MURO DE BERL�N Los or�genes: el Protocolo de Londres y la Conferencia de Potsdam

1945: El reparto de Alemania y Berl�n entre los Aliados

Casi un a�o antes de que terminara la Segunda Guerra Mundial, el 12 de septiembre de 1944, la mal llamada Comisi�n Consultiva Europea, formada por Gran Breta�a, la Uni�n Sovi�tica y los Estados Unidos, firm� el Protocolo de Londres, en el que se establec�a la divisi�n de Alemania en zonas de ocupaci�n en un territorio de Berl�n. Este territorio se equipara al Gran Berl�n, constituido de acuerdo con la ley sobre el municipio Berl�n, de 27 de abril de 1920. Esto supon�a una extensi�n de casi 880 kil�metros cuadrados, con una poblaci�n de 5.300.000 habitantes.

'El Protocolo de Londres determina que el territorio de Berl�n ser� conjuntamente ocupado por las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, Gran Breta�a y la URSS, y un Protocolo adicional, de 14 de noviembre del mismo a�o 1944, aclara que esa ocupaci�n se realiza "...para dirigir conjuntamente la administraci�n del territorio del Gran Berl�n. Todav�a hab�a de a�adirse un nuevo protocolo, de 26 de junio de 1945 -por pura casualidad, el mismo d�a que la Carta de Naciones Unidas dio Vida a la ONU, en San Francisco- aclarando que Francia participaba con igualdad de derechos en la "administraci�n conjunta del Gran Berl�n".

Divisi�n en dos sectores

El adjetivo conjunto de este protocolo, as� como el adverbio conjuntamente del anterior s�lo fueron una ficci�n. El Gran Berl�n qued� dividido en dos sectores: el occidental -ocupado por norteamericanos, brit�nicos y franceses- con 480 kil�metros cuadrados de extensi�n y 2.200.000 habitantes, y el sovi�tico, con 400 kil�metros cuadrados y 1.100.000 habitantes. Estos dos sectores no s�lo no tuvieron administraci�n conjunta, sino que acabaron dram�ticamente separados por el infamante muro de 1961. Por un mes de retraso, un mes de retraso pudo ser determinante en el desarrollo de los acontecimientos posteriores. El 30 de abril de 1945 Adolf Hitler se suicidaba en el b�nker de la Canciller�a. El 2 de mayo, Josip Vissarianovich Stalin anunciaba la conquista de Berl�n. 11 d�as despu�s, el general en jefe de la Administraci�n Militar Sovi�tica, mariscal Grigori Zukov, confirmaba en su cargo a los nuevos miembros del Ayuntamiento de Berl�n nombrados por el comandante sovi�tico de la ciudad, general Bersarin. Los elegidos tomaron posesi�n de su cargo en seis d�as.

Soldados sovi�ticos alzan su bandera en el hotel Adlon despu�s de la batalla de Berl�n, 1945./ BUNDESARCHIV.

Los aliados no llegaron a Berl�n hasta el 1 de junio y su instalaci�n se demor� hasta el 4 de julio. Los sovi�ticos se hab�an acomodado con el argumento de sus carros de combate, pero la presencia de los aliados se vio precedida por un engorroso intercambio de telegramas entre el presidente Harry S. Truman, el premier Winston Churchill y Stalin.

En Potsdam se dec�a que en tanto dure la ocupaci�n, toda Alemania ser� tratada como una unidad econ�mica

En las estipulaciones previas quedaba reflejado con claridad el libre acceso de las Fuerzas Aliadas "por v�a a�rea, terrestre y de ferrocarril a Berl�n". Y, para remachar esa libertad, la Conferencia de los Comandantes Supremos de las potencias de ocupaci�n -Berl�n, el 29 de junio de 1945- reconoc�a: "Se ha convenido que todo el tr�fico -aire, carretera, v�a f�rrea-estar� libre de controles fronterizos o del control por funcionarios de aduanas o por autoridades militares".

La verdad es que se intent� llevar a cabo la administraci�n conjunta, y se cre� para ello la IAMC (Comandancia Militar Interaliada), que se constituy� el 11 de julio de 1945. Pero un acontecimiento de �ndole superior paraliz� los primeros movimientos aparentemente bienintencionados: el 17 de julio se reun�an en Potsdam -una barriada de Berl�n- los Tres Grandes, Truman, Churchill y Stalin, para una cumbre en la que hab�a que certificar el final de la guerra y establecer normas para lo que iba a pasar en el mundo de all� en adelante. De momento, en Potsdam se dec�a que en tanto dure la ocupaci�n, toda Alemania ser� tratada como una unidad econ�mica". La cuesti�n parec�a enmarcada por dos ideas madre: Libertad de acceso a Berl�n y tratamiento de toda Alemania como una unidad econ�mica.

Winston Churchill, Harry S. Truman y Joseph Stalin durante su reuni�n en Potsdam, el 17 de julio de 1945.

La ca�da del Imperio del Sol Naciente

Para magnificar las resoluciones que se tomaran sobre la ocupaci�n se cre�, al margen de la Comandancia Militar, el Consejo Aliado de Control, con sede en Berl�n, que empez� a trabajar el 20 de agosto de 1945. Ese mes hab�an cambiado mucho las cosas en el mundo: la guerra hab�a terminado con la rendici�n de Jap�n, aunque el certificado oficial de su fin se demorase hasta el 5 de septiembre. Pero lo que hizo m�s complicado el cambio fuese fue la manera c�mo se dobleg� al Imperio del Sol Naciente: con la destrucci�n de Hiroshima y Nagasaki, por medio de un arma terrible, la Bomba A.

Panor�mica del efecto de la bomba at�mica que arras� Hiroshima y Nagasaki.

Los sovi�ticos controlaban la identidad y los equipajes de los militares

De modo que las resoluciones del Consejo Aliado de Control y de la Comandancia Militar fueron inexistentes, puesto que deb�an ser tomadas por unanimidad y esta era imposible, dadas las muy distintas maneras de pensar de los aliados y de los sovi�ticos. Nada de administraci�n conjunta. En su lugar, la realidad pura y dura: Berl�n Occidental y Berl�n Oriental. Las dos ideas madre del funcionamiento de Berl�n como un todo se vinieron estrepitosamente abajo en la primavera de 1948. El 20 de marzo los sovi�ticos abandonaron el Consejo de Control Aliado y el 16 de junio, la Comandancia Militar. El 22 los consejeros de Hacienda y Econom�a de las cuatro potencias ocupantes se enredaron en una fort�sima discusi�n sobre reformas econ�micas. Los sovi�ticos pretend�an que la moneda que se utilizase en el Gran Berl�n deber�a ser la misma que se utilizaba en el resto de la zona total de ocupaci�n sovi�tica, es decir, la Alemania Oriental.

Los occidentales se negaron y, adelant�ndose, lanzaron en Berl�n Occidental el marco del Bom/e Deutscber L�nder, el marco occidental sobre el que, muy poco despu�s, se iniciar�a el llamado milagro alem�n. Para entonces la "libertad de acceso a Berl�n" era menos que una broma. Los sovi�ticos controlaban la identidad y los equipajes de los viajeros occidentales, especialmente los militares; deten�an, a su conveniencia, los trenes; restringieron el env�o de paquetes postales y los permisos para la navegaci�n fluvial.

La respuesta sovi�tica

Ceremonia de inauguraci�n de la OTAN en Washington, abril de 1949.

A la circulaci�n del Deutsche Mar/e respondieron los sovi�ticos cortando la corriente el�ctrica y el suministro de carb�n a las zonas occidentales y el 24 de junio, con la excusa de unas reparaciones en los puentes sobre el Elba, la circulaci�n por autopista, ferrocarril y canales. Durante 48 horas, los occidentales debatieron la posibilidad de una demostraci�n de fuerza, pero 'el d�a 26 el presidente Truman orden� el abastecimiento de la ciudad por v�a a�rea, "hasta que se encuentre una soluci�n diplom�tica". El 28, 150 aviones aterrizaron en el aer�dromo de Tempelhof, transportando 400 toneladas de abastecimiento, el 30% de las necesidades de los sitiados. El 20 de julio, el nivel de transporte se hab�a elevado a 2.400 toneladas diarias, que muy poco despu�s se convirtieron en 4.500. La tenacidad de los occidentales mantuvo el puente a�reo. Los sovi�ticos levantaron el bloqueo el 12 de mayo de 1949. Se hab�an realizado 200.000 vuelos, con un total de m�s de 2.000.000 de toneladas de v�veres, carb�n y dem�s productos de primera necesidad. El alcalde de Berl�n Occidental, Ernst Reuter, pod�a presumir: "Desde la medianoche, las restricciones t�cnicas de las comunicaciones est�n abolidas. El intento de hacernos hincar la rodilla ha fracasado".

El nacimiento de la OTAN y la configuraci�n de la Rep�blica Federal de Alemania -ambos en 1949- contribuyeron a empeorar las relaciones del Este y el Oeste. Berl�n sigui� en las primeras p�ginas de los peri�dicos y, muy especialmente, en ocasiones violentas, como el levantamiento obrero de Berl�n. Este al final de primavera de 1953, cuando la muerte de Stalin despert� infundadas esperanzas en la poblaci�n proletaria.

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