El Rey Leopoldo de Bélgica en Urabá : una expedición a Santa María de Antigua del Darién en 1956 | La Red Cultural del Banco de la República
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El Rey Leopoldo de Bélgica en Urabá : una expedición a Santa María de Antigua del Darién en 1956


Autor: Steiner, Claudia

“¡Viva Bélgica y nuestro Congo!", fue la frase de despedida de Leopoldo III el día de su renuncia al trono en julio de 1951, cinco años antes de su visita a Turbo, cuando abdicó en favor de su hijo Balduino como consecuencia de su cuestionada actuación durante la segunda Guerra Mundial. Sin embargo, Leopoldo ya conocía a Colombia, país que había visitado por primera vez en 1952, cuando estuvo en la Costa Atlántica. Un segundo viaje lo realizó en 1954, de incógnito, aparentemente con la intención de visitar el Amazonas y las ruinas de San Agustín. Declaró entonces que su viaje era turístico, aunque tenía el propósito de realizar estudios arqueológicos e indigenistas. Vino con su segunda esposa, Liliane Baels, princesa de Réthy, con un primo y con el arqueólogo venezolano José M. Cruxent, quien anteriormente le había acompañado en una expedición a la hoya del Orinoco en Venezuela. En el año que nos interesa, 1956, el rey viajó vía Barranquilla y después se dirigió a Turbo. Entre su numerosa comitiva, que se desplazó en tres aviones, venían expertos en arqueología y en ciencias naturales y, de nuevo, el profesor Cruxent, de la Universidad de Caracas. A Turbo arribó posteriormente un helicóptero venezolano que trasladaría a los expedicionarios a los lugares de excavación, precisamente en Santa María de Antigua del Darién, la población fundada por Martín Fernández de Enciso en 1510.

La visita real produjo cierto despliegue sobre Urabá por parte de la prensa. El Colombiano (enero 23 de 1956), en editorial titulado "El año de Urabá", se refiere al progreso de la zona y señala: "La próxima visita del ex rey Leopoldo de Bélgica ha estimulado el entusiasmo por la región". Otro periodista del mismo diario escribió después (febrero 2 de 1956) una crónica sobre la historia del descubrimiento del golfo, que dedica "...con todo respeto a S.A.R. Leopoldo, ex rey de Bélgica, noble amigo de Colombia y primer turista de Urabá". La realidad, sin embargo, era otra. El municipio en el cual pernoctaría el noble expedicionario estaba bastante alejado de los progresos descritos por la prensa y carecía de los servicios de agua, alcantarillado y energía. La gente en Urabá también vivía los efectos de la Violencia, mientras entre sus bosques comenzaban a ser fundados pequeños pueblos con gentes que huían del interior del país. La carretera al mar apenas se acercaba tímidamente, a pesar de haber sido inaugurada un año antes de la visita del rey. Esta carretera, proyecto de Antioquia por llegar al golfo, también se había convertido en parte de la epopeya antioqueña de colonización del occidente. El banano aún no había aparecido allí como producto de exportación, ni se percibían señales de los cambios dramáticos que el cultivo traería a la región después de los años sesenta.

Se anunció que Leopoldo III y su séquito tomarían desde el 15 de enero todo el Hotel Urabá, sin hacer referencia a una expedición arqueológica y mencionando el deseo real de pasar una temporada de descanso a orillas del golfo, para estudiar a su vez la fauna y la flora de la región. El rey manifestó su interés en organizar un safari para la caza de tigres en la costa pacífica, y una dama de Medellín le envió un telegrama ofreciéndole en venta un raro ejemplar cazado en el occidente del país; según la prensa, el animal era conocido en las regiones selváticas como "la gran bestia", y tenía características de paquidermo y fuerte piel, casi a prueba de balas. Pero se sabe que la única muestra de fauna nativa que llevó consigo el rey a su regreso a Bélgica fueron dos conchas de armadillo obsequiadas por el dueño de un restaurante santandereano de Bogotá. Leopoldo estaba vivamente interesado en la comida típica y en la cultura colombiana. Le llamó la atención la costumbre que observó en sus recorridos de bautizar fincas y restaurantes con los nombres de Bélgica, Bruselas o Amberes. Con frecuencia mencionaba que el Darién le recordaba el paisaje del Congo y de la Polinesia.

En Turbo, el monarca tuvo el privilegio de figurar en el primer decreto expedido por el alcalde del municipio en 1956, por medio del cual se le declaró huésped de honor. Fotos suyas aparecieron en la prensa antioqueña, visitando la alcaldía y recorriendo la población. Un artículo de El Colombiano (febrero 1 de 1956) registra el catolicismo del ex rey, tal como fue visto por los habitantes de Turbo que asistieron ese domingo a la misa de seis: "...Sus ojos fijos en el oficiante, nada lo distrajo durante la misa de precepto. A la elevación dobló las rodillas e inclinó la cabeza con sincera unción. El público tomó atenta nota del recogimiento del ilustre huésped de Turbo y lo comentó con satisfacción. Por motivos conocidos, ese ejemplo hará aquí, a no dudarlo, mucho provecho." Los motivos tienen que ver, por supuesto, con la época de violencia que vivía el país.
 

En Santa María de Antigua

En cuanto a la expedición arqueológica, según lo anota el profesor Graciliano Arcila Vélez, quien ha llevado a cabo varias exploraciones en Santa María de Antigua, las investigaciones del rey Leopoldo fueron interrumpidas por orden del gobierno de Rojas Pinilla, veinte días después de haber sido iniciadas. A pesar de haber concedido permiso para llevar a cabo la expedición, la administración se vio presionada por los rumores acerca de una supuesta extracción de tesoros por parte del rey. Estos tesoros, sin embargo, parecen no haber existido. En ello concuerdan los arqueólogos y las publicaciones posteriores sobre la expedición, así como los funcionarios de la embajada de Bélgica en Bogotá, encargados de recibir al rey. Las piezas traídas por Leopoldo desde Urabá, principalmente restos de cerámica indígena y española, fueron llevadas en su mayoría al Museo Nacional. En Bélgica, en el Museo del Cincuentenario, se encuentran también fragmentos de la excavación. Existe igualmente consenso entre los arqueólogos en afirmar que la excavación se hizo sin utilizar las técnicas elementales para este tipo de trabajos. Arcila Vélez dice: "Se estaba buscando la ciudad con un criterio de monumentalidad que nunca tuvo, ya que sólo se trata de construcciones de madera y palma y, a no dudarlo, un poco de ladrillo cocido para el piso de algunas edificaciones..." En el informe final de la expedición, se asegura que fue posible verificar la ubicación exacta de Santa María y corregir anteriores testimonios. Sin embargo, tal verificación, según Arcila Vélez, ya habría sido hecha años antes por él mismo.

El rey, viajero incansable, arqueólogo, políglota, fotógrafo, visitante ilustre de Turbo y considerado como el más controvertido monarca de la historia belga, murió en septiembre de 1983, a la edad de 81 años. En el castillo de Laecken donde vivía, algún visitante colombiano recuerda el salón-estudio del rey donde fue recibido y en el que pudo observar, colgadas de las paredes, las fotos tomadas por Leopoldo III en el golfo de Urabá y, sobre su escritorio, el mapa de Santa María de Antigua. Casualmente, su hijo menor, el príncipe Alberto de Lieja, se enteró de la muerte del rey en Bogotá, donde se encontraba encabezando una misión económica de su país.
 

UN REY EN URABA

Raquel Miranda, inspirada bailarina de bullerengue y compositora de décimas, recuerda: "Cuando el rey Leopoldo llegó, unos decían que se acababa el mundo, otros corrían. Fue como cuando llegó el primer aeroplano a Turbo en 1932. La gente corría a esconderse porque no sabían donde estaban. Y le huíamos al avión, porque no sabíamos qué cosa era un avión. Cuando llegó el rey, la gente corría a hacerle homenaje, porque había llegado el dios del cielo. Se iba a acabar el mundo, era la terminación del mundo."

 

Fecha de publicación: viernes, 21 julio 2017
Fecha de última actualización: miércoles, 9 marzo 2022