Los 50 mejores grupos del rock español según Rolling Stone - Rate Your Music
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Los 50 mejores grupos del rock español según Rolling Stone

A list by batamamma

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Rolling Stone (Spain) magazine 157, November 2012
Rolling Stone (Spain) magazine 157, November 2012
Lista realizada en 2012 por la edición española de la revista Rolling Stone. He puesto las descripciones de cada uno de los grupos por parte de la redacción de la revista. (No se incluyen artistas en solitario)

Descripción original de la revista sobre la lista:
"El 18 de noviembre de 1962, hace 50 años, comenzaban las matinales del Price, protofestival del rock español. Rendimos homenaje a los músicos que, en este tiempo, nos han hecho vibrar. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Un homenaje al rock español. Como ocurre siempre, las listas tienen mucho de subjetivas. Seguramente muchos no estén de acuerdo con la selección y el orden, pero sirven como excusa perfecta para analizar y conocer nuestras raíces. Hacer un alto en el camino, coger aire y reflexionar sobre el medio siglo del rock and roll en España. Desde Los Brincos, Los Salvajes o Lone Star a Gabinete Caligari o Vetusta Morla.

Tras una exhaustiva votación en la redacción de ROLLING STONE, estos son los 50 mejores grupos del rock español."
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50Smash [Glorieta de los Lotos]50.Smash

"El grupo sevillano fusionó la ondura flamenca, el rock psicodélico y el blues ácido. Por Darío Manrique y Lino Portela:

Jondura flamenca, rock psicodélico y blues blues ácido fueron los mimbres de Smash, grupo formado en Sevilla en 1968 por Antonio Rodríguez, Gualberto García y Julio Matito que alcanzó su único éxito, El garrotín (1971), con la voz de Manuel Molina, luego en Lole y Manuel. Como les ocurre a todos los pioneros que abren nuevas sendas, en este caso la del rock andaluz, la existencia de Smash fue convulsa, llena de dificultades con su discográfica y diferencias entre sus miembros (Gualberto abandonó el grupo tras El garrotín, que consideraba demasiado comercial), ante la incomprensión general, con excepciones como la del mánager Ricardo Pachón o el productor Alain Milhaud."
"El grupo sevillano fusionó la ondura flamenca, el rock psicodélico y el blues ácido. Por Darío Manrique y Lino Portela:

Jondura flamenca, rock psicodélico y blues blues ácido fueron los mimbres de Smash, grupo formado en Sevilla en 1968 por Antonio Rodríguez, Gualberto García y Julio Matito que alcanzó su único éxito, El garrotín (1971), con la voz de Manuel Molina, luego en Lole y Manuel. Como les ocurre a todos los pioneros que abren nuevas sendas, en este caso la del rock andaluz, la existencia de Smash fue convulsa, llena de dificultades con su discográfica y diferencias entre sus miembros (Gualberto abandonó el grupo tras El garrotín, que consideraba demasiado comercial), ante la incomprensión general, con excepciones como la del mánager Ricardo Pachón o el productor Alain Milhaud."
49Los Ronaldos49.Los Ronaldos

"Fueron los culpables de himnos juveniles como 'Adiós papá' o 'Por las noches'. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Eran stonianos como los que más, pero su evolución musical y la descarada voz de Coque Malla les confirieron una personalidad especial. Su primer disco, de 1987, dio un aviso, y Saca la lengua (1988) contenía himnos juveniles que se propagaron como la pólvora, como Adiós papá o Por las noches. Convertidos en superventas, se dieron el lujo de grabar con el ex Velvet Underground John Cale Sabor salado (1990), primera muestra de que estos madrileños tenían inquietudes –¡incluso tropicales!– más allá de los Stones. Luego vinieron Cero (1992), más introspectivo, e Idiota (1994), último de estudio. Nueve años después de su separación, se reunieron para una última gira y un EP resultón."
"Fueron los culpables de himnos juveniles como 'Adiós papá' o 'Por las noches'. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Eran stonianos como los que más, pero su evolución musical y la descarada voz de Coque Malla les confirieron una personalidad especial. Su primer disco, de 1987, dio un aviso, y Saca la lengua (1988) contenía himnos juveniles que se propagaron como la pólvora, como Adiós papá o Por las noches. Convertidos en superventas, se dieron el lujo de grabar con el ex Velvet Underground John Cale Sabor salado (1990), primera muestra de que estos madrileños tenían inquietudes –¡incluso tropicales!– más allá de los Stones. Luego vinieron Cero (1992), más introspectivo, e Idiota (1994), último de estudio. Nueve años después de su separación, se reunieron para una última gira y un EP resultón."
48Los Pekenikes48.Los Pekenikes

"La banda madrileña sirvió de cantera de músicos que más tarde formarían Los Brincos o Aute. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Cuando se habla de pioneros del rock español, hay que referirse siempre a este grupo madrileño, que empezó ¡en 1959! en el instituto Ramiro de Maeztu. Necesitaron años de aprendizaje –durante los que formaron parte de las primeras matinales del Price–, fueron cantera de músicos (parte de Los Brincos y hasta Aute pasaron por sus filas) y para mediados de los 60 eran un finísimo grupo de pop instrumental a la altura de los Shadows. Éxitos como Hilo de seda, Cerca de las estrellas (ésta con voz), Hechizo o Tren transoceánico a Bucaramanga (ya de los 70) han hecho que el grupo de los hermanos Sainz, Tony Luz o Pepe Nieto, permanezcan en la memoria."
"La banda madrileña sirvió de cantera de músicos que más tarde formarían Los Brincos o Aute. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Cuando se habla de pioneros del rock español, hay que referirse siempre a este grupo madrileño, que empezó ¡en 1959! en el instituto Ramiro de Maeztu. Necesitaron años de aprendizaje –durante los que formaron parte de las primeras matinales del Price–, fueron cantera de músicos (parte de Los Brincos y hasta Aute pasaron por sus filas) y para mediados de los 60 eran un finísimo grupo de pop instrumental a la altura de los Shadows. Éxitos como Hilo de seda, Cerca de las estrellas (ésta con voz), Hechizo o Tren transoceánico a Bucaramanga (ya de los 70) han hecho que el grupo de los hermanos Sainz, Tony Luz o Pepe Nieto, permanezcan en la memoria."
47Estopa47.Estopa

"Los hermanos de Cornellà abandonaron la fábrica en la que trabajaban, para hacer de su hobby, su forma de vida. Por Darío Manrique y Lino Portela.

José y David Muñoz, dos hermanos de Cornellà (Barcelona) trabajaban en una fábrica y en su tiempo libre tocaban pop rumbeado. En 1999 consiguieron firmar con la multinacional RCA pero, precavidos, siguieron trabajando hasta final de año “para cobrar la extra de Navidad y tener un colchón”. Pronto no les hicieron falta más pagas extra: Estopa (1999), un álbum en el que actualizaban las rumbas de extrarradio de Los Chichos con el descaro de La Cabra Mecánica, la crudeza de Extremoduro y su propia poesía gamberra, vendió 1.200.000 copias, y durante la década siguiente se convirtieron en uno de los grupos más populares del país."
"Los hermanos de Cornellà abandonaron la fábrica en la que trabajaban, para hacer de su hobby, su forma de vida. Por Darío Manrique y Lino Portela.

José y David Muñoz, dos hermanos de Cornellà (Barcelona) trabajaban en una fábrica y en su tiempo libre tocaban pop rumbeado. En 1999 consiguieron firmar con la multinacional RCA pero, precavidos, siguieron trabajando hasta final de año “para cobrar la extra de Navidad y tener un colchón”. Pronto no les hicieron falta más pagas extra: Estopa (1999), un álbum en el que actualizaban las rumbas de extrarradio de Los Chichos con el descaro de La Cabra Mecánica, la crudeza de Extremoduro y su propia poesía gamberra, vendió 1.200.000 copias, y durante la década siguiente se convirtieron en uno de los grupos más populares del país."
46Soidemersol46.La Buena Vida

"La banda estuvo formada, hasta 2009, por seis amigos donostiarras con querencia por el pop barroco y orquestal. Por Darío Manrique y Lino Portela.

La filosofía punk del háztelo-tú-mismo no se circunscribe sólo al estilo musical, así que no es de extrañar que, en 1988, seis amigos donostiarras con querencia por el pop barroco y orquestal de los 60 formaran La Buena Vida, pese a su inexperencia. Entonces se inició un largo aprendizaje hasta editar su primer álbum, en 1993, y la culminación en 1997 con Soidemersol, el primer disco de La Buena Vida que consigue un sonido –lujoso, orquestal, delicado– acorde con sus expectativas. Desde entonces hasta el fin del grupo, precipitado por el fallecimiento del bajista Pedro San Martín en 2009, en accidente de tráfico, el concepto de La Buena Vida fue puliéndose y ampliándose."
"La banda estuvo formada, hasta 2009, por seis amigos donostiarras con querencia por el pop barroco y orquestal. Por Darío Manrique y Lino Portela.

La filosofía punk del háztelo-tú-mismo no se circunscribe sólo al estilo musical, así que no es de extrañar que, en 1988, seis amigos donostiarras con querencia por el pop barroco y orquestal de los 60 formaran La Buena Vida, pese a su inexperencia. Entonces se inició un largo aprendizaje hasta editar su primer álbum, en 1993, y la culminación en 1997 con Soidemersol, el primer disco de La Buena Vida que consigue un sonido –lujoso, orquestal, delicado– acorde con sus expectativas. Desde entonces hasta el fin del grupo, precipitado por el fallecimiento del bajista Pedro San Martín en 2009, en accidente de tráfico, el concepto de La Buena Vida fue puliéndose y ampliándose."
45Hermanos carnales45.Surfin' Bichos
44Señora azul44.Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán

"El público les dio la espalda después de no haber ofrecido ni una sola actuación en directo durante sus años dorados. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Las similitudes con sus idolatrados Crosby, Stills, Nash y Young iban más allá de lo musical y lo nominal. Las tensas relaciones entre Juan Cánovas, Rodrigo García, Adolfo Rodríguez y José María Guzmán hicieron que apareciesen y desapareciesen como el Guadiana. Juntos publicaron tres discos. Uno de ellos, Señora azul (1974), un clásico. La canción que da título al disco era “un corte de mangas a la crítica, lo que cualquier artista ha soñado hacer”, dijo Rodrigo. Pero no fueron los periodistas los que le dieron la espalda –es grupo de culto–, sino el público. La gran razón: no haber dado ni una actuación en directo en sus años dorados."
"El público les dio la espalda después de no haber ofrecido ni una sola actuación en directo durante sus años dorados. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Las similitudes con sus idolatrados Crosby, Stills, Nash y Young iban más allá de lo musical y lo nominal. Las tensas relaciones entre Juan Cánovas, Rodrigo García, Adolfo Rodríguez y José María Guzmán hicieron que apareciesen y desapareciesen como el Guadiana. Juntos publicaron tres discos. Uno de ellos, Señora azul (1974), un clásico. La canción que da título al disco era “un corte de mangas a la crítica, lo que cualquier artista ha soñado hacer”, dijo Rodrigo. Pero no fueron los periodistas los que le dieron la espalda –es grupo de culto–, sino el público. La gran razón: no haber dado ni una actuación en directo en sus años dorados."
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43Devil Came to Me43.Dover
42Es largo el camino42.Lone Star

"Ellos fueron los pioneros del rhythm & blues progresivo en España. Por Darío Manrique y Lino Portela.

El catalán Pere Gené viajó de jovencito a Inglaterra y a su vuelta, en lugar de ser el pianista clásico que su padre quería, montó Lone Star, el grupo pionero de rhythm & blues progresivo en España. Su lucha fue la castellanización de lo que luego se llamó el rock duro. Formados en 1960, no consiguieron su primer éxito hasta 1968 con la influyente Mi calle (1968), que ha sido referencia para grupos como Radio Futura, Kiko Veneno o Barón Rojo. “Esa calle existe”, ha contado Gené en alguna ocasión. “Es la calle Trovador, de Barcelona. La misma que al salir de clase del Liceo veía todos los días llena de prostitutas y gente de mal vivir”."
"Ellos fueron los pioneros del rhythm & blues progresivo en España. Por Darío Manrique y Lino Portela.

El catalán Pere Gené viajó de jovencito a Inglaterra y a su vuelta, en lugar de ser el pianista clásico que su padre quería, montó Lone Star, el grupo pionero de rhythm & blues progresivo en España. Su lucha fue la castellanización de lo que luego se llamó el rock duro. Formados en 1960, no consiguieron su primer éxito hasta 1968 con la influyente Mi calle (1968), que ha sido referencia para grupos como Radio Futura, Kiko Veneno o Barón Rojo. “Esa calle existe”, ha contado Gené en alguna ocasión. “Es la calle Trovador, de Barcelona. La misma que al salir de clase del Liceo veía todos los días llena de prostitutas y gente de mal vivir”."
41Las canciones malditas41.Kaka de Luxe

"El grupo podría haberse llamado Shit de Luxe. Por Darío Manrique o Lino Portela.

El 20 de noviembre de 1977, Fernando Márquez El Zurdo (Paraíso, La Mode), Enrique Sierra (luego Radio Futura), Manolo Campoamor y el trío Carlos Berlanga, Alaska (que no tenía más de 15 años) y Nacho Canut, que luego formaron Pegamoides y Dinarama, deciden llamar a su grupo Kaka de Luxe (desecharon Shit de Luxe). Cinco días después dieron su primera actuación. Fue el primer experimento punk del efervescente Madrid. Sonaban fatal, pero tenían toda la actitud. Grabaron un EP y se publicó su primer disco, Las canciones malditas (1983), cuando ya se habían separado. Sin ellos todo habría sido diferente. Para mal, claro."
"El grupo podría haberse llamado Shit de Luxe. Por Darío Manrique o Lino Portela.

El 20 de noviembre de 1977, Fernando Márquez El Zurdo (Paraíso, La Mode), Enrique Sierra (luego Radio Futura), Manolo Campoamor y el trío Carlos Berlanga, Alaska (que no tenía más de 15 años) y Nacho Canut, que luego formaron Pegamoides y Dinarama, deciden llamar a su grupo Kaka de Luxe (desecharon Shit de Luxe). Cinco días después dieron su primera actuación. Fue el primer experimento punk del efervescente Madrid. Sonaban fatal, pero tenían toda la actitud. Grabaron un EP y se publicó su primer disco, Las canciones malditas (1983), cuando ya se habían separado. Sin ellos todo habría sido diferente. Para mal, claro."
40Omega40.Lagartija Nick

"Los granadinos han sabido explotar desde punk, hasta el metal más industrial. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Pasarán a la historia por su imprescindible aportación a uno de los grandes discos del rock español, Omega, donde Enrique Morente se dejó el alma con las letras de García Lorca y Leonard Cohen sobre los guitarrazos de Antonio Arias. Pero hay mucho más: la banda granadina ha pasado a lo largo de los años por el punk de su debut Hipnosis (1991) o el metal industrial de Val Del Omar (1997), y siguen publicando valiosos álbumes. “Somos un grupo retroprogresivo”, se autodefine Arias. “Ahondamos en buscar puntos de encuentro entre pasado y futuro y en tener un lenguaje visionario, casi como el de Julio Verne”. Olé."
"Los granadinos han sabido explotar desde punk, hasta el metal más industrial. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Pasarán a la historia por su imprescindible aportación a uno de los grandes discos del rock español, Omega, donde Enrique Morente se dejó el alma con las letras de García Lorca y Leonard Cohen sobre los guitarrazos de Antonio Arias. Pero hay mucho más: la banda granadina ha pasado a lo largo de los años por el punk de su debut Hipnosis (1991) o el metal industrial de Val Del Omar (1997), y siguen publicando valiosos álbumes. “Somos un grupo retroprogresivo”, se autodefine Arias. “Ahondamos en buscar puntos de encuentro entre pasado y futuro y en tener un lenguaje visionario, casi como el de Julio Verne”. Olé."
39Ilegales39.Ilegales

"La banda, reconvertida ahora en Jorge Ilegal y los Magníficos, fue de las más provocadoras y descerebradas del rock español. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Que Jorge Ilegal no anda muy bien de la azotea no es novedad, pero –atención– este asturiano de mirada amenazadora y calva inquietante tiene mucho talento. Fue niño prodigio y en 1981 montó en Asturias una de las bandas más provocadoras y descerebradas el rock español. Todo el mundo alucinaba, pero les tenían miedo. Ya en su primer disco, homónimo, encontramos clásicos como ¡Heil, Hitler! u Hola mamoncete. Y así hasta 2011 cuando Jorge se reinventa como Jorge Ilegal y los Magníficos, cantando boleros, guarachas o cha-cha-chá, sin perder un ápice de peligrosidad. Como debe ser."
"La banda, reconvertida ahora en Jorge Ilegal y los Magníficos, fue de las más provocadoras y descerebradas del rock español. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Que Jorge Ilegal no anda muy bien de la azotea no es novedad, pero –atención– este asturiano de mirada amenazadora y calva inquietante tiene mucho talento. Fue niño prodigio y en 1981 montó en Asturias una de las bandas más provocadoras y descerebradas el rock español. Todo el mundo alucinaba, pero les tenían miedo. Ya en su primer disco, homónimo, encontramos clásicos como ¡Heil, Hitler! u Hola mamoncete. Y así hasta 2011 cuando Jorge se reinventa como Jorge Ilegal y los Magníficos, cantando boleros, guarachas o cha-cha-chá, sin perder un ápice de peligrosidad. Como debe ser."
38Blues de la frontera38.Pata Negra

"Raimundo y Rafael Amador formaron este grupo de las cenizas de Veneno. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Recorrían las calles de Sevilla pasando el platillo y se convirtieron en leyendas. Nunca ha estado clara la razón de la enemistad entre los dos hermanos, Raimundo y Rafael Amador, que formaron Pata Negra de las cenizas de Veneno. Pero lo impepinable es que dejaron varios himnos de esa mezcla, entonces revolucionaria, entre el blues y el flamenco; Bluesería, lo llamaban ellos. En 1978 graban su primer disco como Pata Negra, que no se publicaría hasta 1985. Pero su obra cumbre fue Blues de la frontera, de 1987. Fueron los primeros en tocar la guitarra española con púas y hacer flamenco con la eléctrica. “Todo lo que teníamos que hacer ya lo hicimos”, ha sentenciado Raimundo."
"Raimundo y Rafael Amador formaron este grupo de las cenizas de Veneno. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Recorrían las calles de Sevilla pasando el platillo y se convirtieron en leyendas. Nunca ha estado clara la razón de la enemistad entre los dos hermanos, Raimundo y Rafael Amador, que formaron Pata Negra de las cenizas de Veneno. Pero lo impepinable es que dejaron varios himnos de esa mezcla, entonces revolucionaria, entre el blues y el flamenco; Bluesería, lo llamaban ellos. En 1978 graban su primer disco como Pata Negra, que no se publicaría hasta 1985. Pero su obra cumbre fue Blues de la frontera, de 1987. Fueron los primeros en tocar la guitarra española con púas y hacer flamenco con la eléctrica. “Todo lo que teníamos que hacer ya lo hicimos”, ha sentenciado Raimundo."
37El eterno femenino37.La Mode

"Kaka de Luxe, Paraíso... el último proyecto musical de Fernando Márquez fue éste. Junto a Antonio Zancajo y Mario Gil. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Fernando Márquez, ‘El zurdo’, quemaba grupos a gran velocidad. Primero Kaka de Luxe y para 1981 ya había disuelto Paraíso, autores de la indispensable Para ti. La Mode, junto a Antonio Zancajo y Mario Gil, fue su continuación natural: “Hicimos una actuación póstuma de Paraíso para pagar deudas de equipo. Resultó que los cuatro sonábamos mejor que cuando éramos ciento y la madre”, ha contado El Zurdo. Alcanzaron su cima en el sofisticado y moderno El eterno femenino (1982), que incluía la arrebatadora Aquella canción de Roxy. En 1984 El Zurdo deja el grupo por razones de salud y comienza a escribir en el ABC. La Mode aún publicarían dos discos más sin él."
"Kaka de Luxe, Paraíso... el último proyecto musical de Fernando Márquez fue éste. Junto a Antonio Zancajo y Mario Gil. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Fernando Márquez, ‘El zurdo’, quemaba grupos a gran velocidad. Primero Kaka de Luxe y para 1981 ya había disuelto Paraíso, autores de la indispensable Para ti. La Mode, junto a Antonio Zancajo y Mario Gil, fue su continuación natural: “Hicimos una actuación póstuma de Paraíso para pagar deudas de equipo. Resultó que los cuatro sonábamos mejor que cuando éramos ciento y la madre”, ha contado El Zurdo. Alcanzaron su cima en el sofisticado y moderno El eterno femenino (1982), que incluía la arrebatadora Aquella canción de Roxy. En 1984 El Zurdo deja el grupo por razones de salud y comienza a escribir en el ABC. La Mode aún publicarían dos discos más sin él."
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36Kortatu36.Kortatu

"Los hermanos Fermín e Íñigo Muguruza y Treku Armendáriz estuvieron fuertemente influidos por los Clash. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Inspirados por The Clash y con clara vocación abertzale, los hermanos Fermín e Íñigo Muguruza y Treku Armendáriz formaron Kortatu en 1984. “Antes de los Clash había escuchado a The Beat en un festival antinuclear, pero The Clash me convirtió. Me metí en un camión que iba hasta Londres y me compré la Telecaster”, ha contado Fermín Muguruza, que cantó en el debut homónimo de 1985 temas inapelables como Sarri,sarri, Nicaragua sandinista o Desmond Tutu, enmarcados en un sonido potente entre el ska y el punk. Kortatu tuvieron una corta vida: en 1988 los Muguruza deciden dar carpetazo para componer exclusivamente en euskera y explorar el hip-hop como Negu Gorriak."
"Los hermanos Fermín e Íñigo Muguruza y Treku Armendáriz estuvieron fuertemente influidos por los Clash. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Inspirados por The Clash y con clara vocación abertzale, los hermanos Fermín e Íñigo Muguruza y Treku Armendáriz formaron Kortatu en 1984. “Antes de los Clash había escuchado a The Beat en un festival antinuclear, pero The Clash me convirtió. Me metí en un camión que iba hasta Londres y me compré la Telecaster”, ha contado Fermín Muguruza, que cantó en el debut homónimo de 1985 temas inapelables como Sarri,sarri, Nicaragua sandinista o Desmond Tutu, enmarcados en un sonido potente entre el ska y el punk. Kortatu tuvieron una corta vida: en 1988 los Muguruza deciden dar carpetazo para componer exclusivamente en euskera y explorar el hip-hop como Negu Gorriak."
35Branquias bajo el agua35.Derribos Arias

"Letras absurdas y evocadoras bajo el planteamiento del after-punk y la electrónica. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Creados entre San Sebastián y madrid en 1981, Branquias bajo el agua o Flúor impactaron por su revolucionario planteamiento: after-punk y electrónica, letras absurdas y evocadoras de un universo con un solo habitante: el inclasificable Poch. En la guía, en el listín, su único elepé, es irregular, pero debía serlo viniendo de un grupo tan poco convencional. “Nuestra virtud fue mezclar sin autocensuras ni prejuicios todo tipo de estilos aparentemente incompatibles”, dijo Alejo Alberdi, teclista. Tras el maxi Disco pocho (1984) Poch sigue en solitario. Su enfermedad degenerativa (Huntington) no le permitiría tener una carrera posterior. Murió en 1998, a los 32 años."
"Letras absurdas y evocadoras bajo el planteamiento del after-punk y la electrónica. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Creados entre San Sebastián y madrid en 1981, Branquias bajo el agua o Flúor impactaron por su revolucionario planteamiento: after-punk y electrónica, letras absurdas y evocadoras de un universo con un solo habitante: el inclasificable Poch. En la guía, en el listín, su único elepé, es irregular, pero debía serlo viniendo de un grupo tan poco convencional. “Nuestra virtud fue mezclar sin autocensuras ni prejuicios todo tipo de estilos aparentemente incompatibles”, dijo Alejo Alberdi, teclista. Tras el maxi Disco pocho (1984) Poch sigue en solitario. Su enfermedad degenerativa (Huntington) no le permitiría tener una carrera posterior. Murió en 1998, a los 32 años."
34Lo mejor de Los Salvajes34.Los Salvajes
33Alas sobre el Mundo33.Aviador Dro

"Grupo pionero del tecno pop español. Por Darío Manrique y Lino Portela.

En 1979, Biovac N y Sincrotrón (o sea, Servando Carballar y Arturo Lanz) ponen un anuncio buscando a gente que le guste Devo, Kraftwerk, Ultravox o Neu. Nacen Aviador Dro y sus Obreros Especializados, grupo pionero en el tecno pop español que a día de hoy sigue activo bajo el lema “Vive futurista”. Entre sus logros, Selector de frecuencias o el provocador himno pro-atómico Nuclear, sí, cuya interpretación en directo llegó a desembocar en lluvia de botellas sobre el grupo, “el primero del mundo”, según Carballar (fundador además de DRO, sello independiente fundamental en el rock español de los 80), “que definió un estilo musical como tecno pop”."
"Grupo pionero del tecno pop español. Por Darío Manrique y Lino Portela.

En 1979, Biovac N y Sincrotrón (o sea, Servando Carballar y Arturo Lanz) ponen un anuncio buscando a gente que le guste Devo, Kraftwerk, Ultravox o Neu. Nacen Aviador Dro y sus Obreros Especializados, grupo pionero en el tecno pop español que a día de hoy sigue activo bajo el lema “Vive futurista”. Entre sus logros, Selector de frecuencias o el provocador himno pro-atómico Nuclear, sí, cuya interpretación en directo llegó a desembocar en lluvia de botellas sobre el grupo, “el primero del mundo”, según Carballar (fundador además de DRO, sello independiente fundamental en el rock español de los 80), “que definió un estilo musical como tecno pop”."
32¿Cuándo se come aquí?32.Siniestro Total

"El punk en nuestro país no sería lo mismo sin ellos. Por Darío Manrique y Lino Portela.

La noche del 20 de agosto de 1981 dos vigueses, Julián Hernández y Miguel Costas, destrozan su coche contra una roca. ¿Señal divina? Tal vez no, pero con el diagnóstico del seguro por nombre formarán el grupo más exitoso del punk español. Todavía siguen en activo, más blues-rockeros, bajo el liderato de Hernández, tras la marcha de Costas y el fugaz paso de Germán Coppini. Canciones como Bailaré sobre tu tumba, ¿Qué tal, homosexual? o el alegato antitaurino Alégrame el día, son algunos de sus muchos clásicos de rock gamberro y enjundioso."
"El punk en nuestro país no sería lo mismo sin ellos. Por Darío Manrique y Lino Portela.

La noche del 20 de agosto de 1981 dos vigueses, Julián Hernández y Miguel Costas, destrozan su coche contra una roca. ¿Señal divina? Tal vez no, pero con el diagnóstico del seguro por nombre formarán el grupo más exitoso del punk español. Todavía siguen en activo, más blues-rockeros, bajo el liderato de Hernández, tras la marcha de Costas y el fugaz paso de Germán Coppini. Canciones como Bailaré sobre tu tumba, ¿Qué tal, homosexual? o el alegato antitaurino Alégrame el día, son algunos de sus muchos clásicos de rock gamberro y enjundioso."
311999 (o cómo generar incendios de nieve con una lupa enfocando a la luna)31.Love of Lesbian

"Los catalanes abandonaron el inglés y triunfaron con el castellano. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Tras tres discos en inglés, los barceloneses cambiaron en Maniobras de escapismo (2005) al español y descubrieron una nueva conexión con sus fans, gracias a las letras de Santi Balmes, capaz de bascular con facilidad entre la profundidad emocional y el humor. Canciones como Domingo astromántico o Universos infinitos se convirtieron en pequeños himnos para una audiencia cada vez más grande, que tuvo su estirón definitivo con 1999 (2009), un álbum conceptual sobre aquel amor fallido que te cambia la vida, con el que dieron casi 200 conciertos."
"Los catalanes abandonaron el inglés y triunfaron con el castellano. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Tras tres discos en inglés, los barceloneses cambiaron en Maniobras de escapismo (2005) al español y descubrieron una nueva conexión con sus fans, gracias a las letras de Santi Balmes, capaz de bascular con facilidad entre la profundidad emocional y el humor. Canciones como Domingo astromántico o Universos infinitos se convirtieron en pequeños himnos para una audiencia cada vez más grande, que tuvo su estirón definitivo con 1999 (2009), un álbum conceptual sobre aquel amor fallido que te cambia la vida, con el que dieron casi 200 conciertos."
30Golpes Bajos30.Golpes Bajos

"Sólo duraron dos años (un EP, un álbum y un mini-LP). Pero marcaron el pop español gracias a un sonido único. Por Darío Manrique y Lino Portela.

La clave de su legado está cimentado en el talento como multiinstrumentista de Teo Cardalda y en la personal voz de Germán Coppini, autor también de letras que reflejaban alienación, miedo y soledad. Curiosamente, Coppini, nacido en Santander en 1961, compaginó los primeros tiempos de Golpes Bajos con su labor como vocalista en los muy punk Siniestro Total. “Yo viví el punk con euforia y con ganas, pero discrepaba un poco de la línea iconoclasta del primer disco de Siniestro. Mi salida obedece a que no me gustaban las canciones y que no quería convertirme en un empleado”.
Para entonces, Coppini ya había reconectado con Cardalda, un antiguo compañero de instituto que tenía gustos musicales poco habituales y una gran facilidad para la música: “Él tenía en casa un chamizo como local de ensayo y por allí pasaban todos los músicos de prestigio de Galicia”, recuerda Coppini: “Además teníamos gustos chocantes para la edad y la época. Nos gustaba el punk y lo siniestro, pero también música negra o latina, Motown o Fania”.
El padre de Cardalda decidió, por su cuenta y riesgo, enviar la maqueta que había grabado el grupo –ya con Pablo Novoa y Luis García en sus filas– a un concurso, que ganaron. Tras ello ficharon por Nuevos Medios, el sello gourmet por excelencia, que les grabó un EP en el que se incluyeron tres de los temas de la maqueta, entre ellos No mires a los ojos de la gente y Malos tiempos para la lírica. Aquel EP sorprendió tanto por la madurez de las letras como por la teatral voz de Coppini, efecto indeseado de una gripe: “Se grabó en un fin de semana que yo tenía gripe y me tuve que volver a Galicia. Cuando se habla de la enigmática voz de Coppini en ese EP, es que yo estaba acatarrado. Pero Mario Pacheco [capo de Nuevos Medios] hizo gala de su saber hacer y la mantuvo”.
El álbum, A Santa Compaña, llegó en 1984, añadiendo al cóctel imaginería gallega: “Y cuando vamos camino de darle una entidad clara, el grupo decide separarse”, cuenta Coppini: “Yo se lo echo en cara a terceros. Alguien vio en algunos miembros del grupo gente válida para hacer labores de producción y artísticas y fueron captándolos”.
Desde entonces, y aunque en 1998 hubo una infructuosa gira de reunión con Cardalda de la que salió un disco en directo, el santanderino considera a Golpes Bajos un grupo “inacabado. El potencial que teníamos era muy grande”."
"Sólo duraron dos años (un EP, un álbum y un mini-LP). Pero marcaron el pop español gracias a un sonido único. Por Darío Manrique y Lino Portela.

La clave de su legado está cimentado en el talento como multiinstrumentista de Teo Cardalda y en la personal voz de Germán Coppini, autor también de letras que reflejaban alienación, miedo y soledad. Curiosamente, Coppini, nacido en Santander en 1961, compaginó los primeros tiempos de Golpes Bajos con su labor como vocalista en los muy punk Siniestro Total. “Yo viví el punk con euforia y con ganas, pero discrepaba un poco de la línea iconoclasta del primer disco de Siniestro. Mi salida obedece a que no me gustaban las canciones y que no quería convertirme en un empleado”.
Para entonces, Coppini ya había reconectado con Cardalda, un antiguo compañero de instituto que tenía gustos musicales poco habituales y una gran facilidad para la música: “Él tenía en casa un chamizo como local de ensayo y por allí pasaban todos los músicos de prestigio de Galicia”, recuerda Coppini: “Además teníamos gustos chocantes para la edad y la época. Nos gustaba el punk y lo siniestro, pero también música negra o latina, Motown o Fania”.
El padre de Cardalda decidió, por su cuenta y riesgo, enviar la maqueta que había grabado el grupo –ya con Pablo Novoa y Luis García en sus filas– a un concurso, que ganaron. Tras ello ficharon por Nuevos Medios, el sello gourmet por excelencia, que les grabó un EP en el que se incluyeron tres de los temas de la maqueta, entre ellos No mires a los ojos de la gente y Malos tiempos para la lírica. Aquel EP sorprendió tanto por la madurez de las letras como por la teatral voz de Coppini, efecto indeseado de una gripe: “Se grabó en un fin de semana que yo tenía gripe y me tuve que volver a Galicia. Cuando se habla de la enigmática voz de Coppini en ese EP, es que yo estaba acatarrado. Pero Mario Pacheco [capo de Nuevos Medios] hizo gala de su saber hacer y la mantuvo”.
El álbum, A Santa Compaña, llegó en 1984, añadiendo al cóctel imaginería gallega: “Y cuando vamos camino de darle una entidad clara, el grupo decide separarse”, cuenta Coppini: “Yo se lo echo en cara a terceros. Alguien vio en algunos miembros del grupo gente válida para hacer labores de producción y artísticas y fueron captándolos”.
Desde entonces, y aunque en 1998 hubo una infructuosa gira de reunión con Cardalda de la que salió un disco en directo, el santanderino considera a Golpes Bajos un grupo “inacabado. El potencial que teníamos era muy grande”."
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29Ultrasónica29.Piratas

"El grupo de Vigo liderado por Iván Ferreiro fue considerado como la tercera vía: ni indies ni con todo el éxito comercial que merecían. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Se les llamó La Tercera Vía: ni indies ni con todo el éxito comercial que merecían. A medio camino entre dos mundos, algo que ahora nos permite valorar mejor el riesgo de no decantarse por ningún bando. Su debut en el año 1992 con un disco homónimo los puso en el mapa, pero no fue hasta el arriesgado Relax cuando tocaron techo de ventas y popularidad en 2003.
Entre medias, este grupo de Vigo liderado por Iván Ferreiro y Fon Román, dejó decenas de canciones excelsas (El equilibrio es imposible, Años 80, Promesas que no valen nada) en cinco discos de estudio, tres recopilatorios, cuatro discos de rarezas y dos directos, incluido Fin de la segunda parte, grabado con la colaboración de Enrique Bunbury, Amaral y El Drogas, trabajo con el que el grupo se separó en 2004. “No pasó nada en concreto”, explicó Ferreiro sobre la separación. “Simplemente estábamos saturados y lo mejor era concluir el asunto antes de que empezáramos a llevarnos mal”. La lírica cruda y romántica de sus letras aún pervive en los discos en solitario de Ferreiro."
"El grupo de Vigo liderado por Iván Ferreiro fue considerado como la tercera vía: ni indies ni con todo el éxito comercial que merecían. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Se les llamó La Tercera Vía: ni indies ni con todo el éxito comercial que merecían. A medio camino entre dos mundos, algo que ahora nos permite valorar mejor el riesgo de no decantarse por ningún bando. Su debut en el año 1992 con un disco homónimo los puso en el mapa, pero no fue hasta el arriesgado Relax cuando tocaron techo de ventas y popularidad en 2003.
Entre medias, este grupo de Vigo liderado por Iván Ferreiro y Fon Román, dejó decenas de canciones excelsas (El equilibrio es imposible, Años 80, Promesas que no valen nada) en cinco discos de estudio, tres recopilatorios, cuatro discos de rarezas y dos directos, incluido Fin de la segunda parte, grabado con la colaboración de Enrique Bunbury, Amaral y El Drogas, trabajo con el que el grupo se separó en 2004. “No pasó nada en concreto”, explicó Ferreiro sobre la separación. “Simplemente estábamos saturados y lo mejor era concluir el asunto antes de que empezáramos a llevarnos mal”. La lírica cruda y romántica de sus letras aún pervive en los discos en solitario de Ferreiro."
28Prepárate28.Obús

"Dieron brillo al rock duro español de principios de los 80... gracias, entre otras cosas, a Tino Casal. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Fructuoso Sánchez, alias Fortu, de intacta melena rizada, recuerda la primera conversación que tuvo con el guitarrista Francisco Laguna. “Hablamos de chicas y de música”, dice. Los dos se ríen, como si hubieran vuelto 30 años atrás. “Todo ocurrió muy rápido”, dicen. En 1981, junto a Juan Luis Serrano (bajista) y Fernando Sánchez (batería), formaron Obús, ganaron el Villa de Madrid y seis meses después grabaron Prepárate, que incluía la canción emblema de la banda Va a estallar el obús. Hicieron 140 conciertos y llegaron al número uno de las listas. El grupo nació en el barrio de Entrevías, de Madrid, y, junto a Barón Rojo, fueron el estandarte del rock duro español. Los piques con ellos, sus eternos rivales, los dejaremos para el final.
El principio tiene nombre propio: Tino Casal. “Vino una tarde al local de ensayo. Alucinábamos con sus pintas: hombreras, ojos pintados, cadenas y un corazón en el paquete”. Aunque alejado del rock duro, Tino Casal se involucró tanto en el proyecto de Obús, que lo hizo suyo. “Aprendimos mucho”, recuerda Fortu. Con él grabaron su debut, y sus dos siguientes discos Poderoso como el trueno (1982) y El que más (1984), la consagración absoluta del grupo. Hasta 1987 fueron años de éxito. Llenaron el Pabellón del Real Madrid y de ahí salió un contundente disco en directo. Tras la desaparición de su discográfica , el grupo vive momentos de altibajos y se separa. Fortu prueba aventuras con otros grupos, abre un restaurante… años duros.
En 2010 Obús renace. Tras once discos, celebran sus 30 años en la música y graban Cállate. En 2012 siguen dando conciertos y la tensiones con Barón Rojo continúan: “Voy a evitar por todos los medios coincidir en un escenario con Barón Rojo”, precisa Fortu. “No me apetece trabajar con tensión y mal rollo”."
"Dieron brillo al rock duro español de principios de los 80... gracias, entre otras cosas, a Tino Casal. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Fructuoso Sánchez, alias Fortu, de intacta melena rizada, recuerda la primera conversación que tuvo con el guitarrista Francisco Laguna. “Hablamos de chicas y de música”, dice. Los dos se ríen, como si hubieran vuelto 30 años atrás. “Todo ocurrió muy rápido”, dicen. En 1981, junto a Juan Luis Serrano (bajista) y Fernando Sánchez (batería), formaron Obús, ganaron el Villa de Madrid y seis meses después grabaron Prepárate, que incluía la canción emblema de la banda Va a estallar el obús. Hicieron 140 conciertos y llegaron al número uno de las listas. El grupo nació en el barrio de Entrevías, de Madrid, y, junto a Barón Rojo, fueron el estandarte del rock duro español. Los piques con ellos, sus eternos rivales, los dejaremos para el final.
El principio tiene nombre propio: Tino Casal. “Vino una tarde al local de ensayo. Alucinábamos con sus pintas: hombreras, ojos pintados, cadenas y un corazón en el paquete”. Aunque alejado del rock duro, Tino Casal se involucró tanto en el proyecto de Obús, que lo hizo suyo. “Aprendimos mucho”, recuerda Fortu. Con él grabaron su debut, y sus dos siguientes discos Poderoso como el trueno (1982) y El que más (1984), la consagración absoluta del grupo. Hasta 1987 fueron años de éxito. Llenaron el Pabellón del Real Madrid y de ahí salió un contundente disco en directo. Tras la desaparición de su discográfica , el grupo vive momentos de altibajos y se separa. Fortu prueba aventuras con otros grupos, abre un restaurante… años duros.
En 2010 Obús renace. Tras once discos, celebran sus 30 años en la música y graban Cállate. En 2012 siguen dando conciertos y la tensiones con Barón Rojo continúan: “Voy a evitar por todos los medios coincidir en un escenario con Barón Rojo”, precisa Fortu. “No me apetece trabajar con tensión y mal rollo”."
27Los Secretos27.Los Secretos

"La belleza de sus canciones contrasta con la mala suerte que ha sufrido siempre el grupo que inauguró la Movida. Por Darío Manrique y Lino Portela.

En aquellos locales de ensayo en el barrio de Prosperidad, de Madrid, todos utilizaban la batería de Canito antes de que falleciera en accidente de tráfico la Nochevieja de 1979: Zombies, Kaka de Luxe, Mermelada… “Encontrábamos parches rotos o a Poch, de Derribos Arias, durmiendo en un colchón junto a ella”, recuerda Álvaro Urquijo (Madrid, 1962), hoy único miembro original de aquel grupo que, tras la tragedia, cambió el nombre de Tos por el de Los Secretos. En aquel mítico concierto de homenaje al batería celebrado en la Escuela de Caminos y que se considera arranque de la Movida, estaban muchos los que le lavaron la cara al rock español tras el franquismo. “Nadie tenía sensación de estar haciendo historia”, explica Urquijo. “Sólo me acuerdo de que fue todo muy arcaico, improvisado y amateur. Y que aquella noche yo llegué pronto a casa; tenía 17 años y no me dejaban salir hasta tarde”.
Aquel adolescente tiene ahora 50 años, posa para Rolling Stone junto a Ramón Arroyo (que entra en el 86) y Jesús Redondo (en el 89) y no se muerde la lengua: “Sólo hemos tratado de hacer música con dignidad, calidad y respetabilidad. Nada de lo que hemos hecho nos ha avergonzado. Y eso no lo pueden decir muchos. Seguimos siendo baratos, sencillos y muy apañaos”.
Con casi 15 discos publicados eran un poco los bichos raros de la Movida: de las primeras influencias de la new wave que llegaba del Reino Unido evolucionaron a las melodías vocales y los sonidos a lo Gram Parsons, lo que les granjeó falsa fama de ñoños. La historia les ha puesto en su sitio.
Aunque también han recibido zarpazos de mala suerte. A la muerte de Canito le siguió la de Pedro Antonio Díaz, siguiente batería, en 1984, también en accidente de tráfico. Y finalmente el fallecimiento del genio y responsable de la mayoría de las letras, Enrique Urquijo. “Él tenía una tendencia a deprimirse. Una enfermedad con apellidos médicos”, explica Álvaro. “La gente que le queríamos preferíamos que ahogase sus penas en alguna sustancia ilegal antes de que hiciera alguna barbaridad. Su gran fallo fue elegir los momentos menos apropiados para hundirse”. Enrique, que en aquella época estaba componiendo temas nuevos, fue hallado muerto en un portal de Malasaña en noviembre de 1999, tras abandonar esa noche una clínica de desintoxicación.
Tras su muerte, Álvaro deja la música para dedicarse a arreglar la desastrosa situación económica que había dejado Enrique. Hasta que decide hacer un disco, A tu lado: un homenaje a Enrique Urquijo con la colaboración de muchos músicos. Hubo también una gira. “Volvimos a la carretera y al ver la respuesta del público, se nos quitó la duda y el miedo a seguir que entonces teníamos”. Y en ello están: el grupo publicó en 2011 En este mundo raro. “Nos han ocurrido muchas desgracias”, concluye Álvaro. “Pero aquí seguimos”."
"La belleza de sus canciones contrasta con la mala suerte que ha sufrido siempre el grupo que inauguró la Movida. Por Darío Manrique y Lino Portela.

En aquellos locales de ensayo en el barrio de Prosperidad, de Madrid, todos utilizaban la batería de Canito antes de que falleciera en accidente de tráfico la Nochevieja de 1979: Zombies, Kaka de Luxe, Mermelada… “Encontrábamos parches rotos o a Poch, de Derribos Arias, durmiendo en un colchón junto a ella”, recuerda Álvaro Urquijo (Madrid, 1962), hoy único miembro original de aquel grupo que, tras la tragedia, cambió el nombre de Tos por el de Los Secretos. En aquel mítico concierto de homenaje al batería celebrado en la Escuela de Caminos y que se considera arranque de la Movida, estaban muchos los que le lavaron la cara al rock español tras el franquismo. “Nadie tenía sensación de estar haciendo historia”, explica Urquijo. “Sólo me acuerdo de que fue todo muy arcaico, improvisado y amateur. Y que aquella noche yo llegué pronto a casa; tenía 17 años y no me dejaban salir hasta tarde”.
Aquel adolescente tiene ahora 50 años, posa para Rolling Stone junto a Ramón Arroyo (que entra en el 86) y Jesús Redondo (en el 89) y no se muerde la lengua: “Sólo hemos tratado de hacer música con dignidad, calidad y respetabilidad. Nada de lo que hemos hecho nos ha avergonzado. Y eso no lo pueden decir muchos. Seguimos siendo baratos, sencillos y muy apañaos”.
Con casi 15 discos publicados eran un poco los bichos raros de la Movida: de las primeras influencias de la new wave que llegaba del Reino Unido evolucionaron a las melodías vocales y los sonidos a lo Gram Parsons, lo que les granjeó falsa fama de ñoños. La historia les ha puesto en su sitio.
Aunque también han recibido zarpazos de mala suerte. A la muerte de Canito le siguió la de Pedro Antonio Díaz, siguiente batería, en 1984, también en accidente de tráfico. Y finalmente el fallecimiento del genio y responsable de la mayoría de las letras, Enrique Urquijo. “Él tenía una tendencia a deprimirse. Una enfermedad con apellidos médicos”, explica Álvaro. “La gente que le queríamos preferíamos que ahogase sus penas en alguna sustancia ilegal antes de que hiciera alguna barbaridad. Su gran fallo fue elegir los momentos menos apropiados para hundirse”. Enrique, que en aquella época estaba componiendo temas nuevos, fue hallado muerto en un portal de Malasaña en noviembre de 1999, tras abandonar esa noche una clínica de desintoxicación.
Tras su muerte, Álvaro deja la música para dedicarse a arreglar la desastrosa situación económica que había dejado Enrique. Hasta que decide hacer un disco, A tu lado: un homenaje a Enrique Urquijo con la colaboración de muchos músicos. Hubo también una gira. “Volvimos a la carretera y al ver la respuesta del público, se nos quitó la duda y el miedo a seguir que entonces teníamos”. Y en ello están: el grupo publicó en 2011 En este mundo raro. “Nos han ocurrido muchas desgracias”, concluye Álvaro. “Pero aquí seguimos”."
26La vida mata26.Los Enemigos

"Desde el barrio de Malasaña (Madrid), certeros disparos de rock castizo que marcaron una época. Sin etiquetas. Por Darío Manrique y Lino Portela.

“¿Cómo puedes ponerle una etiqueta a un grupo que empieza tocando rock garajero y jotas, o sea, garajotas?”, se pregunta entre risas Chema Pérez (Caracas, Venezuela, 1966), batería de Los Enemigos. Lo explica Josele Santiago (Madrid, 1965), cantante: “En 1985 me metí de guitarrista en el grupo de Artemio [Pérez, batería fundador], que hacían versiones de los Sonics, y tenían un bolo teloneando a los Barracudas. Acabamos tocando jotas, a la mayoría del grupo les pareció fatal y se fueron, nos quedamos los que hicimos el payaso”. Después, Los Enemigos ganaron el concurso Villa de Madrid y, poco a poco, fue tomando forma la alineación clásica, con Pérez a la batería, Fino Oyonarte al bajo y Manolo Benítez a la guitarra.

Los Enemigos pusieron un punto de humor seco y fatalista al rock madrileño, concretamente del barrio de Malasaña, su hábitat natural. “Yo conocí a Josele al poco de llegar a Madrid”, cuenta Oyonarte (Almería, 1964), “en bares como el Agapo o La Vía Láctea. En Malasaña había muy buen ambiente musical: la gente compartía discos, formaba grupos, hablaba mucho de música. Hasta allí llegaba gente de toda España para ganarse la vida con la música”.

Aunque señalan que cuando empezaron no tenían “ningún grupo español como referencia”, casi todos reconocen su admiración por Leño, “un grupo del carajo”, en palabras de Josele. También coinciden en sus discos propios favoritos: la dupla Por la sombra/Hermana amnesia (1995) y Gas (1996), y La vida mata (1990), grabado en unos estudios con fantasma incluido. “A veces se abrían las puertas, se oían violines de madrugada… Decían que Nino Bravo había grabado allí”, explica Oyonarte: “No es que hubiera un fantasma, pero acojonaba: cuando ibas al baño a las 3 de la mañana por esos pasillos largos, unas carreritas sí que echábamos”.

El final de Los Enemigos llegó en 2002, como algo natural: “Estar 17 años trabajando con la misma gente día a día cansa. Es normal”, cuenta el bajista: “Fueron muchos años, muy intensos, y vivíamos al día, no nos iba que te cagas. Y si no hay una motivación que te haga salir adelante…”. Afortunadamente, ha habido una continuación con la gira de vuelta que aún continúa y que empezó el pasado mes de enero en Logroño. Un retorno que ha merecido la pena, por lo que cuenta Josele: “Las expectativas eran buenas, pero nos desbordó, había un ambiente enemigo tremendo”."
"Desde el barrio de Malasaña (Madrid), certeros disparos de rock castizo que marcaron una época. Sin etiquetas. Por Darío Manrique y Lino Portela.

“¿Cómo puedes ponerle una etiqueta a un grupo que empieza tocando rock garajero y jotas, o sea, garajotas?”, se pregunta entre risas Chema Pérez (Caracas, Venezuela, 1966), batería de Los Enemigos. Lo explica Josele Santiago (Madrid, 1965), cantante: “En 1985 me metí de guitarrista en el grupo de Artemio [Pérez, batería fundador], que hacían versiones de los Sonics, y tenían un bolo teloneando a los Barracudas. Acabamos tocando jotas, a la mayoría del grupo les pareció fatal y se fueron, nos quedamos los que hicimos el payaso”. Después, Los Enemigos ganaron el concurso Villa de Madrid y, poco a poco, fue tomando forma la alineación clásica, con Pérez a la batería, Fino Oyonarte al bajo y Manolo Benítez a la guitarra.

Los Enemigos pusieron un punto de humor seco y fatalista al rock madrileño, concretamente del barrio de Malasaña, su hábitat natural. “Yo conocí a Josele al poco de llegar a Madrid”, cuenta Oyonarte (Almería, 1964), “en bares como el Agapo o La Vía Láctea. En Malasaña había muy buen ambiente musical: la gente compartía discos, formaba grupos, hablaba mucho de música. Hasta allí llegaba gente de toda España para ganarse la vida con la música”.

Aunque señalan que cuando empezaron no tenían “ningún grupo español como referencia”, casi todos reconocen su admiración por Leño, “un grupo del carajo”, en palabras de Josele. También coinciden en sus discos propios favoritos: la dupla Por la sombra/Hermana amnesia (1995) y Gas (1996), y La vida mata (1990), grabado en unos estudios con fantasma incluido. “A veces se abrían las puertas, se oían violines de madrugada… Decían que Nino Bravo había grabado allí”, explica Oyonarte: “No es que hubiera un fantasma, pero acojonaba: cuando ibas al baño a las 3 de la mañana por esos pasillos largos, unas carreritas sí que echábamos”.

El final de Los Enemigos llegó en 2002, como algo natural: “Estar 17 años trabajando con la misma gente día a día cansa. Es normal”, cuenta el bajista: “Fueron muchos años, muy intensos, y vivíamos al día, no nos iba que te cagas. Y si no hay una motivación que te haga salir adelante…”. Afortunadamente, ha habido una continuación con la gira de vuelta que aún continúa y que empezó el pasado mes de enero en Logroño. Un retorno que ha merecido la pena, por lo que cuenta Josele: “Las expectativas eran buenas, pero nos desbordó, había un ambiente enemigo tremendo”."
25Usar y tirar25.M Clan

"Los murcianos son el buque insignia del blues rock español. Por Darío Manrique y Lino Portela.

El rock sureño de los Black Crowes era perfecto para la voz a lo Rod Stewart de Carlos Tarque (¿el mejor cantante de rock español?). Estaba todo bien, hasta que llegó Alejo Stivel y lo puso mejor. En 1999, tras dos álbumes más que buenos (Un buen momento, de 1995, y Coliseum, de 1997), el grupo murciano publicó Usar y tirar, producido por el exTequila, donde abrieron su sonido para que el mundo se diese cuenta de que aquí había talento. Tarque y Ricardo Ruipérez siguen remando en este buque insignia del blues rock español, sin perder el toque pop, en el mejor de los sentidos. La prueba es que este mes de noviembre publican su nuevo disco Arenas movedizas."
"Los murcianos son el buque insignia del blues rock español. Por Darío Manrique y Lino Portela.

El rock sureño de los Black Crowes era perfecto para la voz a lo Rod Stewart de Carlos Tarque (¿el mejor cantante de rock español?). Estaba todo bien, hasta que llegó Alejo Stivel y lo puso mejor. En 1999, tras dos álbumes más que buenos (Un buen momento, de 1995, y Coliseum, de 1997), el grupo murciano publicó Usar y tirar, producido por el exTequila, donde abrieron su sonido para que el mundo se diese cuenta de que aquí había talento. Tarque y Ricardo Ruipérez siguen remando en este buque insignia del blues rock español, sin perder el toque pop, en el mejor de los sentidos. La prueba es que este mes de noviembre publican su nuevo disco Arenas movedizas."
24El grito del tiempo24.Duncan Dhu

"Desde San Sebastián, un grupo de rockabilly “sin tupé”, que poco después tomó el camino del pop. Por Darío Manrique y Lino Portela.

“Éramos bichos raros en Donosti”, sentencia Diego Vasallo, y Mikel Erentxun concuerda: “Yo era fanático de Elvis y no conocía a nadie más que le gustara, hasta que llegó Diego”. Los adolescentes, junto al batería Juanra Viles, fundaron en 1984 Duncan Dhu, un grupo “de rockabilly sin tupé”, como dice Erentxun.

El trío fichó por Gasa, sello hermano de Dro, y aún recuerdan la primera visita a sus oficinas: “Mientras esperábamos llegó Jaime Urrutia y fue como si hubiera entrado Elvis”, rememora Erentxun. “Nos gustaban mucho Gabinete, sobre todo en los primeros discos tenían una imaginería y un concepto visual, musical e incluso teórico muy potente”. Inmediatamente, y sin apenas experiencia musical, grabaron un mini-LP, Por tierras escocesas: “Los dueños del estudio no podían disimularlo: no entendían cómo podíamos estar grabando un disco. Éramos muy malos”, cuenta Erentxun. Paradójicamente, con el tiempo ambos se quedan con ese disco, y con el siguiente (Canciones, 1986) como sus preferidos: “La esencia del sonido se consiguió al principio, en cuanto llegaron las grabadoras digitales todo empezó a sonar peor”, opina Vasallo.

Cosas de los 80, el segundo álbum, El grito del tiempo, el más vendedor de su carrera, no lo grabaron ellos, sino músicos de sesión: “Mikel cantó las canciones y yo casi no hice nada”, cuenta Vasallo: “Fue imposición de Paco Trinidad, el productor, apoyado por la compañía. Ahora no me explico cómo pasamos por eso, les tendríamos que haber mandado a tomar por culo”. Para entonces, ya eran un dúo: “Acabamos mal con Juanra en su momento, aunque hace años recuperamos la amistad”, dice Vasallo: “Nunca quiso ser músico profesional, para él era una diversión” [Como curiosidad, Viles es actualmente concejal del PNV en San Sebastián]. En 1989, Duncan Dhu se quitaron el sabor amargo de El grito de tiempo grabando Autobiografía, su doble blanco.

Desde entonces, los álbumes se fueron espaciando, ambos comenzaron carreras al margen del grupo y, en 2001, dijeron adiós con Crepúsculo. ¿Volver? “No creo, estamos muy metidos en nuestras historias”, señala Erentxun. “Ese proyecto está acabado, no tendría mucho sentido”, afirma Vasallo."
"Desde San Sebastián, un grupo de rockabilly “sin tupé”, que poco después tomó el camino del pop. Por Darío Manrique y Lino Portela.

“Éramos bichos raros en Donosti”, sentencia Diego Vasallo, y Mikel Erentxun concuerda: “Yo era fanático de Elvis y no conocía a nadie más que le gustara, hasta que llegó Diego”. Los adolescentes, junto al batería Juanra Viles, fundaron en 1984 Duncan Dhu, un grupo “de rockabilly sin tupé”, como dice Erentxun.

El trío fichó por Gasa, sello hermano de Dro, y aún recuerdan la primera visita a sus oficinas: “Mientras esperábamos llegó Jaime Urrutia y fue como si hubiera entrado Elvis”, rememora Erentxun. “Nos gustaban mucho Gabinete, sobre todo en los primeros discos tenían una imaginería y un concepto visual, musical e incluso teórico muy potente”. Inmediatamente, y sin apenas experiencia musical, grabaron un mini-LP, Por tierras escocesas: “Los dueños del estudio no podían disimularlo: no entendían cómo podíamos estar grabando un disco. Éramos muy malos”, cuenta Erentxun. Paradójicamente, con el tiempo ambos se quedan con ese disco, y con el siguiente (Canciones, 1986) como sus preferidos: “La esencia del sonido se consiguió al principio, en cuanto llegaron las grabadoras digitales todo empezó a sonar peor”, opina Vasallo.

Cosas de los 80, el segundo álbum, El grito del tiempo, el más vendedor de su carrera, no lo grabaron ellos, sino músicos de sesión: “Mikel cantó las canciones y yo casi no hice nada”, cuenta Vasallo: “Fue imposición de Paco Trinidad, el productor, apoyado por la compañía. Ahora no me explico cómo pasamos por eso, les tendríamos que haber mandado a tomar por culo”. Para entonces, ya eran un dúo: “Acabamos mal con Juanra en su momento, aunque hace años recuperamos la amistad”, dice Vasallo: “Nunca quiso ser músico profesional, para él era una diversión” [Como curiosidad, Viles es actualmente concejal del PNV en San Sebastián]. En 1989, Duncan Dhu se quitaron el sabor amargo de El grito de tiempo grabando Autobiografía, su doble blanco.

Desde entonces, los álbumes se fueron espaciando, ambos comenzaron carreras al margen del grupo y, en 2001, dijeron adiós con Crepúsculo. ¿Volver? “No creo, estamos muy metidos en nuestras historias”, señala Erentxun. “Ese proyecto está acabado, no tendría mucho sentido”, afirma Vasallo."
23Rock and Roll23.Tequila

"La banda hispano-argentina fue pionera del rock en castellano con himnos atemporales como Salta. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Eran jóvenes: le cantaban a las chicas, a estar sin blanca y sobre lo plastas que son los adultos. Para colmo llevaban pantalones de colores chillones. Dos argentinos (Alejo Stivel a las voces y Ariel Rot) y tres españoles (Julián Infante, Felipe Lipe y Manolo Iglesias) revolucionaron el rock español en el momento adecuado, bajo la influencia del blues y con una democracia por estrenar.

En 1978, con Franco casi olvidado, publican su primer disco titulado Matrícula de honor. En él se incluía la canción Rock and roll en la plaza del pueblo, que es esencia del grupo y, de paso, de toda una generación (y de algún otro despistado: Tequila es el grupo preferido del secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba). No inventaron nada nuevo pero supieron darle personalidad y fuerza a una propuesta.

Luego llegó el éxito y la vida al límite (“Cuando eres joven, el peligro es un adictivo importante, da acción”, declaró Alejo recientemente a El País), además de canciones como Salta, Quiero besarte o Dime que me quieres –esta última incluida en la lista de Rolling Stone con las mejores canciones del rock español.

Vivieron como sus estrellas favoritas, los Stones, (drogas, mujeres…) y acabaron en 1982 sin un duro (su última publicación fue Confidencial, en el año 1981), pero con un legado imponente.

En el año 2008, los supervivientes de la banda regresaron a los escenarios tras más de 25 años de inactividad, para alegría de nostálgicos y de todos los seguidores de las bandas y artistas que llevan el sello de Stivel (productor de un centenar de discos), quien trabajó en un disco clave del rock español, 19 días y 500 noches de Joaquín Sabina."
"La banda hispano-argentina fue pionera del rock en castellano con himnos atemporales como Salta. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Eran jóvenes: le cantaban a las chicas, a estar sin blanca y sobre lo plastas que son los adultos. Para colmo llevaban pantalones de colores chillones. Dos argentinos (Alejo Stivel a las voces y Ariel Rot) y tres españoles (Julián Infante, Felipe Lipe y Manolo Iglesias) revolucionaron el rock español en el momento adecuado, bajo la influencia del blues y con una democracia por estrenar.

En 1978, con Franco casi olvidado, publican su primer disco titulado Matrícula de honor. En él se incluía la canción Rock and roll en la plaza del pueblo, que es esencia del grupo y, de paso, de toda una generación (y de algún otro despistado: Tequila es el grupo preferido del secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba). No inventaron nada nuevo pero supieron darle personalidad y fuerza a una propuesta.

Luego llegó el éxito y la vida al límite (“Cuando eres joven, el peligro es un adictivo importante, da acción”, declaró Alejo recientemente a El País), además de canciones como Salta, Quiero besarte o Dime que me quieres –esta última incluida en la lista de Rolling Stone con las mejores canciones del rock español.

Vivieron como sus estrellas favoritas, los Stones, (drogas, mujeres…) y acabaron en 1982 sin un duro (su última publicación fue Confidencial, en el año 1981), pero con un legado imponente.

En el año 2008, los supervivientes de la banda regresaron a los escenarios tras más de 25 años de inactividad, para alegría de nostálgicos y de todos los seguidores de las bandas y artistas que llevan el sello de Stivel (productor de un centenar de discos), quien trabajó en un disco clave del rock español, 19 días y 500 noches de Joaquín Sabina."
22Un día en el mundo22.Vetusta Morla

"Desde la independencia absoluta, y real, un grupo de seis amigos de Tres Cantos consiguieron convertirse en un fenónemo de superventas indie. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Juntos iban al instituto y jugaban al fútbol, así que no es extraño que estos seis amigos de Tres Cantos (Madrid) acabaran formando un grupo en los albores del nuevo siglo, inspirados por Radiohead. Trabajaron paso a paso, y desde la independencia más absoluta, hasta que el autoeditado Un día en el mundo (2008) explotó gracias al boca a boca hasta convertirse en un superventas indie. “Renunciar a nuestra forma de hacer las cosas, a la libertad y el control que tenemos, nos resulta imposible”, dicen. Y les funciona. Una muestra: tras autoeditarse Mapas (2011) llenaron cinco veces (sí, cinco) La Riviera madrileña, ante unas 11.000 personas en total."
"Desde la independencia absoluta, y real, un grupo de seis amigos de Tres Cantos consiguieron convertirse en un fenónemo de superventas indie. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Juntos iban al instituto y jugaban al fútbol, así que no es extraño que estos seis amigos de Tres Cantos (Madrid) acabaran formando un grupo en los albores del nuevo siglo, inspirados por Radiohead. Trabajaron paso a paso, y desde la independencia más absoluta, hasta que el autoeditado Un día en el mundo (2008) explotó gracias al boca a boca hasta convertirse en un superventas indie. “Renunciar a nuestra forma de hacer las cosas, a la libertad y el control que tenemos, nos resulta imposible”, dicen. Y les funciona. Una muestra: tras autoeditarse Mapas (2011) llenaron cinco veces (sí, cinco) La Riviera madrileña, ante unas 11.000 personas en total."
21El patio21.Triana

"Fueron capaces de conectar con los de su generación a través de una fórmula a base de rock progresivo de carácter andaluz. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Pocos grupos supieron captar el espíritu de su tiempo como Triana, capaces de conectar con los anhelos de libertad de una generación a través de una intrépida combinación de rock progresivo y carácter absolutamente andaluz. Trío formado en Sevilla en 1974, El patio (1975), con lisérgicas y delicadas canciones como El lago, e Hijos del agobio (1977) fueron sus mejores álbumes, producidos por ese catalizador del rock andaluz que fue Gonzalo García Pelayo. Jesús de la Rosa, poderoso vocalista, falleció en accidente de coche en 1983, aunque para entonces la trayectoria de los sevillanos estaba en franco declive."
"Fueron capaces de conectar con los de su generación a través de una fórmula a base de rock progresivo de carácter andaluz. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Pocos grupos supieron captar el espíritu de su tiempo como Triana, capaces de conectar con los anhelos de libertad de una generación a través de una intrépida combinación de rock progresivo y carácter absolutamente andaluz. Trío formado en Sevilla en 1974, El patio (1975), con lisérgicas y delicadas canciones como El lago, e Hijos del agobio (1977) fueron sus mejores álbumes, producidos por ese catalizador del rock andaluz que fue Gonzalo García Pelayo. Jesús de la Rosa, poderoso vocalista, falleció en accidente de coche en 1983, aunque para entonces la trayectoria de los sevillanos estaba en franco declive."
20Resistiré / Dos corazones20.Dúo Dinámico

"Nacidos justo el año que comenzaba la Guerra Civil, se consideraron como la versión española de los Everly Brothers. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Románticos, atractivos y siempre con una sonrisa en la boca. No conviene menospreciar el músculo de Manuel de la Calva y Ramón Arcusa, nacidos justo el año que comenzaba la Guerra Civil española, en el 36. Como versión española de los Everly Brothers se convirtieron en las primeras estrellas del pop en 1958 (¡toma ya!). Su público, mayoritariamente femenino, caía rendido a sus pies al escuchar Quince años tiene mi amor, Perdóname o Esos ojitos negros. Y pese al parón entre 1972 y 1986, ahí siguen… románticos, interesantes y siempre con una sonrisa en la boca. Meritazo."
"Nacidos justo el año que comenzaba la Guerra Civil, se consideraron como la versión española de los Everly Brothers. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Románticos, atractivos y siempre con una sonrisa en la boca. No conviene menospreciar el músculo de Manuel de la Calva y Ramón Arcusa, nacidos justo el año que comenzaba la Guerra Civil española, en el 36. Como versión española de los Everly Brothers se convirtieron en las primeras estrellas del pop en 1958 (¡toma ya!). Su público, mayoritariamente femenino, caía rendido a sus pies al escuchar Quince años tiene mi amor, Perdóname o Esos ojitos negros. Y pese al parón entre 1972 y 1986, ahí siguen… románticos, interesantes y siempre con una sonrisa en la boca. Meritazo."
19Black Is Black / I Want a Name19.Los Bravos

"Los autores de 'Black is black' fueron un grupo de éxito, pero prefabricado. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Las cosas claras: Los Bravos fue un grupo de (mucho) éxito, pero prefabricado. En la sombra estaba el productor estrella de la época Alain Milhaud, con las composiciones de Manolo Díaz. De ahí surgieron joyas como Los chicos con las chicas, La moto y, sobre todo, Black is black (el primer número uno español en el Reino Unido en 1966). Dos películas después y algunos acontecimientos trágicos (la muerte de Toni Martínez, guitarra, y Manolo Fernández, teclados), el grupo se disgregaba con el carismático Mike Kennedy por un lado, y la banda por otro. Fracaso por ambos lados. Unos juguetes rotos que fueron imprescindibles y le cambiaron la cara al rock español."
"Los autores de 'Black is black' fueron un grupo de éxito, pero prefabricado. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Las cosas claras: Los Bravos fue un grupo de (mucho) éxito, pero prefabricado. En la sombra estaba el productor estrella de la época Alain Milhaud, con las composiciones de Manolo Díaz. De ahí surgieron joyas como Los chicos con las chicas, La moto y, sobre todo, Black is black (el primer número uno español en el Reino Unido en 1966). Dos películas después y algunos acontecimientos trágicos (la muerte de Toni Martínez, guitarra, y Manolo Fernández, teclados), el grupo se disgregaba con el carismático Mike Kennedy por un lado, y la banda por otro. Fracaso por ambos lados. Unos juguetes rotos que fueron imprescindibles y le cambiaron la cara al rock español."
18Volumen brutal18.Barón Rojo

"Y ... esta es la historia de la mayor banda de rock duro en español. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Es la historia de la mayor banda de rock duro español, pero también la de una fractura irreconciliable. Por un lado los guitarristas virtuosos, serios y meticulosos, los hermanos Armando y Carlos Castro, y por otro, José Luis Campuzano, Sherpa (cantante) y Hermes (batería) que decidieron sacarle todo el jugo a la vida rockera. Cuando se juntaban, hacían canciones gloriosas como Hijos de Caín (1985) o Los rockeros van al infierno (1982), pero su incompatibilidad de personalidades dio al traste en 1989 con la formación clásica. Tras su reunión de 2011 para celebrar sus 30 años, cada mochuelo ha vuelto a su olivo y los hermanos De Castro continúan por su cuenta al frente del grupo."
"Y ... esta es la historia de la mayor banda de rock duro en español. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Es la historia de la mayor banda de rock duro español, pero también la de una fractura irreconciliable. Por un lado los guitarristas virtuosos, serios y meticulosos, los hermanos Armando y Carlos Castro, y por otro, José Luis Campuzano, Sherpa (cantante) y Hermes (batería) que decidieron sacarle todo el jugo a la vida rockera. Cuando se juntaban, hacían canciones gloriosas como Hijos de Caín (1985) o Los rockeros van al infierno (1982), pero su incompatibilidad de personalidades dio al traste en 1989 con la formación clásica. Tras su reunión de 2011 para celebrar sus 30 años, cada mochuelo ha vuelto a su olivo y los hermanos De Castro continúan por su cuenta al frente del grupo."
17Veneno17.Veneno

"Sólo publicaron un disco, pero pasó a la historia. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Su vida como grupo fue tan efímera como grande su obra. Veneno (1977), su único disco, es una obra maestra nacida de la unión entre dos hermanos gitanos (Raimundo y Rafael Amador) virtuosos de la guitarra flamenca y criados en las 3.000 viviendas de Sevilla y un payo hippie melenudo loco por el blues, los discos de Pink Floyd y las certezas de Bob Dylan (Kiko Veneno). De esa fusión anarquista con olor a hachís y surrealismo nació este “acto de gloria”, según el productor Ricardo Pachón. El álbum, grabado en un par de tardes y en su época ignorado, se adelantó 30 años a su tiempo. Ahí quedó."
"Sólo publicaron un disco, pero pasó a la historia. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Su vida como grupo fue tan efímera como grande su obra. Veneno (1977), su único disco, es una obra maestra nacida de la unión entre dos hermanos gitanos (Raimundo y Rafael Amador) virtuosos de la guitarra flamenca y criados en las 3.000 viviendas de Sevilla y un payo hippie melenudo loco por el blues, los discos de Pink Floyd y las certezas de Bob Dylan (Kiko Veneno). De esa fusión anarquista con olor a hachís y surrealismo nació este “acto de gloria”, según el productor Ricardo Pachón. El álbum, grabado en un par de tardes y en su época ignorado, se adelantó 30 años a su tiempo. Ahí quedó."
16Animales16.Pereza

"El dúo que mantuvo viva la esencia rockera durante la década pasada. Por Darío Manrique y Lino Portela.

A finales de los 90 se juntan en su barrio de Alameda de Osuna, en las afueras del este de Madrid, dos amigos con experiencia previa en otros grupos de rock con cierto renombre en la escena local –Rubén Pozo con los excitantes Buenas Noches Rose, Leiva con Malahierba–, y el añadido del batería Tuli, quien abandonó el grupo tras el primer álbum (aunque seguiría tocando el saxofón con ellos, en directo y en estudio). Influidos por los Stones, T Rex, Burning o Tequila, al dúo siempre les ha guiado una máxima muy clara: “Hay que mantener la llama divertida, golfa e irreverente del rock & roll”.
El dúo fue tomando forma paso a paso, cogiendo confianza y endureciendo su sonido, y con Algo para cantar (2002) ya estaban en el buen camino para llegar a ser estrellas (aunque siempre lo fueron, por lo menos en cuanto a actitud rockera). La madurez llegó con Animales (de 2005, con temas como Margot o Por mi tripa), pero su mejor disco quizá sea Aviones (2009), con canciones como las tituladas Windsor, Backstage (esa fascinación eterna por la mitología rockera) o la romántica –a su manera, ojo– Lady Madrid. Las chicas estaban locas con ellos: abandonaron a los triunfitos por las camisetas de rayas, los pantalones pitillo y las chupas de cuero.

Por el momento, ese Aviones es también el último álbum de Pereza. En el año 2011, Rubén y Leiva anunciaron un parón temporal para comenzar sendas carreras en solitario (Lo que más y Diciembre son los títulos de esos primeros trabajos lejos el uno del otro). Centrados en ellas con buenos resultados y, aunque han hecho algún concierto juntos en 2012, han declinado participar en este reportaje. Al parecer –y perdonen el chiste fácil–, hablar de Pereza les da pereza."
"El dúo que mantuvo viva la esencia rockera durante la década pasada. Por Darío Manrique y Lino Portela.

A finales de los 90 se juntan en su barrio de Alameda de Osuna, en las afueras del este de Madrid, dos amigos con experiencia previa en otros grupos de rock con cierto renombre en la escena local –Rubén Pozo con los excitantes Buenas Noches Rose, Leiva con Malahierba–, y el añadido del batería Tuli, quien abandonó el grupo tras el primer álbum (aunque seguiría tocando el saxofón con ellos, en directo y en estudio). Influidos por los Stones, T Rex, Burning o Tequila, al dúo siempre les ha guiado una máxima muy clara: “Hay que mantener la llama divertida, golfa e irreverente del rock & roll”.
El dúo fue tomando forma paso a paso, cogiendo confianza y endureciendo su sonido, y con Algo para cantar (2002) ya estaban en el buen camino para llegar a ser estrellas (aunque siempre lo fueron, por lo menos en cuanto a actitud rockera). La madurez llegó con Animales (de 2005, con temas como Margot o Por mi tripa), pero su mejor disco quizá sea Aviones (2009), con canciones como las tituladas Windsor, Backstage (esa fascinación eterna por la mitología rockera) o la romántica –a su manera, ojo– Lady Madrid. Las chicas estaban locas con ellos: abandonaron a los triunfitos por las camisetas de rayas, los pantalones pitillo y las chupas de cuero.

Por el momento, ese Aviones es también el último álbum de Pereza. En el año 2011, Rubén y Leiva anunciaron un parón temporal para comenzar sendas carreras en solitario (Lo que más y Diciembre son los títulos de esos primeros trabajos lejos el uno del otro). Centrados en ellas con buenos resultados y, aunque han hecho algún concierto juntos en 2012, han declinado participar en este reportaje. Al parecer –y perdonen el chiste fácil–, hablar de Pereza les da pereza."
15El fin de la década15.Burning

"¿Qué hacía un grupo como ellos en una ciudad como Madrid? Rock cheli. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Johnny Cifuentes es el único miembro original vivo de aquella banda que fue lo más chulo, lascivo y pendenciero de La Elipa (Madrid). Formados en 1974, pronto cambiaron el inglés por el castellano y el glam travestido por la chupa de cuero. Tras la salida del cantante, Toño Martín, en 1983 (muere en 1991), Pepe Risi y Johnny Cifuentes toman los mandos. Burning sigue en activo en 2012 y siguen preguntando eso de Qué hace una chica como tú… incluida en El fin de una época (1979), el mejor disco de rock cheli español. Risi murió en 1997 por culpa de una adicción: “Así es el rock. Lo hemos pasado fetén”, dijo Johnny ese día al salir del hospital. “Desde la barra de cualquier bar, a medio camino entre La Elipa y el cielo Pepe nos esperará hasta la eternidad”. Poco más hay que añadir, ¿no?"
"¿Qué hacía un grupo como ellos en una ciudad como Madrid? Rock cheli. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Johnny Cifuentes es el único miembro original vivo de aquella banda que fue lo más chulo, lascivo y pendenciero de La Elipa (Madrid). Formados en 1974, pronto cambiaron el inglés por el castellano y el glam travestido por la chupa de cuero. Tras la salida del cantante, Toño Martín, en 1983 (muere en 1991), Pepe Risi y Johnny Cifuentes toman los mandos. Burning sigue en activo en 2012 y siguen preguntando eso de Qué hace una chica como tú… incluida en El fin de una época (1979), el mejor disco de rock cheli español. Risi murió en 1997 por culpa de una adicción: “Así es el rock. Lo hemos pasado fetén”, dijo Johnny ese día al salir del hospital. “Desde la barra de cualquier bar, a medio camino entre La Elipa y el cielo Pepe nos esperará hasta la eternidad”. Poco más hay que añadir, ¿no?"
14Cuatro rosas14.Gabinete Caligari

"Nunca nadie ha hecho (tan bien) lo que ellos: mezclar el rock anglosajón con el casticismo español. Por Darío Manrique y Lino Portela.

La frase marcó un época. “Somos Gabinete Caligari y somos fascistas”. La dijo un jovencísimo Jaime Urrutia en el primer concierto que el grupo dio en Rockola. “Fue idea mía. No estaba preparado, lo pensé sólo minutos antes de salir del camerino. Me bebí un whisky y la dije como provocación punk, para destacar. No éramos nazis, sino más bien de izquierdas, pero evidentemente, nos dio muchos problemas”. Fue un comienzo impactante para el grupo que más personalidad ha tenido en la historia del rock español. Urrutia, de 54 años, que no habla desde hace años con Edi y Ferni, sus compañeros de grupo, reflexiona sobre eso: “No hay ningún grupo del que puedas decir ‘suena a Gabinete’. No es malo, sino un mérito. Tratamos de ser un grupo distinto y lo conseguimos”. La mezcla entre el casticismo y el rock dotó de un sonido único.
Entonces si querías tomarte tu grupo en serio, lo primero que tenías que hacer es ir a la mili. “Tuvimos los cojones y nos la quitamos cuanto antes”, asegura Urrutia, quien entonces tenía 21 años y no sabía que aquello cambiaría para siempre al grupo.
“Allí sonaba la radio sin parar. No se oía a Joy Division, sino a Los Chichos. Nos dimos cuenta de que aquello se podía mezclar. Igual que la afición taurina”. De esa mezcla del rock oscuro y el colorido castizo surgió Gabinete Caligari. Le dedicaron Sangre española al torero Juan Belmonte y todo cambió: los periodistas se referían a ellos como rock torero. Se empezaron a ver en el tendido de Las Ventas chicas con pelos de colores y tíos con patillas. Lo mismo ocurrió con El calor del amor en un bar. “Me compré una caja de ritmos y compuse la canción sobre una marcha militar”, recuerda Jaime sobre una de sus canciones emblemáticas.
En Gabinete todo se dividía al 33,33%. “Las letras la hacíamos los tres y yo hacía la música. Éramos una piña. Éramos un trío perfecto. Lo recuerdo con mucho cariño”, recuerda Jaime.
A sus espaldas tres discos imprescindibles: el torero de Que Dios reparta suerte (1983); el pop elaborado de Cuatro rosas (1984), el muy madrileño Al calor el amor en un bar. Por supuesto, el exitoso Camino Soria (1987). Pero todo empezó a ir mal. “A Edi y Ferni La culpa fue del cha cha cha les parecía hortera. Y tras grabar Subid la música (1998) veía caras de aburrimiento. Recuerdo un día en el local de ensayo. Nos dijimos ‘hola’, tocamos y ‘adiós’. No hablamos nada. Lo maduré y les dije que lo dejaba. Casi no nos hemos visto después”."
"Nunca nadie ha hecho (tan bien) lo que ellos: mezclar el rock anglosajón con el casticismo español. Por Darío Manrique y Lino Portela.

La frase marcó un época. “Somos Gabinete Caligari y somos fascistas”. La dijo un jovencísimo Jaime Urrutia en el primer concierto que el grupo dio en Rockola. “Fue idea mía. No estaba preparado, lo pensé sólo minutos antes de salir del camerino. Me bebí un whisky y la dije como provocación punk, para destacar. No éramos nazis, sino más bien de izquierdas, pero evidentemente, nos dio muchos problemas”. Fue un comienzo impactante para el grupo que más personalidad ha tenido en la historia del rock español. Urrutia, de 54 años, que no habla desde hace años con Edi y Ferni, sus compañeros de grupo, reflexiona sobre eso: “No hay ningún grupo del que puedas decir ‘suena a Gabinete’. No es malo, sino un mérito. Tratamos de ser un grupo distinto y lo conseguimos”. La mezcla entre el casticismo y el rock dotó de un sonido único.
Entonces si querías tomarte tu grupo en serio, lo primero que tenías que hacer es ir a la mili. “Tuvimos los cojones y nos la quitamos cuanto antes”, asegura Urrutia, quien entonces tenía 21 años y no sabía que aquello cambiaría para siempre al grupo.
“Allí sonaba la radio sin parar. No se oía a Joy Division, sino a Los Chichos. Nos dimos cuenta de que aquello se podía mezclar. Igual que la afición taurina”. De esa mezcla del rock oscuro y el colorido castizo surgió Gabinete Caligari. Le dedicaron Sangre española al torero Juan Belmonte y todo cambió: los periodistas se referían a ellos como rock torero. Se empezaron a ver en el tendido de Las Ventas chicas con pelos de colores y tíos con patillas. Lo mismo ocurrió con El calor del amor en un bar. “Me compré una caja de ritmos y compuse la canción sobre una marcha militar”, recuerda Jaime sobre una de sus canciones emblemáticas.
En Gabinete todo se dividía al 33,33%. “Las letras la hacíamos los tres y yo hacía la música. Éramos una piña. Éramos un trío perfecto. Lo recuerdo con mucho cariño”, recuerda Jaime.
A sus espaldas tres discos imprescindibles: el torero de Que Dios reparta suerte (1983); el pop elaborado de Cuatro rosas (1984), el muy madrileño Al calor el amor en un bar. Por supuesto, el exitoso Camino Soria (1987). Pero todo empezó a ir mal. “A Edi y Ferni La culpa fue del cha cha cha les parecía hortera. Y tras grabar Subid la música (1998) veía caras de aburrimiento. Recuerdo un día en el local de ensayo. Nos dijimos ‘hola’, tocamos y ‘adiós’. No hablamos nada. Lo maduré y les dije que lo dejaba. Casi no nos hemos visto después”."
13Leño13.Leño

"Varias generaciones ya han caído rendidas a la honestidad del trío liderado por Rosendo. Por Darío Manrique y Lino Portela.

“Una vez, Tierno Galván, alcalde de Madrid, nos preguntó que por qué cantábamos ‘es una mierda este Madrid”, cuenta Tony Urbano, bajista de Leño: “¡Porque es una mierda!’, le dijimos”. “Tenía que pasar”, continúa Rosendo: “De repente, en el rock se contaba lo que uno sentía”.
Están contentos de verse, pero sólo eso, no piensan volver a tocar juntos: “Si en su momento consideramos que lo teníamos que dejar, ahora tendría menos sentido”, explica Rosendo. Leño tuvieron una carrera más breve de lo que sus muchos fans, los que reclaman su vuelta, desearían. Pero en esos seis años le dieron un lavado de cara al rock español, acercándolo a la calle, despojándolo de artificialidad y consiguiendo un sonido directo y rotundo: inauguraban así el rock urbano, que pocos han mejorado tras ellos.
En la grabación del primer álbum, Leño (1979), Chiqui Mariscal decidió dejar el grupo (“Se fue a la montaña con sus tripis y sus setas. Era muy hippioso”, señala Penas), y entró en escena, a tiempo de grabar El tren, Tony Urbano, cambio recogido en la portada del disco. El segundo, Más madera (1980), es el del disloque nuevaolero: “Llegó por entonces el boom de la new wave y el éxito de Police”, cuenta Rosendo, “así que la compañía quería que fuéramos Police, aunque no teníamos nada que ver”. Para quitarse el mal sabor de boca, decidieron grabar un directo, y en el tercero, Corre, corre (1982) volvieron a la senda rockera. Grabaron en Londres, una experiencia con incidentes desagradables (Urbano pasó una noche en los calabozos de Su Majestad por llevar una china de hachís) y encuentros afortunados: Rosendo pudo conocer a su ídolo Rory Gallagher, además de a Elvis Costello (“siempre jugando a los marcianitos en el estudio”, dice Penas).
Meses después de la salida de Corre, corre el trío ya se empezó a plantear su disolución: “Nos estaba costando componer”, señala Penas. “Y nadie apostaba un duro por nosotros”, concluye Rosendo. "
"Varias generaciones ya han caído rendidas a la honestidad del trío liderado por Rosendo. Por Darío Manrique y Lino Portela.

“Una vez, Tierno Galván, alcalde de Madrid, nos preguntó que por qué cantábamos ‘es una mierda este Madrid”, cuenta Tony Urbano, bajista de Leño: “¡Porque es una mierda!’, le dijimos”. “Tenía que pasar”, continúa Rosendo: “De repente, en el rock se contaba lo que uno sentía”.
Están contentos de verse, pero sólo eso, no piensan volver a tocar juntos: “Si en su momento consideramos que lo teníamos que dejar, ahora tendría menos sentido”, explica Rosendo. Leño tuvieron una carrera más breve de lo que sus muchos fans, los que reclaman su vuelta, desearían. Pero en esos seis años le dieron un lavado de cara al rock español, acercándolo a la calle, despojándolo de artificialidad y consiguiendo un sonido directo y rotundo: inauguraban así el rock urbano, que pocos han mejorado tras ellos.
En la grabación del primer álbum, Leño (1979), Chiqui Mariscal decidió dejar el grupo (“Se fue a la montaña con sus tripis y sus setas. Era muy hippioso”, señala Penas), y entró en escena, a tiempo de grabar El tren, Tony Urbano, cambio recogido en la portada del disco. El segundo, Más madera (1980), es el del disloque nuevaolero: “Llegó por entonces el boom de la new wave y el éxito de Police”, cuenta Rosendo, “así que la compañía quería que fuéramos Police, aunque no teníamos nada que ver”. Para quitarse el mal sabor de boca, decidieron grabar un directo, y en el tercero, Corre, corre (1982) volvieron a la senda rockera. Grabaron en Londres, una experiencia con incidentes desagradables (Urbano pasó una noche en los calabozos de Su Majestad por llevar una china de hachís) y encuentros afortunados: Rosendo pudo conocer a su ídolo Rory Gallagher, además de a Elvis Costello (“siempre jugando a los marcianitos en el estudio”, dice Penas).
Meses después de la salida de Corre, corre el trío ya se empezó a plantear su disolución: “Nos estaba costando componer”, señala Penas. “Y nadie apostaba un duro por nosotros”, concluye Rosendo. "
12Deseo carnal12.Alaska y Dinarama

"Tras Kaka de Luxe y Pegamoides, Alaska, Canut y Berlanga tocaron definitvamente el cielo pop con Dinarama. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Fue como si se dividieran dos caminos que hasta entonces era sólo uno. Ana Curra y Eduardo Benavente viraron hacia el rock oscuro con Parálisis Permanente; Nacho Canut prefirió seguir la senda del pop brillante de Carlos Berlanga, quien en 1982, estando en la mili, monta el nuevo grupo al que se une Alaska, entonces un poco descolgada. Aunque las dos formaciones –Pegamoides y Dinarama– conviven fue esta última la que se queda como estandarte de los 80 con canciones como A quien le importa, Ni tú ni nadie o Cómo pudiste hacerme esto a mí, una historia de celos cantada por Alaska y Berlanga, que llega al número uno en 1985.

Fueron años de buenas canciones pero también de escarceos con la droga y noches salvajes por parte sobre todo de algunos miembros del grupo. Mientras tanto, Alaska, inteligente y abierta, participa en debates de televisión y se convierte en presentadora del programa La bola de cristal. Eso impulsa al grupo al éxito hasta 1989. Ese año, y tras varias reestructuraciones, la relación entre Nacho Canut y Alaska por un lado, y Berlanga por otro, se enfrían. Carlos –quien moriría en 2005– abandona el grupo en medio de la gira de Fan fatal, el último disco del grupo. Un año después nació Fangoria y en esas estamos."
"Tras Kaka de Luxe y Pegamoides, Alaska, Canut y Berlanga tocaron definitvamente el cielo pop con Dinarama. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Fue como si se dividieran dos caminos que hasta entonces era sólo uno. Ana Curra y Eduardo Benavente viraron hacia el rock oscuro con Parálisis Permanente; Nacho Canut prefirió seguir la senda del pop brillante de Carlos Berlanga, quien en 1982, estando en la mili, monta el nuevo grupo al que se une Alaska, entonces un poco descolgada. Aunque las dos formaciones –Pegamoides y Dinarama– conviven fue esta última la que se queda como estandarte de los 80 con canciones como A quien le importa, Ni tú ni nadie o Cómo pudiste hacerme esto a mí, una historia de celos cantada por Alaska y Berlanga, que llega al número uno en 1985.

Fueron años de buenas canciones pero también de escarceos con la droga y noches salvajes por parte sobre todo de algunos miembros del grupo. Mientras tanto, Alaska, inteligente y abierta, participa en debates de televisión y se convierte en presentadora del programa La bola de cristal. Eso impulsa al grupo al éxito hasta 1989. Ese año, y tras varias reestructuraciones, la relación entre Nacho Canut y Alaska por un lado, y Berlanga por otro, se enfrían. Carlos –quien moriría en 2005– abandona el grupo en medio de la gira de Fan fatal, el último disco del grupo. Un año después nació Fangoria y en esas estamos."
11Estrella de mar11.Amaral

"Han vendido millones de copias sin perder su personalidad. Eva y Juan son ya historia. Por Darío Manrique y Lino Portela.

La primera canción que tocaron juntos Juan Aguirre y su nueva amiga Eva Amaral se llamaba Surmenage (agotamiento, en francés). Desde 1992, el año en que estos dos zaragozanos se conocen, ha estado guardada en un cajón. Cosas de la vida, el tema ha acabado llamándose Antártida y está incluido, 20 años después, en su último disco Hacia lo salvaje. En ese intervalo de tiempo han pasado muchas cosas. “Y han ocurrido tan rápido que ni nos hemos parado a pensar en ello”, dice Eva días después de hacerse las fotos para Rolling Stone. Seis discos de estudio y miles de conciertos dan para mucho.

Algo que no imaginaban ninguno de los dos cuando se encontraron por primera vez en la parte de atrás de un bar de Zaragoza, donde Eva ponía copas en los ratos libres que le dejaba tocar la batería. “Antes de conocerla ya había oído una maqueta donde Eva cantaba”, recuerda Juan Aguirre. “Cuando más tarde nos presentaron, yo le dije que me gustaba su voz”. Eva también recuerda aquellos primeros días: “Los dos estábamos igual de perdidos en Zaragoza. Sentíamos que la música era lo que nos gustaba y empezamos a tocar juntos por diversión. Pronto hicimos canciones propias. No hubo fecha concreta en la que decidiéramos montar el grupo”. Lo que sí quedó claro es que se llamaría con el apellido de ella. “Me parecía muy sonoro”, recuerda Juan. “Me sonaba a nombre de planeta o de isla desconocida en una novela de Julio Verne. A ella le pareció raro al principio”. En 1998 publican su primer disco, Amaral, donde sólo sale Eva en portada. “En aquel momento no le dimos importancia”, explica ella, que recuerda la época con cariño: “Tocábamos casi todas las noches en garitos y siempre ocurría algo nuevo”.

De pronto ocurrió de verdad. Amaral ficha por EMI, publican Un lugar en el mundo en 2000 y empiezan a ser conocidos con su rock de luminosas melodías. Algo que llegó a su punto más alto dos años después con Estrella de mar. Desde entonces el grupo no ha parado de crecer y acaban de terminar la gira de su último disco, Hacia lo salvaje. “Siempre pensamos que el mejor disco es el siguiente”. Ya están en marcha."
"Han vendido millones de copias sin perder su personalidad. Eva y Juan son ya historia. Por Darío Manrique y Lino Portela.

La primera canción que tocaron juntos Juan Aguirre y su nueva amiga Eva Amaral se llamaba Surmenage (agotamiento, en francés). Desde 1992, el año en que estos dos zaragozanos se conocen, ha estado guardada en un cajón. Cosas de la vida, el tema ha acabado llamándose Antártida y está incluido, 20 años después, en su último disco Hacia lo salvaje. En ese intervalo de tiempo han pasado muchas cosas. “Y han ocurrido tan rápido que ni nos hemos parado a pensar en ello”, dice Eva días después de hacerse las fotos para Rolling Stone. Seis discos de estudio y miles de conciertos dan para mucho.

Algo que no imaginaban ninguno de los dos cuando se encontraron por primera vez en la parte de atrás de un bar de Zaragoza, donde Eva ponía copas en los ratos libres que le dejaba tocar la batería. “Antes de conocerla ya había oído una maqueta donde Eva cantaba”, recuerda Juan Aguirre. “Cuando más tarde nos presentaron, yo le dije que me gustaba su voz”. Eva también recuerda aquellos primeros días: “Los dos estábamos igual de perdidos en Zaragoza. Sentíamos que la música era lo que nos gustaba y empezamos a tocar juntos por diversión. Pronto hicimos canciones propias. No hubo fecha concreta en la que decidiéramos montar el grupo”. Lo que sí quedó claro es que se llamaría con el apellido de ella. “Me parecía muy sonoro”, recuerda Juan. “Me sonaba a nombre de planeta o de isla desconocida en una novela de Julio Verne. A ella le pareció raro al principio”. En 1998 publican su primer disco, Amaral, donde sólo sale Eva en portada. “En aquel momento no le dimos importancia”, explica ella, que recuerda la época con cariño: “Tocábamos casi todas las noches en garitos y siempre ocurría algo nuevo”.

De pronto ocurrió de verdad. Amaral ficha por EMI, publican Un lugar en el mundo en 2000 y empiezan a ser conocidos con su rock de luminosas melodías. Algo que llegó a su punto más alto dos años después con Estrella de mar. Desde entonces el grupo no ha parado de crecer y acaban de terminar la gira de su último disco, Hacia lo salvaje. “Siempre pensamos que el mejor disco es el siguiente”. Ya están en marcha."
10El ritmo del garage10.Loquillo y Trogloditas

"El tándem de oro, los enemigos íntimos, se reencuentran. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Esta es la historia de dos tipos que, pese a haber pasado muchos años separados, se quieren mucho. Que todavía discuten (“a calzón quitao: a mí sólo me puede llamar hijo de puta Loquillo”, dice Sabino), y que han escrito canciones de oro del rock español. “Hubiera sido ridículo hacer una reunión chorra como hacen muchos grupos de los ochenta”, explica Loquillo, de 52 años, ante su mejor compositor, Sabino Méndez, de 51. “Somos los últimos de una generación. Los que no se han muerto, viven del pasado o se está tocando las pelotas. Nosotros queríamos hacer un disco nuevo”.

Y lo han hecho en 2012 en La nave de los locos, donde Loquillo ha puesto música a muchas canciones que Sabino tenía guardadas en el cajón. Un tándem imprescindible, que vuelve a funcionar 32 años después del primer día que se conocieron: fue en octubre de 1980 en un bar de la Gran Vía de Barcelona. En una fiesta de rockers. “Me iban a presentar a Loquillo y, para provocar, me vestí de mod”, rememora Sabino. “Yo me pasé toda la noche intentando que mis colegas no le pegaran”, completa Loquillo. “La realidad entonces en Barcelona era dura, gris y sin horizonte”, recuerdan y sitúan 1983 como año clave en sus vidas. Cuando viajan a Madrid. Ese año se edita El ritmo del garaje y ofrecen su primer concierto como Los Trogloditas en Tomelloso (Ciudad Real). “Todo era muy cutre”, recuerda Sabino. “Los instrumentos los llevábamos en un Citroën 2CV. Era muy berlanguiano. Todo Madrid vino a vernos. Cuando actuábamos nosotros siempre pasaba algo. Primero, porque dábamos mucho miedo, y eso atraía; y luego, por temas sexuales”, bromea Loquillo.

Dos años después, en 1985, con La mafia del baile ya vivían una vida de rock and roll, con todo lo que eso conlleva: “No había días ni noches”, recuerda Sabino. “Fue una locura. Me cuesta creer lo buenos que éramos con ese estilo de vida tan extraño que llevábamos. A mí me tuvieron que meter en una ducha vestido, antes de salir en un programa de televisión, para que se me pasase el pedal que llevaba”. Eran los años de Chanel, cocaína y Dom Perignon o El rompeolas (1988). Había mucho trabajo, grandes canciones y muchas drogas. “Aunque llegó un momento que dejó de tener gracia”, explica Loquillo. “Llegábamos a un sitio y lo primero que hacíamos era buscar a un camello. Era la única forma de que no se nos perdiera la gente del grupo”. Sabino Méndez dejó la banda en el 89 por sus problemas con la heroína. “En 1988 ya estaba desenganchado y si hubiera seguido con ellos ahora estaría muerto”. Loquillo afirma: “Claro que hubo mal rollo entre los dos. Los dos somos muy mandones y fue un choque de trenes. Los Trogloditas también tuvieron culpa. Fueron incapaces de sentarnos a los dos frente a frente y ponernos de acuerdo”.

Loquillo y Sabino se sacaron de sus vidas mutuamente. El primero siguió haciendo discos (14 con los Trogloditas y ocho en solitario) y Sabino se retiró a escribir. Suyo es Corre rocker, crónica sentimental de los ochenta el imprescindible y crudo libro que les sentó en una mesa sin quitarse la palabra de la boca en 2005. Una posible adaptación al cine del libro –luego frustrada- volvió a juntarlos. Hasta ahora. “A veces quedamos a tomar una copa en el bar de un hotel y nadie se entera que estamos allí”, explica Sabino. “Hablamos diez minutos de música y luego de nuestras vidas, de política, de amores, de nuestros hijos”. Estos últimos tuvieron mucho que ver en su recompuesta amistad. “Son la viva imagen de nosotros hace 35 años”, cuentan. El hijo de Sabino tiene 11 años y da clases de guitarra. Cayo, el hijo de Loquillo tiene 13 y juega al baloncesto, como su padre. “Más vale que no les presentemos”, dicen casi al mismo tiempo mientras sueltan una sonora carcajada."
"El tándem de oro, los enemigos íntimos, se reencuentran. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Esta es la historia de dos tipos que, pese a haber pasado muchos años separados, se quieren mucho. Que todavía discuten (“a calzón quitao: a mí sólo me puede llamar hijo de puta Loquillo”, dice Sabino), y que han escrito canciones de oro del rock español. “Hubiera sido ridículo hacer una reunión chorra como hacen muchos grupos de los ochenta”, explica Loquillo, de 52 años, ante su mejor compositor, Sabino Méndez, de 51. “Somos los últimos de una generación. Los que no se han muerto, viven del pasado o se está tocando las pelotas. Nosotros queríamos hacer un disco nuevo”.

Y lo han hecho en 2012 en La nave de los locos, donde Loquillo ha puesto música a muchas canciones que Sabino tenía guardadas en el cajón. Un tándem imprescindible, que vuelve a funcionar 32 años después del primer día que se conocieron: fue en octubre de 1980 en un bar de la Gran Vía de Barcelona. En una fiesta de rockers. “Me iban a presentar a Loquillo y, para provocar, me vestí de mod”, rememora Sabino. “Yo me pasé toda la noche intentando que mis colegas no le pegaran”, completa Loquillo. “La realidad entonces en Barcelona era dura, gris y sin horizonte”, recuerdan y sitúan 1983 como año clave en sus vidas. Cuando viajan a Madrid. Ese año se edita El ritmo del garaje y ofrecen su primer concierto como Los Trogloditas en Tomelloso (Ciudad Real). “Todo era muy cutre”, recuerda Sabino. “Los instrumentos los llevábamos en un Citroën 2CV. Era muy berlanguiano. Todo Madrid vino a vernos. Cuando actuábamos nosotros siempre pasaba algo. Primero, porque dábamos mucho miedo, y eso atraía; y luego, por temas sexuales”, bromea Loquillo.

Dos años después, en 1985, con La mafia del baile ya vivían una vida de rock and roll, con todo lo que eso conlleva: “No había días ni noches”, recuerda Sabino. “Fue una locura. Me cuesta creer lo buenos que éramos con ese estilo de vida tan extraño que llevábamos. A mí me tuvieron que meter en una ducha vestido, antes de salir en un programa de televisión, para que se me pasase el pedal que llevaba”. Eran los años de Chanel, cocaína y Dom Perignon o El rompeolas (1988). Había mucho trabajo, grandes canciones y muchas drogas. “Aunque llegó un momento que dejó de tener gracia”, explica Loquillo. “Llegábamos a un sitio y lo primero que hacíamos era buscar a un camello. Era la única forma de que no se nos perdiera la gente del grupo”. Sabino Méndez dejó la banda en el 89 por sus problemas con la heroína. “En 1988 ya estaba desenganchado y si hubiera seguido con ellos ahora estaría muerto”. Loquillo afirma: “Claro que hubo mal rollo entre los dos. Los dos somos muy mandones y fue un choque de trenes. Los Trogloditas también tuvieron culpa. Fueron incapaces de sentarnos a los dos frente a frente y ponernos de acuerdo”.

Loquillo y Sabino se sacaron de sus vidas mutuamente. El primero siguió haciendo discos (14 con los Trogloditas y ocho en solitario) y Sabino se retiró a escribir. Suyo es Corre rocker, crónica sentimental de los ochenta el imprescindible y crudo libro que les sentó en una mesa sin quitarse la palabra de la boca en 2005. Una posible adaptación al cine del libro –luego frustrada- volvió a juntarlos. Hasta ahora. “A veces quedamos a tomar una copa en el bar de un hotel y nadie se entera que estamos allí”, explica Sabino. “Hablamos diez minutos de música y luego de nuestras vidas, de política, de amores, de nuestros hijos”. Estos últimos tuvieron mucho que ver en su recompuesta amistad. “Son la viva imagen de nosotros hace 35 años”, cuentan. El hijo de Sabino tiene 11 años y da clases de guitarra. Cayo, el hijo de Loquillo tiene 13 y juega al baloncesto, como su padre. “Más vale que no les presentemos”, dicen casi al mismo tiempo mientras sueltan una sonora carcajada."
9Nacha Pop9.Nacha Pop

"Pop de quilates gracias al binomio compositivo Antonio Vega-Nacho García Vega. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Pocos grupos han podido presumir de tener en su seno a dos cantantes y compositores de gran nivel y personalidades diferentes. Y sólo uno tuvo en sus filas el enorme talento de Antonio Vega, desaparecido en 2009. Nacha Pop fueron, en sus ocho años de existencia, garantía de pop de altura, con el añadido de un gran éxito comercial, especialmente en su última etapa. Todo empezó en el Liceo Francés de Madrid. Allí estudiaban Nacho García Vega, el otro autor y vocalista, y Carlos Brooking, bajista, que a mediados de los 70 fundaron una banda, Uhu Helicopter, inspirada en Jefferson Airplane. “Pero con 16 años ya empezamos a escuchar nueva ola británica y también americana”, cuenta García Vega: “Básicamente, lo que se programaba en Onda 2, desde Roxy Music a David Bowie, Elvis Costello, Nick Lowe o Talking Heads”. Poco después, se incorpora a los recién nacidos Nacha Pop un primo de Nacho, Antonio Vega: “Ya tocaba con nosotros de vez en cuando antes de irse a la mili”, explica Brooking: “Y cuando la acabó se incorporó definitivamente. Él manejaba nuestras mismas referencias y alguna más, porque tenía cuatro años más y le gustaba, por ejemplo, el rock progresivo”.

Gracias a una maqueta en la que ya estaba Chica de ayer, Nacha Pop firmaron por Hispavox, que les editó el debut homónimo en 1980, todo un clásico producido por Teddy Bautista. Tras Buena disposición (1982), álbum casi a la altura del primero, dejaron el sello, que aún se regía por parámetros de los años setenta: “No terminamos de estar cómodos, éramos cola de león”, dice García Vega: “Los artistas importantes para ellos eran Rafaella Carrá o Bertín Osborne, y en ellos sí invertían. Dro nos hizo una buena oferta para escapar de allí, y un año después pasamos a Polygram, donde despegó Nacha Pop, con buena promoción y distribución: por fin se veían nuestros discos en las grandes superficies”.

Con Dibujos animados (1985) el grupo madrileño entró en la división de los superventas, por lo que fue realmente sorprendente que, después de un álbum más, decidieran separarse, no sin antes grabar un directo (80-88) que está entre los más vendidos del pop español: “Nos separamos pero nos llevábamos de maravilla. Hubo gente que pensó en incompatibilidades entre Antonio y yo, pero no había nada de eso. Eran ganas de explorar nuevos formatos”, señala García Vega: “Era una apuesta por nuestras posibilidades, pero con las puertas abiertas. Era una despedida temporal, cosa que mucha gente no se creyó, pero fue así. Y al final regresamos en 2007 y fue maravilloso, Antonio y yo nos reencontramos con ese repertorio, aunque tuvimos la ausencia importantísima de Carlos”. “Después de Rico [grupo posterior a Nacha Pop] dejé la música profesionalmente, aunque me sigo considerando músico”, apostilla Brooking, que cita Sentado al borde de ti como su tema favorito de Nacha Pop. García Vega, que mantiene vivo el nombre de Nacha Pop en directo, también escoge una canción de su primo, Lo que tú y yo sabemos: “Contiene toda esa mística intimista de Antonio”."
"Pop de quilates gracias al binomio compositivo Antonio Vega-Nacho García Vega. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Pocos grupos han podido presumir de tener en su seno a dos cantantes y compositores de gran nivel y personalidades diferentes. Y sólo uno tuvo en sus filas el enorme talento de Antonio Vega, desaparecido en 2009. Nacha Pop fueron, en sus ocho años de existencia, garantía de pop de altura, con el añadido de un gran éxito comercial, especialmente en su última etapa. Todo empezó en el Liceo Francés de Madrid. Allí estudiaban Nacho García Vega, el otro autor y vocalista, y Carlos Brooking, bajista, que a mediados de los 70 fundaron una banda, Uhu Helicopter, inspirada en Jefferson Airplane. “Pero con 16 años ya empezamos a escuchar nueva ola británica y también americana”, cuenta García Vega: “Básicamente, lo que se programaba en Onda 2, desde Roxy Music a David Bowie, Elvis Costello, Nick Lowe o Talking Heads”. Poco después, se incorpora a los recién nacidos Nacha Pop un primo de Nacho, Antonio Vega: “Ya tocaba con nosotros de vez en cuando antes de irse a la mili”, explica Brooking: “Y cuando la acabó se incorporó definitivamente. Él manejaba nuestras mismas referencias y alguna más, porque tenía cuatro años más y le gustaba, por ejemplo, el rock progresivo”.

Gracias a una maqueta en la que ya estaba Chica de ayer, Nacha Pop firmaron por Hispavox, que les editó el debut homónimo en 1980, todo un clásico producido por Teddy Bautista. Tras Buena disposición (1982), álbum casi a la altura del primero, dejaron el sello, que aún se regía por parámetros de los años setenta: “No terminamos de estar cómodos, éramos cola de león”, dice García Vega: “Los artistas importantes para ellos eran Rafaella Carrá o Bertín Osborne, y en ellos sí invertían. Dro nos hizo una buena oferta para escapar de allí, y un año después pasamos a Polygram, donde despegó Nacha Pop, con buena promoción y distribución: por fin se veían nuestros discos en las grandes superficies”.

Con Dibujos animados (1985) el grupo madrileño entró en la división de los superventas, por lo que fue realmente sorprendente que, después de un álbum más, decidieran separarse, no sin antes grabar un directo (80-88) que está entre los más vendidos del pop español: “Nos separamos pero nos llevábamos de maravilla. Hubo gente que pensó en incompatibilidades entre Antonio y yo, pero no había nada de eso. Eran ganas de explorar nuevos formatos”, señala García Vega: “Era una apuesta por nuestras posibilidades, pero con las puertas abiertas. Era una despedida temporal, cosa que mucha gente no se creyó, pero fue así. Y al final regresamos en 2007 y fue maravilloso, Antonio y yo nos reencontramos con ese repertorio, aunque tuvimos la ausencia importantísima de Carlos”. “Después de Rico [grupo posterior a Nacha Pop] dejé la música profesionalmente, aunque me sigo considerando músico”, apostilla Brooking, que cita Sentado al borde de ti como su tema favorito de Nacha Pop. García Vega, que mantiene vivo el nombre de Nacha Pop en directo, también escoge una canción de su primo, Lo que tú y yo sabemos: “Contiene toda esa mística intimista de Antonio”."
8Una semana en el motor de un autobús8.Los Planetas

"El ruido de una generación: lo indie y la vocación popular mezclados y cosidos en forma de himnos.

Hasta ahora la ocurrencia de que Los Planetas son un grupo mainstream infiltrado en el indie es un apunte que tan sólo ha sido advertido por corresponsales extranjeros (el más reciente el del influyente The Guardian). En su defensa alegaremos lo complicado de la historia de esta banda ya mítica. Trabajar en una multinacional –“el único sitio posible con la infraestructura necesaria”– manteniendo una libertad artística sin precedentes tiene que haber requerido un precio. “Eso se consigue enfrentándote a ellos y peleando”, dice Banin (Esteban Fraile, teclados y guitarras). “La compañía no hacen censura sobre el contenido sino sobre los resultados económicos. Esa independencia nos habrá costado una pasta, yo calculo unos 500 millones de euros”, afina Jota (Juan Ramón Rodríguez, voz y guitarras, 1966) para recordar, después, aquella vez que el verso “cuatro millones de rayas” se quedó escondido bajo el peso de la palabra censura. ¿Motivo? Que Un buen día, su mayor hit en 20 años, sonara en la radiofórmula por excelencia. “Y no sirvió de nada. Ahí nos metieron un gol”, ríe Banin.
Octubre es también otoño en Granada, ciudad de barrios enfrentados, de cipreses, de espías que controlan los niveles de ruido en los bares y de cañas al sol. Los Planetas han perdido a Erik (Jiménez, batería, 1967) durante su cita con Rolling Stone: acudió a la foto, pero sus deberes como padre primerizo le colocan en una categoría límite. El reencuentro y las felicitaciones suceden delante de los ojos ajenos: la intimidad al descubierto de quienes han compartido años sobre el motor de un autobús. A Banin le gusta montar en bicicleta; Jota reconoce que a su padre no le gustan sus discos y señala el escaparate de una tienda de segunda donde los versos de Luis Rosales se confunden con un disco de PJ Harvey; Florent habla de su hijo y sorprende recordando el nombre de Manolo Kabezabolo; y Erik, ya se sabe, llega el último y marcha el primero. Estar en Granada y con Los Planetas bien valen diez horas en coche. “Se trata de hacer música popular y eso no quita que no tenga influencias de alta cultura”, dice Jota, estudioso de la música, “pero intentamos que venga de la gente y que sea para la gente”. “¿Sabes? Nosotros teníamos claro que queríamos vivir de la música y por eso sobresalimos en la escena independiente de los 90”, resume Florent (Muñoz, guitarra, 1968).
El desaliento, la entrega, el individuo que se vacía en lo infinito (experiencias lisérgicas pero también éticas), la amistad entre Jota y Florent, la fe y, sobre todo, la intuición, hacen de Los Planetas un grupo único en la historia del rock español: “La gente de nuestra generación ya era consciente de que dedicarse a la música no eran más que penas y fatigas. Meterse en esto era el infierno”. Decidieron entrenarse, dar el paso, tirarse al barro, soportarlo y la vida no es mejor de lo que fue pero les ha salido bien. Y mucho. "
"El ruido de una generación: lo indie y la vocación popular mezclados y cosidos en forma de himnos.

Hasta ahora la ocurrencia de que Los Planetas son un grupo mainstream infiltrado en el indie es un apunte que tan sólo ha sido advertido por corresponsales extranjeros (el más reciente el del influyente The Guardian). En su defensa alegaremos lo complicado de la historia de esta banda ya mítica. Trabajar en una multinacional –“el único sitio posible con la infraestructura necesaria”– manteniendo una libertad artística sin precedentes tiene que haber requerido un precio. “Eso se consigue enfrentándote a ellos y peleando”, dice Banin (Esteban Fraile, teclados y guitarras). “La compañía no hacen censura sobre el contenido sino sobre los resultados económicos. Esa independencia nos habrá costado una pasta, yo calculo unos 500 millones de euros”, afina Jota (Juan Ramón Rodríguez, voz y guitarras, 1966) para recordar, después, aquella vez que el verso “cuatro millones de rayas” se quedó escondido bajo el peso de la palabra censura. ¿Motivo? Que Un buen día, su mayor hit en 20 años, sonara en la radiofórmula por excelencia. “Y no sirvió de nada. Ahí nos metieron un gol”, ríe Banin.
Octubre es también otoño en Granada, ciudad de barrios enfrentados, de cipreses, de espías que controlan los niveles de ruido en los bares y de cañas al sol. Los Planetas han perdido a Erik (Jiménez, batería, 1967) durante su cita con Rolling Stone: acudió a la foto, pero sus deberes como padre primerizo le colocan en una categoría límite. El reencuentro y las felicitaciones suceden delante de los ojos ajenos: la intimidad al descubierto de quienes han compartido años sobre el motor de un autobús. A Banin le gusta montar en bicicleta; Jota reconoce que a su padre no le gustan sus discos y señala el escaparate de una tienda de segunda donde los versos de Luis Rosales se confunden con un disco de PJ Harvey; Florent habla de su hijo y sorprende recordando el nombre de Manolo Kabezabolo; y Erik, ya se sabe, llega el último y marcha el primero. Estar en Granada y con Los Planetas bien valen diez horas en coche. “Se trata de hacer música popular y eso no quita que no tenga influencias de alta cultura”, dice Jota, estudioso de la música, “pero intentamos que venga de la gente y que sea para la gente”. “¿Sabes? Nosotros teníamos claro que queríamos vivir de la música y por eso sobresalimos en la escena independiente de los 90”, resume Florent (Muñoz, guitarra, 1968).
El desaliento, la entrega, el individuo que se vacía en lo infinito (experiencias lisérgicas pero también éticas), la amistad entre Jota y Florent, la fe y, sobre todo, la intuición, hacen de Los Planetas un grupo único en la historia del rock español: “La gente de nuestra generación ya era consciente de que dedicarse a la música no eran más que penas y fatigas. Meterse en esto era el infierno”. Decidieron entrenarse, dar el paso, tirarse al barro, soportarlo y la vida no es mejor de lo que fue pero les ha salido bien. Y mucho. "
7Palabras más, palabras menos7.Los Rodríguez

"El grupo que consiguió triunfar cuando casi estaba recogiendo los bártulos. Por Darío Manrique y Lino Portela.

“Creo que no tuvimos el reconocimiento que merecíamos, pero tampoco buscábamos eso. Tocamos ajenos a las tendencias, a las corrientes y a las modas”. Es lo que contó Andrés Calamaro (Buenos Aires, 1961) en 2006 a Rolling Stone. Es extraño, pero Los Rodríguez consiguieron triunfar cuando el grupo estaba casi recogiendo los bártulos. Dos argentinos, el entonces semidesconocido en España Andrés Calamaro y Ariel Rot (Buenos Aires, 1960), ex Tequila, unieron fuerzas con dos españoles: Julián Infante, también ex Tequila (y el guitarrista que ostenta el título de Keith Richards ibérico), y el batería Germán Vilella. Tocaban buen rock and roll latino con altas dosis de identidad española (su nombre está sacado de esos maridos que se quedan en casa solos mientras la mujer se va de vacaciones a la playa con los niños). También exprimían la noche madrileña, hasta que por fin en 1993, cuando casi lo daban todo por perdido, publican Sin documentos y estalla el éxito. Es un disco imprescindible con canciones como Dulce condena o Salud (dinero y amor). En 1995 estaban en racha y publicaron Palabras más, palabras menos, que supuso su consagración. Aunque algo se estaba rompiendo por dentro. Lo explicó en 2006 Germán Vilella: “Los Rodríguez fueron una empresa con pérdidas que de pronto empezó a dar beneficios. En un principio cobrábamos todos al 25 %. Andrés dijo que tenía ofertas para lanzarse en solitario y le tuvimos que creer. El porcentaje cambió: un 40% para Andrés, un 30 para Ariel, yo cobraba un 20 y Julián un 10. No hubo posibilidad de negociación”.

Durante la gira en 1997, junto a Joaquín Sabina, el grupo va desmembrándose poco a poco, aunque en el escenario no se notaba. “Esa gira fue muy buena”, recuerda Calamaro. “Estábamos en forma”.

La decisión de separarse se tomó en un avión. Era cierto que el cantante tenía ofertas para consolidar su carrera en solitario y a varios miles de pies de altura le dio la noticia a Ariel. “Yo ya lo sabía pero me lo confirmó en un avión, en un vuelto transoceánico entre vino y calmantes”, recuerda el guitarrista. “Todo un clásico. Entre los efectos de las sustancias y yo que me lo esperaba no me sorprendió tanto. Alguna vez he dicho que si me pilla con 18 años me hubiese echado a llorar”. Los hispano-argentinos acabaron con una gira en la que presentaban un recopilatorio llamado Hasta luego (1996). El 27 de mayo de 2006, diez años después, el grupo se reúne en un festival de Valladolid. Aunque en realidad fue una reunión sólo entre Andrés y Ariel, ya que con Germán Vilella la relación se había deteriorado y Julián había fallecido en 2000 víctima del sida. Después de aquello, Ariel Rot y Calamaro continuaron sus carreras en solitario."
"El grupo que consiguió triunfar cuando casi estaba recogiendo los bártulos. Por Darío Manrique y Lino Portela.

“Creo que no tuvimos el reconocimiento que merecíamos, pero tampoco buscábamos eso. Tocamos ajenos a las tendencias, a las corrientes y a las modas”. Es lo que contó Andrés Calamaro (Buenos Aires, 1961) en 2006 a Rolling Stone. Es extraño, pero Los Rodríguez consiguieron triunfar cuando el grupo estaba casi recogiendo los bártulos. Dos argentinos, el entonces semidesconocido en España Andrés Calamaro y Ariel Rot (Buenos Aires, 1960), ex Tequila, unieron fuerzas con dos españoles: Julián Infante, también ex Tequila (y el guitarrista que ostenta el título de Keith Richards ibérico), y el batería Germán Vilella. Tocaban buen rock and roll latino con altas dosis de identidad española (su nombre está sacado de esos maridos que se quedan en casa solos mientras la mujer se va de vacaciones a la playa con los niños). También exprimían la noche madrileña, hasta que por fin en 1993, cuando casi lo daban todo por perdido, publican Sin documentos y estalla el éxito. Es un disco imprescindible con canciones como Dulce condena o Salud (dinero y amor). En 1995 estaban en racha y publicaron Palabras más, palabras menos, que supuso su consagración. Aunque algo se estaba rompiendo por dentro. Lo explicó en 2006 Germán Vilella: “Los Rodríguez fueron una empresa con pérdidas que de pronto empezó a dar beneficios. En un principio cobrábamos todos al 25 %. Andrés dijo que tenía ofertas para lanzarse en solitario y le tuvimos que creer. El porcentaje cambió: un 40% para Andrés, un 30 para Ariel, yo cobraba un 20 y Julián un 10. No hubo posibilidad de negociación”.

Durante la gira en 1997, junto a Joaquín Sabina, el grupo va desmembrándose poco a poco, aunque en el escenario no se notaba. “Esa gira fue muy buena”, recuerda Calamaro. “Estábamos en forma”.

La decisión de separarse se tomó en un avión. Era cierto que el cantante tenía ofertas para consolidar su carrera en solitario y a varios miles de pies de altura le dio la noticia a Ariel. “Yo ya lo sabía pero me lo confirmó en un avión, en un vuelto transoceánico entre vino y calmantes”, recuerda el guitarrista. “Todo un clásico. Entre los efectos de las sustancias y yo que me lo esperaba no me sorprendió tanto. Alguna vez he dicho que si me pilla con 18 años me hubiese echado a llorar”. Los hispano-argentinos acabaron con una gira en la que presentaban un recopilatorio llamado Hasta luego (1996). El 27 de mayo de 2006, diez años después, el grupo se reúne en un festival de Valladolid. Aunque en realidad fue una reunión sólo entre Andrés y Ariel, ya que con Germán Vilella la relación se había deteriorado y Julián había fallecido en 2000 víctima del sida. Después de aquello, Ariel Rot y Calamaro continuaron sus carreras en solitario."
6La ley innata6.Extremoduro

"El hombre salvaje que iba por libre ha conseguido lo que muchos anhelan: el éxito gracias a su talento. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Quizá no haya caso más extraño en el rock español. Esquivo con la prensa –lo que ha agrandado su leyenda– y desabrido con las normas de la industria musical, Robe Iniesta, de 50 años, se ha convertido, haciendo siempre lo que le ha salido “de los cojones”, como él confiesa, en un gigante.
La historia de Extremoduro es su historia. El grupo nace en el verano de 1987 y Robe consigue grabar su primera maqueta haciendo crowdfunding mucho antes de que se inventara tal palabro: la vendía por anticipado con vales de 1.000 pesetas (6 euros). Desintoxicado ya entonces de las drogas duras, compuso canciones como Jesucristo García –un himno atemporal con referencias a la heroína– o Extremaydura, una jota nuclear y arrabalera. Se incluyeron en su primer disco Tú en tu casa, nosotros en la hoguera (1989), predecesor de Somos unos animales (1991). Así eran sus conciertos: salvajes e imprevisibles. Había noches buenas y otras en las que… en fin, Robe podía abandonar el escenario sin razón aparente. Y formaba parte del juego.
Poco queda de aquel Robe de la primera época, un genial pero asilvestrado potro desbocado que escupía canciones de amor y droga con una poesía salvaje y callejera: de preso común con la inspiración desatada. Y lejos queda la llamada “trilogía del caos”, formada por discos de nota como Deltoya (1992), ¿Dónde están mis amigos? (1993) y el extraño Pedrá (1995), con una sola canción de media hora. Robe vive el éxito y también los excesos, en lo musical y en lo personal.
Todo cambió en 1996. Robe conoce a la que es ahora su mano derecha Iñaki Antón, exguitarrista de Platero y Tú, y echa el freno. Aparece entonces su obra maestra y la que convierte a Extremo en masivos: Agila (‘espabila’ en castúo, el dialecto extremeño), grabado en sesiones nocturnas en Granada, donde Robe acababa de comprar una casa. “Hasta entonces, había sido un ‘aquí te pillo aquí te mato”, ha declarado nuestro protagonista recientemente. “Pero el grupo empezó a funcionar”. Robe también. Se cansa de las drogas y de su propia imagen de tirado.
Se marcha de Granada e Iñaki se lo lleva al País Vasco, donde Robe sigue viviendo. Nacen discos como Canciones prohibidas (1998), Yo, minoría absoluta (2002), e, incluso, su primera novela El viaje íntimo de la locura, que se cuela sin permiso en los primeros puestos de la lista de los más leídos de 2003.
Pero de pronto saltaron las alarmas. La inspiración se esfumó y Robe no compuso una canción en seis años. “No sé qué botón tocar”, dijo en su momento. “Y me jode”. Esperó con paciencia y algo de intranquilidad, pero en 2008 volvió a ocurrir. Publica La ley innata (2008), que contiene apasionadas, adultas e incisivas canciones. Como siempre, pero distintas. Igual que las de Material defectuoso (2011), su último disco hasta la fecha. Y no hay por qué preocuparse, tras una pequeña, pero multitudinaria gira, ya está en marcha el nuevo disco de Extremoduro. Esperemos entonces que, por fin, nos conceda una entrevista, que para este reportaje ha vuelto a escabullirse."
"El hombre salvaje que iba por libre ha conseguido lo que muchos anhelan: el éxito gracias a su talento. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Quizá no haya caso más extraño en el rock español. Esquivo con la prensa –lo que ha agrandado su leyenda– y desabrido con las normas de la industria musical, Robe Iniesta, de 50 años, se ha convertido, haciendo siempre lo que le ha salido “de los cojones”, como él confiesa, en un gigante.
La historia de Extremoduro es su historia. El grupo nace en el verano de 1987 y Robe consigue grabar su primera maqueta haciendo crowdfunding mucho antes de que se inventara tal palabro: la vendía por anticipado con vales de 1.000 pesetas (6 euros). Desintoxicado ya entonces de las drogas duras, compuso canciones como Jesucristo García –un himno atemporal con referencias a la heroína– o Extremaydura, una jota nuclear y arrabalera. Se incluyeron en su primer disco Tú en tu casa, nosotros en la hoguera (1989), predecesor de Somos unos animales (1991). Así eran sus conciertos: salvajes e imprevisibles. Había noches buenas y otras en las que… en fin, Robe podía abandonar el escenario sin razón aparente. Y formaba parte del juego.
Poco queda de aquel Robe de la primera época, un genial pero asilvestrado potro desbocado que escupía canciones de amor y droga con una poesía salvaje y callejera: de preso común con la inspiración desatada. Y lejos queda la llamada “trilogía del caos”, formada por discos de nota como Deltoya (1992), ¿Dónde están mis amigos? (1993) y el extraño Pedrá (1995), con una sola canción de media hora. Robe vive el éxito y también los excesos, en lo musical y en lo personal.
Todo cambió en 1996. Robe conoce a la que es ahora su mano derecha Iñaki Antón, exguitarrista de Platero y Tú, y echa el freno. Aparece entonces su obra maestra y la que convierte a Extremo en masivos: Agila (‘espabila’ en castúo, el dialecto extremeño), grabado en sesiones nocturnas en Granada, donde Robe acababa de comprar una casa. “Hasta entonces, había sido un ‘aquí te pillo aquí te mato”, ha declarado nuestro protagonista recientemente. “Pero el grupo empezó a funcionar”. Robe también. Se cansa de las drogas y de su propia imagen de tirado.
Se marcha de Granada e Iñaki se lo lleva al País Vasco, donde Robe sigue viviendo. Nacen discos como Canciones prohibidas (1998), Yo, minoría absoluta (2002), e, incluso, su primera novela El viaje íntimo de la locura, que se cuela sin permiso en los primeros puestos de la lista de los más leídos de 2003.
Pero de pronto saltaron las alarmas. La inspiración se esfumó y Robe no compuso una canción en seis años. “No sé qué botón tocar”, dijo en su momento. “Y me jode”. Esperó con paciencia y algo de intranquilidad, pero en 2008 volvió a ocurrir. Publica La ley innata (2008), que contiene apasionadas, adultas e incisivas canciones. Como siempre, pero distintas. Igual que las de Material defectuoso (2011), su último disco hasta la fecha. Y no hay por qué preocuparse, tras una pequeña, pero multitudinaria gira, ya está en marcha el nuevo disco de Extremoduro. Esperemos entonces que, por fin, nos conceda una entrevista, que para este reportaje ha vuelto a escabullirse."
5Los Brincos5.Los Brincos

"Fueron los Beatles españoles y su mezcla entre el pop británico y lo carpetovetónico, las claves del éxito de la Brincosis. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Lo primero que le viene a la mente a Antonio Morales Junior cuando piensa en Los Brincos es que eran “cuatro buenos amigos”. Para el resto del mundo fueron los Beatles españoles. Junior, a sus 69 años, tiene buen aspecto y responde con una sonrisa pícara cuando se le pregunta si ha pensado recuperar su carrera musical: “Todo se andará. Ya veremos”, responde misterioso. Sería un notición, ya que este pionero del pop español lleva más de 40 años sin tocar en directo ni editar una canción. Concretamente desde 1969, cuando se extinguió Juan y Junior, nacido de la escisión de los Brincos, el primer grupo de pop español con éxito que componía sus propias canciones.

Viajemos en el tiempo hasta 1964. Concretamente al piso del batería Fernando Arbex, en la calle Almagro de Madrid. Allí se presentó una tarde un tímido Junior. No fue un buen comienzo: “Me miraron con lupa”, recuerda. “Yo estaba acojonado y Juan [Pardo] fue bastante antipático. ‘Aquí no queremos estrellas’, me dijo. ¿A qué viene eso?’, pensé. Yo era muy modosito y vergonzoso. Aquella situación me dejó muy incómodo y salí de allí pensando que no quería estar en ese grupo”. Luis Sartorius, impulsor de los Brincos en la discográfica Zafiro, lo convenció días después. “Lo recuerdo como si fuera ayer. Queríamos ser los mejores”, explica Junior. Los primeros ensayos se hicieron en la azotea de ese piso donde se conocieron. “En pleno verano, achicharrados, con un calor que te cagas”, precisa. Tal y como dijo Juan Pardo no había estrellas, porque los cuatro tenían su espacio bien definido. Fernando Arbex, a la batería; Juan Pardo, a la guitarra solista; Manuel González –hermano del actor Agustín González–, al bajo y Junior, a la guitarra rítmica. “Empezamos tocando canciones de los Beatles y poco a poco salieron nuestras canciones”.

Nacen las primeras: Dance la pulga, Bye bye, Chiquilla y Flamenco, todas incluidas en lo que sería su primer disco, de 1964. Precisamente esta última se convierte en la esencia del grupo: mezcla de los sonidos del pop anglosajón con las guitarras españolas. Y las capas, con las que aparecían en las primeras fotos promocionales. “A veces nos mirábamos con caras de sorprendidos los cuatro, con las cosas tan bonitas que salían”, recuerda Junior. Nace la “Brincosis”, nuestra versión de la Beatlemania.

Llegó su segundo e imprescindible disco, Brincos II, grabado en Milán en 1965, con canciones como Mejor, Borracho, o Un sorbito de champagne. Sólo un año después Juan Pardo abandona el grupo. “Llegó un momento en que todos éramos muy vedettes”, dijo en su momento. Junior se va con él y forman Juan y Junior, también dúo clave del pop español. Arbex y González reforman el grupo endureciendo su sonido en discos como Contrabando o el experimental Mundo, demonio y carne. Junior hace un par de años que no ve a Juan Pardo: “Él tiene su vida, y si no me echa en falta y yo a él tampoco… Bueno, la vida es así”."
"Fueron los Beatles españoles y su mezcla entre el pop británico y lo carpetovetónico, las claves del éxito de la Brincosis. Por Darío Manrique y Lino Portela.

Lo primero que le viene a la mente a Antonio Morales Junior cuando piensa en Los Brincos es que eran “cuatro buenos amigos”. Para el resto del mundo fueron los Beatles españoles. Junior, a sus 69 años, tiene buen aspecto y responde con una sonrisa pícara cuando se le pregunta si ha pensado recuperar su carrera musical: “Todo se andará. Ya veremos”, responde misterioso. Sería un notición, ya que este pionero del pop español lleva más de 40 años sin tocar en directo ni editar una canción. Concretamente desde 1969, cuando se extinguió Juan y Junior, nacido de la escisión de los Brincos, el primer grupo de pop español con éxito que componía sus propias canciones.

Viajemos en el tiempo hasta 1964. Concretamente al piso del batería Fernando Arbex, en la calle Almagro de Madrid. Allí se presentó una tarde un tímido Junior. No fue un buen comienzo: “Me miraron con lupa”, recuerda. “Yo estaba acojonado y Juan [Pardo] fue bastante antipático. ‘Aquí no queremos estrellas’, me dijo. ¿A qué viene eso?’, pensé. Yo era muy modosito y vergonzoso. Aquella situación me dejó muy incómodo y salí de allí pensando que no quería estar en ese grupo”. Luis Sartorius, impulsor de los Brincos en la discográfica Zafiro, lo convenció días después. “Lo recuerdo como si fuera ayer. Queríamos ser los mejores”, explica Junior. Los primeros ensayos se hicieron en la azotea de ese piso donde se conocieron. “En pleno verano, achicharrados, con un calor que te cagas”, precisa. Tal y como dijo Juan Pardo no había estrellas, porque los cuatro tenían su espacio bien definido. Fernando Arbex, a la batería; Juan Pardo, a la guitarra solista; Manuel González –hermano del actor Agustín González–, al bajo y Junior, a la guitarra rítmica. “Empezamos tocando canciones de los Beatles y poco a poco salieron nuestras canciones”.

Nacen las primeras: Dance la pulga, Bye bye, Chiquilla y Flamenco, todas incluidas en lo que sería su primer disco, de 1964. Precisamente esta última se convierte en la esencia del grupo: mezcla de los sonidos del pop anglosajón con las guitarras españolas. Y las capas, con las que aparecían en las primeras fotos promocionales. “A veces nos mirábamos con caras de sorprendidos los cuatro, con las cosas tan bonitas que salían”, recuerda Junior. Nace la “Brincosis”, nuestra versión de la Beatlemania.

Llegó su segundo e imprescindible disco, Brincos II, grabado en Milán en 1965, con canciones como Mejor, Borracho, o Un sorbito de champagne. Sólo un año después Juan Pardo abandona el grupo. “Llegó un momento en que todos éramos muy vedettes”, dijo en su momento. Junior se va con él y forman Juan y Junior, también dúo clave del pop español. Arbex y González reforman el grupo endureciendo su sonido en discos como Contrabando o el experimental Mundo, demonio y carne. Junior hace un par de años que no ve a Juan Pardo: “Él tiene su vida, y si no me echa en falta y yo a él tampoco… Bueno, la vida es así”."
4Mecano4.Mecano

"La historia del grupo más grande del pop español merece un cierre a su altura. Miles de fans lo esperan. Por Darío Manrique y Lino Portela.

La historia de Mecano daría para una buena película. Una centrada en rivalidades fraternales irreconciliables con la puerta abierta, si no a un final feliz, sí a una escena final apoteósica. Imaginemos: año 2013, un estadio de fútbol lleno hasta el gallinero y tres personas –una mujer y dos hombres– saludando al público, cerrando como se merece la carrera de mayor éxito del pop español. ¿Podremos ver eso en la realidad? “La posibilidad más cercana fue la que arrancó con conversaciones en 2011, luego se paró, y ahora otra vez se está hablando”, revela Ana Torroja, la única del trío disponible para este reportaje: “Pero no tengo ni idea, parecía que iba a salir y no salió… Las ganas están, hay que compaginar agendas y ponerse de acuerdo en cantidad de cosas”. Por su forma de contarlo, parece que estemos hablando de negociaciones de paz entre palestinos e israelíes. ¿De verdad es tan complicado? “Sí, hay que ponerse de acuerdo en muchas cosas”, insiste.

Mecano alcanzó, entre finales de los 80 y principios de los 90, ventas millonarias de sus álbumes –algo que, antes y después de ellos, sólo han podido conseguir unos pocos solistas, ningún grupo– y llenó estadios de fútbol con sus conciertos. A veinte años de su separación efectiva, el cancionero de Mecano sigue tan presente en la memoria colectiva que cualquier rumor de su vuelta provoca conmociones nunca vistas. “La gente insiste día tras día, hora tras hora y minuto tras minuto en que volvamos”, cuenta Torroja (Madrid, 1955).

Pero la historia de Mecano empezó, como en una de sus canciones, cuando Ana Torroja se coló en una fiesta y, allí, conoció a José María Cano. Eran mediados de los 70. “José cantaba para ligar, en esa fiesta se iba a lanzar con Horse with no name, de America, y no sé por qué me pidió que le hiciera los coros. Yo nunca había cantado, aunque me decían que tenía buena voz”. Al poco tiempo, ambos empezaron a salir juntos y recorrer pubs y colegios mayores con el rollo “cantautoril” de José María, con Ana haciendo los coros y, poco después, Nacho (“que todavía era un bebé”, en palabras de Torroja) a la guitarra. Por entonces, sus influencias eran cantautores y rock sinfónico (Yes, Genesis, Pink Floyd), pero se acercaban los 80, y con ellos la explosión de la new wave, los Nuevos Románticos, etc.

Ese sería el primer enfoque del grupo una vez formado en serio. El productor Miguel Ángel Arenas, apodado el Capi, tuvo importancia capital en la concepción de Mecano: “Cuando conseguimos una prueba con CBS seguía cantando José, pero el Capi dijo que era yo la que tenía que cantar. Entonces no se llevaban mucho los grupos con chica al frente”, cuenta Torroja.

El single Hoy no me puedo levantar fue su primer zarpazo en las listas y pronto Mecano comenzaron a destacar en medio de una Nueva Ola en efervescencia: “Pero nosotros vivimos la Movida más como espectadores”, señala Torroja: “Estábamos un poco aparte, veníamos de familias bien, como se decía entonces. Éramos como los niños pijos de la Movida y había una distinción, más hecha por el público que por los grupos. Por ejemplo, cuando tocábamos junto a Alaska y los Pegamoides, nos sentíamos un poco repudiados, y no tenía nada que ver con Alaska, con la que siempre me he llevado muy bien”.

Tras un primer álbum que confirmó el éxito del single, los siguientes dos elepés bajaron en ventas y “en CBS se deshincharon, dejaron de creer en nosotros”. Pero a Mecano aún les quedaba el estirón definitivo: con la confianza de Hispavox y un cambio musical y estético “bastante radical”, ejemplificado por la mayor presencia de composiciones de José María Cano (Cruz de navajas, Hijo de la luna, Me cuesta tanto olvidarte), Entre el cielo y el suelo (1986) supuso el despegue hacia la estratosfera: “Fue muy importante que José hiciera más canciones, amplió el ámbito de gente que nos podía escuchar”, explica la cantante.

A partir de entonces, “no paramos de subir”: giras por Sudamérica, Descanso dominical, estadios a rebosar, Aidalai… “Te creas una presión, que a nosotros nos funcionó durante dos discos más, pero que a mí me costó asimilar”, explica Ana Torroja: “Yo siempre he sido tímida e independiente, protectora de mi entorno y, de repente, tienes que dejar de ser tú: no puedes andar por la calle sin que alguien te quiera tocar, abrazar, fotografiar… Esa época fue muy difícil, casi me convertí en una persona agorafóbica, no era capaz de salir a la calle, perdí un montón de amigos, me hice una persona muy huraña”.

Además de las dificultades para sobrellevar la fama, Ana Torroja se vio en medio de la rivalidad entre los hermanos Cano: “La gira de Aidalai, en 1992, fue muy dura. La competitividad entre ellos no era ya constructiva, estaba un poco más contaminada, por decirlo así, y no era fácil estar en medio”. La separación en 1992 se preveía temporal, pero tras el regreso fallido de 1998, cuando José María Cano anunció en una entrega de premios que dejaba el grupo, pasó a ser definitiva. Ahora se habla de una vuelta, aunque a la cantante no le quita el sueño si se produce o no: “Me da igual cantar para 200 que para 60.000. Estoy orgullosa de lo que conseguimos, pero no me gustó estar ahí arriba, prefiero estar donde estoy”."
"La historia del grupo más grande del pop español merece un cierre a su altura. Miles de fans lo esperan. Por Darío Manrique y Lino Portela.

La historia de Mecano daría para una buena película. Una centrada en rivalidades fraternales irreconciliables con la puerta abierta, si no a un final feliz, sí a una escena final apoteósica. Imaginemos: año 2013, un estadio de fútbol lleno hasta el gallinero y tres personas –una mujer y dos hombres– saludando al público, cerrando como se merece la carrera de mayor éxito del pop español. ¿Podremos ver eso en la realidad? “La posibilidad más cercana fue la que arrancó con conversaciones en 2011, luego se paró, y ahora otra vez se está hablando”, revela Ana Torroja, la única del trío disponible para este reportaje: “Pero no tengo ni idea, parecía que iba a salir y no salió… Las ganas están, hay que compaginar agendas y ponerse de acuerdo en cantidad de cosas”. Por su forma de contarlo, parece que estemos hablando de negociaciones de paz entre palestinos e israelíes. ¿De verdad es tan complicado? “Sí, hay que ponerse de acuerdo en muchas cosas”, insiste.

Mecano alcanzó, entre finales de los 80 y principios de los 90, ventas millonarias de sus álbumes –algo que, antes y después de ellos, sólo han podido conseguir unos pocos solistas, ningún grupo– y llenó estadios de fútbol con sus conciertos. A veinte años de su separación efectiva, el cancionero de Mecano sigue tan presente en la memoria colectiva que cualquier rumor de su vuelta provoca conmociones nunca vistas. “La gente insiste día tras día, hora tras hora y minuto tras minuto en que volvamos”, cuenta Torroja (Madrid, 1955).

Pero la historia de Mecano empezó, como en una de sus canciones, cuando Ana Torroja se coló en una fiesta y, allí, conoció a José María Cano. Eran mediados de los 70. “José cantaba para ligar, en esa fiesta se iba a lanzar con Horse with no name, de America, y no sé por qué me pidió que le hiciera los coros. Yo nunca había cantado, aunque me decían que tenía buena voz”. Al poco tiempo, ambos empezaron a salir juntos y recorrer pubs y colegios mayores con el rollo “cantautoril” de José María, con Ana haciendo los coros y, poco después, Nacho (“que todavía era un bebé”, en palabras de Torroja) a la guitarra. Por entonces, sus influencias eran cantautores y rock sinfónico (Yes, Genesis, Pink Floyd), pero se acercaban los 80, y con ellos la explosión de la new wave, los Nuevos Románticos, etc.

Ese sería el primer enfoque del grupo una vez formado en serio. El productor Miguel Ángel Arenas, apodado el Capi, tuvo importancia capital en la concepción de Mecano: “Cuando conseguimos una prueba con CBS seguía cantando José, pero el Capi dijo que era yo la que tenía que cantar. Entonces no se llevaban mucho los grupos con chica al frente”, cuenta Torroja.

El single Hoy no me puedo levantar fue su primer zarpazo en las listas y pronto Mecano comenzaron a destacar en medio de una Nueva Ola en efervescencia: “Pero nosotros vivimos la Movida más como espectadores”, señala Torroja: “Estábamos un poco aparte, veníamos de familias bien, como se decía entonces. Éramos como los niños pijos de la Movida y había una distinción, más hecha por el público que por los grupos. Por ejemplo, cuando tocábamos junto a Alaska y los Pegamoides, nos sentíamos un poco repudiados, y no tenía nada que ver con Alaska, con la que siempre me he llevado muy bien”.

Tras un primer álbum que confirmó el éxito del single, los siguientes dos elepés bajaron en ventas y “en CBS se deshincharon, dejaron de creer en nosotros”. Pero a Mecano aún les quedaba el estirón definitivo: con la confianza de Hispavox y un cambio musical y estético “bastante radical”, ejemplificado por la mayor presencia de composiciones de José María Cano (Cruz de navajas, Hijo de la luna, Me cuesta tanto olvidarte), Entre el cielo y el suelo (1986) supuso el despegue hacia la estratosfera: “Fue muy importante que José hiciera más canciones, amplió el ámbito de gente que nos podía escuchar”, explica la cantante.

A partir de entonces, “no paramos de subir”: giras por Sudamérica, Descanso dominical, estadios a rebosar, Aidalai… “Te creas una presión, que a nosotros nos funcionó durante dos discos más, pero que a mí me costó asimilar”, explica Ana Torroja: “Yo siempre he sido tímida e independiente, protectora de mi entorno y, de repente, tienes que dejar de ser tú: no puedes andar por la calle sin que alguien te quiera tocar, abrazar, fotografiar… Esa época fue muy difícil, casi me convertí en una persona agorafóbica, no era capaz de salir a la calle, perdí un montón de amigos, me hice una persona muy huraña”.

Además de las dificultades para sobrellevar la fama, Ana Torroja se vio en medio de la rivalidad entre los hermanos Cano: “La gira de Aidalai, en 1992, fue muy dura. La competitividad entre ellos no era ya constructiva, estaba un poco más contaminada, por decirlo así, y no era fácil estar en medio”. La separación en 1992 se preveía temporal, pero tras el regreso fallido de 1998, cuando José María Cano anunció en una entrega de premios que dejaba el grupo, pasó a ser definitiva. Ahora se habla de una vuelta, aunque a la cantante no le quita el sueño si se produce o no: “Me da igual cantar para 200 que para 60.000. Estoy orgullosa de lo que conseguimos, pero no me gustó estar ahí arriba, prefiero estar donde estoy”."
3La canción de Juan Perro3.Radio Futura

"El trío que se transformó en un laboratorio rítmico hasta entonces inédito en España. Vanguardia y comercialidad, de la mano. Por Darío Manrique y Lino Portela.

El fallecimiento de Enrique Sierra el 17 de febrero de 2012, a los 54 años, por una insuficiencia renal, ha dado al traste con la pregunta que quizá más veces se ha hecho en el rock español: “¿Cuándo volverán Radio Futura?”. Desgraciadamente ya es imposible. Su muerte está demasiado reciente y es lo suficientemente dolorosa como para que Santiago Auserón haya decidido no posar junto a su hermano, el tercer miembro del grupo, Luis Auserón, para Rolling Stone y rememorar al que fue uno de los grandes grupos del rock español.
No importa. Eso no le resta ni un ápice de importancia e influencia a una banda que, en 12 años de historia (de 1980 a 1992), experimentó e innovó como nadie en el pop nacional. Radio Futura (el nombre viene de Radio Ciudad Futura, una radio libre italiana) eligió el camino difícil pero gratificante: un riesgo artístico, gestado en un laboratorio rítmico hasta entonces inédito. Y ganaron. Ese fue su gran legado.

Hasta conseguir lo que se proponían, el grupo sufrió varias transformaciones. En 1980 publican su primer disco, el nueva olero y con aires a Roxy Music Música moderna, donde se incluyen himnos cuasi adolescentes como Enamorado de la moda juvenil o Divina nacidos en torno al pintor, músico y agitador cultural Herminio Molero. Aquella, consideraron los hermanos Auserón y Sierra, no era la senda adecuada, pese a su arrollador impacto juvenil.

Tras la salida de Molero –que ya en el nuevo siglo inició un largo litigio que perdió– el grupo comienza una nueva etapa. La verdadera Radio Futura rompió los límites que la industria del pop les tenía reservados. El single La estatua del jardín botánico marcó ese nuevo rumbo. Santiago Auserón era todavía un joven estudiante de filosofía y recuerda que solía estudiar escuchando música. En una de esas noches nació su canción más misteriosa. “Se me ocurrió cuando escuchaban Another green world, de Brian Eno”, declaró el cantante en 2006 a Rolling Stone. “También leía Monadología, del filósofo alemán Leibniz. El libro tiene unas imágenes misteriosas que hablan de que dentro de cada estanque hay nuevos estanques y nuevos jardines, en los que siempre encontraremos nuevos peces y nuevas plantas. Esa imagen de mundos dentro de otros mundos siempre me impresionó mucho”.

El grupo empezaba a moverse con libertad; la prueba fue La ley del desierto/La ley del mar, su segundo disco. En él encontramos Escuela de calor –sus primeros quince segundos, con esa batería afroamericana, son una declaración de intenciones entre el punk y el funk–, que daba paso a Semilla negra, destinada a asentar las bases de lo que luego se llamó rock latino.

La evolución no consiguió convencer a todos al principio: “Me doy cuenta de que allí hay muchos valores pero sigo sin verlos”, escribía el crítico de El País, José Manuel Costa, en 1983, tras un concierto en el Rockola, poco convencido del cambio de aires en el seno de la banda. Pese a todo se dio cuenta de que había algo que merecía la pena: “Deduzco de mi entorno que Radio Futura es un gran grupo”, continuaba en su crónica, “uno de los más serios de que disponemos en nuestro país y un grupo necesario por su visión de las cosas”. El tiempo le dio la razón a los hermanos Auserón y a Enrique Sierra: “La aportación fundamental de Radio Futura fue introducir en el formato del pop intenciones un poco desviadas, flirteando con la poesía tradicional y los sonidos negros minoritarios”, ha contado en alguna ocasión Santiago Auserón.

Su etapa de madurez da comienzo con De un país en llamas (1985) y culmina con La canción de Juan Perro (1987). “Supuso un punto de inflexión en nuestra carrera”, dijo Enrique Sierra a Rolling Stone años después. “Aprendimos que, si nos empeñábamos, podíamos conseguir lo que imaginábamos y que la música no se acotaba a la frontera de la península ibérica”.
La enfermedad de Enrique hacía cada vez más difícil tocar. Eso, sumado al éxito comercial que vive el grupo tras la publicación de Veneno en la piel (1990) y Tierra para bailar, dos años después, agotó al grupo. En 1992 se separaron.
No ha sido el fin. Santiago Auserón, de 58 años, ha desarrollado una valiosísima carrera en solitario tendiendo puentes entre España y el otro lado del Atlántico, y ahora se encuentra en plena gira de Juan Perro y la Zarabanda. Luis Auserón, de 57, acaba de publicar quinto disco en solitario, Lejos. Ambos se juntaron en 2006, aunque no fue para revivir a Radio Futura, sino para Las Malas Lenguas, un proyecto en el que adaptaban al castellano clásicos anglosajones. “Hablamos poco entre nosotros”, confirmaba este último hace unas semanas a Rolling Stone. “Ya sabes, cosas de hermanos”."
"El trío que se transformó en un laboratorio rítmico hasta entonces inédito en España. Vanguardia y comercialidad, de la mano. Por Darío Manrique y Lino Portela.

El fallecimiento de Enrique Sierra el 17 de febrero de 2012, a los 54 años, por una insuficiencia renal, ha dado al traste con la pregunta que quizá más veces se ha hecho en el rock español: “¿Cuándo volverán Radio Futura?”. Desgraciadamente ya es imposible. Su muerte está demasiado reciente y es lo suficientemente dolorosa como para que Santiago Auserón haya decidido no posar junto a su hermano, el tercer miembro del grupo, Luis Auserón, para Rolling Stone y rememorar al que fue uno de los grandes grupos del rock español.
No importa. Eso no le resta ni un ápice de importancia e influencia a una banda que, en 12 años de historia (de 1980 a 1992), experimentó e innovó como nadie en el pop nacional. Radio Futura (el nombre viene de Radio Ciudad Futura, una radio libre italiana) eligió el camino difícil pero gratificante: un riesgo artístico, gestado en un laboratorio rítmico hasta entonces inédito. Y ganaron. Ese fue su gran legado.

Hasta conseguir lo que se proponían, el grupo sufrió varias transformaciones. En 1980 publican su primer disco, el nueva olero y con aires a Roxy Music Música moderna, donde se incluyen himnos cuasi adolescentes como Enamorado de la moda juvenil o Divina nacidos en torno al pintor, músico y agitador cultural Herminio Molero. Aquella, consideraron los hermanos Auserón y Sierra, no era la senda adecuada, pese a su arrollador impacto juvenil.

Tras la salida de Molero –que ya en el nuevo siglo inició un largo litigio que perdió– el grupo comienza una nueva etapa. La verdadera Radio Futura rompió los límites que la industria del pop les tenía reservados. El single La estatua del jardín botánico marcó ese nuevo rumbo. Santiago Auserón era todavía un joven estudiante de filosofía y recuerda que solía estudiar escuchando música. En una de esas noches nació su canción más misteriosa. “Se me ocurrió cuando escuchaban Another green world, de Brian Eno”, declaró el cantante en 2006 a Rolling Stone. “También leía Monadología, del filósofo alemán Leibniz. El libro tiene unas imágenes misteriosas que hablan de que dentro de cada estanque hay nuevos estanques y nuevos jardines, en los que siempre encontraremos nuevos peces y nuevas plantas. Esa imagen de mundos dentro de otros mundos siempre me impresionó mucho”.

El grupo empezaba a moverse con libertad; la prueba fue La ley del desierto/La ley del mar, su segundo disco. En él encontramos Escuela de calor –sus primeros quince segundos, con esa batería afroamericana, son una declaración de intenciones entre el punk y el funk–, que daba paso a Semilla negra, destinada a asentar las bases de lo que luego se llamó rock latino.

La evolución no consiguió convencer a todos al principio: “Me doy cuenta de que allí hay muchos valores pero sigo sin verlos”, escribía el crítico de El País, José Manuel Costa, en 1983, tras un concierto en el Rockola, poco convencido del cambio de aires en el seno de la banda. Pese a todo se dio cuenta de que había algo que merecía la pena: “Deduzco de mi entorno que Radio Futura es un gran grupo”, continuaba en su crónica, “uno de los más serios de que disponemos en nuestro país y un grupo necesario por su visión de las cosas”. El tiempo le dio la razón a los hermanos Auserón y a Enrique Sierra: “La aportación fundamental de Radio Futura fue introducir en el formato del pop intenciones un poco desviadas, flirteando con la poesía tradicional y los sonidos negros minoritarios”, ha contado en alguna ocasión Santiago Auserón.

Su etapa de madurez da comienzo con De un país en llamas (1985) y culmina con La canción de Juan Perro (1987). “Supuso un punto de inflexión en nuestra carrera”, dijo Enrique Sierra a Rolling Stone años después. “Aprendimos que, si nos empeñábamos, podíamos conseguir lo que imaginábamos y que la música no se acotaba a la frontera de la península ibérica”.
La enfermedad de Enrique hacía cada vez más difícil tocar. Eso, sumado al éxito comercial que vive el grupo tras la publicación de Veneno en la piel (1990) y Tierra para bailar, dos años después, agotó al grupo. En 1992 se separaron.
No ha sido el fin. Santiago Auserón, de 58 años, ha desarrollado una valiosísima carrera en solitario tendiendo puentes entre España y el otro lado del Atlántico, y ahora se encuentra en plena gira de Juan Perro y la Zarabanda. Luis Auserón, de 57, acaba de publicar quinto disco en solitario, Lejos. Ambos se juntaron en 2006, aunque no fue para revivir a Radio Futura, sino para Las Malas Lenguas, un proyecto en el que adaptaban al castellano clásicos anglosajones. “Hablamos poco entre nosotros”, confirmaba este último hace unas semanas a Rolling Stone. “Ya sabes, cosas de hermanos”."
2Senderos de traición2.Héroes del Silencio

"Amados, odiados, recordados, explotados, nunca suficientemente bien ponderados, Héroes fueron una banda única.

No ha habido grupo con más carisma en la historia de la música española. Tampoco con detractores más irritables y perpetuos, para quienes la sola mención del grupo equivalía a una maldición, mal fario o ganas de fastidiar la comida. Por otro lado, sus seguidores parecían vivir bajo una suerte de embrujo acrítico, como fieles de una congregación que esperan su alimento espiritual seguros de su infalibilidad. Puede que otro grupo prefiriera no tener seguidores tan acérrimos a cambio de que la inquina de la otra acera también se redujera, pero eso no iba con Héroes del Silencio. O ‘El buque’, como se refería a ellos el entorno más inmediato de la banda. Sin esa férrea personalidad, sin la impermeabilidad de la que hizo gala el grupo durante casi toda su trayectoria, no hubieran durado dos telediarios.

La reclusión en el estudio, también. Enrique Bunbury recordaba en el número 119 de Rolling Stone (septiembre de 2009), al hablar de Senderos de traición (1991): “En aquel momento todavía éramos un grupo de local de ensayo. Habíamos tenido un primer álbum que fue éxito de ventas, con una larga gira, pero cuando volvíamos de tocar nos encerrábamos a perfeccionar el material de los directos y a componer nuevos temas. De alguna forma, continuábamos con las rutinas de grupo principiante y no éramos muy conscientes de lo que la compañía discográfica, el management, la prensa o el mundo exterior podía esperar o demandar de nosotros”.
Aunque El mar no cesa (1988) había sido un debut más que correcto y tenía al menos dos canciones-himno como Mar adentro y Héroe de leyenda (más favoritas de fans como Hace tiempo, Flor venenosa o El estanque), su sonido estaba por definir, demasiado deudor del pop oscuro británico de The Cure o Joy Division y producido con demasiado embellecedor y pulcritud para cómo Héroes acostumbraban a sonar en directo. Su irrupción, en cualquier caso, no pasó desapercibida.

Todo cambió con Senderos de traición. En realidad –para bien y para mal–, con Entre dos tierras, que seguramente no está ni entre las diez mejores canciones de Héroes del Silencio, pero que todo quisqui conoce –“no seas membrillo”– y que probablemente ha sido radiada, cantada, tocada, versionada y karaokeada demasiadas veces para la salud de todos. Maldito duende ya mostraba indicios de la febrilidad lírica en la que nadarían las canciones de Héroes a partir de El espíritu del vino (1993), pero Senderos de traición, no globalicemos, se entiende de arriba abajo y muestra a Bunbury hablando de manera muy directa sobre sus relaciones con su padre (La carta), la religión (Oración) o las prostitutas (Con nombre de guerra).
En el salto de calidad, y, sobre todo, identidad –una de las mejores mezclas que ha habido en nuestro país entre sonido anglosajón y patrio–, fue clave el encuentro con Phil Manzanera, productor de Senderos de traición y también de El espíritu del vino. Como dice Bunbury: “Manzanera fue imprescindible a la hora de mostrarnos dónde éramos únicos y dónde uno más”. Ese fue, nada más y nada menos, el cambio operado por Manzanera y Senderos de traición en Héroes del Silencio. De ser uno más, pasaron a ser únicos.

De repente, cobraron los frutos de la interminable gira de El mar no cesa, en la que pisaron cada bar europeo que pudieron, y se sorprendieron arrasando –800.000 copias vendidas, nada menos– en Alemania y, en menor medida, Italia y Francia. Su directo avasallante y el carisma de Bunbury –el resto no movía ni media uña sobre el escenario– arrimaron a miles de seguidores a un grupo que si algo era, era distinto. También en sus procederes, pues nunca abandonaron Zaragoza, toda una declaración de intenciones y carácter también. Pasaban todas las horas juntos, trabajando, eran un conjunto con la misma base y la misma perspectiva. Hasta que dejó de ser así.

El terruño te da raíces, pero no alas, y digamos que mientras Juan Valdivia (guitarra, Segovia, 1965), Joaquín Cardiel (bajo, Zaragoza, 1965) y Pedro Andreu (batería, Zaragoza, 1966) pensaban que sería así por los restos, Enrique Bunbury (Zaragoza, 1967) empezó a ver y asimilar y ansiar más mundo –y más y distinta música– y, aunque en un principio no importó, al final una banda no puede ser democrática demasiado tiempo. (Por Josu Lapresa)

Cuando Héroes del Silencio presentaron El espíritu del vino con Nuestros nombres, iniciaron un camino de endurecimiento de su sonido e imagen y, aquí sí, de perplejidad lírica –perplejidad del oyente, claro–. Aun así, todo –salvo el número excesivo de canciones– seguía bajo el control de Phil Manzanera. Cosa que no ocurrió con el definitivo Avalancha (1995), que sonaba menos directo y fresco de lo que acostumbraban, y mostraba la fractura del buque entre quienes querían ser Guns N’ Roses y quien no sabía qué quería ser. Y así, agrietados, dieron el adiós que en 2007 remediaron personal y –se supone– económicamente.

El tiempo transcurrido no ha sido especialmente generoso con ellos, pese a los continuos lanzamientos con los que su discográfica sigue explotando el legado del grupo hasta casi triplicar las grabaciones originales. Quizá por lo que decíamos al principio, ni unos (fans) ni otros (detractores) se bajan del burro, actitud muy española por otra parte y que, bien mirado, quizá sea la que más se ajuste al legado de un grupo que nunca admitió medias tintas."
"Amados, odiados, recordados, explotados, nunca suficientemente bien ponderados, Héroes fueron una banda única.

No ha habido grupo con más carisma en la historia de la música española. Tampoco con detractores más irritables y perpetuos, para quienes la sola mención del grupo equivalía a una maldición, mal fario o ganas de fastidiar la comida. Por otro lado, sus seguidores parecían vivir bajo una suerte de embrujo acrítico, como fieles de una congregación que esperan su alimento espiritual seguros de su infalibilidad. Puede que otro grupo prefiriera no tener seguidores tan acérrimos a cambio de que la inquina de la otra acera también se redujera, pero eso no iba con Héroes del Silencio. O ‘El buque’, como se refería a ellos el entorno más inmediato de la banda. Sin esa férrea personalidad, sin la impermeabilidad de la que hizo gala el grupo durante casi toda su trayectoria, no hubieran durado dos telediarios.

La reclusión en el estudio, también. Enrique Bunbury recordaba en el número 119 de Rolling Stone (septiembre de 2009), al hablar de Senderos de traición (1991): “En aquel momento todavía éramos un grupo de local de ensayo. Habíamos tenido un primer álbum que fue éxito de ventas, con una larga gira, pero cuando volvíamos de tocar nos encerrábamos a perfeccionar el material de los directos y a componer nuevos temas. De alguna forma, continuábamos con las rutinas de grupo principiante y no éramos muy conscientes de lo que la compañía discográfica, el management, la prensa o el mundo exterior podía esperar o demandar de nosotros”.
Aunque El mar no cesa (1988) había sido un debut más que correcto y tenía al menos dos canciones-himno como Mar adentro y Héroe de leyenda (más favoritas de fans como Hace tiempo, Flor venenosa o El estanque), su sonido estaba por definir, demasiado deudor del pop oscuro británico de The Cure o Joy Division y producido con demasiado embellecedor y pulcritud para cómo Héroes acostumbraban a sonar en directo. Su irrupción, en cualquier caso, no pasó desapercibida.

Todo cambió con Senderos de traición. En realidad –para bien y para mal–, con Entre dos tierras, que seguramente no está ni entre las diez mejores canciones de Héroes del Silencio, pero que todo quisqui conoce –“no seas membrillo”– y que probablemente ha sido radiada, cantada, tocada, versionada y karaokeada demasiadas veces para la salud de todos. Maldito duende ya mostraba indicios de la febrilidad lírica en la que nadarían las canciones de Héroes a partir de El espíritu del vino (1993), pero Senderos de traición, no globalicemos, se entiende de arriba abajo y muestra a Bunbury hablando de manera muy directa sobre sus relaciones con su padre (La carta), la religión (Oración) o las prostitutas (Con nombre de guerra).
En el salto de calidad, y, sobre todo, identidad –una de las mejores mezclas que ha habido en nuestro país entre sonido anglosajón y patrio–, fue clave el encuentro con Phil Manzanera, productor de Senderos de traición y también de El espíritu del vino. Como dice Bunbury: “Manzanera fue imprescindible a la hora de mostrarnos dónde éramos únicos y dónde uno más”. Ese fue, nada más y nada menos, el cambio operado por Manzanera y Senderos de traición en Héroes del Silencio. De ser uno más, pasaron a ser únicos.

De repente, cobraron los frutos de la interminable gira de El mar no cesa, en la que pisaron cada bar europeo que pudieron, y se sorprendieron arrasando –800.000 copias vendidas, nada menos– en Alemania y, en menor medida, Italia y Francia. Su directo avasallante y el carisma de Bunbury –el resto no movía ni media uña sobre el escenario– arrimaron a miles de seguidores a un grupo que si algo era, era distinto. También en sus procederes, pues nunca abandonaron Zaragoza, toda una declaración de intenciones y carácter también. Pasaban todas las horas juntos, trabajando, eran un conjunto con la misma base y la misma perspectiva. Hasta que dejó de ser así.

El terruño te da raíces, pero no alas, y digamos que mientras Juan Valdivia (guitarra, Segovia, 1965), Joaquín Cardiel (bajo, Zaragoza, 1965) y Pedro Andreu (batería, Zaragoza, 1966) pensaban que sería así por los restos, Enrique Bunbury (Zaragoza, 1967) empezó a ver y asimilar y ansiar más mundo –y más y distinta música– y, aunque en un principio no importó, al final una banda no puede ser democrática demasiado tiempo. (Por Josu Lapresa)

Cuando Héroes del Silencio presentaron El espíritu del vino con Nuestros nombres, iniciaron un camino de endurecimiento de su sonido e imagen y, aquí sí, de perplejidad lírica –perplejidad del oyente, claro–. Aun así, todo –salvo el número excesivo de canciones– seguía bajo el control de Phil Manzanera. Cosa que no ocurrió con el definitivo Avalancha (1995), que sonaba menos directo y fresco de lo que acostumbraban, y mostraba la fractura del buque entre quienes querían ser Guns N’ Roses y quien no sabía qué quería ser. Y así, agrietados, dieron el adiós que en 2007 remediaron personal y –se supone– económicamente.

El tiempo transcurrido no ha sido especialmente generoso con ellos, pese a los continuos lanzamientos con los que su discográfica sigue explotando el legado del grupo hasta casi triplicar las grabaciones originales. Quizá por lo que decíamos al principio, ni unos (fans) ni otros (detractores) se bajan del burro, actitud muy española por otra parte y que, bien mirado, quizá sea la que más se ajuste al legado de un grupo que nunca admitió medias tintas."
1Enemigos de lo ajeno1.El Último de la Fila

"El grupo barcelonés se empeñó siempre en recorrer su propia senda. Resultaque al final ese camino llegó al respeto casi universal y a la eternidad tras una carrera impecable.

Manolo García y Quimi Portet no se ven muy a menudo, pero se les nota el cariño mutuo en cuanto se dan un abrazo en la cafetería barcelonesa donde han citado a Rolling Stone. Portet ha recorrido los 70 kilómetros desde Vic, donde nació y vive, acompañado de su hija de 19 años. García llega con la bolsa preparada para tomar el AVE hacia un concierto en la provincia de Valladolid. Es la primera entrevista que hacen sobre El Último de la Fila en más de cuatro años y la primera vez que se fotografían juntos desde el fin de uno de los grupos de mayor éxito del rock español.

Por sí sola, esa popularidad ya tendría un valor innegable, pero lo más sorprendente del dúo barcelonés es que lo hicieron a contracorriente, funcionando como un ente autónomo testarudo y diferente del resto: “Íbamos a la contra”, confirma García (1955): “Tuvimos muchas ofertas de publicidad y presiones para sacar un grandes éxitos o un directo, pero no quisimos. Teníamos un orgullo, si quieres, muy cerril, pero éramos así. Íbamos a nuestra bola”. Aún hoy, a casi 15 años de la disolución del proyecto, y con muchas de sus canciones implantadas en la memoria colectiva, se resisten a editar un recopilatorio que sería un éxito seguro. Tal vez la clave de esa obsesión por un camino propio venga de la larga travesía vivida hasta que El Último comenzó a funcionar: orquestas de fiestas de pueblo, grupos fugaces y otros no tanto, como Los Rápidos o Los Burros. Fue cuando Manolo García, batería metido a cantante al que Triana le cambió la vida, estaba en Los Rápidos, y Quimi Portet (guitarrista fan de progresivos catalanes como Maquina! y cantautores extraterrestres como Sisa) en Kul de Mandril, que ambos se conocieron. Era 1982 y la ocasión un poco glamouroso festival de quintos en un pueblo catalán.

“Fue un flechazo”, recuerda García: “El camerino era la parte trasera de un camión y desde allí vimos cómo Quimi tenía un martillo y una pila de platos y, entre canción y canción, destrozaba un plato”. “Para impresionar a las mujeres, imagino”, apostilla Portet (1957), quien también se acuerda de sus primeras sensaciones de García: “Éramos muy punks y Manolo iba hecho un cromo, era un mariscal punk con el pelo azul, pero nos fuimos a tomar una copa tras actuar ¡y se pidió un café con leche! Eso me impresionó positivamente”.

Ya con Portet, el grupo se cambió el nombre a Los Burros y grabó un elepé con Belter, un sello de la vieja escuela, en plena decadencia, que no supo qué hacer con ellos. “Publican el disco y nos comunican en una reunión muy estrambótica que somos un grupo especial y que la mejor promoción es no hacer promoción”, cuenta García: “Así que hicimos lo que hacen hoy los grupos indies: vender discos en los conciertos. Eso e ir tienda por tienda colocándolos. Así vendimos 4.000, teníamos una pequeña parroquia”.

Los Burros, gracias a canciones como Huesos o Mi novia se llamaba Ramón (“que fue himno de los gays de Barcelona”, apunta Portet), eran conocidos en el underground barcelonés y el madrileño, pero sus miembros se asomaban a la treintena y esa “pequeña parroquia” no daba para vivir, así que tras las inevitables deserciones Portet y García cambiaron de nombre y se vieron reducidos a dúo… con cómplice tecnológico: “Ahí se introdujo un importante elemento de modernidad”, señala Portet: “El Manolo tuvo la brillante idea de comprar un ocho pistas Fostex de cinta, y con él nos grabamos unas maquetas bien divertidas que fueron el principio de Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana [1985]”. “Esa máquina nos dio mucha autonomía, ya no dependíamos de un grupo ni de nadie”, remacha el cantante.

Mientras tanto, ambos seguían con trabajos alimenticios (Manolo diseñaba portadas, Quimi conducía una furgoneta de reparto), pero la música centraba sus vidas: “Salíamos de currar y directos al local de ensayo. Igual por la noche nos íbamos a tomar algo y a las 5 volvíamos al local”, apunta García.

Al año siguiente grabarían Enemigos de lo ajeno, disco elegido por esta revista hace tres años como el mejor del rock español, y en el que se consolidó el sonido de El Último de la Fila. “En Enemigos aún no teníamos presión, éramos suficientemente irresponsables para llevar nuestro pedo pero a la vez éramos muy serios, queríamos quitar lo superfluo y nos centramos en canciones redonditas como Aviones plateados o Insurrección”, cuenta Portet. Además, Manolo García había conseguido desarrollar una voz propia con inflexiones flamencas y morunas, algo casi único en el rock español del momento: “Yo había trabajado mucho tiempo en orquestas, imitando a los ídolos del momento, desde Georgie Dann a Miguel Ríos o Miguel Bosé. Pero ya en Los Burros me di cuenta de que necesitaba una singularidad y tiré hacia el lado de Triana”.

Tras Enemigos de lo ajeno, que vendió 250.000 copias, ambos dejaron sus trabajos (“un día me llamó Manolo y me dijo: ‘Quimi, no hace falta que vayas a trabajar mañana”) y su siguiente paso fue, cuanto menos, curioso: decidieron regrabar las mejores canciones de sus dos álbumes en el disco Nuevas mezclas: “Había sido tan precaria la grabación de los discos que nos daba pena que esas canciones que la gente coreaba en directo las tuvieran que escuchar tan mal grabadas”, dice García. Ambos coinciden en que hoy, 25 años después, prefieren las originales: “Me quedo con las primeras versiones por cuestiones subjetivas y emocionales”, cuenta Portet: “Pero nos entiendo perfectamente: queríamos que nuestros discos sonaran bien, alto”.

Desde el segundo álbum y hasta el final, con la excepción de Astronomía razonable (1993), El Último de la Fila se autoprodujeron, funcionando como un dúo puro y duro: “Estábamos los dos solos y en esa olla nadie más echaba nada. El potaje que salía era totalmente nuestro”, señala García. La magia resultante tenía mucho que ver con la diferencia de caracteres entre ambos. Sólo hace falta verles hablar: Portet, originario de la Cataluña profunda, salpica su torrencial discurso con continuas bromas; García, hijo de andaluces, es mucho más comedido y pensativo, además del que daba el callo desde la época de Los Burros como mánager in pectore del grupo, viajando hasta Madrid para pasear las maquetas por discográficas y entregarlas a periodistas afines, mientras Portet experimentaba con máquinas e instrumentos en el local.

Quimi Portet muestra su teoría: “Manolo tiene esa cosa de que, si quieres algo, hay que trabajar y esforzarse, mientras que yo soy un hedonista grecorromano y pienso que el tobogán del placer siempre lleva a algo bueno. Y esa combinación creaba una entidad especial, de dos personalidades espectacularmente diferentes”.

En 1990, convertidos en superestrellas que vendían cientos de miles de discos y llenaban plazas de toros, El Último dejó la independiente PDI y fichó con la multinacional EMI, que vio la posibilidad de repetir con ellos el éxito internacional de Héroes del Silencio. “Tras vernos actuar el director europeo de EMI nos comentó que éramos los siguientes, porque teníamos un gran potencial en nuestro sonido de mestizaje, más español, y nos presentó un plan de trabajo por todas las capitales europeas”, recuerda García. “Pero yo ahí me rajo un poco”, continúa Portet: “Ya teníamos bastante presión y no me vi con ganas de meterme en ese pollo. Ya empezaba a pensar en lo que hago ahora en solitario: quería hacer cosas en mi lengua y veía que eso de dos personas luchando contra todo tenía una caducidad”. El cantante estuvo de acuerdo: “A mí sí me ponía la idea de descubrir nuevos públicos, pero respeté la idea de Quimi porque éramos un equipo”.

Bichos raros, se permitieron el lujo de rechazar grabar la canción olímpica de Barcelona: “No éramos el grupo adecuado”, señala Manolo, y Quimi concuerda: “Era para gente con otros talentos, como Montserrat Caballé y Freddie Mercury, que fue espectacular, o Los Manolos, divertidísimo. Pensaron en nosotros como símbolo de la ciudad y eso lo valoramos y nos emocionó, pero estética y musicalmente no encajábamos”.

En 1993, El Último de la Fila graban Astronomía razonable, su disco más exitoso y el favorito de Portet (García se queda con Enemigos de lo ajeno). Curiosamente– y tal vez ahí resida la clave de su calidad –afirman que fue un álbum realizado sin presión. “Ahí estábamos, disfrutando mucho otra vez, tomando carajillos en el estudio de Peter Gabriel”, señala el guitarrista. “87 botellas de coñac en dos meses”, puntualiza García, “pero no entre los dos, ¿eh? Éramos 12 ó 13 personas”.

El día que salió se despacharon 100.000 unidades de Astronomía razonable (“un disparate”) y, finalmente, sobrepasó las 800.000. Con la separación de Mecano, no había otro grupo más grande en la música española del momento, pero el dúo encaró su siguiente trabajo, La rebelión de los hombres rana (1995) como un adiós: “Y es un disco de despedida genial, que cierra flecos”, opina Portet, el primero en sugerir que bajar el telón podía ser una buena idea. “Yo quería hacer las cosas como las hago ahora, con tranquilidad: tomarme un año para componer un disco”, explica. García, ducho en las metáforas gastronómicas, lo expresa con claridad: “No queríamos rebañar el plato más”.

Desde el 13 de enero de 1998, día en el que anunciaron su separación, no se puede decir que les haya ido mal: Portet suma ya ocho álbumes en catalán, libérrimos y con un punto surrealista, mientras que Manolo García ha conseguido establecerse como uno de los solistas de mayor éxito en España. Ninguno se plantea volver a juntarse, como no sea para hablar un rato. Torres más altas han caído, pero desde aquí apostaríamos a que, igual que rechazaron las tentaciones de la publicidad o del “grandes éxitos”, no lo van a hacer. Está en su ADN ir a la contra."
"El grupo barcelonés se empeñó siempre en recorrer su propia senda. Resultaque al final ese camino llegó al respeto casi universal y a la eternidad tras una carrera impecable.

Manolo García y Quimi Portet no se ven muy a menudo, pero se les nota el cariño mutuo en cuanto se dan un abrazo en la cafetería barcelonesa donde han citado a Rolling Stone. Portet ha recorrido los 70 kilómetros desde Vic, donde nació y vive, acompañado de su hija de 19 años. García llega con la bolsa preparada para tomar el AVE hacia un concierto en la provincia de Valladolid. Es la primera entrevista que hacen sobre El Último de la Fila en más de cuatro años y la primera vez que se fotografían juntos desde el fin de uno de los grupos de mayor éxito del rock español.

Por sí sola, esa popularidad ya tendría un valor innegable, pero lo más sorprendente del dúo barcelonés es que lo hicieron a contracorriente, funcionando como un ente autónomo testarudo y diferente del resto: “Íbamos a la contra”, confirma García (1955): “Tuvimos muchas ofertas de publicidad y presiones para sacar un grandes éxitos o un directo, pero no quisimos. Teníamos un orgullo, si quieres, muy cerril, pero éramos así. Íbamos a nuestra bola”. Aún hoy, a casi 15 años de la disolución del proyecto, y con muchas de sus canciones implantadas en la memoria colectiva, se resisten a editar un recopilatorio que sería un éxito seguro. Tal vez la clave de esa obsesión por un camino propio venga de la larga travesía vivida hasta que El Último comenzó a funcionar: orquestas de fiestas de pueblo, grupos fugaces y otros no tanto, como Los Rápidos o Los Burros. Fue cuando Manolo García, batería metido a cantante al que Triana le cambió la vida, estaba en Los Rápidos, y Quimi Portet (guitarrista fan de progresivos catalanes como Maquina! y cantautores extraterrestres como Sisa) en Kul de Mandril, que ambos se conocieron. Era 1982 y la ocasión un poco glamouroso festival de quintos en un pueblo catalán.

“Fue un flechazo”, recuerda García: “El camerino era la parte trasera de un camión y desde allí vimos cómo Quimi tenía un martillo y una pila de platos y, entre canción y canción, destrozaba un plato”. “Para impresionar a las mujeres, imagino”, apostilla Portet (1957), quien también se acuerda de sus primeras sensaciones de García: “Éramos muy punks y Manolo iba hecho un cromo, era un mariscal punk con el pelo azul, pero nos fuimos a tomar una copa tras actuar ¡y se pidió un café con leche! Eso me impresionó positivamente”.

Ya con Portet, el grupo se cambió el nombre a Los Burros y grabó un elepé con Belter, un sello de la vieja escuela, en plena decadencia, que no supo qué hacer con ellos. “Publican el disco y nos comunican en una reunión muy estrambótica que somos un grupo especial y que la mejor promoción es no hacer promoción”, cuenta García: “Así que hicimos lo que hacen hoy los grupos indies: vender discos en los conciertos. Eso e ir tienda por tienda colocándolos. Así vendimos 4.000, teníamos una pequeña parroquia”.

Los Burros, gracias a canciones como Huesos o Mi novia se llamaba Ramón (“que fue himno de los gays de Barcelona”, apunta Portet), eran conocidos en el underground barcelonés y el madrileño, pero sus miembros se asomaban a la treintena y esa “pequeña parroquia” no daba para vivir, así que tras las inevitables deserciones Portet y García cambiaron de nombre y se vieron reducidos a dúo… con cómplice tecnológico: “Ahí se introdujo un importante elemento de modernidad”, señala Portet: “El Manolo tuvo la brillante idea de comprar un ocho pistas Fostex de cinta, y con él nos grabamos unas maquetas bien divertidas que fueron el principio de Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana [1985]”. “Esa máquina nos dio mucha autonomía, ya no dependíamos de un grupo ni de nadie”, remacha el cantante.

Mientras tanto, ambos seguían con trabajos alimenticios (Manolo diseñaba portadas, Quimi conducía una furgoneta de reparto), pero la música centraba sus vidas: “Salíamos de currar y directos al local de ensayo. Igual por la noche nos íbamos a tomar algo y a las 5 volvíamos al local”, apunta García.

Al año siguiente grabarían Enemigos de lo ajeno, disco elegido por esta revista hace tres años como el mejor del rock español, y en el que se consolidó el sonido de El Último de la Fila. “En Enemigos aún no teníamos presión, éramos suficientemente irresponsables para llevar nuestro pedo pero a la vez éramos muy serios, queríamos quitar lo superfluo y nos centramos en canciones redonditas como Aviones plateados o Insurrección”, cuenta Portet. Además, Manolo García había conseguido desarrollar una voz propia con inflexiones flamencas y morunas, algo casi único en el rock español del momento: “Yo había trabajado mucho tiempo en orquestas, imitando a los ídolos del momento, desde Georgie Dann a Miguel Ríos o Miguel Bosé. Pero ya en Los Burros me di cuenta de que necesitaba una singularidad y tiré hacia el lado de Triana”.

Tras Enemigos de lo ajeno, que vendió 250.000 copias, ambos dejaron sus trabajos (“un día me llamó Manolo y me dijo: ‘Quimi, no hace falta que vayas a trabajar mañana”) y su siguiente paso fue, cuanto menos, curioso: decidieron regrabar las mejores canciones de sus dos álbumes en el disco Nuevas mezclas: “Había sido tan precaria la grabación de los discos que nos daba pena que esas canciones que la gente coreaba en directo las tuvieran que escuchar tan mal grabadas”, dice García. Ambos coinciden en que hoy, 25 años después, prefieren las originales: “Me quedo con las primeras versiones por cuestiones subjetivas y emocionales”, cuenta Portet: “Pero nos entiendo perfectamente: queríamos que nuestros discos sonaran bien, alto”.

Desde el segundo álbum y hasta el final, con la excepción de Astronomía razonable (1993), El Último de la Fila se autoprodujeron, funcionando como un dúo puro y duro: “Estábamos los dos solos y en esa olla nadie más echaba nada. El potaje que salía era totalmente nuestro”, señala García. La magia resultante tenía mucho que ver con la diferencia de caracteres entre ambos. Sólo hace falta verles hablar: Portet, originario de la Cataluña profunda, salpica su torrencial discurso con continuas bromas; García, hijo de andaluces, es mucho más comedido y pensativo, además del que daba el callo desde la época de Los Burros como mánager in pectore del grupo, viajando hasta Madrid para pasear las maquetas por discográficas y entregarlas a periodistas afines, mientras Portet experimentaba con máquinas e instrumentos en el local.

Quimi Portet muestra su teoría: “Manolo tiene esa cosa de que, si quieres algo, hay que trabajar y esforzarse, mientras que yo soy un hedonista grecorromano y pienso que el tobogán del placer siempre lleva a algo bueno. Y esa combinación creaba una entidad especial, de dos personalidades espectacularmente diferentes”.

En 1990, convertidos en superestrellas que vendían cientos de miles de discos y llenaban plazas de toros, El Último dejó la independiente PDI y fichó con la multinacional EMI, que vio la posibilidad de repetir con ellos el éxito internacional de Héroes del Silencio. “Tras vernos actuar el director europeo de EMI nos comentó que éramos los siguientes, porque teníamos un gran potencial en nuestro sonido de mestizaje, más español, y nos presentó un plan de trabajo por todas las capitales europeas”, recuerda García. “Pero yo ahí me rajo un poco”, continúa Portet: “Ya teníamos bastante presión y no me vi con ganas de meterme en ese pollo. Ya empezaba a pensar en lo que hago ahora en solitario: quería hacer cosas en mi lengua y veía que eso de dos personas luchando contra todo tenía una caducidad”. El cantante estuvo de acuerdo: “A mí sí me ponía la idea de descubrir nuevos públicos, pero respeté la idea de Quimi porque éramos un equipo”.

Bichos raros, se permitieron el lujo de rechazar grabar la canción olímpica de Barcelona: “No éramos el grupo adecuado”, señala Manolo, y Quimi concuerda: “Era para gente con otros talentos, como Montserrat Caballé y Freddie Mercury, que fue espectacular, o Los Manolos, divertidísimo. Pensaron en nosotros como símbolo de la ciudad y eso lo valoramos y nos emocionó, pero estética y musicalmente no encajábamos”.

En 1993, El Último de la Fila graban Astronomía razonable, su disco más exitoso y el favorito de Portet (García se queda con Enemigos de lo ajeno). Curiosamente– y tal vez ahí resida la clave de su calidad –afirman que fue un álbum realizado sin presión. “Ahí estábamos, disfrutando mucho otra vez, tomando carajillos en el estudio de Peter Gabriel”, señala el guitarrista. “87 botellas de coñac en dos meses”, puntualiza García, “pero no entre los dos, ¿eh? Éramos 12 ó 13 personas”.

El día que salió se despacharon 100.000 unidades de Astronomía razonable (“un disparate”) y, finalmente, sobrepasó las 800.000. Con la separación de Mecano, no había otro grupo más grande en la música española del momento, pero el dúo encaró su siguiente trabajo, La rebelión de los hombres rana (1995) como un adiós: “Y es un disco de despedida genial, que cierra flecos”, opina Portet, el primero en sugerir que bajar el telón podía ser una buena idea. “Yo quería hacer las cosas como las hago ahora, con tranquilidad: tomarme un año para componer un disco”, explica. García, ducho en las metáforas gastronómicas, lo expresa con claridad: “No queríamos rebañar el plato más”.

Desde el 13 de enero de 1998, día en el que anunciaron su separación, no se puede decir que les haya ido mal: Portet suma ya ocho álbumes en catalán, libérrimos y con un punto surrealista, mientras que Manolo García ha conseguido establecerse como uno de los solistas de mayor éxito en España. Ninguno se plantea volver a juntarse, como no sea para hablar un rato. Torres más altas han caído, pero desde aquí apostaríamos a que, igual que rechazaron las tentaciones de la publicidad o del “grandes éxitos”, no lo van a hacer. Está en su ADN ir a la contra."
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