situaciones en las cuales se establecería una diferencia en el tratamiento, los datos gammagráficos anormales necesitan confirmación histológica del cáncer, de tal forma que no se priva a los pacientes de someterse a una operación que pudiera ser curativa. El mejor elemento de predicción de enfermedad metastática sigue siendo la anamnesis y la exploración física cuidadosa. Si los signos, los síntomas o los datos de la exploración física sugieren la presencia de cáncer, habrá que emprender estudios de imágenes seriados, y comenzar con el más apropiado. Si son negativos los datos de la valoración clínica, no serán necesarios los estudios más allá de CT-PET y se considerará como completa la búsqueda de metástasis. Un aspecto más controvertido es la forma en que el médico debe valorar a los pacientes que tienen enfermedad en estadio III corroborada. En ellos existe la mayor posibilidad de observarse metástasis ocultas asintomáticas, y por esa razón, las guías actuales recomiendan una valoración de imágenes más extensa que incluya imágenes cerebrales con CT o MRI. Después de descartar la existencia de metástasis a distancia habrá que valorar el estado de ganglios linfáticos con una combinación de estudios radiográficos, técnicas con penetración corporal mínima, o ambos como las mencionadas en párrafos anteriores, a las que se podrán agregar o no técnicas de penetración corporal como la mediastinoscopia, la mediastinotomía, la toracoscopia y la toracotomía. Se sabe que 25 a 50% de los pacientes con NSCLC diagnosticado tendrá metástasis en ganglios mediastínicos al momento del diagnóstico. Se recomienda obtención de muestras de dichos ganglios en todos los individuos con linfadenomegalia detectada por CT o PET y en pacientes con grandes neoplasias, o tumores que ocupan el tercio interno del pulmón. Es importante la magnitud de la afectación de ganglios mediastínicos para seleccionar la estrategia terapéutica más apropiada: resección quirúrgica seguida de quimioterapia adyuvante en combinación con la sola quimiorradioterapia combinada (véase adelante). Se cuenta ya con una nomenclatura estándar para señalar el sitio de los ganglios afectados en caso de cáncer de pulmón (fig. 107-4). En pacientes con SCLC, las recomendaciones actuales de estadificación incluyen CT de tórax y abdomen (por la elevada frecuencia de afección hepática y suprarrenal), MRI del encéfalo (positiva en 10% de los pacientes asintomáticos) y gammagrafía ósea si los síntomas o signos sugieren afección de estas áreas (fig. 107-5). Aunque se cuenta con menos datos del uso de CT-PET en SCLC, las guías de práctica clínica más recientes publicadas por el American College of Chest Physicians recomendaron el estudio PET en pacientes con SCLC en etapa clínica I cuando se considere la re- 514 Ganglios mediastínicos superiores Tronco braquiocefálico. 1 Mediastino superior 2R 2 Paratraqueal superior 3 Prevascular y retrotraqueal Ao 4R V. ácigos 4 Paratraqueal inferior (incluye ganglios ácigos) 4L 10R PA N2 = una sola línea, ipsolateral N3 = una sola línea, contralateral o supraclavicular 7 11R Ganglios aórticos 11L 10L 8 5 Subaórticos (ventana A-P) 9 12, 13, 14R 12, 13, 14L 6 Paraaórticos (aorta ascendente o diafragma) Inf. pulm. ligt. Ganglios mediastínicos inferiores PARTE 7 7 Subcarinianos 3 Ligamento arterioso Oncología y hematología A. pulmonar izquierda 6 N. frénico 8 Paraesofágicos (por debajo de la carina) 9 Ligamento pulmonar Ganglios N1 10 Hiliares Ao 5 PA 11 Interlobulares 12 Lobares 13 Segmentarios 14 Subsegmentarios FIGURA 1074. Estaciones de ganglios linfáticos en la estadificación del cáncer pulmonar no microcítico. El mapa de ganglios linfáticos de la International Association for the Study of Lung Cancer (IASLC) incluye el agrupamiento propuesto de estaciones de ganglios linfáticos en “zonas” con fines de análisis pronóstico. a., arteria; Ao, aorta; inf. pulm. ligt., ligamento pulmonar inferior; n., nervio; PA, arteria pulmonar; v, vena. res contralaterales, el ataque recurrente del nervio laríngeo y la obstrucción de vena cava superior. Los individuos con enfermedad en estadio extenso (ED, extensive-stage disease) tienen franca enfermedad metastásica según los datos imagenológicos o de la exploración física. Se considera que el cáncer pertenece a este estadio si ocasiona taponamiento cardiaco, derrame neoplásico y afectación del parénquima de ambos pulmones, porque es imposible abarcar de manera segura o eficaz los órganos afectados dentro de un solo acceso de radioterapia. Se hace el diagnóstico de enfermedad extensa, en la primera visita, en 60 a 70% de los pacientes. Se prefiere el sistema de estadificación TNM en los pacientes poco comunes con SCLC que se presentan con lo que parece ser enfermedad en etapa clínica I (véase antes). ESTADIFICACIÓN FISIOLÓGICA Los individuos con cáncer de pulmón suelen tener otros cuadros patológicos vinculados con el tabaquismo, que incluyen enfermedades cardiovasculares y EPOC. Para mejorar su estado preoperatorio habrá que eliminar problemas corregibles (como anemia, trastornos de electrolitos y líquidos, infecciones, cardiopatías y arritmias); emprender fisioterapia apropiada de tórax y alentar a los pacientes a que dejen su hábito de fumar. No siempre es posible anticipar si se necesitará una lobectomía o una neumonectomía, hasta el momento de la intervención quirúrgica, razón por la cual una estrategia conservadora sería limitar la resección quirúrgica a pacientes que pueden tolerar una neumonectomía. Los individuos con FEV1 (volumen espiratorio forzado en un segundo) >2 L o >80% de la cifra anticipada, pueden tolerar dicha extirpación y los que tienen FEV1 >1.5 L cuentan con un reserva adecuada para que se les practique lobectomía. En quienes tienen función pulmonar limítrofe pero que tienen un tumor extirpable, se pueden realizar pruebas de esfuerzo cardiopulmonar como parte de la valoración fisiológica; tal estrategia permite conocer el consumo máximo de oxígeno (Vo2máx), y si es <15 mL/ (kg . min) anticipa un riesgo mayor de que surjan complicaciones posoperatorias. Si parece que los enfermos no tolerarán una lobectomía o una neumonectomía, a partir de los datos funcionales de pulmón, podrían ser elegibles para resecciones más limitadas como sería la extirpación cuneiforme o segmentaria anatómica, aunque los métodos en cuestión se acompañan de cifras significativamente mayores de recidiva local y una tendencia a acortar en forma general la supervivencia. Es importante valorar al enfermo para conocer los riesgos cardiovasculares que presenta y para ello usar las guías del American College of Cardiology y de la American Hearth Association. Haber tenido un infarto del miocardio en los últimos 90 días constituye una contraindicación para realizar cirugía torácica, porque 20% de los pacientes morirá por un nuevo infarto. El 515 TRATAMIENTO DEL CÁNCER PULMONAR MICROCÍTICO Anamnesis y exploración física completa Cuantificación del estado funcional y del adelgazamiento Biometría hemática completa con recuento de plaquetas Medición de electrolitos, glucosa y calcio en suero; pruebas de función renal y hepática CT de tórax, abdomen y pelvis en busca de metástasis MRI de cerebro. Gammagrama óseo si está indicado clínicamente No se detectan signos, síntomas o imágenes que sugieran metástasis El paciente no tiene contraindicación alguna para ser sometido a quimioterapia y radioterapia combinadas El paciente tiene contraindicaciones para someterse a la combinación de quimioterapia y radioterapia Lesiones múltiples detectadas en estudios imagenológicos Biopsia de la lesión No hay metástasis Hay metástasis Quimioterapia sola, con radioterapia o sin ella para paliar síntomas Tratamiento secuencial con quimioterapia y radioterapia Nota: sea cual sea el estadio de la enfermedad, hay que pensar en la práctica de radiación craneal profiláctica una vez completado el tratamiento en sujetos con una respuesta satisfactoria al manejo inicial infarto en los últimos seis meses constituye una contraindicación relativa; otras contraindicaciones mayores incluyen arritmias incontrolables, FEV1 <1 L; retención de CO2 (Pco2 en reposo >45 mmHg), DLCO <40% e hipertensión pulmonar grave. TRATAMIENTO CÁNCER PULMONAR NO MICROCÍTICO El tratamiento integral de los enfermos de NSCLC se incluye en la figura 107-3. CARCINOMA OCULTO Y CARCINOMA EN ESTADIO Los pacientes con atipias graves en el estudio citológico de esputo están expuestos a un mayor peligro de presentar cáncer de pulmón, que quienes no tienen dicha atipia. En la situación rara en que se identifican en el esputo o en la muestra de lavado bronquial células cancerosas pero la imagen de tórax parece ser normal (estadio tumoral TX), es importante localizar la lesión. Más de 90% de los tumores se pueden localizar por la exploración meticulosa del árbol bronquial con un fibrobroncoscopio, bajo anestesia general y con una colección de material de diferentes cepillados y fragmentos de biopsia. La resección quirúrgica después de la localización por broncoscopia mejora la supervivencia, en comparación con la situación en que no se da tratamiento. Conviene la vigilancia minuciosa de los pacientes en cuestión, dada la elevada incidencia de segundos cánceres pulmonares primarios (5% por paciente por año). NÓDULO PULMONAR SOLITARIO Y OPACIDADES EN “VIDRIO ESMERILADO” Se define al nódulo pulmonar solitario como una zona radiodensa rodeada totalmente de parénquima pulmonar normal aereado, con bordes circunscritos de cualquier tamaño, y por lo común con 1 a 6 cm de diámetro máximo. La estrategia diagnóstica y terapéutica del paciente con un nódulo pulmonar solitario se basa en la estimación de la probabilidad de cáncer, determinada según los antecedentes de tabaquismo, la edad del enfermo y las características en el estudio imagenológico (cuadro 107-9). Es conveniente contar con las radiografías de tórax y las CT practicadas en fechas anteriores, con fines comparativos. PET puede ser útil si la lesión es >7 a 8 mm de diámetro. Si no se advierte tal signo, los investigadores de la Clínica Mayo señalaron que entre los elementos de predicción independientes de cáncer estuvieron algunas características clínicas como edad, estado de tabaquismo y diagnóstico anterior de cáncer, y tres características radiológicas como el diámetro del nódulo, presencia de espículas y su localización en el lóbulo superior. En la actualidad, se piensa que sólo dos criterios radiográficos permiten anticipar la naturaleza benigna de un nódulo pulmonar solitario: el hecho de que no prolifere o crezca en un periodo >2 años y otros perfiles peculiares de calcificación. Sin embargo, la sola calcificación no descarta que se trate de un cáncer; perfiles que sugieren fuertemente una lesión benigna son un nido central denso, múltiples focos puntiformes y calcificaciones en “ojo de buey” (granuloma) y “tazón de palomitas de maíz” (hamartoma). En contraste, si la lesión es relativamente grande, no tiene una calcificación o es asimétrica, hay síntomas de tórax, atelectasia, y neumonitis; si la lesión ha crecido o proliferado en comparación con las imágenes de antiguas radiografías o tomografías computarizadas o si los datos de PET son positivos, todo ello sugerirá un cuadro canceroso y están justificados más intentos de definir un diagnóstico histopatológico. En la figura 107-6 se incluye un algoritmo para la valoración de las lesiones comentadas. Desde que se cuenta con CT de identificación, se han observado GGO pequeños, particularmente por el hecho de que la mayor sensibilidad de la CT permite identificar lesiones más pequeñas. Muchas de estas lesiones en “vidrio esmerilado”, cuando se someten a biopsia, corresponden a hiperplasia adenomatosa atípica (AAH, atypical adenomatous hyperplasia), adenocarcinoma in situ (AIS, adenocarcinoma in situ) o adenocarcinoma mínimamente invasor (MIA, minimally invasive adenocarcinoma). La AAH por lo general es un nódulo <5 mm y mínimamente difuso, también conocido como tumoración no sólida o imagen en vidrio esmerilado (es decir, atenuación difusa ligeramente incrementada, sin componente sólido y con conservación de los bordes bronquial y vascular). En la CT con cortes delgados, la AIS por lo general es un nódulo no sólido que tiende a ser ligeramente más opaco que la AAH. La MIA es principalmente sólida, por lo general con un Neoplasias del pulmón FIGURA 1075. Algoritmo para el diagnóstico y tratamiento del cáncer pulmonar microcítico. CT, tomografía computarizada; MRI, imagen por resonancia magnética. CAPÍTULO 107 Combinación de tratamientos a base de platino y etopósido y radioterapia Lesión única detectada en estudios de imagen (para la estadificación clínica de SCLC en etapa I, véase "Estadificación anatómica de pacientes con cáncer pulmonar") 516 CUADRO 1076 Séptima edición de los sistemas de estadificación TNM para el cáncer pulmonar no microcítico CUADRO 1078 Supervivencia a cinco años por etapa y clasificación TNM de los cánceres pulmonares no microcíticos (séptima edición) Sistema de estadificación TNM para cáncer pulmonar (7a. edición) PARTE 7 Tumor primario (T) T1 Tumor con diámetro ≤3 cm, rodeado del pulmón o de pleura visceral, sin invasión en sentido más proximal que el bronquio lobar T1a Tumor con diámetro ≤2 cm T1b Tumor >2 cm pero con diámetro ≤3 cm T2 Tumor >3 cm pero ≤7 cm, o tumor con cualquiera de las características siguientes: Afecta el bronquio principal, ≤2 cm en sentido distal a la carina Invade la pleura viscera Se acompaña de atelectasia o neumonitis obstructiva que se extiende a la región hiliar, pero que no abarca todo el pulmón T2a Tumor >3 cm pero con diámetro ≤5 cm T2b Tumor >5 cm pero con diámetro ≤7 cm T3 Tumor >7 cm o cualquiera de las siguientes características: Invasión directa de cualquiera de las siguientes estructuras: pared torácica, diafragma, nervio frénico, pleura mediastínica, pericardio parietal, bronquio principal a menos de 2 cm de la carina (sin afección de la carina) Atelectasias o neumonitis obstructiva de la totalidad del pulmón Nódulos tumorales separados en el mismo lóbulo T4 Tumor de cualquier tamaño que invade el mediastino, corazón, grandes vasos, tráquea, nervio laríngeo recurrente, esófago, cuerpos vertebrales, carina o nódulos tumorales separados en un lóbulo ipsolateral diferente Oncología y hematología Ganglios linfáticos regionales (N) N0 N1 N2 N3 Sin metástasis a ganglios linfáticos regionales Metástasis en los ganglios linfáticos ipsolaterales peribronquiales o ipsolaterales al nivel del hilio y nódulos intrapulmonares, lo que incluye afección por extensión directa Metástasis en ganglios mediastínicos, subcarínicos o en ambos sitios, del mismo lado Metástasis en ganglios contralaterales, mediastínicos, hiliares contralaterales, escalénicos o supraclaviculares del mismo lado o del lado contrario Metástasis a distancia (M) M0 M1 M1a M1b No hay metástasis a distancia Metástasis a distancia Nódulos tumorales separados en un lóbulo contralateral Tumor con nódulos pleurales o derrames malignos pleural o pericárdico Metástasis a distancia en órganos extratorácicos Abreviatura: TNM, tumor, ganglios linfáticos, metástasis. Fuente: Con autorización de P Goldstraw et al.: J Thorac Oncol 2:706, 2007. CUADRO 1077 Séptima edición de los sistemas de estadificación TNM para el cáncer pulmonar no microcítico Estadio Séptima edición de TNM IA IB IIA T1a-T1bN0M0 T2aN0M0 T1a-T2aN1M0 T2bN0M0 T2bN1M0 T3N0M0 T1a-T3N2M0 T3N1M0 T4N0-1M0 T4N2M0 T1a-T4N3M0 Cualquier T, cualquier N más M1a o M1b IIB IIIA IIIB IV Supervivencia a cinco años (%) 73% 58% 46% 36% 24% 9% 13% Abreviatura: TNM, tumor, ganglios linfáticos, metástasis. componente sólido pequeño central (<5 mm). Sin embargo, existe superposición entre las características de imagen de las lesiones preinvasora y mínimamente invasoras en el espectro del adenocarcinoma pulmonar. Los adenocarcinomas lepídicos por lo general son sólidos, pero podrían ser no sólidos. De la misma forma, los adenocarcinomas invasores pequeños pueden ser sólidos, pero también pueden mostrar un componente no sólido pequeño. TRATAMIENTO DE NSCLC EN ETAPAS I Y II Resección quirúrgica de NSCLC en etapas I y II El tratamiento de elección para pacientes con NSCLC en etapas I y II es la resección quirúrgica, realizada de manera ideal por un cirujano de tórax con experiencia, en un paciente que sea capaz de tolerar el procedimiento. Las tasas de mortalidad quirúrgica para pacientes sometidos a resección por cirujanos torácicos o cardiotorácicos son más bajas en comparación a cuando el procedimiento se realiza por cirujanos generales. Además, las tasas de supervivencia son más elevadas en pacientes sometidos a resección en instalaciones con alto volumen quirúrgico, en comparación con hospitales que realizan menos de 70 procedimientos por año, e incluso en instituciones de alto volumen que dan servicio a población de edad más avanzada y de nivel socioeconómico más bajo. La mejoría en la supervivencia es más evidente en el periodo posoperatorio inmediato. La extensión de la resección es motivo de juicio quirúrgico con base en los datos de la exploración. En pacientes con NSCLC en etapa IA, la lobectomía es superior que la resección en cuña con respecto a las tasas de recurrencia local. También existe una tendencia a la mejoría en la supervivencia general. En pacientes con enfermedades asociadas, compromiso de la reserva pulmonar y lesiones periféricas pequeñas, una opción quirúrgica razonable podría ser la resección limitada, la resección en cuña y la segmentectomía (posiblemente con cirugía toracoscópica asistida con video). La neumonectomía se reserva para pacientes con tumores centrales y debe realizarse sólo en pacientes con excelente reserva pulmonar. Las tasas de supervivencia a cinco Estadificación por grupos Etapa IA Etapa IB Etapa IIA Etapa IIB Etapa IIIA Etapa IIIB Etapa IV T1a-T1b T2a T1a,T1b,T2a T2b T2b T3 T1a,T1b,T2a,T2b T3 T4 T4 Cualquier T Cualquier T N0 N0 N1 N0 N1 N0 N2 N1,N2 N0,N1 N2 N3 Cualquier N M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M1a o M1b Abreviatura: TNM, tumor, ganglios linfáticos, metástasis. Fuente: Con autorizacion de P Goldstraw et al.: J Thorac Oncol 2:706, 2007. CUADRO 1079 Cuantificación del riesgo de cáncer en pacientes con nódulos pulmonares solitarios Riesgo Variable Bajo Diámetro (cm) Edad en años Tabaquismo <1.5 1.5-2.2 <45 45-60 Nunca fumó Fumador actual (<20 cigarrillos/ día) Abandono Abandono <7 ≥7 años años antes Lisos Festoneados Abandono del tabaquismo Características de los bordes de los nódulos Intermedio Alto ≥2.3 >60 Fumador actual (>20 cigarrillos/día) Nunca dejó de fumar Corona radiada o con espículas Fuente: Con autorización de D Ost et al.: N Engl J Med 348:2535, 2003. 517 SPN detectado en CXR SPN sólido Se obtienen radiografías antiguas. Para la estabilidad en ≥2 años o si existe patrón benigno de calcificación Paso 1 No Paso 2 Sí No se sugiere estudio diagnóstico adicional Paso 5 CT con cortes delgados a través del nódulo SPN sólido Diámetro ≤8 mm Diámetro >8 mm Vigilancia de acuerdo a las Fleischner Society Guidelines* Valoración de la probabilidad antes de las pruebas para cáncer pulmonar Paso 6 Paso 7 Paso 9 Paso 8 Muy baja, <5% Intermedia, 5 a 60% Elevada, >60% PET o PET-CT Obtener tejido para diagnóstico (TTNA, TBBx, resección quirúrgica)*** SPN subsólido Paso 4 Paso 3 Continuar con la figura 107-6B Continuar con la figura 107-6C CT de tórax seriada** A Negativo Positivo * Fleischner society guidelines; modificadas de: H. MacMahon, et al.: Radiology 2005; 237;395-400 Paso 5 Paso 6 GGN puro con tamaño ≤5 mm No es necesaria vigilancia adicional GGN puro con tamaño >5 mm *La frecuencia y duración de las CT de vigilancia no se han establecido de manera definitiva. CT de vigilancia con cortes delgados en meses. Si el nódulo permanece sin cambios y tiene componentes sólidos, con tamaño >8 mm, considerar petición CT. Las recomendaciones adicionales pueden incluir resección quirúrgica, biopsia de nódulo o CT seriadas. Si hay cambios en el tamaño o características del nódulo, debe considerarse fuertemente la resección quirúrgica C Pacientes de alto riesgo (c): Pacientes de bajo riesgo (b) Vigilancia a 12 meses; si no hay cambios, no se requiere vigilancia adicional >4-6 mm No es necesaria la vigilancia (d) Vigilancia con CT en seis a 12 meses; después cada 18 a 24 meses y no hay cambios >6-8 mm CT de vigilancia a los 12 meses; CT de vigilancia a los tres a seis si no hay cambios, no se meses; después cada nueve a requiere vigilancia adicional 12 meses y a los 24 meses si no hay cambios CT de vigilancia a los tres, Igual que en el paciente nueve y 24 meses; CT con bajo riesgo dinámica con medio >8 mm a) b) c) d) Promedio de los diámetros accesibles más grande y más pequeño del nódulo Sin antecedente de tabaquismo y en ausencia de otros factores de riesgo Tabaquismo previo o actual u otros factores de riesgo El riesgo de cáncer (<0.1%) es sustancialmente inferior que en fumadores asintomáticos ** Guías de la ACCP (véase MK Gould et al.: Chest 2007;132(suppl 3):108s-130S. *** Considerarse las preferencias del paciente, la gravedad de las enfermedades asociadas y la experiencia específica del centro hospitalario con el diagnóstico histológico. B FIGURA 1076. A. Algoritmo para la valoración de un nódulo pulmonar solitario (SPN). B. Algoritmo para la valoración de SPN sólido. C. Algoritmo para la valoración de SPN semisólido. CT, tomografía computarizada; CXR, radiografía de tórax; GGN, nódulo con imagen en vidrio despulido; PET, tomografía por emisión de positrones; TTBx, biopsia transbronquial; TTNA, biopsia transtorácica con aguja. (Adaptado de VK Patel et al.: Chest 143:840, 2013.) años son de 60 a 80% para pacientes con NSCLC en etapa I, y de 40 a 50% para pacientes con NSCLC en etapa II. La estadificación histopatológica precisa requiere un muestreo adecuado de ganglios linfáticos segmentarios, hiliares y mediastínicos. De manera ideal, esto incluye la disección de ganglios linfáticos mediastínicos. En el lado derecho debe realizarse disección de las estaciones 2R, 4R, 7, 8R y 9R, mientras que en el lado izquierdo debe realizarse disección de las estaciones 5, 6, 7, 8L y 9L. Por lo general, se realiza resección de los ganglios linfáticos hiliares, los cuales se envían para revisión histopatológica, aunque es útil la disección específica y etiquetado de los ganglios linfáticos de nivel 10, cuando sea posible. En el lado izquierdo, puede haber dificultad para la visualización de los ganglios linfáticos del nivel 2 y en ocasiones del 4. Aunque el beneficio terapéutico de la disección de ganglios linfáticos en comparación con la obtención de muestras es motivo de controversia, un análisis acumulativo de tres estudios clínicos que incluyó a pacientes con NSCLC en etapas I a IIIA demostraron una mejor supervivencia cuatro años en pacientes sometidos a resección y a disección completa de ganglios linfáticos mediastínicos en comparación con la obtención de muestras de ganglios linfáticos. Además, la linfadenectomía mediastínica completa añade poca morbilidad a la resección pulmonar por cáncer pulmonar cuando se realiza por un cirujano de tórax con experiencia. Radioterapia en NSCLC en etapas I y II A la fecha no se ha detectado utilidad de la radioterapia posoperatoria para pacientes después de resección de NSCLC en etapas I o II. Sin embargo, los pacientes con enfermedad en etapas I y II que rechazan la cirugía o que no son elegibles para la misma deben ser considerados para radioterapia con fines curativos. La radioterapia corporal estereotáctica (SBRT, stereotactic body radiation therapy) es una técnica relativamente nueva utilizada para el tratamiento de pacientes con nódulos pulmonares aislados (≤5 cm) que no son elegibles para resección quirúrgica o bien, que la rechazan. El tratamiento por lo general se administra en tres a cinco fracciones a lo largo de una a dos semanas. En estudios sin grupo testigo, las tasas de control de la enfermedad fueron superiores a 90% y se han reportado tasas de supervivencia a cinco años superiores a 60% cuando se realiza SBRT. En comparación, las tasas de supervivencia por lo general varían de 13 a 39% en pacientes con NSCLC en etapa I o II tratada con radioterapia estándar de haz externo. La crioablación es otra técnica que en ocasiones se utiliza para el tratamiento de tumores aislados, pequeños (≤3 cm). Sin embargo, existen pocos datos sobre los resultados a largo plazo con esta técnica. Quimioterapia en NSCLC en etapas I y II Aunque un metaanálisis de estudios clínicos de quimioterapia adyuvante con cisplatino en pacientes con NSCLC en etapas I a IIIA sometidos a resección (Lung Adjuvant Cisplatin Evaluation [LACE]) demostró la mejoría de 5.4% en la supervivencia a cinco años para la quimioterapia adyuvante en comparación con la cirugía sola, el beneficio pareció limitarse a los pacientes con enfermedad en etapa II o III (cuadro 107-10). Por el contrario, la supervivencia en realidad empeoró en pacientes con enfermedad en etapa IA con la aplicación de tratamiento adyuvante. En la enfermedad en etapa IB se observó una mejoría leve en la supervivencia, de importancia clínica cuestionable. La quimioterapia adyuvante fue también nociva para pacientes con mal estado general (estado de desempeño de la Eastern Cooperative Oncology Group [ECOG] = 2). Estos datos sugieren que la Neoplasias del pulmón Vigilancia con CT de cortes delgados en tres meses. Si el nódulo permanece sin cambios, considerar CT de dosis baja anual.* Si existe también el tamaño o características del nódulo, debe considerarse fuertemente la resección quirúrgica Componente con partes sólidas Pacientes de bajo riesgo (b) CAPÍTULO 107 Tamaño del nódulo (a) ≤4 mm SPN sólido 518 CUADRO 10710 Estudios de quimioterapia adyuvante en el cáncer pulmonar no microcítico Estudio Estadio Tratamiento IALT I-III BR10 IB-II ANITA IB-IIIA ALPI I-III BLT I-III CALGB IB Cisplatino Control Cisplatino + vinorelbina Control Cisplatino + vinorelbina Control MVP Control Basado en cisplatino Control Carboplatino + paclitaxel Número de pacientes 932 835 242 240 407 433 548 540 192 189 173 171 Supervivencia a cinco años (%) p 44.5 40.4 69 54 60 58 50 45 60 58 59 57 <0.03 0.03 0.017 0.49 0.90 0.10 Abreviaturas: ALPI, Adjuvant Lung Cancer Project Italy; ANITA, Adjuvant Navelbine International Trialist Association; BLT, Big Lung Trial; CALBG, Cancer and Lung Cancer Group B; IALT, International Adjuvant Lung Cancer Trial; MVP, mitomicina, vindesina y cisplatino. PARTE 7 Oncología y hematología quimioterapia adyuvante se aplica mejor en pacientes con NSCLC extirpada en etapas II o III. No existe utilidad aparente para la quimioterapia adyuvante en pacientes con NSCLC extirpado, en etapas IA o IB. Una posible excepción es la prohibición del tratamiento adyuvante en este grupo de pacientes en etapa IB con lesiones extirpadas ≥4 cm. Al igual que con cualquier recomendación terapéutica, deben tomarse en consideración los riesgos y beneficios de la quimioterapia adyuvante para cada paciente individual. Si se toma la decisión de proceder con la quimioterapia adyuvante, en términos generales el tratamiento debe iniciarse seis a 12 semanas después de la intervención quirúrgica, y asumir que el paciente se haya recuperado por completo; debe administrarse por no más de cuatro ciclos. Aunque la quimioterapia con cisplatino es el régimen terapéutico preferido, puede sustituirse el cisplatino con carboplatino en pacientes que tienen poca probabilidad de tolerar el cisplatino por razones como reducción de la función renal, presencia de neuropatía o disminución de la audición. Ningún régimen quimioterapéutico específico se considera óptimo en esta situación, aunque más a menudo se utiliza platino más vinorelbina. La quimioterapia neoadyuvante, que consiste en la aplicación de quimioterapia antes de la resección quirúrgica, ha sido recomendada por algunos expertos con base en la suposición de que tal método podría eliminar de manera eficaz micrometástasis ocultas en comparación con la quimioterapia posoperatoria. Además, parece que la quimioterapia preoperatoria podría hacer que una lesión inoperable fuera susceptible de resección. Sin embargo, con la excepción de los tumores en el surco superior, no está bien definida la utilidad de la quimioterapia neoadyuvante en la enfermedad en etapas I a III. Sin embargo, un metaanálisis de 15 estudios clínicos con asignación al azar y grupo testigo que incluyó a más de 2 300 pacientes con NSCLC en etapas I a III sugirió que podría haber un pequeño beneficio en la supervivencia a cinco años (cercana a 5%) que es virtualmente idéntica a los beneficios en la supervivencia logrados con la quimioterapia posoperatoria. En consecuencia, el tratamiento neoadyuvante podría ser de utilidad en casos selectos (véase más adelante). La decisión de utilizar quimioterapia neoadyuvante siempre debe tomarse junto con un cirujano experto. Cabe hacer notar que todos los pacientes con NSCLC sometidos a resección tienen elevado riesgo de recidiva, con ocurrencia de la mayor parte de los casos en 18 a 24 meses después de la intervención quirúrgica, o bien, pueden desarrollar un segundo cáncer pulmonar primario. Por tanto, es razonable vigilar a estos pacientes con estudios de imagen periódicos. Dados los resultados de NLST, la CT realizada de manera periódica parece ser la modalidad de detección más apropiada. Con base en el tiempo necesario para el desarrollo de recurrencias, algunas guías recomiendan la realización de CT de tórax con medio de contraste cada seis meses durante los primeros tres años después de la intervención quirúrgica, seguida por CT anual de tórax sin medio de contraste en lo sucesivo. TRATAMIENTO DE NSCLC EN ETAPA III El tratamiento de los pacientes con NSCLC en etapa III por lo general requiere un tratamiento combinado. Los pacientes con enfermedad en etapa IIIA a menudo se estratificaron como enfermedad de ganglios linfáticos mediastínicos “voluminosa” o “no voluminosa” (N2). Aunque la definición de la enfermedad N2 “voluminosa” varía en la literatura médica, los criterios habituales incluyen el tamaño del ganglio linfático dominante (>2 a 3 cm en el diámetro más corto medido por CT), agrupación de múltiples ganglios linfáticos pequeños, evidencia de afección ganglionar extracapsular o afección de más de dos estaciones de ganglios linfáticos. La diferenciación entre enfermedad en etapa IIIA no voluminosa y voluminosa se utiliza principalmente para elegir individuos con potencial para resección quirúrgica directa o resección después de tratamiento neoadyuvante. Muchos aspectos del tratamiento de pacientes con NSCLC en etapa III aún son motivo de controversia y no se ha definido con claridad la estrategia terapéutica óptima. Además, aunque existen muchas opciones terapéuticas potenciales, ninguna se acompaña de una elevada probabilidad de curación. Además, como la enfermedad en etapa III es muy heterogénea, no se recomienda ningún método terapéutico aislado para todos los pacientes. Los factores fundamentales para iniciar las opciones terapéuticas incluyen la combinación particular de descriptores de tumor (T) y de ganglios linfáticos (N) de la enfermedad y la incapacidad para lograr una resección quirúrgica completa, según esté indicada, y de acuerdo con la condición física general del paciente y sus preferencias. Por ejemplo, en pacientes cuidadosamente seleccionados con enfermedad limitada en etapa IIIA, en quienes los ganglios linfáticos mediastínicos afectados pueden extirparse por completo, podría estar indicada la cirugía inicial seguida de quimioterapia posoperatoria (con o sin radioterapia). Por el contrario, para pacientes con afección clínicamente evidente de ganglios linfáticos voluminosos, el método terapéutico habitual es la quimiorradioterapia simultánea. No obstante, en algunos casos este último grupo de pacientes puede ser elegible para cirugía seguida de quimiorradioterapia. Ausencia de enfermedad de ganglios linfáticos mediastínicos o enfermedad no voluminosa (N2, N3) Para el subgrupo de pacientes en etapa IIIA que inicialmente se consideraban con enfermedad en etapa I o II (p. ej., afectación patológica de los ganglios linfáticos mediastínicos [N2] o sin detección de la enfermedad en el preoperatorio), la resección quirúrgica a menudo es el tratamiento de elección. Esto se continúa con quimioterapia adyuvante en pacientes con afección microscópica de ganglios linfáticos en una pieza quirúrgica obtenida por resección. La radioterapia posoperatoria (PORT) también puede ser de utilidad para pacientes con bordes quirúrgicos cercanos o positivos. Los pacientes con tumores que afectan la pared torácica o la porción proximal de las vías respiratorias a 2 cm de la carina con afección de los ganglios linfáticos hiliares (pero sin enfermedad N2) se clasifican como enfermedad T3N1 en etapa IIIA. Se trata mejor con resección quirúrgica, si ésta es factible desde el punto de vista técnico, seguida de quimioterapia adyuvante si la resección fue completa. Los pacientes con tumores de más de 7 cm de tamaño se clasifican como tumores T3 y se considera que el tumor se encuentra en etapa IIIA si se ha diseminado a los ganglios linfáticos con enfermedad N1. El tratamiento inicial apropiado para estos pacientes incluye la resección quirúrgica, cuando sea factible, en el supuesto caso que la estadificación mediastínica sea negativa, seguida de quimioterapia adyuvante para aquellos casos en que se logró la resección completa del tumor. Los pacientes con enfermedad T3N0 o T3N1 o con presencia de nódulo satélite en el mismo lóbulo estadificación que los pacientes con NSCLC en etapas II y III. La quimioterapia neoadyuvante con quimiorradioterapia combinada seguida de cirugía se reserva para aquellos sin afección N2. Este método proporciona excelentes resultados para la supervivencia (>50% de supervivencia a cinco años en pacientes con resección R0). Los pacientes con enfermedad N2 tienen menos probabilidad de beneficiarse de la cirugía y pueden tratarse con quimiorradioterapia sola. Los pacientes que se presentan con enfermedad metastásica pueden recibir tratamiento con radioterapia (con o sin quimioterapia) para la paliación de los síntomas. Neoplasias del pulmón TRATAMIENTO DE NSCLC METASTÁSICA Casi 40% de los pacientes con NSCLC se presentan con enfermedad avanzada, en etapa IV, al momento del diagnóstico. Estos pacientes tienen una mala supervivencia (cuatro a seis meses) y supervivencia a un año de 10% cuando se trata con el mejor tratamiento de sostén solamente. Además, un número significativo de pacientes que se presentaron por primera vez en etapas iniciales de NSCLC presentarán recidivas con enfermedad distante. Los pacientes que tienen enfermedad recurrente tienen mejor pronóstico que aquellos que se presentan con enfermedad metastásica al momento del diagnóstico. El tratamiento médico estándar, el uso juicioso de analgésicos y el uso apropiado de la radioterapia y quimioterapia forman la base del tratamiento. La quimioterapia disminuye los síntomas, mejora la calidad de vida y la supervivencia en pacientes con NSCLC en etapa IV, en particular en pacientes con buen estado general. Además, el análisis económico encontró que la quimioterapia es rentable para los NSCLC en etapa IV. No obstante, el uso de quimioterapia para NSCLC requiere experiencia clínica y juicio cuidadoso para equilibrar los beneficios potenciales y los efectos tóxicos. Cabe hacer notar que la aplicación oportuna de tratamiento paliativo en combinación con quimioterapia se asocia con mejoría en la supervivencia y mejor calidad de vida. Quimioterapia de primera línea para NSCLC metastásica o recurrente Un metaanálisis de referencia publicado en 1995 proporcionó las primeras indicaciones significativas de que la quimioterapia podría mejorar la supervivencia en NSCLC metastásica a diferencia del tratamiento de sostén solo. Sin embargo, los beneficios en la supervivencia parecen limitarse a los regímenes de quimioterapia con cisplatino (tasa de riesgo 0.73; reducción de 27% en el riesgo de muerte; mejoría de 10% en la supervivencia a un año). Se presentaron los datos de dos decenios de investigación clínica dirigida a la detección del régimen de quimioterapia óptima para NSCLC avanzado. Sin embargo, para la mayor parte, estos esfuerzos demostraron no tener éxito porque una mayoría abrumadora de estudios clínicos con asignación al azar mostraron que no existía mejoría importante en la supervivencia de un régimen en comparación con otro (cuadro 107-11). Por otra parte, se observaron a menudo diferencias en la supervivencia sin progresión de la enfermedad, costos, efectos secundarios y esquemas. Estos estudios de primera línea fueron más tarde ampliados a pacientes de edad avanzada, cuando se encontró que la quimioterapia doble mejoraba la supervivencia general en comparación con la administración de un solo fármaco en personas de edad avanzada en buen estado general (p. ej., pacientes de edad avanzada sin enfermedades asociadas de importancia) y en pacientes con calificación de estado general de la ECOG de 2. Un tema continuo de debate en el tratamiento de pacientes con NSCLC avanzado es la duración apropiada de la quimioterapia con platino. Varios estudios clínicos grandes de fase III con asignación al azar fallaron en demostrar un beneficio significativo para el incremento en la duración de la quimioterapia doble con platino después de cuatro a seis ciclos. De hecho, la duración más prolongada de la quimioterapia se ha asociado con incremento de los efectos tóxicos y alteración de la calidad de vida. Por tanto, no se recomienda un tratamiento prolongado de primera línea (más de cuatro a seis ciclos) con regímenes con platino. El tratamiento de mantenimiento después del tratamiento inicial con platino se revisa más adelante. Aunque durante algún tiempo se consideró a la histología específica del tumor como irrelevante para elegir la opción terapéutica en NSCLC, con la identificación reciente de qué quimioterapéuticos selectos producen resultados bastante diferentes en adenocarcinomas en comparación con los carcinomas epidermoides, se ha vuelto esencial la determinación del tipo histológico. En específico, en un estudio clínico importante de fase III con asignación al azar, los pacientes con NSCLC no epidermoide tuvieron mejor supervivencia cuando recibían tratamiento con cisplatino y pemetrexed en comparación con el tratamiento con cisplatino y gemcitabina. Por el contrario, los pacientes con 519 CAPÍTULO 107 que el tumor primario son elegibles para cirugía, al igual que los pacientes con nódulos ipsolaterales en otro lóbulo y con ganglios linfáticos mediastínicos negativos (IIIA, T4N0 o T4N1). Aunque los datos con respecto a la quimioterapia adyuvante en estos últimos grupos de pacientes son limitados, a menudo se recomienda su empleo. En la séptima edición del sistema TNM, los pacientes con enfermedad T4N0-N1 se reclasificaron como tumores en etapa IIIA. Estos pacientes pueden tener afección de la carina, vena cava superior o cuerpos vertebrales y aun así ser elegibles para resección quirúrgica en circunstancias selectas. Las decisiones para continuar con la resección programada deben realizarse en combinación con un cirujano de tórax experto, a menudo junto con un cirujano cardiovascular y con un cirujano ortopedista, dependiendo de la ubicación del tumor. Sin embargo, si es inevitable una resección incompleta o si hay evidencia de afección N2 (etapa IIIB), la cirugía para enfermedad T4 está contraindicada. La mayor parte de las lesiones T4 se trata mejor con quimiorradioterapia. La utilidad de PORT en pacientes con NSCLC con enfermedad en etapa III extirpada por completo es motivo de controversia. En gran medida, el uso de PORT depende de la presencia o ausencia de afección N2 y en menor grado, del criterio del médico tratante. Al usar la base de datos de Surveillance, Epidemiology, and End Results (SEER), un metaanálisis reciente de PORT identificó un incremento significativo en la supervivencia en pacientes con enfermedad N2, pero no en pacientes con enfermedad N0 o N1. Un análisis inicial realizado por el PORT Meta-analysis Trialist Group que usó una base de datos anterior produjo resultados similares. Enfermedad conocida de ganglios linfáticos mediastínicos (N2, N3) Cuando se documenta afección anatomopatológica de los ganglios linfáticos mediastínicos en el preoperatorio, se recomienda un tratamiento combinado, y asumir que el paciente es elegible para un intento de tratamiento curativo. Estos pacientes tienen alto riesgo de recurrencia local y distante si se tratan solamente con resección. Para pacientes con enfermedad en etapa III que no son elegibles para resección quirúrgica inicial, se utiliza más a menudo la quimiorradioterapia simultánea como tratamiento inicial. La quimiorradioterapia simultánea ha mostrado producir mejores resultados en la supervivencia en comparación con la quimiorradioterapia secuencial; sin embargo, también se asocia con mayor toxicidad para el hospedador (lo que incluye fatiga, esofagitis y neutropenia). Por tanto, para pacientes con buen estado general, se prefiere la quimiorradioterapia simultánea como modalidad terapéutica, mientras que la quimiorradioterapia secuencial puede ser más apropiada para pacientes con estado general que no es tan bueno. Para pacientes que no son elegibles para tratamiento combinado, por lo general con mal estado general o enfermedades asociadas que hacen inapropiado el uso de quimioterapia, la radioterapia sola proporciona un pequeño beneficio en la supervivencia además de paliación de los síntomas. Para pacientes con enfermedad N2 potencialmente susceptible de resección, permanece incierto si la cirugía después de la quimiorradioterapia neoadyuvante mejora la supervivencia. En un estudio clínico con asignación al azar patrocinado por los NCI se comparó la quimiorradioterapia simultánea sola con quimiorradioterapia simultánea seguida de un intento de resección quirúrgica; en dicho estudio no se observó beneficio clínico en el grupo que recibió el tratamiento con las tres modalidades en comparación con el tratamiento con dos modalidades. De hecho, los pacientes sometidos a neumonectomía tuvieron peores resultados en la supervivencia. Por el contrario, aquellos tratados con lobectomía parecieron tener mejor supervivencia con base en un análisis retrospectivo de subgrupos. Así, en pacientes por lo demás sanos, cuidadosamente selectos con afección no voluminosa de los ganglios linfáticos mediastínicos, la cirugía puede ser una opción razonable si el tumor primario puede ser extirpado por completo con lobectomía. Éste no es el caso si se requiere neumonectomía para lograr la resección completa. Tumores del surco superior (tumores de Pancoast) Los tumores del surco superior representan un subgrupo diferente de enfermedad en etapa III. Estos tumores se originan en el vértice del pulmón y pueden invadir la segunda y tercera costillas y el plexo braquial, vasos subclavios, ganglio estrellado y cuerpos vertebrales adyacentes. También puede asociarse con síndrome de Pancoast, el cual se caracteriza por dolor que se origina en el hombro o pared torácica o bien, que se irradia al cuello. El dolor característicamente se irradia a la superficie cubital de la mano. También puede presentarse síndrome de Horner (enoftalmos, ptosis, miosis y anhidrosis) por invasión de la cadena simpática paravertebral. Los pacientes con estos tumores deben someterse a los mismos procedimientos de 520 CUADRO 10711 Estudios de quimioterapia de primera línea para combatir metástasis de cáncer pulmonar no microcítico Estudio Régimen PARTE 7 ECOG1594 Cisplatino + paclitaxel Cisplatino + gemcitabina Cisplatino + docetaxel Carboplatino + paclitaxel TAX-326 Cisplatino + docetaxel Cisplatino + vinorelbina Carboplatino + docetaxel EORTC Cisplatino + paclitaxel Cisplatino + gemcitabina Paclitaxel + gemcitabina ILCP Cisplatino + gemcitabina Carboplatino + paclitaxel Cisplatino + vinorelbina SWOG Cisplatino + vinorelbina Carboplatino + paclitaxel FACS Cisplatino + irinotecán Carboplatino + paclitaxel Cisplatino + gemcitabina Cisplatino + vinorelbina Scagliotti Cisplatino + gemcitabina Cisplatino + pemetrexed iPASSa Carboplatino + paclitaxel Gefitinib Número de pacientes RR (%) Mediana de supervivencia en meses 288 288 289 290 406 394 404 159 160 161 205 204 203 202 206 145 145 146 145 863 862 608 609 21 22 17 17 32 25 24 32 37 28 30 32 30 28 25 31 32 30 33 28 31 32 43% 7.8 8.1 7.4 8.1 11.3 10.1 9.4 8.1 8.9 6.7 9.8 9.9 9.5 8.0 8.0 13.9 12.3 14.0 11.4 10.3 10.3 17.3 18.6 Oncología y hematología a Incorporó pacientes escogidos: con 18 años de edad o más; con cáncer pulmonar no micro- cítico confirmado en estadios IIIB o IV desde el punto de vista citológico o histológico con signos histológicos de adenocarcinoma (que incluyó el carcinoma broncoalveolar), no fumadores (definidos como sujetos que durante su vida fumaron menos de 100 cigarrillos) o ex fumadores moderados (que abandonaron el hábito cuando menos 15 años antes y que habían fumado un total de <10 cajetillas-año) y que en el pasado no se habían sometido a quimioterapia ni terapias biológicas o inmunológicas. Abreviaturas: ECOG, Eastern Cooperative Oncology Group; EORTC, European Organization for Research and Treatment of Cancer; ILCP, Italian Lung Cancer Project; SWOG, South-Western Oncology Group; FACS, Follow-up After Colorectal Surgery; iPASS, Iressa Pan-Asian Study. carcinoma epidermoide tuvieron mejor supervivencia cuando recibieron tratamiento con cisplatino y gemcitabina. Así, parece que la diferencia de la supervivencia está relacionada con la expresión diferencial de la sintasa de timidilato (TS), uno de los objetivos farmacológicos del pemetrexed, entre diversos tipos tumorales. Los cánceres epidermoides tienen una expresión más elevada de TS en comparación con los adenocarcinomas, lo que explica su baja respuesta al pemetrexed. Por el contrario, la actividad de la gemcitabina no se ve impactada por las concentraciones de TS. Se ha demostrado que bevacizumab, un anticuerpo monoclonal dirigido contra VEGF-R, mejora la tasa de respuesta, la supervivencia sin progresión de la enfermedad y la supervivencia general en pacientes con enfermedad avanzada cuando se combina con quimioterapia (véase adelante). Sin embargo, no puede administrarse bevacizumab a pacientes con NSCLC de la variante epidermoide por su tendencia a experimentar efectos hemorrágicos graves. Inhibidores de la angiogénesis El bevacizumab es un anticuerpo monoclonal dirigido contra VEGF-R que fue el primer antiangiógeno aprobado para el tratamiento de pacientes con NSCLC avanzado en Estados Unidos. Este fármaco actúa principalmente al antagonizar el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos, los cuales son necesarios para la viabilidad tumoral. Dos estudios clínicos de fase III con asignación al azar de quimioterapia con o sin bevacizumab han producido resultados contradictorios. El primer estudio clínico, realizado en Estados Unidos, comparó el carboplatino más paclitaxel con o sin bevacizumab en pacientes con NSCLC no epidermoide avanzado y reportó una mejoría significativa en la tasa de respuesta, supervivencia sin progresión de la enfermedad y supervivencia general de pacientes tratados con quimioterapia más bevacizumab en comparación con quimioterapia sola. Los pacientes tratados con bevacizumab tuvieron una incidencia significativamente más elevada de efectos tóxicos. El segundo estudio clínico, que se realizó en Europa, comparó el tratamiento con cisplatino/ gemcitabina con o sin bevacizumab en pacientes con NSCLC no epi- dermoide avanzado o recurrente y reportaron mejoría significativa en la supervivencia sin progresión de la enfermedad, pero sin mejoría en la supervivencia general en los pacientes tratados con bevacizumab. Un estudio clínico de fase III con asignación al azar comparó el tratamiento con carboplatino/pemetrexed y bevacizumab con carboplatino/paclitaxel y bevacizumab como tratamiento de primera línea en pacientes con NSCLC no epidermoide recurrente o avanzado y no reportó diferencias significativas en la supervivencia sin progresión de la enfermedad o en la supervivencia general entre los grupos de tratamiento. Por tanto, los tratamientos con carboplatino/paclitaxel y bevacizumab o carboplatino/pemetrexed y bevacizumab son regímenes apropiados para el tratamiento de primera línea de pacientes con NSCLC no epidermoide en etapa IV. Existen varias moléculas pequeñas inhibidoras de VEGF-R; sin embargo, estos TK de VEGF-R no han demostrado ser eficaces en el tratamiento del NSCLC. Tratamiento de mantenimiento para el NSCLC metastásico La quimioterapia de mantenimiento en pacientes sin progresión de la enfermedad (pacientes con respuesta completa, respuesta parcial o enfermedad estable) es tema de controversia en el tratamiento del NSCLC. Desde el punto de vista conceptual, hay dos tipos de estrategias de mantenimiento: 1) cambiar el tratamiento de mantenimiento, donde los pacientes reciben cuatro a seis ciclos de quimioterapia con platino y se cambian a un régimen completamente diferente, y 2) tratamiento de mantenimiento continuo, en el cual el paciente recibe cuatro a seis ciclos de quimioterapia con platino y después se interrumpe el fármaco con platino pero se continúa con un tratamiento con los fármacos (cuadro 107-12). En dos estudios se investigó la quimioterapia de sostén con un solo fármaco (docetaxel o pemetrexed) en individuos sin progresión de neoplasia, después de tratamiento con quimioterapia de primera línea basada en platino. En los dos estudios, los individuos fueron asignados al azar para recibir un solo fármaco inmediatamente, en comparación con la observación y mejorías notificadas en la supervivencia sin progresión y supervivencia total. En los dos estudios, una fracción importante de pacientes en el componente de observación no recibió tratamiento con el fármaco en estudio al progresar la enfermedad; 37% de los sujetos del estudio nunca recibió docetaxel en el estudio con este fármaco y 81% de los pacientes nunca recibió pemetrexed en el estudio de pemetrexed. En el estudio del uso de docetaxel como fármaco de mantenimiento en comparación con la observación, la supervivencia fue idéntica en el grupo tratado, en el subgrupo de enfermos que recibieron docetaxel al mostrar progresión, lo cual denotó que constituye un fármaco activo contra NSCLC. Tales datos no se obtuvieron en el estudio con pemetrexed. Dos estudios clínicos adicionales valoraron cambios de tratamiento de mantenimiento con erlotinib después de quimioterapia con platino en pacientes con NSCLC avanza- CUADRO 10712 Estudios clínicos de tratamiento de sostén Supervivencia Grupo CT Número de pacientes OS (meses) PFS (meses) 153 156 444 222 472 297 384 384 437 447 12.3 9.7 13.4 10.6 13.9 11.0 15.9 13.9 12.3 11.1 5.7 2.7 4.3 2.6 4.1 2.8 4.8 3.8 2.9 2.6 444 434 351 345 347 12.3 10.3 13.4 13.6 13.1 6.2 4.5 6.5 6.7 6.1 8.6 6.9 Cambio del tratamiento Fidias Ciuleanu Paramount ATLAS SATURN Docetaxel inmediato Docetaxel tardío Pemetrexed BSC Pemetrexed BSC Bev + erlotinib Bev + placebo Erlotinib Placebo Continuación del tratamiento ECOG4599 Bev 15 mg/kg BSC AVAiL Bev 15 mg/kg Bev 7.5 mg/kg Placebo POINTBREAK Pemetrexed + Bev 15 mg/kg Bev 15 mg/kg Abreviaturas: Bev, bevacizumab; BSC, el mejor tratamiento de sostén; CT, quimioterapia; OS, supervivencia general; PFS, supervivencia sin progresión. Estudio Tratamiento Número de pacientes IPASS CbP Gefitinib CG Erlotinib CG Erlotinib CG Gefitinib CD Gefitinib CP Afatinib EURTAC OPTIMAL NEJOO2 WJTOG3405 LUX LUNG 3 129 132 87 86 72 82 114 114 89 88 115 230 ORR (%) PFS (meses) 47 71 15 58 36 83 31 74 31 62 23 56 6.3 9.3 5.2 9.7 4.6 13.1 5.4 10.8 6.3 9.2 6.9 11.1 Abreviaturas: CbP, carboplatino y paclitaxel; CD, cisplatino y docetaxel; CG, cisplatino y gemcitabina; CP, cisplatino y paclitaxel; ORR, tasa de respuesta global; PFS, supervivencia sin progresión de la enfermedad. Quimioterapia de segunda línea y tratamientos ulteriores Casi nunca se recomendaba el tratamiento de segunda línea para el NSCLC avanzado, hasta el estudio pionero realizado en el año 2000 que demostró que el docetaxel mejoraba la supervivencia en comparación con el tratamiento de sostén solo. Conforme mejoran los regímenes de quimioterapia de primera línea, un número sustancial de pacientes conservará un buen estado general y aceptará tratamiento adicional cuando se desarrolle enfermedad recurrente. A la fecha la FDA ha aprobado varios fármacos para tratamiento de segunda línea en NSCLC, lo que incluye docetaxel, pemetrexed, erlotinib (aprobado para tratamiento de segunda línea sin importar el genotipo tumoral) y crizotinib (sólo para pacientes con cáncer pulmonar con mutaciones ALK). La mayor parte de los beneficios de la supervivencia para cualquiera de estos fármacos se ha observado en pacientes que conservan un buen estado general. Inmunoterapia Por más de 30 años, la investigación de vacunas de inmunoterapia para cáncer pulmonar ha proporcionado pocos beneficios significativos. Sin embargo, en fecha reciente esta percepción cambió con base en los resultados preliminares de estudios que utilizaron anticuerpos monoclonales activadores de la inmunidad antitumoral a través del antagonismo de puntos de verificación inmunitarios. Por ejemplo, ipilimumab es un anticuerpo monoclonal dirigido contra el antígeno 4 de los linfocitos T citotóxicos (CTLA-4) y se estudió en combinación con paclitaxel más carboplatino en pacientes con SCLC y NSCLC. Parecen existir ventajas pequeñas, pero no significativas desde el punto de vista estadístico en la combinación con ipilimumab cuando se inicia después de varios ciclos de quimioterapia. Se está realizando un estudio clínico de fase III con asignación al azar en pacientes con SCLC para validar estos datos. Los anticuerpos contra el receptor 1 de muerte celular programada de linfocitos T (PD-1) nivolumab y pembrolizumab han demostrado producir respuestas en el cáncer pulmonar, adenocarcinoma renal y melanoma. Muchas de estas respuestas han sido de larga duración (>1 año). Los anticuerpos monoclonales contra el ligando PD-1 (anti-PDL-1), los cuales son expresados por las células tumorales, también han mostrado producir respuestas en pacientes con melanoma y cáncer pulmonar. Estudios preliminares de melanoma sugieren que la combinación de ipilimumab y nivolumab pudieran producir tasas de respuesta más elevadas en comparación con un fármaco solo. Una estrategia similar se ha investigado en pacientes con SCLC. Se están realizando estudios adicionales de estos fármacos en NSCLC y SCLC en combinación con quimioterapia y fármacos dirigidos, aprobados con anterioridad. Tratamiento de sostén Ninguna revisión sobre estrategias terapéuticas para pacientes con cáncer pulmonar avanzado puede estar completa sin mencionar el tratamiento de sostén. De manera simultánea con los avances en la quimioterapia y el tratamiento dirigido surgió de un estudio que demostró que la integración oportuna de tratamiento paliativo con las estrategias terapéuticas estándar mejora la calidad de vida 521 Neoplasias del pulmón CUADRO 10713 Resultados de estudios clínicos de fase tres que compararon la quimioterapia con tratamiento de primera línea con TKI EGFR de pacientes con mutaciones positivas para EGFR asocian (pero no de manera exclusiva) con individuos jóvenes, no fumadores o que fuman poco (<10 cajetillas por año) y tipo histológico de adenocarcinoma. Los reordenamientos ALK inicialmente se describieron en el cáncer pulmonar en el año 2007 y para el año 2011 recibió la aprobación por la FDA el primer inhibidor de ALK, crizotinib, para pacientes con tumores pulmonares que portan lo reordenamientos ALK. Además de las mutaciones EGFR y ALK, se han descubierto otras mutaciones con frecuencias variables en NSCLC, lo que incluye KRAS, BRAF, PIK3CA, NRAS, AKT1, MET, MEK1 (MAP2K1), ROS1 y RET. Las mutaciones de GTPasa de KRAS se encuentran en casi 20% de los adenocarcinomas pulmonares. Sin embargo, a la fecha no se cuenta con inhibidores de moléculas pequeñas dirigidas específicamente a KRAS mutante. Cada una de las otras mutaciones activadoras ocurre en menos de 1 a 3% de los adenocarcinomas pulmonares. La mayor parte de las mutaciones estimulantes son mutuamente excluyentes y se están realizando estudios clínicos en busca de inhibidores específicos. Por ejemplo, vemurafenib es un inhibidor de BRAF y cabozantinib es un inhibidor de RET que ha demostrado eficacia en pacientes con cáncer pulmonar que portan la mutación BRAF con los genes de fusión RET, respectivamente. La mayor parte de estas mutaciones están presentes en adenocarcinomas; sin embargo, están surgiendo mutaciones que pueden estar relacionadas con futuros objetivos terapéuticos en los carcinomas epidermoides. Además, se están realizando esfuerzos de investigación activos dirigidos a definir mutaciones novedosas a las que pueden dirigirse los tratamientos en los cánceres pulmonares, así como a definir mecanismos de resistencia adquirida a los inhibidores de moléculas pequeñas utilizados en el tratamiento de pacientes con NSCLC. CAPÍTULO 107 do y reportaron mejoría en la supervivencia sin progresión de la enfermedad y en la supervivencia general en el grupo de tratamiento con erlotinib. A la fecha, el tratamiento de sostén, pemetrexed o erlotinib después de quimioterapia con platino en pacientes con NSCLC avanzado, ha sido aprobado por la FDA en Estados Unidos. Sin embargo, el tratamiento de mantenimiento no está exento de efectos tóxicos y debe considerarse en cada paciente de forma individual. Tratamientos dirigidos para NSCLC con cohortes moleculares selectas Conforme la eficacia de las quimioterapias citotóxicas tradicionales ha alcanzado la meseta en el tratamiento del NSCLC, surgió la necesidad crítica de definir estrategias terapéuticas novedosas. Estas estrategias se han basado en gran parte en la identificación de mutaciones somáticas estimuladoras del tumor. Estas mutaciones estimuladoras ocurren en genes que codifican proteínas codificadoras que, cuando presentan modificaciones aberrantes, estimulan al inicio mantenimiento de las células tumorales. Estas mutaciones pueden servir como los puntos débiles de los tumores, si sus productos génicos pueden ser elegidos con fines terapéuticos con inhibidores de moléculas pequeñas. Por ejemplo, se han detectado mutaciones EGFR en 10 a 15% de pacientes estadounidenses diagnosticados con NSCLC. Las mutaciones EGFR se asocian con individuos jóvenes, que fuman poco o que no fuman (<10 paquetes por año) y tipo histológico de adenocarcinoma. Casi 90% de estas mutaciones son de lesiones del exón 19 o mutaciones puntuales del exón 21 L858R en el dominio de EGFR TK, lo que ocasiona hiperactivación de la actividad de cinasa EGFR y señalización ulterior. Los tumores pulmonares que portan mutaciones activadoras en el dominio de cinasa de EGFR muestran elevada sensibilidad a moléculas pequeñas TKI de EGFR. Erlotinib y afatinib son moléculas pequeñas TKI aprobadas por la FDA que inhiben a EGFR. Fuera de Estados Unidos, también está disponible el gefitinib. Varios estudios clínicos internacionales grandes de fase III han demostrado mejores tasas de respuesta, supervivencia sin progresión de la enfermedad y mejor supervivencia general en pacientes con NSCLC positivos para mutación de EGFR tratados con TKI para EGFR en comparación con los regímenes de quimioterapia estándar de primera línea (cuadro 107-13). Aunque las tasas de respuesta con tratamiento TKI para EGFR son claramente superiores en pacientes con tumores pulmonares que portan las mutaciones del dominio de cinasa de EGFR, el erlotinib, un TKI de EGFR también ha sido aprobado por la FDA como tratamiento de segunda y tercera línea en pacientes con NSCLC avanzado sin importar el genotipo del tumor. La razón para esta discrepancia aparente es que el erlotinib fue valorado inicialmente para el cáncer pulmonar antes de que se descubrieran las mutaciones activadoras de EGFR. De hecho, las mutaciones de EGFR se identificaron inicialmente en el cáncer pulmonar al estudiar los tumores de pacientes que tuvieron respuestas espectaculares a este fármaco. Con el rápido avance de los descubrimientos científicos, se han identificado mutaciones estimulantes adicionales en el cáncer pulmonar y con tratamientos dirigidos a éstas, con resultados clínicos impresionantes. Por ejemplo, el gen de cinasa de linfoma anaplásico (ALK, anaplastic lymphoma kinase), relacionado con reordenamientos cromosómicos en el cromosoma 2, se ha encontrado en 3 a 7% de los NSCLC. El resultado de estos reordenamientos es la inactivación del dominio ALK de TK. Similar a EGFR, los reordenamientos ALK típicamente se 522 y el estado de ánimo del paciente con cáncer pulmonar avanzado. El control energético del dolor y de los síntomas es un componente importante para el tratamiento óptimo de estos pacientes. TRATAMIENTO CÁNCER PULMONAR MICROCÍTICO CIRUGÍA PARA EL CÁNCER MICROCÍTICO LIMITADO El SCLC es una enfermedad muy agresiva caracterizada por su rápido tiempo de duplicación, alta fracción de crecimiento y desarrollo inicial de enfermedad diseminada, así como respuesta espectacular a la quimioterapia de primera línea y radioterapia. En general, no se recomienda la resección quirúrgica sistemática para estos pacientes porque incluso los pacientes con LD-SCLC pueden tener micrometástasis ocultas. Sin embargo, las guías de práctica clínica más recientes publicadas por el American College of Chest Physician recomiendan la resección quirúrgica sobre el tratamiento no quirúrgico en pacientes con SCLC con enfermedad en etapa clínica I después de una valoración amplia en busca de metástasis distantes y estadificación de invasión del mediastino (grado 2C). Después de la resección, estos pacientes deben recibir quimioterapia con platino (grado 1C). Si se establece el diagnóstico histológico de SCLC en la revisión de las muestras quirúrgicas extirpadas, tales pacientes también deben recibir quimioterapia estándar para SCLC. PARTE 7 Oncología y hematología QUIMIOTERAPIA La quimioterapia prolonga de manera significativa la supervivencia de pacientes con SCLC. Por casi tres decenios, la base del tratamiento ha sido la quimioterapia por cuatro a seis ciclos con platino, ya sea con cisplatino o carboplatino más etopósido o irinotecán; éste es el tratamiento recomendado sobre otros regímenes de quimioterapia sin importar la etapa inicial. La ciclofosfamida, doxorrubicina y vincristina (régimen CAV) puede ser una alternativa para pacientes incapaces de tolerar los regímenes con platino. Pese a las tasas de respuesta a los tratamientos de primera línea de hasta 80%, la mediana de supervivencia varía de 12 a 20 meses para pacientes con LD y de siete a 11 meses para pacientes con ED. Sin importar la extensión de la enfermedad, la mayor parte de los pacientes presentan recidivas y desarrollan enfermedad resistente a la quimioterapia. Sólo 6 a 12% de los pacientes con LD-SCLC y 2% de los pacientes con ED-SCLC viven después de cinco años. El pronóstico es especialmente malo para pacientes con recaída en los tres meses siguientes al tratamiento; se dice que estos pacientes presentan enfermedad resistente a la quimioterapia. Se dice que los pacientes tienen enfermedad sensible si presentan recaída después de más de tres meses del tratamiento inicial y parece que tienen algún Progresión Durante el tratamiento de primera línea “Tumor resistente” Considerar la radioterapia paliativa o la inclusión en estudios clínicos <90 días después de la conclusión del tratamiento de primera línea >90 días después de la conclusión del tratamiento de primera línea “Tumor resistente” “Tumor sensible” Topotecán o CAV o inclusión en estudios clínicos Nuevo tratamiento con quimioterapia de primera línea FIGURA 1077. Tratamiento del cáncer pulmonar microcítico (SCLC) recurrente. CAV, ciclofosfamida, doxorrubicina y vincristina. (Adaptado con autorización de JP van Meerbeeck et al.: Lancet 378:1741, 2011.) beneficio en la supervivencia general. Se cree que estos pacientes tienen mayor beneficio potencial para la quimioterapia de segunda línea (fig. 107-7). El topotecán tiene actividad leve y puede administrarse por vía intravenosa u oral. En un estudio clínico con asignación al azar, 141 pacientes que no eran elegibles para quimioterapia IV fueron asignados al azar para recibir topotecán oral o el mejor tratamiento de sostén disponible. Aunque la tasa de respuestas al topotecán oral fue de sólo 7%, la supervivencia general fue significativamente mejor en los pacientes que recibieron quimioterapia (mediana de supervivencia, 26 semanas en comparación con 14 semanas; p = 0.01). Además, los pacientes que recibieron topotecán tuvieron una reducción más lenta de la calidad de vida que aquellos que no recibieron quimioterapia. Otros fármacos con bajos niveles de actividad en situaciones de segunda línea incluyen irinotecán, paclitaxel, docetaxel, vinorelbina, etopósido oral y gemcitabina. Es evidente que se necesita con desesperación tratamientos novedosos para esta enfermedad sumamente común. RADIOTERAPIA TORÁCICA La radioterapia torácica (TRT, thoracic radiation therapy) es un componente estándar de tratamiento de inducción para lograr un buen estado general y para pacientes con SCLC en etapa limitada. Los metaanálisis indican que la quimioterapia combinada con radiación torácica mejora la supervivencia a tres años en casi 5%, en comparación con la quimioterapia sola. Sin embargo, la tasa de supervivencia a cinco años permanece desalentadoramente baja, cercana a 10 a 15%. Más a menudo, la TRT se combina con quimioterapia con cisplatino y etopósido por su mejor perfil de toxicidad en comparación con los regímenes de quimioterapia que contienen las antraciclinas. Como se observa en el NSCLC localmente avanzado, la quimiorradioterapia simultánea es más eficaz que la quimiorradioterapia secuencial, pero se asocia con toxicidad más significativa hematológica y por esofagitis. De manera ideal, debe administrarse TRT en los primeros dos ciclos de quimioterapia, porque su aplicación más tardía parece tener una eficacia ligeramente inferior. Si a causa del estado general del paciente o por problemas de disponibilidad, este régimen no puede ofrecerse, la TRT debe administrarse después de la quimioterapia de inducción. Con respecto al fraccionamiento de la TRT, la radioterapia fraccionada en dos dosis diarias de 1.5 Gy ha mostrado mejorar la supervivencia en pacientes con LDSCLC, pero se asocia con altas tasas de esofagitis grado 3 y toxicidad pulmonar. Aunque es factible suministrar radioterapia una vez al día con dosis de hasta 70 Gy de manera simultánea con quimioterapia con platino, no existen datos que apoyen la equivalencia de este método, en comparación con la radioterapia dos veces al día con 45 Gy. Por tanto, el régimen estándar actual, que consiste en la administración de dosis de 45 Gy en fracciones de 1.5 Gy dos veces al día por 30 días, se está comparando con regímenes de dosis más elevadas en dos estudios clínicos de fase III, uno en Estados Unidos y otro en Europa. Los pacientes deben elegirse cuidadosamente para quimiorradioterapia simultánea con base en su buen estado general y reserva pulmonar adecuada. La utilidad de la radioterapia en el ED-SCLC se limita en gran medida a la paliación de síntomas relacionados con el tumor, como dolor óseo y obstrucción bronquial. RADIACIÓN CRANEAL PROFILÁCTICA La radiación craneal profiláctica (PCI, prophylactic cranial irradiation) debe considerarse en todo paciente con LD-SCLC o ED-SCLC que responda bien al tratamiento inicial. Un metaanálisis que incluyó siete estudios clínicos y 987 pacientes con LD-SCLC que lograron remisión completa después de quimioterapia inicial presentaron una mejoría de 5.4% en la supervivencia general para pacientes tratados con PCI. En pacientes con ED-SCLC que respondieron a la quimioterapia de primera línea, un estudio clínico prospectivo, con asignación al azar de fase III demostró que la PCI reduce el desarrollo de metástasis cerebrales sintomáticas y prolonga la supervivencia general y sin enfermedad en comparación con los individuos que no recibieron radioterapia. Los efectos tóxicos a largo plazo incluyen un déficit cognitivo, reportado después de PCI pero que es difícil de diferenciar de los efectos de la quimioterapia o del envejecimiento normal. RESUMEN El tratamiento de NSCLC ha sufrido cambios importantes en el decenio pasado. En menor grado, lo mismo es cierto para SCLC. Para pacientes con enfermedad en etapas iniciales, los avances en la radioterapia y en los procedimientos quirúrgicos, así como los nuevos tratamientos sistémicos, 523 Biopsia por sacabocado de la enfermedad en el sitio más distante Obtención de tejido Carcinoma epidermoide Adenocarcinoma Determinar el tipo histológico EGFRmut Opciones terapéuticas Erlotinib o afatinib ALK (+) Crizotinib No hay mutaciones o hay mutaciones para las cuales no hay un tratamiento aprobado por la FDA Quimioterapia con platino con o sin bevacizumab Cisplatino por carboplatino + gemcitabina, docetaxel, paclitaxel o nab-paclitaxel Quimioterapia con platino FIGURA 1078. Tratamiento de primera línea en pacientes con cáncer pulmonar no microcítico (NSCLC) en etapa IV. EGFRmut, mutación EGFR; FDA, Food and Drug Administration. 108 Cáncer de mama Marc E. Lippman El cáncer de mama es una proliferación maligna de las células epiteliales que revisten los conductos o lobulillos de la mama. En Estados Unidos, en el año 2014, se detectaron cerca de 180 000 casos de cáncer de mama invasivo y se informaron 40 000 muertes por tal causa. Asimismo, se diagnosticará cáncer de mama en alrededor de 2 000 varones. Las neoplasias epiteliales de la mama constituyen la causa más frecuente de tumor maligno en la mujer (con excepción del cáncer de piel) y representan cerca de 33% de los tumores malignos en este grupo de población. Gracias al refinamiento de la detección y al tratamiento más oportuno, la mortalidad por cáncer de mama ha comenzado a disminuir sustancialmente en Estados Unidos. En el presente capítulo no se considerarán los cánceres raros de la mama, como sarcomas y linfomas, pero se abordarán los cánceres epiteliales. CONSIDERACIONES GENÉTICAS El cáncer de mama es una enfermedad clonal; una célula individual transformada (el producto de una serie de mutaciones somáticas [adquiridas] o de línea germinal) acaba por alcanzar la capacidad para expresar su potencial maligno completo. En consecuencia, el cáncer de mama puede existir por un periodo largo como enfermedad no invasora o una enfermedad invasora pero no metastásica. Estos hechos tienen repercusiones clínicas muy importantes. Sólo 10% de los casos de cáncer de mama en el ser humano guardan relación directa con mutaciones de la línea germinal. Existen varios genes que participan en los casos familiares. El síndrome de Li-Fraumeni se caracteriza por mutaciones hereditarias en el gen supresor de tumores p53, con aumento en la incidencia de cáncer de mama, osteosarcomas y otros tumores malignos. Sobre el cáncer mamario también se ha informado de mutaciones hereditarias en el gen PTEN. Se ha identificado otro gen supresor de tumores, BRCA1, en el locus cromosómico 17q21; este gen codifica una proteína de dedo de cinc y el producto proteínico funciona como factor de transcripción y participa en la reparación de los genes. Las mujeres que heredan un alelo mutado de este gen a partir de cualquiera de sus progenitores tienen un riesgo aproximado de 60 a 80% de padecer cáncer de mama a lo largo de su vida, así como un riesgo aproximado de 33% de presentar cáncer de ovario. El riesgo es mayor en mujeres nacidas después de 1940, lo cual probablemente se debe a los efectos favorecedores que tienen los factores hormonales. Los varones que portan un alelo mutante del gen tienen mayor frecuencia de cáncer prostático y de mama. Un cuarto gen, denominado BRCA2, ubicado en el cromosoma 13q12, también se vincula con una alta frecuencia de cáncer de mama en varones y mujeres. Las mutaciones de la línea germinal en BRCA1 y BRCA2 pueden detectarse con facilidad; las pacientes con estas mutaciones deben recibir asesoramiento genético. Todas las mujeres con antecedentes familiares de cáncer de mama deben remitirse a programas de detección sistemática genética siempre que sea posible, en particular las mujeres de origen asquenazí que poseen una probabilidad muy alta de una mutación BRCA1 específica (deleción de adenina y guanina en la posición 185). Más importante todavía que la participación de estos genes en las formas hereditarias de cáncer de mama es su implicación en el cáncer de mama esporádico. Cerca de 40% de los cánceres de mama en el ser humano presentan una mutación de p53 como defecto adquirido. Ocurren mutaciones adquiridas en PTEN en casi 10% de los casos. No se ha informado mutación de BRCA1 en el cáncer de mama primario. No obstante, en algunos cánceres de mama esporádicos se presenta una menor expresión del mRNA del BRCA1 (posible vía de la metilación del gen), así como una alteración en la localización intracelular de la proteína BRCA1. Por otro lado, en casos esporádicos de cáncer de mama parecen haberse perdido otros tipos de actividad supresora de tumores, como se pone de manifiesto por la pérdida de heterocigosidad de BRCA1 y BRCA2. Por último, un oncogén dominante está implicado en 25% de los casos de cáncer de mama en el ser humano. El producto de este gen, un miembro de la superfamilia de receptores del factor de crecimiento epidérmico denominado erbB2 (HER/2 neu), se hiperexpresa en estos cánceres de mama por am- Cáncer de mama han mejorado en gran medida el pronóstico de ambas enfermedades. Para pacientes con enfermedad avanzada, el principal progreso es la comprensión de la genética tumoral, lo que ha llevado al desarrollo de inhibidores dirigidos con base específicamente en el perfil molecular del tumor. Además, el incremento en la comprensión de cómo activar el sistema inmunitario para estimular la inmunidad antitumoral está mostrando ser una estrategia terapéutica promisoria para algunos pacientes con cáncer pulmonar avanzado. En la figura 107-8 se propone un algoritmo para el tratamiento de pacientes con NSCLC en etapa IV. Sin embargo, la realidad es que la mayor parte de los pacientes sometidos a tratamiento dirigido o quimioterapia finalmente desarrollarán resistencia, lo que proporciona fuertes motivaciones para la investigación y para la inclusión de pacientes en estudios clínicos en esta área que evoluciona con rapidez. CAPÍTULO 108 Determinar el estado molecular Carcinoma neuroendocrino macrocítico 524 plificación génica; esta sobreexpresión contribuye a la transformación del epitelio mamario de la mujer y es el “blanco” al que se dirige la terapia sistémica eficaz coadyuvante y el ataque metastásico. Se han identificado una serie de mutaciones “estimuladoras” en el cáncer mamario esporádico por medio de consorcios de secuenciación mayor. Por desgracia, la mayor parte ocurre en no más de 5% de los casos y por lo general no se cuenta con fármacos eficaces dirigidos a ellos, de forma que la “medicina personalizada” es por ahora más un sueño que una realidad. EPIDEMIOLOGÍA PARTE 7 Oncología y hematología El cáncer de mama es una enfermedad hormonodependiente. Las mujeres sin ovarios funcionales, que nunca recibieron tratamiento restitutivo de estrógeno no padecen cáncer de mama. La proporción mujeres:varones de esta enfermedad es cercana a 150:1. En la mayor parte de los tumores epiteliales malignos, cuando se hace una gráfica logarítmica de la incidencia con respecto a la edad, aparece una línea recta de incremento con cada año de vida transcurrido. Una gráfica similar realizada para el cáncer de mama muestra el mismo incremento en línea recta, pero la pendiente disminuye al iniciar la etapa de la menopausia. Las tres fechas en la vida de la mujer que ejercen un impacto importante sobre la incidencia del cáncer de mama son la edad de la menarquia, la edad del primer embarazo a término y la edad de la menopausia. Las mujeres que presentan la menarquia a los 16 años de edad tienen sólo 50 a 60% de riesgo de sufrir cáncer de mama a lo largo de la vida con respecto a las mujeres cuya menarquia se presenta a los 12 años de edad; el riesgo menor persiste toda la vida. De forma similar, la menopausia 10 años antes de su mediana de edad (52 años), sea de forma natural o inducida de manera quirúrgica, disminuye cerca de 35% el riesgo de cáncer de mama a lo largo de la vida. Las mujeres que tienen el primer embarazo a término a los 18 años de edad presentan un riesgo de cáncer de mama de 30 a 40% respecto al de las nulíparas. Por tanto, la duración de la vida menstrual (en especial de la fracción anterior a la primera gestación a término) es un componente sustancial del riesgo total de cáncer de mama. Estos tres factores (menarquia, edad del primer embarazo a término y menopausia) llegan a determinar 70 a 80% de la variabilidad de la frecuencia del cáncer de mama que se observa en países diferentes. La duración de la lactancia materna se correlaciona con reducción sustancial del riesgo, con independencia de la paridad y de la edad a la que ocurrió el primer embarazo de término. La variación internacional de la incidencia ha suministrado algunos de los datos más importantes respecto a la carcinogénesis hormonal. Una mujer que vive en Norteamérica hasta los 80 años de edad tiene una posibilidad entre nueve de padecer cáncer de mama invasivo. Las mujeres asiáticas tienen un riesgo de cáncer de mama equivalente a la quinta a décima partes del de las norteamericanas y europeas occidentales. Las mujeres asiáticas tienen concentraciones sustancialmente más bajas de estrógenos y de progesterona. Estas diferencias no se pueden explicar por un fundamento genético, debido a que las mujeres asiáticas que viven en un entorno occidental tienen unas concentraciones de hormonas esteroideas sexuales y un riesgo idéntico al de las mujeres occidentales. Tales mujeres inmigrantes, y más notablemente sus hijas, también difieren en gran medida en talla y peso respecto a las mujeres asiáticas que viven en Asia; la talla y el peso son reguladores críticos de la edad de la menarquia y ejercen efectos sustanciales sobre las concentraciones plasmáticas de estrógenos. La participación de la alimentación en la etiología del cáncer de mama es objeto de controversia. Aunque existen vínculos que relacionan el consumo calórico total y el contenido de grasa de la dieta con el riesgo de cáncer de mama, no se ha demostrado la participación precisa que tenga la grasa de la alimentación. El mayor consumo calórico contribuye de múltiples formas al riesgo de cáncer de mama: menarquia a una edad más temprana, menopausia a una edad más tardía y mayores concentraciones de estrógeno en la posmenopausia, que refleja mayores actividades de aromatasa en los tejidos adiposos. Por otra parte, la obesidad central es un factor de riesgo para la ocurrencia y recurrencia del cáncer mamario. El consumo moderado de alcohol también incrementa el riesgo por un mecanismo desconocido. El consumo de complementos de ácido fólico parece modificar el riesgo en mujeres que consumen alcohol, pero no tiene efectos protectores adicionales en mujeres que no beben. Las recomendaciones que favorecen la abstinencia del alcohol deben sopesarse contra las presiones sociales y los posibles efectos cardioprotectores del consumo moderado de alcohol. El uso crónico de dosis bajas de ácido acetilsalicílico se asocia con disminución de la incidencia de cáncer de mama. La depresión también se asocia con ocurrencia y recurrencia de cáncer mamario. Comprender la participación potencial de las hormonas exógenas en el cáncer de mama es de extraordinaria importancia, porque millones de muje- res estadounidenses usan de manera regular anticonceptivos orales y tratamiento de sustitución hormonal en el periodo posmenopáusico. El metaanálisis con más credibilidad de uso de anticonceptivos orales sugiere que estos fármacos causan un pequeño incremento en el riesgo de cáncer mamario. Por el contrario, los anticonceptivos orales ofrecen un efecto protector sustancial contra varios tumores epiteliales ováricos y cánceres endometriales. El tratamiento de sustitución hormonal (HRT, hormone replacement therapy) tiene un efecto poderoso en el riesgo de cáncer de mama. Los datos del estudio clínico Women’s Health Initiative (WHI) demostraron que la administración de estrógenos equinos conjugados más progestágenos incrementa el riesgo de cáncer mamario y los eventos cardiovasculares secundarios, pero disminuye el riesgo de fracturas óseas y de cáncer colorrectal. En comparación, existen más eventos negativos con HRT; en un periodo de seis a siete años, el HRT casi duplicó el riesgo de cáncer mamario. Un estudio clínico paralelo al WHI que incluyó a más de 12 000 mujeres valoró la administración de estrógenos conjugados solos (tratamiento de sustitución de estrógenos en mujeres sometidas a histerectomía) y no se demostró un incremento significativo en la incidencia de cáncer de mama. Así, existen serias preocupaciones sobre el uso a largo plazo de HRT en términos de enfermedades cardiovasculares y cáncer mamario. El estudio clínico WHI valoró el uso de estrógenos equinos conjugados solos y demostró pocos efectos secundarios en mujeres <70 años de edad; sin embargo, no se cuenta con datos comparables de seguridad para otras formas más potentes de tratamiento de sustitución de estrógenos y no deben utilizarse de manera sistemática como sustitutos. El HRT en mujeres a quienes se había diagnosticado cáncer mamario incrementa los índices de recidiva. La rápida disminución en el número de mujeres que recibe remplazo hormonal ha generado una reducción similar en la frecuencia de cáncer mamario. Aparte de otros factores, la radiación puede ser un factor de riesgo en las mujeres jóvenes. Las mujeres que se han expuesto antes de los 30 años a radiación en forma de múltiples radioscopias (200 a 300 cGy) o a tratamiento por la enfermedad de Hodgkin (>3 600 cGy) tienen un incremento sustancial del riesgo de cáncer de mama, mientras que la exposición a la radiación después de los 30 años de edad parece tener un efecto cancerígeno mínimo sobre la mama. VALORACIÓN DE LOS NÓDULOS DE MAMA EN VARONES Y MUJERES Debido a que la mama es un órgano en el que con frecuencia se desarrollan tumores malignos en la mujer, su valoración constituye una parte esencial de la exploración física. Por desgracia, los internistas no suelen explorar las mamas en el varón y, en las mujeres, consideran apropiado que esta valoración la realicen los ginecólogos. Debido a la vinculación entre detección precoz y buenos resultados, es importante que el médico detecte las alteraciones mamarias en la fase más inmediata posible para iniciar un estudio diagnóstico definitivo en ese momento. Se debe enseñar a las mujeres a realizar la autoexploración de las mamas (BSE, breastself-examination). Aunque el cáncer de mama es infrecuente en el varón, las lesiones unilaterales deben estudiarse de la misma manera que en las mujeres, y tomar en cuenta que la ginecomastia en el varón puede iniciarse en ocasiones como una lesión unilateral y que suele ser asimétrica. Casi todos los cánceres de mama se diagnostican a través de la biopsia de un nódulo detectado en la mamografía o mediante palpación. Se han desarrollado algoritmos para aumentar la probabilidad del diagnóstico del cáncer de mama y de esa manera reducir la frecuencia de biopsias innecesarias (fig. 108-1). TUMORACIÓN MAMARIA PALPABLE Se debe recomendar de modo encarecido a las mujeres que se hagan un examen de mama cada mes. Si bien un estudio potencialmente defectuoso efectuado en China sugirió que la BSE no modifica la supervivencia, por simples razones de seguridad es recomendable realizar el procedimiento. En el peor de los casos, tal práctica incrementa la posibilidad de detectar una masa de menor diámetro, en un momento en que puede tratarse con alguna cirugía más limitada. La exploración de las mamas por parte del médico se debe realizar con luz adecuada para poder observar la presencia de retracción y de otros cambios cutáneos. Es necesaria la inspección del pezón y la areola y debe intentarse provocar la secreción a través del pezón. Se deben explorar todos los grupos ganglionares linfáticos regionales, realizando la medición de cualquier lesión observada. La exploración física sola no descarta la presencia de cáncer. Es muy probable que las lesiones con ciertas características sean cancerosas (si son duras, irregulares, con muescas, fijas o sin dolor). La negatividad de la mamografía en presencia de una masa persistente en la mama no descarta la posibilidad de cáncer. Las lesiones palpables necesitan otros métodos diagnósticos, incluida la biopsia. ALGORITMO PARA LA PALPACIÓN MAMARIA ALGORITMO PARA EL TRATAMIENTO DEL QUISTE DE MAMA Paciente posmenopáusica (con tumoración dominante) Paciente premenopáusica Aspiración del quiste Líquido no hemático “Engrosamiento” de la tumoración cuestionable Masa residual Desaparece la tumoración Reacumulación del líquido Masa dominante Sí Mamografía y biopsia Sí Repetir la aspiración Aspiración Sí No Quiste (fig. 108-3) Nódulo sólido Persiste la masa Mamografía Sospechosa “Benigna” Biopsia Control mediante “diagnóstico triple” o biopsia ALGORITMO DIAGNÓSTICO Masa dominante Sospechoso No sospechoso Mamografía Mamografía Sospechoso No sospechoso Sospechoso Aspiración con aguja fina No Líquido reacumulado FIGURA 1083. Tratamiento del quiste de mama. ción benigna, mamografía negativa y negatividad en la aspiración con aguja fina), la paciente y el médico deben tener en cuenta el riesgo aproximado de 1% de resultados negativos falsos. En tercer lugar, diversas técnicas tradicionales como la resonancia magnética (MRI, magnetic resonance imaging), la ecografía y las técnicas de imagen sestamibi no permiten excluir la necesidad de la biopsia, aunque en ocasiones pueden motivarla. MAMOGRAFÍA PATOLÓGICA La mamografía de detección sistemática no se debe confundir con la mamografía diagnóstica, que se realiza tras la detección de una anomalía palpable. La mamografía diagnóstica tiene como objetivo la valoración del resto de la mama antes de que se realice la biopsia y en ocasiones forma parte de la estrategia de la triple prueba para excluir una biopsia inmediata. Las alteraciones sutiles que se detectan al principio en la mamografía de detección sistemática deben valorarse con cuidado mediante compresión o proyecciones amplificadas. Estas alteraciones son los grupos de microcalcificaciones, las zonas de densidad aumentada (en particular si tienen una pauta espiculada) y las zonas de distorsión de la arquitectura de reciente aparición o de agrandamiento progresivo. En algunas lesiones no palpables la ecografía puede ser útil para identificar los quistes o guiar la biopsia. Cuando no existe una lesión palpable y los estudios mamográficos detallados son inequívocamente benignos, se debe realizar un seguimiento sistemático apropiado para la edad de la paciente. Sobra decir que en presencia de un tumor mamario una mamografía negativa no descarta la posibilidad de cáncer. Cuando en una lesión mamográfica no palpable existe un bajo índice de sospecha, es razonable realizar el seguimiento mediante mamografía a los tres a seis meses. El estudio diagnóstico de las lesiones indeterminadas y sospechosas ha aumentado en complejidad tras la aparición de la biopsia estereotáxica. Morrow et al. han sugerido que estos procedimientos están indicados en las lesiones que requieren biopsia pero que quizá son benignas, es decir, en los casos en los que el procedimiento probablemente va a eliminar la necesidad de cirugía adicional. Cuando es probable que la lesión sea maligna, se debe realizar biopsia escisional, con técnica de localización con arpón. Otros autores han propuesto una aplicación más frecuente de la biopsia escisional estereotáxica en las lesiones no palpables, al tener en cuenta aspectos económicos y un diagnóstico que permita una planificación terapéutica más rápida. Sin embargo, el diagnóstico de lesión maligna en una biopsia estereotáxica no elimina la necesidad de un procedimiento quirúrgico definitivo, particularmente si se va a intentar la conservación de la mama. Por ejemplo, tras una biopsia de mama con localización mediante arpón (es decir, una escisión local) después de un diagnóstico de malignidad en la biopsia estereotáxica, todavía puede requerirse la rescisión para que los bordes quirúrgicos de la pieza no estén infiltrados por el tumor. Hasta cierto punto, estas cuestiones se deciden según la pauta de remisión de las pacientes y la disponibilidad de los recursos para la realización de biopsias estereotáxicas. En la figura 108-4 se reseña un criterio razonable para atender el problema. No sospechoso Considerar observación FIGURA 1082. Técnica del “diagnóstico triple”. TUMORACIONES MAMARIAS EN MUJERES EMBARAZADAS O LACTANTES Durante el embarazo, las mamas crecen por efecto de los estrógenos, la progesterona, la prolactina y el lactógeno placentario humano. La lactancia es suprimida por la progesterona, que bloquea los efectos de la prolactina. Tras el parto, la lactancia se estimula por la disminución de las Cáncer de mama En las mujeres premenopáusicas, las lesiones de carácter equívoco o que no levantan sospecha en la exploración física deben estudiarse de nuevo a las dos a cuatro semanas, durante la fase folicular del ciclo menstrual. El mejor momento para la exploración de las mamas es entre los días cinco y siete del ciclo. La detección de una tumoración dominante en una mujer posmenopáusica o de una dominante que persiste a lo largo del ciclo menstrual en una mujer premenopáusica, obliga a la aspiración con aguja fina de la misma, o bien, a la remisión de la paciente al oncólogo. En los casos en que se aspira fluido no hemático y que, por tanto, la lesión se considera curada, el diagnóstico (quiste) y el tratamiento se llevan a cabo de manera simultánea. Las lesiones sólidas persistentes, recurrentes, complejas o correspondientes a quistes con contenido hemático requieren estudio mediante mamografía y biopsia, aunque en las pacientes seleccionadas se puede aplicar la técnica del diagnóstico triple (palpación, mamografía, aspiración) para evitar la biopsia (figs. 108-1, 108-2 y 108-3). Para diferenciar los quistes de las lesiones sólidas se puede realizar ecografía en vez de aspiración con aguja fina. La ecografía no permite detectar todas las masas sólidas; por tanto, una tumoración palpable que no se ve en la ecografía debe considerarse presumiblemente sólida. Es esencial considerar varios puntos al poner en práctica estos algoritmos de tratamiento. En primer lugar, el análisis del factor de riesgo no es parte de la estructura de decisiones. No hay una gama de factores de riesgo cuya presencia o ausencia pueda utilizarse para descartar la biopsia. En segundo lugar, la aspiración con aguja fina sólo se debe llevar a cabo en centros hospitalarios en los que se haya demostrado experiencia en la obtención y el análisis de estas muestras. Aunque la probabilidad de cáncer es baja cuando se obtiene una “negatividad triple” (tumoración de palpa- Pruebas de detección sistemática convencionales (la mamografía se recomienda si la paciente tiene más de 35 años y no se ha realizado ninguna otra durante el año anterior) CAPÍTULO 108 FIGURA 1081. Método de diagnóstico en casos de tumoración mamaria palpable. Biopsia Líquido hemático No Volver a realizar la exploración durante la fase folicular del ciclo menstrual Pruebas de detección sistemática habituales 525 526 ALGORITMO PARA LA MAMOGRAFÍA Alteración mamográfica Estudios adicionales como amplificación de zonas concretas, proyecciones oblicuas, aspiración y ecografía, según se requiera Valoración de los riesgos Normal Seguimiento convencional Probablemente normal, riesgo de cáncer <3% Seguimiento cada tres a seis meses Probablemente benigna, riesgo 3-20% Sospechosa Biopsia estereotáctica o quirúrgica Biopsia quirúrgica FIGURA 1084. Consideraciones respecto a las alteraciones detectadas en la mamografía. PARTE 7 Oncología y hematología concentraciones de progesterona, que hace que los efectos de la prolactina no se contrarresten. La aparición de una tumoración o tumefacción dominante durante el embarazo o la lactancia nunca debe atribuirse a cambios hormonales. Una masa dominante debe tratarse con la misma acuciosidad en una embarazada que en otra mujer. El cáncer de mama afecta a una de cada 3 000 a 4 000 embarazadas. Estadio por estadio, el cáncer de mama en este periodo es diferente del que se observa en mujeres premenopáusicas no grávidas. Sin embargo, las embarazadas a menudo tienen enfermedad más avanzada, en virtud de que no se dio importancia a la tumoración mamaria o a causa de estimulación hormonal endógena. Los tumores mamarios persistentes en mujeres gestantes o lactantes no pueden atribuirse a cambios benignos a partir de los signos físicos; en estos casos se necesita la valoración diagnóstica inmediata. TUMORACIONES MAMARIAS BENIGNAS Aproximadamente sólo una de cada cinco a 10 biopsias de mama lleva al diagnóstico de cáncer, aunque la tasa de positividad de las biopsias presenta variaciones en los distintos países y ambientes clínicos. (Dichas variaciones pueden relacionarse con la interpretación y la disponibilidad de la mamografía.) La inmensa mayoría de las tumoraciones mamarias benignas se debe a enfermedad “fibroquística”, un término descriptivo de la presencia de pequeños quistes repletos de líquido con hiperplasia epitelial y del tejido fibroso de grado leve. No obstante, el término enfermedad fibroquística es un diagnóstico histológico y no clínico y en las mujeres en las que se ha realizado biopsia con resultados de benignidad existe un riesgo mayor de cáncer de mama que en las mujeres que nunca se han sometido a biopsia. El subgrupo de mujeres con hiperplasia ductal o lobulillar (cerca de 30% de las pacientes), en particular el pequeño porcentaje (3%) con hiperplasia atípica, presenta un riesgo cuatro veces mayor de cáncer de mama que las mujeres en las que no se realiza biopsia y este aumento del riesgo es de nueve veces en las mujeres de esta categoría que además tienen algún familiar en primer grado con cáncer de mama. Por tanto, es necesario un seguimiento cuidadoso de estas pacientes. Por el contrario, las pacientes en quienes el diagnóstico de la biopsia es de benignidad y sin hiperplasia atípica, el riesgo es escaso y pueden controlarse mediante un seguimiento estándar. PRUEBAS DE DETECCIÓN SISTEMÁTICA El cáncer de mama es exclusivo dentro del grupo de tumores epiteliales del adulto debido a que se ha demostrado que las pruebas para su detección sistemática (en forma de mamografías anuales) mejoran la supervivencia. Los metaanálisis en que se ha estudiado la evolución de todos los ensayos clínicos con asignación al azar en los que se ha utilizado mamografía, demuestran de manera concluyente una reducción de 25 a 30% de mortalidad debido a un cáncer de mama cuando se realizan mamografías de detección sistemática anuales después de los 50 años de edad; los datos obtenidos en las mujeres con una edad comprendida entre 40 y 50 años son casi tan buenos como los anteriores. No obstante, puesto que la frecuencia es mucho menor en mujeres jóvenes, hay más resultados positivos falsos. Si bien persiste la controversia en torno a la valoración mamográfica con fines de detección, la preponderancia de los datos apoya firmemente los beneficios positivos de la mamografía de detección. Nuevos análisis de estudios aleatorizados anteriores han sugerido que la detección puede no funcionar. Si bien no es posible corregir los defectos en algunos estu- dios, la mayoría de los expertos, incluidos los grupos de la American Society of Clinical Oncology y la American Cancer Society (ACS), siguen considerando que los estudios de detección confieren un beneficio sustancial. Por otra parte, el gran descenso de la mortalidad del cáncer de mama observado en el último decenio es poco probable que deba atribuirse únicamente a los adelantos en el tratamiento. Parece prudente recomendar la mamografía anual en las mujeres después de los 40 años de edad. Aunque en ningún ensayo clínico con asignación al azar sobre la autoexploración de la mama (BSE) se ha demostrado una mejoría en la supervivencia, su mayor efecto beneficioso parece ser la identificación de los tumores que se prestan a un tratamiento local conservador. Los adelantos en la tecnología mamográfica, como la mamografía digital, la utilización sistemática de proyecciones con amplificación y una mayor experiencia en la interpretación mamográfica en combinación con las nuevas técnicas diagnósticas (resonancia magnética, espectroscopia con resonancia magnética, tomografía con emisión de positrones, etc.) pueden hacer que sea posible identificar el cáncer de mama con mayor fiabilidad y precocidad. No está indicada la detección por cualquier técnica diferente a la mamografía. Sin embargo, el ACS sugiere que las mujeres jóvenes portadoras de BRCA1 y BRCA2, las mujeres no estudiadas con familiares de primer grado, mujeres con antecedente de radioterapia en el tórax entre los 10 y 30 años de edad, mujeres con riesgo de por vida de cáncer mamario de 20% al menos y mujeres con antecedentes de síndromes de Li-Fraumeni, Cowden o Bannayan-Riley-Ruvalcaba podrían beneficiarse de la detección con MRI, en que la mayor sensibilidad puede sopesarse con la pérdida de especificidad. ESTADIFICACIÓN La estadificación precisa en mujeres con cáncer de mama tiene gran importancia. Además de permitir el pronóstico preciso, en muchos casos las decisiones terapéuticas se basan en gran medida en la clasificación TNM (tumor primario, ganglios [nodes] regionales y metástasis) (cuadro 108-1). Es importante tener cautela en la comparación con series históricas, porque en los últimos 20 años las técnicas de estadificación han cambiado varias veces. La estadificación actual es compleja y genera cambios notables en el pronóstico de acuerdo con las fases o estadios, en comparación con los sistemas previos en este campo. TRATAMIENTO CÁNCER DE MAMA Uno de los aspectos más excitantes de la biología del cáncer mamario es su subdivisión reciente en cuando menos cinco subtipos con base en el perfil de expresión genética. 1. Luminal A: los tumores luminales expresan citoqueratininas 8 y 18, poseen la mayor expresión de receptores estrogénicos, tienden a ser de bajo grado y son los que con mayor probabilidad responderán al tratamiento endocrino, con un pronóstico favorable. Su respuesta a la quimioterapia es menor. 2. Luminal B: las células del tumor también se originan en el epitelio luminal, pero con una expresión genética distinta de la luminal A. Su pronóstico es un poco más sombrío. 3. Similar a una mama sana: estos tumores tienen un perfil de expresión genética que recuerda al del epitelio mamario “sano”. Su pronóstico es similar al del grupo luminal B. Este subtipo es un tanto controversial y puede representar contaminación de la muestra por epitelio mamario normal. 4. HER2 amplificado: estos tumores tienen amplificación del gen HER2 en el cromosoma 17q y con frecuencia muestran amplificación y expresión excesiva de otros genes adyacentes a HER2. Desde el punto de vista histórico, el pronóstico clínico de tales tumores era malo. Sin embargo, con el advenimiento del trastuzumab y de otros tratamientos dirigidos, los resultados clínicos de pacientes positivos para HER2 han mejorado de manera notable. 5. Basal: estos tumores sin receptores estrogénicos/progestágenos y sin HER2 (llamados triples negativos) se caracterizan por la presencia de indicadores de células basales/mioepiteliales. Tienden a ser de alto grado y expresan citoqueratinas 5/6 y 17 además de vimentina, p63, CD10, actina α de músculo liso y receptor de factor del crecimiento epidérmico (EGFR, epidermal growth factor receptor). Las pacientes con mutaciones de BRCA también pertenecen a este subtipo molecular. Poseen además características de células germinativas. CÁNCER PRIMARIO Los tratamientos conservadores de la mama que incluyen la eliminación del tumor primario por alguna forma de mastectomía parcial con 527 CUADRO 1081 Estadificación del cáncer de mama Tumor primario (T) Estadio IIB Estadio IIIA Estadio IIIB Estadio IIIC Estadio IV a El TIS T1 T0 T1 T2 T2 T3 T0 T1 T2 T3 T4 Cualquier etapa de T Cualquier etapa de T N0 N0 N1 N1 N0 N1 N0 N2 N2 N2 N1, N2 N0, N1, N2 N3 Cualquier etapa de N M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M1 concepto “clínicamente manifiesto” se define como la detección por imágenes (se excluye la linfogammagrafía) o por exploración clínica. Abreviaturas: IHC, inmunohistoquímica; RT-PCR, reacción en cadena de la polimerasa con transcripción inversa. Fuente: Con autorización de American Joint Committee on Cancer (AJCC), Chicago, Illinois. La fuente original del material fue el AJCC Cancer Staging Manual, 7th ed. New York, Springer, 2010; www.springeronline.com radiación del órgano o sin ella, generan índices de supervivencia del mismo nivel (o quizá mejores) que los obtenidos después de métodos quirúrgicos extensos, como mastectomía o mastectomía radical modificada, con radiación ulterior o sin ella. La radiación de la mama después de la mastectomía parcial reduce en gran medida el riesgo de recurrencia en la mama. Aunque la conservación de este órgano supone una posibilidad de recidiva local, la supervivencia a 10 años continúa siendo tan buena como la obtenida después de la cirugía más radical. De forma análoga, la radioterapia posquirúrgica de los ganglios linfáticos posterior a la mastectomía también mejora la supervivencia. Debido a que la radioterapia puede disminuir la tasa de recidiva local o regional en mujeres con tumores primarios de alto riesgo (es decir, de tamaño T2, con bordes quirúrgicos positivos, ganglios positivos), puede considerarse su utilización después de la mastectomía. En la actualidad, cerca de la tercera parte de las pacientes estadounidenses se someten a mastectomía parcial. Sin embargo, la cirugía conservadora de la mama no es adecuada para todas las pacientes. Por ejemplo, en tumores >5 cm (o menores si la mama es pequeña), en el caso de tumores que afectan al complejo pezón-areola, en tumores con enfermedad intraductal extensa que afecta a múltiples cuadrantes de la mama, en mujeres con antecedentes de enfermedades de tejido conjuntivo y en mujeres que no tienen la motivación de conservar la mama o con dificultades de acceso a la radioterapia. Sin embargo, estos grupos probablemente no constituyan más de 33% de los casos que se tratan con mastectomía. Por consiguiente, un gran número de mujeres se someterá a mastectomía, aun cuando se podría evitar decididamente este procedimiento y esto quizá se haría si se les asesorara de forma apropiada. La biopsia de ganglio linfático centinela (SLNB, sentinel lymph node biopsy) por lo general es el estándar de referencia para mujeres con cáncer mamario localizado axilar clínicamente negativo. Si la SLNB es negativa, no se requiere cirugía axilar más extensa, con lo cual se evita Cáncer de mama Estadio 0 Estadio I Estadio IIA CAPÍTULO 108 T0 No hay signos de tumor primario TIS Carcinoma in situ T1 Tumor ≤2 cm T1a Tumor >0.1 cm, pero ≤0.5 cm T1b Tumor >0.5, pero ≤1 cm T1c Tumor >1 cm, pero ≤2 cm T2 Tumor >2 cm, pero ≤5 cm T3 Tumor >5 cm T4 Extensión a la pared del tórax, inflamación, lesiones satélite, úlceras Ganglios linfáticos regionales (N) PN0(i–) En el estudio histológico no hay metástasis en ganglios linfáticos regionales; negatividad de IHC PN0(i+) En el estudio histológico no hay metástasis en ganglios linfáticos regionales; positividad de IHC; ningún grupo de IHC es mayor de 0.2 mm PN0(mol–) En la imagen histológica no hay metástasis de ganglios regionales; signos moleculares negativos (RT-PCR) PN0(mol+) En el estudio histológico no hay metástasis en ganglios regionales; signos moleculares positivos (RT-PCR) PN1 Metástasis en uno a tres ganglios axilares o en los ganglios de la cadena mamaria interna con ataque microscópico detectado en la disección del ganglio centinela, pero no manifiesto clínicamente PN1mi Micrometástasis (>0.2 mm; ninguno >2 mm) PN1a Metástasis en uno a tres ganglios linfáticos axilares PN1b Metástasis en ganglios mamarios internos, con enfermedad microscópica detectada por disección del ganglio centinela pero no manifiesta clínicamentea PN1c Metástasis en uno a tres ganglios axilares y en ganglios mamarios internos, con enfermedad microscópica detectada por disección del ganglio centinela, pero no manifiesta clínicamentea (si se acompaña de un número mayor de tres ganglios axilares positivos se clasifica a los ganglios mamarios internos como pN3b, y así refleja un mayor volumen tumoral) pN2 Metástasis en cuatro a nueve ganglios axilares o clínicamente manifiesta en ganglios mamarios internos en ausencia de metástasis en ganglios axilares pN3 Metástasis en 10 o más ganglios axilares o en ganglios infraclaviculares o en ganglios mamarios internos ipsolaterales clínicamente manifiestosa en presencia de uno o más ganglios axilares positivos o en más de tres ganglios axilares con metástasis microscópica clínicamente negativa en ganglios mamarios internos o en ganglios subcarinales ipsolaterales Metástasis a distancia (M) M0 No hay metástasis a distancia M1 Metástasis a distancia (incluye propagación a ganglios supraclaviculares ipsolaterales) Agrupamiento por estadios 528 PARTE 7 Oncología y hematología en gran medida el riesgo de linfedema después de disecciones axilares más extensas. En presencia de afección mínima de un ganglio linfático centinela, no se requiere cirugía axilar adicional. Un componente intraductal extenso es un factor pronóstico de recurrencia en la mama, de forma que existen muchas variables clínicas. En la afección de ganglios linfáticos axilares y de los conductos linfáticos o vasculares por tumor metastásico en la mama se incrementa el riesgo de recidivas en la mama, pero no es contraindicación para el tratamiento mamario conservador. Cuando estas pacientes se excluyen y cuando se logra la mastectomía parcial con bordes tumorales negativos, la conservación mamaria se acompaña de una tasa de recurrencia en la mama de 5% o menor. La supervivencia de las pacientes que sufren recidiva en la mama es algo peor que las que no presentan esta complicación. Por tanto, la recidiva en la mama es una variable pronóstica negativa respecto a la supervivencia a largo plazo. Sin embargo, la recidiva en la mama no es la causa de la metástasis a distancia. Si la recidiva en la mama causara la enfermedad metastásica, las mujeres tratadas con mastectomía parcial, que sufren una tasa más alta de recidivas en la mama, deberían tener una supervivencia menor que las tratadas con mastectomía y no es así. La mayoría de las pacientes debe consultar a un oncólogo radioterapeuta antes de tomar la decisión respecto al tratamiento local. Sin embargo, ha ganado una amplia aceptación un método de consulta multidisciplinaria, en el cual el cirujano, el oncólogo radioterapeuta, el oncólogo médico y otros profesionales colaboran en la valoración y desarrollan un plan terapéutico, de manera que en general las pacientes lo consideran muy provechoso. Tratamiento coadyuvante El empleo de un tratamiento sistémico después de tratamiento local del cáncer de mama, mejora la supervivencia. Más de 33% de las mujeres, que de otra manera morirían de cáncer mamario metastásico, se mantienen libres de enfermedad cuando se tratan con el régimen sistémico apropiado. Esta información ha sido cada vez más asombrosa gracias al seguimiento más prolongado y los regímenes más efectivos. VARIABLES PRONÓSTICAS Las más importantes de éstas, derivan de la estadificación del tumor. El tamaño de éste y las características de los ganglios linfáticos axilares ofrecen una información razonablemente precisa de la probabilidad de recidiva tumoral. En el cuadro 108-2 se muestra la relación entre el estadio anatomopatológico y la supervivencia a los cinco años. En la mayoría de las mujeres, sólo estos datos definen fácilmente la necesidad de un tratamiento complementario. En ausencia de metástasis ganglionares, la afección de microvasos (sean sanguíneos o linfáticos) en los tumores se considera como casi equivalente a la afección ganglionar linfática. La máxima controversia se refiere a las mujeres de pronóstico intermedio. Rara vez se justifica la quimioterapia coadyuvante en la mayoría de las mujeres con tumores <1 cm de tamaño cuyos ganglios linfáticos axilares son negativos. Los tumores positivos a HER2 son una posible excepción. La detección de las células de cáncer mamario en la circulación o en la médula ósea se acompaña de un mayor índice de recidivas. El progreso más notable en ese terreno es el uso de conjuntos de expresión génica para analizar las pautas de la expresión de los genes tumorales. Algunos especialistas han definido de manera independiente grupos de genes que permiten anticipar con exactitud la supervivencia sin enfermedad y la de tipo global, mejor que cualquier otra variable pronóstica aislada, incluido un tipo de análisis de 21 genes. También son útiles diversas herramientas para valorar el riesgo, como Adjuvant! Online (www.adjuvantonline.com). Estas herramientas son muy recomendables en circunstancias ambiguas. CUADRO 1082 Supervivencia a cinco años en cáncer de mama, según estadio Estadio Supervivencia a los cinco años (porcentaje de pacientes) 0 I IIA IIB IIIA IIIB IV 99 92 82 65 47 44 14 Fuente: Modificado del National Cancer Institute-Surveillance, Epidemiology, and End Results (SEER). El estado referente a receptores de estrógeno y progesterona es de importancia para el pronóstico. Los tumores que carecen de alguno de estos receptores, o de ambos, tienen mayor probabilidad de recurrencia que los tumores que los tienen. Varias medidas de la tasa de crecimiento del tumor se correlacionan con recidivas más prontas. El análisis de fase S, que utiliza la citometría de flujo, es el método de medición más preciso. También son útiles las valoraciones indirectas de la fase S, en las que se utilizan antígenos relacionados con el ciclo celular, como PCNA (Ki67). Los tumores con una elevada proporción de células en fase S (mayor de la mediana) conllevan un peligro más grande de recidiva; en estos casos la quimioterapia es la que genera mayor beneficio en la supervivencia. La valoración del contenido de DNA en la forma de haploidía es de valor modesto y los tumores no diploides tienen un pronóstico peor. La clasificación histológica también se ha utilizado para establecer el pronóstico. Los tumores con un grado nuclear deficiente tienen un mayor riesgo de recurrencia que aquellos con un grado nuclear satisfactorio. Medidas semicuantitativas como la calificación de Elston mejoran la reproducibilidad de este parámetro. De igual manera, son útiles los cambios moleculares en el tumor. Los tumores que sobreexpresan erbB2 (HER-2/neu) o que tienen un gen p53 mutado conllevan un peor pronóstico. Se ha puesto particular interés en la sobreexpresión de erbB2, medida por inmunohistoquímica o fluorescencia por hibridación in situ. Los tumores que sobreexpresan erbB2 tienen más probabilidades de responder a tratamientos con doxorrubicina; la sobreexpresión de erbB2 también predice aquellos tumores que no responderán a anticuerpos dirigidos contra HER2/neu (trastuzumab) e inhibidores de la cinasa HER2/neu. Otras variables que se han utilizado para valorar el pronóstico incluyen las proteínas relacionadas con invasividad, como la colagenasa de tipo IV, la catepsina D, el activador de plasminógeno, el receptor al activador de plasminógeno y el gen supresor de metástasis nm23. Ninguno de éstos se ha aceptado ampliamente como variable de importancia para el pronóstico en la toma de decisiones terapéuticas. Un problema inherente a la interpretación de estas variables para el pronóstico es que la mayor parte de ellas no se han analizado en un estudio en que se utilice una cohorte importante de pacientes. TRATAMIENTOS COADYUVANTES El tratamiento coadyuvante se refiere al empleo de modalidades de tratamiento sistémico en pacientes cuya enfermedad conocida ha recibido tratamiento local pero que tienen riesgo de recidivas. La selección de la quimioterapia u hormonoterapia complementaria adecuada es objeto de una intensa controversia en algunas situaciones. Los metaanálisis han ayudado a definir los límites generales del tratamiento, pero no permiten elegir la terapéutica óptima o seleccionar aquellas particulares para ciertos subgrupos de pacientes. En el cuadro 108-3 se ofrece un resumen general de las recomendaciones. En general, las pacientes premenopáusicas en quienes está indicada alguna forma de tratamiento general deberían recibir quimioterapia con múltiples fármacos. El tratamiento antihormonal mejora la supervivencia de pacientes premenopáusicas con receptores positivos para estrógenos y debe iniciarse una vez que se ha completado la quimioterapia. La castración profiláctica, quirúrgica o inducida con fármacos puede asociarse con beneficios sustanciales en la supervivencia (principalmente de pacientes positivas para receptores de estrógenos), pero no se utiliza de manera amplia en Estados Unidos. Los datos respecto a las mujeres posmenopáusicas son también controvertidos. El impacto de la quimioterapia complementaria es cuantitativamente menos claro que en las mujeres premenopáusicas, en particular en casos positivos a receptores de estrógenos, aunque se ha demostrado cierta ventaja en la supervivencia. La primera decisión a tomar es la de si se debe administrar quimioterapia o tratamiento endocrino. Si bien el tratamiento endocrino complementario (inhibidores de la aromatasa y tamoxifeno) mejora la supervivencia, sea cual sea la situación ganglionar axilar, la mejoría es discreta en aquellas pacientes en las cuales están afectados muchos ganglios linfáticos. Por esta razón, lo habitual es administrar quimioterapia a las mujeres posmenopáusicas sin contraindicaciones médicas y con más de un ganglio linfático positivo; es frecuente administrar hormonoterapia después de la quimioterapia. En mujeres posmenopáusicas en las cuales está justificado el tratamiento general, pero cuyo pronóstico es más favorable (casi siempre con base en análisis como la metodología de análisis de 21 genes), se puede utilizar la hormonoterapia como monoterapia. Estudios clínicos grandes han mostrado la superioridad de los inhibidores de la aromatasa sobre el tamoxifeno solo en el tratamiento adyu- 529 CUADRO 1083 Estrategias sugeridas para el uso de tratamiento adyuvante Grupo de edad Estado de ganglios linfáticosa Receptores endocrinos (ER) Tumor Premenopáusicas Positivo Cualquiera Premenopáusicas Negativo Cualquiera Posmenopáusicas Positivo Negativo Posmenopáusicas Positivo Positivo Posmenopáusicas Negativo Positivo Posmenopáusicas Negativo Negativo a Como Recomendación Cualquiera Quimioterapia múltiple + tamoxifeno si hay positividad de ER + trastuzumab en tumores con positividad de HER-2/neu >2 cm o 1-2 cm con Quimioterapia múltiple + tamoxifeno si hay positividad de ER + trasotras variables de mal pronóstico tuzumab en tumores con positividad de HER-2/neu. Considerar la realización de pruebas genómicas u otras pruebas similares Cualquiera Quimioterapia múltiple + trastuzumab en tumores con positividad de HER-2/neu Cualquiera Inhibidores de aromatasa y uso de tamoxifeno con quimioterápicos o sin ellos + trastuzumab en tumores con positividad de HER-2/neu >2 cm o 1-2 cm con otras varia- Inhibidores de aromatasa y uso de tamoxifeno + trastuzumab en bles de mal pronóstico tumores con positividad de HER-2/neu >2 cm o 1-2 cm con otras variables de mal pronóstico Considerar quimioterapia múltiple + trastuzumab en tumores con positividad de HER-2/neu lo demuestra el estudio histopatológico. TRATAMIENTO GENERAL DE ENFERMEDAD METASTÁSICA Casi un tercio de las pacientes tratadas por cáncer de mama aparentemente circunscrito presentan metástasis. Si bien algunas de ellas pueden salvarse por combinaciones de tratamiento general y local, la mayoría termina por sucumbir a la enfermedad metastásica. La supervivencia promedio de las pacientes con diagnóstico de cáncer metastásico es menor de tres años. Las metástasis a tejidos blandos, huesos y órganos sólidos (pulmón e hígado) son responsables cada una de ellas de 33% de las recidivas iniciales. Sin embargo, al momento de la muerte la mayoría de las pacientes presentan afección ósea. Las recidivas pueden presentarse en cualquier momento después del tratamiento primario. Un hecho cruel sobre las recurrencias del cáncer mamario es que al menos 50% de las mismas ocurre más de cinco años después del tratamiento inicial. Hoy en día es claro que diversos factores del hospedador pueden influir en las tasas de recurrencia, lo que incluye depresión y obesidad central; estas enfermedades deben tratarse de manera tan enérgica como sea posible. Como el diagnóstico de enfermedad metastásica altera el pronóstico del paciente de manera muy drástica, rara vez debe realizarse sin biopsia de confirmación. Todo oncólogo ha valorado a pacientes con tuberculosis, cálculos biliares, sarcoidosis u otras enfermedades no malignas que se diagnostican de manera errónea y que se tratan como si fueran cáncer mamario metastásico o incluso un segundo cáncer, por ejemplo mieloma múltiple, el cual se trata como cáncer mamario recurrente. Éste es un error con resultado catastrófico, por lo que se justifica la biopsia para casi toda paciente al momento de la sospecha inicial de enfermedad metastásica. Además, existen cambios bien documentados del estado de receptores hormonales que pueden ocurrir y alterar de manera sustancial las decisiones terapéuticas. La elección terapéutica óptima requiere la consideración de las necesidades de tratamiento local, de la situación médica global de la paciente y del estado de los receptores hormonales del tumor, así como el juicio clínico. Debido a que el tratamiento de la enfermedad general es paliativo, es necesario ponderar la toxicidad potencial de las terapéuticas y las tasas de respuesta. Un cierto número de variables influyen en la respuesta al tratamiento general. Por ejemplo, la presencia de receptores de estrógenos y de progesterona son indicaciones de mucho peso en favor de utilizar un tratamiento endocrino. Por otra parte, es poco pro- Cáncer de mama de HER-2/neu en su cáncer mamario. Una reacción secundaria, inmediata y a largo plazo es la cardiotoxicidad y se han intentado aprovechar tratamientos que contengan productos no antraciclinas. En un contexto complementario, el tratamiento con trasplante de células madre en dosis muy altas no ha sido mejor que la terapia con dosis estándar y no debe utilizarse de forma sistemática. Diversos métodos interesantes están a punto de adoptarse, por lo que es importante seguir con detalle la bibliografía. Los inhibidores de la cinasa de tirosina, como lapatinib y otros anticuerpos dirigidos contra HER2, como pertuzumab, son muy promisorios. Por último, como se describirá en la sección siguiente, existe una clase nueva de fármacos cuyo destinatario es la reparación del DNA (llamados inhibidores de la poli-ADP ribosa polimerasa [PARP]) que probablemente tendrán consecuencias en los cánceres mamarios por mutaciones de BRCA1 o 2 o que comparten defectos similares en la reparación del DNA como parte de su causa. CAPÍTULO 108 vante, aunque el tamoxifeno parece ser equivalente en mujeres con obesidad y, por tanto, presumiblemente con niveles más elevados de estrógenos. Por desgracia, es poco claro el plan óptimo. El tamoxifeno administrado por cinco años, seguidos de un inhibidor de la aromatasa (la estrategia inversa) o incluso el cambio a un inhibidor de la aromatasa después de dos a tres años de tamoxifeno ha demostrado ser mejor que la administración de tamoxifeno solo. La continuación del tamoxifeno por 10 años se acompaña de beneficios adicionales y es una decisión razonable para mujeres con pronóstico menos favorable. Lamentablemente, múltiples estudios han revelado apego subóptimo a los tratamientos endocrinos adyuvantes a largo plazo y deben realizarse todos los esfuerzos para favorecer su uso continuo. En la actualidad ninguna información válida permite la selección entre los tres inhibidores de aromatasa clínicamente aprobados. Es importante administrar simultáneamente bisfosfonatos; sin embargo, todavía no se sabe si su aplicación profiláctica prolonga la supervivencia además de reducir las recurrencias en el hueso. La mayor parte de las comparaciones entre los tratamientos de quimioterapia complementaria muestran escasas diferencias entre ellas. Sin embargo, los protocolos que contienen doxorrubicina y “sensibilidad posológica” parecen presentar ligeras ventajas. Una modalidad (denominada también quimioterapia neocomplementaria) implica administrar el tratamiento complementario antes de la cirugía así como la radioterapia. Debido a que la tasa de respuesta objetiva de las pacientes con cáncer de mama al tratamiento general en esta situación supera 75%, muchas pacientes son “rebajadas de estadio”, por lo cual pueden convertirse en candidatas al tratamiento conservador de la mama. Sin embargo, la supervivencia general no ha mejorado con este método en comparación con la administración posoperatoria de los mismos fármacos. No se espera que las pacientes que lograron remisión histopatológica completa después de la quimioterapia neoadyuvante tengan mejoría sustancial en la supervivencia. El tratamiento neoadyuvante también proporciona una oportunidad maravillosa para la valoración de nuevos fármacos. Por ejemplo, un segundo anticuerpo dirigido contra HER2, el pertuzumab, ha mostrado proporcionar beneficios adicionales cuando se combina con trastuzumab en el tratamiento neoadyuvante. Otros tratamientos complementarios en investigación comprenden los elaborados a base de taxanos como el paclitaxel y el docetaxel, y otros modelos cinéticos y biológicos. En ellos se utilizan de forma separada dosis altas de medicamentos únicos en tratamientos cíclicos con una intensividad relativa de dosis. Las mujeres con ataque ganglionar tratadas con una combinación de doxorrubicina-ciclofosfamida durante cuatro ciclos, seguida por otros cuatro ciclos de un taxano, muestran mejoría sustancial en su supervivencia en comparación con aquellas que reciben sólo la doxorrubicina-ciclofosfamida, particularmente en aquellas con tumores sin receptores de estrógeno. Además, la administración de las mismas combinaciones de fármacos a las mismas dosis pero a intervalos más frecuentes (cada dos semanas con apoyo de citocinas en comparación con las tres semanas estándares) es más eficaz. En 25% de mujeres cuyos tumores hiperexpresaron HER-2/neu, la adición de trastuzumab junto con un taxano durante un año después de haber concluido la quimioterapia, logró mejoría significativa en la supervivencia. Será importante una vigilancia más larga, pero en la actualidad es el método habitual para muchas mujeres que tienen positividad 530 PARTE 7 Oncología y hematología bable que las pacientes con un intervalo sin enfermedad de corta duración, con enfermedad visceral de rápido avance, con linfangitis pulmonar o con enfermedad intracraneal respondan al tratamiento endocrino. En muchos casos se puede reservar el tratamiento general mientras la paciente recibe un tratamiento local apropiado. No está de más insistir en la eficacia de la radioterapia y ocasionalmente de la cirugía para aliviar los síntomas de las metástasis, sobre todo cuando están implicadas localizaciones óseas. Muchas pacientes con enfermedad ósea exclusiva o dominante tienen una evolución relativamente indolente. En tales circunstancias, la quimioterapia general tiene un efecto discreto, mientras que la radioterapia puede ser eficaz durante periodos prolongados. Otros tratamientos generales, como el estroncio-89 con bisfosfonatos o sin ellos, pueden aportar beneficios paliativos sin inducir una respuesta objetiva. La mayoría de los pacientes con enfermedad metastásica y ciertamente todos los que presentan afección ósea deben recibir bisfosfonatos de manera simultánea. Dado que el objetivo del tratamiento es mantener el bienestar durante el mayor tiempo posible, se debe hacer hincapié en evitar las complicaciones más peligrosas de la enfermedad metastásica, entre las cuales figura la fractura patológica del esqueleto axial y la compresión medular. El desarrollo de un dolor de espalda nuevo en los pacientes con cáncer debe explorarse de forma detallada y urgente; esperar al desarrollo de síntomas neurológicos puede resultar catastrófico. También la afección metastásica de los órganos endocrinos puede provocar una profunda disfunción, como insuficiencia suprarrenal e hipopituitarismo. De forma similar, la obstrucción del árbol biliar u otra afección de la función de un órgano se puede aliviar mejor con tratamiento local que con una modalidad general. Muchas pacientes reciben tratamiento tóxico inapropiado durante los últimos días de su vida. A menudo los oncólogos no están dispuestos a mantener las muy necesarias pero difíciles conversaciones con pacientes en etapa terminal; muy a menudo, los pacientes y sus familiares pueden presionar a los médicos para que se inicien tratamientos de poca utilidad en cuanto a supervivencia. Proporcionar cuidados paliativos y la valoración realista de las expectativas terapéuticas son aspectos que deben revisarse con el paciente y sus familiares. Los autores recomiendan considerar la valoración de cuidados paliativos para pacientes que reciben al menos dos líneas de tratamiento para enfermedad metastásica. Tratamiento endocrino El tejido mamario normal es dependiente de estrógenos. El cáncer mamario primario metastásico conserva este fenotipo. Los mejores métodos para conocer si un cáncer mamario es dependiente de hormonas son a través de los análisis de concentraciones de receptores para estrógenos y progesterona en el tumor. Los tumores que son positivos para receptores de estrógenos y negativos para receptores de progesterona tienen una tasa de respuesta ~30%. Los tumores que son positivos para ambos tipos de tumores tienen una tasa de respuesta ~70%. Si están ausentes ambos tipos de receptores, la tasa objetiva de respuesta es <5%. El análisis de receptores proporciona información sobre el orden correcto de los tratamientos endocrinos, a diferencia de la quimioterapia. Por su falta de toxicidad y porque algunas pacientes cuyos análisis de receptores son negativos y responden al tratamiento endocrino, debe intentarse este tipo de tratamiento en prácticamente toda paciente con cáncer mamario metastásico. En el cuadro 108-4 se resumen los posibles tratamientos endocrinos. La elección del tratamiento endocrino suele depender del perfil de toxicidad y de su disponibilidad. En la mayoría de las pacientes posmenopáusicas, el tratamiento endocrino inicial debe consistir en un inhibidor de la aromatasa, más que en tamoxifeno. Para el subgrupo de mujeres posmenopáusicas con receptores de estrógenos positivos, pero también positivas para HER2/ neu, las tasas de respuesta a los inhibidores de la aromatasa son más elevadas de forma sustancial comparadas con el tamoxifeno. Los inhibidores de la aromatasa no se utilizan en mujeres premenopáusicas porque el hipotálamo puede responder a la privación de estrógenos mediante la producción de gonadotropinas que favorecen la síntesis de estrógenos. También son eficaces los nuevos antiestrógenos “puros” que se encuentran exentos de efectos agonistas. Se han informado casos de tumores que disminuyeron su volumen en respuesta a la interrupción del tamoxifeno (al igual que a la falta de dosis farmacológicas de estrógenos). Una serie de estudios con inhibidores de la aromatasa, tamoxifeno y fulvestrant mostraron que la adición de everolimús al tratamiento hormonal puede ocasionar beneficios significativos después de la progresión con un solo fármaco endocrino. Se está analizando al everolimús (un inhibidor de mTOR) junto con fármacos endocrinos como tratamiento de primera línea y adyuvante. La formación de estrógenos endógenos puede bloquearse por análogos de la hormona libe- CUADRO 1084 Endocrinoterapia contra cáncer de mama Terapia Comentarios Castración Quirúrgica Agonistas de LHRH Para premenopáusicas Antiestrógenos Útiles en premenopáusicas y posmenopáusicasa Respuestas en pacientes resistentes a tamoxifeno y a inhibidores de aromatasaa Suprarrenalectomía, quirúrgica Rara vez se utiliza como terapia de segunda línea Inhibidores de aromatasa Poca toxicidad; en la actualidad son productos de primera línea contra enfermedad metastásicaa Progestágenos en altas dosis Por lo común constituye un producto de cuarta línea después de los inhibidores de aromatasa, tamoxifeno y fulvestrant Hipofisectomía Rara vez se utiliza Andrógenos o estrógenos adi- Posibles terapias de cuarta línea, potencialtivos mente tóxicos Tamoxifeno Antiestrógenos “puros” a Considérese repetir el tratamiento con everolimús en combinación cuando exista progresión de la enfermedad. Abreviatura: LHRH, hormona liberadora de hormona luteinizante (luteinizing hormone-releasing hormone). radora de hormona luteinizante en mujeres premenopáusicas. También pueden ensayarse tratamientos endocrinos aditivos, como el de progestágenos, estrógenos y andrógenos en las pacientes que responden al tratamiento endocrino inicial; se desconoce el mecanismo de acción de estas formas terapéuticas. Sin embargo, las pacientes que responden a un primer tratamiento endocrino tienen al menos una probabilidad de 50% de responder a un segundo tratamiento de ese tipo. No es infrecuente que las pacientes respondan a dos o tres tratamientos endocrinos secuenciales; sin embargo, los tratamientos endocrinos combinados no parecen ser superiores a los fármacos en monoterapia, y las combinaciones de quimioterapia y tratamiento endocrino no son útiles. La mediana de supervivencia de las pacientes con enfermedad metastásica es cercana a dos años, aunque muchas de ellas, en especial las personas de edad avanzada o con enfermedad hormonodependiente, responden al tratamiento endocrino durante tres a cinco años o más. Quimioterapia A diferencia de otros tumores malignos de origen epitelial, el cáncer de mama responde a varios fármacos quimioterapéuticos como antraciclinas, alquilantes, taxanos y antimetabolitos. Se han encontrado múltiples combinaciones de estos medicamentos que mejoran hasta cierto punto las tasas de respuesta, pero han ejercido un escaso impacto sobre la duración de la respuesta o la supervivencia. La elección entre las combinaciones depende con frecuencia de si se administró quimioterapia complementaria y, en caso afirmativo, de qué tipo. Aunque las pacientes tratadas con los protocolos complementarios con ciclofosfamida, metotrexato y fluorouracilo (protocolos CMF) pueden responder más tarde a la misma combinación en un contexto de enfermedad metastásica, la mayoría de los oncólogos utilizan fármacos a los cuales las pacientes no se han expuesto anteriormente. Una vez que las pacientes progresan después de un tratamiento con varios fármacos, lo más frecuente es continuar el tratamiento con monoterapia. Dada la importante toxicidad de gran parte de los fármacos, el uso de un único medicamento minimiza este efecto y evita a la paciente la exposición a fármacos que tendrían escaso valor. No se ha demostrado que sea útil algún método para escoger los fármacos más eficaces para una mujer en particular. La mayoría de los oncólogos utilizan una antraciclina o paclitaxel tras el fracaso del tratamiento inicial. Sin embargo, la elección debe equilibrarse respecto a las necesidades individuales. Los datos de un estudio con asignación al azar han sugerido que el docetaxel pudiera ser superior al paclitaxel. Es promisoria una presentación de nanopartículas de este último fármaco. El uso de un anticuerpo humanizado frente a erbB2 (trastuzumab [Herceptin]) combinado con paclitaxel puede mejorar la tasa de respuesta y la supervivencia en las mujeres cuyos tumores metastásicos expresan cantidades excesivas de erbB2. Un novedoso conjugado de anticuerpos (ADC), que une trastuzumab con un fármaco citotóxico, se aprobó para el tratamiento de cáncer mamario positivo para HER2. La magnitud de la prolongación de la supervivencia es poca en pacientes con enfermedad metastásica. De la misma forma, el uso de bevacizu- mab ha mejorado la tasa de respuestas y la duración de la respuesta al paclitaxel. También se ha observado respuesta objetiva en pacientes tratadas previamente con gemcitabina, alcaloides de la vinca, capecitabina, vinorelbina y etoposido oral, así como una nueva clase de fármacos, las epotilonas. Existen pocos estudios clínicos comparativos de un fármaco frente a otro en la enfermedad metastásica. Es un hecho triste que las elecciones a menudo respondan a estrategias enérgicas de comercialización de nuevos fármacos muy costosos que no han demostrado ser superiores a otros fármacos genéricos. Los fármacos con platino se han utilizado más a menudo en situaciones de enfermedad avanzada y como tratamiento adyuvante para algunos cánceres mamarios, en particular para aquellos con subtipo “triple negativo”. QUIMIOTERAPIA DE ALTAS DOSIS, LO QUE INCLUYE TRASPLANTE AUTÓLOGO DE MÉDULA ÓSEA Este trasplante combinado con altas dosis de un solo fármaco puede producir respuestas objetivas incluso en pacientes con tratamiento previo intensivo. Sin embargo, rara vez tales respuestas son duraderas y no altera la evolución clínica de la mayor parte de los pacientes con enfermedad metastásica avanzada. CÁNCER DE MAMA NO INVASIVO El cáncer de mama se desarrolla como una serie de cambios moleculares en las células epiteliales, que ocasiona una conducta cada vez más maligna. El incremento en el uso de la mamografía ha llevado a diagnósticos más frecuentes de cáncer de mama no invasivo. Estas lesiones se incluyen en dos grupos: carcinoma ductal in situ (DCIS, ductal carcinoma in situ) y carcinoma lobulillar in situ (neoplasia lobulillar). El tratamiento de ambos es motivo de controversia. Carcinoma ductal in situ La proliferación de células epiteliales mamarias en los conductos se conoce como DCIS. La hiperplasia típica puede ser difícil de diferenciar de la DCIS. Al menos una tercera parte de pacientes con DCIS no tratado desarrollará cáncer mamario invasor en los cinco años siguientes. Sin embargo, muchas decisiones de DCIS de baja malignidad no parecen progresar a lo largo de los años; por tanto, muchas pacientes reciben tratamiento excesivo. Por desgracia, no existen métodos fiables para diferenciar a las pacientes que requieren tratamiento de aquellas que pueden someterse con seguridad a observación. Por varios años, el tratamiento estándar para esta enfermedad fue la mastectomía. Sin embargo, el tratamiento de esta enfermedad con mastectomía parcial y radioterapia permite supervivencias tan buenas como las del cáncer de mama tratado mediante mastectomía. En un estudio clínico con asignación al azar, la combinación de cirugía amplia más irradiación en el DCIS produjo una disminución sustancial de la tasa de recidiva local cuando se comparó con la extirpación amplia con bordes quirúrgicos negativos. Hasta la fecha, la supervivencia es idéntica en las dos ramas del ensayo. Desgraciadamente, en ningún estudio se ha comparado ninguno de estos dos procedimientos con la mastectomía. La adición de tamoxifeno a cualquiera de las formas de tratamiento quirúrgico o radioterapéutico del DCIS mejora los resultados. No se dispone de datos acerca de los inhibidores de aromatasa en esta situación. Varias características pronósticas pueden ayudar a identificar a las pacientes con alto riesgo de recidiva local tras la mastectomía parcial sola o con radioterapia. Entre ellas se cuentan la enfermedad extensa, <40 años, características citológicas como la presencia de necrosis, un alto grado nuclear y el subtipo de comedocarcinoma con sobreexpresión de erbB2. Algunos datos sugieren que una extirpación adecuada, asegurándose con todo cuidado de que los bordes no presentan infiltración tumoral en el estudio anatomopatológico, conlleva una baja tasa de recidiva. Cuando esta intervención se combina con radioterapia, la recidiva (que suele producirse en el mismo cuadrante) se observa con una frecuencia de 10% o menos. Dado que 50% de estas recidivas son invasivas, cerca de 5% evolucionarán a cáncer de mama invasivo. En estas pacientes es de esperar una mortalidad cercana a 1%, cifra que se aproxima a la del DCIS tratado mediante mastectomía. Aunque no se ha demostrado formalmente la validez de este razonamiento, en la actualidad parece prudente recomendar que aquellas pacientes que se deciden por la preservación de la mama y en las cuales el DCIS parece estar razonablemente localizado, se traten mediante la cirugía adecuada, con una valoración anatomopatológica meticulosa, seguida de irradiación de la mama y tamoxifeno. En las pacientes con DCIS localizado no es necesaria la disección de los ganglios linfáticos axilares. La decisión del tratamiento es más controvertida cuando existe algún grado de infiltración. Por la probabilidad significativa de afección de los ganglios linfáticos axilares (10 a 15%) incluso cuando la lesión primaria muestra sólo invasión microscópica, es prudente realizar biopsia de al menos un ganglio linfático centinela para toda paciente con algún grado de invasión. El tratamiento adicional depende de la presencia de diseminación de la enfermedad a los ganglios linfáticos. Neoplasia lobulillar La proliferación de células malignas en los lobulillos se conoce como neoplasia lobulillar. Casi 30% de las pacientes sometidas a escisión local adecuada de la lesión desarrollan cáncer de mama (por lo general carcinoma ductal invasivo) en los siguientes 15 a 20 años. Los cánceres ipsolaterales y contralaterales tienen la misma frecuencia. Por tanto, la neoplasia lobulillar puede ser una lesión premaligna que sugiere un riesgo elevado de cáncer mamario subsiguiente, más que una forma de cáncer por sí misma y el tratamiento enérgico local parece ser Cáncer de mama PREVENCIÓN DEL CÁNCER DE MAMA Las mujeres con un cáncer mamario se encuentran en riesgo de desarrollar cáncer en la mama contralateral a una tasa cercana a 0.5% por año. Cuando se les administra tamoxifeno o un inhibidor de la aromatasa como tratamiento equivalente, se reduce la tasa de desarrollo de cáncer en la mama contralateral. En otros tejidos del cuerpo, el tamoxifeno posee efectos análogos a los estrógenos, que son potencialmente beneficiosos. Entre ellos figuran la preservación de la densidad mineral ósea y el descenso del colesterol a largo plazo. Sin embargo, el tamoxifeno posee efectos en el útero análogos a los de los estrógenos, lo cual incrementa el riesgo de cáncer uterino (incidencia de 0.75% tras el tratamiento con tamoxifeno durante cinco años). Dicho fármaco también aumenta el riesgo de cataratas. En el Breast Cancer Prevention Trial (BCPT) se ha observado una reducción mayor de 49% en la incidencia de cáncer de mama en las mujeres con un riesgo de por lo menos 1.66% y que tomaron tamoxifeno durante cinco años. El raloxifeno ha dado lugar a cifras similares en la prevención del cáncer de mama, pero puede producir efectos diferentes sobre el hueso y el corazón. Ambos fármacos están siendo comparados en un ensayo clínico de prevención prospectivo con asignación al azar (el ensayo clínico STAR). Estos fármacos son similares para evitar el cáncer de mama, y el raloxifeno presenta menos problemas tromboembólicos y cánceres de endometrio; sin embargo, este último fármaco no disminuye la frecuencia de cánceres no invasores con la misma eficacia que el tamoxifeno y por ello no se ha podido afirmar su superioridad. En fecha reciente se demostró que el modulador selectivo de los receptores a estrógenos (SERM, selective estrogen receptor modulator), lasofoxifeno, reduce los episodios cardiovasculares además del cáncer mamario y las fracturas, por lo que es recomendable seguir los estudios de este fármaco. También es importante recordar que la prevención del cáncer mamario contralateral en las mujeres con diagnóstico de cáncer constituye un sustitutivo razonable de la prevención del cáncer mamario, puesto que en dicho caso se trata de un segundo cán- 531 CAPÍTULO 108 CÁNCER MAMARIO EN ETAPA III Entre 10 y 25% de los pacientes acuden al momento del diagnóstico con enfermedad localmente avanzada o cáncer mamario en etapa III. Muchos de estos cánceres son técnicamente operables, mientras que otros, en particular los cánceres con afección de la pared torácica, cánceres mamarios inflamatorios o cánceres con grandes acumulaciones de ganglios linfáticos axilares no pueden tratarse con cirugía de manera inicial. Aunque no existen estudios clínicos con asignación al azar que hayan demostrado beneficios en la supervivencia para los tratamientos neoadyuvantes en comparación con el tratamiento adyuvante, este método ha ganado gran aceptación. Más de 90% de las pacientes con cáncer mamario avanzado muestran una respuesta parcial o mejor a los tratamientos quimioterapéuticos con múltiples fármacos que incluyen una antraciclina. La administración inicial de este tratamiento reduce la enfermedad voluminosa y con frecuencia hace a la paciente apta para cirugía de rescate, para radioterapia o ambas. Estas pacientes deben tratarse en clínicas con múltiples modalidades terapéuticas para coordinar la cirugía, radioterapia y quimioterapia general. Tales métodos producen supervivencia sin enfermedad a largo plazo en casi 30 a 50% de las pacientes. El tratamiento neoadyuvante también representa un tiempo ideal para valorar la eficacia de tratamientos novedosos, porque los efectos sobre el tumor pueden valorarse de manera directa. cer primario, no de una recurrencia. A este respecto, los inhibidores de la aromatasa son mucho más efectivos que el tamoxifeno; sin embargo, no han sido aprobados para la prevención primaria del cáncer mamario. Es incomprensible que los fármacos con el perfil de seguridad del raloxifeno, que reduce 50% el cáncer mamario además de evitar las fracturas osteoporóticas, todavía se receten tan poco. Estos fármacos deben ofrecerse más a menudo a las mujeres de lo que en realidad se hace. 532 poco razonable. La mayor parte de las pacientes deben recibir tratamiento con un SERM o un inhibidor de la aromatasa (para mujeres posmenopáusicas) por cinco años y vigilarse una vez por año con mamografía y cada seis meses con exploración física. El análisis molecular adicional de estas lesiones puede diferenciar a las pacientes con riesgo de avance, que requieren tratamiento adicional de aquellas en las que es apropiado un simple seguimiento. PARTE 7 Oncología y hematología CÁNCER DE MAMA EN EL VARÓN La frecuencia relativa de cáncer de mama en los varones respecto de las mujeres es de 1:150; en 2006, 1 720 varones presentaron cáncer de mama. Se presenta en forma de un nódulo unilateral en la mama y es frecuente que no se diagnostique pronto. Dada la menor cantidad de tejidos blandos y la naturaleza inesperada del problema, son algo más comunes las presentaciones localmente avanzadas. Cuando se compara el cáncer de mama del varón y el de la mujer según la edad y el estadio, el pronóstico global es idéntico. Aunque la ginecomastia puede ser al principio unilateral o asimétrica, cualquier tumoración unilateral en un varón de más de 40 años es objeto de un estudio cuidadoso que incluye la biopsia. Por otra parte, el desarrollo mamario bilateral y simétrico rara vez representa un cáncer de mama y casi invariablemente es consecuencia de una enfermedad endocrina o de un efecto farmacológico. Sin embargo, es necesario tener presente que el riesgo de cáncer es mucho más alto en los varones con ginecomastia; en tales pacientes, una asimetría macroscópica de las mamas debe suscitar la sospecha de cáncer. El cáncer de mama del varón se trata más adecuadamente mediante mastectomía y disección de ganglios linfáticos axilares o SLNB. Los pacientes con enfermedad localmente avanzada también deben recibir radioterapia. Cerca de 90% de los cánceres de mama del varón son portadores de receptores de estrógenos y cerca de 60% de los casos con metástasis responden a tratamiento endocrino. No existen estudios clínicos con asignación al azar que analicen el tratamiento complementario en el cáncer de mama del varón. Dos experiencias históricas sugieren que la enfermedad responde bien al tratamiento complementario general y, si no está contraindicado farmacológicamente, se deberían aplicar en los varones los mismos criterios de tratamiento complementario que en las mujeres. Las zonas de recidiva y el espectro de respuesta a los fármacos quimioterapéuticos son prácticamente idénticos en el cáncer de mama en ambos sexos. VIGILANCIA DE LAS PACIENTES CON CÁNCER DE MAMA Pese a la existencia de técnicas de imágenes costosas y refinadas, y de una amplia gama de marcadores tumorales séricos, en ningún estudio se ha demostrado que la supervivencia esté influida por el diagnóstico precoz de la recidiva. Las guías básicas del seguimiento se resumen en el cuadro 108-5. Pese al apremio de los pacientes y sus familiares, no se recomienda llevar a cabo de forma sistemática tomografías computarizadas u otros estudios de imagen. CUADRO 1085 Guías básicas para la vigilancia del cáncer de mama Prueba 109 Cánceres del tubo digestivo alto Robert J. Mayer Los cánceres del tubo digestivo alto incluyen aquellos que se originan en el esófago, estómago e intestino delgado. CÁNCER ESOFÁGICO INCIDENCIA Y ETIOLOGÍA El cáncer esofágico es cada vez más común; su naturaleza es en extremo letal. En el 2014 se diagnosticó en 18 170 estadounidenses y ocasionó 15 450 muertes. Casi todos los cánceres esofágicos son carcinomas epidermoides, adenocarcinomas; los dos subtipos histológicos tienen presentación clínica similar, pero diferentes factores causales. En todo el mundo, el carcinoma epidermoide es el tipo más común, con una incidencia que tiene notable asociación con su ubicación geográfica. Ocurre en las regiones que se extienden desde la costa del sur del mar Caspio en el extremo oriental, hasta el norte de China en el este, abarcando regiones de Irán, Asia central, Afganistán, Siberia y Mongolia. Se ha observado incremento en el riesgo familiar en regiones con elevada incidencia, aunque no se han definido asociaciones genéticas. La incidencia elevada en determinadas regiones también está presente en ubicaciones dispares como Finlandia, Islandia, Curazao, sureste de África y noroeste de Francia. En Norteamérica y en Europa occidental la enfermedad es más común en individuos de raza negra que en caucásicos y más en varones que en mujeres; se presenta más a menudo después de los 50 años de edad y parece estar relacionada con un nivel socioeconómico bajo. Tales cánceres por lo general se originan de las porciones cervical y torácica del esófago. Se han implicado factores causales diversos en el desarrollo de carcinomas epidermoides del esófago (cuadro 109-1). En Estados Unidos, las causas de tales cánceres tienen relación primaria con el consumo excesivo de alcohol, con el tabaquismo o ambos. El riesgo relativo aumenta con la cantidad de cigarrillos o de alcohol consumidos y estos factores actúan de manera sinérgica. Al parecer, el consumo de whisky provoca una frecuencia más alta que el de vino o cerveza. El carcinoma epidermoide de esófago se ha relacionado también con la ingestión de nitritos, los opiáceos fumados, las toxinas de ciertos hongos en verduras y hortalizas en conserva, así como con la lesión de la mucosa producida por agresiones de naturaleza física como el contacto prolongado con té muy caliente, la ingestión de lejía, las estenosis inducidas por radiación y la acalasia crónica. La presencia de un anillo esofágico, aunada a glositis y ferropenia (es decir, el síndrome de Plummer-Vinson o de Paterson-Kelly) y a hiperqueratosis congénita con callosidad de las palmas y plantas (es decir, queratosis palmoplantar) se Frecuencia Recomendado Anamnesis; provocación de síntomas; exploración física Cada 3-6 meses durante 3 años; cada 6-12 meses durante 2 años; después, anualmente Autoexploración de la mama Mensualmente Mamografía Anualmente Exploración pélvica Una vez por año (en particular para pacientes con SERM) Instrucción de la paciente acerca Progresivamente de los síntomas de recidiva Coordinación de la asistencia Progresivamente No recomendado Biometría hemática completa Bioquímica sérica Radiografías de tórax Gammagrafía ósea Ecografía hepática Tomografía computarizada torácica, abdominal o pélvica Marcador tumoral CA 15-3, CA 27-29 CEA Abreviaturas: CEA, antígeno carcinoembrionario; SERM, modulador selectivo de los receptores a estrógenos. Fuente: Recommended Breast Cancer Surveillance Guidelines, ASCO Education Book, Fall, 1997. CUADRO 1091 Algunos factores etiológicos relacionados con el cáncer epidermoide de esófago Consumo excesivo de alcohol Tabaquismo Otros cancerígenos consumidos Nitratos (convertidos en nitritos) Opiáceos fumados Toxinas micóticas en verduras y hortalizas en conserva Lesión de la mucosa por factores físicos Té caliente Ingestión de lejía Estenosis por radiación Acalasia crónica Predisposición del hospedador Membrana esofágica con glositis y ferropenia (es decir, Plummer-Vinson o Paterson-Kelly) Hiperqueratosis congénita y callosidad de palmas y plantas (es decir, queratosis palmoplantar) ¿Deficiencia alimenticia de molibdeno, cinc, vitamina A? CUADRO 1092 Algunos factores etiológicos relacionados con el adenocarcinoma de esófago Reflujo gastroesofágico crónico Obesidad Esófago de Barrett Sexo masculino Tabaquismo DIAGNÓSTICO Los intentos de detección endoscópica y citológica para carcinoma en pacientes con esófago de Barrett, pese a que son eficaces como mecanismo de detección de displasia de alta malignidad, no han demostrado reducir la probabilidad de muerte por adenocarcinoma esofágico. Debe realizarse esofagoscopia en todo paciente en quien se sospeche una anomalía esofágica, para visualizar e identificar un tumor y también para obtener confirmación histopatológica del diagnóstico. Como la población de personas en riesgo de carcinoma epidermoide de esófago (fumadores y alcohólicos) también tiene altas tasas de cáncer de pulmón y cabeza y cuello, debe llevarse a cabo inspección endoscópica de la laringe, tráquea y bronquios. CÁNCER ESOFÁGICO El pronóstico para pacientes con carcinoma esofágico es malo. Casi 10% de los pacientes sobreviven cinco años después del diagnóstico; así, el tratamiento es sintomático. La resección quirúrgica de todo tumor macroscópico (resección total) sólo es factible en 45% de los casos y a menudo se encuentran células tumorales residuales en los bordes quirúrgicos. Tales esofagectomías se han relacionado con tasas de mortalidad posoperatoria cercanas de 5% por fístulas anastomóticas, abscesos subdiafragmáticos y complicaciones cardiopulmonares. Aunque continúa el debate respecto a los beneficios comparativos de las resecciones transtorácicas frente a las del tipo transhiatal, en la actualidad los cirujanos torácicos expertos favorecen la esofagectomía por cirugía transtorácica de mínima invasión. Se han examinado las resecciones endoscópicas de las células cancerosas epidermoides superficiales o adenocarcinomas, pero se ha demostrado que son similares en cuanto a la probabilidad de supervivencia en comparación con procedimientos quirúrgicos convencionales. De la misma forma, se desconoce la utilidad de la extirpación quirúrgica endoscópica de las lesiones displásicas en una región del esófago de Barrett para reducir la mortalidad subsiguiente por carcinoma esofágico. Algunos expertos han recomendado la cirugía de fundoplicatura (es decir, la eliminación de la unión gastroesofágica) como mecanismo para la prevención de cáncer en pacientes con esófago de Barrett; no se cuenta con datos disponibles para valorar por completo los riesgos y los beneficios de este procedimiento con penetración corporal. Casi 20% de los pacientes que sobreviven a la resección quirúrgica total viven por cinco años. La valoración de los quimioterapéuticos en pacientes con carcinoma esofágico se ha dificultado por la ambigüedad en la definición de “respuesta” y por la condición física debilitada de muchos individuos que reciben tratamiento, en particular aquellos con carcinomas epidermoides. No obstante, se han reportado reducciones significativas en el tamaño de tumoraciones mensurables en 15 a 25% de los pacientes que reciben tratamiento con un solo fármaco y en 30 a 60% de los pacientes tratados con combinaciones farmacológicas que incluyen cisplatino. En un pequeño subgrupo de pacientes cuyos tumores expresan de manera excesiva el gen HER2/neu, la adición de trastuzumab, un anticuerpo monoclonal, parece incrementar la probabilidad de beneficio, en particular en pacientes con lesiones gastroesofágicas. El uso de bevacizumab, un fármaco antiangiogénico, parece ser de utilidad limitada en casos de cáncer esofágico. La quimioterapia en combinación con radioterapia como tratamiento inicial, ya sea solo o seguido de un intento de resección quirúrgica, parece ser beneficiosa. Cuando se administra junto con la radioterapia, la quimioterapia produce mejores resultados en la supervivencia que la radioterapia sola. El uso de quimioterapia preoperatoria y radioterapia seguida de resección esofágica parece prolongar la supervivencia en comparación con la cirugía sola, de acuerdo con varios estudios clínicos con asignación al azar y metaanálisis; algunos reportes sugieren que no se obtienen beneficios adicionales cuando se añade la cirugía si se logró una reducción significativa del tamaño del tumor por la combinación con quimiorradioterapia. Para pacientes con cánceres incurables, no susceptibles de resección quirúrgica con cáncer esofágico, los principales problemas consisten en disfagia, desnutrición y tratamiento de las fístulas traqueoesofágicas. Los métodos de tratamiento paliativo incluyen dilatación endoscópica repetida, colocación quirúrgica de gastrostomía o yeyunostomía para hidratación y alimentación, colocación endoscópica de una endoprótesis metálica expansible y radioterapia. Cánceres del tubo digestivo alto MANIFESTACIONES CLÍNICAS Cerca de 5% de las neoplasias malignas de esófago se desarrollan en el tercio superior (esófago cervical), 20% en el tercio medio y 75% en el tercio distal. Los carcinomas epidermoides y adenocarcinomas de esófago no se pueden distinguir en las radiografías o estudios endoscópicos. Los síntomas iniciales en la inmensa mayoría de los pacientes son disfagia progresiva y pérdida de peso de corta duración. Al principio, la disfagia es para alimentos sólidos y avanza de manera gradual hasta incluir semisólidos y líquidos. Una vez que se desarrollan estos síntomas, la enfermedad suele ser incurable puesto que los problemas de la deglución surgen cuando el cáncer ha infiltrado >60% de la circunferencia esofágica. La disfagia se acompaña de dolor durante la deglución (odinofagia), dolor irradiado al pecho o la espalda, regurgitación o vómito y neumonía por aspiración. La enfermedad se disemina sobre todo hacia los ganglios linfáticos vecinos y supraclaviculares, así como al hígado, pulmones, pleura y hueso. Pueden desarrollarse fístulas traqueoesofágicas, sobre todo en pacientes con tumores de las porciones superior y media del esófago. Al igual que con otros carcinomas epidermoides, puede ocurrir hipercalcemia en ausencia de metástasis óseas, tal vez a partir del péptido relacionado con la hormona paratiroidea de las células tumorales (cap. 121). TRATAMIENTO 533 CAPÍTULO 109 ha relacionado con cáncer esofágico epidermoide, al igual que la deficiencia alimenticia de molibdeno, cinc y vitamina A. Los individuos con cáncer de cabeza y cuello tienen mayor riesgo de padecer cáncer esofágico epidermoide. Por razones que no han sido aclaradas, la frecuencia del carcinoma epidermoide de esófago ha disminuido en las poblaciones estadounidenses de razas negra y caucásica durante los últimos 40 años, mientras que la frecuencia de adenocarcinoma ha aumentado siete tantos, sobre todo en varones caucásicos (proporción varón-mujer 6:1). Mientras que los carcinomas epidermoides representaban la mayor parte de cánceres esofágicos en Estados Unidos hace 40 a 50 años, hoy en día más de 75% de los tumores esofágicos son adenocarcinomas con incremento continuo de la incidencia de este subtipo histológico. La comprensión de las causas para este incremento es motivo de investigación. Varias asociaciones etiológicas fuertes se han observado para el desarrollo del adenocarcinoma esofágico (cuadro 109-2). Tales tumores se originan del esófago distal en asociación con reflujo gástrico crónico, a menudo en presencia de esófago de Barrett (sustitución del epitelio escamoso normal en la porción distal del esófago por mucosa columnar), lo que ocurre más a menudo en individuos obesos. Los adenocarcinomas se originan en el epitelio cilíndrico clásico en el esófago distal. Incluso antes de que se detecte una neoplasia franca, se encuentra aneuploidia y mutaciones p53 en el epitelio displásico. Estos adenocarcinomas tienen comportamiento clínico similar al adenocarcinoma gástrico, aunque no tienen relación con infecciones por Helicobacter pylori. Casi 15% de los adenocarcinomas esofágicos expresan de manera excesiva el gen HER2/neu. También es obligada la exploración detallada del fondo del estómago (por retroflexión del endoscopio). La extensión de la diseminación tumoral al mediastino y ganglios linfáticos paraaórticos debe valorarse por tomografía computarizada (CT, computed tomography) de tórax y abdomen, y por ecografía endoscópica. La tomografía por emisión de positrones (PET, positron emission tomography) proporciona una valoración útil de la presencia de enfermedad metastásica distante, lo que ofrece información precisa con respecto a la diseminación a ganglios linfáticos mediastínicos, lo cual puede ser de utilidad para definir el campo de radioterapia. Las imágenes obtenidas con PET, cuando se realizan de manera secuencial parecen proporcionar un método para marcar la valoración inicial y la respuesta a la quimioterapia preoperatoria. 534 TUMORES GÁSTRICOS ADENOCARCINOMA GÁSTRICO Incidencia y epidemiología Por razones poco claras, la incidencia y las tasas de mortalidad por cáncer gástrico han disminuido en Estados Unidos durante los últimos 80 años, aunque la enfermedad permanece como la segunda causa de muerte relacionada con cáncer en el mundo. La tasa de mortalidad por cáncer gástrico en Estados Unidos ha disminuido en varones de 28 a 5.8 por 100 000 personas, mientras que en las mujeres disminuyó de 27 a 2.8 por 100 000 personas. No obstante, en el año 2014 se diagnosticaron 22 220 nuevos casos de cáncer gástrico en Estados Unidos y 10 990 estadounidenses fallecieron por la enfermedad. Aunque la incidencia de cáncer gástrico ha disminuido en todo el mundo, permanece muy elevada en regiones geográficas tan dispares como Japón, China, Chile e Irlanda. El riesgo de padecer cáncer gástrico es mayor en los niveles socioeconómicos inferiores. Los emigrantes de países con una frecuencia elevada a una región con una frecuencia menor conservan su predisposición a padecer cáncer gástrico, mientras que el riesgo de sus descendientes se aproxima más al del país de inmigración. Estos datos sugieren que el cáncer gástrico está ligado al contacto con algún factor ambiental durante las primeras etapas de la vida y los factores más probables son los cancerígenos de los alimentos. PARTE 7 Oncología y hematología Anatomía patológica Cerca de 85% de las neoplasias malignas gástricas corresponde a adenocarcinomas, mientras que 15% restante lo componen linfomas y tumores de células del estroma gastrointestinal (GIST, gastrointestinal stromal tumors) y leiomiosarcomas. Los adenocarcinomas gástricos se subdividen en dos grupos: un tipo difuso en el cual no existe cohesión celular, de manera que las células aisladas infiltran y aumentan el espesor de la pared gástrica sin formar un tumor bien delimitado, y un tipo intestinal, que se caracteriza por la presencia de células neoplásicas cohesivas que forman estructuras tubulares similares a glándulas. Los carcinomas difusos son más frecuentes en los pacientes más jóvenes, se forman por todo el estómago, incluido el cardias, provocan pérdida de la elasticidad de la pared gástrica (la denominada linitis plástica o aspecto de “bota de cuero”) y tienen un pronóstico más sombrío. Las neoplasias malignas difusas tienen una adhesión intercelular deficiente, sobre todo por la falta de expresión de E-caderina. Las lesiones de tipo intestinal suelen ser ulceradas, son más frecuentes en el antro y la curvatura menor del estómago y a menudo preceden a cambios precancerosos prolongados, a menudo iniciados por Helicobacter pylori. Aunque la frecuencia del carcinoma difuso es similar en numerosas poblaciones, la variedad intestinal tiende a predominar en las regiones geográficas de alto riesgo mencionadas antes y es menos probable en las zonas en las que está disminuyendo la frecuencia de cáncer gástrico. Por tanto, en el origen de estos dos subtipos participan uno o varios factores causales diferentes. En Estados Unidos, ~30% de las neoplasias malignas gástricas se origina en la porción distal del estómago. Cerca de 20% de estos tumores surge en la parte media del estómago, mientras que casi 40% se origina en el tercio proximal. El restante 10% abarca al estómago completo. Etiología Al parecer el riesgo aumenta con el consumo prolongado y abundante de nitratos en los alimentos desecados, ahumados y salados. Se CUADRO 1093 Bacterias convertidoras de nitratos como factor en la génesis del carcinoma gástricoa Fuentes exógenas de bacterias convertidoras de nitratos: Alimentos contaminados por bacterias (más frecuentes en las clases socioeconómicas inferiores, que tienen una frecuencia mayor de la enfermedad; disminuye con la mejor conservación y refrigeración de los alimentos) Infección por Helicobacter pylori Factores endógenos que favorecen el crecimiento intragástrico de las bacterias convertidoras de nitratos Disminución de la acidez gástrica Cirugía gástrica previa (antrectomía) (periodo de latencia de 15-20 años) Gastritis atrófica y anemia perniciosa ¿Exposición prolongada a antagonistas de los receptores H2 de la histamina? a Hipótesis: los nitratos de la dieta son convertidos en nitritos cancerígenos por las bacterias. cree que las bacterias convierten a los nitratos en nitritos cancerígenos (cuadro 109-3). Algunas de estas bacterias proceden de una fuente exógena por el consumo de alimentos parcialmente descompuestos, lo que sucede a menudo entre las clases de nivel socioeconómico más bajo de todo el mundo. Las bacterias como H. pylori pueden contribuir a este efecto al causar gastritis atrófica inflamatoria crónica, pérdida de la acidez gástrica y al favorecer la proliferación bacteriana en el estómago. Aunque el riesgo de desarrollar cáncer gástrico parece ser seis veces más elevado en personas infectadas por H. pylori, aún se desconoce si la erradicación de la bacteria después de que ha ocurrido la infección en realidad reduce este riesgo. Puede ocurrir pérdida de la acidez cuando las células productoras de ácido del antro gástrico son eliminadas por medios quirúrgicos para controlar la enfermedad ulcerosa péptica benigna o cuando en personas de edad avanzada ocurre aclorhidria, gastritis atrófica e incluso anemia perniciosa. Varios estudios endoscópicos gástricos en pacientes con gastritis atrófica han documentado la sustitución de la mucosa gástrica habitual por células de tipo intestinal. Este proceso de metaplasia intestinal puede ocasionar atipia celular y finalmente neoplasias. Como la disminución de la incidencia de cáncer gástrico en Estados Unidos refleja principalmente una reducción en las lesiones distales, ulcerosas de tipo intestinal, es concebible que la mejor conservación de los alimentos y la disponibilidad de refrigeración para todas las clases socioeconómicas haya disminuido la ingestión dietética de bacterias exógenas. H. pylori no se ha relacionado con una forma difusa, más proximal de carcinoma gástrico o con cánceres que se originen en la unión gastroesofágica o en la porción distal del esófago. Casi 10 a 15% de los adenocarcinomas que se desarrollan en la región proximal del estómago, en la unión gastroesofágica y la porción distal del esófago expresan de manera excesiva el gen HER2/neu; los individuos cuyos tumores muestran esta expresión excesiva se benefician del tratamiento dirigido a dicha anomalía (p. ej., trastuzumab). El cáncer gástrico se ha vinculado con otros factores causales. Algunas neoplasias gástricas malignas al parecer son resultado de úlceras gástricas y pólipos adenomatosos, pero la información sobre la relación causa-efecto no es convincente. Es probable que la dificultad de distinguir en términos clínicos entre las úlceras gástricas benignas y los carcinomas ulcerados pequeños explique este supuesto vínculo. La presencia de una hipertrofia extrema de los pliegues gástricos (es decir, la enfermedad de Ménétrier), que da la impresión de lesiones polipoides, se ha relacionado con una frecuencia atípica de transformación maligna; sin embargo, esta hipertrofia no representa la presencia de verdaderos pólipos adenomatosos. Las personas con grupo sanguíneo A tienen una frecuencia mayor de cáncer gástrico que las personas con el grupo sanguíneo O; esta observación quizá se debe a diferencias en la secreción de la mucosa, que altera la protección de la misma contra los factores cancerígenos. También se ha relacionado una mutación de línea germinal en el gen de la E-caderina (CDH1), heredada por medio de un patrón autosómico dominante y que codifica una proteína de adhesión celular, con la mayor frecuencia de cáncer gástrico oculto en portadores asintomáticos jóvenes. Las úlceras duodenales no se relacionan con el cáncer gástrico. Manifestaciones clínicas Las neoplasias malignas gástricas, cuando son superficiales y curables por medio de cirugía, no suelen causar síntomas. Cuando el tumor crece, algunos pacientes se quejan de dolor gradual en la parte superior del abdomen cuya intensidad varía desde una sensación vaga de plenitud posprandial hasta un dolor intenso persistente. Con frecuencia se acompaña de anorexia o náusea leve, aunque no constituye un síntoma habitual. Otros pacientes manifiestan pérdida de peso y en los tumores del píloro predominan la náusea y el vómito; las lesiones del cardias provocan disfagia como síntoma principal. El cáncer incipiente no origina signos en la exploración física y la presencia de un tumor palpable en el abdomen indica en general un crecimiento prolongado y extensión regional. Los carcinomas gástricos se diseminan hacia los tejidos perigástricos por extensión directa a través de la pared gástrica y en ocasiones se adhieren a los órganos vecinos como páncreas, colon o hígado. La enfermedad se disemina también por el sistema linfático o por siembra de las superficies peritoneales. Son frecuentes las metástasis intraabdominales y en los ganglios supraclaviculares, al igual que los nódulos metastásicos en el ovario (tumor de Krukenberg), la región periumbilical (“nódulo de la hermana Mary Joseph”) o el fondo de saco peritoneal (cresta de Blumer, palpable por medio de tacto rectal o vaginal); en ocasiones también se desarrolla ascitis maligna. El hígado es el lugar más frecuente de diseminación hematógena del tumor. La presencia de anemia ferropénica en los varones y de sangre oculta en heces en ambos sexos obliga a buscar una lesión oculta en el tubo digestivo. Esta valoración minuciosa adquiere especial importancia en los pacientes con gastritis atrófica o anemia perniciosa. Otros datos clínicos poco frecuentes vinculados a los adenocarcinomas gástricos son la tromboflebitis migratoria, la anemia hemolítica microangiopática y la acantosis pigmentaria (nigricans). Diagnóstico Se ha sustituido el uso de estudios radiográficos con doble medio de contraste por la esofagogastroscopia y CT para la valoración de pacientes con síntomas epigástricos. Las úlceras gástricas identificadas durante el procedimiento endoscópico pueden tener aspecto benigno, pero se necesita la biopsia a fin de descartar malignidad. Resulta crucial identificar las úlceras gástricas malignas antes de que infiltren los tejidos circundantes, puesto que el índice de curación de las lesiones incipientes limitadas a la mucosa o submucosa es >80%. Dado que es difícil distinguir en términos clínicos o endoscópicos entre los carcinomas gástricos y los linfomas gástricos, se debe tomar una biopsia endoscópica a la mayor profundidad posible, puesto que los tumores linfoides se ubican en la submucosa. En el cuadro 109-4 se muestra la estadificación del carcinoma gástrico. CUADRO 1094 Sistema de estadificación del carcinoma gástrico Número de casos, % Supervivencia a los cinco años, % TNM Características 0 TisN0M0 Ganglios negativos; limitado a la mucosa 1 90 IA T1N0M0 Ganglios negativos; invasión de la lámina propia o la submucosa 7 59 IB T2N0M0 T1N1M0 Ganglios negativos; invasión de la muscular propia 10 44 II T1N2M0 T2N1M0 Ganglios positivos; 17 invasión que rebasa la mucosa pero por dentro de la pared 29 o bien T3N0M0 ganglios negativos; extensión a través de la pared IIIA T2N2M0 T3N1-2M0 Ganglios positivos; invasión de la muscular propia o a través de la pared 21 15 IIIB T4N0-1M0 Ganglios negativos; adhesión a los tejidos vecinos 14 9 IIIC T4N2-3M0 >3 ganglios positivos; invasión de la serosa o estructuras circundantes T3N3M0 7 o más ganglios positivos; penetra la pared sin invadir la serosa ni las estructuras adyacentes T4N2M0 Ganglios positivos: 30 adhesión al tejido circundante 3 IV o bien T1-4N0-2-M1 Metástasis a distancia Abreviaturas: ACS, American Cancer Society; TNM, tumor, ganglios, metástasis. La resección quirúrgica completa del tumor, con extirpación de los ganglios linfáticos vecinos, ofrece la única posibilidad de curación. Sin embargo, esto sólo es posible en menos de 33% de los casos. En general, el tratamiento más apropiado en los pacientes con carcinomas distales es una gastrectomía subtotal, mientras que en los tumores más proximales es necesario realizar una gastrectomía total o casi total. La disección ganglionar en estos procedimientos aumenta el riesgo de padecer complicaciones sin proporcionar una mejora significativa en la supervivencia. El pronóstico después de la resección quirúrgica completa depende del grado de infiltración del tumor en la pared gástrica, la extensión hacia los ganglios linfáticos regionales, la invasión vascular y el contenido anómalo de DNA (es decir, aneuploidia), características que se observan en la inmensa mayoría de los pacientes estadounidenses. Como consecuencia, en 25 a 30% de los individuos que se someten a la resección completa de un cáncer gástrico la probabilidad de supervivencia a los cinco años es de alrededor de 20% para los tumores distales y <10% para los tumores proximales; las recidivas continúan por lo menos durante ocho años tras la cirugía. Sin embargo, en ausencia de ascitis o de metástasis hepáticas o peritoneales extensas, se debe intentar la resección quirúrgica de la lesión primaria, incluso en los pacientes que se consideran incurables por medios quirúrgicos, puesto que el mejor tratamiento paliativo es reducir el volumen del tumor para aumentar la probabilidad de obtener beneficios con la quimioterapia, la radioterapia o ambas. En regiones de alta incidencia, como Japón y Corea, donde el uso de programas de detección endoscópica ha identificado pacientes con tumores superficiales, ha ganado aceptación el uso de la gastrectomía laparoscópica. En Estados Unidos y en Europa occidental el uso de estos métodos quirúrgicos con mínima penetración corporal son aún motivo de investigación. El adenocarcinoma gástrico es relativamente radiorresistente y para contener de manera adecuada al tumor primario se necesitan dosis de irradiación externa que superan la tolerancia de las estructuras circundantes, como la mucosa intestinal y la médula espinal. Por tanto, la aplicación principal de la radioterapia en los pacientes con cáncer gástrico se limita a disminuir el dolor. La radioterapia aislada tras la resección completa no prolonga la supervivencia. En el caso de un tumor limitado al epigastrio que no se puede resecar por medio de cirugía, los pacientes que reciben 3 500 a 4 000 cGy no viven más tiempo que otros enfermos similares no irradiados; sin embargo, la supervivencia se prolonga un poco cuando se administra 5-fluorouracilo (5-FU) más leucovorina en combinación con la radioterapia (sobrevida a tres años de 50% contra 41% para el tratamiento solo). En esta situación clínica es posible que el 5-FU actúe como radiosensibilizador. Las combinaciones de fármacos citotóxicos para los pacientes con carcinoma gástrico avanzado se asocian a respuestas parciales en 30 a 50% de los casos; al parecer ofrece beneficios significativos en aquellas personas que responden al tratamiento. Tales combinaciones farmacológicas por lo general incluyen cisplatino en combinación con epirrubicina o docetaxel y 5-FU en goteo intravenoso o capecitabina o bien, irinotecán. A pesar de las tasas de respuesta alentadoras, las remisiones completas son poco frecuentes, las respuestas parciales son transitorias y el impacto global del uso de múltiples fármacos en la terapia de supervivencia ha sido limitado; la mediana de supervivencia para los pacientes tratados de esta manera es <12 meses. Como con el adenocarcinoma esofágico, la adición de bevacizumab a la quimioterapia en el cáncer gástrico parece proporcionar un beneficio limitado. Sin embargo, son alentadores los resultados preliminares al usar otros compuestos antiangiogénicos, como el ramucirumab, en el tratamiento del cáncer gástrico. La quimioterapia adyuvante aislada después de la resección completa de un cáncer gástrico prolonga muy poco la supervivencia. Sin embargo, la quimioterapia posquirúrgica combinada con radioterapia (tratamiento perioperatorio), así como quimioterapia posoperatoria combinada con radioterapia reduce la tasa de recidiva y una supervivencia más prolongada. LINFOMA GÁSTRICO PRIMARIO El linfoma primario de estómago es relativamente poco frecuente y compone <15% de todos los tumores gástricos malignos y cerca de 2% de todos los linfomas. Sin embargo, el estómago es la ubicación extraganglionar más común de los linfomas y la frecuencia del linfoma gástrico se ha incrementado en el transcurso de los últimos 35 años. En la clínica es difícil 535 Cánceres del tubo digestivo alto Estadio ADENOCARCINOMA GÁSTRICO CAPÍTULO 109 Datos de la American Cancer Society en Estados Unidos TRATAMIENTO 536 PARTE 7 distinguir entre este trastorno y el adenocarcinoma gástrico; ambos tumores se detectan con mayor frecuencia durante el sexto decenio de la vida; se acompañan de dolor epigástrico, saciedad precoz y fatiga generalizada, y en las radiografías de aspecto endoscópico con medio de contraste caracterizadas por la presencia de úlceras con un patrón deshilachado y engrosado. El diagnóstico de linfoma gástrico se establece a veces por medio del cepillado citológico de la mucosa gástrica, pero por lo general se necesita una biopsia obtenida por gastroscopia o laparotomía. El hecho de que la biopsia gastroscópica no permita detectar un linfoma en un caso determinado no se debe considerar concluyente, puesto que las biopsias superficiales en ocasiones pasan por alto el infiltrado linfoide más profundo. La anatomía patológica macroscópica del linfoma gástrico puede simular también la del adenocarcinoma y consta de una lesión ulcerada y voluminosa situada en el cuerpo o antro, o bien de una transformación difusa que se disemina por toda la submucosa gástrica y se extiende incluso hasta el duodeno. Desde el punto de vista microscópico, la mayor parte de los tumores linfoides gástricos corresponden a linfomas de estirpe celular B. Desde el punto de vista histológico, estos tumores son linfomas superficiales bien diferenciados (de tejido linfoide asociado a las mucosas [MALT, mucosa-associated lymphoid tissue]) y linfomas muy malignos de células grandes. A semejanza del adenocarcinoma gástrico, la infección por H. pylori aumenta el riesgo de padecer linfoma gástrico en términos generales y de linfoma MALT en particular. Los linfomas de células grandes de estómago por lo general se diseminan a los ganglios linfáticos regionales (a menudo al anillo de Waldeyer) y después pueden diseminarse. TRATAMIENTO LINFOMA GÁSTRICO PRIMARIO Oncología y hematología El linfoma gástrico primario es una enfermedad mucho más fácil de tratar que el adenocarcinoma gástrico, lo que subraya la necesidad de establecer muy bien el diagnóstico. El tratamiento antibiótico para erradicar la infección por H. pylori ha dado lugar a una regresión cercana al 75% de los linfomas MALT y se debe tener en mente como posibilidad antes de la cirugía, radioterapia o quimioterapia en los pacientes con este tipo de tumor. La falta de respuesta a este tratamiento antibiótico se ha vinculado con una anomalía cromosómica específica, es decir, t(11;18). Los pacientes que responden se deben someter a un seguimiento endoscópico periódico puesto que aún no se sabe si la clona neoplásica se elimina o tan sólo se suprime. La gastrectomía subtotal, por lo general complementada con quimioterapia combinada, ha permitido lograr tasas de supervivencia a cinco años de 40 a 60% en pacientes con linfomas de alta malignidad pero circunscritos. La necesidad de realizar una cirugía mayor tampoco es clara, sobre todo en individuos con signos radiográficos preoperatorios de metástasis ganglionares, en quienes la quimioterapia por sí sola (CHOP [ciclofosfamida, doxorrubicina, vincristina y prednisona] más rituximab) constituye un tratamiento eficaz. No se ha definido la utilidad de la radioterapia, puesto que casi todas las recurrencias se desarrollan en sitios distantes. SARCOMA GÁSTRICO NO LINFOIDE Los leiomiosarcomas y GIST representan entre 1 y 3% de las neoplasias gástricas. Se ubican sobre todo en las paredes anterior y posterior del fondo gástrico y a menudo se ulceran y sangran. Incluso las lesiones de aspecto histológico benigno pueden comportarse de forma maligna. Los leiomiosarcomas rara vez invaden las vísceras adyacentes y no envían metástasis hacia los ganglios linfáticos, pero pueden diseminarse al hígado y los pulmones. El tratamiento más adecuado es la resección quirúrgica. La poliquimioterapia debe reservarse para los pacientes con enfermedad metastásica. Todos estos tumores se deben analizar para investigar si existe una mutación en el receptor de la tirosina cinasa c-kit. Los GIST no mejoran con la quimioterapia habitual; en promedio, la mitad de los pacientes exhibe una respuesta objetiva y una supervivencia prolongada cuando reciben mesilato de imatinib (400 a 800 mg diarios por vía oral), que es un inhibidor selectivo de la tirosina cinasa c-kit. Muchos individuos con GIST, cuyos tumores son resistentes a la acción del imatinib, mejoran con sunitinib o regorafenib, otro inhibidor de la tirosina cinasa c-kit. TUMORES DEL INTESTINO DELGADO Los tumores de intestino delgado comprenden <3% de las neoplasias gastrointestinales. Por su rareza y poca accesibilidad, a menudo se retrasa el diagnóstico correcto. Los síntomas abdominales suelen ser inespecíficos y mal definidos y los estudios radiográficos convencionales del tubo digestivo alto y bajo a menudo tienen aspecto normal. Debe considerarse el diagnóstico de tumores de intestino delgado en el diagnóstico diferencial en las siguientes situaciones: 1) episodios recurrentes e inexplicados de dolor abdominal cólico; 2) periodos intermitentes de obstrucción intestinal, en especial en ausencia de enfermedad intestinal inflamatoria (IBD) o de cirugía previa; 3) intususcepción en el adulto, y 4) evidencia de hemorragia renal crónica en presencia de exploración endoscópica y convencional negativa. Debe considerarse la valoración cuidadosa con bario del intestino delgado en tales circunstancias; el diagnóstico de precisión puede mejorar mediante la administración de bario a través de una sonda nasogástrica colocada en el duodeno (enteroclisis). Otro método consiste en realizar procedimientos endoscópicos con cápsula. TUMORES BENIGNOS En general, es difícil establecer la histología de los tumores benignos del intestino delgado a partir de los datos clínicos y radiográficos. La sintomatología de estos tumores es inespecífica y las manifestaciones más frecuentes son dolor, obstrucción y hemorragia. Estos tumores suelen descubrirse durante el quinto o sexto decenio de la vida y son más frecuentes en el tercio distal del intestino delgado. Los tumores benignos más frecuentes son adenomas, leiomiomas, lipomas y angiomas. Adenomas Comprenden a los tumores de células de los islotes y de las glándulas de Brunner, además de los adenomas polipoides. Los adenomas de células de los islotes se ubican en ocasiones fuera del páncreas; los síndromes asociados se describen en el capítulo 113. Los adenomas de las glándulas de Brunner no son neoplasias verdaderas sino una hipertrofia o una hiperplasia de las glándulas de la submucosa duodenal. Se presentan como pequeños nódulos en la mucosa del duodeno que secretan un moco alcalino y viscoso. Por lo general, constituyen un signo radiográfico casual, sin un cuadro clínico específico. Adenomas polipoides Cerca de 25% de los tumores benignos del intestino delgado corresponde a adenomas polipoides (cuadro 110-2). Se manifiestan en forma de pólipos únicos o, con menos frecuencia, como adenomas vellosos papilares. Como ocurre en el colon, la variedad sésil o papilar del tumor se acompaña en ocasiones de un carcinoma. Algunos pacientes con síndrome de Gardner presentan adenomas premalignos en el intestino delgado, por lo general en el duodeno. En el síndrome de Peutz-Jeghers puede haber múltiples tumores polipoides en todo el intestino delgado (a veces, también, en el estómago, colon y recto). Los pólipos suelen ser hamartomas (pólipos juveniles) con un potencial mínimo de sufrir degeneración maligna. Este trastorno, de herencia autosómica dominante, se caracteriza también por depósitos mucocutáneos de melanina, así como por tumores de ovario, mama, páncreas y endometrio. Leiomiomas Estas neoplasias se originan en el músculo liso intestinal, suelen ser intramurales y afectan a la mucosa situada por encima de ellos. Si la mucosa se ulcera se puede producir una hemorragia de tubo digestivo de gravedad variable. Es frecuente el dolor abdominal intermitente de tipo cólico. Lipomas La ubicación más frecuente de estos tumores es el tercio distal del íleon y la válvula ileocecal. Tienen un aspecto radiotransparente característico y suelen ser intramurales y asintomáticos, aunque a veces producen hemorragias. Angiomas Aunque no son verdaderas neoplasias, estas lesiones tienen importancia porque son una causa frecuente de hemorragia intestinal. Pueden adoptar la forma de telangiectasias o de hemangiomas. Se forman múltiples telangiectasias intestinales en un proceso no hereditario limitado al tubo digestivo o bien formando parte del síndrome hereditario de Osler-Rendu-Weber. Los tumores vasculares se manifiestan también como hemangiomas aislados, sobre todo en el yeyuno. La angiografía, en particular durante el episodio hemorrágico, es la técnica diagnóstica más adecuada para valorar estas lesiones. TUMORES MALIGNOS Aunque poco frecuentes, los tumores malignos del intestino delgado se desarrollan en pacientes con enteritis regional de larga evolución y celiaquía, así como en los enfermos de sida. Los tumores malignos del intestino delgado se acompañan a menudo de fiebre, pérdida de peso, anorexia, hemorragia y un tumor palpable en el abdomen. Después de los carcinomas ampollares (muchos de los cuales se originan en los conductos pancreáti- cos o biliares), los más frecuentes son los adenocarcinomas, linfomas, tumores carcinoides y leiomiosarcomas. ADENOCARCINOMAS Las neoplasias malignas primarias más frecuentes del intestino delgado son los adenocarcinomas, que representan cerca de 50% de todos los tumores malignos. Dichos tumores se desarrollan sobre todo en el tercio distal del duodeno y el tercio proximal del yeyuno, donde tienden a producir úlceras y provocar hemorragia y obstrucción. En los pacientes con enteritis regional de larga evolución se confunden con una úlcera duodenal crónica o con enfermedad de Crohn en la radiografía. La mejor forma de realizar el diagnóstico es por endoscopia y biopsia bajo visión directa. La resección quirúrgica es el tratamiento de elección, con la sugerencia de quimioterapia adyuvante posoperatoria, opciones que generalmente se siguen después del tratamiento del cáncer de colon. 537 TUMORES CARCINOIDES Los tumores carcinoides son de los tumores epiteliales más frecuentes del intestino delgado. Se originan en las células argentafines de las criptas de Lieberkühn y se ubican desde el tercio distal del duodeno hasta el colon ascendente, zonas que se derivan desde el punto de vista embrionario del intestino medio. Más de 50% de los tumores carcinoides del intestino se ubican en el íleon distal y la mayor parte se concentra cerca de la válvula ileocecal. Gran parte de los tumores carcinoides del intestino son asintomáticos y con un escaso potencial de malignización, pero pueden infiltrar y enviar metástasis con lo que provoca un síndrome carcinoide (cap. 113). LEIOMIOSARCOMA Los leiomiosarcomas son tumores grandes, a menudo de más de 5 cm de diámetro, que se pueden palpar en la exploración abdominal. Con frecuencia causan hemorragia, obstrucción o perforación. Estos tumores se deben analizar para detectar la expresión del receptor a c-kit mutante (y definir GIST) y, en presencia de metástasis, justificar el tratamiento con mesilato de imatinib o, en caso de resistencia a este fármaco, de sunitinib o regorafenib. Robert J. Mayer Los cánceres de tubo digestivo bajo incluyen tumores malignos de colon, recto y ano. CÁNCER COLORRECTAL FRECUENCIA Después del cáncer pulmonar, el cáncer de colon es la segunda causa de muerte por cáncer en Estados Unidos; en 2014 hubo 136 830 casos nuevos y 50 310 decesos se debieron a cáncer colorrectal. La frecuencia ha disminuido de forma considerable en los últimos 25 años, quizá gracias al mejoramiento de las pruebas de detección. Asimismo, la mortalidad en Estados Unidos se redujo 25%, en gran parte porque los tratamientos son mejores y la detección es más oportuna. PÓLIPOS Y PATOGENIA MOLECULAR La mayor parte de los cánceres colorrectales, sin importar su origen, se derivan de pólipos adenomatosos. Un pólipo es una protuberancia visible bajo el microscopio en la superficie de la mucosa, que se clasifica desde el punto de vista anatomopatológico en hamartoma no neoplásico (p. ej., pólipo juvenil), proliferación hiperplásica de la mucosa (pólipo hiperplásico) o pólipo adenomatoso. Sólo los adenomas son claramente precancerosos y sólo una pequeña proporción de pólipos adenomatosos evoluciona a cáncer. Es posible identificar pólipos adenomatosos en el colon de casi 30% de los adultos y 50% de los ancianos; sin embargo, menos de 1% de estas proliferaciones se torna cancerosa. Gran parte de los pólipos son asintomáticos y permanecen sin detectarse en la clínica. En menos de 5% de los pacientes con estas lesiones existe sangre oculta en heces. Se han observado varios cambios moleculares en los pólipos adenomatosos y cánceres colorrectales que parecen reflejar un proceso de múltiples pasos en la evolución de la mucosa colónica normal a un carcinoma invasor que pone en riesgo la vida. Estos cambios en el desarrollo hacia la carcinogénesis comprenden, pero no se limitan, a mutaciones puntuales en el protooncogén K-ras; hipometilación del DNA, que provoca la activación de genes; pérdida de DNA (pérdida de alelos) en el lugar de un gen supresor de tumores (el gen de la poliposis adenomatosa de colon [APC, adenomatous polyposis coli]) en el brazo largo del cromosoma 5 (5q21); Cánceres de tubo digestivo bajo 110 Cánceres de tubo digestivo bajo CAPÍTULO 110 LINFOMAS Los linfomas del intestino delgado pueden ser primarios o secundarios. El diagnóstico de linfoma intestinal primario, cuando no hay adenopatías, hepatoesplenomegalia palpables ni signos de linfoma en la radiografía de tórax, CT, frotis de sangre periférica o aspirado y biopsia de médula ósea, necesita confirmación histológica. En general se acompaña de síntomas referidos al intestino delgado y suelen acompañarse de una lesión anatómica perceptible. El linfoma secundario del intestino delgado supone la afectación de este órgano por una neoplasia linfoide que se extiende desde los ganglios linfáticos retroperitoneales o mesentéricos afectados (cap. 134). El linfoma intestinal primario representa cerca de 20% de los tumores malignos del intestino delgado. Casi todos estos tumores son linfomas no Hodgkin; suelen ser difusos, de células grandes y de origen en linfocitos T. El linfoma de intestino afecta al íleon con mayor frecuencia que al yeyuno, localización a su vez más frecuente que la duodenal; esta distribución de frecuencias guarda relación con zonas anatómicas. El riesgo de linfoma de intestino delgado es mayor en los pacientes con antecedente de haber padecido alguna enfermedad con malabsorción (p. ej., celiaquía), enteritis regional y en aquellos con función inmunitaria reducida por algún síndrome de inmunodeficiencia congénita, trasplante previo de órganos, enfermedad autoinmunitaria o sida. El desarrollo de una tumoración nodular o circunscrita que reduce la luz intestinal provoca dolor periumbilical (que aumenta con los alimentos), pérdida de peso, vómito y a veces obstrucción intestinal. El diagnóstico de linfoma de intestino delgado se puede sospechar cuando en las radiografías con contraste hay signos de infiltración y engrosamiento de los pliegues de la mucosa, nódulos mucosos, zonas con úlceras irregulares o estasis del medio de contraste. El diagnóstico se confirma con una exploración quirúrgica y la extirpación de los segmentos afectados. En algunos casos el linfoma intestinal se diagnostica por medio de una biopsia transoral de la mucosa intestinal pero, puesto que la enfermedad afecta sobre todo a la lámina propia, por lo general se necesita una biopsia quirúrgica de espesor completo de la pared intestinal. La extirpación del tumor constituye el tratamiento inicial. Tras la extirpación total, algunos pacientes reciben radioterapia posoperatoria, pero la mayoría de los especialistas prefiere administrar un tratamiento general con quimioterapia combinada durante un tiempo breve (tres ciclos). La extirpación completa del tumor no suele ser posible, ya que en el momento del diagnóstico a menudo existe diseminación intraabdominal extensa y algunas veces el tumor es multicéntrico. La probabilidad de una remisión sostenida o curación es de cerca de 75% en los pacientes con una neoplasia circunscrita, pero de alrededor de 25% en los pacientes con linfoma irresecable. En los pacientes con un tumor no extirpado, la quimioterapia puede provocar una perforación intestinal. Una variedad de linfoma de intestino delgado, que afecta de forma difusa a todo el intestino, se describió por primera vez en judíos orientales y árabes y se denomina enfermedad inmunoproliferativa del intestino delgado (IPSID, immunoproliferative small intestinal disease), linfoma mediterráneo o enfermedad de las cadenas pesadas α. Es un tumor de linfocitos B. Suele manifestarse por diarrea crónica y esteatorrea con vómito y dolor abdominal de tipo cólico; algunas veces se acompaña de acropaquia. Una característica curiosa en muchos pacientes con IPSID es la presencia en la sangre y en las secreciones intestinales de una IgA anormal que contiene una cadena α acortada y sin cadenas ligeras. Se cree que las cadenas α anómalas son resultado de las células plasmáticas que infiltran el intestino delgado. Estos pacientes evolucionan alternando periodos de exacerbaciones con remisiones; por lo general mueren por desnutrición progresiva y consunción o por un linfoma de gran malignidad. La administración de antibióticos orales como tetraciclinas es útil en las fases incipientes de la enfermedad, lo que sugiere un posible origen infeccioso. También se ha utilizado quimioterapia combinada en los estadios más avanzados de la enfermedad con resultados variables. Los resultados son mejores cuando se combinan antibióticos y quimioterapia. 538 PARTE 7 Oncología y hematología pérdida de alelos en el lugar del gen supresor de tumores ubicado en el cromosoma 18q (el gen de la delección del cáncer colorrectal [DCD, deleted in colorectal cancer]), y pérdida de alelos en el cromosoma 17p, asociado con mutaciones en el gen supresor de tumores p53 (fig. 101e-2). Así, el patrón proliferativo alterado de la mucosa del colon, que la convierte en un pólipo y después en carcinoma, quizá supone la activación de un oncogén por mutación, seguida y aunada a la pérdida de genes que por lo general suprimen la génesis tumoral. No se sabe si las aberraciones genéticas ocurren siempre en un orden definido. No obstante, según este modelo, se cree que las neoplasias se desarrollan sólo en aquellos pólipos que poseen estas mutaciones (o todas). En términos clínicos, la probabilidad de que un pólipo adenomatoso degenere en cáncer depende del aspecto macroscópico de la lesión, sus características histológicas y su tamaño. Los pólipos adenomatosos pueden ser pediculados (con tallo) o sésiles (de base plana). Los cánceres invasores son más frecuentes en los pólipos sésiles. Desde el punto de vista histológico, los pólipos adenomatosos pueden ser tubulares, vellosos (es decir, papilares) o tubulovellosos. Los adenomas vellosos, en su mayoría sésiles, se malignizan con una frecuencia tres veces mayor que los adenomas tubulares. La probabilidad de que una lesión polipoide en el intestino grueso degenere en un cáncer guarda relación con el tamaño del pólipo; es insignificante (<2%) en las lesiones menores de 1.5 cm, intermedia (2 a 10%) en las lesiones de 1.5 a 2.5 cm y alta (10%) en lesiones >2.5 cm. Tras la detección de un pólipo adenomatoso es importante analizar el intestino grueso completo por medio de endoscopia, ya que en 33% de los casos existen otras lesiones. La colonoscopia se repite de forma periódica, a pesar de no haber demostrado malignidad previa, puesto que estos pacientes tienen una probabilidad de 30 a 50% de formar otro adenoma y su riesgo de padecer un cáncer colorrectal es superior a la media. Se cree que los pólipos adenomatosos tardan más de cinco años en crecer lo suficiente como para manifestar expresión clínica; no es necesario repetir las colonoscopias con una frecuencia superior a los tres años. ETIOLOGÍA Y FACTORES DE RIESGO En el cuadro 110-1 se enumeran los factores de riesgo del cáncer colorrectal. Alimentación La causa de gran parte de los cánceres de intestino grueso parece relacionarse con factores ambientales. Es más frecuente en las personas de clase social alta que viven en zonas urbanas. Existe una relación directa entre la mortalidad por cáncer colorrectal y el consumo per cápita de calorías, proteínas de la carne, grasa y aceite del alimento, así como con la hipercolesterolemia y la mortalidad por coronariopatía. Gran parte de las variaciones geográficas relacionadas con la frecuencia no parecen relacionarse con las diferencias genéticas, puesto que en los grupos de emigrantes la frecuencia de cáncer de intestino grueso tiende a ser similar a la de los habitantes de países que los acogen. Además, los grupos como los mormones o adventistas del séptimo día, cuyo estilo de vida y hábitos alimenticios difieren de los de la población general, tienen una frecuencia y mortalidad por cáncer colorrectal significativamente menor de lo esperado, mientras que en Japón la frecuencia de cáncer colorrectal ha aumentado debido a que este país ha adoptado una dieta más “occidental”. Se han propuesto por lo menos tres hipótesis para explicar esta relación, ninguna de las cuales es por completo satisfactoria. CUADRO 1101 Factores de riesgo del cáncer colorrectal Alimentación: grasa animal Síndromes hereditarios Poliposis del colon Poliposis relacionada con MYH Síndrome sin poliposis (síndrome de Lynch) Enfermedad intestinal inflamatoria Bacteriemia por Streptococcus bovis ¿Tabaquismo? GRASAS ANIMALES Una hipótesis es que el consumo de grasas animales origina una mayor proporción de anaerobios en la microflora intestinal, lo que provoca la transformación de los ácidos biliares normales en cancerígenos. Esta hipótesis interesante se apoya en varias investigaciones sobre el aumento en la cantidad de anaerobios fecales en las heces de los pacientes con cáncer colorrectal. La alimentación con alto contenido de grasa animal (pero no vegetal) se acompaña de hipercolesterolemia y aumenta el riesgo de padecer adenomas y carcinomas colorrectales. RESISTENCIA A LA INSULINA La mayor cantidad de calorías que caracteriza a la alimentación occidental, combinada con la inactividad física, se ha vinculado con una mayor prevalencia de obesidad. Las personas obesas desarrollan resistencia a la insulina, que se incrementa de forma gradual en la sangre y origina una mayor concentración de factor de crecimiento tipo insulina I (IGF-I, insulin-like growth factor type I). Este factor de crecimiento al parecer estimula la proliferación de la mucosa intestinal. FIBRA Al contrario de lo que se pensaba, los resultados de numerosos estudios con asignación al azar y estudios comparativos con testigos no han logrado demostrar la utilidad de la fibra alimenticia o de la alimentación con abundantes frutas y verduras para evitar las recurrencias del adenoma colorrectal o el desarrollo de un cáncer colorrectal. Sin embargo, la mayor parte de las pruebas epidemiológicas implican a la alimentación como el factor causal más importante del cáncer colorrectal, en particular la alimentación con abundantes calorías y grasa animal. FACTORES Y SÍNDROMES HEREDITARIOS Hasta 25% de los pacientes con cáncer colorrectal tiene algún antecedente familiar de esta enfermedad, lo que sugiere una predisposición genética. Estos cánceres hereditarios del intestino grueso pueden dividirse en dos grupos principales: los síndromes de poliposis, bien estudiados pero poco frecuentes, y los síndromes sin poliposis, más frecuentes y cada vez mejor conocidos (cuadro 110-2). Poliposis del colon La poliposis del colon (poliposis familiar del colon) es una enfermedad poco frecuente que se caracteriza por la presencia de miles de pólipos adenomatosos en todo el intestino grueso. Se transmite de forma autosómica dominante; se cree que los pocos pacientes que carecen de antecedentes familiares han contraído la enfermedad por mutaciones espontáneas. Los estudios moleculares han relacionado la poliposis del colon con una pérdida en el brazo largo del cromosoma 5 (que comprende CUADRO 1102 Síndromes hereditarios de poliposis intestinal (herencia autosómica dominante) Síndrome Distribución de los pólipos Variedad histológica Potencial maligno Poliposis adenomatosa familiar Síndrome de Gardner Intestino grueso Intestinos delgado y grueso Adenoma Adenoma Frecuente Frecuente Síndrome de Turcot Poliposis relacionada con MYH Síndrome sin poliposis (síndrome de Lynch) Intestino grueso Intestino grueso Intestino grueso (a menudo proximal) Adenoma Adenoma Adenoma Frecuente Frecuente Frecuente Síndrome de Peutz-Jeghers Intestinos delgado y grueso, estómago Intestinos grueso y delgado, estómago Hamartoma Raro Hamartoma, rara vez degenera en adenoma Raro Poliposis juvenil Lesiones concomitantes Ninguna Osteomas, fibromas, lipomas, quistes epidermoides, cáncer de la ampolla, hipertrofia congénita del epitelio pigmentario de la retina Tumores encefálicos Ninguna Tumores endometriales y ováricos (más a menudo), gástricos, genitourinarios, pancreáticos, cáncer biliar (menos frecuentes) Pigmentación mucocutánea; tumores del ovario, mama, páncreas y endometrio Diversas anomalías congénitas Cáncer de colon hereditario sin poliposis El cáncer de colon hereditario sin poliposis (HNPCC, hereditary nonpolyposis colon cancer), también conocido como síndrome de Lynch, es otro rasgo autosómico dominante. Se caracteriza por la presencia de tres o más familiares con cáncer colorrectal documentado con estudio histopatológico, uno de los cuales es un familiar de primer grado de los otros dos, uno o más casos de cáncer colorrectal diagnosticado antes de los 50 años de edad en la familia y cáncer colorrectal que afecta al menos dos generaciones. A diferencia de la poliposis de colon, el HNPCC se asocia con una frecuencia inusualmente elevada de cáncer originado en la porción proximal del colon. La mediana de edad para el desarrollo de carcinomas es <50 años, 10 a 15 años antes que la mediana de edad para la población general. Pese a tener un aspecto histológico mucinoso menos diferenciado, los tumores de la porción proximal del colon que caracterizan al HNPCC tienen mejor pronóstico que los tumores esporádicos de pacientes de edad similar. Las familias con HNPCC a menudo incluyen individuos con múltiples cánceres primarios; la relación de cáncer colorrectal con carcinoma ovárico o endometrial es especialmente fuerte en mujeres y también se ha informado de incremento de los tumores gástricos, de intestino delgado, genitourinario, pancreaticobiliar y sebáceo. Se recomienda que los miembros de estas familias se sometan a una colonoscopia anual o cada dos años a partir de los 25 años de edad; las mujeres potencialmente afectadas deben someterse a una ecografía de pelvis y biopsia endometrial periódicas. No obstante, esta estrategia de detección todavía no ha sido validada. El HNPCC se acompaña de ENFERMEDAD INTESTINAL INFLAMATORIA (Cap. 351) El cáncer de intestino grueso es más frecuente en los pacientes con enfermedad intestinal inflamatoria (IBD, inflammatory bowel disease) de larga evolución. Las neoplasias parecen ser más frecuentes en los pacientes con colitis ulcerosa que en los que padecen colitis granulomatosa (p. ej., Crohn), pero esta impresión puede deberse en parte a que a veces es difícil diferenciar ambas enfermedades. El riesgo de que un paciente con enfermedad intestinal inflamatoria padezca cáncer colorrectal es relativamente pequeño durante los 10 primeros años de la enfermedad, pero después parece aumentar a razón de casi 0.5 a 1% por año. El cáncer se presenta en 8 a 30% de los pacientes después de transcurridos 25 años. El riesgo es mayor en los pacientes más jóvenes con pancolitis. Las estrategias de vigilancia del cáncer en los individuos con IBD son poco satisfactorias. Los síntomas como diarrea sanguinolenta, dolor abdominal tipo cólico y obstrucción, que indican la presencia de un tumor, son similares a las manifestaciones que origina la reactivación de la enfermedad de fondo. En las personas con antecedente de enfermedad intestinal inflamatoria de 15 o más años de evolución que continúan con exacerbaciones, la extirpación quirúrgica del colon puede reducir de forma considerable el riesgo de padecer cáncer, además de eliminar el órgano efector de la enfermedad crónica de fondo. No se conoce la utilidad de las técnicas de vigilancia como la colonoscopia con cepillado y biopsia de la mucosa en los pacientes menos sintomáticos con IBD crónica. La falta de uniformidad en los criterios anatomopatológicos que caracterizan a la displasia y la falta de información que demuestre que esta vigilancia reduce el desarrollo de neoplasias malignas letales han puesto en duda el valor de esta práctica costosa. OTRAS SITUACIONES DE ALTO RIESGO Bacteriemia por Streptococcus bovis Por razones desconocidas, las personas que padecen de endocarditis o septicemia a causa de esta bacteria fecal parecen tener una frecuencia alta de tumores colorrectales ocultos y, tal vez, también de tumores del tercio proximal del aparato digestivo. Al parecer conviene realizar algún tipo de detección sistemática por medio de endoscopia o radiografía. Consumo de tabaco El tabaquismo se relaciona con el desarrollo de adenomas colorrectales, sobre todo en quienes han fumado durante más de 35 años. No se ha propuesto alguna explicación biológica al respecto. PREVENCIÓN PRIMARIA Se han estudiado como posibles inhibidores del cáncer de colon varias sustancias orales tanto naturales como sintéticas. Los más eficaces de estos quimioprotectores son el ácido acetilsalicílico y otros antiinflamatorios no esteroideos, ya que se piensa que suprimen la proliferación celular al inhibir la síntesis de prostaglandinas. El consumo regular de ácido acetilsalicílico reduce el riesgo de padecer adenomas y carcinomas del colon, así como de muerte por cáncer del intestino grueso; se cree que también disminuye la probabilidad de que se presenten nuevos adenomas precancerosos después de haber tratado un carcinoma del colon. Este efecto del ácido acetilsalicílico sobre el cáncer de colon al parecer se acentúa con la duración y la dosis del fármaco. En estudios comparativos con testigos se ha observado que los complementos orales de ácido fólico y calcio reducen el riesgo de padecer pólipos adenomatosos y cáncer colorrectal. Las vitaminas antioxidantes como el ácido ascórbico, los tocoferoles y el caroteno β no reducen la frecuencia de adenomas ulteriores en los sujetos a quienes se extirpó un adenoma de colon. El tratamiento de sustitución de estrógenos se ha vinculado con una reducción del riesgo de cáncer colorrectal en las mujeres, tal vez por su efecto sobre la síntesis y composición de los ácidos biliares o por un decremento en la síntesis de IGF-I. 539 Cánceres de tubo digestivo bajo Poliposis relacionada con MYH La poliposis relacionada con MYH (MAP, MYH-associated polyposis) es un síndrome autosómico recesivo poco común causado por mutación bialélica en el gen MUT4H. Este trastorno hereditario puede tener presentación clínica variable, y simular la poliposis de colon o el cáncer colorrectal que ocurre en individuos más jóvenes sin poliposis. Las guías para la detección y colectomía para este síndrome son menos claras que para la poliposis de colon, pero por lo general se recomienda la colonoscopia bienal a partir de los 25 a 30 años de edad. mutaciones en la línea germinativa de varios genes, principalmente hMSH2 en el cromosoma 2 y hMLH1 en el cromosoma 3. Estas mutaciones originan errores en la multiplicación del DNA y se piensa que provocan inestabilidad del DNA por reparación defectuosa del mismo con errores de emparejamiento, lo que se traduce en un crecimiento celular anormal y el desarrollo de tumores. El estudio de las células tumorales por análisis molecular del DNA o tinción inmunohistoquímica de tejido fijado en parafina para detectar “inestabilidad de microsatélites” (cambios en la secuencia que reflejan reparaciones de los errores de pareamiento) en los pacientes con cáncer colorrectal y antecedentes familiares de esta neoplasia o de cáncer endometrial facilita la identificación de los probados con cáncer de colon hereditario sin poliposis. CAPÍTULO 110 al gen APC) tanto en las células neoplásicas (mutación somática) como en las células sanas (mutación de la línea germinativa). Se ha propuesto que la pérdida de este material genético (es decir, la pérdida alélica) es la causa de la ausencia de genes supresores de tumores cuyos productos proteínicos inhibirían normalmente el crecimiento neoplásico. La presencia de tumores de los tejidos blandos y tumores óseos, hipertrofia congénita del epitelio pigmentario de la retina, desmoides mesentéricos y cánceres ampollares vinculados a los pólipos del colon caracterizan a una subclase de poliposis del colon denominada síndrome de Gardner, mientras que el desarrollo de tumores malignos del sistema nervioso central (SNC) que acompañan a los pólipos del colon define al síndrome de Turcot. En todos estos trastornos, los pólipos del colon rara vez se presentan antes de la pubertad, pero suelen manifestarse alrededor de los 25 años de edad. Si la poliposis no se elimina por medio de cirugía, se desarrollará un cáncer colorrectal en casi todos los pacientes antes de los 40 años de edad. La poliposis de colon se origina de un defecto en la mucosa del colon que origina un patrón de proliferación anormal y deterioro de los mecanismos reparadores del DNA. Una vez que se detectan los pólipos múltiples que constituyen la poliposis de colon, los pacientes deben someterse a una colectomía total. El tratamiento médico con fármacos antiinflamatorios no esteroideos (NSAID), como el sulindaco e inhibidores selectivos de la ciclooxigenasa-2, como el celecoxib, pueden disminuir el número y tamaño de los pólipos en pacientes con poliposis de colon; sin embargo, este efecto sobre los pólipos es sólo transitorio y el uso de NSAID no ha demostrado reducir el riesgo de cáncer. La colectomía continúa siendo el tratamiento primario y mecanismo principal de prevención. La descendencia de pacientes con poliposis de colon, que a menudo se encuentra en la etapa prepuberal cuando se establece el diagnóstico al padre, tiene un riesgo de 50% de desarrollar este trastorno precanceroso, por lo que debe someterse a exámenes con sigmoidoscopia flexible cada año hasta los 35 años de edad. La proctosigmoidoscopia es un procedimiento de detección suficiente porque los pólipos tienden a distribuirse de manera uniforme del ciego al ano, lo que hace que técnicas más costosas y con mayor penetración, como la colonoscopia o el enema de bario, sean innecesarias. Las pruebas para sangre oculta en heces son procedimientos de detección inadecuados. Si se ha identificado una mutación APC de la línea germinativa en un miembro de la familia afectado, un método alternativo para la identificación de portadores es la realización de pruebas de DNA en células mononucleares de sangre periférica en busca de la presencia de mutación APC específica. La detección de tales mutaciones de la línea germinativa puede ocasionar un diagnóstico definitivo antes del desarrollo de pólipos. 540 PARTE 7 Oncología y hematología DETECCIÓN SISTEMÁTICA La justificación de los programas de detección de cáncer colorrectal es que la eliminación de los pólipos adenomatosos tiene un efecto preventivo del cáncer colorrectal y que la detección oportuna de cánceres localizados, superficiales en individuos asintomáticos, incrementa la tasa de curación quirúrgica. Tales programas de detección tienen importancia particular para individuos con antecedentes familiares de la enfermedad en familiares de primer grado. El riesgo relativo de desarrollar cáncer colorrectal se incrementa a 1.75 en tales individuos y puede ser incluso más elevado si el familiar desarrolló la enfermedad antes de los 60 años de edad. El uso previo de proctosigmoidoscopia como herramienta de detección se basó en la observación de que 60% de las lesiones en etapas iniciales se ubicaban en la región rectosigmoidea. Por razones desconocidas, la proporción de cánceres de colon que se originan en el recto ha disminuido durante los últimos decenios, con un incremento correspondiente en la proporción de cánceres en el colon descendente proximal. Como tal, la posibilidad de que la proctosigmoidoscopia detecte un número suficiente de neoplasias ocultas hace que se cuestione la rentabilidad del procedimiento. Las estrategias de detección para el cáncer colorrectal que se han examinado durante los últimos decenios se enumeran en el cuadro 110-3. Muchos programas dirigidos a la detección oportuna de cánceres colorrectales se han centrado en la exploración rectal y en la detección de sangre oculta en heces (prueba de guayaco en heces). El tacto rectal debe ser parte de cualquier exploración física sistemática en adultos mayores de 40 años de edad, lo que sirve como prueba de detección para cáncer prostático en varones, es componente de la exploración pélvica en mujeres y es un procedimiento poco costoso para la detección de tumores colorrectales cuya utilidad para la modalidad de detección general de cáncer colorrectal se ha visto limitada. El desarrollo de pruebas de sangre oculta en heces ha facilitado en gran medida la detección. Por desgracia, aunque se realice de manera óptima, la prueba de sangre oculta en heces tiene limitaciones importantes como técnica de detección. Casi 50% de los pacientes con cánceres colorrectales documentados tiene una prueba negativa de sangre oculta en heces, compatible con un patrón de hemorragia intermitente de estos tumores. Cuando se han estudiado grupos con asignación al azar de personas asintomáticas, en 2 a 4% de los casos se encuentran resultados positivos en la prueba de sangre oculta en heces. Los cánceres colorrectales se han encontrado en <10% de estos casos con “pruebas positivas”, con pólipos benignos detectados en 20 a 30% adicional. Así, no se han encontrado neoplasias colorrectales en la mayor parte de individuos asintomáticos con sangre oculta en heces. No obstante, se han encontrado personas que tienen resultados positivos en la prueba de sangre oculta en heces realizada de manera sistemática y que han sido sometidos a valoración médica adicional, incluida sigmoidoscopia, colonoscopia o ambas (procedimientos que son incómodos y costosos, pero que se asocian con un riesgo pequeño de complicaciones significativas). El costo adicional de estos estudios se justificaría si se encontrara que un pequeño número de pacientes tiene una neoplasia oculta por lo que la detección de sangre oculta en heces debería mostrar una mejoría en el pronóstico y prolongación de la supervivencia. Estudios clínicos prospectivos con asignación al azar han mostrado una reducción estadísticamente significativa en la tasa de mortalidad por cáncer colorrectal para individuos sometidos a prueba anual de detección de sangre oculta en heces. Sin embargo, este beneficio surge sólo después de más de 13 años de vigilancia y es extremadamente costoso, porque todas las pruebas positivas (la mayor parte de las cuales son resultados positivos falsos) se estudiaron con colonoscopia. Además, estos estudios colonoscópicos proporcionan la posibilidad de prevención del cáncer a través de la eliminación de pólipos adenomatosos potencialmente precancerosos, por- CUADRO 1103 Estrategias de detección para el cáncer colorrectal Tacto rectal Pruebas en heces • Sangre oculta • DNA fecal Estudios de imagen • Enema de bario • Virtual (colonografía por tomografía computarizada) Endoscopia • Sigmoidoscopia flexible • Colonoscopia que el desarrollo de cáncer se redujo en 20% en el grupo sometido a detección anual. Con la apreciación de que el proceso carcinógeno ocasiona la progresión de una mucosa intestinal normal a un pólipo adenomatoso y después a cáncer, lo que es consecuencia de un grupo de cambios moleculares, investigadores han examinado el DNA fecal en busca de mutaciones relacionadas con tales cambios moleculares como evidencia de un proceso oculto de lesiones precancerosas o como cánceres reales. Tal estrategia se estudió en más de 4 000 individuos asintomáticos cuyas heces se analizaron en busca de sangre oculta en heces y de 21 posibles mutaciones en el DNA fecal; estos sujetos también se sometieron a colonoscopia. Aunque la estrategia de DNA fecal sugirió la presencia de adenomas más avanzados y cánceres que la prueba de sangre oculta en heces, la sensibilidad general al usar colonoscopia como estándar fue inferior a 50%, lo que disminuyó el entusiasmo para continuar con la estrategia de detección de DNA fecal. Se ha valorado el uso de estudios de imagen para la detección de cánceres colorrectales. El enema con doble contraste de aire y bario se ha utilizado para identificar fuentes de sangre oculta en heces antes del advenimiento de la endoscopia de fibra óptica; la naturaleza incómoda del procedimiento y los inconvenientes para el paciente han limitado su uso amplio. La introducción de la tomografía computarizada (CT, computed tomography) llevó al desarrollo de la colonografía virtual (por CT) como una alternativa al uso creciente de técnicas de detección por endoscopia. La colonografía virtual se ha propuesto como equivalente en cuanto a sensibilidad a la colonoscopia y se encuentra disponible de forma más amplia porque no requiere el mismo grado de experiencia del operador que la endoscopia de fibra óptica. Sin embargo, la colonografía virtual requiere la misma preparación con catárticos, lo que ha limitado la aceptación amplia de la colonoscopia endoscópica, ya que es diagnóstica pero no terapéutica (es decir, los pacientes con lesiones sospechosas deben someterse a un procedimiento endoscópico subsiguiente para polipectomía o biopsia) y en el caso de médicos radiólogos generales, parece ser menos sensible como técnica de detección cuando se compara con los procedimientos endoscópicos. Con la apreciación de lo inadecuado de las pruebas de sangre oculta en heces como único método, han cambiado las preocupaciones con respecto a la realización de estudios de imagen y a la adopción amplia de estudios endoscópicos para la atención médica en la comunidad y las estrategias de detección en individuos asintomáticos. A la fecha, la American Cancer Society y la National Comprehensive Cancer Network han sugerido que se realice cada año la prueba de sangre oculta en heces acompañada de sigmoidoscopia flexible cada cinco años o colonoscopia cada 10 años a partir de los 50 años de edad en individuos asintomáticos sin antecedentes personales o familiares de pólipos o cáncer colorrectal. Las recomendaciones para la inclusión de sigmoidoscopia flexible se apoyan fuertemente en los resultados de publicaciones recientes de 13 estudios clínicos con asignación al azar realizados en Estados Unidos, Reino Unido e Italia que incluyeron a más de 350 000 individuos, los cuales demostraron de manera consistente que los exámenes sigmoidoscópicos periódicos (incluso estudios aislados) después de más de una década de seguimiento en promedio, tuvieron una reducción aproximada de 21% en el desarrollo de cáncer colorrectal y reducción de más de 25% en la mortalidad por enfermedades malignas. Menos de 20% de los participantes de estos estudios se sometieron a colonoscopia subsiguiente. A diferencia de la preparación con catártico necesaria antes de los procedimientos de colonoscopia, el procedimiento que sólo se realiza por especialistas muy capacitados, la sigmoidoscopia flexible requiere sólo un enema como preparación y puede realizarse con precisión por médicos no especialistas o por personal sanitario capacitado. Los estudios de detección con asignación al azar que utilizaron sigmoidoscopia flexible estimaron que para evitar una muerte por cáncer colorrectal era necesario estudiar a 650 individuos; esto contrasta con los datos para la mamografía, en la cual el número de mujeres estudiadas para la prevención de una muerte por cáncer mamario es de 2 500, lo que refuerza la eficacia de la vigilancia endoscópica para la detección de cáncer colorrectal. Presumiblemente, el beneficio de la detección por sigmoidoscopia es consecuencia de la identificación y eliminación de pólipos adenomatosos; es intrigante que este beneficio se haya logrado al usar técnicas que dejan la mitad proximal del colon sin estudiar. Queda pendiente valorar si la colonoscopia de vigilancia, que ha ganado aceptación en Estados Unidos para la detección de cáncer colorrectal, demostrará ser más eficaz que la sigmoidoscopia flexible. En la actualidad, los estudios clínicos con asignación al azar que se están realizando en Europa analizan este aspecto. Aunque en la sigmoidoscopia flexible sólo se observa la mitad distal del colon, lo que lleva a la suposición de que la colonoscopia representa un método más informativo, se ha informado que la colonoscopia es menos precisa para la detección de cáncer proximal más que del colon distal, quizá por las consideraciones técnicas pero también por la posibilidad de una mayor frecuencia de pólipos “planos” en el colon derecho, lo que hace más difícil su identificación. A la fecha, la colonoscopia realizada cada 10 años se ofreció como alternativa a la prueba de sangre oculta en heces con sigmoidoscopia flexible periódica (cada cinco años). Se ha demostrado que la colonoscopia es superior al enema con doble contraste de aire y bario, pero también tiene mayor sensibilidad para la detección de adenomas vellosos y displásicos o bien, para cánceres en comparación con la estrategia de pruebas de sangre oculta en heces y sigmoidoscopia flexible. Aún debe determinarse si la colonoscopia realizada cada 10 años a partir de los 50 años es médicamente superior y equivalente desde el punto de vista económico a la sigmoidoscopia flexible. mejoría parece ser una estadificación transoperatoria y anatomopatológica más minuciosa. En especial, una atención rigurosa a los detalles anatomopatológicos ha revelado que el pronóstico después de la cirugía de un cáncer colorrectal se relaciona no sólo con la presencia o ausencia de metástasis ganglionares regionales. El pronóstico es más preciso según el número de ganglios linfáticos dañados (de uno a tres ganglios linfáticos [“N1”] frente a cuatro o más [“N2”]). Según expertos, es necesario obtener muestras de 12 ganglios linfáticos, como mínimo, para definir con precisión el estadio de la neoplasia. Otros factores de mal pronóstico después de FIGURA 1102. Adenocarcinoma anular constrictivo del colon descendente. Este aspecto radiográfico recibe el nombre de lesión “en corazón de manzana” y siempre resulta muy sospechoso de neoplasia. Cánceres de tubo digestivo bajo Estadificación, factores de pronóstico y patrones de diseminación El pronóstico de los pacientes con cáncer colorrectal depende del grado de penetración del tumor en la pared intestinal y de la presencia de metástasis en los ganglios linfáticos regionales y a distancia. Estas variables se incluyen en la clasificación por estadios propuesta por Dukes y se ha aplicado al método clasificatorio TNM, donde T significa el grado de penetración del tumor, N la presencia o ausencia de cáncer en los ganglios (nodes) linfáticos y M la presencia o ausencia de metástasis a distancia (fig. 110-3). Las lesiones superficiales que no penetran en la capa submucosa (T1) o muscular (T2) se clasifican dentro del estadio I (T1-2N0M0); los tumores que han penetrado más profundamente sin diseminación hacia los ganglios linfáticos se clasifican dentro del estadio II (T3-4N0M0); la extensión hacia los ganglios linfáticos regionales define al estadio III (TXN1-2M0), y la diseminación metastásica hacia otros órganos como el hígado, pulmón o hueso significa estadio IV (TXNXM1). A no ser que existan signos evidentes de enfermedad metastásica, resulta imposible clasificar con exactitud el estadio de la enfermedad antes de la intervención quirúrgica y el análisis anatomopatológico de la pieza quirúrgica. No está claro si la detección de metástasis ganglionares por medio de técnicas especiales de inmunohistoquímica o técnicas moleculares tiene el mismo significado para el pronóstico que la detección de estas metástasis por medio de microscopia óptica convencional. La mayor parte de las recidivas tras la intervención quirúrgica de un cáncer de colon ocurre durante los primeros cuatro años después de la cirugía, lo que permite fijar el límite de cinco años como indicador fiable de curación. La probabilidad de supervivencia de los pacientes con cáncer colorrectal a los cinco años es directamente proporcional al estadio (fig. 110-3). Esta probabilidad ha mejorado en las últimas décadas si se comparan estadios quirúrgicos similares. La explicación más verosímil de esta FIGURA 1101. Enema con doble contraste de aire y bario que muestra un tumor sésil en el ciego de un paciente con anemia ferropénica y sangre oculta en heces positiva. En la cirugía resultó ser un adenocarcinoma en estadio II. CAPÍTULO 110 MANIFESTACIONES CLÍNICAS Síntomas Los síntomas varían con la ubicación anatómica del tumor. Puesto que el contenido intestinal es relativamente líquido cuando atraviesa la válvula ileocecal y pasa al colon derecho, las neoplasias de ciego y colon ascendente pueden llegar a ser bastante grandes, lo que causa una estenosis importante de la luz intestinal, sin provocar síntomas obstructivos o alteraciones importantes de los hábitos intestinales. Las lesiones del colon derecho suelen ulcerarse y provocar una hemorragia crónica e insidiosa sin modificar el aspecto de las heces. Por tanto, los pacientes con tumores del colon ascendente en general manifiestan fatiga, palpitaciones e incluso angina de pecho y se les descubre una anemia microcítica e hipocrómica que indica deficiencia de hierro. Sin embargo, puesto que el cáncer puede sangrar de forma intermitente, una prueba realizada al azar para detectar sangre oculta en heces puede ser negativa. En consecuencia, la presencia inexplicada de anemia ferropénica en cualquier adulto (con la posible excepción de una mujer multípara premenopáusica) obliga a realizar un estudio endoscópico y radiográfico minucioso que permita observar todo el intestino grueso (fig. 110-1). Las heces se concentran a medida que atraviesan el colon transverso y los tumores que se forman a este nivel tienden a impedir su avance, lo que origina dolor abdominal tipo cólico, algunas veces obstrucción e incluso perforación intestinal. Las radiografías de abdomen suelen revelar lesiones anulares constrictivas (en “corazón de manzana” o en “servilletero”) (fig. 110-2). Las neoplasias situadas en el rectosigmoides se acompañan con frecuencia de hematoquezia, tenesmo y reducción del diámetro de las heces; la anemia es poco frecuente. En ocasiones estos síntomas despiertan tanto en el paciente como en el médico la sospecha de hemorroides, pero el desarrollo de rectorragia o de alteraciones en el hábito intestinal obliga a realizar de inmediato un tacto rectal y una proctosigmoidoscopia. 541 542 Estadificación del cáncer colorrectal I Estadio Extensión del tumor Supervivencia a cinco años T2 T3 Por arriba de la submucosa No atraviesa la capa muscular Atraviesa la capa muscular >95% >90% 70-85% Colon Estadio en la primera consulta Rectal III II T1 N1 IV N2 M Metástasis hacia Metástasis Metástasis 1-3 ganglios hacia ≥4 ganglios a distancia linfáticos linfáticos 50-70% 25-60% <5% 23% 31% 26% 20% 34% 25% 26% 15% Mucosa Mucosa muscular Submucosa Muscular propia Serosa PARTE 7 Grasa Ganglios linfáticos FIGURA 1103. Estadificación y pronóstico de los pacientes con cáncer colorrectal. Oncología y hematología una intervención quirúrgica total incluyen penetración del tumor a través de la pared intestinal y hasta la grasa pericólica, escasa diferenciación histológica, perforación o adhesión del tumor a órganos adyacentes (que aumenta el riesgo de una recidiva en la zona anatómica adyacente) e invasión venosa (cuadro 110-4). Independientemente del estadio clínico patológico, el incremento preoperatorio de la concentración de antígeno carcinoembrionario (CEA, carcino embryonic antigen) en el plasma sugiere que se producirá una recidiva. La presencia de aneuploidía y deleciones cromosómicas específicas, como la mutación en las células tumorales del gen b-raf, parece predecir un mayor riesgo de diseminación metastásica. Por otra parte, la detección de inestabilidad de microsatélites en el tejido tumoral se ha vinculado con una evolución más favorable. Al contrario de lo que ocurre en la mayor parte de las otras neoplasias malignas, el pronóstico de los pacientes con cáncer colorrectal no depende del tamaño de la lesión primaria si se hacen los ajustes correspondientes según la lesión ganglionar y la diferenciación histológica. Las neoplasias malignas de colon suelen diseminarse hacia los ganglios linfáticos regionales o el hígado a través de la circulación venosa porta. La víscera que recibe metástasis con más frecuencia es el hígado; es el sitio inicial de metástasis de 33% de los cánceres colorrectales recidivantes y posee metástasis en más de 66% de los pacientes que mueren. En general, el cáncer colorrectal rara vez envía metástasis hacia los pulmones, ganglios linfáticos supraclaviculares, hueso o cerebro sin antes haberlo hecho al hígado. Una excepción importante a esta regla es la que se observa en los CUADRO 1104 Parámetros de pronóstico malo después de la resección quirúrgica total del cáncer colorrectal Diseminación del tumor a los ganglios linfáticos regionales Número de ganglios linfáticos regionales afectados Tumor que atraviesa la pared intestinal Escasa diferenciación histológica Perforación Adhesión del tumor a los órganos vecinos Invasión venosa Elevación preoperatoria de CEA (>5 ng/mL) Aneuploidía Supresión cromosómica específica (p. ej., mutación en el gen b-raf) Abreviatura: CEA, antígeno carcinoembrionario. pacientes con tumores primarios en el tercio distal del recto, desde donde las células tumorales se diseminan a través de los plexos venosos paravertebrales y evitan el sistema venoso porta para alcanzar de esta manera los pulmones o ganglios linfáticos supraclaviculares sin necesidad de invadir el hígado. La mediana de la supervivencia después de identificar metástasis a distancia varía de seis a nueve meses (hepatomegalia, química sanguínea anormal) y de 24 a 30 meses (nódulo hepático pequeño identificado en un principio por aumento de la concentración de CEA y CT posterior), pero el tratamiento eficaz por vía general mejora el pronóstico. El esfuerzo por utilizar los perfiles de expresión génica para identificar a los pacientes con riesgo de padecer recidivas o a los que se beneficiarán con el tratamiento complementario aún no ha generado resultados que cambien las prácticas. A pesar de que cada vez hay más literatura médica en la que se analiza una serie de factores para el pronóstico, el estadio patológico en el momento del diagnóstico sigue siendo el mejor factor pronóstico a largo plazo. Los pacientes con invasión linfovascular y una concentración preoperatoria alta de CEA tienen más probabilidades de que su evolución clínica sea más agresiva. TRATAMIENTO CÁNCER COLORRECTAL La extirpación total del tumor es el tratamiento óptimo cuando se detecta una lesión maligna en el intestino grueso. La valoración en busca de enfermedad metastásica incluye exploración física meticulosa, valoración bioquímica de las pruebas de función hepática, medición de las concentraciones plasmáticas de CEA y CT de tórax, abdomen y pelvis, la cual debe realizarse antes de la intervención quirúrgica. Cuando sea posible, debe realizarse colonoscopia de la totalidad del colon para identificar neoplasias sincrónicas, pólipos o ambos. La detección de metástasis no debe impedir la cirugía en pacientes con síntomas relacionados con el tumor, como hemorragia gastrointestinal u obstrucción, pero a menudo es indicación para el uso de procedimientos quirúrgicos menos radicales. La necesidad de cirugía tumoral primaria en individuos asintomáticos con enfermedad metastásica es motivo de controversia. Al momento de la laparotomía debe explorarse la totalidad de la cavidad peritoneal, con inspección meticulosa del hígado, pelvis y hemidiafragma y palpación cuidadosa de la totalidad del colon. Después de la recuperación de una cirugía completa, los pacientes deben observarse cuidadosamente por cinco años con revisión física semestral y mediciones bioquímicas en sangre. Si no se hizo una colonoscopia completa antes de la cirugía se debe realizar en los primeros meses del posoperatorio. Algunos especialistas recomiendan medir la concentración plasmática de CEA cada tres meses por la sensibilidad CÁNCER ANAL Los cánceres del ano representan de 1 a 2% de los tumores malignos del colon. La mayor parte de estas lesiones se originan en el conducto anal, que se define como la zona anatómica comprendida entre el anillo anorrectal y la región situada a la mitad entre la línea pectínea (o dentada) y el borde anal. Los carcinomas que se originan en la zona proximal a la línea pectínea (p. ej., en la zona de transición entre la mucosa glandular del recto y el epitelio pavimentoso del tercio distal del ano) se denominan tumores cloacógenos, cuboides o basaloides; cerca de un tercio de los tumores del ano tiene este patrón histológico. Los tumores malignos que se originan en la zona distal a la línea pectínea son, en términos histológicos, tumores epidermoides, se ulceran con más frecuencia y constituyen ~55% de las neoplasias malignas del ano. El pronóstico de los pacientes con tu- 543 Cánceres de tubo digestivo bajo Los anticuerpos monoclonales también son eficaces en pacientes con cáncer colorrectal avanzado. Cetuximab y panitumumab se dirigen contra los receptores del factor de crecimiento epidérmico (EGFR), una glucoproteína de membrana que participa en las vías de señalización y que afecta el crecimiento y proliferación de las células tumorales. Tanto cetuximab como panitumumab, cuando se administran solos, han demostrado ser beneficiosos para una pequeña proporción de pacientes con tratamiento previo y cetuximab parece tener sinergia terapéutica con ciertos quimioterapéuticos como irinotecán, incluso en pacientes con resistencia previa a este fármaco; esto sugiere que el cetuximab puede corregir la resistencia celular a la quimioterapia citotóxica. Los anticuerpos no son eficaces en casi 40% del subgrupo de tumores colónicos que contienen K-ras mutado. El uso de cetuximab y panitumumab puede ocasionar un exantema similar al del acné, en el cual el desarrollo de gravedad del exantema se correlaciona con la probabilidad de la eficacia antitumoral. Los inhibidores de la tirosina cinasa de EGFR, como erlotinib o sunitinib no parecen ser eficaces en el cáncer colorrectal. El bevacizumab es un anticuerpo monoclonal dirigido contra el factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF, vascular endothelial growth factor) y parece actuar como fármaco antiangiógeno. La adición de bevacizumab a combinaciones que contengan irinotecán y FOLFOX al inicio pareció mejorar de manera significativa los resultados observados con la quimioterapia sola, pero estudios subsiguientes han sugerido un menor grado de beneficio. El empleo de este anticuerpo monoclonal puede ocasionar hipertensión, proteinuria y mayor riesgo de padecer episodios tromboembólicos. Los pacientes con una metástasis hepática única, sin signos clínicos o radiográficos de daño tumoral adicional, son elegibles para someterse a una hepatectomía parcial puesto que, cuando se realiza por cirujanos expertos en los pacientes seleccionados, el índice de supervivencia a los cinco años con esta técnica es de 25 a 30 por ciento. La administración de 5-FU y LV durante seis meses tras la cirugía del tumor en los pacientes con cáncer en estadio III reduce 40% el índice de recidiva y aumenta 30% la supervivencia. La posibilidad de recidivas es menor al combinar oxaliplatino con 5-FU y LV (como en el régimen FOLFOX); como dato inesperado, la adición de irinotecán a 5-FU y LV, así como de bevacizumab o cetuximab al FOLFOX no mejoraron los resultados. Al parecer, los individuos con tumores en estadio II no se benefician con el tratamiento complementario, que por lo general se utiliza de forma exclusiva en los pacientes con características biológicas (p. ej., tumores perforados, lesiones de T4, invasión linfovascular), por lo que su riesgo de padecer recurrencias es mayor. La adición de oxaliplatino al tratamiento adyuvante para pacientes mayores de 70 años de edad y aquellos con enfermedad en etapa II no parece proporcionar beneficios terapéuticos. En el cáncer rectal, la administración de tratamiento preoperatorio o posoperatorio combinados (5-FU más radioterapia) reduce el riesgo de recurrencia e incrementa la posibilidad de curación para pacientes con tumores en etapas II y III con mejor tolerancia del tratamiento preoperatorio. El 5-FU actúa como radiosensibilizador cuando se administra en conjunto con la radioterapia. El tratamiento adyuvante para la prolongación de la vida se utiliza sólo en 50% de los pacientes mayores de 65 años de edad. Este sesgo de edad es desafortunado, porque los beneficios y probablemente la tolerancia del tratamiento adyuvante en pacientes mayores de 65 años de edad parece similar a la observada en individuos más jóvenes. CAPÍTULO 110 de esta prueba como indicador de recidiva tumoral indetectable por otros procedimientos. Asimismo, está indicado vigilar después el intestino grueso por medio de endoscopia o radiografía, quizá cada tres años, puesto que los pacientes que se han curado de un cáncer colorrectal tienen de 3 a 5% de probabilidades de presentar otro cáncer de intestino y un riesgo de padecer pólipos adenomatosos >15%. Las recidivas en la anastomosis (en la “línea de sutura”) son poco frecuentes en los pacientes operados por cáncer colorrectal con márgenes de intervención quirúrgica apropiados y sin tumor. La utilidad de realizar CT periódicas del abdomen en busca de los primeros signos de recidiva del tumor (lapso en el que a menudo no hay síntomas) es un terreno incierto y algunos expertos recomiendan practicar el estudio cada año durante los primeros tres años después de la cirugía. Se recomienda aplicar radioterapia de pelvis a los pacientes con cáncer de recto puesto que la probabilidad de recidivas regionales es de 20 a 25% tras la cirugía completa de tumores en estadio II o III, sobre todo si la serosa estaba afectada. Este alto porcentaje de recidiva local se atribuye a que la extensión de la cirugía está limitada por la anatomía de la pelvis y a causa de que en la pared lateral de ésta, inmediatamente a un lado del recto, existe una rica red linfática que facilita la diseminación inicial de las células malignas hacia tejidos que no son accesibles a la cirugía. La disección cortante en lugar de roma en los cánceres rectales (extirpación mesorrectal total) al parecer reduce cerca de 10% la posibilidad de recurrencia del cáncer local. La radioterapia, antes o después del tratamiento quirúrgico, reduce la probabilidad de recidivas en la pelvis pero no parece prolongar la supervivencia. La radioterapia combinada con quimioterapia con 5-fluorouracilo (5-FU) antes de la intervención quirúrgica reduce las tasas de recurrencia local y mejora la supervivencia general. La radioterapia preoperatoria está indicada en los pacientes con un cáncer grande de recto que no se puede extirpar, puesto que este tipo de lesión anatómica fija puede reducirse lo suficiente de tamaño como para permitir su intervención quirúrgica ulterior. La radioterapia no es eficaz como tratamiento primario del cáncer de colon. El tratamiento por vía general en los sujetos con cáncer colorrectal se ha tornado más eficaz. El 5-fluorouracilo sigue siendo la base de la quimioterapia en estos casos. En sólo 15 a 20% de los pacientes se obtiene una respuesta parcial. Si bien en los pacientes con metástasis hepáticas la probabilidad de obtener una respuesta del tumor a la quimioterapia es algo mayor cuando se administra de forma directa en la arteria hepática que por una vena periférica, el tratamiento intraarterial es costoso y tóxico y no parece aumentar la supervivencia. La administración simultánea de ácido folínico (llamado también leucovorín) mejora la eficacia del 5-FU en los pacientes con cáncer colorrectal avanzado, al parecer porque mejora la unión del 5-FU a su enzima efectora, la timidilatosintasa. La probabilidad de obtener una respuesta parcial combinando 5-FU con ácido folínico se triplica, aunque el efecto sobre la supervivencia es limitado y no se ha establecido una dosis óptima. En general, el 5-FU se administra por vía intravenosa, pero también se puede administrar por vía oral en forma de capecitabina con una eficacia en apariencia similar. El irinotecán (CPT-11) es un inhibidor de la topoisomerasa 1 que prolonga la supervivencia más que los cuidados generales en los pacientes cuya enfermedad ha avanzado mientras reciben 5-FU. Por otra parte, la adición de irinotecán y leucovorín (LV) (p. ej., FOLFIRI) al 5-FU mejora los índices de respuesta y prolonga la supervivencia de los pacientes con enfermedad metastásica. El régimen FOLFIRI consta de irinotecán, 180 mg/m2 en solución a lo largo de 90 min el primer día; LV, 400 mg/m2 en solución a lo largo de 2 h durante la administración de irinotecán, seguido inmediatamente después de una carga de 5-FU, 400 mg/m2 y una solución continua durante 46 h con 2.4 a 3 g/m2 cada dos semanas. El principal efecto secundario del irinotecán es la diarrea. El oxaliplatino, análogo del platino, también mejora el índice de respuesta cuando se añade a 5-FU y LV (FOLFOX) como tratamiento inicial en los pacientes con enfermedad metastásica. El régimen FOLFOX comprende goteo intravenoso de LV durante 2 h (400 mg/m2 al día), seguido de goteo rápido (bolo) de 5-FU (400 mg/m2 al día) y goteo lento durante 22 h (1 200 mg/m2) cada dos semanas, combinado con oxaliplatino, 85 mg/m2 en goteo durante 2 h el primer día. El oxaliplatino a menudo causa neuropatía sensitiva dependiente de la dosis que, a menudo, pero no siempre, se resuelve después de la interrupción del tratamiento. Los esquemas FOLFIRI y FOLFOX tienen eficacia similar. En la enfermedad metastásica, estos regímenes pueden producir una mediana de supervivencia de dos años. 544 PARTE 7 mores del ano basaloides o epidermoides es el mismo, si se ajusta según el tamaño del tumor y la presencia o ausencia de extensión ganglionar. El cáncer anal está ligado al virus de papiloma humano, que es el mismo microorganismo causal del cáncer del cuello uterino. Este virus se transmite por vía sexual. La infección origina verrugas anales (condiloma acuminado) que degeneran en neoplasia intraepitelial anal y carcinoma epidermoide. El riesgo de padecer cáncer anal es mayor entre varones homosexuales, al parecer a causa del coito anal. La probabilidad de padecer cáncer anal también es mayor en varones y mujeres con sida; se cree que a causa de su inmunodeficiencia son más vulnerables a la infección por papilomavirus. La vacunación contra el virus del papiloma humano puede reducir el riesgo de cáncer anal. Los cánceres anales ocurren más a menudo en personas de edad madura y son más frecuentes en mujeres que en varones. Al momento del diagnóstico, los pacientes pueden experimentar hemorragia, dolor, sensación de tumoración perianal y prurito. La cirugía radical (cirugía abdominoperineal con obtención de muestras de ganglios linfáticos y colostomía permanente) fue durante algún tiempo el tratamiento preferido para este tipo de tumor. La tasa de supervivencia a cinco años después de tales procedimientos era de 55 a 70% en ausencia de diseminación a ganglios linfáticos regionales y <20% si había afección ganglionar. Un método alternativo terapéutico fue la combinación de radioterapia de haz externo con quimioterapia (5-FU más mitomicina C) lo que ocasionó desaparición demostrada por biopsia de la totalidad del tumor en más de 80% de los pacientes cuya lesión inicial medía <3 cm. Se desarrollaron recurrencias tumorales en <10% de estos pacientes, lo que significa que casi 70% de los pacientes con cánceres anales podían curarse con tratamiento no quirúrgico y sin la necesidad de colostomía. La cirugía radical se debe reservar para la minoría de pacientes en los que queda tumor residual después de un tratamiento inicial con radioterapia combinada con quimioterapia. Oncología y hematología 111 Tumores de hígado y vías biliares Brian I. Carr CARCINOMA HEPATOCELULAR FRECUENCIA El carcinoma hepatocelular (HCC, hepatocellular carcinoma) es uno de los cánceres más frecuentes a nivel mundial. Su frecuencia global anual es de un millón de casos y la proporción entre varones y mujeres es de aproximadamente 4:1 (1:1 sin cirrosis a 9:1 en muchos países de elevada incidencia). El índice de frecuencia es igual al índice de mortalidad. En Estados Unidos se identificaron 22 000 casos nuevos anuales y 18 000 muertes. El índice de defunción masculina en los países donde la frecuencia es reducida como Estados Unidos es de 1.9 casos por 100 000 personas al año; en las regiones de frecuencia intermedia como Austria y Sudáfrica el índice anual de muerte varía de 5.1 a 20.0 por 100 000, y en las zonas de frecuencia elevada como Oriente (China y Corea) el índice de defunciones alcanza de 23.1 a 150 casos por 100 000 personas al año (cuadro 111-1). La frecuencia del HCC en Estados Unidos es de aproximadamente tres casos por 100 000 personas, con notables variaciones por género (sexo), etnia y ubicación geográfica. Estas cifras aumentan con rapidez y quizá sean menores que las reales. Sólo en Estados Unidos aproximadamente cuatro millones de personas son portadoras crónicas del virus de hepatitis C (HCV, hepatitis C virus). Alrededor de 10% de ellas, o 400 0000, manifiestan cirrosis. Cada año, cerca de 5% o 20 000, manifiestan HCC. A lo anterior se suman otros dos factores predisponentes: infección por virus de hepatitis B (HBV, hepatitis B virus) y alcoholismo crónico; 60 000 casos nuevos de HCC por año no resulta una cifra imposible. Probablemente los avances futuros en cuanto a la supervivencia del HCC dependerán de estrategias de vacunación contra HBV y HCV y del diagnóstico más precoz por medio de estudios de detección de individuos con riesgo de padecer carcinoma hepatocelular. Tendencias actuales La epidemia estadounidense de virus de hepatitis C provocó que aumentara el carcinoma hepatocelular en la mayor parte de los estados y cada vez se reconoce más como causa la hepatopatía por obesidad (esteatohepatitis no alcohólica [NASH, non alcoholic steatohepatitis]). CUADRO 1111 Tasas de frecuencia ajustadas a edades en caso de carcinoma hepatocelular Pacientes por 100 000 personas por año País Varones Argentina Brasil, Recife Brasil, São Paulo Mozambique Sudáfrica, Ciudad del Cabo: negros Sudáfrica, Ciudad del Cabo: blancos Senegal Nigeria Gambia Birmania Japón Corea China, Shanghai India, Bombay India, Madras Gran Bretaña Francia Italia, Varese Noruega España, Navarra 6.0 9.2 3.8 112.9 26.3 1.2 Mujeres 2.5 8.3 2.6 30.8 8.4 0.6 25.6 15.4 33.1 25.5 7.2 13.8 34.4 4.9 2.1 1.6 6.9 7.1 1.8 7.9 9.0 3.2 12.6 8.8 2.2 3.2 11.6 2.5 0.7 0.8 1.2 2.7 1.1 4.7 EPIDEMIOLOGÍA Existen dos tipos generales de estudios epidemiológicos del carcinoma hepatocelular: los que se basan en las frecuencias en el país (cuadro 111-1) y las de los migrantes. En algunas zonas de China y países de África subsahariana se identifican puntos endémicos activos, vinculados con una frecuencia elevada de portadores endémicos de hepatitis B y contaminación por micotoxinas de los alimentos (aflotoxina B1), granos almacenados, agua potable y tierra. Los factores ambientales son importantes; por ejemplo, esta enfermedad es más frecuente entre los japoneses que habitan en su propio país que los que viven en Hawái, y a su vez éstos tienen una frecuencia mayor que quienes viven en California. FACTORES CAUSALES Carcinógenos químicos Los factores causales del carcinoma hepatocelular se han estudiado en dos líneas generales. En primer lugar, las sustancias identificadas como carcinógenos en animales de experimentación (principalmente roedores) y que supuestamente se encuentran en el ambiente del ser humano (cuadro 111-2). En segundo lugar, la relación entre carcinoma hepatocelular y otras circunstancias clínicas. Quizá el carcinógeno químico natural más potente, ampliamente distribuido y mejor estudiado es un producto del hongo Aspergillus llamado aflatoxina B1. El hongo y la aflatoxina se detectan en los granos almacenados en sitios cálidos y húmedos donde se guardan cacahuates y arroz sin refrigeración. La contaminación de los alimentos con aflatoxina es directamente proporcional al índice de frecuencia en África y en cierta medida en China. En áreas endémicas de China incluso los animales de granja, como los patos, padecen HCC. Los carcinógenos más potentes al parecer son los productos naturales de plantas, hongos y bacterias, como los matorrales que contienen alcaloides de pirrolizidina, ácido tánico y safrol. Otras sustancias carcinógenas en roedores son algunos contaminantes como los plaguicidas e insecticidas. Hepatitis Los estudios clínicos tanto comparativos como de cohortes demuestran que existe un vínculo entre los índices de portadores crónicos de hepatitis B y la mayor frecuencia de HCC. En varones mensajeros portadores taiwaneses, con antígeno de superficie de hepatitis B positivo (HbsAg, hepatitis B surface antigen), el riesgo de manifestar HCC fue 98 veces mayor que en los individuos sin este antígeno. La frecuencia de HCC en los nativos de Alaska aumenta extraordinariamente a causa de una elevada prevalencia de infección por HBV. El HCC en los individuos con infección por HBV puede ser resultado de varios ciclos de CUADRO 1112 Factores de riesgo de carcinoma hepatocelular Comunes Inusuales Cirrosis de cualquier causa Hepatitis B o C crónica Consumo de etanol por tiempo prolongado NASH/NAFL Ataque por aflatoxina B1 u otras micotoxinas Cirrosis primaria de vías biliares Hemocromatosis Deficiencia de antitripsina α1 Glucogenosis Citrulinemia Porfiria cutánea tardía Tirosinemia hereditaria Enfermedad de Wilson Abreviaturas: NAFL, hígado graso no alcohólico; NASH, esteatohepatitis no alcohólica. Tendencias actuales Muchos pacientes tienen causas numerosas y se están empezando a explorar las interacciones de HBV, HCV, el alcohol y el tabaquismo con las aflatoxinas. MANIFESTACIONES CLÍNICAS Síntomas Los síntomas en los sujetos con HCC comprenden dolor abdominal, pérdida de peso, debilidad, sensación de saciedad y distensión abdominal, ictericia y náusea (cuadro 111-3). Los signos y síntomas iniciales difieren en cierta medida de las zonas con frecuencia elevada y reducida de esta enfermedad. En las zonas de alto riesgo, particularmente entre los individuos de raza negra de Sudáfrica, el síntoma más frecuente es el dolor abdominal. Por el contrario, sólo 40 a 50% de los pacientes chinos y japoneses manifiesta inicialmente dolor abdominal. La distensión del abdomen es consecuencia de la ascitis causada por alguna hepatopatía crónica primaria o por la expansión rápida del tumor. En ocasiones, la persona muere por la necrosis central o la hemorragia aguda en la cavidad peritoneal. En los países que cuentan con un programa de vigilancia activa, el HCC tiende a identificarse en etapas más tempranas, cuando los síntomas quizá se originen de forma exclusiva por la enfermedad primaria. La ictericia por lo regular se presenta por obstrucción de los conductos intrahepáticos a causa de la hepatopatía prima- Cuadro asintomático Dolor abdominal Otros (identificados en la investigación de anemia y otras enfermedades) Exploración física habitual y aumento de LFT Pérdida de peso Inapetencia Debilidad/malestar general Ictericia CT sistemático para detección de cirrosis conocida Síntomas de cirrosis (edema maleolar, distensión e incremento de la circunferencia abdominales, prurito, hemorragia de vías GI) Diarrea Rotura del tumor Número de pacientes (%) 129 (24) 219 (40) 64 (12) 129 (24) 112 (20) 59 (11) 83 (15) 30 (5) 92 (17) 98 (18) 7 (1) 1 Características del paciente Media de edad (años) Proporción varones:mujeres Etnias Caucásicos Personas del Oriente Cercano Asiáticos Estadounidenses de raza negra Cirrosis Ausencia de cirrosis 56 ± 13 3:1 72% 10% 13% 5% 81% 19% Características del tumor Número de tumores en hígado 1 2 3 o más Invasión de vena porta Unilobular Bilobular 20% 25% 65% 75% 25% 75% Abreviaturas: CT, tomografía computarizada; LFT, pruebas de función hepática (liver function tests); GI, vías gastrointestinales. ria. La hematemesis es resultado de varices esofágicas, a su vez secundarias a la hipertensión porta de fondo. En 3 a 12% de los enfermos se desarrolla dolor óseo, pero en las necropsias sólo se identifican metástasis óseas en ~20% de los pacientes. Sin embargo, 25% de los pacientes puede permanecer asintomático. Signos físicos La hepatomegalia es el signo físico más frecuente y se observa en 50 a 90% de los pacientes. En 6 a 25% se identifican soplos abdominales y ascitis en 30 a 60%. Esta última debe estudiarse por métodos citológicos. La esplenomegalia es quizá resultado de la hipertensión porta. Es frecuente observar pérdida de peso y consunción muscular, en particular con tumores de crecimiento rápido o por su gran volumen. En 10 a 50% de los enfermos se detecta fiebre de causa desconocida. Asimismo, en algunos casos se observan signos de hepatopatía crónica como ictericia, dilatación de las venas del abdomen, eritema palmar, ginecomastia, atrofia testicular y edema periférico. Otras veces se presenta síndrome de Budd-Chiari por la invasión de HCC, con ascitis a tensión y hepatomegalia dolorosa al tacto (cap. 365). Síndromes paraneoplásicos Muchos síndromes de este tipo en el HCC son anormalidades bioquímicas sin consecuencias clínicas; éstas incluyen hipoglucemia (causada también por la insuficiencia hepática terminal), eritrocitosis, hipercalcemia, hipercolesterolemia, disfibrinogenemia, síndrome carcinoide, elevación de la globulina enlazadora de tiroxina, cambios en las características sexuales secundarias (ginecomastia, atrofia testicular y pubertad precoz) y porfiria cutánea tardía. En el HCC de evolución rápida, como parte de la enfermedad terminal se detecta hipoglucemia leve e incluso profunda, aunque se desconoce la causa. En 3 a 12% de Tumores de hígado y vías biliares Otras causas Desde hace tiempo se sabe que existe una relación de 75 a 85% entre el HCC y la cirrosis primaria de fondo, principalmente con cirrosis macronodular en el sudeste asiático, pero también con la micronodular (por alcohol) en Europa y Estados Unidos (cap. 365). No se sabe si la propia cirrosis es un factor predisponente para HCC o si las causas primarias de la cirrosis en realidad constituyen los factores carcinógenos. Sin embargo, cerca de 20% de los estadounidenses con HCC carece de cirrosis primaria. Algunas enfermedades primarias se acompañan de un mayor riesgo de padecer HCC por cirrosis (cuadro 111-2), como hepatitis, alcoholismo, hepatitis crónica activa autoinmunitaria, cirrosis criptógena y NASH. Un vínculo menos frecuente se observa con la cirrosis biliar primaria y algunas enfermedades metabólicas como la hemocromatosis, enfermedad de Wilson, deficiencia de antitripsina α1, tirosinemia, porfiria cutánea tardía, glucogenogénesis (glucogenogenia) de tipos 1 y 3, citrulinemia y oroticaciduria. No se ha identificado el origen del HCC en 20% de los pacientes sin cirrosis y tampoco se ha definido la evolución natural de carcinoma hepatocelular. Síntoma CAPÍTULO 111 destrucción hepática y posteriormente proliferación; no necesariamente proviene de la cirrosis franca. Según expertos, el incremento en la frecuencia de HCC entre los japoneses en los últimos 30 años se explica por la hepatitis C. En Asia se está llevado a cabo un gran estudio por intervención auspiciado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) aplicando la vacuna de HBV a los neonatos. El HCC en los africanos de raza negra no guarda relación alguna con la cirrosis grave, pero es una enfermedad indiferenciada y muy agresiva. A pesar de la uniformidad en las cifras de portadores de HBV en la tribu Bantú del sur de África, se advierte una diferencia de nueve tantos en la frecuencia de HCC entre los mozambiquenses que habitan en las costas y en tierra firme. Estas diferencias se han atribuido a la exposición adicional a la aflatoxina B1 en los alimentos y otras micotoxinas carcinógenas. El intervalo típico entre una transfusión con HCV y el desarrollo ulterior de HCC es de aproximadamente 30 años. Los sujetos con HCC por HCV tienden a padecer con más frecuencia cirrosis en etapa avanzada, pero en el HCC por HBV sólo la mitad de los pacientes padece cirrosis y el resto sufre de hepatitis crónica activa (cap. 362). 545 CUADRO 1113 Carcinoma hepatocelular: cuadro inicial n = 547 546 los pacientes se identifica eritrocitosis y en 10 a 40%, hipercolesterolemia. Un alto porcentaje de pacientes presenta trombocitopenia relacionada con fibrosis o leucopenia, que es consecuencia de la hipertensión portal y no por infiltración cancerosa de la médula ósea, como ocurre en otros tipos de tumores. Además, los HCC grandes tienen niveles normales o elevados de plaquetas (trombocitosis) como en los cánceres de ovario y otros del tipo gastrointestinal, probablemente relacionado con el incremento de las concentraciones de interleucina 6 (IL-6). PARTE 7 Oncología y hematología ESTADIFICACIÓN Se ha descrito un sistema clínico de estadificación múltiple para HCC. Un sistema utilizado ampliamente es el de la American Joint Committee on Cancer (AJCC) de tumor, ganglios, metástasis (TNM, tumor, nodes, metastases). Sin embargo, el sistema del Cancer of the Liver Italian Program (CLIP) ha ganado aceptación porque toma en consideración la cirrosis, con base en el sistema original de Okuda (cuadro 111-4). Los pacientes con enfermedad en etapa III del sistema de Okuda tienen un mal pronóstico porque no pueden curarse por resección y el estado del hígado por lo general impide la quimioterapia. Se han propuesto otros sistemas de estadificación y se necesita un consenso. Dichos sistemas se basan en la combinación de factores pronósticos de daño hepático con la agresividad del tumor y se incluyen los sistemas de Barcelona Clinic Liver Cancer de España (fig. 111-1), lo que requiere validación externa e incorpora las estimaciones basales de supervivencia; el Chinese University Prognostic Index (CUPI), el Japan Integrated Staging Score (JIS) y el sistema SLiDe, que toma en consideración la etapa, el daño hepático y la desgammacarboxiprotrombina. CLIP y BCLC parecen ser más populares en Occidente, mientras que en Japón se prefiere JIS. Cada sistema tiene sus partidarios. La neoplasia con mejor pronóstico es el tumor solitario en etapa I que mide <2 cm de diámetro sin invasión de vasos sanguíneos. Algunos signos de mal pronóstico son ascitis, ictericia, invasión vascular y elevación de la fetoproteína α (AFP). La invasión vascular, en particular, ejerce efectos profundos en el pronóstico y puede ser microscópica o macroscópica (visible en la tomografía computarizada [CT, computed tomography]). Muchos tu- CUADRO 1114 Sistemas CLIP y Okuda de estadificación del carcinoma hepatocelular Clasificación CLIP Puntos Variables 0 1 2 i. Número de tumores Uno solo Múltiple – Sustitución del parénquima por <50 <50 >50 tumor (%) ii. Escala de Child-Pugh A B C iii. Nivel de fetoproteína α (ng/mL) <400 ≥400 – iv. Trombosis de vena porta (CT) No Sí – Estadios CLIP (índice = suma de puntos): 0, 0 puntos; 1, 1 punto; 2, 2 puntos; 3, 3 puntos. Clasificación de Okuda Tamaño del tumora ≥50% (+) <50 (−) Ascitis + (+) − (−) Bilirrubina (mg/100 mL) Albúmina (g/L) ≤3 (+) >3 (−) ≥3 (+) <3 (−) Estadios de Okuda: estadio 1, todas (–); estadio 2, 1 o 2 (+); estadio 3, 3 o 4 (+). a Extensión del hígado ocupada por tumor. Abreviatura: CLIP, Cancer of the Liver Italian Program. mores grandes exhiben invasión vascular microscópica, de manera que sólo es posible estadificarlo con precisión después de la extirpación quirúrgica. La neoplasia en etapa III comprende una mezcla de tumores con y sin metástasis en los ganglios linfáticos. Los sujetos en estadio III con metástasis ganglionar tienen un pronóstico sombrío y muy pocos viven un año o más. El pronóstico del estadio IV es sombrío incluso después de la resección o el trasplante, por lo que la supervivencia a un año es poco frecuente. HCC Etapa A-C PST 0-2, Child-Pugh A-B Etapa 0 PST 0, Child-Pugh A Etapa muy inicial (0) Carcinoma único <2 cm, in situ Etapa inicial (A) Nódulo único o tres nódulos <3 cm, PST 0 Normal Resección Etapa avanzada (C) Invasión portal, N1, M1, PST 1-2 PST Etapa terminal (D) Tres nódulos ≤3 cm Lesión única Presión portal/bilirrubinas Etapa intermedia (B) Multinodular, PST 0 Etapa D PST >2, Child-Pugh C Incremento Enfermedades asociadas No Trasplante hepático (CLT/LDLT) Tratamiento curativo (30%) Supervivencia a 5 años: 40 a 70% Sí PEI/RF TACE Sorafenib Ensayos clínicos comparativos con asignación al azar (50%) Tratamiento sintomático (20%) Supervivencia <3 tres meses FIGURA 1111. Sistema de estadificación del Barcelona Clinic Liver Cancer (BCLC) y programa de tratamiento. Pacientes con carcinoma hepatocelular (HCC) en etapa inicial (etapa 0) son elegibles para resección. Los pacientes con HCC en etapas iniciales (etapa A) son elegibles para tratamiento radical (resección, trasplante hepático o extirpación quirúrgica local con inyección percutánea de etanol [PEI] o radiofrecuencia [RF]). Los pacientes con HCC intermedia (etapa B) se benefician de la quimioembolización arterial a través de catéter (TACE). Los pacientes con el HCC avanzado, definidos por la presencia de invasión vascular macroscópica, diseminación extrahepática o síntomas relacionados con cáncer (estadio 1 o 2 del Eastern Cooperative Oncology Group) (etapa C) se benefician de la administración de sorafenib. Los pacientes con enfermedad en etapa terminal (etapa D) reciben tratamiento sintomático. La estrategia terapéutica varía de una etapa a otra con base en la falla terapéutica o contraindicaciones para la realización de procedimientos. CLT, trasplante hepático cadavérico; LDLT, trasplante hepático de donante vivo; PST, prueba del estado del desempeño físico. (Modificado de JM Llover et al.: JNCI 100:698, 2008). Tendencias actuales La estadificación requiere de consenso. Muy pronto la proteómica desmentirá estos sistemas. ESTUDIO DEL PACIENTE Carcinoma hepatocelular ANAMNESIS Y EXPLORACIÓN FÍSICA La anamnesis es importante para valorar los supuestos factores predisponentes, incluidos el antecedente de hepatitis o ictericia, transfusiones de sangre o consumo de drogas intravenosas. Se debe buscar algún antecedente familiar de HCC o hepatitis y la anamnesis social detallada debe incluir una descripción laboral completa en relación con la exposición industrial a posibles carcinógenos, así como el consumo de hormonas anticonceptivas. En la exploración física habrá que incluir la valoración de estigmas de hepatopatía primaria como ictericia, ascitis, edema periférico, telangiectasia aracniforme, eritema palmar y pérdida de peso. En el abdomen se valora el tamaño del hígado y se busca la presencia de masas, ascitis, nódulos hepáticos, dolor a la palpación y esplenomegalia. También es importante una valoración de la capacidad funcional clínica (completa) y de la esfera psicosocial. ESTUDIOS RADIOLÓGICOS La ecografía hepática es una excelente herramienta de detección. Las dos anomalías vasculares características son hipervascularidad de la masa tumoral (neovascularización o vasos arteriales que irrigan de manera anormal al tumor) y trombosis por invasión tumoral de vena porta por lo demás normal. Para determinar con precisión el tamaño del tumor y la extensión y presencia de invasión de la vena porta, debe realizarse una tomografía computarizada helicoidal/trifásica de abdomen y pelvis, con técnicas de administración rápida de medio de contraste, con el fin de detectar lesiones vasculares típicas de HCC. La invasión a la vena porta por lo general se detecta como una obstrucción y la expansión de un vaso sanguíneo. Se utiliza CT para descartar enfermedad metastásica. Las imágenes por resonancia magnética (MRI, magnetic resonance imaging) proporcionan información detallada, en especial con la disponibilidad de nuevos medios de contraste. El DIAGNÓSTICO ANATOMOPATOLÓGICO La prueba histológica de la presencia de HCC se logra al obtener un fragmento de biopsia del centro del tumor bajo guía ecográfica y muestras aleatorias del resto del hígado. El peligro de hemorragia es mayor que en otros cánceres porque: 1) los tumores son hipervasculares y 2) los enfermos suelen tener trombocitopenia y factores de la coagulación reducidos. Este peligro se agrava en presencia de ascitis. La siembra del tumor en el trayecto de la punción es una complicación poco común. La aspiración con aguja fina puede ofrecer material suficiente para establecer el diagnóstico de cáncer, pero se prefiere una biopsia con aguja cortante. Es importante explorar la arquitectura hística para diferenciar entre HCC y adenocarcinoma metastásico; cabe recurrir a las técnicas laparoscópicas de acceso. Ante la sospecha de invasión de la vena porta se puede obtener material con aguja cortante para biopsia de dicha vena. Si arroja resultados positivos se le considera como criterio de exclusión para trasplante por HCC. Tendencias actuales La inmunohistoquímica se ha vuelto de gran importancia. Los subgrupos pronósticos se han definido con base en las proteínas de la vía de señalización de crecimiento y estrategias de genotipificación, lo que incluye calificación de cinco perfiles genéticos de importancia pronóstica. Además, el perfil molecular del hígado subyacente ha proporcionado evidencias de un “efecto de campo” de la cirrosis en la generación de HCC nuevos o recurrentes después de la resección primaria. Además, las características de las células progenitoras de HCC han sido identificadas e incluyen la expresión de EpCAM, CD44 y CD90, la cual forma la base de las estrategias terapéuticas dirigidas a las células madre. DETECCIÓN EN POBLACIONES DE ALTO RIESGO Existen dos objetivos para la detección, tanto en pacientes con incremento en el riesgo para desarrollar HCC, como en aquellos con cirrosis. El primer objetivo es detectar tumores pequeños que podrían curarse de forma potencial por medio de extirpación quirúrgica. El segundo objetivo es incrementar la supervivencia en comparación con pacientes que no se diagnosticaron por mecanismos de detección. La evidencia de Taiwán ha demostrado mejoría en la supervivencia para poblaciones sometidas a detección y que son positivas para HBV; otros datos muestran su eficacia para el diagnóstico de HCV. Estudios prospectivos de poblaciones de alto riesgo han demostrado que la ecografía fue más sensible que el incremento de AFP solo, aunque la mayor parte de los médicos solicitan ambas Tumores de hígado y vías biliares Tendencias actuales Se han valorado nuevos biomarcadores, en especial con perfil genómico de suero y tejidos. Los nuevos biomarcadores plasmáticos incluyen glipicano-3, osteopontina, factor de crecimiento similar a insulina 1 y factor de crecimiento del endotelio vascular. Sin embargo, aún se encuentran en proceso de validación. Además, la disponibilidad comercial de equipos para las células tumorales circulantes aisladas permiten la obtención de perfiles moleculares de HCC sin la necesidad de obtener biopsia de tejidos. Tendencias actuales La base de las técnicas de imágenes más modernas como ecografía con medio de contraste (CEUS, constrast-enhanced ultrasound) y MRI dinámica es la vascularidad anormal del tumor, que es resultado de los tratamientos moleculares. 547 CAPÍTULO 111 MÉTODOS SEROLÓGICOS La AFP es un marcador tumoral sérico de HCC; sin embargo, se eleva únicamente en 50% de los pacientes estadounidenses. Se cree que el análisis de la fracción reactiva a la aglutinina de la AFP de lenteja (AFP-L3) es más específico. El otro análisis utilizado es el de la desgammacarboxiprotrombina (DCP), proteína inducida por la ausencia de vitamina K (PIVKA-2). Esta proteína se eleva hasta en 80% de los pacientes con HCC, pero también lo hace en los individuos con deficiencia de vitamina K; siempre se eleva después de utilizar warfarina. En ocasiones pronostica invasión de la vena porta. Tanto AFP-L3 como DCP han sido aprobados por la FDA. Se han diseñado muchos otros estudios, como el del glipicano 3, pero ninguno es más sensible y específico. En el individuo cuyo cuadro inicial es un tumor hepático o alguna indicación de descompensación hepática reciente, es necesario medir la concentración de antígeno carcinoembrionario (CEA, carcino embryonic antigen), vitamina B12, AFP, ferritina, PIVKA-2 y anticuerpo antimitocondrial. Asimismo se realizan las pruebas corrientes de función hepática que comprenden tiempo de protrombina (PT, prothrombin time), tiempo de tromboplastina parcial (PTT, partial thromboplastin time), albúmina, transaminasas, glutamiltranspeptidasa gamma y fosfatasa alcalina. La glutamiltranspeptidasa gamma y la fosfatasa alcalina pueden ser de particular importancia en 50% de los pacientes con HCC que tienen bajas concentraciones de AFP. La reducción en el recuento plaquetario y el de leucocitos puede reflejar hipertensión portal e hiperesplenismo asociado. Deben realizarse mediciones serológicas contra la hepatitis A, B y C. Si hay un resultado positivo en el estudio serológico de HBV o HCV, es necesaria la medición cuantitativa de DNA de HBV o RNA de HCV. etiodiol es una emulsión oleosa adicionada con etiodiol que permanece retenida por los tumores hepáticos y que pueden suministrarse a través de inyección en la arteria hepática (5 a 15 mL) para obtener imágenes por CT una semana más tarde. Para tumores pequeños, la inyección de etiodiol es muy útil antes de la realización de biopsias, porque la presencia de medio de contraste en la muestra de tejidos constituye la prueba de que la biopsia se obtuvo de la tumoración sospechosa. Una comparación prospectiva de CT trifásica, MRI con gadolinio, ecografía y tomografía por emisión de positrones con [18]F-fluorodesoxiglucosa (FDG-PET, F-18-fluorodeoxyglucose positron emission tomography) mostró resultados similares para CT, MRI y ecografía; los estudios PET resultaron positivos en sólo un subgrupo de pacientes con HCC. La CT abdominal en comparación con la MRI/CT utiliza un estudio que se realiza durante una sola inspiración, es menos compleja y menos dependiente de la cooperación del paciente. La MRI requiere una exploración más prolongada y el líquido de ascitis puede ocasionar artefactos, pero la MRI es mejor para diferenciar nódulos displásicos o en regeneración de HCC. Se han desarrollado criterios de imagen para HCC que no requieren demostración con biopsia, ya que tienen especificidad de >90%. Los criterios incluyen nódulos >1 cm con aumento de tamaño arterial y eliminación de medio de contraste a través de la vena porta y, para tumores pequeños, tasas de crecimiento especificadas en dos estudios realizados con intervalo de seis meses (Organ Procurement and Transplant Network). Sin embargo, el estudio histopatológico del órgano extirpado después de trasplante hepático por HCC ha demostrado que casi 20% de los pacientes diagnosticados sin biopsia en realidad no tenían un tumor. 548 pruebas a intervalos de seis meses para portadores de HBV y HCV, en especial en presencia de cirrosis o de empeoramiento de las pruebas de función hepática. Sin embargo, en un estudio italiano de pacientes con cirrosis se identificó que la incidencia anual de HCC fue de 3%, pero no se demostró incremento en la tasa de detección de tumores potencialmente curables mediante la detección intensiva. Las estrategias de prevención, incluida la vacunación universal contra hepatitis, tienen más probabilidad de ser eficaces que los esfuerzos de detección. Pese a la ausencia de guías formales, la mayor parte de los médicos obtienen estudios de AFP y ecografía cada seis meses (de bajo costo y disponibles en cualquier lugar, incluso en países pobres) o CT (más sensible, en especial en pacientes con sobrepeso, pero más costoso) cuando se vigila pacientes con alto riesgo (portadores de HBV, cirrosis por HCV, antecedentes familiares de HCC). Tendencias actuales El análisis de rentabilidad no es aún convincente, incluso aunque la detección pareciera adecuada. Sin embargo, los estudios de áreas con elevadas tasas de portadores de HBV han mostrado beneficios en la supervivencia para la detección como consecuencia de un diagnóstico en etapas más precoces. Es poco probable que se realice un estudio clínico definitivo, por las dificultades para obtener consentimiento informado para pacientes que aún no han sido sometidos a detección. La medición de glutamiltranspeptidasa gamma parece ser útil para la detección de tumores pequeños. PARTE 7 Oncología y hematología PREVENCIÓN Las estrategias de prevención sólo pueden planificarse cuando se conocen las causas del cáncer o existe una sospecha grande. Esto es cierto para unos cuantos cánceres en seres humanos, con las excepciones significativas del tabaquismo y cáncer pulmonar, virus del papiloma humano y cáncer del cuello uterino y cirrosis por cualquier causa, o contaminación dietética por aflatoxina B1 para HCC. La aflatoxina B1 es uno de los carcinógenos químicos más potentes conocidos y es producto del hongo Aspergillus que crece en los cacahuates y arroz cuando se almacena en climas calientes y húmedos. La estrategia obvia es refrigerar estos alimentos cuando se almacenan y realizar programas de vigilancia para detectar aumento de las concentraciones de aflatoxina B1, lo cual ocurre en Estados Unidos pero no suele llevarse a cabo en Asia. El virus de la hepatitis B por lo general se transmite de la madre al feto en Asia (excepto en Japón) y los programas de vacunación neonatal contra HBV han ocasionado una reducción notable en adolescentes con esta infección viral y, por tanto, en las tasas esperadas de HCC. Hay millones de portadores de HBV y HCV (cuatro millones con HCV en Estados Unidos) que ya están infectados. La quimioprevención con análogos nucleósidos (entecavir) para HCC mediada por HBV en Ja- pón ocasionó una reducción de cinco veces en la incidencia de HCV a lo largo de cinco años en pacientes cirróticos, pero no en pacientes con HBV sin cirrosis. En el futuro, tratamientos más potentes y eficaces harán posible la prevención de HCC por HCV. TRATAMIENTO CARCINOMA HEPATOCELULAR Muchos pacientes con HCC padecen dos enfermedades, cirrosis y HCC, y cada una es causa independiente de muerte. La presencia de cirrosis por lo general limita la extirpación quirúrgica, tratamientos quirúrgicos y la quimioterapia. De este modo, la valoración del paciente y los planes terapéuticos deben tomar en consideración la gravedad de la hepatopatía no cancerosa. Las posibilidades terapéuticas ante un HCC pueden ser complejas (fig. 111-2, cuadros 111-5 y 111-6). La evolución natural del HCC es muy variable. El individuo que al atenderse por primera vez muestra tumor avanzado (invasión vascular, síntomas, propagación extrahepática) tiene una mediana de supervivencia aproximada de cuatro meses, con tratamiento o sin él. Los resultados terapéuticos, según las publicaciones, son difíciles de interpretar. La supervivencia no siempre refleja la eficacia terapéutica por los efectos secundarios que la hepatopatía primaria tiene en la longevidad. En el tratamiento integral de los pacientes con HCC es muy importante contar con personal multidisciplinario, lo cual incluye a un hepatólogo, un radiólogo intervencionista, un oncólogo quirúrgico, un cirujano especializado en resecciones, un cirujano especializado en trasplantes y un oncólogo médico. ESTADIOS I Y II DE TNM EN HCC Para los tumores en etapas iniciales existen varios métodos con los que se obtienen buenos resultados como extirpación quirúrgica, la ablación local (térmica o con radiofrecuencia [RFA]), la extirpación quirúrgica por microondas (MWA, microwave ablation) y las inyecciones locales (cuadro 111-6). La mayoría de los individuos con HCC tienen algún defecto de campo en el hígado cirrótico, por lo que tienen riesgo de formar múltiples tumores primarios en esta glándula. Muchos sujetos padecen una hepatopatía primaria grave y quizá no toleran la pérdida importante de parénquima hepático en la cirugía; algunos son candidatos para recibir un trasplante ortotópico de hígado (OLTX, orthotopic liver transplant). La popularidad de los trasplantes de un pariente vivo se ha incrementado puesto que evita la necesidad de esperar en una lista. Un principio importante en el tratamiento de HCC en etapas iniciales, sin trasplante hepático, consiste en utilizar tratamientos con conservación de hígado y centrarse en el tratamiento del tumor y de la cirrosis. Diagnóstico de HCC Paciente elegible para extirpación quirúrgica Resección/RFA No cirrótico Cirrosis A de Child Lesión única Sin metástasis Donante vivo Trasplante Donante satisfactorio Criterios de UNOS Paciente elegible para trasplante Valoración de trasplante Una lesión <5 cm Tres lesiones, todas de ellas de menos de 3 cm Child A/B/C; AFP <1 000 ng/mL Sin invasión vascular macroscópica Lista de espera de donante cadavérico Sí Tratamiento neoadyuvante en el periodo de espera RFA/TACE/itrio-90 Trasplante No candidato para cirugía Valoración médica Factores concomitantes Cuatro lesiones Invasión vascular macroscópica LN (+) o metástasis PEI/RFA/MWA Lesión única <5 cm Child A/B TACE/itrio-90/pruebas clínicas con nuevos fármacos Multifocal >5 cm. Child A/B Sorafenib/tratamiento paliativo Tratamientos hormonales Child C Bilirrubina ≥2 Metástasis Progresión tumoral Sorafenib/estudios clínicos con nuevos fármacos FIGURA 1112. Algoritmo para el tratamiento del carcinoma hepatocelular. El objetivo de la valoración clínica inicial es estudiar la extensión del tumor y las deficiencias hepáticas funcionales causadas por la cirrosis. Se clasifica a los pacientes como operable, inoperable o candidato a un trasplante. AFP, fetoproteína α; LN, ganglio linfático; MWA, extirpación quirúrgica con microondas; OLTX, trasplante hepático ortotópico; PEI, inyección percutánea de etanol; RFA, extirpación quirúrgica con radiofrecuencia; TACE, quimioembolización arterial a través de catéter; UNOS, United Network for Organ Sharing. Child A/B/C hace referencia a la clasificación de Child-Pugh de insuficiencia hepática. CUADRO 1115 Opciones terapéuticas para el carcinoma hepatocelular Cirugía Resección Trasplante hepático Ablación circunscrita Ablación con radiofrecuencia (RFA) Extirpación quirúrgica con microondas (MWA) Criocirugía Inyección percutánea de etanol (PEI) Tratamientos regionales: a través de un catéter en la arteria hepática Quimioterapia transarterial Embolización transarterial Quimioembolización transarterial Cuentas eluyentes de fármacos por vía transarterial Radioterapia transarterial: Microesferas de itrio-90 131I-etiodol Radiación con haz de protones Radioterapia conformacional de haz externo y radioterapia de intensidad modulada Tratamientos paliativos Inyección local Numerosas sustancias se han utilizado para inyectarlas dentro del tumor, principalmente etanol (PEI). El HCC relativamente blando dentro del entorno duro del hígado cirrótico permite inyectar grandes volúmenes del etanol en el interior del tumor sin que difunda al parénquima hepático o se derrame fuera del hígado. El PEI destruye directamente las células cancerosas, pero no es selectivo y destruye también las células sanas vecinas. No obstante, por lo general se necesitan varias inyecciones (tres en promedio), a diferencia de una sola inyección en el caso de la RFA. El tamaño máximo de tumor que puede tratarse de manera fidedigna es de 3 cm, incluso con múltiples inyecciones. TENDENCIAS ACTUALES La resección y la RFA producen resultados similares. Sin embargo, se ha establecido una diferenciación entre las causas y las estrategias de prevención necesarias para evitar las recurrencias tempranas o tardías después de la resección. La recurrencia temprana se ha relacionado con factores de invasión tumoral, en especial la invasión microvascular por el tumor con incremento de las transaminasas, mientras que las recurrencias tardías se relacionan con cirrosis y factores del virus de la hepatitis y, por tanto, con el desarrollo de nuevos tumores. Véase la sección de tratamientos adyuvantes antivirales, más adelante. Trasplante ortotópico de hígado (OLTX) Una opción viable para los tumores en etapas I y II en el caso de cirrosis es la OLTX, con métodos de supervivencia que no aplican para los casos con cáncer. El OLTX para pacientes con lesión única ≤5 cm o tres o menos nódulos, cada uno ≤3 cm (criterios de Milán) resultaron en una supervivencia óptima sin tumor (≥70% a cinco años). Para el HCC avanzado, el OLTX se ha abandonado por las altas tasas de recurrencia tumoral. Las escalas de prioridad para OLTX previamente ocasionaron que los pacientes con HCC tuvieran periodos de espera muy CUADRO 1116 Datos de algunos estudios clínicos con asignación al azar que utilizaron quimioembolización largos antes del procedimiento, lo que ocaa través de la arteria hepática (TACE) contra el carcinoma hepatocelular sionó que algunos tumores estuvieran demasiado avanzados durante el periodo de Efecto en la Autor Año Fármacos 1 Fármacos 2 supervivencia espera para el hígado de donante. Se han utilizado diversos tratamientos como “meKawaii 1992 Doxorrubicina + Embo Embo No dida terapéutica transitoria” en espera del Chang 1994 Cisplatino + Embo Embo No OLTX, lo que incluye RFA, TACE y radioemHatanaka 1995 Cisplatino, doxorrubicina + Embo Iguales + lipiodol No bolización de la arteria hepática con itrio-90. Uchino 1993 Cisplatino, doxorrubicina + FU oral Iguales + tamoxifeno No Estos tratamientos previos al trasplante permiten que los pacientes permanezcan Lin 1988 Embo Embo + FU IV No por más tiempo en lista de espera, lo que Yoshikawa 1994 Epirrubicina + etiodol Epirrubicina No proporciona mayor oportunidad para reciPelletier 1990 Doxorrubicina + Gelfoam Ninguno No bir el trasplante, porque pueden estabilizar Trinchet 1995 Cisplatin + Gelfoam Ninguno No el tumor y evitar el crecimiento a lo largo de Bruix 1998 Cisplatino + Gelfoam Ninguno No meses hasta que se encuentra disponible el hígado de donante. Sin embargo, lo que Pelletier 1998 Cisplatino + etiodol Ninguno No permanece en duda es si esto se traduce en Trinchet 1995 Cisplatino + Gelfoam Ninguno No mayor supervivencia después del trasLo 2002 Cisplatino + etiodol Ninguno Sí plante. Además, no se sabe si los pacientes Llovet 2002 Doxorrubicina + etiodol Ninguno Sí que han recibido tratamiento preoperatorio para sus tumores sigan el mismo patrón Abreviaturas: Embo, embolización; FU, 5-fluorouracilo. Tumores de hígado y vías biliares Extirpación quirúrgica El riesgo de la hepatectomía mayor es elevado (tasa de mortalidad de 5 a 10%) por la hepatopatía subyacente y la posibilidad de insuficiencia hepática, pero es aceptable en casos particulares y depende en gran medida de la experiencia quirúrgica. El riesgo es bajo en centros donde se realiza el procedimiento en mayor proporción. En ocasiones se realiza la oclusión preoperatoria de la vena porta para atrofiar el lóbulo con HCC y provocar hipertrofia compensadora del hígado sano, lo que permite una extirpación quirúrgica más segura. La ecografía transoperatoria es útil para planificar la vía quirúrgica de acceso. La ecografía permite observar la proximidad de las estructuras vasculares principales con las que se pueden encontrar durante la disección. En los cirróticos, cualquier cirugía mayor del hígado puede causar insuficiencia hepática. La clasificación de Child-Pugh de insuficiencia hepática es un elemento fiable para pronosticar la posible tolerancia a la cirugía hepática y la extirpación quirúrgica se reserva para los pacientes en la escala A de Child. Los pacientes en las escalas B y C con estadios I y II de HCC deben enviarse para la práctica de OLTX si así conviene, y también los individuos con ascitis o el antecedente reciente de varices hemorrágicas. Aunque la extirpación quirúrgica abierta es la técnica más fiable, a veces se obtienen mayores beneficios con la estrategia laparoscópica para la extirpación, por em- Estrategias de extirpación quirúrgica local La ablación con radiofrecuencia (RFA, radio frequency ablation) utiliza calor para eliminar los tumores. El tamaño máximo de la sonda permite obtener una zona de necrosis de 7 cm, que es suficiente para un tumor de 3 a 4 cm. El calor destruye células dentro de la zona de necrosis. El tratamiento de tumores situados cerca de las principales tríadas porta puede lesionar los conductos biliares y obstruirlos, por lo que son muy escasos los tumores anatómicamente adecuados para usar esta técnica. La RFA se realiza por vía percutánea o laparoscópica bajo guía tomográfica o ecográfica. 549 CAPÍTULO 111 Tratamientos sistémicos Tratamientos dirigidos de forma molecular (sorafenib, etc.) Quimioterapia Inmunoterapia Hormonoterapia + regulación del crecimiento pleo de extirpación por radiofrecuencia, MWA o la inyección percutánea de etanol (PEI, percutaneous etanol injection). No se han hecho comparaciones adecuadas de las técnicas mencionadas y la selección del tratamiento suele basarse en la habilidad del médico. Sin embargo, se ha demostrado que la RFA es superior a la PEI en cuanto a la inducción de necrosis para tumores <3 cm de diámetro y parece ser equivalente a la resección abierta; por tanto, es el tratamiento de primera elección para estos tumores. Conforme los tumores adquieren tamaños superiores a 3 cm, en especial ≥5 cm, la eficacia de la necrosis inducida por RFA disminuye. La combinación de quimioembolización arterial a través de catéter (TACE, transarterial chemoembolization) con RFA ha demostrado mejor los resultados que TACE sola en estudios clínicos prospectivos, con asignación al azar. Aunque la invasión vascular es un factor pronóstico negativo preeminente, la invasión microvascular en tumores pequeños parece no ser un factor negativo. 550 de recurrencia esperado para sus tumores al momento del trasplante (es decir, tratamiento ablativo local posterior) o si siguen la evolución de sus parámetros tumorales presentes antes de dicho tratamiento. La United Network for Organ Sharing (UNOS) señaló un sistema para calificar la prioridad de los receptores de OLTX que incluye puntos adicionales para pacientes con HCC. El éxito de los programas de trasplante de hígado de donante vivo relacionado ha ocasionado que los pacientes reciban trasplante antes para HCC y a menudo con tumores mínimos. PARTE 7 TENDENCIAS ACTUALES La ampliación de los criterios para HCC más grandes de lo señalado en los criterios de Milán (una lesión <5 cm o tres lesiones, cada una <3 cm), como los criterios de la University of California, San Francisco (UCSF) (lesiones únicas ≤6.5 cm o dos lesiones ≤4.5 cm con un diámetro total ≤8 cm; tasas de supervivencia a uno y cinco años de 90 y 75%, respectivamente) se aceptan cada vez más por diversas áreas de UNOS para OLTX con supervivencia satisfactoria comparable a largo plazo con los resultados de los criterios de Milán. Además, la estadificación a la baja de los HCC demasiado grandes para tratamiento con base en los criterios de Milán (TACE) se reconocen cada vez más como un tratamiento aceptable antes de OLTX con resultados equivalentes para pacientes que se encontraban originalmente en los criterios de Milán. Los pacientes que satisfacían los criterios, con concentraciones de AFP >1 000 ng/mL tienen tasas de recurrencia después de OLTX excepcionalmente elevadas. También, el uso de OLTX de “rescate” después de HCC recurrente posterior a la resección ha producido resultados contradictorios. La escasez de órganos combinada con los avances en la seguridad de la resección ha resultado en el incremento del uso de la resección para pacientes con buena función hepática. Oncología y hematología Tratamiento adyuvante La utilidad de la quimioterapia adyuvante para pacientes después de resección o de OLTX es confusa. Se han estudiado métodos adyuvantes y neoadyuvantes, pero no se han encontrado ventajas claras en cuanto a la supervivencia general o supervivencia sin enfermedad. Sin embargo, un metaanálisis de varios estudios clínicos reveló mejoría significativa en la supervivencia general y sin enfermedad. Aunque los análisis de quimioterapia sistémica adyuvante posoperatoria demostraron que no existían ventajas en la supervivencia general o sin enfermedad, estudios aislados de TACE y tratamiento neoadyuvante con 131I-etiodiol han mostrado incremento en la supervivencia después de la resección. El tratamiento antiviral, en lugar del tratamiento antineoplásico, ha tenido éxito para reducir las recurrencias tumorales después de resección en casos de tratamiento adyuvante posterior a la resección. Los análogos nucleósidos en HCC por HBV y el peginterferón más ribavirina para HCC por HCV han mostrado ser eficaces para reducir las tasas de recurrencia. TENDENCIAS ACTUALES Se está realizando un estudio clínico grande de tratamiento adyuvante que examina la resección y trasplante, con y sin sorafenib (véase más adelante). El éxito de los tratamientos antivirales para reducir las recurrencias de HCC después de resección es parte de un enfoque amplio sobre el microambiente tumoral (estroma, vasos sanguíneos, células inflamatorias y citocinas) como mediadores de la progresión de HCC y como objetivo para nuevos tratamientos. ESTADIOS III Y IV DE TNM EN HCC En el caso de las neoplasias en etapa III son muy pocas las opciones quirúrgicas que involucren estructuras vasculares mayores. En los individuos sin cirrosis se puede llevar a cabo una hepatectomía mayor, aunque el pronóstico es poco satisfactorio. La extirpación quirúrgica es posible en los individuos con cirrosis en etapa A de Child, pero la lobulectomía (lobectomía) se acompaña de complicaciones graves y muerte, y el pronóstico a largo plazo es malo. Sin embargo, un pequeño porcentaje de pacientes presenta una supervivencia mucho mayor a largo plazo, por lo que se justifica el intento de extirpación cuando sea posible. La naturaleza avanzada de estos tumores después de la extirpación incluso satisfactoria, provoca recidivas inmediatas. Los pacientes con estas características no son candidatos para trasplante por la elevada frecuencia de recidivas, salvo que con el tratamiento neoadyuvante se logre reducir el estadio del tumor. La reducción del volumen del tumor primario permite llevar a cabo una cirugía menos cruenta y el hecho de aplazar la cirugía facilita la manifestación de la enfermedad extrahepática en los estudios de imágenes, y se evita la necesidad de un OLTX inútil. El pronóstico de las neoplasias en etapa IV es sombrío y no se recomienda tratamiento quirúrgico alguno. Quimioterapia por vía general Se han realizado numerosos estudios clínicos comparativos y no comparativos con diversos medicamentos importantes utilizados en la quimioterapia antineoplásica. Ningún medicamento solo o combinado y administrado por vía general obtiene un índice reproducible de respuesta de 25% o tiene algún efecto sobre la supervivencia. Quimioterapia regional A diferencia de los resultados infructuosos de la quimioterapia por vía general, varios fármacos administrados a través de la arteria hepática son activos contra el HCC circunscrito al hígado (cuadro 111-6). Dos estudios comparativos con asignación al azar encontraron una prolongación de la supervivencia con la TACE en un subgrupo selecto de pacientes. En uno se utilizó doxorrubicina y en el otro cisplatino. A pesar de que se ha demostrado una mayor extracción hepática de los fármacos (relación con muy pocos fármacos), algunos como el cisplatino, la doxorrubicina, la mitomicina C y, posiblemente, la neocarzinostatina originan respuestas objetivas sustanciales si se administran de forma regional. Existe muy poca información sobre la administración de medicamentos en solución continua dentro de la arteria hepática contra el HCC, no obstante varios estudios piloto con cisplatino han generado respuestas alentadoras. Los resultados publicados no han estratificado las respuestas o la supervivencia con base en la estadificación TNM, por lo que es difícil conocer el pronóstico a largo plazo en relación con la extensión tumoral. Asimismo, muchos de los estudios sobre quimioterapia regional en la arteria hepática han utilizado algún embolizante como etiodol, partículas de esponja de gelatina, almidón o microesferas. Dos productos están elaborados a base de microesferas de diámetro definido: Embospheres y Contour SE; las partículas miden de 40 a 120, 100 a 300, 300 a 500 y 500 a 1 000 μm de diámetro. No se ha definido el diámetro óptimo de las partículas para la TACE. Hasta la fecha, al parecer los índices de respuesta objetiva son mayores con la administración arterial de fármacos y con algún tipo de oclusión de la arteria hepática que con cualquier otra variante de quimioterapia por vía general. La distribución extendida de la embolización combinada con quimioterapia se ha complicado por sus efectos secundarios; éstos, frecuentes aunque transitorios, incluyen fiebre, dolor abdominal y anorexia (en >60% de los enfermos). Además, >20% de los pacientes la ascitis empeora o las transaminasas se elevan. Se han publicado algunos casos de espasmo de arteria cística y de colecistitis. Sin embargo, también se han obtenido índices mayores de respuesta. Los efectos secundarios de la embolización en el hígado disminuyen al usar microesferas de almidón degradables y los índices de respuesta son de 50 a 60%. En dos estudios con asignación al azar de TACE frente a placebo se encontraron ventajas respecto de la supervivencia con el tratamiento (cuadro 111-6). No se sabe si los criterios oncológicos formales de la respuesta en la tomografía computarizada son adecuados para HCC. Quizá la hipovascularidad en la tomografía sin cambios en el tamaño constituye un índice de la pérdida de viabilidad y, por tanto, de la respuesta al TACE. Un inconveniente para demostrar una supervivencia más prolongada en los individuos que mejoran con la TACE es que muchos enfermos mueren por la cirrosis primaria y no por la neoplasia. No obstante, dos estudios clínicos con asignación al azar y grupo testigo, uno usó doxorrubicina y el otro cisplatino, mostraron ventajas en la supervivencia para TACE en comparación con el placebo (cuadro 1116). Sin embargo, la mejoría en la calidad de vida es un objetivo legítimo del tratamiento regional. Se ha mencionado que las cuentas impregnadas con fármacos con doxorrubicina (DEB-TACE) producen supervivencia equivalente con menos toxicidad, pero esta estrategia no ha sido valorada en estudios clínicos con asignación al azar. Inhibidores de la cinasa Se ha observado ventaja en la supervivencia con el inhibidor de cinasa múltiple de administración oral, sorafenib en comparación con placebo en dos estudios clínicos con asignación al azar. Se dirige a la vía mitógena Raf de los receptores del factor de crecimiento endotelial vascular (VEGFR, vascular endothelial growth factor receptor) de la vía de vasculogénesis endotelial. Sin embargo, las respuestas tumorales fueron imperceptibles y la supervivencia en el grupo de tratamiento en individuos asiáticos fue inferior que el grupo con placebo en un estudio clínico occidental (cuadro 111-7). El sorafenib tiene toxicidad considerable y los pacientes a menudo requieren “día de reposo de los fármacos”, reducciones de la dosis e interrupción del tratamiento. Los efectos tóxicos más comunes incluyen fatiga, hipertensión, diarrea, mucositis y cambios cutáneos como síndrome de mano-pie doloroso, pérdida de cabello y prurito, cada uno con una frecuencia de 20 a 40% de los pacientes. Se han probado varios fármacos nuevos “similares” dirigidos a la angiogénesis pero han demostrado ser inferiores o más tóxicos. Éstos incluyen sunitinib, brivanib, linifanib, everolimús y bevacizumab (cuadro 111-8). La idea de angiogénesis sola como objetivo terapéutico mayor para HCC necesita reconsiderarse. CUADRO 1117 Tratamientos dirigidos en HCC: estudios clínicos Fase III Objetivos Supervivencia (meses) Sorafenib frente a placebo Sorafenib frente a placebo (asiáticos) Raf, VEGFR, PDGFR Raf, VEGFR, PDGFR 10.7 frente a 7.9 6.5 frente a 4.2 Abreviaturas: PDGFR, receptor del factor de crecimiento derivado de plaquetas; Raf, fibrosarcoma de crecimiento acelerado; VEGFR, receptor del factor de crecimiento endotelial vascular. Sunitinib Brivanib Linifanib Everolimús Erlotinib ThermaDox Virus oncolítico JX-594 Bevacizumab Bevacizumab más erlotinib frente a sorafenib Sorafenib más erlotinib frente a sorafenib Inhibidores Receptor de EGF Erlotinib Gefitinib Cetuximab Panitumumab Tivantinib (ARQ197) EMD1204831 Cabozantinib Bevacizumab Regorafenib Brivanib Cediranib Sunitinib AEW54 R1507 (MAb) Linsitinib (OSI-906) Brivanib Mapatumumab Sorafenib Dovitinib Linifanib IMC-A12 B11B022 Cixutumumab Bortezomib cMET Receptor de VEGF Receptor de FGF1 TRAIL-R1 (proapoptosis) Receptor de PDGF Receptor de IGF-I Ubiquitina-proteasoma Abreviaturas: EGF, factor de crecimiento epidérmico; FGF1, factor de crecimiento de los fibroblastos-1; IGF-I, factor similar a insulina 1; PDGF, factor de crecimiento derivado de plaquetas; VEGF, factor de crecimiento endotelial vascular. al azar. Lo mismo es cierto para la aplicación intraarterial de itrio-90 más sorafenib como tratamiento para HCC, durante el periodo de espera para trasplante hepático. SIGNIFICANCIA Y VALORACIÓN DE LA RESPUESTA A TRATAMIENTOS NO QUIRÚRGICOS El crecimiento o diseminación tumorales se considera un signo de mal pronóstico y es evidencia de fracaso del tratamiento. En cambio, se considera que los pacientes que reciben quimioterapia tienen respuesta si presentaron reducción en el tamaño del tumor. La falta de respuesta o de disminución de tamaño indica fracaso terapéutico. Tres consideraciones en el tratamiento de HCC han cambiado por completo en vista de las preocupaciones por la falta de reducción de tamaño del tumor después del tratamiento. Primero, la correlación entre la respuesta a la quimioterapia y la supervivencia es mala para varios tumores; en algunos tumores, como el cáncer ovárico y el cáncer pulmonar microcítico, una reducción sustancial del tumor con la quimioterapia es seguida de crecimiento rápido del tumor. En segundo lugar, el Sorafenib HCC Assesment Randomized Protocol (SHARP) de fase III que comparó sorafenib con placebo para HCC no CUADRO 11110 Algunos tratamientos médicos novedosos para el carcinoma hepatocelular Antagonistas de los receptores de EGF: erlotinib, gefitinib, lapatinib, cetuximab, brivanib Antagonistas de cinasas múltiples: sorafenib, sunitinib Antagonistas de VEGF: bevacizumab Antagonistas de VEGFR: ABT-869 (linifanib) Antagonistas de mTOR: sirolimús, temsirolimús, everolimús Inhibidores de proteasomas: bortezomib Vitamina K 131I-Etiodol (lipiodol) 131I-Ferritina Microesferas de itrio-90 166Ho, 188Re Radioterapia conformacional tridimensional Radioterapia con altas dosis de rayos de protones Radiocirugía Nuevos objetivos: inhibidores de la cinasa dependientes de ciclina (Cdk), caspasas de inducción TRAIL y células madre Abreviaturas: EGF, factor de crecimiento epidérmico; mTOR, blanco de la rapamicina en los mamíferos; VEGF, factor de crecimiento endotelial vascular; VEGFR, receptor del factor de crecimiento endotelial vascular. Tumores de hígado y vías biliares CUADRO 1118 Tratamientos dirigidos promisorios que han fallado en estudios clínicos Objetivos 551 CAPÍTULO 111 Nuevos tratamientos Aunque se ha reportado prolongación de la supervivencia en estudios clínicos de fase II al usar nuevos fármacos, como bevacizumab más erlotinib, los datos obtenidos de estudios clínicos de fase III fueron desalentadores. Se han utilizado varias formas de radioterapia en el tratamiento de HCC, incluida la radiación de haz externo y radioterapia conformacional. La hepatitis por radiación permanece como un problema que limita la dosis. El itrio-90, un emisor β, unido a microesferas de cristal o resina inyectadas en la arteria hepática principal, se ha valorado en estudios clínicos de fase II de HCC y ha tenido un control alentador del tumor y efectos en la supervivencia con mínima toxicidad. Aún deben completarse los estudios clínicos con asignación al azar de fase III que compararon TACE. El principal atractivo del tratamiento con itrio-90 es su seguridad en la presencia de trombosis de las ramas principales de la vena porta, casos en los que el TACE es peligroso o está contraindicado. Además, la radiación de haz externo se ha reportado como segura y útil en el control de la invasión de las ramas principales de la vena porta o de la vena hepática (trombosis) por tumores. Los estudios clínicos han sido pequeños. En estudios clínicos se ha valorado el uso de vitamina K con dosis elevadas por su acción inhibidora sobre HCC. Esta idea se basa en las características del defecto bioquímico en HCC de elevación de las concentraciones plasmáticas de protrombina inmadura (DCP o PIVKA-2) por un defecto en la actividad de la carboxilasa de protrombina, una enzima dependiente de vitamina K. Dos estudios clínicos con asignación al azar y grupo testigo de vitamina K realizados en Japón demostraron disminución del desarrollo de tumores, pero no tuvo éxito un estudio importante de fase III dirigido a la limitación de la recurrencia después de la resección. TENDENCIAS ACTUALES Se han valorado varios inhibidores nuevos de cinasas para HCC (cuadros 111-9 y 111-10). Esto incluye productos biológicos, como inhibidores de la cinasa de Raf y del factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF) y fármacos que se dirigen a varias etapas de la vía de crecimiento celular. Las esperanzas actuales se dirigen particularmente a inhibidores de la vía Met, como tivantinib y varios antagonistas del receptor IGF. El itrio-90 parece promisorio y no tiene los efectos tóxicos que acompañan a la quimioterapia. Es particularmente atractivo porque, a diferencia de TACE, parece seguro en presencia de trombosis de la vena porta, una característica patognomónica de agresividad de HCC. El cuello de botella de los donantes de hígado para OLTX se está ensanchando con el incremento de donantes vivos, asimismo los criterios de OLTX para HCC más grandes se están expandiendo. Se ha fomentado la participación de pacientes en estudios clínicos de nuevos tratamientos (www.clinicaltrials.gov). El principal esfuerzo es la valoración de la combinación de los compuestos enumerados en los cuadros 111-7 a 111-9 que se dirigen a diferentes vías, así como a combinaciones de muchos de estos tratamientos dirigidos, en particular sorafenib, con TACE o radioembolización con itrio-90. La combinación de TACE con sorafenib parece ser segura en estudios clínicos de fase II con datos promisorios en cuanto supervivencia, pero aún están en progreso los estudios clínicos con asignación CUADRO 1119 Nuevos fármacos dirigidos y sus objetivos farmacológicos en estudios clínicos actuales 552 susceptible de resección, demostró que puede incrementarse de manera significativa la supervivencia en el grupo con tratamiento con sólo 2% de los pacientes con respuesta tumoral, pero en 70% de los pacientes ocurrió estabilización de la enfermedad. Esta observación llevó a reconsiderar la utilidad de la respuesta y la importancia de estabilizar la enfermedad. Tercero, el HCC por lo general es un tumor muy vascularizado y la vascularidad se considera una medición de viabilidad tumoral. En consecuencia, se modificó el estudio clínico Response Evaluation Criteria in Solid Tumors (RECIST) a mRECIST, que requiere la medición de la vascularización/tumor viable durante la CT o MRI. Se define a la respuesta parcial como una reducción de 30% en la suma de los diámetros de tumores viables (con la administración de medio de contraste arterial). La necesidad de semicuantificación de la vascularidad tumoral en los estudios ha ocasionado la introducción de imágenes por MRI con reforzamiento de difusión. Los medios de contraste específicos para tejidos, como el ácido gadoxético y la modificación a marcadores de imagen funcionales y genéticos han cambiado los métodos de estudio. Además, la respuesta de la AFP plasmática puede ser un marcador biológico de respuesta radiológica. PARTE 7 Oncología y hematología RESUMEN DE TRATAMIENTO La supervivencia a largo plazo se asocia con resección, extirpación quirúrgica o trasplante, todos los cuales producen una supervivencia >70% a cinco años. El trasplante hepático es el único tratamiento para los tumores y para la hepatopatía subyacente de manera simultánea, y puede ser el avance más importante en el tratamiento de HCC en 50 años. Por desgracia, sólo beneficia a pacientes con tumores de tamaño limitado sin invasión macrovascular de la vena porta. Los pacientes asintomáticos sin tratamiento con tumores nodulares múltiples sin invasión vascular o diseminación extrahepática tienen una mediana de supervivencia de casi 16 meses. La quimioembolización (TACE) mejora la mediana de supervivencia a 19 a 20 meses y se considera el tratamiento de referencia para estos pacientes, los cuales representan la mayor parte de pacientes con HCC, aunque el tratamiento con itrio-90 puede proporcionar resultados similares con menos efectos tóxicos. Los pacientes con enfermedad en etapa avanzada, invasión vascular o enfermedades metastásicas tienen una mediana de supervivencia de casi seis meses. Entre este grupo, los resultados pueden variar con base en la hepatopatía subyacente. Éste es el grupo al cual se dirigen los inhibidores de la cinasa. RESUMEN CUADRO 1115 Cuadros clínicos más frecuentes 1. Paciente con antecedente de hepatitis, ictericia o cirrosis, con anormalidades en ecografía, CT, elevación de AFP o DCP (PIVKA-2). 2. Paciente con resultados anormales en alguna prueba de la función hepática como parte de un examen habitual. 3. Estudios radiográficos previos al trasplante de hígado a causa de cirrosis. 4. Síntomas de HCC, incluidos caquexia, dolor abdominal o fiebre. Anamnesis y exploración física 1. Ictericia clínica, astenia, prurito (marcas de rascado), temblor o desorientación. 2. Hepatomegalia, esplenomegalia, ascitis, edema periférico, signos cutáneos de insuficiencia hepática. Valoración clínica 1. Procedimientos hematológicos: biometría hemática completa (esplenomegalia); pruebas de la función hepática; concentración de amonia (co, electrólitos, fetoproteína α y DCP (PIVKA-2), Ca2+ y Mg2+; serología para detectar hepatitis B y C (cantidad de DNA de HBV y RNA de HCV si cualquiera de los dos es positiva); neurotensina (específica de HCC fibrolaminar). 2. CT con técnica helicoidal dinámica trifásica (espiral) del hígado (si sus resultados son inciertos, realizar una MRI); CT de tórax; endoscopia del aparato digestivo alto y bajo (en busca de varices, hemorragia y úlceras), y CT cerebral (sólo si hay síntomas). 3. Biopsia con aguja cortante: del tumor y además del tejido hepático circundante. Tratamientos (cuadros 111-5 y 111-6) 1. HCC <2 cm: extirpación quirúrgica con RFA, PEI o extirpación. 2. HCC >2 cm sin invasión vascular: extirpación hepática, RFA u OLTX. 3. Múltiples tumores unilobulares o tumor con invasión vascular: TACE o sorafenib. 4. Tumores en ambos lóbulos sin invasión vascular: TACE con OLTX para los tumores con alguna respuesta. 5. HCC extrahepática o elevación de la bilirrubina: sorafenib o bevacizumab más erlotinib (los estudios sobre combinación de fármacos se hallan en curso). OTROS TUMORES PRIMARIOS DE HÍGADO HCC FIBROLAMINAR FLHCC Esta variedad de HCC es muy rara y posee características biológicas diferentes del HCC del adulto. En esta variedad al parecer no participan algunos de los factores causales de HCC. Es típicamente una enfermedad de adultos jóvenes, a menudo adolescentes y principalmente mujeres. No se acompaña de AFP, pero se eleva la concentración sérica de neurotensina, las pruebas de la función hepática son normales y no existe cirrosis. Su imagen radiográfica es similar a la del HCC, pero es menos frecuente la invasión de la vena porta que es característica de la variedad del adulto. Suele ser multifocal, por lo cual no es extirpable y a menudo envía metástasis, especialmente a los pulmones y ganglios linfáticos locales-regionales; la supervivencia tiende a ser mucho mejor que en el HCC del adulto. Los tumores extirpables tienen una supervivencia quinquenal de 50% o más. El cuadro inicial es de hepatomegalia extrema o un cuadro inexplicable de pérdida de peso, fiebre y pruebas de la función hepática anormales en los estudios sistemáticos. Estos tumores enormes sugieren un crecimiento lento. La mejor opción terapéutica es la extirpación quirúrgica, incluso en el caso de metástasis, puesto que los tumores de este tipo tienen una respuesta menor a la quimioterapia que el HCC del adulto. Se han publicado algunas series de OLTX contra carcinoma hepatocelular fibrolaminar (FL-HCC, fibrolamellar HCC), pero estos pacientes mueren por recidivas tumorales entre dos y cinco años después frente a los pacientes con HCC del adulto que recibieron OLTX. Se han publicado algunas respuestas aisladas a la combinación de gemcitabina y cisplatino-TACE. Hemangioendotelioma epitelioide (EHE, epithelioid hemangioendothelioma) Éste un tumor vascular raro del adulto, suele ser multifocal y tiene una supervivencia prolongada, incluso en presencia de metástasis; es frecuente en pulmón. Por lo regular, no existe cirrosis primaria. Desde el punto de vista histológico, su malignidad se ubica en una zona limítrofe; expresa el antígeno del factor VIII, lo cual confirma su origen endotelial. El OLTX prolonga la supervivencia en algunos casos. Colangiocarcinoma (CCC) El CCC típico se refiere a un adenocarcinoma productor de mucina (diferente del HCC) que se origina en la vía biliar con características de diferenciación de colangiocito. Se agrupan con base en su origen anatómico como intrahepático (IHC), perihiliar (central, casi 75% de los CCC) y periférico (o distal, casi 30% de los CCC). Los IHC son el segundo tipo de tumor hepático más común. El IHC es el segundo tumor primario del hígado más común. Dependiendo del sitio de origen, tienen diferentes características y requieren diferentes tratamientos. Se originan a partir de tejido cirrótico con menor frecuencia que los HCC, pero pueden complicarse con cirrosis biliar primaria. Sin embargo, la cirrosis y la cirrosis biliar primaria y HCV predisponen a IHC. Los tumores nodulares que se originan en la bifurcación de la vía biliar común se conocen como tumores de Klatskin y a menudo se asocian con colapso de la vesícula biliar, un dato que obliga a la visualización de la totalidad de la vía biliar. El método para el tratamiento de los CCC periféricos y centrales es bastante diferente. La incidencia se ha incrementado. Aunque la mayor parte de los CCC no tienen una causa evidente (se desconoce la causa), se han identificado varios factores predisponentes; éstos incluyen colangitis esclerosante primaria (10 a 20% de los pacientes con colangitis esclerosante primaria [PSC]), una enfermedad autoinmunitaria y fasciola hepática en asiáticos, en especial Opisthorchis viverrini y Clonorchis sinensis. Al parecer, el CCC también se vincula con cualquier causa de inflamación y lesión crónicas de las vías biliares, con hepatopatía alcohólica, coledocolitiasis, quistes de colédoco (10%) y enfermedad de Caroli (una rara forma hereditaria de ectasia del conducto biliar). El cuadro inicial típico del CCC comprende ictericia indolora, que a menudo se acompaña de prurito o pérdida de peso. El diagnóstico se establece con una biopsia percutánea en el caso de lesiones periféricas del hígado o, con mayor frecuencia, por medio de una colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (ERCP, endoscopic retrograde cholangiopancreatography) bajo visión directa en el caso de lesiones centrales. Estos tumores tienen una tinción positiva para citoqueratinas 7, 8 y 19, y negativa para citoqueratina 20. Sin embargo, los métodos histológicos no permiten distinguir entre CCC y metástasis de neoplasias primarias de colon o páncreas. Los marcadores tumorales en suero al parecer son inespecíficos, pero casi siempre se eleva la concentración de CEA, CA 19-9 y CA-125 en los sujetos con CCC y son útiles para valorar de forma seriada la respuesta al tratamiento. La valoración radio- gráfica inicial comprende una ecografía, que es útil para visualizar la dilatación de los conductos biliares, una MRI o colangiopancreatografía por resonancia magnética (MRCP, magnetic resonance cholangiopancreatography) o CT helicoidal. En esta fase se necesita una ERCP cruenta para definir la vía biliar y obtener un fragmento para biopsia y también se requiere con fin terapéutico para descomprimir la vía biliar obstruida al colocar una endoprótesis interna. En caso de no obtener resultados se deberá realizar un drenaje biliar percutáneo para que la bilis fluya hacia un depósito externo. Los tumores centrales suelen invadir el hilio hepático y es frecuente que la neoplasia abarque los ganglios linfáticos locales-regionales. La incidencia se ha incrementado en decenios recientes; pocos pacientes sobreviven cinco años. El tratamiento habitual es quirúrgico, pero la quimioterapia sistémica combinada puede ser eficaz. Después de completar la intervención quirúrgica por IHC, la supervivencia a cinco años es de 25 a 30%. La combinación con radioterapia y trasplante hepático ha producido una tasa de supervivencia sin recurrencia a cinco años de 65 por ciento. TRATAMIENTO COLANGIOCARCINOMA METÁSTASIS TUMORALES HEPÁTICAS Provienen principalmente de tumores primarios de colon, páncreas y mama, aunque pueden originarse en cualquier otro órgano. Los melanomas oculares envían fácilmente metástasis al hígado. La presencia de metástasis hepáticas tiene un pronóstico sombrío; con anterioridad, las originadas de neoplasias colorrectales y mamarias se sometían a quimioterapia en solución continua en la arteria hepática. Sin embargo, el uso de este método terapéutico ha disminuido por contar con fármacos sistémicos más eficaces contra estos cánceres, en particular la adición de oxaliplatino a los esquemas contra el cáncer colorrectal. En un gran estudio con asignación al azar en que se comparó la quimioterapia por vía general y la infusión con administración por vía general contra metástasis hepáticas de un cáncer colorrectal, los pacientes que recibieron la segunda modalidad no obtuvieron una supervivencia más prolongada principalmente por la propagación del tumor a sitios extrahepáticos. En Estados Unidos se ha aprobado el uso de esferas de resina con itrio-90 para tratar las metástasis colorrectales en hígado. En muchos centros está en fase de valoración la utilidad de tal modalidad, sola o combinada con quimioterapia. También se utilizan como métodos paliativos la quimioembolización, PEI o extirpación quirúrgica con radiofrecuencia. TUMORES BENIGNOS DE HÍGADO Se conocen tres tumores benignos frecuentes que predominan en mujeres: hemangioma, adenoma e hiperplasia nodular focal (FNH, focal nodular hyperplasia). La FNH es benigna y por lo general no necesita tratamiento alguno. Los hemangiomas son las neoplasias más comunes y son totalmente benignas. Tampoco necesitan tratamiento a menos que su expansión ocasione síntomas. Algunos adenomas se desarrollan después del consumo de hormonas anticonceptivas; duelen, sangran o se rompen, por lo que causan problemas agudos. Su interés principal para el médico es su potencial tan reducido de malignización y el riesgo de 30% de hemorragia. Por dichas razones se han hecho esfuerzos notables para diferenciar las tres entidades con base en su imagen radiográfica. Una vez que se identifica un tumor en el hígado los pacientes deben interrumpir el consumo de esteroi- Tumores de hígado y vías biliares CARCINOMA DE LA AMPOLLA DE VATER Se desarrolla en un tramo de 2 cm desde el extremo distal del colédoco y es casi siempre un adenocarcinoma (90%). En la mitad de los casos se acompaña de invasión de los ganglios linfáticos locales-regionales y el hígado es el sitio más frecuente de metástasis. La manifestación inicial más frecuente es la ictericia, aunque muchos pacientes también manifiestan prurito, pérdida de peso y dolor epigástrico. Dentro de la valoración inicial es importante realizar una ecografía abdominal para identificar la invasión de los vasos, la dilatación de los conductos biliares y las lesiones hepáticas; después se llevan a cabo una CT o MRI y especialmente una MRCP. El tratamiento más eficaz es la extirpación por medio de pancreaticoduodenectomía con conservación del píloro, técnica agresiva que permite obtener cifras de supervivencia mejores que la extirpación local. La supervivencia a cinco años es de ~25% en los pacientes quirúrgicos con invasión de ganglios y de ~50% en ausencia de lesiones ganglionares. A diferencia del CCC, en ~80% de los pacientes se considera extirpable cuando se establece el diagnóstico. Se ha demostrado que la quimioterapia o la radioterapia coadyuvante carecen de utilidad para prolongar la supervivencia. La quimioterapia está en fase experimental en casos de metástasis tumorales. 553 CAPÍTULO 111 El CCC hiliar es extirpable en ~30% de los pacientes y la cirugía incluye la resección de los conductos biliares y una linfadenectomía para el pronóstico. La supervivencia es de alrededor de 24 meses y el tumor recidiva por lo general en el lecho quirúrgico, pero en ~30% de los casos envía metástasis hacia los pulmones e hígado. El CCC distal invade los conductos mayores y su tratamiento por lo general se realiza con la resección de los conductos extrahepáticos, a menudo con pancreaticoduodenectomía. La supervivencia es similar. Ante los índices de recidivas locales-regionales o la presencia de células neoplásicas en los bordes quirúrgicos, muchos pacientes reciben en el posoperatorio radioterapia coadyuvante. No se ha valorado su efecto en la supervivencia. Se han obtenido resultados prometedores con la braquirradioterapia intraluminal. Sin embargo, en un estudio se prolongó la supervivencia con la terapia fotodinámica; con esta técnica se inyecta por vía IV un porfímero sódico y después se aplica la fotoactivación intraluminal con láser rojo. También se ha valorado la OLTX en el tratamiento del CCC no extirpable, pero la supervivencia quinquenal era ~20%, de manera que se desvaneció el entusiasmo por ella. Sin embargo, se han obtenido cifras mayores de supervivencia con radioterapia coadyuvante, con fármacos sensibilizantes si se utiliza un OLTX, y en la actualidad lo utiliza UNOS para el CCC perihiliar que mide menos de 3 cm y sin metástasis intrahepáticas o extrahepáticas. Un estudio de recolección de datos en 12 unidades médicas que incluyó 287 pacientes con CCC perihiliar confirmó el beneficio de este método en un subgrupo de pacientes, con tasas de supervivencia a cinco años de 53%, pero con abandono de 10% de los pacientes antes del trasplante. Los pacientes se sometieron a radioterapia externa neoadyuvante con un tratamiento radiosensibilizante. Los pacientes con tumores >3 cm tuvieron una supervivencia significativamente más corta. Se han valorado múltiples fármacos quimioterapéuticos en cuanto a su actividad y supervivencia en CCC no susceptible de resección. La mayor parte de ellos se han encontrado inactivos. Sin embargo, la gemcitabina administrada por vía sistémica y a través de la arteria hepática ha demostrado resultados promisorios. La combinación de cisplatino más gemcitabina ha producido mejorías en la supervivencia en comparación con la gemcitabina sola en 410 pacientes en un estudio clínico de fase III con asignación al azar y grupo testigo para pacientes con CCC localmente avanzado o metastásico y hoy en día se considera el tratamiento de referencia para CCC no susceptible de resección. La mediana para la supervivencia general en el grupo testigo combinado fue de 11.7 meses en comparación con 8.1 meses para la gemcitabina sola. Se observó respuesta clínica significativa principalmente en pacientes con IHC y cáncer de vesícula biliar. Sin embargo, ni la cirugía para enfermedad con ganglios linfáticos positivos ni la quimioterapia regional en pacientes quirúrgicos ha mostrado ventajas en la supervivencia. Varias series de casos han demostrado la seguridad y algunas respuestas para la quimioterapia en la arteria hepática con gemcitabina, cuentas con dilución de fármacos y microesferas marcadas con itrio-90, pero no se cuenta con estudios clínicos convincentes. Se están llevando a cabo estudios clínicos con tratamientos dirigidos. Bevacizumab más erlotinib producen una tasa de 10% de respuesta parcial con una mediana de supervivencia de 9.9 meses. Un estudio clínico con sorafenib produjo una mediana de supervivencia de 4.4 meses, pero 50% de los pacientes han recibido quimioterapia previa. Los pacientes con tumores no susceptibles de resección deben tratarse en estudios clínicos. CÁNCER VESICULAR El cáncer de la vesícula biliar (GB, gallbladder cancer) tiene un pronóstico aún peor que el del CCC y la supervivencia típica es de seis meses o menos. Es más frecuente en mujeres que en varones (4:1), lo que difiere de lo observado en el HCC o CCC; el cáncer vesicular es más frecuente que el CCC. Muchos pacientes tienen el antecedente de cálculos biliares, pero muy pocos pacientes con cálculos terminan por mostrar cáncer de la vesícula (en promedio 0.2%). El cuadro inicial es semejante al del CCC y se le diagnostica de manera inesperada durante una cirugía por cálculos o colecistitis. El cuadro inicial típicamente es el de una colecistitis crónica, dolor crónico en el cuadrante superior derecho y pérdida de peso. Algunos marcadores séricos inespecíficos pero útiles son CEA y CA 19-9. La CT o MRCP exhibe al tumor en la vesícula. El elemento fundamental del tratamiento es la cirugía que consta de una colecistectomía simple o radical en los casos que se encuentran en etapa I o II, de manera respectiva. La supervivencia a cinco años es cercana a 100% en las neoplasias de etapa I y disminuye hasta 60 a 90% en los de etapa II. El cáncer más avanzado tiene una supervivencia más corta y en muchos casos no es extirpable. No se ha demostrado que la radioterapia coadyuvante en la invasión de los ganglios locales prolongue la supervivencia. Igual que en el CCC, la quimioterapia carece de utilidad en el cáncer avanzado o metastásico de la vesícula biliar. 554 des sexuales puesto que en ocasiones el tumor se reduce únicamente con esta medida. Los adenomas a menudo son grandes y varían de 8 a 15 cm de diámetro. Por su tamaño y potencial maligno pequeño, aunque definido, y posibilidad de hemorragia, por lo regular se extirpan. El procedimiento diagnóstico más útil para diferenciación es CT trifásica realizada con HCC en un protocolo de embolada rápida en un estudio en fase arterial, junto con otro tardío de fase venosa. Los adenomas por lo general no provienen de cirrosis, aunque éstos y los HCC están muy vascularizados en la fase arterial de CT y pueden mostrar hemorragia (40% de los adenomas). A pesar de ello, los adenomas muestran contornos lisos y perfectamente definidos y es homogénea su capacidad de contraste, especialmente en fase venosa porta, como técnica tardía, cuando ya no hay mayor contraste o intensificación de los HCC. En la FNH se observa una cicatriz central característica, y es hipovascular en la fase arterial e hipervascular en las imágenes de fase tardía de CT. La MRI genera imágenes más sensibles porque muestra la cicatriz central característica de hiperplasia nodular focal. 112 Cáncer pancreático Elizabeth Smyth, David Cunningham PARTE 7 Oncología y hematología El cáncer pancreático ocupa el cuarto lugar en frecuencia como causa de muerte en Estados Unidos; su presencia conlleva mal pronóstico. Las neoplasias endocrinas que afectan al páncreas se exponen en el capítulo 113. La mayor parte de los casos la constituyen los adenocarcinomas ductales infiltrantes, tema de este capítulo, que surgen con mayor frecuencia en la cabeza del páncreas. Al momento del diagnóstico, 85 a 90% de los pacientes tienen enfermedad inoperable o metastásica, situación reflejada en la tasa de supervivencia a cinco años (6% para todos los estadios combinados). Cuando se detecta el tumor en una etapa inicial y se logra la ablación quirúrgica completa, la cifra de supervivencia a los cinco años puede llegar a 24 por ciento. EPIDEMIOLOGÍA Representa 3% de todos los cánceres de diagnóstico reciente en Estados Unidos. El grupo de edad más afectado con mayor frecuencia es el de 65 a 84 años en ambos géneros. Se calcula que en 2013 se diagnosticó esta neoplasia en 45 220 pacientes y fue la causa de muerte de 38 460 personas de ese grupo. A pesar de que la cifra de supervivencia casi se ha duplicado en los últimos 35 años, la supervivencia continúa baja a nivel mundial. CONSIDERACIONES GLOBALES En el mundo se estima que 278 684 casos de cáncer pancreático ocurren cada año (ocupa el decimotercer lugar en frecuencia a nivel mundial), e incluso 60% de los casos se diagnostican en países más desarrollados. Ocupa el octavo lugar en frecuencia como causa de muerte en varones y el noveno lugar en las mujeres. Su incidencia alcanza el máximo en Estados Unidos y en el este de Europa, y el mínimo en zonas de África y la zona meridional de Asia Central. Sin embargo, en los países mencionados, factores como la mayor frecuencia de obesidad, diabetes y tabaquismo, además del mayor acceso a la práctica de radiología diagnóstica en países en desarrollo, se han reflejado en un aumento de la cifra de detección. En tal situación, habrá que considerar las consecuencias económicas de la adopción de los paradigmas terapéuticos actuales, en el contexto de restricción de recursos. La prevención primaria, como la restricción del tabaquismo y medidas para evitar la obesidad, pueden ser más rentables que mejorar el tratamiento de la enfermedad preexistente. FACTORES DE RIESGO Es posible que el tabaquismo sea la causa de 20 a 25% de todos los cánceres pancreáticos; es el factor ambiental de riesgo más frecuente para desarrollar la enfermedad. Otro factor de riesgo posible es la diabetes de tipo 1 o 2 de larga duración; no obstante, la diabetes puede coexistir con el cáncer pancreático, lo que hace confusa la interpretación. Otros factores de riesgo incluyen obesidad, pancreatitis crónica y grupo sanguíneo ABO. El consumo de bebidas alcohólicas al parecer no constituye un factor de riesgo, salvo que sea en exceso y origine pancreatitis crónica. CONSIDERACIONES GENÉTICAS Y MOLECULARES El cáncer pancreático se acompaña de diversos signos moleculares característicos y definidos. Los cuatro genes que muestran más a menudo mutación o inactivación de este tipo de cáncer son KRAS (predominantemente el codón 12, en 60 a 75% de dichos cánceres); los genes oncosupresores p16 (que muestran deleción en 95% de los tumores); p53 (gen inactivado o mutado en 50 a 70% de los tumores), y SMAD4 (que muestra deleción en 55% de las neoplasias). La neoplasia intraepitelial de la lesión pancreática precursora (PanIN, pancreatic intraepithelial neoplasia) presenta estas anormalidades genéticas al intensificarse la neoplasia de forma progresiva; las mutaciones iniciales de KRAS son seguidas por la pérdida de p16, y por último surgen las alteraciones de p53 y de SMADA4. La inactivación de este último gen se acompaña de un perfil de enfermedad metastásica generalizada en la fase avanzada de la neoformación, y supervivencia más corta en sujetos a quienes se realizó intervención quirúrgica del adenocarcinoma pancreático. Es posible que incluso 16% de los cánceres pancreáticos tengan un origen hereditario. Las mutaciones de la línea germinal de los genes que se analizan, se acompañan de un riesgo significativamente mayor para cáncer pancreático y otras neoplasias: 1) gen STK11 (síndrome de Peutz-Jeghers) que conlleva un riesgo permanente 132 veces mayor de cáncer pancreático, en comparación con el riesgo correspondiente a la población general; 2) BRCA2 (mayor riesgo de que se desarrollen cánceres de mama, ovarios y páncreas); 3) p16/CDKN2A (melanoma familiar atípico de múltiples molas), con un mayor riesgo de melanoma y de cáncer pancreático; 4) PALB2, con un mayor riesgo de cáncer de mama y de páncreas; 5) hMLH1 y MSH2 (síndrome de Lynch) con un mayor riesgo de cáncer de colon y de páncreas), y 6) ATM (ataxia-telangiectasia), con un mayor riesgo de cáncer de mama, linfoma y cáncer de páncreas. La pancreatitis familiar y un mayor riesgo de cáncer pancreático se vinculan con mutaciones del gen PRSS1 (proteasa de serina 1). Sin embargo, en la mayor parte de los síndromes pancreáticos familiares no hay explicación del mecanismo genético fundamental. El número absoluto de familiares de primer grado afectados guarda relación con un mayor riesgo de cáncer; habrá que considerar con cáncer pancreático familiar a toda persona que tenga cuando menos dos familiares de primer grado con neoplasia de ese tipo hasta que se corrobore lo contrario. El estroma desmoplásico que rodea al adenocarcinoma pancreático funciona como una barrera mecánica que impide el paso de quimioterapéuticos y secreta compuestos esenciales para la progresión del tumor y las metástasis. Los mediadores fundamentales de estas funciones incluyen la célula estrellada pancreática activada y la glucoproteína ácida secretada con abundante cisteína (SPARC, secreted protein acidic and rich in cysteine), que se expresa en 80% de los adenocarcinomas ductales pancreáticos. De manera más frecuente, adquiere mayor importancia la exploración con ese medio extracelular en el tratamiento de la enfermedad avanzada. DETECCIÓN SISTEMÁTICA Y LESIONES PRECURSORAS No se recomienda la práctica indiscriminada de detección sistemática porque la incidencia de cáncer pancreático es baja en la población general (riesgo permanente de 1.3%); los supuestos marcadores tumorales, como el antígeno carbohidrato 19-9 (CA19-9) y el antígeno carcinoembrionario (CEA, carcinoembryonic antigen), no poseen sensibilidad suficiente, y la tomografía computarizada (CT, computed tomography) no tiene resolución adecuada para detectar displasia pancreática. La ecografía endoscópica (EUS, endoscopic ultrasound) es una técnica de detección más promisoria y los intentos preclínicos se orientan a identificar biomarcadores que detecten el cáncer pancreático en fase inicial. Las recomendaciones por consenso de las prácticas, basadas en gran medida en opiniones de expertos, han seleccionado un límite que exceda de cinco tantos el riesgo de presentar cáncer pancreático para identificar a los individuos que pudieran beneficiarse de las técnicas de detección sistemática; el estudio incluye personas con dos o más familiares de primer grado con cáncer pancreático, pacientes del síndrome de Peutz-Jeghers y BRCA2, p16, y portadores de mutaciones del cáncer de colon hereditario sin poliposis (HNPCC, hereditary nonpolyposis colorectal cancer), que tengan uno o más familiares de primer grado afectados. PanIN abarca un espectro de lesiones precursoras no invasoras neoplásicas pequeñas (<5 mm) del epitelio ductal pancreático, que muestran displasia leve, moderada o intensa del epitelio pancreático mencionado (PanIN 1-3, de manera respectiva); sin embargo, no todas las lesiones PanIN progresan a la forma francamente invasora. Los tumores pancreáticos quísticos, como las neoplasias papilares mucinosas intracanaliculares (IPMN, intraductal mucinous papilary neoplasms) y las neoplasias quísticas mucinosas (MCN, mucinous cystic neoplasms) se detectan con frecuencia cada vez mayor por medio de radiología y a menudo son asintomáticos. Las IPMN del conducto de Wirsung muestran mayor propensión a afectar a personas ancianas y tiene una capacidad cancerígena mayor que las IPMN ductales ramificadas (cáncer invasor en 45%, en comparación con 18% de las lesiones extirpadas, respectivamente). A diferencia de éstas, las MCN son lesiones solitarias de la porción distal del páncreas, que no se comunican con el sistema de conductos. Las MCN se distribuyen casi exclusivamente en mujeres (95%). La cifra de cáncer invasor en piezas de MCN extirpadas es menor (<18%), y la frecuencia más alta se observa en caso de grandes tumores o la presencia de nódulos. CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS Presentación inicial Con frecuencia se observa ictericia obstructiva cuando el cáncer está en la cabeza del páncreas; puede acompañarse de otras manifestaciones, como molestias abdominales, prurito, letargo y pérdida de peso. Signos iniciales menos frecuentes incluyen dolor epigástrico, dorsalgia, diabetes mellitus de reciente diagnóstico y pancreatitis aguda, por los efectos compresivos en el conducto de Wirsung. Otras manifestaciones de la enfermedad son náusea y vómito, causados por obstrucción gastroduodenal. Signos físicos El cuadro inicial puede comprender ictericia y caquexia con signos físicos de rascado. De los pacientes con cánceres operables, se puede palpar la vesícula biliar en 25% (signo de Courvoisier). Entre los signos físicos vinculados con la presencia de metástasis a distancia están hepatomegalia, ascitis, linfadenopatía supraclavicular izquierda (ganglio de Virchow) y nódulos periumbilicales (nódulos de la hermana Mary Joseph). Diagnóstico histológico y citológico No siempre se necesita la confirmación preoperatoria del carácter canceroso de una masa en pacientes con imágenes radiológicas relacionadas con cáncer pancreático operable. No obstante, si surge alguna duda, la técnica más indicada es la aspiración con aguja fina guiada por EUS para usarla en pacientes que necesitan quimioterapia antineoplásica de inducción prequirúrgica. Su exactitud es ~90%, y conlleva menor riesgo de diseminación intraperitoneal, en comparación con la vía percutánea. La biopsia percutánea de material de un tumor pancreático primario o de metástasis en el hígado se acepta únicamente en personas con masas inoperables o enfermedad metastásica. El ERCP es un método para obtener material por medio de cepillado ductal, pero su sensibilidad para el diagnóstico varía de 35 a 70 por ciento. Marcadores séricos El nivel del antígeno CA19-9 oncodependiente aumenta 70 a 80% en los pacientes con carcinoma pancreático, pero no se recomienda su uso sistemático como prueba diagnóstica o de detección, porque su sensibilidad y su especificidad no son adecuadas para el diagnóstico exacto. Los niveles preoperatorios de CA19-9 guardan relación con el estadio del tumor, y por ello el nivel posquirúrgico de dicho antígeno posee utilidad diagnóstica. Lo anterior constituye un indicador de la recidiva asintomática en personas a las que se extirpó por completo el tumor y se le usa como un biomarcador de respuesta en pacientes con enfermedad avanzada sometidos a quimioterapia. Diversos estudios han definido que el nivel alto de CA19-9 antes del tratamiento constituye un factor pronóstico independiente. ESTADIFICACIÓN La estadificación del cáncer pancreático (TNM, tumor, nodes, metastases [tumor, ganglios, metástasis]) del American Joint Committee on Cancer (AJCC) toma en consideración el sitio y el tamaño del tumor, la afectación de ganglios linfáticos y la presencia de metástasis a distancia. Dicha información se combina para asignar un estadio (fig. 112-3). Desde un punto de vista práctico, se agrupa a los pacientes con base en premisas, por ejemplo, si el cáncer puede tratarse con intervención quirúrgica, es avanzado de manera local (no extirpable, pero sin propagación a distancia) o metastásico. TRATAMIENTO CÁNCER PANCREÁTICO ENFERMEDAD EXTIRPABLE Al momento del diagnóstico, casi 10% de los pacientes que acuden por primera vez a solicitar atención médica tiene enfermedad localizada sin metástasis, que puede someterse a intervención quirúrgica. En promedio, en 30% de tales enfermos se practica ablación R1 (con enfermedad residual microscópica), después de la cirugía. Las personas a quienes se practica ablación R0 (sin tumor residual microscópico o macroscópico) sometidas a quimioterapia antineoplásica posquirúrgica tienen las mayores posibilidades de curación, con una mediana de supervivencia estimada de 20 a 23 meses y una supervivencia a cinco años de ~20%. Los resultados son más satisfactorios en personas con tumores pequeños (<3 cm), diferenciados y sin afectación de ganglios linfáticos (negatividad de ganglios linfáticos). Los pacientes deben someterse a intervención quirúrgica en centros especializados en pancreatología que tengan cifras bajas de morbilidad y mortalidad posoperatorias. El procedimiento quirúrgico estándar en enfermos con tumores de la cabeza o el gancho es una pancreaticoduodenectomía con conservación del píloro (técnica de Whipple modificada). El procedimiento de elección en el caso de tumores de la Cáncer pancreático FIGURA 1121. Tomografía computarizada coronal que muestra cáncer pancreático y dilatación de los conductos intrahepático y de Wirsung (flechas). FIGURA 1122. Colangiopancreatografía retrógrada endoscópica con el material de contraste en el conducto de Wirsung dilatado (flechas). CAPÍTULO 112 DIAGNÓSTICO Estudios de imagen Si el paciente presenta signos clínicos que sugieren cáncer pancreático, se practican estudios de imagen para confirmar tal posibilidad y definir si la masa es de tipo inflamatorio o de naturaleza cancerosa. Con estudios de esa naturaleza, otros objetivos por alcanzar son la estadificación local y a distancia del tumor, y con los datos obtenidos, valorar la posibilidad de extirpación y la obtención de información pronóstica. El estudio de imagen más indicado es CT espiral con medio de contraste y doble fase (fig. 112-1). Con tal estudio, se logra la visualización adecuada de las vísceras, vasos y ganglios linfáticos; a partir de los datos recabados se valora la posibilidad de practicar intervención quirúrgica del tumor. Con CT se puede identificar de forma certera si hay infiltración intestinal y metástasis en hígado y pulmones. No es mejor la resonancia magnética (MRI, magnetic resonance imaging) que la CT para cuantificar con antelación la posibilidad de extirpación, pero en casos particulares se logra beneficio con la MRI para esclarecer la naturaleza de lesiones hepáticas pequeñas e indeterminadas, y detectar la causa de la dilatación de las vías biliares cuando no se identifican masas inequívocas en CT. La colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (ERCP, endoscopic retrograde cholangiography) es útil para identificar lesiones pancreáticas pequeñas, detectar la presencia de estenosis u obstrucción del conducto de Wirsung o biliar y facilitar la colocación de endoprótesis; sin embargo, se acompaña del riesgo de inducir pancreatitis (fig. 112-2). La colangiopancreatografía por resonancia magnética (MRCP, magnetic resonance cholangiopancreatography) es un método no penetrante que permite conocer con precisión el nivel y el grado de dilatación de los conductos biliares y pancreáticos. La EUS es muy sensible para detectar lesiones <3 cm de diámetro (es más sensible que la CT en el caso de lesiones de <2 cm), y tiene la misma utilidad como instrumento para la estadificación local y la valoración de la invasión vascular y afectación de ganglios linfáticos. Antes de realizar una intervención quirúrgica o quimiorradioterapia radical (CRT, chemoradiotherapy) se considerará la posibilidad de practicar tomografía por emisión de positrones con fluorodeoxiglucosa (FDG-PET, fluorodeoxiglucose positron emisión tomography), porque es mejor que los estudios de imagen habituales para detectar metástasis a distancia. 555 556 Estadio AJCC Estadio TNM Extensión del tumor T1/N0 Limitado a ≤2 cm de páncreas Vía biliar T1 Supervivencia a cinco años Estadio en la visita inicial (14% desconocido) 20% 7% 8% 26% 2% 53% I Páncreas T2 T2/N0 Limitado a >2 cm de páncreas T3 o N1 Metástasis que rebasan el páncreas o los ganglios linfáticos regionales Duodeno II PARTE 7 Ganglios linfáticos Vía biliar Hígado Arteria Tronco celiaco mesentérica superior III T4 cualquier categoría de N Afecta el tronco celiaco o la arteria mesentérica superior IV M1 Metástasis a distancia Oncología y hematología Aorta Vesícula Páncreas Duodeno FIGURA 1123. Estadificación del cáncer pancreático y supervivencia basada en ella. AJCC, American Joint Committe on Cancer. (Ilustración cortesía de Stephen Millward.) cabeza y el cuello del páncreas es la pancrectomía distal, que incluye de manera sistemática esplenectomía. El tratamiento posoperatorio mejora los resultados finales a largo plazo en el grupo de pacientes antes mencionado. La quimioterapia posoperatoria que incluye seis ciclos de gemcitabina es práctica habitual a nivel mundial, y se basa en datos obtenidos de tres investigaciones comparativas con asignación al azar (cuadro 112-1). En el estudio de la Charité Onkologie (CONKO 001) se observó que el uso de gemci- CUADRO 1121 Estudios de fase III de quimioterapia posquirúrgica en el cáncer pancreático extirpado Supervivencia Estudio Componente comparativo ESPAC-1, Neoptolemos et al., N Eng J Quimioterapia (ácido folínico + 5-FU en Med 350:1200, 2004 bolo) frente a ninguna quimioterapia CONKO 001, Oettle et al., JAMA 297: 267, Gemcitabina frente a observación 2007 ESPAC-3 Neoptolemos et al., JAMA 5-FU/LV frente a gemcitabina 304:1073, 2010 Núm. de pacientes 289 368 1 088 PFS/DFS (meses) Mediana de supervivencia (meses) PFS 15.3 frente a 9.4 20.1 frente a 15.5 (HR 0.71; CI de (p = 0.02) 95%, 0.55-0.92; p = 0.009) Mediana de DFS 13.4 frente 22.1 frente a 20.2 (p = 0.06) a 6.9 (p <0.001) 23 frente a 23.6 (HR 0.94; CI de 95%, 0.81-1.08; p = 0.39) Abreviaturas: CI, intervalo de confianza; CONKO, Charité Onkologie; DFS, intervalo sin enfermedad; ESPAC, European Study Group for Pancreatic Cancer; 5-FU, 5-fluorouracilo; HR, tasas de riesgo; LV, leucovorina; PFS, supervivencia sin progresión de la enfermedad. CUADRO 1122 Estudios selectos de fase III que valoran los tratamientos de quimioterapia en el cáncer pancreático avanzado 557 Supervivencia Estudio Componente comparativo Moore et al., J Clin Oncol 26:1960, 2007 Cunningham et al., J Clin Oncol 27:5513, 2009 Von Hoff et al., N Engl J Med 369:1691, 2013 Conroy et al., N Engl J Med 364:1817, 2011 Gemcitabina frente a gemcitabina + erlotinib Gemcitabina frente a gemcitabina + capecitabina (GEM-CAP) Gemcitabina frente a gemcitabina + nab-paclitaxel Gemcitabina frente a FOLFIRINOX Núm. de pacientes 569 533 861 342 ENFERMEDAD METASTÁSICA Casi 60% de las personas con cáncer pancreático se presentan a consulta por primera vez cuando ya tienen metástasis. Por lo general, los pacientes con deficiencia de su estado funcional general no se benefician de la quimioterapia. La gemcitabina constituyó el fármaco estándar que gene- 113 Tumores endocrinos del tubo digestivo y páncreas Robert T. Jensen CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LOS TUMORES NEUROENDOCRINOS DEL TUBO DIGESTIVO Los tumores neuroendocrinos del tubo digestivo son neoplasias provenientes del sistema neuroendocrino difuso del tubo mencionado; dicho sistema está integrado por células productoras de aminas y de ácidos con diferentes perfiles hormonales según el sitio de origen. Desde el punto de vista histórico, los tumores se dividen en los neuroendocrinos del tubo digestivo (GINET, gastrointestinal neuroendocrine tumors) (llamados a menudo tumores carcinoides) y tumores neuroendocrinos pancreáticos (pNET, pancreatic neuroendocrine tumors), aunque nuevas clasificaciones patológicas plantean que habría que clasificar a todos como GI-NET. Este último término se propuso para sustituir al antiguo carcinoide; no obstante, el término carcinoide se utiliza ampliamente y muchos lectores no están familiarizados con tal cambio. 3.55 frente a 3.75 (HR 0.77; 95% CI 0.64-0.92; p = 0.004) 3.8 frente a 5.3 (HR 0.78; CI de 95%, 0.66-0.93; p = 0.004) 3.7 frente a 5.5 (HR 0.69; CI de 95%, 0.58-0.82; p <0.001) 3.3 frente a 6.4 (HR 0.47; CI de 95%, 0.37-0.59; p <0.001) 5.91 frente a 6.24 (HR 0.82; CI de 95%, 0.69-0.99; p = 0.038) 6.2 frente a 7.1 (HR 0.86; CI de 95%, 0.72-1.02; p = 0.8) 6.7 frente a 8.5 (HR 0.72; CI de 95%, 0.62-0.83; p <0.001) 6.8 frente a 11.1 (HR 0.57; CI de 95%, 0.45-0.73; p <0.001) ró una mediana de supervivencia de seis meses y una cifra de supervivencia anual de 20% solamente. La adición de nab-paclitaxel (una presentación de nanopartículas ligadas a albúmina de paclitaxel) a la gemcitabina produjo una prolongación significativa en la supervivencia anual, en comparación con la gemcitabina sola (35 frente a 22%; p <0.001). Se ha combinado la capecitabina, una fluoropirimidina oral con la gemcitabina (GEM-CAP) en un estudio de fase III y se observó mejoría en la cifra de respuesta y supervivencia sin progresión de la enfermedad, en comparación con la monoterapia a base de gemcitabina, pero no hubo beneficio en la supervivencia de forma global. Sin embargo, la adición de los datos de los dos otros estudios comparativos con asignación al azar, al último estudio mencionado, ocasionó una ventaja en la supervivencia con el uso de GEM-CAP. La adición de erlotinib, una molécula pequeña del inhibidor del receptor del factor de crecimiento epidérmico, generó un beneficio estadísticamente significativo pero apenas suficiente en la clínica, cuando tal adición a la gemcitabina se hizo en la fase avanzada de la enfermedad. Un estudio de fase III circunscrito a pacientes con estado funcional satisfactorio con metástasis de cáncer pancreático señaló prolongación de la supervivencia con la combinación 5-FU/FA, irinotecán y oxaliplatino (FOLFIRINOX), en comparación con la gemcitabina, pero con mayores efectos tóxicos (cuadro 112-2). TENDENCIAS FUTURAS La detección oportuna y el tratamiento futuro del cáncer pancreático se basan en conocimientos más amplios de las vías moleculares que intervienen en la génesis de la enfermedad. Lo anterior culminará en el descubrimiento de fármacos nuevos y la identificación de grupos de pacientes que posiblemente obtendrán mayor beneficio del tratamiento personalizado. Agradecimiento Los autores agradecen a la Dra. Irene Chong las contribuciones que hizo en la elaboración de este capítulo de la 18a. edición de esta obra. En concordancia con ese concepto, en este capítulo se utilizará el término GI-NET (carcinoides). Dichas neoplasias originalmente se clasificaron como APUDomas (por amine precursor uptake and decarboxylation, en inglés [captación y descarboxilación de precursores de aminas]), y comprendían feocromocitomas, melanomas y carcinomas de la médula tiroidea, porque comparten algunas características citoquímicas y también patológicas, biológicas y moleculares (cuadro 113-1). En un principio se propuso que los APUDomas tenían un origen embrionario similar al de las células de la cresta neural, pero actualmente se sabe que las células secretoras de péptidos no tienen origen neuroectodérmico. A pesar de ello, es útil el concepto de APUDomas, porque tales tumores tienen semejanzas importantes y también algunas diferencias (cuadro 113-1). En esta sección se revisan los puntos de semejanza entre los tumores neuroendocrinos pancreáticos y los del tubo digestivo (carcinoides) y se indican por separado los aspectos en que privan diferencias importantes. CLASIFICACIÓN/ASPECTOS PATOLÓGICOS Y BIOLÓGICOS DE LOS TUMORES NEUROENDOCRINOS Los tumores de esta categoría, en términos generales, se componen de láminas muy uniformes (monótonas) de células redondas pequeñas con nú- Tumores endocrinos del tubo digestivo y páncreas ENFERMEDAD LOCAL AVANZADA INOPERABLE En promedio, 30% de los pacientes se atiende por primera vez cuando tiene un carcinoma pancreático avanzado de forma local, no extirpable, pero sin metástasis. La mediana de supervivencia es de nueve meses con gemcitabina. A los pacientes que reaccionan a la quimioterapia, en quienes la enfermedad se estabiliza durante tres a seis meses con gemcitabina, se les propone la práctica de radioterapia de consolidación. Sin embargo, el LAP-07, un estudio comparativo grande con asignación al azar en fase III no demostró mejoría alguna en la supervivencia de pacientes tratados con CRT después de cuatro meses de control de la enfermedad, fase en que recibieron gemcitabina sola o en combinación con erlotinib. Mediana de supervivencia (meses) CAPÍTULO 113 tabina después de ablación completa retrasó de manera significativa la recidiva de la enfermedad, en comparación con la cirugía sola. La investigación del European Study Group for Pancreatic Cancer 3 (ESPAC-3) analizó el beneficio de usar 5-fluorouracilo/ácido folínico (5-FU/FA) en el posoperatorio, en comparación con la gemcitabina; no se detectó diferencia alguna en la supervivencia entre los dos grupos. Sin embargo, el perfil de efectos tóxicos de la gemcitabina en el posoperatorio fue mejor que el de 5-FU/FA, al mostrar una menor frecuencia de estomatitis y diarrea. En Europa, la radioterapia en el posoperatorio no se usa de forma frecuente, con base en los resultados negativos del estudio ESPAC-1. En Estados Unidos se prefiere 5-FU posquirúrgico, con base en CRT con gemcitabina, antes y después de la radioterapia, como lo planteó la investigación 97-04 del Radiation Therapy Oncology Group (RTOG). Esta estrategia puede brindar su mayor beneficio en personas con tumores abultados que involucran la cabeza del páncreas. PFS (meses) 558 CUADRO 1131 Características generales de los tumores neuroendocrinos de tubo digestivo (GI-NET [carcinoides] y tumores neuroendocrinos pancreáticos [pNET]) PARTE 7 Oncología y hematología A. Comparten marcadores generales de células neuroendocrinas (identificación que se utiliza en el diagnóstico) 1. Las cromograninas (A, B, C) son proteínas monoméricas solubles ácidas que se presentan en grandes gránulos secretores. La más usada es la cromogranina A. 2. La enolasa neuronoespecífica (NSE) es el dímero γ-γ de la enzima enolasa y es un marcador citosólico de diferenciación neuroendocrina 3. La sinaptofisina es una glucoproteína integral de membrana con peso molecular de 38 000 que se desarrolla en vesículas pequeñas de neuronas y tumores neuroendocrinos B. Semejanzas patológicas 1. Todos son APUDomas en que se presenta la captación y descarboxilación de precursores amínicos (amine precursor uptake and decarboxylation) 2. En el aspecto ultraestructural muestran gránulos secretores centrales densos (>80 nm) 3. En su estructura histológica, su aspecto suele ser semejante, con escasas mitosis y núcleos uniformes 4. Frecuentemente sintetizan múltiples péptidos/aminas que se detectan por medio de métodos inmunocitoquímicos, pero a veces no se secretan 5. Es imposible anticipar por medio de estudios inmunocitoquímicos la presencia o la ausencia de un síndrome clínico o un tipo del mismo 6. Las clasificaciones histológicas (gradación, clasificación TNM) poseen importancia pronóstica. Solamente la invasión o las metástasis son los elementos que confirman el carácter maligno de la neoplasia C. Semejanzas en el comportamiento biológico 1. Son masas de crecimiento generalmente lento, aunque algunas son muy malignas 2. Casi todos son tumores diferenciados con índices proliferativos bajos 3. Secretan péptidos/aminas biológicamente activas que originan síntomas clínicos 4. En términos generales tienen gran densidad de receptores de somatostatina utilizados para localización y tratamiento 5. Casi todos secretan cromogranina A (>70%) utilizada a menudo como marcador tumoral D. Semejanzas/diferencias en anormalidades moleculares 1. Semejanzas a. Poco comunes: mutaciones en oncogenes comunes (ras, jun, fos, etcétera) b. Poco comunes: mutaciones en genes oncosupresores comunes (p53, retinoblastoma) c. Alteraciones en el locus de MEN 1 (11q13) (frecuentemente NET de intestino anterior y con menor frecuencia, los de intestino medio/posterior) y p16INK4A (9p21) aparecen en una proporción de casos (10-45%) d. La metilación de diversos genes se presenta en 40-87% (familia del dominioras vinculado con I, p14, p16, O6-metilguanina, metil transferasa, receptor β de ácido retinoico) 2. Diferencias a. pNET: pérdida de 1p (21%), 3p (8-41%), 11q (21-62%), 6q (18-68%), Y (45%). Ganancias de 17q (10-55%), 7q (16-68%), 4q (33%), 18 (hasta 45%) b. GI-NET (carcinoides): pérdida de 18q (38-88%), >18 p (33-43%), >9p, 16q21 (21-23%). Ganancias en 17q, 19p (57%), 4q (33%), 14q (20%), 5 (hasta 36%) c. pNET: mutaciones en ATRX/DAXX en 43%; mutaciones en MEN 1 en 44%; mutaciones en mTOR (14%); poco común en GI-NET de intestino medio (0-2%) Abreviaturas: ATRX, proteína del retraso psíquico vinculada con α-talasemia X; DAXX, proteína vinculada con el dominio de la apoptosis; MEN 1, neoplasia endocrina múltiple de tipo 1; TNM, tumor, ganglios y metástasis. cleos uniformes y pocas mitosis. Se les ha identificado tentativamente con base en sus características histológicas comunes; sin embargo, en la actualidad se diferencia a tales tumores por sus propiedades de tinción histológica, porque comparten proteínas celulares. Desde el punto de vista histórico, se utilizó la tinción argéntica y tales neoplasias se clasificaron por presentar una reacción argentafínica, si captaban o reducían la plata, o por ser argirófilas, si no reducían ese metal. En la actualidad, se utiliza la localización inmunocitoquímica de cromograninas (A, B y C), enolasa específica de neuronas y sinaptofisina, todos ellos marcadores celulares neuroendocrinos (cuadro 113-1). El marcador más usado es la cromogranina A. Desde la perspectiva ultraestructural, los tumores de esta categoría poseen gránulos neurosecretores electronicodensos y a menudo contienen pequeñas vesículas transparentes que corresponden a las vesículas sinápticas de las neuronas. Los NET sintetizan innumerables péptidos, factores de crecimiento y aminas bioactivas que pueden secretarse de manera ectópica y con ello originar un síndrome clínico específico (cuadro 113-2). Para el diagnóstico de un síndrome específico se necesita la presencia de los signos clínicos de la enfermedad (cuadro 113-2) y no se puede confirmar solamente con los resultados de estudios imunocitoquímicos. Con base en los estudios recién señalados, tampoco se puede anticipar la presencia o ausencia de un síndrome clínico específico (cuadro 113-1); además, los patólogos tampoco pueden diferenciar entre NET benignos y malignos, salvo que existan metástasis o invasión neoplásica. Los GI-NET (carcinoides) a menudo se clasifican con arreglo a la zona anatómica de origen (por ejemplo, intestino anterior, medio o posterior), porque los tumores con áreas similares de origen comparten manifestaciones funcionales y productos histoquímicos y secretores (cuadro 113-3). Los tumores del intestino anterior por lo común tienen poco contenido de serotonina (5-HT, 5-hidroxytriptamine), no son argentafines (argentafino-negativos), pero sí argirófilos; en ocasiones secretan hormona adrenocorticotrópica (ACTH, adrenocorticotropic hormone) o 5-hidroxitriptófano (5-HTP, 5-hidroxytryptophan) y causan un síndrome carcinoideo atípico (fig. 113-1); frecuentemente son multihormonales y pueden enviar metástasis a huesos. Pocas veces ocasionan un síndrome clínico, causado por los productos secretados. Los carcinoides del intestino medio son argentafines (argentafino-positivos), poseen un gran contenido de serotonina, muy a menudo causan el típico síndrome carcinoideo cuando envían metásta- sis (cuadro 113-3, fig. 113-1), y liberan serotonina y taquicininas (sustancia P, neuropéptido K, sustancia K); rara vez secretan 5-HTP o ACTH y con menor frecuencia envían metástasis a huesos. Los carcinoides del intestino posterior (recto, colon transverso y descendente) no son argentafines (argentafino-negativos), a menudo son argirófilos, rara vez contienen serotonina o casi no causan el síndrome carcinoideo (fig. 113-1, cuadro 113-3); rara vez secretan 5-HTP o ACTH, contienen innumerables péptidos y pueden enviar metástasis a huesos. Los pNET se clasifican en nueve síndromes funcionales específicos perfectamente definidos (cuadro 113-2); seis síndromes funcionales adicionales y específicos muy raros (se han descrito menos de cinco casos); cinco posibles síndromes funcionales específicos (tumores neuroendocrinos pancreáticos que secretan calcitonina, neurotensina, polipéptido pancreático y ghrelina) (cuadro 113-2) y pNET no funcionales. Han sido descritos sólo en contadas ocasiones, y no se incluyen en el cuadro 113-2 otros síndromes hormonales funcionales causados por neoplasias extrapancreáticas (por lo común intraabdominales); incluyen la secreción por parte de tumores intestinales y ováricos, del péptido tirosina tirosina (PYY, peptide tyrosine tyrosine) que altera la motilidad y causa estreñimiento, y tumores ováricos que secretan renina o aldosterona y que perturban la presión arterial, o la somatostatina que ocasiona diabetes o hipoglucemia reactiva. Cada uno de los síndromes funcionales señalados en el cuadro 113-2 se acompaña de síntomas que provienen de la hormona específica liberada. A diferencia de ello, los tumores neuroendocrinos pancreáticos no funcionales no liberan productos que causarían un síndrome clínico específico. El calificativo “no funcional” es equívoco en sentido estricto, porque tales neoplasias a menudo secretan de forma ectópica diversos péptidos (polipéptido pancreático [PP], cromogranina A, ghrelina, neurotensina, subunidades α de gonadotropina coriónica humana y enolasa específica de neuronas); sin embargo, no causan un síndrome clínico específico. Los síntomas causados por los pNET no funcionales provienen totalmente del tumor intrínseco. Este tipo de neoplasias a menudo secretan de forma ectópica PP (60 a 85%); neurotensina (30 a 67%); calcitonina (30 a 42%), y en menor grado ghrelina (5 a 65%). Unos cuantos estudios han planteado que su secreción originaría un síndrome funcional específico, pero muchas investigaciones refuerzan la conclusión de que su secreción ectópica no se vincula con síndrome específico alguno y por ello se les incluye en el 559 CUADRO 1132 Síndromes de tumores neuroendocrinos de tubo digestivo Nombre Péptidos biológicamente activos secretados Incidencia (casos nuevos/ 106 de población/años) Sitio del tumor I. Síndromes funcionales específicos corroborados A. Síndrome carcinoideo por GI-NET Síndrome carcinoideo Serotonina, posi0.5-2 blemente taquicininas, motilina, prostaglandinas B. Síndromes funcionales pNET definidos perfectamente Síndrome de Gastrina 0.5-15 Zollinger-Ellison Tumores malignos (%) Tumor vinculado con MEN 1,% Síntomas/signos principales Intestino medio (75-87%) Intestino anterior (2 a 33%) Intestino posterior (1-8%) Se desconoce (2-15%) 95-100% Rara Diarrea (32-84%) Hiperemia (63-75%) Dolor (10-34%) Asma (4-18%) Cardiopatías (11-41%) Duodeno (70%) Páncreas (25%) Otros sitios (5%) Páncreas (>99%) 60-90 20-25 <10 4-5 Dolor (79-100%) Diarrea (30-75%) Síntomas de esófago (31-56%) Síntomas hipoglucemiantes (100%) Diarrea (90-100%) Hipopotasemia (80-100%) Deshidratación (83%) 1-2 VIPoma (síndrome de Verner-Morrison, cólera pancreático, WDHA) Glucagonoma Péptido intestinal vasoactivo 0.05-0.2 Páncreas (90%, adultos) Otros (10%, neural, suprarrenal, periganglionar) 40-70 6 Glucagón 0.01-0.1 Páncreas (100%) 50-80 1-20 Somatostatinoma Somatostatina Rara <70 45 GRFoma Se desconoce >60 ACTHoma Hormona liberadora de hormona de crecimiento ACTH pNET que ocasiona síndrome carcinoideo Serotonina Taquicinina Rara (43 casos) Páncreas (55%) Duodeno/yeyuno (44%) Páncreas (30%) Pulmón (54%) Yeyuno (7%) Otros (13%) Páncreas (4-16% de todos los síndromes de Cushing ectópicos) Páncreas (<1% de todos los carcinoides) pNET que causó hipercalcemia PTHrP Otros desconocidos II. Síndromes funcionales específicos raros pNET con secreción de Renina renina pNET que secreta Hormona hormona luteiniluteinizante zante pNET que secreta Eritropoyetina eritropoyetina pNET que secreta IGF-II Factor de crecimiento similar a la insulina II pNET que secreta Péptido similar al GLP-1 glucagón 1 pNET que secreta Enteroglucagón enteroglucagón Rara 16 Erupción (67-90) Intolerancia a la glucosa (38-87%) Adelgazamiento (66-96%) Diabetes mellitus (63-90%) Colelitiasis (65-90%) Diarrea (35-90%) Acromegalia (100%) >95 Rara Síndrome de Cushing (100%) 60-88 Rara Igual que el síndrome carcinoideo señalado en líneas superiores Dolor abdominal por metástasis en hígado Tumores endocrinos del tubo digestivo y páncreas Insulina CAPÍTULO 113 Insulinoma Raros Páncreas (causa rara de hipercalcemia) 84 Rara Rara Páncreas Se desconoce No Hipertensión Rara Páncreas Se desconoce No Rara Páncreas 100 No Anovulación, virilización (mujeres); menor apetito sexual (varones) Policitemia Raro Páncreas Se desconoce No Hipoglucemia Raro Páncreas Se desconoce No Hipoglucemia, diabetes Rara Páncreas, intestino delgado Desconocido Raro Hipertrofia de intestino delgado, estasis intestinal, absorción deficiente >80 16 Diarrea (50%) Se desconoce No >60 18-44 Perturbaciones de la motilidad, síntomas vasculares Diarrea acuosa Se desconoce No Efectos en el apetito y peso corporal >60 18-44 Pérdida de peso (30-90%) Masa en abdomen (10-30%) Dolor (30-95%) III. Síndromes de pNET funcionales posiblemente específicos pNET que secreta Calcitonina Rara Páncreas (causa rara de calcitonina hipercalcitoninemia) pNET que secreta Neurotensina Rara Páncreas (100%) neurotensina pNET que secreta Polipéptido 1-2 Páncreas polipéptido pancreático pancreático (PPomas) pNET que secreta Ghrelina Rara Páncreas ghrelina IV. pNET como síndrome no funcional PPomas/ Ninguna 1-2 Páncreas (100%) no funcionala Abreviaturas: ACTH, hormona adrenocorticotrópica; GRFoma, tumor endocrino pancreático que secreta factor liberador de hormona de crecimiento; IGF-II, factor de crecimiento similar a la insulina II; MEN, neoplasia endocrina múltiple; pNET, tumor neuroendocrino pancreático; PPoma, tumor secretor de polipéptido pancreático; PTHrP, péptido vinculado con hormona paratiroidea; VIPoma, tumor que secreta péptido intestinal vasoactivo; WDHA, síndrome de diarrea acuosa, hipopotasemia y aclorhidria. a Los tumores secretores de polipéptido pancreático (PPomas) se incluyen en dos sitios, porque casi todas las autoridades en la materia los clasifican sin vínculo con algún síndrome hormonal específico (no funcionales); sin embargo, se han publicado casos raros de diarrea acuosa que al parecer proviene de PPomas. 560 CUADRO 1133 Sitios del GI-NET (carcinoide), frecuencia de metástasis y vínculo con el síndrome carcinoideo PARTE 7 Intestino anterior Esófago Estómago Duodeno Páncreas Vesícula biliar Bronquio, pulmón, tráquea Intestino medio Yeyuno Íleon Divertículo de Meckel Apéndice Colon Hígado Ovarios Testículos Intestino posterior Recto Sitio (% del total) Incidencia de metástasis Incidencia del síndrome carcinoideo <0.1 4.6 2.0 0.7 0.3 27.9 — 10 — 71.9 17.8 5.7 — 9.5 3.4 20 5 13 1.8 14.9 0.5 4.8 8.6 0.4 1.0 <0.1 — 38.8 51 32. 2 32 — 9 9 13 <1 5 — 50 50 13.6 3.9 — {58.4 Abreviatura: GI-NET, tumor neuroendocrino de tubo digestivo. Fuente: Los datos de los sitios se obtuvieron de PAN-SEER [1973-1999]; la incidencia de metástasis se obtuvo de datos de SEER (1992-1999) publicado por: Incidence of cancer 97:934, 2003. La cifra de incidencia del síndrome carcinoideo se obtuvo de 4 349 casos estudiados de 1950-1971, publicados por ID Godwin: Cancer 36:560, 1975. Oncología y hematología Célula del tumor carcinoide Triptófano Triptófano hidroxilasa 5-hidroxitriptófano (5-HTP) Descarboxilasa del L-aminoácido aromá tico Serotonina (5-HT) 5-HT almacenados en gránulos secretores Secreció n Plaquetas 5-HT en sangre Monoaminooxidasa Captación y almacenamiento de 5-HT Aldehí do deshidrogenasa Ácido 5-hidroxiindolacético (5-HIAA) 5-HIAA filtrado por los riñones Excreció n 5-HIAA en orina Típico Riñones 5-HT filtrado por riñones Excreció n Nivel normal o un poco mayor de 5-HT en la orina 5-HTP Típico Atípico FIGURA 1131. Síntesis, secreción y metabolismo de la serotonina (5-HT) en pacientes con síndromes carcinoideos típicos y atípicos. 5-HIAA, ácido 5-hidroxiindolacético. cuadro 113-2 como posibles síndromes clínicos. Ante el hecho de que una gran proporción de pNET no funcionales (60 a 90%) secretan PP, suele denominárseles PPomas (cuadro 113-2). Los GI-NET (carcinoides) se presentan prácticamente en cualquier tejido del GI (cuadro 113-3); sin embargo, en la actualidad muchos (70%) se originan en tres sitios individualmente: bronquios, yeyunoíleon o colon/recto. En el pasado, los GI-NET más a menudo eran señalados en el apéndice (es decir, 40%); sin embargo, en la actualidad los sitios en que se desarrollan con mayor frecuencia son los bronquios/pulmones, el recto y el intestino delgado. De forma global, el GI es el órgano en que se desarrollan con mayor frecuencia estas neoplasias y es asiento de 64% de ellas; le siguen en frecuencia las vías respiratorias, con 28%. La raza y el género modifican la frecuencia y también la distribución de los GI-NET (carcinoides). Los estadounidenses de raza negra tienen una mayor incidencia de estas neoplasias. La raza adquiere importancia particular en el caso de los carcinoides rectales, pues se les identifica en 41% de los asiáticos/habitantes de islas del Pacífico con NET, en comparación con 32% de nativos indios estadounidenses/habitantes de Alaska; 26% de estadounidenses de raza negra y 12% de norteamericanos caucásicos. Las mujeres muestran una menor incidencia de carcinoides de intestino delgado y pancreático. En sentido estricto, el término tumor neuroendocrino o endocrino pancreático, a pesar de usarse ampliamente, incluso en este texto, es equívoco, porque las neoplasias de esta categoría se desarrollan casi exclusivamente en el páncreas (insulinomas, glucagonomas, pNET no funcionales y pNET que ocasionan hipercalcemia), en sitios pancreáticos y extrapancreáticos (gastrónomas, VIPomas [péptido intestinal vasoactivo]; somatostatinomas, GRFomas [factor liberador de hormona de crecimiento]). Los pNET también se han denominado como insulinomas; sin embargo, es mejor no utilizar dicho término porque no se sabe si provienen de los islotes y muchos se presentan a veces en sitios extrapancreáticos. La clasificación de tumores neuroendocrinos GI, de los que se presentan en los segmentos anterior, medio y posterior de dicho órgano, se utiliza ampliamente y suele ser útil porque los NET dentro de tales áreas poseen muchas semejanzas, pero también muestran notables diferencias en particular en su comportamiento biológico, y tal denominación no ha sido útil para fines pronósticos. Se han establecido clasificaciones más generales que permiten comparar los NET con características similares en sitios diferentes; muestran valor pronóstico probado y se usan de forma amplia. La Organización Mundial de la Salud (OMS), la European Neuroendocrine Tumor Society (ENTS) y el American Joint Commite on Cancer/International Union Against Cancer (AJCC/UICC) han creado nuevos sistemas de clasificación para los GI-NET (carcinoides) y los pNET. Se han detectado algunas diferencias entre los sistemas de clasificación distintos comentados, pero cada uno usa información similar, y en la actualidad se recomienda incluir los datos básicos en que se fundamenta la clasificación en todas las notificaciones corrientes de histopatología. Los sistemas clasificatorios anteriores dividen a los NET de todos los sitios en los que están diferenciados (grado pequeño [G1] o intermedio [G2]), y los indiferenciados (gradación alta [G3], divididos en carcinoma microcelular o carcinoma neuroendocrino macrocelular). En estos sistemas de clasificación, tanto los pNET como los GI-NET (carcinoides) se denominan tumores neuroendocrinos, y el antiguo término de carcinoide equivale a los tumores neuroendocrinos diferenciados del GI. Los sistemas de clasificación mencionados se basan no sólo en la diferenciación de los NET, sino también en un sistema de gradación que valora los índices proliferativos (Ki-67 y el recuento mitótico). Se considera que los NET tienen baja gradación (ENETS G1) si su Ki-67 es <3% y el recuento mitótico es de <2 mitosis/campo de gran amplificación (HPF, high power field); de grado intermedio (ENETS G2) si su Ki-67 es de 3 a 20% y el recuento mitótico es de 2 a 20 mitosis/HPF, y de alta gradación (ENETS G3) si su K-67 >20% y el recuento mitótico es de >20% y el recuento mitótico es de >20 mitosis/HPF. Además del sistema de gradación se ha propuesto una clasificación TNM que se basa en el nivel de invasión tumoral, tamaño de la neoplasia y extensión de la misma (consúltese el cuadro 113-4 para un ejemplo de pNET y GI-NET [carcinoides] del apéndice). Ante la utilidad pronostica probada de tal clasificación y los sistemas de gradación, así como del hecho de que los NET con diferente clasificación/gradación reaccionan de manera distinta a los tratamientos, los sistemas son esenciales en la actualidad para tratar todos los NET. Además de estos sistemas de clasificación/gradación, se han identificado otros factores que aportan información importante para el pronóstico y que orientan en el tratamiento (cuadro 113-5). La incidencia exacta de los GI-NET (carcinoides) o de los pNET varía con el hecho de si se considera solamente los que causan síntomas o la to- CUADRO 1134 Comparación de los criterios para definir la categoría tumoral en las clasificaciones de ENETS y la séptima edición de AJCC de TNM de los NET pancreáticos y apendiculares TNM ENETS pNET T1 TNM AJCC/UICC Circunscrito al páncreas, <2 cm Circunscrito al páncreas, 2-4 cm Circunscrito al páncreas, >4 cm o invasión del duodeno o el colédoco Abreviaturas: AJCC, American Joint Committee on Cancer; NET, tumor neuroendocrino; pNET, tumor neuroendocrino pancreático; TNM, tumor, ganglios, metástasis; UICC, International Union Against Cancer. Fuente: Modificado de DS Klimstra Semin Oncol 40:23, 2013 y G Kloppel et al.: Virchow Arch 456:595, 2010. I. GI-NET (carcinoides) y pNET Cuadro inicial (p <0.05) Presencia de metástasis en el hígado (p <0.001) Extensión de las metástasis en el hígado (p <0.001) Presencia de metástasis en ganglios linfáticos (p <0.001) Desarrollo de metástasis en huesos o extrahepáticas (p <0.01) Profundidad de la invasión (p <0.001) Rapidez de la proliferación tumoral Mayores niveles séricos de fosfatasa alcalina (p = 0.003) Sitio del tumor primario (p <0.001) Sitio del tumor primario (p <0.005) Mayor nivel sérico de cromogranina A (p <0.01) Presencia de una o más celdas tumorales circulantes (p <0.001) Diversas características histológicas Diferenciación del tumor (p <0.001) Índices altos de proliferación (índice Ki-67 alto, expresión de PCNA) Recuento mitótico alto (p <0.001) Presencia de necrosis Presencia de citoqueratina 19 (p <0.02) Invasión vascular o perineural Densidad de vasos (baja densidad de vasos finos; mayor densidad de linfáticos) Mayor expresión de CD10 metaloproteinasa (en concordancia con todas las gradaciones de NET) Datos de la citometría de flujo (como aneuploidía) Expresión alta de VGEF (solamente en NET de gradación baja o diferenciado) Clasificaciones de OMS, ENETS, AJCC/VICC Presencia de pNET y no de GI-NET acompañados de mal pronóstico (p = 0.0001) Senectud (p <0.01) II. GI-NET (carcinoides) Sitio del tumor primario: apéndice <pulmón, recto <intestino delgado, <páncreas Presencia del síndrome carcinoide Resultados de estudios de laboratorio (niveles de 5-HIAA en orina [p <0.01], neuropéptido plasmático K [p <0.05], cromogranina A en suero A [p <0.01]) Presencia de un segundo cáncer Género masculino (p <0.001) Datos moleculares (expresión de TGF-α [p <0.05], cromosoma 16q-LOH o ganancia del cromosoma 4p [p <0.05]) Clasificación de OMS, ENETS, AJCC/UICC y de gradación Datos moleculares (ganancia en el cromosoma 14, pérdida de 3p13 [calcinoide ileal], mayor número de Hoxc6) III. pNET Sitio del tumor primario: duodenal (gastrinoma) mejor que pancreático Oncogén Ha-ras o sobreexpresión de p53 Género femenino Ausencia del síndrome MEN 1 Presencia de tumor no funcional (en algunos estudios, no todos) Clasificación OMS, ENETS, AJCC/UICC y de gradación Diversos signos histológicos: positividad IHC de c-KIT; expresión pequeña de ciclina B1 (p <0.01); pérdida de PTEN o de esclerosis tuberosa-2 IHC; expresión del factor-13 de crecimiento de fibroblastos Datos de estudios de laboratorio (mayor nivel de cromogranina A en algunos estudios; gastrinomas, mayor nivel de gastrina) Datos moleculares (incremento de la expresión de HR2/neu [p = 0.032]; cromosoma 1q, 3p, 3q o 6Q LOH [p = 0.0004]; expresión excesiva del receptor EGF [p = 0.034]; ganancia de los cromosomas 7q, 17q, 17p, 20q; alteraciones en el gen VHL (deleción, metilación); presencia de polimorfismo mononucleótido FGFR4-G388R. Abreviaturas: 5-HIAA, ácido 5-hidroxiindolacético; AJCC, American Joint Comité on Cancer; EGF, factor de crecimiento epidérmico; FGFR, receptor del factor de crecimiento de fibroblastos; GI-NET, tumor neuroendocrino del tubo digestivo; IHC, inmunohistoquímica; Ki-67, antígeno nuclear propio de la proliferación reconocido por el anticuerpo monoclonal Ki-67; LOH, pérdida de la heterocigosidad; MEN, neoplasia endocrina múltiple; NET, tumores neuroendocrinos; PCNA, antígeno nuclear de células en proliferación; bNET, tumor neuroendocrino pancreático; PTEN homólogo de fosfatasa y tensina eliminado del cromosoma 10; TGF-alfa, factor alfa transformante de crecimiento; TNM, tumor, ganglio, metástasis; UICC, International Union Against Cancer; VEGF, factor de crecimiento endotelial vascular; OMS, Organización Mundial de la Salud. Tumores endocrinos del tubo digestivo y páncreas talidad de las neoplasias. La incidencia de carcinoides clínicamente importantes es de siete a 13 casos/millón de personas por año, en tanto que se notifican cualquiera de los carcinoides malignos, en la necropsia, en 21 a 84 casos/millón de personas por año. La incidencia de GI-NET (carcinoides) va de 25 a 50 casos por millón en Estados Unidos, lo cual hace que sean menos frecuentes que los adenocarcinomas del GI. Sin embargo, en los últimos 30 años su incidencia ha aumentado seis veces. En un análisis de 35 825, GI-NET (carcinoides) (2004) de la base de datos del U.S. Surveillance Epidemiology, and End Results (SEER), su incidencia fue de 5.25/ 100 000 casos por año, y la prevalencia durante 29 años fue de 35/100 000. Los pNET clínicamente significativos tienen una prevalencia de 10 casos/ millón de personas, y en esta categoría los insulinomas, los carcinomas y los pNET no funcionales presentaron una incidencia de 0.5 a 2 casos/millón de personas por año (cuadro 113-2). Los pNET comprenden 1 a 10% de todas las neoplasias que surgen en el páncreas y 1.3% de aquellas que forman parte de las bases de datos SEER, que consisten predominantemente en tumores malignos. Los VIPomas tienen una frecuencia dos a ocho veces menor; los glucagonomas se desarrollan con una frecuencia 17 a 30 veces menor y los somatostatinomas son los menos frecuentes. En estudios de necropsia, 0.5 a 1.5% de todos los casos presentaron un tumor neuroendocrino pancreático; sin embargo, en menos de uno de cada 1 000 casos constituyó, en opinión de los expertos, un tumor funcional. Los GI-NET (carcinoides) y los pNET suelen mostrar comportamiento maligno (cuadros 113-2 y 113-3). En el caso de los segundos, excepto los insulinomas, de los que <10% son malignos, 50 a 100% en series diferentes lo son. En el caso de los GI-NET (carcinoides), el porcentaje que muestra comportamiento maligno varía con los sitios en que están (cuadro 113-3). En lo que respecta a los tres sitios en que se desarrollan con mayor frecuencia, la incidencia de metástasis varía mucho desde el yeyunoíleon (58%), los pulmones/bronquios (6%) y el recto (4%) (cuadro 113-3). En el caso de los GI-NET (carcinoides) y los pNET, diversos factores adquieren importancia en el pronóstico (cuadro 113-5) como elementos que rigen la supervivencia y el carácter maligno del tumor. Los individuos con pNET (se excluyen los insulinomas) por lo común tienen un pronóstico más insatisfactorio que los sujetos con GI-NET (carcinoides). La presencia de metástasis en el hígado constituye el factor pronóstico aislado de mayor importancia en los análisis únicos y multivariados, en lo que se refiere a los GI-NET (carcinoides) y los pNET. Asume importancia particular en el desarrollo y evolución de las metástasis en el hígado, el tamaño y volumen del tumor primario. Por ejemplo, en el caso de los carcinoides de intestino delgado que son la causa más común del síndrome carcinoideo por metástasis en el hígado (cuadro 113-2) se presentan dichas masas distantes en 15 561 CAPÍTULO 113 Circunscrito al páncreas, <2 cm T2 Circunscrito al páncreas 2 cm T3 Propagación peripancreática, pero sin invasión de grandes vasos (tronco celiaco, arteria mesentérica superior) T4 Invasión de órganos vecinos o Invasión de grandes vasos grandes vasos NET apendiculares T1 ≤1 cm; invasión de la capa T1a, ≤1 cm; T1b, >1 a 2 cm muscular T2 Invasión de subserosa/meso- >2-4 cm o invasión del ciego apéndice ≤2 cm y <3 mm T3 Invasión de subserosa/meso- >4 cm o invasión del íleon apéndice >2 cm o >3 mm T4 Invasión del peritoneo/otros Invasión del peritoneo/otros órganos órganos CUADRO 1135 Factores pronósticos de los tumores neuroendocrinos 562 PARTE 7 Oncología y hematología a 25% de los casos si el tumor tiene <1 cm de diámetro; 58 a 80% si tiene 1 a 2 cm de diámetro y >75% si el diámetro es >2 cm. Se han reunido datos similares en el caso de los gastrinomas y otros pNET: el tamaño del tumor primario es un elemento de anticipación independiente, del desarrollo y evolución de metástasis en el hígado. Factores de importancia en el pronóstico para presentar enfermedad metastásica incluyen (cuadro 113-5): la presencia de metástasis en ganglios linfáticos o en órganos fuera del hígado; la profundidad de la invasión; la rapidez de la proliferación; algunos signos histológicos (diferenciación, índices mitóticos, índices de crecimiento, densidad vascular, factor de crecimiento endotelial vascular [VEGF, vascular endotelial growth factor] y expresión de la metaloproteinasa CD10); necrosis, presencia de citoqueratina; mayores niveles séricos de fosfatasa alcalina; senectud; presencia de células tumorales circulantes, resultados de la citometría de flujo y también la presencia de aneuploidía. En el caso de personas con GI-NET (carcinoides), entre los elementos adicionales de vínculo con un pronóstico peor están el desarrollo del síndrome carcinoideo (en particular la cardiopatía carcinoidea); género masculino, la presencia del tumor sintomático o los incrementos mayores del número de marcadores tumorales (ácido 5-hidroxiindolacético [5-HIAA, 5-hydroxyindolacetic acid); neuropéptido K, cromogranina A y la presencia de diversos signos moleculares. En el caso de pNET o los gastrinomas, el pronóstico peor corresponde a factores como el género femenino, la sobreexpresión del oncogén Ha-ras o el gen P53, la ausencia de la neoplasia de tipo I endocrina múltiple (MEN 1, multiple endocrine neoplasia); mayores niveles de diversos marcadores tumorales (como cromogranina A, gastrina) y la presencia de diversos signos histológicos (de inmunohistoquímica para c-KIT; nivel bajo de ciclina B1; pérdida de PTEN/TSC-2; expresión del factor 13 de crecimiento fibroblástico), y diversos signos moleculares (cuadro 113-5). Los sistemas de clasificación TNM y el de gradación (G1-G3) asumen importante valor pronóstico. Algunas enfermedades causadas por trastornos genéticos diversos se acompañan de una mayor incidencia de NET (cuadro 113-6); cada una de ellas proviene de la falta de un posible gen oncosupresor. La más importante es MEN 1, trastorno dominante autosómico que proviene de un defecto en el gen del exón 10 en 11q13, que codifica una proteína nuclear de 610 aminoácidos, la menina (cap. 408). Los pacientes con MEN 1 terminan por mostrar hiperparatiroidismo por hiperplasia de paratiroides en 95 a 100% de los casos; tumores neuroendocrinos pancreáticos en 80 a 100%, adenomas hipofisarios en 54 a 80%, adenomas suprarrenales en 27 a 36%, carcinoides bronquiales en 8%, carcinoides tímicos en 8%, carcinoides gástricos en 13 a 30% de pacientes de síndrome de Zollinger-Ellison, tumores cutáneos (angiofibromas [88%], colagenomas [72%]), tumores del sistema nervioso central (SNC) (meningiomas [<8%]) y tumores de músculos de fibra lisa (leiomiomas, leiomiosarcomas [1 a 7%]). De los pacientes CUADRO 1136 Síndromes genéticos que se acompañan de una mayor incidencia de tumores neuroendocrinos (NET) (GI-NET [carcinoides]) o PNET) Síndrome Neoplasia endocrina múltiple tipo 1 (MEN 1) Enfermedad de Von Hippel-Lindau Enfermedad de Von Recklinghausen (neurofibromatosis 1 [NF-1]) Esclerosis tuberosa Sitio de la mutación y del producto génicos Identificación/ frecuencia de NET 11q13 (codifica la 80-100% desarrollan pNET menina, proteína de (microscópica); 20-80% (clí610 aminoácidos) nico) (no funcional >gastrinomas, >insulinomas) GI-NET (carcinoides): gástricos (13-30%), bronquiales/tímicos (8%) 3q25 (codifica una 12-17% desarrollan pNET (casi proteína de 213 siempre no funcionales) aminoácidos) 17q11.2 (codifica la 0-10% desarrolló pNET princineurofibromina, palmente somatostatinoproteína de 2 485 mas duodenales (por lo aminoácidos) común no funcionales) Rara vez insulinoma, gastrinoma 9q34 (TSCI) (codifica la Pocas veces desarrollan pNET hamartina, proteína (no funcionales y funcionade 1 164 aminoáciles [insulinoma, dos); 16p13 (TSC2) gastrinoma]) (codifica la tuberina, proteína de 1 807 aminoácidos) Abreviaturas: GI, gastrointestinales; pNET, tumores neuroendocrinos pancreáticos. con MEN 1, 80 a 100% terminan por mostrar pNET no funcionales (casi todos son microscópicos y 0 a 13% son grandes/sintomáticos) y los mismos tumores de ese tipo pero funcionales se observan en 20 a 80% en series diferentes, y se advierte una media de 54% que surge en el síndrome de Zollinger-Ellison, 18% en insulinomas, 3% en glucagonomas, 3% en VIPomas y <1% de GRFomas o somatostatinomas. MEN 1 se presenta en 20 a 25% de todas la personas con el síndrome de Zollinger-Ellison, en 4% de pacientes de insulinomas, y en un pequeño porcentaje (<5%) de personas con otros pNET. Tres facomatosis asociadas con los NET son la enfermedad de Von Hippel-Lindau (VHL, Von Hippel-Lindau), la enfermedad de Von Recklinghausen (neurofibromatosis de tipo 1 [NF-1, neurofibromatosis type 1]) y la esclerosis tuberosa (enfermedad de Bourneville (cuadro 113-6). VHL es un trastorno dominante autosómico causado por defectos en el cromosoma 3p25 que codifica una proteína de 213 aminoácidos que interactúa con la familia de proteínas de la elongina, como regulador de la transcripción (caps. 118, 339, 407 y 408). Además de los hemangioblastomas cerebelosos, cánceres renales y feocromocitomas, 10 a 17% terminan por mostrar un tumor neuroendocrino pancreático. Muchos no son funcionales, aunque se han publicado casos de insulinomas y de VIPomas. Las personas con NF-1 (enfermedad de Von Recklinghausen) muestran defectos del gen del cromosoma 17q11.2 que codifica una proteína de 2 845 aminoácidos, la neurofibromina, que actúa en las células normales como supresora de la cascada de señales ras (cap. 118). Incluso 10% de tales pacientes terminan por mostrar un GI-NET (carcinoide), de manera característica en la región periampular (54%). Muchos se clasifican como somastostatinomas, porque contienen somatostatina inmunocitoquímica; sin embargo, pocas veces secretan dicha sustancia y en contadas ocasiones originan un síndrome de somatostatinoma clínico. En raras ocasiones NF-1 ha aparecido junto con insulinomas y síndrome de Zollinger-Ellison. NF-1 abarca 48% de todos los somatostatinomas duodenales y 23% de los GI-NET (carcinoides) ampollares. La tuberosis esclerosa se origina por mutaciones que alteran la hamartina, proteína de 1 164 aminoácidos (TSC1) y la tuberina, proteína de 1 807 aminoácidos (TSC2) (cap. 118). La hamartina y la tuberina interactúan en una vía vinculada con las fosfaditilinositol 3-cinasas, y las casadas de señalización del blanco de la rapamicina en los mamíferos (mTOR, mammalian target of rapamycin). Se han señalado en tales pacientes algunos casos que incluyen insulinomas y gastrinomas (pNET) no funcionales y bifuncionales (cuadro 113-6). La enfermedad de Mahvash se acompaña del desarrollo y evolución de hiperplasia de células α, hiperglucagonemia y el desarrollo de NF pNET por la mutación homocigota P86S del receptor de glucagón humano. En los pNET y los GI-NET (carcinoides) no se identifican mutaciones en oncogenes comunes (ras, myc, fos, src, jun) o en genes oncosupresores frecuentes (p53, gen de susceptibilidad al retinoblastoma) (cuadro 113-1). Sin embargo, en pNET diferenciados se identifican amplificaciones génicas frecuentes (70%) en MDM2, MDM4 y WIPI, que inactivan la vía de p53; la vía del retinoblastoma se altera en la mayor parte de los casos de los pNET. Además de tales genes, entre las alteraciones adicionales que pueden ser importantes en su patogénesis están los cambios en el gen MEN1, el gen oncosupresor P16/MTS1 y el gen DPC4/Smad4; amplificación del protooncogén HER-2/neu; alteraciones en los factores de transcripción (Hoxc6 [carcinoides de GI]); factores de crecimiento y sus receptores; metilación de diversos genes que probablemente culminan en su inactivación y deleciones de genes oncosupresores desconocidos, así como ganancias en otros genes no conocidos (cuadro 113-1). La actividad antitumoral clínica del everolimús, inhibidor de mTOR y el sunitinib, inhibidor de la tirosina cinasa (PDGFR, VEGFR1, VEGFR2, c-KIT, FLT-3) confirman la importancia de la vía mTOR-AKT y los receptores de la tirosina cinasa para mediar la proliferación de los NET (en particular pNET). La importancia de la vía de mTOR en la proliferación de los pNET se refuerza aún más por el signo de polimorfismo de un solo nucleótido (FGFR4-G388R, en el receptor 4 del factor de crecimiento fibroblástico) que afecta la selectividad respecto al inhibidor de mTOR y puede generar un riesgo significativamente grande de etapa avanzada de pNET y metástasis de hígado (cuadro 113-5). Se ha demostrado por medio de hibridación genómica comparativa, estudios de tipificación de alelos de todo el genoma y análisis de polimorfismos de un solo nucléotido también de todo el genoma, que las pérdidas y ganancias cromosómicas son frecuentes en los pNET y los GI-NET (carcinoides), pero difieren entre estos dos tumores neuroendocrinos y conllevan alguna importancia pronóstica (cuadro 113-5). Es probable que las mutaciones en el gen MEN1 sean particularmente importantes. La pérdida de la heterocigocidad en el locus de MEN 1 en el cromosoma 11q13 se identifica en 93% de los pNET esporádicos (es decir, en pacientes sin MEN 1) y en 26 a 75% de los GI-NET (carcinoides) esporádicos. Según informes, surgen mutaciones en el gen MEN1 en 31 a 34% de los gastrinomas esporádicos. El esclarecimiento de secuencias exómicas de los pNET esporádicos identificó que el gen alterado con mayor frecuencia fue MEN1, observado en 44% de los pacientes, seguido en frecuencia por mutaciones en 43% de pacientes en genes que codificaban dos subunidades del complejo de transcripción/remodelación de cromatina que consistía en DAXX (proteína vinculada con el dominio de la apoptosis) y ATRX (talasemia alfa, retraso mental en el X) y en 15% de los pacientes en la vía mTOR. La presencia de diversas alteraciones moleculares en pNET o GINET (carcinoide) guarda relación con la proliferación y el tamaño del tumor y la extensión de la enfermedad o el carácter invasor y puede tener importancia en el pronóstico (cuadro 113-5). GINET CARCINOIDES Y SÍNDROME CARCINOIDEO Porcentaje (límites) Síntomas/signos Diarrea Hiperemia Dolor Asma/sibilancias Pelagra Ninguno Presencia de cardiopatía carcinoidea Aspectos demográficos Varones Edad Media Límites Sitio del tumor Intestino anterior Intestino medio Intestino posterior Desconocido En el cuadro inicial Durante la enfermedad 32-93% 23-100% 10% 4-14% 0-7% 12% 11-40% 68-100% 45-96% 34% 3-18% 0-5% 22% 14-41% 46-59% 46-61% 57 años 25-79 años 59.2 años 18-91 años 5-14% 57-87% 1-7% 2-21% 0-33% 60-100% 0-8% 0-26% que tienen >2 cm sí las envían. Los carcinoides de intestino delgado son la causa más común (60 a 87%) del síndrome carcinoideo y sus características se exponen en una sección ulterior de este capítulo (cuadro 113-7). Los factores pronósticos importantes se incluyen en el cuadro 113-5 y asumen trascendencia particular la extensión del tumor, índice de proliferación según la gradación y estadio (cuadro 113-4). La supervivencia global quinquenal es de 55 a 75%; sin embargo, varía grandemente con la extensión de la enfermedad y es de 65 a 90% en el caso de afección localizada; de 66 a 72% si la afectación es regional, y 36 a 43% si hay enfermedad a distancia. NET (carcinoides) rectales Los NET rectales (carcinoides) abarcan 27% de todos los GI-NET (carcinoides) y 16% de todos los NET y su frecuencia va en aumento. En Estados Unidos, los datos de SEER, en la actualidad, indican una incidencia de 0.86%/100 000 personas al año (incluso 0.2/100 000 personas al año en 1973) y constituyen 1 a 2% de todos los tumores rectales. Se les detecta aproximadamente con una frecuencia de un caso por cada 1 500/ 2 500 proctoscopias/colonoscopias, o 0.05 a 0.07% de personas que se someten a dichos métodos. Prácticamente todos se desarrollan en un tramo de 4 a 13 cm por arriba de la línea dentada. Casi todos son pequeños y 66 a 80% tienen <1 cm de diámetro y rara vez presentan metástasis (5%). Las masas que tienen de 1 a 2 cm envían metástasis en 5 a 30% de los casos y las que tienen >2 cm, situación poco común, no lo hacen en >70%. Muchos invaden solamente la submucosa (75%), en tanto que 2.1% se circunscriben a la mucosa; 10% a la capa muscular, y 5% a estructuras vecinas. En su estructura histológica se advierten que muchos son diferenciados (98%) con 72% en los grados ENET/OMS G1, y 28%, grado G2 (cuadro 113-4). La supervivencia global es de 88%; sin embargo, depende extraordinariamente de la etapa, y la supervivencia quinquenal es de 91% en el caso de enfermedad localizada; 36 a 49% si la enfermedad es regional, y 20 a 32% en el caso de enfermedad a distancia. Los factores de riesgo se incluyen en el cuadro 113-5 y comprenden en particular tamaño del tumor, profundidad de la invasión, presencia de metástasis, diferenciación y clasificación, y relación reciente de TNM. NET (carcinoides) bronquiales Éstos comprenden 25 a 33% de todos los NET bien diferenciados y 90% de todos los indiferenciados, posiblemente por un vínculo importante con el tabaquismo. Su incidencia varía de 0.2 a 2 /100 000 personas por año en Estados Unidos y países europeos y es una cifra que aumenta a razón de 6% por año. Son un poco más frecuentes en mujeres y en caucásicos en comparación con los individuos con ascendencia hispánica/asiática/africana y se presentan más a menudo en el sexto decenio de la vida, en tanto que la edad de presentación inicial de los carcinoides típicos es menor (45 años), en comparación con los carcinoides atípicos (55 años). Se han propuesto diferentes clasificaciones de GI-NET (carcinoides bronquiales). En algunas investigaciones se clasifican en cuatro categorías: carcinoide típico, llamado también tumor carcinoide bronquial (carcinoma de células de Kulchitsky I [KCC-1, Kulchistsky cell carcinoma]); carcinoide atípico (llamado también carcinoma neuroendocrino diferenciado [KCII]); carcinoma neuroendocrino microcítico intermedio, y neurocarcinoma microcítico (KC-III). Otra clasificación planteada incluye tres categorías de NET pulmonares: benigno o maligno de baja gradación (carcinoma típico); maligno de baja gradación (carcinoide atípico), y maligno de alta gradación Tumores endocrinos del tubo digestivo y páncreas NET CARCINOIDES DE INTESTINO DELGADO Los NET (carcinoides) del intestino delgado (SI, small intestine) tienen una incidencia publicada de 0.67 casos/100 000 personas en Estados Unidos; 0.32 individuos/100 000 en Inglaterra y 1.12 personas/100 000 sujetos en Suiza, y comprenden >50% de todos los tumores de intestino delgado. Se advierte un predominio en varones (1.5:1) y la raza modifica la frecuencia, pues se observa que es menor en asiáticos y es mayor en estadounidenses de raza negra. La media de edad cuando el sujeto acude por primera vez al médico es de 52 a 63 años, con límites amplios (uno a 93 años). Los carcinoides SI de tipo familiar existen, pero son muy raros. Suelen ser múltiples; 9 a 18% se localizan en el yeyuno; 70 a 80% en el íleon, y 70% en un tramo de 6 cm de la válvula ileocecal. Se sabe que 40% tienen <1 cm de diámetro; 32%, 1 a 2 cm, y 29% >2 cm. De manera característica son masas diferenciadas; sin embargo, por lo