Cromwell y la república

Hay pocos personajes tan poliédricos y controvertidos en la historia de Inglaterra como Oliver Cromwell. Hijo de una familia de la pequeña nobleza rural y puritano convencido, irrumpió en la historia de un modo un tanto inesperado cuando ya contaba con más de cuarenta años. Para entonces ya era miembro del Parlamento, pero su presencia había pasado sin pena ni gloria hasta que estallaron las violentas guerras civiles inglesas de mediado el siglo XVII que enfrentaron al monarca contra el Parlamento. Durante esos conflictos se demostró como un hábil general, lo que le llevó a dirigir personalmente el Nuevo Ejército Modelo, una hueste profesional y bien adiestrada que obedecía al Parlamento.

Fue uno de los que firmaron la sentencia de muerte del rey Carlos I y luego se convirtió en el hombre fuerte de la Commonwealth de Inglaterra, una república que duró apenas diez años. Guerreó en Irlanda y en Escocia para combatir a los católicos cosechando una victoria tras otra. En 1650 las islas británicas eran suyas. Poco después la república se convirtió en una dictadura con Cromwell a su cabeza. Adoptó el sobrenombre de Lord Protector y gobernó con mano de hierro hasta su muerte acaecida seis años más tarde. Fue enterrado con gran ceremonia en la Abadía de Westminster con los honores propios de un monarca. El protectorado lo heredó su hijo Richard, pero carecía de las dotes de mando de su padre por lo que fue pronto depuesto por otro general que unos meses más tarde reinstauró la monarquía en la persona de Carlos II. El rey ordenó que el cadáver de Cromwell fuese exhumado y sus restos ejecutados de forma simbólica. Le arrancaron la cabeza y la expusieron a la entrada del Parlamento.

A partir de ahí su figura pasó a ser objeto de acalorado debate entre historiadores y políticos. En el siglo XIX fue convertido en un héroe nacional por los intelectuales victorianos y se erigió una estatua frente al palacio de Westminster. Medio siglo más tarde se asimiló la figura de Cromwell a la de los dictadores del siglo XX. Para Churchill fue un dictador militar y para León Trotski un revolucionario de clase y para algunos autores un protofascista. Es un personaje complejo que vivió una época más compleja aún, por eso se seguirá debatiendo durante mucho tiempo sobre Oliver Cromwell. Hoy en La ContraHistoria vamos a conocerle más de cerca junto a Lorena Carrasco, que, como bien saben los contraescuchas, es una consumada experta de la historia del Reino Unido, y Alberto Garín.

Bibliografía:

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