COMERCIO DE BACALAO Y POLÍTICA PESQUERA EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII
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TRABAJO FIN DE MÁSTER

COMERCIO DE BACALAO Y POLÍTICA PESQUERA EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII

AUTOR

JESÚS FRANCISCO FLORES GALVEZ

DIRECTORES

JESÚS ASTIGARRAGA GOENAGA, JAVIER USOZ OTAL

FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS

MÁSTER EN INVESTIGACIÓN Y ESTUDIOS AVANZADOS EN HISTORIA 2020

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3 Resumen: La Edad Moderna es el marco temporal en el que se incorporan a la dieta europea muchos productos alimenticios. El bacalao es una especie de pez que, aunque se puede encontrar en aguas tanto del océano Pacífico como del Atlántico, es en este último donde se ubica la explotación objeto de este trabajo. El Gadus Morhua es típico del Atlántico Norte, pero no es la única especie de bacalao en estas aguas. La dieta española había incluido varias especies de peces, pero en el siglo XVIII el bacalao era el rey. Este consumo está detrás de una industria que tiene como protagonistas a los pescadores y comerciantes ingleses, aprovechando las características que España ofrecía como productora de vino y otros productos agrícolas muy apreciados en la isla, además de moneda de plata también apreciada como forma de pago. La relación comercial debida al bacalao entre estas naciones era dinámica incluso cuando se encontraron en guerra. La balanza comercial con Inglaterra era percibida como negativa en los círculos Ilustrados y el candidato señalado como culpable de esta situación fue el Bacalao seco salado. Esta dependencia incentivó la creación de algunas compañías de pesca respaldadas por el estado.

Abstract: The Modern Age was a time which saw the introduction of many food products into the European diet. Although cod is a species of fish which is found in both the Pacific ocean and the Atlantic ocean, it is the latter in which this study is based. The Gadus Morhua species which is found predominantly in the Northern Atlantic is not the only species of cod in these waters.

The Spanish diet has long since included a variety of species of fish however in the 18th century cod featured the most. This demand for salt cod provided a booming industry where the main operaters were English fishermen and fish merchants who exchanged their produce for Spanish food staples which were prized back in England even though silver was largely accepted as payment. The comercial link through cod between the two nations was significant even during times of war. The imbalance of payment with England for salt cod was regarded by the Spanish as unfair and this dependancy was widely criticised by the great enlightenment thinkers.

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Contenido

1 INTRODUCCIÓN ... 5

1.1 Justificación: ... 7

1.2 Estado de la cuestión: ... 8

1.3 Objetivos y metodología aplicada: ... 13

2 CÓMO FUNCIONA EL COMERCIO DE BACALAO ... 14

3 EL COMERCIO DE BACALAO ENTRE INGLATERRA Y ESPAÑA. ... 20

4 POLÍTICAS PÚBLICAS PARA EL FOMENTO DE LA PESCA EN ESPAÑA ... 28

5 LA VISIÓN DE LOS ILUSTRADOS SOBRE LA PESCA ... 41

CONCLUSIÓN ... 51

6 BIBLIOGRAFÍA ... 54

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1 INTRODUCCIÓN

En los últimos meses la sociedad europea ha estado expuesta a informaciones sobre las consecuencias que la salida del Reino Unido de la Unión Europea tendría para las naciones con industria pesquera, debido a que posiblemente se vea obligada a dejar de faenar en aguas comprendidas dentro de las 200 millas de la costa británica. Por otro lado, a los consumidores británicos les preocupa el tema de las frutas y verduras que obtienen del comercio con España y Holanda, o si a partir del año próximo verán más bacalao en lugar de abadejo en sus fish and chips, sin tener en cuenta lo que su gobierno tendrá que comprometer en términos económicos para conseguirlo. De modo semejante, las expectativas de los pescadores franceses de la vertiente atlántica, de cara a conservar el derecho a pescar en aguas británicas, han sido abrazadas por el gobierno de París como una lucha patriótica que conllevará más sacrificios que beneficios.

Por otra parte, la pandemia que estamos padeciendo ha puesto en evidencia el desabastecimiento de equipos y bienes de primera necesidad, y se recrimina a las grandes industrias nacionales de capital privado su partida décadas atrás a países que ofrecen fabricar esos productos a menores costes.

Si hemos recurrido al presente, a la hora de iniciar un trabajo que versa del pasado, se debe a las semejanzas que cabe apreciar entre la actualidad y lo que sucedió en Europa siglos atrás. España y Portugal son ejemplos del abandono de sus industrias pesqueras punteras en el siglo XVI, para pasar a ser importadores de pescado seco salado durante los siguientes tres siglos, francés, durante el siglo XVII, e inglés, principalmente, en los siglos XVIII y XIX. El bacalao de Norteamérica se consumió en grandes cantidades en España durante toda la modernidad, por lo que se ha llegado a considerar que la industria pesquera de bacalao en Inglaterra, a partir de la segunda mitad del siglo XVI, es resultado directo de esa demanda ibérica (Janzen, 1996; Kurlansky, 1997).

Fueron muchos siglos de negligencia por parte de la Monarquía española con respecto a las pesquerías de altura. Hasta la segunda década del siglo XX los barcos no volverían a faenar en los caladeros de Norteamérica, si bien aportando cantidades limitadas de bacalao al mercado español (Espido Bello y Giráldez Rivero, 2015). Nunca dejó de estar presente en la memoria colectiva el glorioso pasado en el que los barcos pesqueros partían

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6 de los puertos de la cortina cantábrica en dirección al norte y regresaban con bacalao o ballena. Un pasado cuya lejanía en el tiempo hizo que, cuando los proyectistas ilustrados elaboran sus planes para poner en marcha la pesca de altura, una de sus preocupaciones era conseguir pescadores expertos en la cura del bacalao y en el procesado de la grasa de ballena, pues esas artes se habían perdido en la península.

La explotación de una especie en un área concreta en la costa este de América del Norte, llevada a cabo por un grupo de pescadores y comerciantes del sur de Inglaterra, para satisfacer la demanda del mercado español, año tras año, durante varios siglos a cambio de vino, definió las relaciones comerciales entre esos dos reinos, e incluso dio nombre al tipo de navío que desde el país productor de vino emprendía el viaje cada verano a las aguas de Terranova para comprar el bacalao seco salado y pagarlo con “vino de saca”. La relación entre el vino y el bacalao se observa también en el nombre dado a un tipo de procesado o cura de bacalao conocido como el Madeira Cure al ser objeto de intercambio por vino de Madeira, originalmente. Para Peter Pope, este comercio multilateral tiene su lectura en el análisis económico de la “corriente de bienes”, la fluidez con la que se acuerdan las transacciones entre un producto y otro de acuerdo con la demanda interna en cada región europea en la que un producto del que se carece. (Pope, 2004, p.91).

En el siglo XVIII los pensadores Ilustrados, por un lado, y las autoridades, por el otro, así como frecuentemente, al alimón, consideraron que había que hacer algo con respecto a la importación de pescado salado que se había convertido en un problema para la balanza comercial con Inglaterra, reino que controlaba el comercio de bacalao. Para Martínez Shaw y otros autores, una razón fundamental era de tipo militar, ya que, al no contar con una industria pesquera propiamente de altura, el Estado no tenía manera de entrenar a la marinería necesaria para la marina de guerra y la marina mercante.

En definitiva, conforme a la problemática sugerida anteriormente, en el presente trabajo se pretende ofrecer una visión acerca de la importancia comercial del bacalao, su consumo y la valoración dada por los países consumidores del sur de Europa, contando con las investigaciones y la documentación a las que hemos podido acceder, dadas las limitaciones impuestas por la actual pandemia, en términos de confinamientos domiciliarios y geográficos, así como de restricciones severas en el contacto con otros investigadores y con los tutores de este trabajo, dificultades a las que se ha sumado mi residencia habitual en una localidad inglesa.

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1.1 Justificación:

La situación política, económica y de sobreexplotación de los recursos naturales en Europa y el mundo es alarmante y no se ve una mejoría en el corto o mediano plazo así que es fundamental que los científicos sociales realicen análisis de las experiencias previas y las acciones y actitudes del pasado de cómo las naciones se comportaron provocando crisis, pero también de cómo se enfrentaron a ellas y fueron superados los problemas.

El aumento del consumo de ciertas especies por parte de la sociedad europea dio lugar a una mayor rivalidad entre las naciones, que durante el siglo XVIII se enfrentaron bélica y diplomáticamente, e incentivó una mayor explotación, al aplicarse las mejoras tecnológicas del momento. La tecnología de pesca no había sufrido cambio importante en un milenio, sin embargo, durante el mencionado periodo se introdujeron innovaciones que, a la postre, provocarían la sobreexplotación del bacalao del Atlántico Norte.

La relación entre dos vienes en concreto ilustra bastante bien la situación. Por un lado, el Gadus Morhua, o bacalao del Atlántico Norte. Por el otro, el vino Ibérico. Como hipótesis de trabajo, se expone la doble necesidad de intercambio tanto para los ingleses, grandes consumidores de vino, como para los españoles, en cuya dieta el bacalao era fundamental. Mientras que para los ingleses el vino era un producto suntuario, para los españoles del siglo XVIII el bacalao era un alimento básico y, por lo tanto, motivo de preocupación para el gobierno y los intelectuales que se dan a la tarea de buscar alternativas, analizar, identificar y proyectar la posible solución a esa dañina dependencia del bacalao extranjero.

El profesor Innis en su búsqueda de pistas para explicar la situación económica de Canadá en la posguerra, analiza diferentes productos de exportación y entre ellos figura el bacalao. Canadá en los años treinta del siglo XX era una nación exportadora de recursos naturales y demasiado dependiente de las importaciones de productos acabados de los Estados Unidos. La situación política con respecto a la economía canadiense era tensa, por lo que aquí encontramos una semejanza con la situación en España durante el siglo XVIII y el malestar de los economistas por las importaciones inglesas. En el prefacio a la edición de su estudio sobre el bacalao, Innis indica que la importancia de un alimento básico se refleja en la documentación que genera, así como que dicha importancia se puede ver exagerada o minimizada, según se sea importador o productor de dicho bien (Innis, 1954).

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1.2 Estado de la cuestión:

La investigación en torno a la pesca y la comercialización del bacalao en las aguas de Norteamérica (Isla de Terranova, costa de Labrador, costa de Massachusetts, etc.) cuenta con grandes trabajos generales de posguerra durante los años veinte del siglo XX, hasta llegar a la obra clásica del historiador económico canadiense Harold Adams Innis, The Cod Fisheries:

The History of an-International Economy. Un trabajo que profundiza en varias temáticas, que incluyen tanto la explotación pesquera en las aguas norteamericanas por parte de pescadores europeos, como el transporte y la comercialización del producto ya procesado a las diferentes naciones europeas consumidoras. Esta amplia investigación toma en cuenta a todos los participantes europeos en las pesquerías, tanto en la pesca propiamente dicha, como en la comercialización del producto, fuera realizada por los mismos pescadores, fuera la que desempeñaron los comerciantes desde Terranova a Europa.

Otra obra sobre el bacalao realizada por Innis viene a complementar su trabajo sobre política económica en el Canadá y que le llevará a proponer una teoría sobre productos básicos o Staple Theory que le ayuda a explicar el desarrollo económico de naciones como Canadá con grandes extensiones de territorio con recursos naturales y por lo tanto divergente a las vías de desarrollo transitadas por los países europeos con territorios más pequeños y con menores recursos aún por explotar.

Los trabajos más representativos del tercer cuarto del siglo XX sobre las pesquerías europeas en las aguas del este de Canadá corresponden a dos historiadoras. Una es la inglesa Selma Barkham quien a partir de la década de los setenta se dedica a estudiar los archivos de las regiones vascas a uno y otro lado del Pirineo. Sus trabajos se han caracterizado por su ardua labor en los archivos de varios países europeos involucrados en las pesquerías del bacalao, su comercialización y consumo, particularmente en las aguas del Canadá, desde la exploración llevada a cabo por el italiano Juan Caboto. En ese cometido de desentrañar los archivos vascos se unirá décadas después a su madre el historiador Michael Barkham. Hasta la muerte de Selma en mayo 2020, madre e hijo realizarán investigaciones de prestigio.

La otra investigadora de referencia es la canadiense Rosemary Ommer1, cuyo trabajo, de perfil económico, estudia las pesquerías canadienses y las relaciones comerciales con las

1 From outpost to outport: A Structural Análisis of the Jersey-Gaspé Cod Fishery, 1767-1886.

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9 islas del canal de la Mancha y sus conexiones con la región vascofrancesa en el siglo XVIII época de continuas guerras que propiciaron el contrabando de bacalao seco inglés hacia Francia y España.

Los trabajos de estos tres académicos representan la base sobre la que se asientan los escritos de una generación posterior de investigadores preocupados en enriquecer el conocimiento sobre el bacalao seco salado, modificando con sus contribuciones lo que hasta ese momento parecía evidente, como puede ser el caso del acceso a la sal y su relación directa con la producción de un pescado salado, pero blando, típico del gusto francés o de un bacalao salado y duro como la piedra, muy del gusto de los españoles, portugueses y sus islas del Atlántico, así como de los italianos. El caso de los vascos y portugueses y su presencia en Terranova anterior a Juan Caboto, para lo cual no hay evidencia histórica, aunque no se descarte la arqueológica en excavaciones contemporáneas que lleven hacia atrás en el tiempo la fecha de llegada tanto de vascos como de portugueses, con lo cual la presencia portuguesa se data para 1506 y para los vascos de 1527 (Sierra Nava, 1998).

Así tenemos que desde finales de los años setenta trabajos han sido elaborados con esa finalidad, pero es a partir de los noventa del siglo veinte que se constata un impulso a nivel europeo y americano por sacar a la luz ese pasado teniendo a las instituciones canadienses y estadounidenses al frente de la tarea, pero desde inicios del nuevo milenio la investigación por parte de instituciones europeas se ha visto multiplicada. Para el caso peninsular son los portugueses, vascos y gallegos los que más interés han mostrado por el tema, sin olvidar por supuesto a valencianos, catalanes y andaluces.

El conocimiento sobre las pesquerías, el comercio y el consumo de bacalao en la España moderna ha sido abordado por un gran número de investigaciones con respaldo de instituciones especialmente las ubicadas en la cortina cantábrica y algunas en la vertiente mediterránea las cuales han convocado congresos nacionales e internacionales, a fin de promover los estudios marítimos y de poner a las personas que se dedican a estos temas en contacto directo.

Para el caso de la demanda y el transporte en la España moderna los artículos de Regina Grafe2 resultan esenciales. Analiza la autora la situación del mercado en España

2“Popish Habits vs. Nutritional Need: Fasting and Fish Consumption in Iberia in the Early Modern Period”,

“Polycentric States: The Spanish Reigns and the Failures of Mercantilism”, y especialmente su obra Distant Tiranny: Markets, Power and Backwardness in Spain, 1650-1800.

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10 durante los siglos XVI y XVII, así como el sistema fiscal en busca de datos que expliquen el particular sistema operado por la monarquía que ha supuesto para muchos investigadores un sistema fallido pero que para Grafe no lo es tanto, ella defiende la operatividad de este sistema a pesar de sus deficiencias.

Los escritos y obras de personajes ilustrados como son Antonio Sáñez Reguard, Jerónimo de Uztáriz, Pedro Rodríguez de Campomanes, Bernardo de Ulloa, por mencionar algunos, evidencian la importancia que tenía el consumo de pescado extranjero en la España del siglo XVIII. Preocupaba la dependencia exterior de un alimento que se había convertido en básico en la dieta española, pero que además aportaba proteína, era económico y fácil de preservar por largos periodos de tiempo.

Luego, tenemos escritos de carácter histórico elaborados mediante la consulta de archivos conservados en los principales puertos españoles de llegada del bacalao seco salado.

Así, la obra sobre comercio del historiador Román Basurto Larrañaga, Comercio y burguesía mercantil de Bilbao en la segunda mitad del siglo XVIII, publicada en 1983, da cuenta de este hecho. Otras publicaciones que vienen a complementar los hallazgos del profesor Basurto son los ensayos de Santiago Piquero y Ernesto López3, enfocados en el siglo XVIII. Por último, también para el siglo XVIII, Aingeru Zabala Uriarte4 escribe sobre la interacción entre los proveedores de bacalao salado de Terranova y los comerciantes de Bilbao.

La historiadora Caroline Ménard en su tesis de doctorado titulada “La pesca gallega en Terranova, ss. XVI-XVIII”, nos acerca a la experiencia de la pesca del bacalao en las aguas alrededor de esa isla cuando los españoles dominaban el sector en su totalidad durante la mayor parte del siglo XVI, pasando por la época de conflictos directos con los franceses por una porción de las mejores zonas de pesca en América, así como por la guerra de precios en la península ibérica, hasta llegar al siglo XVIII, durante el cual los viajes a Terranova para pescar son meramente testimoniales desde la primera década del siglo citado para ser prácticamente inexistente a partir de la firma del tratado de Utrecht.

En todo caso, en este punto hay que decir que, aunque no hay barcos de esta nacionalidad pescando, sí había pescadores vascos en barcos franceses. Cuando se habla de la ausencia tanto de pescadores y embarcaciones pesqueras españolas en las aguas de

3 “New Evidence for the Price of Cod in Spain: The Basque Country, 1560-1900”, “The Spanish Basque Country in Global Trade Networks in the Eighteenth Century”, y, “No sólo pescado y harina a cambio de oro. Vascos en el comercio con los Estados Unidos durante el siglo XVIII”,

4 Mundo urbano y actividad mercantil Bilbao 1700-1810.

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11 Terranova durante el siglo XVIII, es preciso abordar las relaciones entre vascos a uno y otro lado de la frontera, los llamados “vascos peninsulares” y los “vascos franceses”, porque esta población transfronteriza mantenía relaciones laborales, comerciales y de inversión, investigadas por los Barkham5. La ausencia de vascos peninsulares en la pesca de bacalao no quiere decir la ausencia de vascos en las aguas de Norteamérica incluso durante los siglos XVII y XVIII, y como bien lo explican Castro6, y Julián de Zulueta7, ya que los balleneros vascos se dirigían anualmente a las costas del actual Canadá y Groenlandia para cazar ballenas.

Las investigaciones producidas en España sobre la pesca tanto en las costas nacionales como en las aguas africanas y americanas han sido realizadas principalmente por Carlos Martínez Shaw, quien ha dedicado varios escritos a la época moderna, con carácter general, y al siglo XVIII, en particular, aportando valiosos análisis del comercio marítimo europeo, las pesquerías gallegas, valencianas, andaluzas y, sobre todo, catalanas, por la complejidad de las actividades realizadas, no solo en la pesca en sí, sino también en la inversión y la innovación en las que se vieron involucrados los catalanes, a nivel peninsular.

Otro estudioso de la pesca en España en la época moderna es Roberto Fernández Díaz, quien, en colaboración con el profesor Martínez Shaw, ha trabajado ampliamente en la pesca en España en la segunda mitad del siglo XVIII, trazando el panorama general de la situación en que se encontraba el sector pesquero en cuanto a número de embarcaciones, número de individuos disponibles y las zonas con mayor actividad pesquera, dedicadas a una o varias especies y a su procesado. Temas y temporalidad similares son tratados por un ensayo reciente obra del profesor Ernesto López Loza8, con la novedad de que toca el tema de la participación del estado.

Especialmente útiles son también los trabajos del profesor Juan Manuel Santana Pérez9, quien ha investigado las pesquerías canarias y la actividad pesquera en el banco sahariano, relacionando la Ilustración en la península con los ilustrados canarios como Viera y Clavijo, las sociedades económicas canarias y sus mutuas preocupaciones por el tema de las importaciones de pescado salado inglés. El mercado canario era de importancia

5 “The Arriolas of Urazandi: Maritime Enterprise in Vizcaya and Guipúzcoa (c. 1540- c. 1630)”.

6 “The Basque Seal Trade with Labrador in the Seventeenth Century”.

7“The Basque Whalers: The Source of Their Succes”.

8 “El Estado, la Marina y el sector pesquero en España durante los siglos XVIII y XIX”.

9Ilustración canaria y pesca en el litoral y “La Matrícula de Mar y el banco sahariano”.

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12 primordial para los comerciantes ingleses ya que a cambio de bacalao salado obtenían vino del archipiélago.

La literatura disponible para conocer la visión de los economistas e intelectuales ilustrados sobre la pesca, así como de las políticas públicas llevadas a cabo en el siglo XVIII con respecto a la pesca, es obra fundamentalmente de Carlos Martínez Shaw10. Autor prolífico que para el tema tratado aquí resulta de referencia como modernista, conocedor de los teóricos de la Ilustración española y la historia marítima europea.

En cuanto a la bibliografía utilizada en este trabajo para conocer los aspectos jurídicos y económicos contamos con los trabajos de Carlos Antonio Garriga Acosta11; la obra de Ana María Rivera Medina12, sobre el marco jurídico para legislar todas las actividades sociales.

Saliendo del ámbito Ibérico son los británicos, franceses, holandeses y escandinavos los que más trabajos publican sobre el bacalao y las pesquerías en Europa, frecuentemente en inglés y en francés.13 Algunas revistas científicas electrónicas de temática marítima de los ámbitos francófonos o anglófonos permiten la publicación de artículos en castellano o portugués. Al parecer el que un tema como el de la pesca de bacalao y su comercio haya sido una empresa multinacional y que la documentación generada se encuentre en diferentes lenguas posibilita esta convergencia.

La presencia más antigua de pescadores de la premodernidad en aguas americanas está disputada por portugueses, vascos, franceses e ingleses. Los portugueses aseguran tener una tradición de haber pescado desde antes de 1492, mientras los vascos la establecen para antes de 1497. Ninguna de estas reclamaciones se sustenta en base a documentación histórica, aunque no falten trabajos que de manera explícita así lo señalen como Studnicki- Gizbert para el caso portugués y Kurlansky para el vasco. Según Kurlansky los pescadores vascos conocieron y explotaron los bancos de bacalao de Terranova, pero no lo dieron a conocer y mucho menos pretendieron reclamar el territorio, para cuando las otras naciones

10“La pesca en los economistas españoles del siglo XVIII”, “La renovación de la pesca española en el siglo XVIII”, “Las reflexiones de Campomanes sobre la pesca en América”, y, “La pesca en la Cataluña del siglo XVIII”.

11 “La Ilustración jurídica”.

12 “Marco jurídico y actividad pesquera en Vizcaya (siglos XV al XVIII)”.

13 Es necesario hacer notar que la lengua en que se escriben las investigaciones sobre pesca es mayoritariamente el inglés, pero también encontraremos muchas en francés. El que la isla de Terranova se encuentre en la costa este de Canadá cerca de la zona franco parlante posibilita que muchos investigadores publiquen en ambas lenguas sus investigaciones.

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13 iniciaron la explotación de los caladeros americanos los vascos a pesar de haber perdido su secreto ahora reemergerían entonces como proveedores dominantes (Kurlansky, 1997).

1.3 Objetivos y metodología aplicada:

El presente trabajo se enmarca en cuestiones tan diversas como las siguientes: la participación de la Monarquía española en la búsqueda de una solución a la importación de pescado seco inglés; las políticas llevadas a cabo para paliar la dependencia extranjera de pescado seco salado; la opinión de los Intelectuales ilustrados sobre el consumo de bacalao seco salado en la sociedad española; las posibles consecuencias socioeconómicas de la importación de bacalao a cambio de vino y otros productos agrícolas españoles; e incluso, el posible papel de los preceptos religiosos en la demanda de bacalao seco salado.

Todo ello, teniendo presente que las sociedades a las que pertenecían los individuos involucrados en la pesca, comercialización y consumo del bacalao seco salado de Terranova pertenecían a un sistema cultural más grande que englobaba gustos, creencias y aptitudes similares, pero que diferían también en algunos puntos. El bacalao seco salado en el siglo XVIII era poco consumido entre la sociedad inglesa, mientras que en España era una de las principales fuentes de proteína animal disponible.

Por otra parte, Terranova comienza a ser habitada de manera permanente en el siglo XVIII y necesita abastecerse de todo desde el exterior, porque dicha isla no produce nada. La evidencia arqueológica es clara en cuanto al consumo de vino español, debido a las grandes cantidades de tiestos de garrafas localizadas, evidencia material que ha dado forma a escritos históricos que, junto con la literatura secundaria abundante para este tema en particular, representan el material a estudiar para conocer y analizar esta problemática histórica. (Pope, 2004).

A estas preguntas se intentará responder mediante la revisión de la literatura sobre el tema que en los últimos años ha ganado relevancia entre los investigadores tanto europeos como americanos y se han planteado explicaciones ambiciosas, gracias también a los resultados obtenidos por ciencias como la arqueología, la arqueología subacuática, la arqueología histórica, la biología, la economía y por supuesto el trabajo en archivos europeos. Una obra que refleja esta interdisciplinariedad de manera fructífera es Fish into Wine del antropólogo e historiador Peter E. Pope quien ha dirigido excavaciones

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14 arqueológicas en Terranova en las cuales se ha podido registrar evidencia de asentamientos europeos (Pope, 2004).

2 CÓMO FUNCIONA EL COMERCIO DE BACALAO

David J. Starkey en su artículo Development of fishing fleet in the North Atlantic, describe la importancia del comercio como un paso realizado en la historia y que encapsula los tres principales factores que interactúan para dar forma al desarrollo de las flotas pesqueras en el Atlántico Norte. Primero, la demanda; segundo, la habilidad humana para procesar y comercializar el producto; tercero, las especies mismas disponibles y aprovechables que se reducen a dos tipos en el Mar del Norte, las pelágicas como el arenque, y las demersales a la que pertenece el bacalao. Precisamente es el Atlántico Norte donde se desarrollan las pesquerías que vinculan a España como consumidora principal del bacalao (Gadus Morhua) y a las islas británicas y sus posesiones en América del norte pescando, procesando y comercializando el bacalao seco salado (Starkey, 2017).

Hay que destacar la importancia de la técnica del procesado de las capturas que hace a un producto especial e irremplazable. Fagan nos habla del proccesing standards para el caso del arenque procesado en el Mar Báltico por los suecos y daneses, con el tiempo esta manera de curar el pescado se introduce en otras áreas como Inglaterra en el Mar del Norte y el proceso se generaliza, dando lugar a una transferencia de conocimiento para una mejor preservación (Fagan, 2017). En el caso de la cura del bacalao pasa lo mismo. Para mediados de la época moderna había varias maneras de curar el bacalao, pero una en especial era la que proporcionaba los mejores precios en los mercados del sur de Europa y a esa manera de curar se aplican los pescadores de Escocia, Inglaterra, Noruega e Islandia con lo que el proceso se generaliza y lleva a una especialización (Goodland, 2017).

Fueron los comerciantes de Bristol en el sur de Inglaterra quienes desarrollan el comercio inglés de bacalao (Gadus Morhua) salado del Mar del Norte, también fueron ellos los inversores detrás de la expedición de Juan Caboto, descubridor de la isla de Terranova a finales del siglo XV, y serán ellos los que participen en la pesca y comercio del bacalao seco salado tanto para abastecer al mercado inglés -especialmente la demanda de la flota de guerra- como la del más importante mercado del sur de Europa.

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15 Siguiendo a Engerman, el objetivo de las naciones europeas venía siendo desde 1500 el de limitar las importaciones de países extranjeros, impulsar la producción doméstica e incrementar las exportaciones hacia otros países. Este mercantilismo es una máquina bien engrasada para inicios del siglo XVIII y lo que se consigue es “incentivar el propio crecimiento económico mientras se reduce el de los demás” (Engerman, 2017, p. 468).

En el siglo XVIII el comercio de bacalao seco salado estaba bien establecido tanto en Europa como en América, siendo los países católicos del sur de Europa y sus islas atlánticas - Islas Canarias y las Azores-, así como en las islas esclavistas del Caribe, los principales mercados abastecidos por los británicos, quienes en este momento están desplazando a los franceses de estos mercados de consumo de pescado en general y de bacalao en particular.

Tradicionalmente habían sido los franceses, durante los dos siglos precedentes, quienes habían concentrado la mayor flota pesquera en las aguas de Terranova y dominaban el mercado del bacalao en las naciones mediterráneas, incluyendo a la propia Francia gran consumidora, tanto de la cura ‘seca’ como de la `húmeda’. Pero el apetito de las naciones ibéricas por el bacalao seco salado dejaba espacio de mercado para otras naciones proveedoras, como Inglaterra su más cercana competidora, los Países Bajos, en calidad de intermediarios aprovechando su flota mercante y transportando bacalao a las islas Azores y las Canarias, y también Escocia, que se aventura entonces en la pesca en Terranova.

Finalmente, cuando el siglo de las luces está terminando, también se consume en España pescado de Noruega y los Estados Unidos.

En 1713, como consecuencia de la guerra de sucesión española, los ingleses consiguieron las condiciones favorables para hacerse con el dominio del mercado del consumo de bacalao en España y Portugal, desplazando definitivamente a Francia. El bacalao seco salado del gusto del consumidor español aparece en las fuentes con dos procedencias, ambos en la costa este de Norteamérica, cuales son Terranova y Nueva Inglaterra. La primera domina el mercado peninsular, a excepción de la costa cantábrica donde es preferido el de Nueva Inglaterra durante casi todo el siglo XVIII, bacalao que tiene mayor cuota de mercado en las plantaciones esclavistas productoras de azúcar en el Caribe.

Los comerciantes de Massachusetts, donde se encuentran los puertos pesqueros de Salem, Boston o Plymouth, desde mediados del siglo XVII ya comerciaban sus productos agrícolas y manufacturas con los escasos habitantes semipermanentes de Terranova a cambio de bacalao ya curado y listo para ser enviado a los mercados, principalmente, en el caribe. En 1700 estos colonos dominaban el comercio en el interior de las colonias,

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16 acaparando grandes cantidades de bacalao procesado que luego era enviado a España en naves de Nueva Inglaterra.

La idea de que para el norte de España fueron los comerciantes de Nueva Inglaterra los principales proveedores de bacalao seco salado durante el siglo XVIII parte de un estudio llevado a cabo por los historiadores Angulo Morales y Aragón Ruano, que tiene como objetivo sacar a la luz los otros productos que, junto con el pescado y la harina, constituían las exportaciones norteamericanas a Bilbao, de modo que, por lo tanto, el intercambio entre Nueva Inglaterra y Bilbao fue especial, variado y duradero en el tiempo (Angulo Morales y Aragón Ruano, 2018).

Janzen nos habla del importante papel jugado por la demanda del mercado como estímulo para la pesca, el procesado y el comercio del bacalao a cargo de los vascos y otras nacionalidades en las aguas del Atlántico Norte a partir del siglo XVI. Este autor reitera el consumo de pescado salado al que se habían habituado los peninsulares y cuya demanda ya no podía ser satisfecha por los vascos a partir de 1590. Podríamos decir que la demanda es aquí el principal incentivo para que tanto franceses como ingleses se interesen por explotar los caladeros de la costa noreste de América, procesar el bacalao y transportarlo a Europa (Janzen, 2013).

Para Janzen, por lo tanto, la demanda es factor de suma importancia en la explotación del bacalao de Norteamérica. Los vascos peninsulares y los bretones aprovechan la demanda en sus respectivos mercados y luego otras naciones se unen a ellos en la carrera por satisfacer esta demanda que trae consigo unas ganancias importantes, que justifican los riesgos a que se enfrentan constantemente los pescadores y empresarios que están detrás de esta industria (Janzen,2013, p.125).

En otro trabajo,14 Janzen hace una estimación del porcentaje de bacalao que los franceses lograron introducir en el mercado español en 1730 y considera que es una décima parte del total introducido por los ingleses para el mismo año (Janzen, 1996). Se hace evidente que, a pocos años del final de la guerra de sucesión española, el mercado español demandaba grandes cantidades de bacalao inglés, que había desplazado al francés, pero este aún tenía cuota de mercado sobre todo en el norte de España.

España e Inglaterra se encontraban en guerra en 1739, de modo que el comercio entre ambas naciones se suspendió, pero el bacalao siguió llegando a Bilbao en barcos

14 “The Illicit Trade in English Cod”.

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17 franceses (bretones), si bien el producto que los bretones comercian es en realidad bacalao pescado por embarcaciones inglesas en aguas de Terranova, transportado a los puertos del sur de Inglaterra o a la isla de Jersey en el Canal de la Mancha y adquirido por comerciantes franceses, que lo hacen pasar como capturas galas para introducirlas en el mercado español (Janzen, 1996).

Al principio, los barcos tenían que llegar a puertos del sur de Inglaterra, para luego reexportar el bacalao, pero más adelante se transportaba desde las áreas de pesca directamente hasta las zonas de consumo en la península ibérica, siendo España el mayor comprador del bacalao salado que se producía en el atlántico Norte en el siglo XVIII. Llegado a los puertos españoles, el bacalao era descargado y pagado en moneda o intercambiado por productos locales como vino, aceite de oliva, frutos secos o naranjas, o en una combinación de ambos, en metálico y en especie o bien mediante Bill of Exchange, cuando este sistema financiero adquiere importancia en los mercados.

Inglaterra tenía en los pescadores de la región del sur conocida como el West Country el material humano, al tiempo que los comerciantes y navieros, sus mejores inversores de capital para la industria pesquera, eran los encargados de comercializar el producto con los puertos de la península ibérica y las islas atlánticas.

En términos de la mentalidad y de la moral de la época, la redefinición de la idea de la ganancia hizo que esta ya no fuera vista como un pecado, sino como la contribución a la riqueza nacional, entendida como la riqueza privada. Si los individuos se enriquecían con sus actividades, la nación en su conjunto también lo hacía, concepción que a mediados del siglo XVII se observaba claramente en las políticas económicas de Cromwell en Irlanda y según la cual el mercado viene a ser un vehículo de civilización. (Collingham, 2018).

En el siglo XVIII, el pescado salado importado por las naciones del sur de Europa proviene principalmente para el siglo XVIII de dos áreas geográficas de captura: la tradicional y más antigua, que comprende los caladeros de Islandia y la zona del mar del norte comprendida entre Noruega y las Islas Británicas; la segunda y más nueva área de pesca constituida por la costa de Labrador y la isla de Terranova en Canadá, y los caladeros frente a las costas de Nueva Inglaterra (Massachusetts explota el “cabo del bacalao” frente a sus costas) en los actuales Estados Unidos.

Lydon ha estudiado la pesca de bacalao en la costa de Nueva Inglaterra y su exportación hacia el mercado ibérico. Nos dice que las capturas de bacalao en Nueva Inglaterra son hechas por los colonos, a diferencia de las capturas en Terranova, que son

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18 realizadas por pescadores venidos anualmente del sur de Inglaterra, lo que se conoce como

“pesca migratoria”. Ambas pesquerías, tanto la llevada a cabo por colonos de Nueva Inglaterra como la emprendida por pescadores ingleses en Terranova entran en competencia por el mercado español en el siglo XVIII (Lydon, 1981).

El bacalao salado es un producto bien valorado entre los consumidores españoles del siglo XVIII, debido a que es una fuente de proteína barata que se conserva muy bien durante meses y consumido durante los días de abstinencia religiosa principalmente. Los expertos coinciden en que el bajo peso del bacalao seco salado que los ingleses y colonos norteamericanos producían fue una razón fundamental para su preferencia en la península ibérica en el siglo XVIII, precio que se incrementaba o disminuía de acuerdo con situaciones puntuales como las guerras entre países europeos. Durante este siglo hubo varias y especialmente perjudicial para el comercio del bacalao fue la revolución francesa y las guerras napoleónicas de principios del siglo XIX, que, por un lado, favorecieron a los países productores, al aumentar los precios y la demanda, pero, por otro, fue perjudicial para los países consumidores, como España.

Según refiere Pope en su obra Fish into Wine, el planteamiento principal es la fluidez de los bienes intercambiados, acorde con un comercio triangular en que las naciones mediterráneas importaban pescado salado y, a cambio, esas naciones exportaban vino y frutos secos, poniendo los ingleses la mano de obra y el capital para las pesquerías de Terranova. De modo que, para estos últimos, los bancos de pesca de bacalao de Terranova significaban una balanza de pagos saneada, tal y como lo corrobora un autor contemporáneo que escribe hacia 1580, llamado Robert Hitchcock (en Pope, 2004, p. 91).

El sistema de pesca que concebía barcos y tripulación partiendo de los puertos del sur de Inglaterra, pescando en los caladeros de Terranova, regresando a Inglaterra con la pesca para ser reexportada al sur de Europa, pasa en el siglo XVII a ser un sistema que consigue capturas en Terranova y las lleva a los puertos del sur de Europa directamente y, a su vez, importa vino, vinagre y frutos que lleva a Inglaterra (Pope, 2004).

Tenemos así una simbiosis entre un área que financia y organiza la pesca, otra donde se encuentran los caladeros explotados por los primeros, y finalmente a los comerciantes locales en la península ibérica que a su vez pagan un producto alimenticio con otros productos agrícolas y con moneda muy necesaria en Inglaterra y el resto de Europa. Se trataba, por lo tanto, de un intercambio de bacalao por vino, siendo el primero un bien que

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19 en el siglo XVIII ya era considerado de primera necesidad en España, mientras que el segundo era un producto de lujo en las islas británicas.

El flujo comercial del que se acaba de dar cuenta se enmarca en el más amplio paisaje del comercio de la Edad Moderna europea, que se ve proyectada hacia el océano con los viajes de exploración y colonización de territorios hacia occidente, aumentando los navíos y la tripulación. El comercio marítimo necesita de protección oficial y para ello se construyen barcos de guerra con tripulación numerosa, que necesitan grandes cantidades de víveres que se conserven en buen estado durante los largos viajes. Los gobiernos de los reinos y estados europeos con comercio marítimo sabían de la importancia de contar con marineros entrenados y para conseguirlo las pesquerías de altura eran la mejor opción. En este sentido, merece la pena referir una cita extensa ubicada en el prefacio de una obra del profesor Innis relativa a la participación de los Estados europeos en el sistema mercantil, las pesquerías y la formación de imperios y el conflicto resultante para estos Estados:

La documentación diplomática demuestra la intensidad del conflicto entre el sistema mercantil y los imperios, y al interior del sistema mercantil. La documentación se ocupaba de las pesquerías en la medida en que esta contribuía a la defensa naval y muestra el apoyo recibido por el estado. Dicho apoyo se traduce en un aumento en barcos, en alimentos, en comercio, y especialmente en moneda.

La pesca era una industria que fortalecía al Estado directa e indirectamente. En las pesquerías el cometido de la defensa nacional contribuyó a su desarrollo…El apoyo a la pesca como una parte de la política marítima dio al régimen marítimo en el Atlántico del Nuevo Mundo una posición crucial en la competencia entre los sistemas mercantiles europeos. La efectividad del sistema mercantil inglés fue el resultado de las medidas aplicadas a la pesca por parte del Estado. Francia fue gradualmente desplazada hacia las zonas menos redituables y forzada a depender cada vez más de los apoyos del Estado. La expansión de la industria pesquera en Terranova y Nueva Inglaterra significó un aumento en la navegación, la exportación de productos manufacturados en Inglaterra, la exportación de pescado seco…y la importación de sal, vino, y productos de mayor tamaño y menor valor que el pescado seco, y como consecuencia de moneda. La ausencia de un equilibrio entre la carga y el valor de las exportaciones y la carga y el valor de las importaciones aumentaron las demandas de moneda entre las naciones mercantilistas. (Innis, 1954, p.10).

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20 Nos parece que en la cita anterior la visión de economista de Innis concentra parte de la temática de la que versa este trabajo al señalar Innis las pautas generales del mercantilismo europeo temprano, de las que se ocuparán los economistas españoles del siglo XVIII, añadiendo estos otros condicionantes que amplifican el clamor Ilustrado, como son la participación inglesa en la Guerra de Sucesión española (1701-1713), el Tratado de Utrecht (1713) y el apoyo franco español a la independencia de las 13 colonias inglesas en Norteamérica a partir de 1776.

Sin embargo, todavía en la segunda mitad del siglo XVI, Castilla y Portugal, los reinos ibéricos dominantes, presentan las características anteriormente señaladas en la cita tomada de Innis. Fundamentalmente, el aprovechamiento del bacalao seco salado pescado y procesado por los vascos en las costas de Terranova, por lo cual son proveedores de bacalao a la flota castellana consumidora importante de bacalao en sus travesías entre el Viejo y el Nuevo Mundo (Kurlansky, 1997). Los vascos y gallegos también comercian los excedentes con los comerciantes locales del interior peninsular, que en este momento ven cómo se va incrementando la demanda, un mercado que irá creciendo con el paso de las décadas, de modo que los vascos no contarán más como pescadores y proveedores, sino que se concentrarán en adquirir el producto y redistribuirlo en el interior del reino.

3 EL COMERCIO DE BACALAO ENTRE INGLATERRA Y ESPAÑA.

Martínez Shaw distingue dos tipos de pesca esenciales: la pesca de subsistencia y la pesca de altura. Para el siglo XVIII la pesca de subsistencia es la que tiene una mayor actividad en las costas españolas, abasteciendo a los mercados locales con pescado fresco. Por su parte, la pesca de altura se caracteriza por la lejanía de la costa del puerto de origen y porque las capturas necesitan ser procesadas o conservadas para evitar su deterioro, hasta llegar al mercado. Es necesaria una organización de tipo capitalista para el funcionamiento de este tipo de empresa (Martínez Shaw, 1991).

Las ideas anteriores de Martínez Shaw aluden a los tipos de pesca, la pesca de subsistencia y la pesca de altura, una tercera idea introducida por Martínez Shaw son las especies de peces consumidos en España. La pesca de subsistencia se realizaba en todo el litoral peninsular para abastecer a la población de pescado fresco, mientras que el interior peninsular dependía de las conservas como el bacalao seco salado que sólo se podía

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21 conseguir mediante la pesca de altura y con una estrategia económica capitalista, algo que se intentó llevar a cabo durante la segunda mitad del siglo XVIII en España mediante proyectos que tuvieron un recorrido muy corto. Las especies objeto de comercio en España son principalmente el arenque, el bacalao, la ballena, la sardina y el atún.

La “pesca de subsistencia” tiene en las poblaciones del litoral a sus consumidores habituales, ya que el producto es fresco y para consumo inmediato. Las villas y ciudades cuentan con un marco jurídico, que reglamenta las actividades económicas realizadas en dichos espacios urbanos, y la compraventa de pescado es parte de este marco, especialmente en las poblaciones del litoral. La profesora Ana María Rivera Medina ha trabajado el tema de la actividad pesquera de bajura y el marco institucional que las rige en el siglo XVIII. En la época moderna se llevan a cabo políticas de fomento de la pesca con el objetivo de incrementar las capturas y al mismo tiempo aumentar los recursos fiscales de la administración local (Rivera Medina, 2000).

España ingresa al siglo XVIII en crisis político y económica. La guerra de sucesión enfrenta a España aliada de Francia contra Inglaterra. El tratado que inicia el fin de la guerra conocido como la Paz de Utrecht, es aquí de gran importancia al delimitar geográficamente la explotación de los bancos de pesca del bacalao en las costas de Norteamérica y la isla de Terranova. Para España significa el reconocimiento por parte de Francia e Inglaterra del permiso, en teoría, de capturar el bacalao en las aguas de Terranova, pero al estilo de “pesca migratoria” sin poder establecer campamentos para el procesado de lo pescado con lo cual se anula la posibilidad de conseguir el estilo de salado y secado del bacalao al gusto español.

Para Francia significa la pérdida de la hegemonía en la captura y procesado del bacalao, pero también una restricción del uso del suelo que se confina a un par de pequeñas islas al sur de Terranova.

Para Inglaterra, Utrecht significa todo lo contrario, ya que consigue la posesión de la Isla de Terranova y la hegemonía de la captura y el comercio del bacalao seco salado y el monopolio del mercado Ibérico, así como el derecho exclusivo del comercio de esclavos africanos con las posesiones españolas en América siempre necesitadas de mano de obra.

Pero especialmente importante es el derecho a enviar anualmente una embarcación con productos ingleses manufacturados a las colonias españolas con lo que se legitimaba de alguna manera el ya importante contrabando inglés existente en la zona del Mar Caribe (Martínez Shaw, 2020).

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22 La industria del bacalao seco salado precisaba contar con una zona en tierra para el procesado del producto y convertirlo en una pieza rígida y duradera. Pescadores vascos, portugueses, españoles franceses e ingleses contaron durante siglos con acceso a tierra firme para esta empresa de secado en Terranova debido a que sus lugares de origen estaban en Europa y el viaje a Norteamérica en busca de bacalao lo hacía esencial. Franceses e ingleses utilizaron esta técnica de capturar el bacalao y llevarla a tierra para el secado conocido como bank fishing (Starkey, 2017).

Aunque España queda sin acceso a tierra firme para secar las capturas después de saladas, siempre existía la posibilidad de salar el bacalao a la manera francesa conocida como

“cura húmeda”, para su conservación hasta el regreso a Europa, donde podía ser secada al aire libre durante varios días y obtener de esta manera la tan apreciada pieza de bacalao totalmente deshidratada, dura como la piedra, pero ligera e ideal para su transporte a larga distancia a lomo de mulas que los arrieros castellanos conducían desde la costa hasta el interior peninsular.

Conforme la nueva administración borbónica toma el control en el reino, la economía española inicia su recuperación, al tomarse medidas puntuales, señaladas por Martínez Shaw como “medidas intervencionistas”, las cuales fueron: el proyecto de mejoramiento de las infraestructuras de transporte; la adopción de medidas proteccionistas en la industria y el comercio, el apoyo a las industrias con más potencial y el desplazamiento de la iniciativa privada hacia proyectos fundamentales de la economía nacional (Martínez Shaw, 2020).

España se convierte en este siglo XVIII en la principal consumidora de bacalao, e Inglaterra en su principal proveedora, para lo cual fue de gran apoyo logístico la posesión de la Isla de Menorca en el Mediterráneo y el territorio de Gibraltar en el Atlántico, que desde 1713 son administrados en Londres. Con ello, Inglaterra, gran consumidora de vino, ahora tiene en los caldos ibéricos y canarios una alternativa a su histórica dependencia de vinos franceses que le suponían una derrama extenuante ya que no contaba con un producto con gran demanda del consumidor francés para pagar a cambio de su vino.

Para consolidar la nueva posición en el comercio internacional, los británicos consiguen el permiso para transportar esclavos africanos a las islas españolas del caribe, con lo que el comercio triangular se consolida, ya que de esta manera se mueven productos y vidas humanas de un punto a otro entre tres continentes, fortaleciendo a la marina mercante inglesa, gran consumidora de bacalao ella misma, que ahora transporta, exporta y reexporta al mismo tiempo que importa (Pope, 2004). Permiso, también, para pescar y procesar el

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23 bacalao en Terranova para posteriormente transportarlo a España, para su comercialización a cambio de productos españoles como el vino, frutos secos, olivas y aceite de oliva junto con monedas de plata. A su vez, el bacalao seco salado que no era de la calidad que exigía el mercado peninsular era transportado y vendido a los esclavistas españoles y franceses de las plantaciones de azúcar de las islas del Caribe, para alimentar a la población trabajadora forzada. Finalmente, los productos adquiridos en España eran llevados a Inglaterra y de ahí reexportados a Terranova y las colonias de tierra firme para el consumo de los habitantes que entonces ya se cuentan por algunos miles (Martínez Shaw, 2020).

Por su parte, Janzen nos habla del importante papel jugado por la demanda del mercado como estímulo para la pesca, procesado y comercio del bacalao, actividad llevada a cabo por los vascos, que reaccionaron a la demanda castellana, y por otras naciones, como Francia y Portugal, con mercados internos fuertes en las aguas del Atlántico Norte a partir del siglo XVI. Este autor reitera la demanda de pescado salado a la que ya se habian habituado los peninsulares y cuya demanda ya no podía ser satisfecha por los vascos a partir de 1590 (Janzen, 2013).

Durante el siglo XVII se consolidan patrones que ubican a España entre las naciones consumidoras. Debido a la decadencia de la flota pesquera a finales del siglo XVI, España deja de abastecer a su propio mercado y se sitúa en la órbita de exportadores como Francia e Inglaterra. Hay una competencia intensa entre estas dos naciones para abastecer al mercado ibérico y las cifras que nos proporciona el museo de Terranova son una prueba de la importancia que este lucrativo mercado, España, tenía para la industria pesquera francesa e inglesa, con un mercado que requería de 400,000 quintales de bacalao seco salado anuales, junto a otros 150,000 quintales para el mercado portugués (Collier, 2011).

En otro trabajo, The Illicit Trade in English Cod, Janzen apunta que durante el periodo que España e Inglaterra estuvieron en guerra, de 1739 a 1748, los comerciantes franceses (bretones) compraron bacalao a los ingleses y lo introdujeron a España por el puerto de Bilbao. Con el tiempo, Francia entraría en la contienda del lado de España y el comercio ilegal debería haber cesado, no fue así, ya que los comerciantes franceses continuaron comprando bacalao a los ingleses para reexportarlo a España (Janzen, 1996). Se estima que en 1750 se exportaron de Norteamérica a España 1.5 millones de quintales. Un aumento considerable, si lo comparamos con la cifra mencionada en párrafos anteriores, donde se menciona la cifra de 400,000 quintales para unas décadas antes para España, y de 600,000 quintales si sumamos lo exportado a Portugal.

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24 Janzen nos describe las maneras que se utilizaban para curar el pescado que el mercado demandaba. Primero el llamado stockfish en el que no se usa sal; luego tenemos el saltfish que lleva una capa de sal, el que mejor se vendía en el mercado peninsular y el tercer método de curación es el wet o green fish y que consistía en una gran capa de sal. El precio del pescado era lo que en última instancia gobernaba el mercado de consumo, por lo tanto, si el saltfish era más duradero y ligero para el transporte desde la costa al interior, el producto era menos caro para el consumidor final en los mercados del interior. Jansen apunta que el pescado ligero, como lo era el bacalao salado o saltfish, fue la razón principal del gusto de los españoles por él (Janzen, 2013).

En su trabajo sobre los precios del bacalao en el País Vasco15, Santiago Piquero y Ernesto López nos dicen lo siguiente: el efecto de la Bula sobre los patrones de consumo y la calidad del bacalao adquirido a finales del siglo XVIII, son considerables16. Considerando que antes de 1778 la abstinencia de carne roja obligatoria era de hasta 120 días al año en Castilla, ahora pasa a 90 días con la bula, y para 1799 quienes podían comprar dispensas a la iglesia, para poder consumir carne reducían la abstinencia a 15 días por año. Para el País Vasco era casi imposible determinar la calidad y el origen del bacalao comprado. Pero esto cambia en la década de los noventa del siglo XVIII, ya que se observa la calidad y el origen, así como los precios, y llama la atención que no hay mucha diferencia entre estos (Piquero y López, 2006).

Esa década es de altos precios debido a la guerra entre la Francia revolucionaria e Inglaterra y la posterior extensión del conflicto bajo la dirección de Napoleón, conocida como guerras napoleónicas que duraran hasta 1815.

También nos confirman los Piquero y López que durante el siglo XVIII el nombre de bacalao se impone y es el que aparece habitualmente en la documentación. En los siglos XVI y XVII figuraban, además, las denominaciones abadejo, curadillo o truchuela. También nos indican estos autores que el bacalao de Nueva Inglaterra era el preferido en Bilbao durante el siglo XVIII hasta el último cuarto del siglo, aunque durante la guerra de independencia de las 13 colonias y los años noventa se compró de lugares como Terranova, Noruega, Escocia o Islandia (Piquero y López, 2006). Siguiendo con sus hallazgos, comentan que en el siglo XVIII el precio del bacalao en España en general era más caro si se adquiría en Bilbao que en Barcelona, dato que atribuyen a que el mercado mediterráneo estaba dominado por el bacalao de Terranova, mientras que el mercado Cantábrico lo era por el bacalao de Nueva

15 “New Evidence for the Price of Cod in Spain: The Basque Country, 1560-1900”.

16 En 1778 se establece la Bula de la carne, haciendo posible reducir la abstinencia de carne roja a 90 días por año. A partir de 1799 los días de guardar podían ser reducidos a 15 si se adquirían indulgencias.

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25 Inglaterra, y lo atribuyen a que el bacalao de Nueva Inglaterra, más caro que el de Terranova, que era el que se consumía en el resto de España y Portugal (Piquero y López, 2006).

El precio del bacalao consumido en España variaba según el origen y según el tipo de cura preferido por cada región en particular. Cuando dos fuentes muestran resultados opuestos, como en el caso de los datos de precios que para el tercer cuarto del siglo XVIII alcanzaba el bacalao en el mercado bilbaíno, según si era de procedencia de Nueva Inglaterra o de Terranova, cabe preguntarse si ello era debido a la guerra de precios entablada por estas dos regiones productoras, o bien si obedecía al gusto ya adquirido en Bilbao por la cura de Nueva Inglaterra.

Los autores Santiago Piquero y Ernesto López recogen dos propuestas para los precios en Bilbao, comparados con los de Barcelona para la misma época, abastecida por Terranova. Una posible respuesta es la da James G. Lydon, al afirmar que Bilbao consumía más bacalao de Nueva Inglaterra en la década de los setenta, a pesar del mayor precio de aquel en comparación con el de Terranova, porque la calidad es lo que contaba para los bilbaínos. Pero en otra parte del artículo, tomando como referencia a Zavala nos dicen sus autores que el precio del bacalao de Nueva Inglaterra hasta 1775 era de menor precio comparado con el procedente de Terranova. (citado por Piquero y López, 2006). Las instituciones religiosas de donde proceden los archivos estudiados por los autores muestran divergencias según el tamaño de la institución y tal vez debido a ello las divergencias en precio-calidad observado en el comportamiento del mercado del bacalao.

Aquí con respecto al tema de la preferencia, Regina Grafe opina que esta se establece en Bilbao desde mediados del siglo XVII, debido al momento en que el pescado de Nueva Inglaterra arribaba a ese puerto cantábrico, que ocurría mucho más tarde en comparación a las fechas de llegada del bacalao de Terranova, que sería para finales del verano, por lo cual los comerciantes de Bilbao podían comprar a mejores precios grandes cantidades de bacalao que sería vendido en la primavera a los consumidores, antes de la Semana Santa. Según esto, los comerciantes bilbaínos crearon el gusto y la preferencia por el bacalao de Virginia entre los consumidores (Grafe, 2004).

Mark Kurlansky hace unas referencias sobre esta diferencia de tiempos de llegada del bacalao a Europa según se trate del venido de Terranova o de Nueva Inglaterra, teniendo esta última región dos temporadas de captura del bacalao, la de primavera verano, que compartía con Terranova, Labrador y Nueva Escocia, enclaves todos al norte de Nueva Inglaterra, pero, a diferencia de aquellas, los pescadores de esta última colonia contaban con

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26 bancos de peces en el invierno, por tener una bahía con temperaturas que permitían el desove del bacalao también en esta estación (Kurlansky, 1998).

Los colonos de Nueva Inglaterra necesitaron tan sólo una generación para aprovechar al máximo las oportunidades que las pesquerías del bacalao ofrecían. En 1750 ya eran unos comerciantes audaces que aprovecharon los recursos naturales y la fertilidad de la tierra para intercambiar sus frutos con los pescadores que arribaban cada año a las costas de Terranova y Labrador, que intercambiaban por bacalao que luego transportaban a Europa y las islas del caribe para intercambiar, a su vez, por otros productos como la melaza, de la cual obtenían el ron que era demandado por los pescadores en Terranova. Mark Kurlansky17, nos dice que Adam Smith en su obra The Wealth of Nations, menciona a los comerciantes de Nueva Inglaterra, los elogia por su espíritu emprendedor y en particular a las pesquerías que

“…son un excitante ejemplo de cómo una economía puede florecer si a los individuos se les proporciona un ambiente comercial sin restricciones” (Kurlansky, 1998, p.75).

El siglo XVIII fue un siglo de crecimiento poblacional en el sur de Europa en general y en España en particular. La demanda de alimentos incrementó y entre ellos el bacalao seco salado de Norteamérica. Esto explica el aumento de la demanda de bacalao en este siglo en particular, de modo que “para la década de los 70 del siglo XVIII, los mercados del sur de Europa demandaron casi 650,000 quintales de bacalao salado inglés” (Lydon, 1983, pp. 541- 542). La población en España creció especialmente en los puertos y ciudades de la periferia peninsular, Barcelona, Sevilla, Cádiz y Valencia. Alberto Tenenti18 nos muestra el grado de crecimiento, sobre todo, partir de la segunda mitad del siglo, cuando la población crece de

“7.400.000 en 1750 a 10.400.000 en 1787…” (Tenenti, 2011, P.399). Martínez Shaw eleva las cifras totales a diez millones de habitantes, según los censos de Aranda (1768), y de 11 millones, conforme al censo de Floridablanca (1787) (Martínez Shaw, 2020).

La literatura sobre el consumo de bacalao en Europa plantea que la influencia de la religión sobre los hábitos alimenticios de la gente programó el gusto por el pescado, al imponer el ayuno ciertos días de la semana, lo cual significó que el consumo de pescado fuera una práctica generalizada durante gran parte del año litúrgico cristiano. La razón es cultural, sostiene Woolgar, y por cultural quiere decir religiosa. Otros autores sostienen esta afirmación, pero añaden otros factores como la presencia o ausencia de pescado en un territorio (Woolgar, 2000).

17Cod: A biography of the Fish that Changed the World.

18 La Edad Moderna.

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27 El gobierno y los ilustrados consideraron excesivo el número de días que la población española debía abstenerse de consumir carne y otros alimentos “calientes”. A mayor número de días de ayuno, mayor era el consumo de pescado en general, siendo el bacalao seco salado el producto estrella para cumplir con este precepto religioso, lo cual aumentó la demanda y, por lo tanto, las ganancias de los extranjeros que comerciaban el bacalao en los puertos de la península ibérica y en los de las Islas Canarias. Se estima que entre 120 y 130 eran los días de abstinencia y cada provincia española establecía su número entre las cifras señaladas siendo en Aragón donde más días respetaba el ayuno (Cubillo de la Puente, 1998).

Para Regina Grafe el consumo de bacalao tenía unos patrones claros de aumento a través del año en los cuales se observaba una disminución del consumo de carne de res, la carne de mayor consumo en España, lo que hacía del bacalao un sustituto ideal de la carne de vacuno. Entiende que la preferencia por el consumo de bacalao tiene tanto factores económicos para su preferencia como factores religiosos, así, los consumidores podían reaccionar a los cambios en el precio de uno u otro producto alimenticio (Grafe, 2004).

Las órdenes religiosas eran las mayores consumidoras de pescado en la España del siglo XVIII. Gracias a los registros que realizaron de sus compras hoy tenemos esa información, que de otra manera no hubiera sobrevivido. El trabajo de Piquero y López ya mencionado previamente se basa en estos registros, conservados en monasterios del País Vasco, imprescindibles para elaborar la lista de precios de bacalao y otras especies de peces consumidas por estas órdenes religiosas (Piquero y López, 2006).

Grafe nos ofrece cifras aproximadas de la cantidad de bacalao que se consumía en España en la segunda mitad del siglo XVIII. Respecto a la población en general, eran consumidos 3,2 kilos por persona al año, pero esta cantidad se elevaba si se trababa de religiosas y monjes, quienes podían llegar a consumir hasta 34 kilos de bacalao por monje al año, como es el caso de un convento en Galicia. Nos dice Grafe que, “A pesar del alto consumo de pescado las órdenes religiosas consumían menos del 3% del bacalao importado.

Aunque no es una cantidad pequeña la consumida, definitivamente los religiosos no fueron los principales culpables de lo que los folletistas del siglo XVIII vieran como desastroso el hábito de importar un alimento que arruinaba la balanza de comercio” (Grafe, 2004, p. 21).

Las autoridades, alarmadas por este consumo de bacalao inglés, que no hacía sino aumentar año a año, emplazaron este consumo entre sus preocupaciones principales durante prácticamente todo el siglo de las luces, por lo que se propusieron encontrar soluciones de naturaleza económica, siguiendo orientaciones diversas, desde las típicamente

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28 mercantilistas, hasta las del liberalismo económico, pasando por la Fisiocracia. Pero el consumo de bacalao seco salado en España continuó en aumento sin que se hubiese encontrado un sustituto apropiado entre las varias especies de peces comerciales existentes en las aguas que rodean a la península ibérica, las costas de África o en las aguas de los territorios americanos.

La industria pesquera de bajura en España durante el siglo XVIII tuvo logros importantes, consiguiendo poner en marcha proyectos para la explotación de diferentes especies, como la sardina, especie en particular que representa el éxito buscado por los economistas ilustrados. Para Martínez Shaw es una actividad que “se beneficiará en la segunda mitad de siglo debido a la introducción de los sistemas de arrastre, de la salazón de las capturas, del debilitamiento de las posiciones conservacionistas y de la ausencia temporal de las exportaciones inglesas durante la guerra de la Pragmática Sanción para abandonar el ámbito de la mera subsistencia y convertirse en un ramo penetrado por los intereses capitalistas” (Martínez Shaw, 1991, p.11).

4 POLÍTICAS PÚBLICAS PARA EL FOMENTO DE LA PESCA EN ESPAÑA

Las políticas públicas están motivadas por las necesidades que los gobernantes y sus súbditos tienen en un momento determinado, sean estas económicas, políticas o sociales. En la España de principios del siglo XVIII, inmersa de lleno en una lucha por la sucesión dinástica, el componente bélico determina totalmente esas necesidades antes mencionadas. El rey Carlos II de la casa de Austria había muerto sin descendencia en 1700 y la contienda que esta circunstancia generó se inclinó en 1713, una vez concluida la guerra, a favor de la Casa de Borbón de Francia, coronándose a Felipe de Anjou como nuevo rey de España.

Para el profesor Carlos Antonio Garriga Acosta, autor del texto La Ilustración jurídica, la situación previa al conflicto por la sucesión dinástica al trono español (1702-1713) ya comprende las tres claves políticas que determinarán el camino de la Europa del setecientos, conocida también como el siglo de la Ilustración. Estas claves son las siguientes: la percepción de que la monarquía española de los Austrias estaba en crisis directa; la revocación del Edicto de Nantes (1598) mediante el de Fontainebleau (1685), que venía a ratificar la dirección que estaba tomando el rey de Francia Luis XIV hacia un gobierno eminentemente personal; y, por

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