No la escond�a, pero nunca lo admiti�. La homosexualidad de Cary Grant fue siempre un secreto a voces en el Hollywood de los a�os 30, 40, 50... y hasta su muerte, en 1986; un motivo por el que las grandes productoras de los a�os dorados del cine pod�an romper sus contratos (los tres millones que cobraba por pel�cula le convert�an en el actor mejor pagado de los 60) y un pecado que ni la industria ni la sociedad estaban dispuestos a dejarle pasar al sumo gal�n de la gran pantalla. Por eso tantas bodas (cinco); de ah�, tantos reportajes que daban cuenta de sus m�ltiples aventuras pasionales. Tan de ficci�n como sus filmes. Puro montaje. Excepto uno.
Ese en el que Grant mostraba c�mo era su vida junto al tambi�n actor Randolph Scott en la mansi�n que ambos compart�an en Malib�. Lo public� Ben Maddox en 1933 en Modern Screen, una revista c�lebre por adentrarse en la intimidad de los mitos del celuloide. Tambi�n gay, el periodista describe la vida dom�stica de la (oficialmente) pareja de amigos ilustrada por una veintena de fotos en las que ambos cocinan, se dan un ba�o en su piscina, tocan juntos el piano, leen en su sal�n, juegan al backgammon...
En 1940 rompieron su relaci�n, presionados por los estudios de cine. Pero nunca dejaron de verse. Ni de amarse.
Situaciones, poses y miradas que confirmaban la relaci�n (conocida, en el fondo, por todo el mundillo) de Grant y Scott, surgida un a�o antes, en el set de la pel�cula S�bado de juerga (de William A. Seiter). En 1934, los estudios Paramount obligaron a Grant a casarse con Virginia Cherril con el fin de acallar las voces sobre su homosexualidad. El matrimonio dur� s�lo 13 meses. Tras el divorcio, el actor volvi� con Randolph Scott, al que muchos consideran la �nica persona a la que Grant quiso realmente. En 1940 rompieron su relaci�n, presionados por los estudios de cine. Pero nunca dejaron de verse. Ni de amarse.
De hecho, el ma�tre del antiguo hotel Beverly Hillcrest desvel� en una biograf�a del actor que vio en varias ocasiones a la pareja de actores en la parte de atr�s del restaurante del hotel, casi escondidos, sentados, cogidos de las manos. Eran los a�os 70.