La alienación en el siglo XIX: una crítica a la filosofía idealista

El fin de los grandes sistemas y la crítica a la filosofía idealista

El contexto filosófico del siglo XIX

El siglo XIX marca el fin de los grandes sistemas filosóficos y el surgimiento de diversos movimientos que critican la filosofía idealista, que había alcanzado su máxima expresión con Hegel. En este contexto, surge la figura de Karl Marx, quien concibe la filosofía como una herramienta para transformar el mundo, en estrecha relación con el derecho, la economía y la política.

La teoría de Marx: una crítica a la sociedad burguesa y capitalista

Dentro de la teoría económico-sociológica de Marx, encontramos una interpretación de la historia como una lucha de clases y una crítica a la sociedad burguesa y capitalista. En el ámbito político, propone una praxis revolucionaria, mientras que en la crítica filosófica, se enfoca en criticar a toda la filosofía anterior, especialmente a Hegel y Feuerbach.

La alienación como problema central

La defensa y liberación del hombre

El problema central que preocupa a Marx es la defensa y liberación del hombre, sometido a humillaciones, esclavitudes y desprecios. Para superar esta situación, Marx reconoce que son los hechos los que determinan la realidad, por lo que sitúa la tarea de liberación humana en el proceso histórico, encarnado en las fuerzas productivas. Solo el hombre oprimido, el obrero, puede ser el artífice de su propia liberación.

La alienación y la pérdida de la propia esencia

Preocupado por devolver al hombre su dignidad, Marx plantea el camino que debe seguir la filosofía para lograr la liberación. La historia humana es también la preparación gradual de la liberación de las alienaciones. Alienarse significa enajenarse, perder el derecho, el poder o dominio que uno tiene sobre su propia persona.

La alienación en Hegel y Feuerbach

La alienación del espíritu en Hegel

Para Hegel, la realidad es el espíritu. Este tiene en sí mismo una contradicción que le lleva a «salir de sí mismo», a alienarse, para poder conocerse. Entonces, el espíritu alienado se convierte en el objeto del conocimiento para el «espíritu en sí». El espíritu alienado es el mundo material. Hegel, a través del camino de la racionalidad, lleva a la filosofía al punto más alto que se puede aspirar, por lo que Marx piensa que ahora se trata de superar la filosofía.

El materialismo de Feuerbach y la alienación religiosa

Feuerbach, el principal representante de la izquierda hegeliana, opone el materialismo al idealismo de Hegel. Para Feuerbach, Dios no creó al hombre, sino que el hombre creó a Dios, al proyectar fuera de sí su esencia y elevarlo al infinito. El hombre en la religión cristiana se encuentra en un estado de alienación, y Feuerbach pretende recuperarlo, ya que quien lo anula no es la religión en sí, sino la religión cristiana. Feuerbach recibe el concepto de alienación de Hegel, pero lo modifica. Ahora la realidad ya no es la idea, sino la materia, el hombre, que necesita conocerse a sí mismo para saber quién es. Entonces, se propone a sí mismo como objeto de su propio conocimiento, proyectando fuera de sí un conjunto de cualidades que le pertenecen y las sitúa en un ser distinto, «Dios».

Los tipos de alienación en Marx

La alienación religiosa, ideológica y económica

Marx coincide con Feuerbach en que la realidad es la materia y el hombre es solo materia. En su análisis de la historia, Marx detecta tres tipos de alienación: la religiosa, la ideológica y la económica.

La alienación religiosa

La alienación religiosa nace de la económica y se apoya en ella, de tal manera que cuando desaparezca la económica, desaparecerá la religiosa. Es, según Marx, la más fácil de comprender. La religión proyecta al hombre fuera del mundo real, llevándolo a un mundo ficticio. Por lo que la religión se convierte en el «opio del pueblo», ofreciendo una justicia y una felicidad que está en otro mundo, en vez de luchar por instaurar la igualdad y la libertad en este mundo.

La alienación ideológica

Ideología, para Marx, es un producto de la mente humana, o una expresión de la «conciencia deformada». Las ideologías nacen, realmente, al darse la división del trabajo. El hombre se separa de la práctica y se dedica a crear teorías puras que son solamente producto de la imaginación. Marx distingue tres clases de ideologías: la política, que declara al pueblo soberano y a todos los ciudadanos libres e iguales; la religiosa; y la filosófica. Todo lo que afirma la religión y la filosofía es imaginario, irreal, y solo el ideólogo de turno afirma que existe.

La alienación económica

La alienación económica es la más importante porque afecta a la infraestructura de la sociedad, lo que realmente constituye al hombre como tal, es el trabajo. Por el trabajo, el hombre domina la naturaleza, la transforma y la hace útil para satisfacer sus necesidades. Son las condiciones concretas en las que se desarrolla el trabajo las que alienan al hombre, por lo que el producto es una objetivización del trabajador, es decir, el mismo trabajador se ha convertido en mercancía. La causa de la alienación económica radica en las relaciones de trabajo que se dan entre el trabajador asalariado y el capitalista. Y más en concreto, es la propiedad privada de los medios de producción lo que aliena al proletario.

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