Juan Sin Tierra - Revista de Historia
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חואן סין טיירה

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Juan I de Inglaterra, también conocido como Juan Sin Tierra, es uno de los personajes más controvertidos y fascinantes de la historia de Inglaterra. Su reinado, que se extendió desde 1199 hasta 1216, fue un período tumultuoso de luchas internas y guerras extranjeras que sentaron las bases para la formación del Estado moderno inglés.

La vida temprana de Juan Sin Tierra

Juan nació el 24 de diciembre de 1166 en Oxford, Inglaterra, como el quinto hijo del rey Enrique II y su esposa Leonor de Aquitania. A diferencia de sus hermanos mayores, que se criaron en la corte de su padre y recibieron una educación formal en literatura, política y guerra, Juan pasó gran parte de su juventud en el sur de Francia con su madre y sus hermanas, aprendiendo los modales corteses y la poesía trovadoresca que eran populares entre los nobles de la región.

A pesar de su educación en las artes, Juan mostró un temperamento inestable y una propensión a la violencia desde una edad temprana. En una ocasión, se dice que apuñaló a un compañero de juegos en la cabeza con una espada, y en otra ocasión intentó estrangular a su hermano Ricardo Corazón de León durante una discusión sobre el reparto de las tierras de su padre. A medida que crecía, Juan se ganó una reputación como un joven ambicioso pero impulsivo que a menudo actuaba sin pensar en las consecuencias.

El reinado de Juan Sin Tierra

A la muerte de su hermano Ricardo Corazón de León en 1199, Juan asumió el trono de Inglaterra como el último de los hijos de Enrique II que quedaban con vida. A pesar de sus antecedentes turbulentos, Juan mostró un gran talento para la política y la administración, y rápidamente estableció una corte eficiente y bien organizada en torno a él. También se esforzó por ganarse el apoyo de la nobleza y el clero, ofreciendo concesiones y privilegios a cambio de su lealtad.

Sin embargo, a pesar de su éxito en la corte, el reinado de Juan estuvo plagado de problemas y conflictos. Una de sus primeras medidas como rey fue intentar anular su matrimonio con Isabel de Gloucester y casarse con la rica y hermosa Isabella de Angulema, una medida que le valió el desprecio y la hostilidad de la nobleza inglesa. Además, la guerra con Francia, que había comenzado bajo su hermano Ricardo, continuó durante gran parte de su reinado, y aunque Juan logró algunas victorias notables, finalmente fue derrotado en la Batalla de Bouvines en 1214.

La batalla de Bouvines

En 1214, Juan Sin Tierra lideró un ejército de alrededor de 10.000 hombres, que incluía caballería pesada y arqueros. El objetivo del rey inglés era atacar la ciudad de La Roche-aux-Moines y cortar el acceso del río Loira a los barcos de Felipe Augusto en alianza con el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Otón IV, quien se había unido a los barones rebeldes de Flandes, Brabante y Lorena en un intento por destronar al rey francés Felipe.

Por su parte, Felipe Augusto lideraba un ejército de alrededor de 20.000 hombres, compuesto por caballería pesada y una gran cantidad de infantería. El rey francés buscaba interceptar al ejército inglés antes de que llegara a su destino.

El emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Otón IV, por su parte, lideraba un ejército de aproximadamente 3.000 hombres, compuesto por caballería y tropas de infantería. El emperador alemán se unió al ejército inglés en la ciudad de Valenciennes, donde acordaron coordinar sus fuerzas para atacar.

Las fuerzas anglo-francesas comenzaron a desplazarse, pero Felipe II rápidamente aprovechó la situación. Su ejército avanzó, contraatacando con vigor y la batalla comenzó a inclinarse hacia el lado francés. El flanco izquierdo de los franceses logró repeler a la caballería anglo-gascona y comenzaron a avanzar enérgicamente contra el ala derecha de los aliados.

El ala derecha anglo-gascona, comandada por el propio rey Juan, comenzó a tambalearse bajo el férreo ataque de las fuerzas francesas. El monarca intentó sostener su posición con la ayuda de sus aliados flamencos, pero las fuerzas francesas continuaron avanzando y los aliados comenzaron a retirarse.

Finalmente, el ala derecha de los aliados se derrumbó y Juan se vio obligado a huir del campo de batalla para salvar su vida. Los aliados restantes fueron completamente derrotados y la batalla de Bouvines fue una victoria decisiva para Felipe II.

La victoria de Felipe en Bouvines marcó el fin de la ambición del emperador de establecer un dominio universal y consolidó el poder del rey francés en Europa occidental y debilitando la posición de los reyes ingleses.

La situación en Inglaterra

Mientras tanto, en Inglaterra, la situación estaba lejos de ser tranquila. El reinado de Ricardo I había dejado al país con una enorme deuda, y su hermano, Juan, no tardó en agravar la situación. A pesar de sus títulos, Juan no era un gobernante efectivo. Era arrogante, cruel y egoísta, y su falta de habilidad política y militar resultaría catastrófica para Inglaterra.

Uno de los primeros errores de Juan fue enfrentarse a su primo, Arturo de Bretaña, por la sucesión al trono de Inglaterra. Arturo tenía un mejor derecho al trono que Juan, y los barones de Inglaterra no estaban contentos con la elección de Juan como rey. La tensión se hizo cada vez más fuerte, y finalmente estalló en una guerra abierta.

La guerra fue breve pero brutal. Arturo fue capturado por las fuerzas de Juan en 1202 y encarcelado en Rouen. El príncipe bretón nunca fue visto con vida de nuevo, y se cree que fue asesinado por Juan. El escándalo provocado por este acto enfureció a la nobleza inglesa y europea, y Juan comenzó a ser considerado como un usurpador y un asesino.

La Carta Magna

En 1213, Juan estaba en una posición desesperada, luchando contra una coalición de barones ingleses que habían tomado el control de Londres y gran parte del país. Además, necesitaba fondos para financiar su campaña militar en Francia, donde estaba en guerra con el rey Felipe II Augusto.

En este contexto, Juan acudió al papa Inocencio III, quien le concedió un préstamo a cambio de la promesa de hacer de Inglaterra un feudo papal y pagar tributo anual a la Santa Sede. Esto provocó la indignación de los barones ingleses, quienes consideraron que el rey había puesto la soberanía de Inglaterra en manos extranjeras y violado sus derechos y privilegios.

Los barones de Inglaterra, liderados por William Marshal, comenzaron a conspirar contra Juan. En 1215, Juan se vio obligado a firmar en Runnymede la Carta Magna, uno de los documentos más importantes de la historia de Inglaterra y del mundo, que ha influido en el desarrollo de la democracia y los derechos humanos en todo el planeta y que garantizaba ciertos derechos y libertades a los ciudadanos ingleses y sentó las bases para la limitación del poder absoluto de la corona y el reconocimiento de ciertos derechos básicos para los ciudadanos. Estas demandas incluían la abolición de ciertos impuestos, el fin de las confiscaciones arbitrarias de propiedades, el derecho a un juicio justo y la protección de las libertades y derechos básicos de los ciudadanos.

Después de negociaciones y discusiones, finalmente se llegó a un acuerdo y el 15 de junio de 1215, Juan Sin Tierra firmó la Carta Magna, que estableció las garantías y límites del poder real y reconoció los derechos y libertades de la nobleza y los ciudadanos.

Entre las disposiciones más importantes de la Carta Magna se incluyen la prohibición de la detención arbitraria o la confiscación de propiedades sin juicio justo, el reconocimiento del derecho a la protección de la ley, la limitación del poder real a través del consejo de los barones y la exigencia de consentimiento de los mismos para la imposición de ciertos impuestos.

Además, la Carta Magna estableció el principio de que nadie, ni siquiera el rey, estaba por encima de la ley y que todos los ciudadanos tenían derecho a un juicio justo y a la protección de sus derechos básicos. Esto sentó las bases para el desarrollo del estado de derecho y la protección de los derechos humanos en la sociedad inglesa y en todo el mundo.

La Carta Magna estableció la idea de que el poder del monarca no era absoluto, sino que estaba sujeto a ciertas limitaciones y restricciones. También reconoció el derecho de los súbditos a tener un juicio justo y a no ser detenidos sin causa justa, lo que sentó las bases para el desarrollo del estado de derecho en Inglaterra.

Sin embargo, la Carta Magna no fue perfecta y no aplicaba a todos los súbditos de Inglaterra por igual. En particular, los campesinos y otros grupos marginados no se beneficiaron directamente de las disposiciones de la Carta Magna, y continuaron siendo explotados y oprimidos por los poderosos. A pesar de esto, la Carta Magna sentó las bases para futuras luchas por la libertad y la justicia, y sigue siendo una pieza importante de la historia constitucional de Inglaterra y del mundo occidental en general.

A pesar de que Juan había prometido respetar la Carta Magna, rápidamente la rompió y se preparó para la guerra contra sus propios súbditos.

La Guerra civil

Como resultado, los barones rebeldes comenzaron a tomar medidas, tomando el castillo de Rochester en un intento por tomar el control de la región. A pesar de la fuerte resistencia de los rebeldes, Juan estaba preparado para la guerra, con dinero suficiente para pagar mercenarios y el apoyo de poderosos señores feudales, como William Marshal y Ranulfo de Chester.

Aunque los rebeldes habían logrado tomar el castillo de Rochester, carecían de la experiencia necesaria en ingeniería de asedio o equipamiento pesado para atacar la red de castillos reales que aislaban a los barones rebeldes del norte con los del sur. La estrategia de Juan era aislar a los barones rebeldes en Londres, proteger sus líneas de suministro a su fuente de mercenarios en Flandes, evitar que los franceses desembarcaran en el sudeste y ganar la guerra a través del desgaste lento. Aunque no pudo atender la grave situación de deterioro en el norte de Gales, donde Llywelyn encabezaba una rebelión contra el acuerdo de 1211.

La campaña militar de Juan comenzó bien, recuperando el castillo de Rochester en noviembre en un asalto sofisticado. Una vez que recuperó el sudeste, Juan separó sus fuerzas y envió a William Longespée a retomar el lado norte de Londres y Anglia Oriental, mientras que él se dirigió al norte hacia Nottingham para atacar las propiedades de los barones del norte. Ambas operaciones tuvieron éxito y la mayoría de los rebeldes restantes fueron detenidos en Londres. En enero de 1216, Juan se enfrentó a Alejandro II de Escocia, quien se había aliado con la causa rebelde, y recuperó territorios en el norte de Inglaterra en una campaña rápida y avanzó hacia Edimburgo en un período de diez días.

Sin embargo, los barones rebeldes respondieron invitando al príncipe francés Luis para dirigirlos, quien tenía un reclamo del trono inglés en virtud de su matrimonio con Blanca de Castilla, nieta de Enrique II. Probablemente Felipe II le haya proporcionado apoyo privado, pero rehusó asistirlo públicamente ya que fue excomulgado por Inocencio III por participar en la guerra contra Juan. La llegada planificada del delfín a Inglaterra presentaba un problema significativo para el rey inglés, porque traería consigo naves navales y máquinas de asedio esenciales para la causa rebelde.

El príncipe Luis intentó desembarcar en el sur de Inglaterra en mayo de 1216, pero Juan reunió una fuerza naval para interceptarlo. Desafortunadamente para el rey inglés, su flota se dispersó por las malas tormentas y Luis arribó sin oposición en Kent. Juan vaciló y decidió no atacarlo inmediatamente. La suerte de Juan comenzó a cambiar después de que el Príncipe Luis y los barones rebeldes se apoderaron de Londres en mayo de 1216. Esto les dio una base sólida desde la cual podían controlar gran parte de Inglaterra. A medida que avanzaban por el país, Juan se retiró hacia el oeste, pero la mayoría de los miembros de su estamento militar desertaron a favor de los rebeldes.

En septiembre de 1216, las fuerzas de Luis y los barones rebeldes avanzaron hacia el oeste de Inglaterra, capturando castillos y ciudades importantes en su camino. La situación de Juan era cada vez más desesperada, ya que su ejército se redujo y su apoyo financiero se agotó. En 1216, el rey inglés murió de disentería mientras se preparaba para otra batalla. Le sucedió su hijo, Enrique III, pero la herencia de Juan era un reino en ruinas y una imagen manchada para la posteridad.

A pesar de su reputación como uno de los peores reyes de Inglaterra, Juan no fue completamente sin mérito. Fue un patrón de las artes y las letras, y su corte fue el hogar de algunos de los poetas y músicos más notables de la época. También fue responsable de la construcción de varios castillos y catedrales en Inglaterra, incluyendo la famosa Torre de Londres.

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