La Irrupción de los Turcos Selyúcidas

Orígenes

Desde el Siglo VIII, la región comprendida entre el norte del Mar de Aral y las costas orientales del Mar Caspio, estuvo habitada por el conglomerado túrquico oguz, la cual agrupaba a heterogéneas tribus y clanes seminómadas que se dedicaban esencialmente al pastoreo y eran conocidos por practicar el chamanismo. Entre ellas se encontraban los antepasados de los selyuquíes o selyúcidas.

Alrededor del año 985, un caudillo turco llamado Selyuq ibn Duqaq – cuyo nombre bautizó a la dinastía – emigró hacia el sudeste, y se instaló con sus gentes en la región de Transoxiana, cerca de la actual Jend, en la moderna Kazahistán. El motivo de la migración turca que encabezó Selyuq es bastante inexacta, aunque se teoriza que pudo haberse dado a raíz de inestabilidad política en casa, el mal clima, o la amenaza de algún invasor. Sea cual sea el motivo, fue en Jend donde los selyúcidas entraron en contacto con el mundo musulmán. Tan solo al sur de la frontera selyúcida estaba ubicado el Emirato Samánida: una dinastía musulmana – de etnia persa – que gobernada sobre el Jorasán y la Transoxiana. Gracias a la influencia de los samánidas, los selyúcidas abrazaron la fe islámica.

La islamización de los pueblos túrquicos no solo proveía un sentimiento de unidad religiosa a estas etnias nómadas, sino también una visión de unidad ideológica que tenía la capacidad de reunir y articular distintos pueblos bajo un objetivo expansionista.

Guerra contra el Imperio Gaznávida

Al momento de la muerte de Selyuq en el 1009, el panorama político de Asia Central había cambiado radicalmente, ya que dos nuevos reinos habían surgido en alianza contra los shahs del hegemónico Emirato Samánida: los qarajánidas de la Transoxiana, y los gaznávidas del Jorasán y del Punjab (ex esclavos turcos liderados por Mahmud de Gazni). A medida que el poder samánida se desintegraba, y que los dos Estados emergentes se repartían Asia Central, los selyúcidas aprovecharon para forjar su propia base de poder.

Selyuq fue sucedido por su hijo Isrâîl, quien continuó con la expansión del territorio selyúcida, la cual fue enriquecida con el reclutamiento de refugiados chinos que huían de la Dinastía Liao. El naciente Estado selyúcida fue fortalecido con la absorción de estos guerreros tribales orientales, muchos de los cuales adoptaron el Islam. El principal opositor de la expansión selyúcida era Mahmud, sultán de los gaznávidas, quien se enfrentó a las fuerzas de Isrâîl a las afueras de Bujará. Mahmud se atemorizó por la potencia y los números de estos guerreros selyúcidas, y entendió que los cientos de nómadas turcos que emigraron por Asia Central se habían convertido en una auténtica amenaza para la hegemonía gaznávida.

Isrâîl fue derrotado y hecho prisionero; sin embargo, Mahmud, su captor, solo se limitó a contener el avance selyúcida mas no liquidarlos. Los selyúcidas no llegaron a disolverse por las acciones del sultán gaznávida, sino se reorganizaron, y en la palestra se alzaron dos figuras poderosas, ambos nietos de Selyuq: Toğrül y Chaghrï.

En el 1030 falleció el sultán Mahmud, y fue sucedido por su hijo Masûd I, quien no fue capaz de articular inteligentemente su pesado y lento ejército – el cual había heredado tradiciones hindúes, como el hecho de llevar elefantes al campo de batalla – para enfrentar a los veloces y ágiles jinetes-arqueros selyúcidas, quienes estaban experimentados en la lucha en las estepas.

Durante el reinado de Masûd, los hermanos selyúcidas, Toğrül y Chaghrï, se convirtieron en una amenaza para su poder. Puesto que se dedicaron a atacar y a saquer varias ciudades fronterizas, particularmente concentraron sus esfuerzos en la región del Jorasán y ocuparon las dos grandes ciudades de aquella región: Nishapur y Merv. Incluso llegaron a saquear la capital gaznávida, Gazni, en 1037. De este modo, los selyúcidas consolidaron sus asentamientos en el Jorasán y formaron una nación poderosa e independiente.

La guerra entre gaznávidas y selyúcidas se prolongó por los siguientes tres años, en la cual los gaznávidas no fueron capaces de reclamar su autoridad en el Jorasán. En el año 1040, los selyúcidas, dirigidos por el ahora emir Toğrül y su hermano Chaghrï, lograron asestar una victoria decisiva contra el Imperio Gaznávida en la Batalla de Dandanaqan. Donde un ejército selyúcida compuesto por 15 000 hombres, logró hacerle frente al gaznávida compuesto por 50 000. Tras la victoria, el emir Toğrül reclamó para sí el Jorasán y el sur de la Transoxiana, mientras que el deshonrado Masûd se retiraba a sus dominios al oeste de la India, solo para morir tras un sangriento golpe de Estado.

Batalla de Dandanaqan (1040) Museo Askari de Estambul

Inserción en el Mundo Islámico y Conquista de Bagdad

Tras el colapso de la autoridad gaznávida en Asia Central, Toğrül se vio obligado a imponer seguridad y justicia en un territorio devastado por la guerra y asolado por bandidos. Además, dejó de gobernar al estilo de un caudillo turcomano de las estepas de Asia Central, sino más bien como un legítimo sultán islámico. Si bien es cierto que los selyúcidas se convirtieron al Islam, ellos tuvieron un interpretación que conjugaba el fundamentalismo islámico con las tradiciones y costumbres de su pasado nómada. Por otro lado, para favorecer su inserción en el mundo musulmán, trasladaron su capital a Ray, en la Persia oriental, y comenzaron a circular monedas en el Jorasán donde figuraba la efigie de Toğrül en compañía del califa abasida, quien aún mantenía una posición simbólica en Bagdad.

Durante la década entre 1045 y 1055, los selyúcidas llevaron a cabo un gran proyecto expansionista, en vista de conquistar tierras tanto en el este como en el oeste. Chaghrï se ocupó de la conquista en Oriente, presionando en la región de Sistán y llegando a doblegar a los últimos reductos gaznávidas al este de Persia; por su parte, la conquista de las regiones occidentales cayó en manos del sultán Toğrül, quien lideró a sus ejércitos en Medio Oriente, cada vez más profundo hacia el corazón del mundo musulmán.

Toğrül Beg, sultán de los selyúcidas

En 1048 los selyúcidas hicieron contacto por primera vez con el mundo cristiano ortodoxo, al incursionar en la frontera bizantina en Iberia (refiriéndose a la Iberia caucásica, no confundir con la península ibérica), donde arrasaron varias poblaciones y fortalezas, como Teodosiópolis. En septiembre de ese mismo año, un ejército conjunto de bizantinos y georgianos, compuesto por 50 000 efectivos, hicieron frente a la avanzada selyúcida en la Batalla Kapetron. Los soldados ortodoxos lograron repeler a los turcos, sin embargo estos se retiraron con cautivos y botines. El emperador bizantino Constantino IX envió dinero para el rescate, pero Toğrül se negó, aún así los liberó tiempo después bajo la promesa de los bizantinos de no volver a enfrentar a los selyúcidas.

En aquellos años, la zona de Mesopotamia y Persia occidental (básicamente los actuales Irán e Iraq) se encontraba bajo el poder de varios emires persas chiitas, quienes en conjunto conformaban la Dinastía Búyida. Estos soberanos persas no constituyeron una nación unificada, sino una suerte de fragmentada confederación donde el emir de Bagdad ocupaba la mayor jerarquía (ya que en aquella ciudad residían los califas abasidas, la mayor autoridad espiritual y de iure política del Islam).

Expansión Selyúcida Siglo XI

Las acciones de Toğrül atrajeron la atención de Bagdad, concretamente del visir del califa abasida Al-Qa’im, quien mantenía un recelo hacia los búyidas (protectores chiitas de Bagdad). El visir convenció al califa de enviar una carta a Toğrül, en buscas de crear una alianza con un poderoso Estado sunita capaz de rivalizar la hegemonía regional búyida. Para reforzar la alianza, Toğrül y Al-Qa’im llevaron a cabo purgas contra herejes en sus respectivos territorios, dejando claro que los enemigos del selyúcida eran enemigos del califa. Tras una serie de artimañas, el ejército de Toğrül entró triunfalmente en Bagdad, expulsó al emir búyida, y acabó con el dominio de esta dinastía chiita en Mesopotamia y Persia.

Con Bagdad bajo poder selyúcida, el califa Al-Qa’im le concedió a Toğrül los títulos de ”sultán de Occidente y Oriente”. Al igual que los búyidas, los selyúcidas también permitieron a los califas abásidas conservar su poder nominal desde la ciudad de Bagdad. La ciudad califal sólo fue el inicio de una serie de conquistas en Medio Oriente, las cuales fueron potenciadas gracias al entrar en contacto con el Califato Fatimí de Egipto y con el Imperio Romano de Oriente.

Mantzikert y la Conquista de Anatolia

En 1063 falleció Toğrül – quien convirtió a las tribus selyúcidas en una potencia regional – y fue sucedido por su sobrino Alp Arslan, hijo de su hermano Chaghrï. Este sultán fue quien convirtió al Estado selyúcida en un imperio, con Ray como capital. Apenas llegó al poder logró anexar Armenia, la Transcaucasia, y el Emirato de Mosul, lo que le permitió arrinconar al soberano de Georgia, Bagrat IV, y abrir más fronteras con el vulnerado Imperio Bizantino.

La estrategia defensiva del Imperio Bizantino se basaba en una serie de fortalezas y provincias militares que se extendían desde el Cáucaso hasta Siria. En 1064 cayó la ciudad de Ani, lo que obligó a los bizantinos a abandonar su frontera en el Lago Van, y replegarse a Edesa, Mantzikert y Trebisonda. Las fortalezas que cayeron ante Alp Arslan se convirtieron en bases de operaciones de los selyúcidas, donde lanzaron incursiones y campañas hacia Anatolia. Los selyúcidas arrasaron Melitene, Antioquía, Cesárea, y más adelante, Iconio.

Guerras Bizantino-Selyúcidas

En 1067 falleció el emperador romano Constantino X Ducas. Su viuda Eudoxia comprendía la precaria situación que atravesaba Bizancio, y en buscas de limitar el poder de la Dinastía Ducas, esposó a un militar de Capadocia, Romano IV Diógenes, quien asumió como nuevo emperador.

Este ambicioso emperador logró asestar unas victorias iniciales contra las incursiones selyúcidas, y reforzó las debilitadas defensas fronterizas. Al mismo tiempo, Alp Arslan tomó Alepo, y entró en guerra con el Califato Fatimí, donde se disputaba la región del Levante. Al ver que sostener una guerra en dos frentes podría ser perjudicial para los intereses de los selyúcidas, Alp Arslan envió una comitiva para negociar un tratado con Romano IV.

Delegados turcos frente a Romano IV Diógenes

Aún así, el emperador siguió reuniendo tropas y estacionándolas a lo largo de sus territorios, dejó 20 000 tropas para asegurar Tracia y Grecia, y desplegó 100 000 en toda Anatolia. Romano traicionó el tratado, y al ver que los esfuerzos de Alp Arslan estaban concentrados en el Levante, el emperador buscó recuperar sus fortalezas orientales. En 1071, ambos ejércitos se encontraron en Mantzikert, en la cual el sultán selyúcida venció fulminantemente a las tropas de Romano IV, quien cayó prisionero. La victoria decisiva en la Batalla de Mantzikert neutralizó la resistencia bizantina, y tras ello, los turcos avanzaron imparablemente en Anatolia, y la conquistaron.

Ilustración de la Batalla de Mantzikert

Máximo Apogeo del Imperio Selyúcida

Con Anatolia bajo control selyúcida, Alp Arslan logró estrechar sus dominios hasta el Mar Egeo y presionar a la Georgia de Jorge II, la cual se negaba a someterse a los turcos. Para recompensar a sus valientes hombres, el sultán selyúcida permitió a sus generales establecer principados turcos, llamados atabegs, leales a él. En tal sentido, la vieja Anatolia bizantina fue dividida en varios beylicatos o principados, que constituirían un Estado autónomo, aunque dependiente de la Dinastía Selyúcida, llamado Rum (romano en lengua árabe). Por otro lado, un grupo de refugiados armenios emigraron al sur de Anatolia escapando de las masacres selyúcidas, concretamente llegaron a la región de Cilicia, donde formaron el Reino Armenio de Cilicia.

Cabe destacar que Anatolia se turquificaría con el pasar de las décadas, debido al impacto generado por el mayor flujo de clanes que emigraban desde sus estepas nativas hacia Anatolia debido a la similitud del medio ambiente. Paulatinamente, los turcos asimilarían a la población local y harían suyos los terriotorios montañosos del centro de Anatolia.

Mapa de Anatolia y los Balcanes (tercer tercio del Siglo XI)

El apogeo del Imperio Selyúcida no se dio ni con Toğrül o Alp Arslan, sino durante el reinado del hijo del último, Malik Shah I (quien ascendió al trono selyúcida en 1072). Este sultán se rodeó de consejeros capaces, quienes le apoyaron en la tarea de hacer resplandecer a la dinastía, uno de ellos fue el visir persa Nizam al-Mulk, un gran estratega militar y un genio político, conocido por ser el autor del Libro del Gobierno.

Durante el reinado de Malk Shah, los selyúcidas consiguieron su máxima extensión territorial: impusieron vasallaje a los gaznávidas y a los qarajánidas; conquistaron Omán; consolidaron su centro de poder en Persia, Mesopotamia, el Jorasán y la Transoxiana; se expandieron en todas direcciones llegando a limitar con China en Oriente y con Bizancio en Occidente; y lograron arrebatar importantes territorios a los fatimíes, como Damasco, Trípoli o Jerusalén.

Máxima Extensión de la Dinastía Selyúcida (1092)

Malik Shah trasladó la capital a la ciudad persa de Isfahán, hizo del persa el idioma oficial, y culminó con el proceso de hacer de un conglomerado de tribus túrquicas del Mar de Aral en un poderoso y extenso imperio. El sultán organizó su imperio de acuerdo a una ”federación familiar”, en la cual el jefe de la familia real selyúcida otorgaba a sus parientes los territorios conquistados para que los administraran de forma autónoma.

Durante el reinado de Malik Shah destaca la figura del – previamente mencionado – visir Nizam al-Mulk, quien de facto asumió como jefe de gobierno. Es conocido su papel en la promoción de la construcción de madrasas para el estudio del Islam, la más famosa era la Madrasa de Nizamiya de Bagdad. Era común que los ulemas (expertos en asuntos jurídicos y teológicos del Islam) viajaran de madrasa en madrasa para estudiar y enseñar la Ley Sharia. Esta revalorización de la cultura y de las ciencias sociales, fomentaron la homogeneidad espiritual del mundo islámico. Sin embargo, durante el reinado de Malik Shah, los hashshashin, o secta de los asesinos, comenzaron a ganar bastante fuerza y ejecutaron a varias figuras importantes del gobierno selyúcida, como el visir Nizam al-Mulk.

Fragmentación del Sultanato

La muerte de Malik Shah en 1092, significó la fragmentación del sultanato, ya que varios feudatarios, parientes del sultán, comenzaron a reclamar el trono. Esta disputa repentinamente llevó al Estado selyúcida a la anarquía y a las guerras civiles. Los nizámidas acogieron a Barkyaruk, hijo primogénito del difunto, a quien proclamaron sultán en Ray. Por su parte, Tutush, hermano del fallecido Malik Shah, se proclamó sultán en Siria y se hizo con el control de Alepo y Damasco; y al morir en 1095, dividió su reino entre sus dos hijos.

El sultán Barkyaruk pasó el resto de su reinado luchando contra las rebeliones de sus familiares, y para el final del Siglo XI el Imperio Selyúcida se había dividido en cuatro Estados: el Sultanato de Persia (el territorio más extenso, donde gobernaba Barkyaruk), los reinos de Alepo y Damasco (gobernados por Radwan y Duqaq, hijos de Tutush), y el Sultanato anatolio de Rum (gobernado por Kilij Arslan).

Fue en este contexto de fragmentación territorial de Medio Oriente, que el emperador bizantino Alejo I Comneno en conjunto con el Papa Urbano II, comenzaron a planear la reconquista de Anatolia y Tierra Santa, a través de una serie de expediciones militares que conocidas como las Cruzadas.

Referencias Bibliográficas

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