El "Sistema Madrid": ¿Es este el contrato social que necesita Hispanoamérica?
El "Sistema Madrid": ¿Es este el contrato social que necesita Hispanoamérica?
Fernando Caballero Mendizabal

Por

El "Sistema Madrid": ¿Es este el contrato social que necesita Hispanoamérica?

En Madrid no hay sitio para el servilismo indigno que se dispensa en América. Los ricos no pueden demandarlo aquí, porque quienes les sirven también tienen piscina, y sus hijos también van uniformados al colegio

Foto: Vista de la fachada de un edificio de la Calle Serrano en Madrid. (EFE/Javier Lizón)
Vista de la fachada de un edificio de la Calle Serrano en Madrid. (EFE/Javier Lizón)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

"Las barreras entre Hispanoamérica y España están desapareciendo gracias a internet. La cultura hispana está en auge y por fin se está viendo a sí misma como única, enorme y con un gran potencial, y además Madrid es la punta de lanza de esta nueva unificación que internet nos está trayendo". Esto decía (cito de memoria) hace pocos días el escritor venezolano Carlos Leañez durante su participación en la presentación de la película Hispanoamérica, celebrada en la Fundación Rafael del Pino.

Hablaba de "la latencia hispánica en la que las dos orillas del Atlántico llevan sumidas los últimos doscientos años", y decía con gran belleza que "las repúblicas americanas son como los restos del naufragio de un galeón, que viven aferradas a un pedazo de lo que fue un gran buque".

Yo diré que sus ideas me han resultado muy sugerentes, quizás porque mis propias raíces americanas se estimulan cuando escucho hablar de la posibilidad de que el sistema madrileño sea importante para América y para los americanos, y porque coincido por completo con su visión.

Son muchos los que llevan tiempo renegando de que Madrid se está llenando de millonarios mexicanos, peruanos o venezolanos, y de que se están comprando el centro y el Barrio de Salamanca y de que ahora van a por Chamberí. Muchos los que se quejan de que están comprando con su dinero el permiso de residencia gracias a las visas de oro, y de que los costes de eso los asumimos los castizos de siempre y los jóvenes que tienen que soportar unos alquileres que crecen de manera descontrolada.

Foto: Fotograma de 'Hispanoamérica, canto de vida y esperanza'.

—Que dice el Pedro Sánchez que va a quitar las visas de oro. Se va a acabar eso de que a los millonarios les regalemos la nacionalidad y a los otros les cueste ocho años conseguirla por ser pobres. Adiós a los venezolanos y mexicanos.

—¿Usted nota mucho eso de los millonarios en su día a día?

—¡Yo sí!, no hay día que no coja a tres o cuatro latinos. Esa gente tiene mucho dinero.

Foto: Javier Milei, presidente electo de Argentina. (Reuters/Agustín Marcarian)

Así con esta conversación con un taxista es como me enteré yo el otro día de que al presidente se le había ocurrido que ya no procedía regalarle el permiso de residencia a los ricos.

Me llamó la atención que el taxista que me llevaba por Plaza Elíptica pensaba que esta medida electoralista de Sánchez iba a alejar a los ricos latinoamericanos, lo que era malo para su negocio, pero reconocía que había justicia en igualarlos con el resto de sus compatriotas que tienen que esperar "muchos años" para lograr ser españoles. Lo cierto es que, en el peor de los casos, solo serían 2 años de residencia legal para acceder a la nacionalidad y no 10 como se le pide a la mayoría de los extranjeros, pero de eso no va este artículo.

A todo el que le interese la cuestión habrá podido leer en muchos diarios que la medida no va dirigida contra los mexicanos, si no que tiene como objeto impedir que los ricos de la China y los rusos (al parecer nuestros nuevos enemigos) se refugien legalmente en España tras adquirir alguna propiedad por unos miseros 500.000€. Peanuts para los ricos de verdad.

Foto: Calle Preciados de Madrid. (EP/Alejandro Martínez Vélez)
TE PUEDE INTERESAR
La importancia de Madrid como ciudad global
Fernando Caballero Mendizabal

Y el gobierno lo ha vuelto a hacer, les ha soltado un sopapo a los millonarios en la cara de la clase media. Esta vez la extranjera, especialmente la de América Latina, que quizá no les da para invertir millones en startups, como parece pretender el gobierno, pero sí para tener una casa a este lado del Atlántico. En América son muchos los que pueden lograr reunir entorno a un millón de euros para empezar aquí una nueva vida. ¿No queremos que vengan?

Escribo este artículo junto a la ventana de una urbanización de viviendas de alquiler en Moratalaz. Un barrio de clase media y trabajadora en el que también hay bastantes de esos edificios típicos de los PAUs. Por aquí se venden muchas arepas, kebabs y tamales. No pasean los ricos que se ven por la calle Serrano, ni los restaurantes donde un ceviche se despacha a más de veinte euros. Pero mientras veo jugar a unos cuantos niños junto a sus padres latinos al lado de la piscina —aún tapada—, pienso que ni Serrano es la colonia de Polanco, la más exclusiva de Ciudad de México, ni Moratalaz se parece lo más mínimo a los lugares de los que posiblemente emigraron sus padres para hacer "las Europas".

Aquí hay seguridad. En la calle y en la urbanización. Y ese valor lo tienen claro tanto los padres de esos chavales, como los que aterrizan en primera clase o los que solo les da para mandar a sus hijos a estudiar a Madrid. De hecho, las clases medias de Latinoamérica lo tienen ahora más fácil, desde hace un año, sus hijos y en general todos los jóvenes que llegan desde allí pueden acceder a la universidad pública madrileña pagando lo mismo que el resto de españoles.

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Zipi)

La cuestión es que el proceso en el que Madrid se está convirtiendo en una ciudad global ocurre en paralelo al acercamiento con América. Se crean lazos y conexiones que benefician a las dos orillas, y que van desde las grandes operaciones de negocios hasta los pequeños giros y remesas para que la familia de allí entre también en la clase media. De este modo Madrid es un activo económico que está proporcionando seguridad y estabilidad en muchos lugares donde las repúblicas americanas llevan dos siglos sin conseguirlo.

Volviendo a las urbanizaciones: uno de los efectos positivos de que el Madrid de los PAUs y los barrios obreros del sur sean lugares dignos es que lo que se exporta al continente americano es la materialización de la igualdad. Es verdad que en el 'Sistema Madrid' no todo es bonito. Pero con un 80% de la población libre del riesgo de exclusión social, que afecta en gran medida a los inmigrantes, en Madrid se está mucho más cerca que en América de la igualdad efectiva.

El peaje por ser una ciudad global no es tan sórdido como en otras capitales de nuestro entorno. Es un lugar amable. Y es que al sur de la tramposa "diagonal de la pobreza", —que supuestamente corta el Madrid rico del que no lo es tanto— como en Moratalaz, sus habitantes viven seguros, los niños chapotean en verano en agua limpia y tratada y todos disfrutan de una esperanza de vida superior a la media de Alemania.

El proceso en el que Madrid se está convirtiendo en una ciudad global ocurre en paralelo al acercamiento con América

En Madrid no hay sitio para el servilismo indigno que se dispensa en América. Los ricos no pueden demandarlo aquí, porque quienes les sirven también tienen piscina, y sus hijos también van uniformados al colegio y también van a la universidad. Quizá el modelo social madrileño no se parezca al escandinavo, pero da seguridad a los ricos para que vivan felices y paseen tranquilos con su Rolex por la calle.

Y es que no es lo mismo saberlo que vivirlo. Por eso lo que los ricos pueden ver cuando regresan a sus países es que les compensa vivir en un lugar en el que se reparte la riqueza. Lo mismo deben pensar muchos vecinos latinos de la urbanización, que son mayoría, y que ven en nuestro modelo urbano y social un sistema más seguro y justo que la distopía de la huyeron. Un 'Sistema Madrid' que robustece sus aspiraciones de clase media y premia sus esfuerzos por salir de la pobreza. Y además les proporciona la experiencia de una gran urbe que funciona y que ahora pueden exigir para Lima, Bogotá y Caracas a sus compatriotas del Rolex.

Mirando al patio de la urbanización me pregunto si Madrid es realmente ese lugar terrible y arrasado por el neoliberalismo o si en cambio, nuestra ciudad es precisamente el contrato social que América lleva tiempo buscando.

Foto: Universidad Pompeu Fabra. (EFE/Quique García)

¿Y si el futuro de Madrid es América? ¿Y si el futuro de América es Madrid? ¿Y si la España de las piscinas también la disfrutan aquí quienes en América solo las veían desde lejos? ¿Y si resulta que es por eso que se quedan aquí a vivir, limpiando casas, trabajando como riders, estudiando en las universidades públicas y privadas que plagan la Comunidad o gastándose los cuartos en las joyerías de Serrano?

¿Y si aquí se ha inventado un modelo social que ya lo querrían para ellos los americanos desde Alaska hasta Tierra del Fuego? ¿Y si pese al 28,85 % de paro juvenil que aun arrastramos en nuestra provincia, los hijos de los inmigrantes no recurren a las bandas como lo hacen en otros países porque aquí hay un asociacionismo y un estado social capaz de hacerlas frente cuando empiezan a hacer ruido?

¿Quizás tengan algo que ver los resultados del último informe PISA que coloca al sistema escolar madrileño como uno de los mejores de entre las grandes regiones metropolitanas de occidente? Comparemos peras con peras y manzanas con manzanas.

Quizá el modelo social madrileño no se parezca al escandinavo, pero da seguridad a los ricos para vivir felices y pasear tranquilos con sus Rolex

¿Quizás los conciertos educativos y los niños uniformados de Villaverde y Entrevías son una buena propuesta para las zonas humildes de América?

¿Y si los millonarios mexicanos y venezolanos no van a convertir Madrid en una sociedad de señoritos y mucamas?

¿Y si cuando en los restaurantes de Madrid les atiendan los hijos de sus compatriotas lo harán con el ejque castizo y no tolerarán el trato despectivo y clasista que dispensan habitualmente las elites blancas al servicio mestizo, sencillamente porque no se verán como inferiores? No olvido a mi abuela limeña diciéndole a sus sobrinos recién llegados a Madrid, rubios y de ojos azules: "recuerden que en España los cholos bajados de la sierra son ustedes, aquí ellos llegaron antes".

Foto: El presidente de Argentina, Alberto Fernández (i), recibe al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. (EFE/Matías Martín Campaya)

¿Y si la experiencia del modelo del concierto madrileño sirve para inspirar en América sanidades eficaces, bancos de sangre públicos, y programas de atención a la drogadicción como los de aquí? Con todos sus defectos y sus listas de espera cuando los médicos no consideran urgencia acuciante.

¿Y si los Boric, los Petro y los AMLO de la vida se enteran de que en América no tiene sentido soñar con fiscalidades danesas y con revanchas tan igualitaristas como impotentes y que un modelo a la madrileña les puede cuadrar a todos esos a los que tienen acojonados en sus casas de Madrid?

Y hablando de casas, Carlos Leañez terminaba su intervención con una metáfora arquitectónica: "Hispanoamérica es una antigua casa con muchos patios incomunicados los unos con los otros". Pienso que el Madrid global que se reconecta con América después de dos siglos, puede y debe ser una de las llaves que abra esos patios. Madrid y su modelo, son un valor en sí mismo. Un modelo que puede servir como compromiso para ese contrato social que América sigue buscando.

"Las barreras entre Hispanoamérica y España están desapareciendo gracias a internet. La cultura hispana está en auge y por fin se está viendo a sí misma como única, enorme y con un gran potencial, y además Madrid es la punta de lanza de esta nueva unificación que internet nos está trayendo". Esto decía (cito de memoria) hace pocos días el escritor venezolano Carlos Leañez durante su participación en la presentación de la película Hispanoamérica, celebrada en la Fundación Rafael del Pino.

Trinchera Cultural
El redactor recomienda