Rosemary's Baby (La semilla del diablo): todos ellos brujos - Cultura Inquieta

Rosemary's Baby (La semilla del diablo): todos ellos brujos

En 1967 fue publicada la novela más aclamada del escritor norteamericano Ira Levin, Rosemary’s Baby, traducida al español como La semilla del diablo, en la que quiso recrear una historia de terror, un género que según él, era necesario renovar y estilizar, y por razones prácticas la ambientó en Manhattan, un distrito que conocía a la perfección, ya que gran parte de su vida transcurrió allí.

Por Sandra P Medina

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Fotograma de Rosemary's Baby. Dirigida por Roman Polanski en 1968

Tomó como referencia el bellísimo edificio victoriano Dakota, ubicado en la esquina noroeste de la calle 72 y Central Park West en Manhattan, un lugar donde han ocurrido una serie de sucesos escalofriantes, entre ellos el asesinato de John Lennon, y curiosamente sus inmensos apartamentos también han sido apetecidos por varias celebridades. Un lujoso inmueble que sirvió como inspiración a Levin, para dar vida a un relato que él consideró como un “remake” de María y Jesús, pero encarnado por el diablo y en el que bautizó al edificio como La casa Bramford.

El libro se convirtió en un best seller, y Truman Capote escribió una elogiosa reseña sobre éste, catalogándolo como “un brillante relato de misterio y maldad que induce a creer en lo increíble”
El productor y director de cine William Castle compró los derechos del libro y en colaboración con Paramount Pictures, contrataron a un cineasta franco-polaco, llamado Roman Polanski, cuya carrera ya tenía su bagaje.

Polanski hizo una fiel adaptación del libro, incorporando páginas completas de los diálogos y los colores mencionados para la decoración del apartamento. La película se estrenó el 12 de junio de 1968 y fue un éxito de taquilla.

Con un exquisito realismo, Polanski nos seduce a través de una toma panorámica de los edificios de New York, y que traslada a un plano cenital del Dakota (casa Bramford) para invitarnos a ingresar a este imponente lugar, junto con una pareja de casados Rosemary Woodhouse (Mia Farrow) y Guy Woodhouse (John Cassavetes) mientras nos arrulla, la magnífica canción de cuna, compuesta por Krzysztof Komeda.

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Rosemary y Guy quedan encantados con el apartamento que le pertenecía a la señora Gardenia, recién fallecida y quien tenía un mueble ante la puerta de un armario que conecta con el apartamento de los Castevets.

Ya instalados, Rosemary decora el lugar de una manera muy calurosa y acogedora. Una noche conoce en el sótano donde está ubicada la lavandería a Terry Donofrio (Victoria Vetri) una ex drogadicta, rehabilitada por los Castevets, pero días después la chica se suicida lanzándose desde la ventana del apartamento en el séptimo piso, fatal suceso que hace que Minnie (Ruth Gordon) y Roman Castevet (Sidney Blackmer) conozcan a los Woodhouse y se genere una amistad donde el vientre de Rosemary, y la carrera de actor de Guy sean el principal motivo para un desenlace, que a muchos nos marcó la infancia.

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Las interpretaciones como la dirección de fotografía a cargo de William A Fraker, recargan la historia de una cotidianeidad en extremo confortable que se contrasta divinamente con lo espeluznante, y donde podemos apreciar la lucidez de Polanski, y su virtud en cada detalle, desde una escenografía ( a cargo de Robert Nelson) donde quisiéramos vivir en ese apartamento, a pesar de los excéntricos vecinos adoradores de Satán, hasta esos primeros planos en el rostro de Rosemary, quien sufre una famélica transformación, a causa de la criatura que se está gestando en su útero.

Ruth Gordon se luce como Minnie Castavet, la vecina entrometida, parlanchina, ferviente seguidora de Belzebú , y quien de paso le da un toque de humor a la cinta.

Rosemary's Baby (1968) Trailer original:

Levin quedó satisfecho con la adaptación, pues Polanski respetó gran parte del libro, solo omitió por cuestiones de narrativa audiovisual, el fragmento en que Rosemary decide irse a una casa en el campo para aclarar su mente. De resto, la historia es registrada de una manera fidedigna, con colores que se van trasformando de acuerdo a las dos estaciones en que se desarrolla la trama: verano e invierno.

La brujería, las sectas satánicas, un anagrama, una cadena con una esfera que contiene raíz de tanis, y un edificio que lleva una carga de misterio y horror en cada ladrillo, son los ingredientes de una historia que se basa en el egoísmo y narcisismo de Guy, que no escatima en ofrecer el vientre de su esposa para que el diablo deposite su semilla, y así crear al salvador de un séquito conformado por ancianos, con el fin de alcanzar su éxito como actor.

Sin caer en extremismos, ni imágenes redundantes, El bebé de Rosemary es de las pocas películas de terror, que ha sabido respetar este género y que mantiene el tono perfecto del suspenso, con elegancia y majestuosidad.